Gusanos De Sangre Historia De Terror 2023
Gusanos De Sangre Historia De Terror… Mi historia es algo complicada y difícil de contar, porque aún me cuesta creer que alguien que supuestamente me quería me hizo tener la peor experiencia de mi vida.
Mi nombre es Noé y tengo 30 años. Vivo en Orizaba, Veracruz, en una unidad llamada “el trébol” y soy enfermero.
Bueno, cuando tenía 23 años conocí a una chica llamada Abi, quien comenzó a trabajar en la tienda de la esquina de mi casa. Era muy amable y carismática. Sus ojos negros y profundos me hipnotizaron y su linda sonrisa me causaba suspiros. Tenía el cabello negro. Sinceramente su rostro transmitía maldad, quizá por esos ojos, pero en realidad era muy linda.
Trataba de ir más seguido a la tienda para poder verla. La verdad no sabía si siempre era así con todos los clientes o solo conmigo y no quería ilusionarme.
A veces me quedaba más tiempo para poder platicar con ella y escucharla hablar de sus sueños y de sus gustos y así descubrí cuales eran sus flores favoritas y un día al llegar del trabajo se las regale. Ella me miro sorprendida, pero feliz y ese fue el inicio de varias salidas al cine y a cenar.
Pasábamos mucho tiempo junto, hasta que me decidí a pedirle que fuera mi novia. Ella aceptó y comenzamos una relación sana y bonita. Lo bueno es que podía verla todos los días en la tienda. Mi madre y mi hermana Alicia la querían mucho, fue a la casa varias veces y las tres se llevaban muy bien.
Todo iba muy bien, durante más o menos medio año, hasta que empecé a notar comportamientos un poco extraños de su parte. A veces cuando llegaba a la tienda olía a hierbas o muchas veces noté que prendía velas negras cuando me invitaba a su casa e incluso su abuela me trataba mal. Abi comenzó a portarse cortante y más sería conmigo, y con mi familia, yo la quería mucho, pero no iba a tolerar todas esas cosas. Somos católicos y no era bien visto que mi novia prendiera velas negras o que prendiera hierbas, pues eso significaba que estaba metida en cosas oscuras.
Cuando le preguntaba que significaba eso simplemente me daba largas y no respondía mis preguntas concretamente.
Así que decidí terminar la relación para estar más tranquilo.
Fui un día a la tienda y le dije que teníamos que hablar y ella salió un momento. Le dije que sentía que las cosas no estaban funcionando y que lo mejor era dejar todo hasta ahí.
Ella me miro con odio y me dijo que ella no quería terminar y que era una pésima decisión de mi parte considerando lo bella que era. Me quedé sorprendido por su respuesta y por la manera en la que tomó las cosas, porque era una persona totalmente diferente a la que había conocido meses atrás.
Le dije que era lo mejor para ambos y que considerando lo que ella decía seguramente podría tener muchas opciones para su futuro, pero entonces su actitud cambio y me comenzó a llorar, me dijo que no la dejará sola, que siguiéramos la relación, que ella cambiaría su actitud conmigo. Me tomó la mano y yo se la retire con cuidado y le dije que lo sentía pero que ya no podía seguir con ella.
Entonces me volvió a mirar con odio y me dijo que me arrepentiría de haberla dejado y que estaba segura de que yo volvería rogándole que volviera con ella.
Le dije que lo sentía y me fui a casa.
Dormí toda la tarde y al despertar me sentí muy triste, la verdad la extrañaba, pero no a ella, sino a la persona que había conocido 6 meses antes, a la chica amable y linda, así que debía aceptarlo y ser fuerte.
Mi familia me ayudó mucho en el proceso, no me dejaban solo cuando me sentía mal y poco a poco me fui sintiendo mejor.
Todo esto solo era algo pasajero y no lo sabía, pues un día todo cambio.
Había pasado más o menos un mes desde la ruptura con Abi y desde ese entonces no había ido a la tienda, porque no quería verla y crear un momento incomodo, pero mi hermana Alicia, me dijo que no podía dejar de ir para siempre, así que uno de esos días fui a comprar unas cosas que necesitaba y la vi ahí.
Pensé que tal vez era mi imaginación, pero se veía diferente. Sus ojeras predominaban en su rostro y se veía más pálida de lo normal, su cabello se veía seco y ella en general parecía más grande de edad.
Cuando me vio se sorprendió y una sonrisa se dibujó en su cara. No me estaba sonriendo a mí, sino que era una sonrisa malvada para ella misma. Me dio las buenas tardes, me cobró, pero al darme los productos su mano que estaba manchada con algo rojo toco la mía a propósito, me manchó con esa sustancia y se disculpó, me dijo que era tinta de lapicero, yo solo le dije que no se preocupará y no me dijo nada más.
