En La Habitación Historia De Terror 2021
En la habitación, historia de terror… Mientras que pienso de qué manera contarles esto, desde el otro lado de mi habitación, para ser más específicos, desde el que era el cuarto de mi niña, puedo escuchar las voces de alguien a quien mi hija les llama, Dána y Paola…. Lo que es más inquietante de todo esto es que son las 2 de la mañana y en la casa solo nos encontramos mi hija y yo. Ahora entiendo por qué me ha dicho tanto que ya no quiere dormir sola.
Me parece que una de las mejores maneras que puedo iniciar esto es darles un poco de contexto de nuestra situación.
Vivimos en un municipio llamado Temascaltepec, hoy en día, es un municipio grande, que ha estado creciendo poco a poco. Decidí separarme de mi esposo hace unas semanas, por cuestiones personales, solo me limitaré a mencionar que no era la persona adecuada para mí, y tampoco era el mejor padre para mi hija.
Aún conservo de su parte una fuerte cicatriz en mi rostro, la cual deberé cargar por un tiempo y que hoy me ha dejado, aparte del dolor, miradas inquietantes de parte de todos los que me rodean. De hecho se podría decir que esa sensación que uno siente cuando lo están observando fue lo que hizo que me diera cuenta que en la casa que rentamos no estuviéramos solo nosotras dos.
Conseguí una pequeña casa, ubicada en una de las zonas más rentables para vivir de Temas (Temascaltepec), la renta era muy económica a pesar de estar amueblada, yo obtuve rápidamente un puesto de cajera en un supermercado, y podía dejar a mi niña de tres años en la guardería. Todos los días después de salir del trabajo pasaba por ella e intentaba pasar un buen tiempo juntas en el parque antes de regresar a la casa. No teníamos muchas cosas, ni radio, ni televisión, por ello se nos hacía un poco aburrido quedarnos en casa. De hecho el primer día que nos quedamos allí dormimos juntas.
Esa noche fue cuando comencé a escuchar sonidos extraños en la casa. Solo me podía imaginar que se trataba de ruidos simplemente, pero puedo asegurar que hoy ya los escucho de otra forma. Podía escuchar a alguien en el otro lado de nuestro cuarto, platicaban entre sí, pensé que eran los vecinos, aunque nuestra casita estaba apartada de la casa de al lado, era muy probable que se escuchara de tal forma que estuvieran tan cerca de nosotros.
Fue cuando escuché risas entre sí, me levanté para ir a revisar, mire la hora de mi celular y ya pasaban de las Once de la noche, me aseguré que mi hija no se cayera de la cama, fui a ver afuera de la casa. Estaba helando, hacía mucho viento, miré al lado de la casa y no veía nada ni a nadie, de hecho toda la calle estaba a oscuras y solitaria, a lo que decidí regresar y dejar las cosas a un lado.
En La Habitación Historia De Terror
Justo al llegar a mi habitación vi algo que me heló la sangre por completo, mi hija estaba parada justo en la esquina de la cama, con sus ojitos cerrados, ella estaba dormida, pero en pie, corrí a ella para agarrarla pues se comenzó a balancear, logre sostenerla, ella ni cuenta se había dado pues seguía dormida cuando nos encontrábamos en el piso, un poco más tarde que hubiera llegado yo y quizás ella ya tendría un fuerte golpe en su cabeza.
A la mañana siguiente mientras desayunábamos le pregunte a mi hija que si ella recordaba haberse despertado a mitad de la noche, y con lo limitado de sus palabras me dijo que No, no se había levantado. Pensé en su momento que quizás la separación de mi esposo y mía ya le estaba afectando. Nos retiramos temprano para ir a la guardería e ir yo a trabajar.
Por la tarde, tuvimos que regresar a la casa mucho antes, debido a que se acercaba una tormenta, y en Temascaltepec las lluvias son muy fuertes, no quería correr ningún riesgo. Así que rápidamente llegamos a la casa y al abrirla nos encontramos con algo que me dejo bastante extrañada.
Todas las gavetas, cajones y puertas de la cocina estaban abiertas y sobre el piso el cereal tirado, alguien lo había vaciado en el piso con toda la intensión. Lo Curioso, si se podría decir es que el cereal legaba hasta el que era el cuarto de mi hija. Lo primero que pensé fue que alguien nos había robado, así que rápidamente corrí a mi habitación y busqué nuestros pocos ahorros, los cuales estaban intactos.
– ¿Qué fue lo que pasó aquí, Mami? – me pregunto mi hija, así que solo dije… Ratas, ratas muy grandes. Pretendía recoger en ese momento, pero la lluvia llego bastante fuerte provocando que se fuera la luz. Encendí un par de veladoras que me había encontrado en el closet que estaba en el cuarto de mi hija. Le di de cenar para ya acostarnos, fue cuando recordé que no había revisado el cuarto de la niña.
