El Padre Lucas Historia De Terror 2023

el-padre-lucas-historia-de-terror

El Padre Lucas Historia De Terror 2023

El Padre Lucas, Historia De Terror… Cuándo decidí tomar el camino del sacerdocio lo último que me imaginé eran los eventos que tuve que pasar en mi primer año ejerciendo, sin duda antes de todo aquello estaba seguro de que el bien y el mal existían y que obviamente el bien siempre triunfaría sobre este último.

Sin embargo, luego de lo que viví me hizo preguntarme y cuestionarme muchas cosas de las que antes estaba seguro como hasta donde era capaz de llegar la maldad del ser humano o cuál era exactamente la barrera entre vivos y muertos, pero sobre todo lo que este viaje realmente me hizo cuestionarme fue en sí de verdad había un Dios.

Recuerdo aquella mañana de septiembre como si hubiera sido ayer, había el clima perfecto y aquel fue el día en el que me dieron mi primer oficio como sacerdote, el cual era ir a un pueblo de nombre San Miguel del Río, en primera estancia pensé que en aquel pueblo le hacía falta un sacerdote, sin embargo, al cuestionarlo la respuesta fue un rotundo no.

El pueblo ya contaba con un sacerdote desde hacía ya más de 10 años, este se trataba del padre Lucas Montero, el cual al llegar al pueblo había cortado cualquier tipo de comunicación, en todos esos años no habían recibido ni una sola carta o llamada de su parte, hay que tener en cuenta de que en aquel entonces el comunicarse no era tan sencillo como ahora, por lo que aquella falta de comunicación aunque rara no era tan alarmante cómo lo sería hoy en día.

Por lo que con toda la emoción por mi primer encomienda me encaminé al pueblo el cual estaba a casi un día de distancia, mientras me dirigía al mismo casi le daba la razón al padre Lucas por no tener ningún tipo de contacto, seguramente en aquel pueblo no habría ni una sola cabina telefónica o algún servicio de correo.

Cuando finalmente llegué, recuerdo que mi primera acción al bajar del autobús fue el buscar alguna cabina u oficina de correos, pero más pronto que tarde me di cuenta de que mis teorías eran ciertas, en todo el camino que seguí a la iglesia del pueblo no logré visualizar nada parecido por lo que al menos para mí en ese momento resolvía en enigma de la desconexión del padre Lucas.

Al finalmente llegar a la Iglesia pude percatarme de lo hermosa y bien cuidada que se encontraba aquella estructura, la cual sin duda resaltaba en comparación con las demás casas del pueblo, las cuales en su mayoría se hallaban hechas con adobe, láminas o carrizos, está se hallaba hecha con los mejores materiales que podían encontrarse en su momento.

Toqué la puerta un par de veces sin recibir respuesta alguna, por mi mente se barajaron una y mil excusas por las cuales mis incesables llamados no eran atendidos, pero ninguna en las que podía pensar era excusa para tal grosería, por si no fuera suficiente el tiempo empeoraba a cada segundo amenazando con llover muy pronto.

Mis intentos por qué me abrieran se volvieron más eufóricos en cuanto comencé a sentir las primeras gotas de lluvia sobre mi cabeza, caminé hacia una de las ventanas y me asomé, lo único que pude ver fue solamente habitual que esperarías ver en una iglesia.

Pero sin duda lo que más llamo mi atención fue un enorme cristo el cual parecía ser meticulosamente explícito con las heridas en su cuerpo, a decir verdad nunca estuve de acuerdo con el arte sacro de aquella manera, pero no había nada que yo pudiese hacer al respecto, pero en aquella ocasión lo que más llamo mi atención no fue lo gráfico de aquella estatua sino más bien que está se encontraba mirando directamente hacia la ventana, era casi como si me estuviera mirando directamente a mí.

Estaba tan concentrado mirando a aquel cristo que no me percaté de que uno de los habitantes del pueblo se me había acercado para preguntarme con cierta desconfianza que hacía golpeando la puerta de la iglesia con tanta insistencia, solo paso un momento en el que mire al hombre y mire de vuelta a través de la ventana solo para ver cómo aquel cristo miraba está vez hacía enfrente, justo como lo hacían la mayoría de las estatuas

Aquello me desconcertó enormemente, sin embargo, pensé que tal vez había visto mal, después de todo la lluvia nublaba un poco mi vista, el hombre al verme un tanto confundido me invitó a refugiarme de la lluvia la cual incrementaba cada vez más, una vez resguardados del agua el hombre se presentó conmigo como Don José, este era un hombre anciano y de rasgos fuertes el cual a pesar de la clara pobreza en la que se encontraba este no dudó ni un momento en ofrecerme lo poco que tenía para hacer mi estancia un poco más cómoda.

El viaje me había resultado tan agotador qué apenas me recosté sobre aquel petate que aquel amable hombre me ofreció, me quedé profundamente dormido, nunca he sido una persona la cual sufra de pesadillas, de hecho hasta ese momento no podía nombrar ni siquiera una sola, pero aquella noche tuve una que jamás logré olvidar.

Esta comenzó conmigo dentro de una oscura habitación, la cual a pesar de no poder verse nada algo dentro de mí sabía que no me encontraba yo únicamente, solo que no podía determinar exactamente qué era lo que se encontraba en la misma, por lo que corría en dirección al único punto de luz que podía alcanzar a visualizar a lo lejos.

Para de pronto quedar justo de vuelta fuera de la iglesia del pueblo, aún al recordarlo, siento los escalofríos que experimenté en aquella pesadilla cuando frente a mí se hizo presente un hombre el cual parecía haber emergido de la oscuridad, este contaba con un semblante serio y a la vez algo triste, este abrió la boca pronunciando algo que para mí fue completamente incomprensible, el miedo apenas me dejó cuestionarle él que era lo que decía.