Me fui de ahí con una sensación extraña en el pecho y cuando llegué a mi casa analice más a detalle la sustancia roja en mi mano y me di cuenta de que no parecía pintura, sino más bien sangre.
Me lavé la mano y no le tomé importancia. La verdad verla de nuevo me hizo darme cuenta de que terminarla había sido lo mejor, porque ya no sentía nada.
Pero después de ese suceso comenzó la pesadilla.
Por la noche por alguna extraña razón comencé a llorar, después de varias semanas sin hacerlo. Las lágrimas salían de mis ojos y los recuerdos comenzaban a brotar en mi mente, recordaba los días maravillosos que había pasado con Abi, pero había algo extraño en eso, porque había cosas que me hacían sentir muy triste que ni siquiera habíamos vivido realmente.
Comencé a sentir un fuerte deseo de llamarla, de ir en ese mismo momento a buscarla y a decirle que me perdonará y que había cometido un error. Quería volver a estar con ella.
Fui al baño a lavarme la cara, para que esa sensación se me quitará y pudiera aclarar mis pensamientos.
Me ayudó mucho y por fin pude dormir, pero en mis sueños estaba Abi, viéndome con esos hermosos ojos negros que vi por primera vez, esa sonrisa preciosa y esa amabilidad con la que me enamoró en un principio.
Por la mañana vi que mi madre estaba preocupada y le pregunté por qué y me dijo que cuando se despertó notó que en la cocina unos gusanos estaban retorciéndose y que lo peor es que cada vez aparecían más y más.
Fui a verificar lo que decía mi madre y era verdad, alrededor de 30 gusanos negros estaban en las paredes de la cocina. Era algo asqueroso, jamás habíamos tenido plagas en la casa y era algo realmente raro, porque cerca de nuestra casa no había lugares de donde esos insectos pudieran salir.
Tenía que irme a trabajar al hospital, así que le dije a mi madre que no se preocupará y que en cuanto llegará me encargaría de eso yo mismo.
Esa mañana fue extraña, las cosas se me caían de las manos, como si no pudiera controlar mis movimientos, además me invadió una sensación de ansiedad, como si algo muy malo estuviera a punto de suceder.
Traté de no prestar atención esas cosas, debía concretarme, por lo menos hasta las 6 que era mi hora de salida, pero me fue difícil. Mi vista se nublo varias veces y me tropecé. Me sentía torpe y pensé que la razón podría ser que no desayuné esa mañana.
Cuando por fin llegó mi hora de salida fui directamente a casa, aunque algo me decía que fuera a la tienda a ver a Abi. La extrañaba, pero debía llegar a descansar, me sentía muy mal ese día.
Al llegar a casa, mi madre y mi hermana se veían muy asustadas. Les pregunté la razón y me dijeron que la plaga estaba en todos lados, que los gusanos estaban saliendo hasta por la taza del baño. Entré rápidamente a ver que estaba pasando y todas las paredes de la casa estaban llenas de esos asquerosos gusanos. No podía creerlo, pero el lugar que estaba más infestado era mi cuarto. Incluso en mi cama los gusanos se retorcían de una manera espeluznante.
No tuve más opción que llamar a alguien profesional en las plagas y tuvimos que pasar la noche en un pequeño hotel cerca del paseo del río.
La verdad estaba muy preocupado por todo lo que estaba pasando y a esas alturas ya no me parecían coincidencias. Mi madre no entendía que estaba pasando y me dijo que se le hacía muy extraño, puesto que siempre manteníamos limpia la casa y en los años que llevábamos viviendo ahí jamás había visto algo similar. Yo le dije que no se preocupará, que al siguiente día ya no estarían esos gusanos y no habría ningún problema.
Traté de dormir al llegar la noche, pero no podía, de nuevo esa ansiedad me invadió y lo peor fue cuando quise levantarme al baño y parecía que mis piernas no respondían, hacía todo el esfuerzo que podía, pero era como si no estuvieran conectadas a mi mente. Me asusté porque pensé que podía ser un problema grave de salud, pero después de un interminable minuto pude moverlas de nuevo. Respiré aliviado y cuando regresé a la cama y me acosté sentí algo que se movía en mi pie.
Cuando encendí la luz y busqué entre las sábanas me di cuenta de algo espantoso. Lo que había en la cama era un gusano negro, como los que habían invadido la casa.
Eso no tenía ningún tipo de sentido, podía entender que tuviéramos una plaga, aunque era algo extraño, pero que en el cuarto del hotel hubiera un gusano igual era casi imposible.
