El Veneno Del Diablo 2023
El veneno del diablo… Siempre que cuento esta historia, recuerdo que tuve suerte de seguir vivo.
Mi nombre es Rubén, y esto que les cuento me pasó hace cinco años, vivíamos en una colonia de la ciudad de Monclova, todavía vivía con mis padres y mis dos hermanos, estaba en la prepa.
Enseguida de nuestra casa vivía una muchacha que ascendencia de África, me pareció muy amable, ahí se dedicaban a curar, además vendían cosas como amuletos, velas, imágenes, hierbas medicinales, también leían las cartas y el aura, su nombre era Mukami.
Desde que nos vimos la primera vez nos caímos bien y empezamos a hacer amigos, me platicaba que hacían muchos trabajos, que ayudaban a las personas, que las curaban del alma y del cuerpo, además tenían muchos animales.
Una tarde cuando regresé de la escuela me di cuenta que el local de enseguida se había quemado y ya todo estaba en ruinas, cuentan los vecinos que cuando empezó el fuego alcanzaron a salir las personas que ahí estaban, y que también los animales se dispersaron.
Logré comunicarme con mi amiga y estaba bien, después de algunos días todo quedó en el olvido y en aparente calma pero después de un tiempo las cosas cambiaron de repente.
Mukami me habló y me preguntó si todo estaba bien, le contesté que sí, luego me dijo que si necesitaba de su ayuda que le llamara.
También me dijo que en el patio de mi casa había dejado un amuleto, que lo usara por mi seguridad, que me cuidara del veneno del Diablo.
No supe a que se refería.
Pasó el tiempo, y una noche noche sentí como que algo estaba en mi cama, algo se arrastraba.
Esa primer noche lo dejé pasar, pero volvió a ocurrir, y así cada noche.
amanecía con rasguños y adolorido, les platiqué a mis padres pero me dijeron que tal vez estaba cansado que no me preocupara tanto.
Una noche como a las dos de la mañana, empecé a sentir una opresión, primero en la cintura , después en el pecho, sentía que algo, como un cinto o una cuerda, me apretaba cada vez más fuerte y no me dejaba respirar.
Me aguanté así toda la noche y por la mañana me llevaron con el médico, me aplicaron una inyección y me sentí mejor, estaba listo para seguir así como siempre.
Mi padre una tarde nos dijo que nos tenía una noticia, tal vez nos mudaríamos a otra ciudad, recibimos la noticia con gusto y festejamos muy contentos, mi padre nos hizo carne asada y por primera vez me tomé unas cervezas con él.
Eran tiempos buenos y a mi padre le había ido muy bien, nos cambiamos a la Ciudad de Saltillo Coahuila, en un lugar muy bonito que se llama Lomas de Lourdes, pensé que el cambio me vendría bien.
Pero todo cambio una noche, estando ya dormido sentí algo extraño, desperté y me puse en alerta cuando escuché que algo se arrastraba, me quedé sin moverme esperando volver a oír ese ruido pero ya no se escuchó.
Extrañado recorrí el cuarto con la vista, a pesar de la obscuridad alcanzaba a ver un poco por la luz que entraba por la ventana, pero no vi nada raro, sentía lo mismo que en la casa de Monclova.
En los días siguientes, empezaron a aparecer algunos animales muertos dentro de la casa, como ratones y hasta una ardilla.
Los ruidos en mi cuarto se hicieron más frecuentes, en una ocasión ya muy noche, de reojo miré que pasó algo para debajo de la cama, de un salto me alejé de ahí, prendí el foco y me puse a buscar debajo de la cama pero no había nada.
Los días avanzaron, seguían escuchándose ruidos, me levantaba, revisaba y no había nada, hasta que una noche miré algo que me paralizó.
Como a las dos de la mañana sentí que algo estaba en mis pies, abrí los ojos y era una víbora enorme, se me lanzó para morderme y apenas alcancé a cubrirme con la colcha, me salí como pude de la cama, y cuando prendí el foco ya no la vi.
Esa noche dormí en la sala y al día siguiente hablamos a protección animal, llegaron a buscar esa víbora por toda la casa, especialmente en mi cuarto, pero no había ningún rastro.
Pero cuando buscaron afuera encontraron a mis dos gatos muertos, mordidos por la víbora, además a unos metros estaba también nuestro perro, muerto.
Los enterramos en el patio de la casa, al agarrarlos notamos que ya estaban secos y a pesar de tener solo unas horas de muertos, y olían muy feo.
Toda la familia nos pusimos en alerta, a la noche siguiente me desvelé esperando ver algo, pero me venció el sueño, de rato desperté porque escuché un bufido, estaba preparado con mi celular y al alumbrar me paralicé al ver la víbora otra vez.
En medio de la obscuridad y solo con la luz del celular se veía horrible, era una víbora que yo nunca había visto, tenía cuernos y me miraba fijamente, sacaba repetidas veces la lengua y amenazaba con morderme, no podía moverme por el miedo.
No la vi venir, en un pestañear de ojos me mordió en el brazo, fue como un rayo, luego se desvaneció, literalmente, como humo.
Me llevaron al médico, me dieron antibióticos y estuve en observación, me lavaron la herida y me fui a casa, me dijeron que las serpientes del lugar no eran venenosas.
Durante el tiempo que estuve en el hospital, registraron toda la casa y no hubo rastro de esa víbora, creyendo estar seguro acepté dormir en mi cuarto, a media noche empecé a vomitar, pero no era un vómito normal, era verde y de muy mal olor.
Al ver lo que me pasaba me revisé la mordedura y estaba totalmente negra, y hasta parecía que se me estaba echando a perder, me empecé a marear y no tenía equilibrio.
Tenía temperatura y me dolía mucho la cabeza, además sentía que los brazos se me querían doblar.
Así estuve dos días, no mejoraba, al contrario había perdido peso y tenia pesadillas con la víbora, hasta que una tarde mi madre llegó con una curandera, era mi amiga Mukami que me hizo una limpia, además purificó toda la casa, con un incienso extraño.
Nos dijo que tenía un mal, que de seguro la víbora me lo había trasmitido, ya que en su local había animales contaminados con espíritus malignos, empecé a mejorar y a unos cuantos días estaba ya mejor.
Cuando me sentí bien, fuimos al hospital para saber qué clase de víbora era la que me atacó, me dijeron que era una serpiente cornuda o víbora diablo, que era muy venenosa y que ahí no había antídoto, que no entendían como me había curado.
El Veneno Del Diablo
Cuando me dijeron que era de África recordé que Mukami, mi amiga, me advirtió que me cuidara del veneno del Diablo.
Autor: El Gato Negro.
Derechos Reservados.
Deja un comentario