Solo había visto el cereal que llegaba hasta allá. En cuanto terminó mi hija de cenar, encendí la lámpara de mi celular para ir al cuarto. No había nada raro allí, la cama de mi hija estaba intacta, había cereal regado en el piso. Le dije que ya era hora de que nos durmiéramos, y que esa noche nos tocaría dormir ya en su cama, solo que no la dejaría solita esa noche, ella muy contenta me dijo que sí. Puse la alarma en mi celular para levantarme de madrugada y poder limpiar, cuando sin darme cuenta ambas nos quedamos profundamente dormidas.
Un par de cuchicheos me despertaron, me sobresalté, pues pude escuchar claramente risas y las voces de dos niñas, miré a mi hija y ella estaba dormida.
Mire hacia la puerta de la habitación de mi hija, solo podía apreciar pura oscuridad. Esto ya me estaba asustando, cuando pude ver un ligero resplandor tintinear, había olvidado apagar las veladoras, no pasaba nada, solo se acabaría la cera y se apagaría y en ese instante una llamada telefónica llego a mi celular, rápidamente le baje el volumen y lo más escalofriante de todo esto, fue que al ver de dónde provenía la llamada, venía desde mi propia casa.
Alguien había tomado el teléfono de la sala y me estaba marcando a mi celular. Temblando de miedo respondí, sin decir ninguna palabra me acerque el teléfono a la oreja y escuche a alguien respirando del otro lado. Para después escuchar la palabra “No las apagues”.
Fue parecido a un susurro, pero le costaba hablar, no supe que era aquello, cuando decidí levantarme para cerrar la puerta de la habitación de mi hija y entonces pude escuchar algo bastante escalofriante.
Se escuchaba a alguien que caminaba sobre el cereal tirado en el piso, y no era solo una persona, varias pisadas más se podían escuchar y sea lo que sea aquello se acercaba al cuarto donde estábamos dormidas. Tenía que levantarme y cerrar la puerta, pues aquello se acercaba, podía escucharlo, y estaba segura que si cerraba la puerta era muy probable que me encontraría con algo frente a mí.
Y si no lo hacía, aquello entraría al cuarto. Así que sin pensarlo más veces me levante rápidamente, tome la puerta y con el afán de ver que algo se acercaba en la oscuridad pude ver la silueta de dos personas pequeñas paradas muy cerca de nuestra habitación. Cerré rápidamente y tomé el celular para llamar a la policía.
– ¡Estoy llamando a la policía en este momento, váyanse! – les grité y del otro lado de la puerta la risa de unas niñas se podía escuchar. Yo estaba recargada en la puerta para no dejar pasar a nadie, tenía en mi oreja el celular, aún no me contestaban y comenzaron a sacudir la puerta.
Aquello quería entrar, golpeaba la puerta con fuerza, y por fin me contestaron por fin en la policía. Llorando y gritando, pedí ayuda. La Policía no tardó en llegar, los ruidos y las cosas que estaban pasando cesaron casi al instante. La Policía tomó mi declaración de sucedido, de hecho fueron bastante amables en quedarse con nosotras a cuidar del lugar para que lográramos descansar un poco.
Sin embargo, poco fue lo que dormí, ya que me sentía bastante alterada. Me levanté poco antes de que sonara mi alarma del celular y comencé a limpiar. La luz ya había vuelto, así que eso me ayudo a tranquilizarme un poco más. Constantemente observaba a la calle para ver si allí seguía la patrulla.
Ya había amanecido, mi hija estaba ya desayunando cuando uno de los policías toco la puerta, más que nada era para mencionar que ya se retiraban, pero antes de todo me dijo algo que me dejo algo inquieta…
– Le recomiendo que mejor busque otro lugar señora, aquí suele ser un lugar propenso a inundarse, incluso fue en esta zona donde hace cuatro años, hubo un deslave, el lodo y las piedras se metieron a las casas, y no se pudo rescatar a mucha gente.
Le agradecí la recomendación, por lo que pensé en buscar un lugar más adecuado para nosotras, pero no tenía todos los recursos para hacerlo. Ese día decidí no ir a trabajar, me sentía muy cansada a lo que le dije a mi hija que dormiría un poco mientras ella jugaba en su cuarto.
Tuve un sueño extraño, pues podía ver en el cómo la gente trataba de salir de la tierra, vi manos de gente brotando de la tierra, y los gritos de ellos provenían desde lo más profundo del suelo. Cuando mi hija me despertó en ese instante. Ya quería comer.