Sacudí la cama y cuando cayó al piso lo maté con mi zapato, pero al contrario de lo que creía de su repugnante cuerpo salió una sustancia roja, como si fuera sangre de humano.
Limpie el piso con papel de baño y me cercioré de que no hubiera más gusanos en la cama. Me acosté y mirando al techo comencé a cuestionar todo y llegué a la conclusión de que ese gusano se había pegado a alguna prenda o a mi mochila y por eso había llegado hacía ahí.
Sabía en el fondo que había algo más oscuro en todo eso, pero creía que si lo ignoraba todo pasaría y todo estaría bien.
Aquella noche tuve un sueño muy extraño, en donde estaba atado de pies y manos en un hoyo bajo tierra y que cuando alzaba la vista estaba mi exnovia Abi viéndome y comenzaba a reírse de mí y a decirme groserías. Me escupía y empezaba a llenarme de tierra, hasta que ya no podía respirar.
Me desperté en medio de la madrugada gritando y respirando agitadamente. Estaba sudando frío y mis manos temblaban. Module mi respiración e intenté calmarme cuando de pronto sentí de nuevo algo en mi pie y cuando encendí la luz habían tres gusanos más en la cama.
Me levanté y cuando los gusanos yacían en el piso los maté aplastándolos con odio y de ellos salió la misma sustancia rojo sangre.
Vomité en el baño y lo que salió de mi cuerpo me sorprendió demasiado, pues eran gusanos negros muertos y una sustancia negra que olía horrible.
Me senté al borde de mi cama y no quise engañarme más. Comencé a atar cabos y me acordé de lo que había dicho Abi cuando terminamos y me acordé también de las velas negras en su casa, su cambio de actitud y el olor a hierba quemada en la tienda y entonces entendí que Abi me estaba haciendo brujería.
El miedo comenzó a invadir todo mi cuerpo, porque estaba enfrentándome a algo malo y desconocido para mí. Mi familia era muy religiosa, pero eso estaba tomando el control de todo y no tenía idea de cómo pararlo.
Después de pensar demasiado en eso me quedé dormido de nuevo y al día siguiente por la mañana Abi me marcó y me preguntó si estaba bien, pero noté algo de burla en su pregunta. El coraje corría por mis venas y le dije que sí, que mejor que nunca. No quería que se diera cuenta de que lo que me estaba haciendo estaba funcionando.
Gusanos De Sangre Historia De Terror
Le dije que tenía que colgar y ella me dijo que no, pero hice caso omiso.
Me cambié y llamé a mi madre para decirle que ya podíamos irnos.
Cuando llegamos a casa ya no estaban esos asquerosos gusanos, pero en las paredes estaba impregnado un líquido rojo en pequeñas cantidades. Le dije a mi madre que quizá era pintura y que no le diera importancia.
Por lo menos ya estaba más tranquila sin los insectos. Mi hermana se fue a la escuela y yo al trabajo. Al pasar por la tienda me di cuenta de que Abi estaba afuera observándome. No la salud y me pase de largo.
Ese día todo parecía estar más tranquilo, ya tenía un poco más de energía, mis manos y mis piernas funcionaban bien, pero había algo inusual. Y es que comencé a pensar en Abi, de nuevo, de una buena manera. Era como un imán, quería estar con ella.
Pensé en que seguramente sentirme así también era parte de su brujería y yo no iba a ceder. Comencé a rezar y esa ansiedad de estar con ella poco a poco fue desapareciendo.
Después del trabajo fui a comer con mi hermana y mi mamá a la alameda. Platicamos y todo se sentía bien.
Luego fuimos a caminar y al final al cine. Necesitábamos algo así después de un día tan feo como el anterior.
Cuando llegamos a casa ya era de noche, así que nos dispusimos a dormir. Estaba contento, porque parecía que lo que me estuviera haciendo mi ex solo había durado un día y seguramente los siguientes días también serían buenos.
Me quedé dormido rápidamente, pero después de unas horas algo me despertó.
Alguien estaba tocando la puerta con fuerza. Eran las 3 de la mañana por lo que se me hizo extraño que alguien necesitara algo a esa hora. Me levanté y en ese momento mi madre abrió la puerta de su cuarto. Se veía aun adormilada, pero también extrañada.
Me dijo que lo mejor sería no abrir, porque podía ser peligroso.
Pregunté que quien era en la puerta y me respondió nuestra vecina Ariana.
Abrimos la puerta y le preguntamos que si todo estaba bien, ella nos dijo que iba a pedirnos que por favor dejáramos de gritar así, porque era las 3 de la mañana y su hijo no podía dormir y tenía miedo.
Mi madre y yo nos miramos confundidos y le preguntamos qué a que se refería. Ella nos dijo que tenía como media hora que alguien había empezado a gritar, como a lamentarse y que los gritos provenían de mi casa, también dijo que hasta se preocupó porque pensaba que algo andaba mal.
Mi cuerpo empezó a congelarse de frío y el miedo que sentí no podría describirlo.
Mi madre trató de explicarle a la vecina que nadie había estado gritando dentro de la casa, pero la detuve. Le dije a la vecina que no se preocupará que nos encargaríamos de eso y cerré la puerta muy rápido.
Sentí que mi cuerpo se desfallecía, me sentía débil e incrédulo, pero al contrario de lo que había pensado en realidad ese parecía ser solo el inicio de las cosas oscuras que estaba haciendo mi ex.
Abrace a mi madre y le dije que se mantuviera tranquila, que la vecina había inventado todo eso por alguna razón. Ella me miro confundida y me dijo que yo sabía que estaba pasando y que quería que le dijera en ese momento.
No tuve más opción que contarle todo detalle a detalle. Ella me escuchaba pacientemente y su rostro denotaba asombro y miedo. Cuando termine, me abrazó y me dijo que teníamos que parar todo eso de alguna manera. Yo asentí y le dije que vería la manera de que nuestra familia estuviera bien.
Nos fuimos a dormir deseando que no volviera la vecina a decirnos algo sobre los gritos.
Al día siguiente desperté sintiendo nauseas. Mi madre tocó la puerta de mi habitación y le dije que pasará, mi hermana estaba con ella. Cuando pasaron sus rostros expresaron asco e incluso mi hermana se fue al baño a vomitar.
Me sorprendí y le pregunté a mi madre que sucedía y ella me dijo que olía a podrido, como si algo estuviera muerto.
Me asusté, pero yo no olía nada. Le pedí que saliera y me cambié rápidamente.
Cuando salí del cuarto les dije que llegando del trabajo revisaría que era lo que olía así, pero mi hermana me dijo que al parecer lo que olía mal no era el cuarto, sino yo.
Mi madre asintió. No era posible. Les dije que ya estaba harto y cuando mi hermana preguntó de que hablaba le conté lo mismo que a mi madre. Mi hermana se dispuso a salir y a enfrentar a Abi, pero la detuve, le dije que sería peor si la hacíamos enojar.
Mi hermana entendió, así que salí un momento al patio para que ellas pudieran desayunar tranquilas sin sentir asco por mi olor.
Unos minutos después mi madre salió y me dijo que le hablaría a mi tía, porque ella sabía de esas cosas y que podría ayudarnos, ya que aunque ella hubiera rezado toda la noche no parecía haber funcionado.
Le dije que estaba bien y que no iría a trabajar, no quería que nadie se diera cuenta de que olía a muerto.
Mi tía vivía en Córdoba, así que tardo un poco en llegar.
Estaba muy preocupada por mí y cuando me vio y se percató de mi olor, me dijo que seguramente estaba enterrado en el panteón.
Le conté lo que había pasado y me comentó que lo que quería Abi no era que volviera con ella, sino que quería matarme por haberla dejado y que quien estaba haciendo eso en realidad no era ella, sino su abuela.
Mi tía me limpio con unas hierbas y comenzó a orar por mí, también dijo algunos versículos de la biblia con voz firme y fuerte y por increíble que parezca comencé a vomitar los mismos gusanos negros con sangre, incluso algunos gusanos salían de mis oídos y de mi nariz.
Tenía mucho miedo, sabía que lo que estaba viviendo era real y que el mal existía.
Mi tía comenzó a decir que todo lo malo que me hiciera se le devolvería tres veces a esa persona. Después de eso, muy asustados, mi tía nos llevó al panteón principal y después de caminar un buen rato comenzó a escarbar con las manos en un lugar.
Lo que sacó de ahí me causo escalofríos e hizo que mi madre gritará del terror.
Era un muñeco parecido a mí, atado de pies y manos, lleno de sangre y con varios alfileres en las piernas y en las manos.
Fue algo terrorífico y algo que hizo que todo lo bueno que recordaba de Abi se fuera a la basura y que un rencor profundo hacía ella llenará mi corazón.
Después de eso todo mejoró y hasta el día de hoy estoy agradecido con mi tía por salvarme de aquella maldición. Unos días después de eso jamás volví a ver a Abi, dejo su trabajo en la tienda y me enteré de que su abuela había muerto de un paro cardiaco, justo el día en que mi tía desenterró el muñeco.
Esa horrible experiencia me enseño que no debo confiar en la gente y que muchas personas son malas y que en la primera oportunidad que tengan harán todo lo posible por hacerte daño. El mal existe.
Autor: Lyz Rayón.
Derechos Reservados
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