Mientras comíamos yo me mantuve pensando en mi sueño, pensaba que había sido influenciado por los comentarios del policía, cuando mi hija rompió mi concentración con algo que me dijo…
– Mami, Ya no me gusta mi cuarto – Me dijo muy seria
– ¿Por qué, pasa algo? – Mi niña no me veía mientras me lo decía, ella seguía comiendo.
– Ya no quiero jugar más con esas dos niñas – Ella apuntó al otro lado e inmediatamente volteé pero no vi a nadie.
– Pero allí no hay nadie amor, ¿Pasa algo? –
– Ellas se pelean mucho y me pican la cara, no me gusta que se peleen.
No supe que contestarle, por un lado me imagine que era algún cuento, o historia que le habían contado en la guardería, pero aun así era muy pequeña para crear alguna historia o decir mentiras.
– Me dijeron que no apagaras la luz – Dijo repentinamente mi hija, señalándome a las veladoras. Recordé que las había encontrado en la Habitación de mi hija, y sin pensarlo dos veces, corrí a tomar las veladoras para encenderlas, las llevé al cuarto de mi hija y cuando lo abrí y pude ver algo que no había prestado atención.
Las Marcas del lodo aún estaban allí, parecía ser que el deslave había sido tan fuerte que se logró meter a la habitación. Algo jalo de mi vestido, mi hija estaba a un lado mío.
– Aquí adentro es donde ellas juegan – Apuntando al closet, se retiró a seguir jugando pero ahora en mi cuarto. Dejé las veladoras encendidas allí adentro.
Más tarde, pretendía seguir la rutina del día de forma normal, era necesario que nos distrajéramos un poco, por lo que le dije a mi hija que saldríamos al parque y fuera a prepararse. Ya en su cuarto mientras la estaba peinando, el asunto sobre de la noche anterior ya se me estaba pasando, la tenía a ella sentada en mis piernas, mientras la peinaba ella se veía al espejo, fue cuando sentí un escalofrío en la espalda.
– Mami, ¡Una de ellas se te quiere subir a la espalda! – No entendí bien a que se refería y de inmediato por el espejo pude ver a una de esas niñas paradas sobre la cama y detrás de mí, su mano tocaba mi espalda, me quité inmediatamente, agarre a mi hija y salimos rápidamente.
No sabía que hacer ya, esta situación me estaba alterando, no tengo los recursos necesarios para salir de esa casa. Y lo peor es que ya estaba considerando pedirle ayuda al Papá de mi hija y eso era lo que menos quería que pasara. Decidí ir a buscar ayuda con un padre y que me diera un consejo sobre lo que nos estaba pasando.
No muy lejos de allí encontramos un templo, y afortunadamente el sacerdote nos atendió muy amablemente, escucho todo lo que tenía que decirle y me prometió que iría pronto a bendecir el hogar y por lo pronto tomara agua bendita para distribuirla por la casa.
Decidí intentarlo, era lo único que podía hacer y con lo que teníamos en ese momento.
En casa, le pedí a mi hija que fuera a mi cuarto y me esperara allí, le presté mi celular para que se distrajera un poco mientras yo bendecía la casa. Tome el bote con agua bendita y la vertía por el piso, sobre los muebles, la cocina completa y lo que se me pusiera enfrente y mientras rezaba decía lo siguiente:
– Que todos aquellos malos espíritus se alejen de aquí.
Llegué al cuarto de mi hija y allí lo hice con más esfuerzo, y no sé si me dé entender, pero tuve la sensación de que alguien me observaba al hacerlo, de hecho cuando me encontraba en la cocina pude percibir de reojo a alguien me veía desde el cuarto de mi hija. Me quedé un momento parada en la entrada y entre lágrimas y suspiros dije:
– Por favor, déjenos quedar, sé que no es nuestra casa, pero mi Hija y yo, no tenemos más a donde ir ya.
No esperaba una respuesta, y si alguien me hubiera contestado les juro que me hubiera muerto del susto. Saqué la ropa de mi hija, y varios juguetes, dejando algunos en el piso, cerré la puerta después de eso.
No sé si aquello había funcionado, pero ya han pasado varios días, las cosas se han tranquilizado bastante. En las noches solo escuchamos algunos ruidos de alguien moviendo las cosas en el cuarto y se oye que juegan entre sí, pero no ha pasado a más, sin embargo, mi hija ya me dijo que las ha visto pasearse en la casa, le han hablado y les han dicho sus nombres, yo he procurado no olvidar las Veladoras encendidas.
Creo que por el momento aprendimos a vivir en conjunto, quizás las cosas no eran tan tranquilas de como lo esperaba yo, pero sin muchos recursos no puedo hacer más, y me imagino que hay alguien allá afuera con una situación similar, que no puede salirse de donde vive y no hay de otra manera que aprender a convivir con aquello que desconocemos… y perderle el miedo.
Autor: Lengua De Brujo
Derechos Reservados
Deja un comentario