Pero al hacerlo su semblante serio cambió inmediatamente a uno de enfado y de pronto justo frente a mis ojos estés se desvaneció entre lamentos y sollozos los cuales te estrujaban el alma, sin poder siquiera procesar aquello, pude sentir a alguien justo tras de mí y al voltear pude ver para mi desgracia al mismo hombre.

Solo que está vez este se veía hinchado, muy sucio y con la ropa llena de sangre, parecía estar mojado, sin embargo, lo peor de todo era que su rostro estaba deformado y casi destrozado, no contaba con una nariz y uno de sus ojos se hallaba colgando, esté se hallaba a solo unos cuantos centímetros de mí y con un grito profundo y casi de ultratumba este gritó un ¡Ayúdame!

Al mismo tiempo que levantaba sus brazos para dejar ver qué estos tenían las manos completamente deshechas, mi impacto por aquella horrible escena fue tal que desperté de un salto, completamente alterado solamente para ver qué ya era de día, los primeros rayos del sol atravesaban la cortina y don José el cual salía de la cocina con un jarro de café me cuestionó si es que yo estaba bien.

Mi respuesta fue afirmativa, sin embargo, don José no me creyó en lo absoluto y me dijo que muchos de los sueños en realidad no eran más que mensajes disfrazados, intenté ser gentil y aparentar entender a que se refería, sin embargo, me hallaba  en aquel momento aún tan desconcertado que nada más pude mirarlo con confusión, hasta que las campanadas nos libraron de aquel incómodo momento.

Don José me dijo que el padre Lucas ya se hallaba de vuelta y que esperaba que no me molestara en que no me acompañara a la iglesia, ya que tenía asuntos que atender, le agradecí por el hospedaje y me encaminé a la iglesia, durante el trayecto no podía dejar de pensar en aquella horrible pesadilla, entré a la iglesia y me persigné pidiendo al mismo tiempo a dios quitarme aquella sensación, fue ahí donde pude ver a mejor detalle aquel cristo de la noche anterior, era aún más explícito al tenerlo de cerca, aquella figura lejos de tranquilizarme me dio escalofríos he inclusive náuseas.

De la nada escuché una grave y profunda voz la cual me cuestionaba si aquella estatua no era una belleza, por mi parte aquella voz me hizo sobre reaccionar y voltear de inmediato, fue ahí donde pude ver al padre Lucas por primera vez, se veía un poco diferente a la foto que yo había visto en su expediente, pero a decir verdad cualquier persona se vería distinta si la comparamos con una vieja fotografía a blanco y negro con diez años de diferencia.

Era un hombre alto y fornido, talvez más de lo que yo pudiese esperar, éste me cuestionaba con una sonrisa el que hacía en la iglesia tan temprano, al mismo tiempo en el que me remarcaba que yo no era del pueblo, una vez superado la primera impresión respondí con el motivo de mi visita, no podría decir con seguridad lo que este opinaba al respecto sobre mi visita en primera estancia y es que el semblante permaneció inerte mientras hablaba, casi podría jurar que este no parpadeó en ningún momento.

Al cuestionarle él motivo de su silencio este se limitó a decir que el trabajo de un siervo de Dios muchas veces no le permiten tener tiempo para tareas tan mundanas, expresé que debería intentar darse el tiempo y que debía recordar que no debe perder el contacto con nosotros, ya que por supuesto comenzaríamos a pensar lo peor.

Este prometió mantenernos más al tanto de sus actividades al mismo tiempo de que me invitaba a desayunar, durante ese desayuno el padre Lucas me expresó el infinito amor y aprecio que este tenía por aquel pueblo, ya que de muchas maneras este sentía que finalmente había encontrado su lugar, por mi parte aquello me parecía un poco exagerado, todos los sacerdotes debíamos tener muy en claro que en cualquier momento podríamos ser transferidos, por lo que apegarse tanto a un lugar no era lo más inteligente Dada nuestra vocación.

Aun así evité hacerle aquel comentario, ya que este se le veía tan feliz que lo último que quería hacer era reventarle aquella burbuja de felicidad, después de desayunar me mostró una pequeña habitación en donde podría descansar durante mi estancia en el pueblo, agradecí el gesto, sin embargo, ya que había comprobado que el padre se hallaba bien no veía una razón válida por la cual quedarme más de un día.

Durante todo el día ayudé al padre Lucas a las labores de la iglesia, aunque a decir verdad las personas del pueblo las cuales parecían haberle tomado un muy grande aprecio al padre eran las que se encargaban de la mayor parte del trabajo, por lo que yo solo debía de supervisar.

A pesar de todo verse normal y tranquilo muy dentro de mi ser no podía dejar de sentir un sentimiento de alerta, pero intentaba calmarme a mi mismo diciéndome que aquel sentimiento no era nada más que mi mente jugándome una mala pasada, debido a la pesadilla de la noche anterior, el padre Lucas me dijo que debía ir al mercado, por lo que si no me molestaba el quedarme en el confesionario por un momento.

Acepté aquella propuesta rápidamente, era mi oportunidad de realizar actividades de un verdadero sacerdote, por lo que aseguré que no había ningún problema y que podía tomarse el tiempo que necesitara, apenas cruzó la puerta me dispuse a entrar al confesionario y aunque no hubo demasiadas personas que necesitaran confesarse fueron las suficientes para darme por bien servido.

Mientras esperaba a que alguien más quisiera entrar, pude escuchar claramente como alguien entraba y tomaba asiento justo del otro lado, por lo que inmediatamente dije la parte que correspondía para darle paso a esta persona de confesarse, cosa que no ocurrió ya durante los siguientes minutos me quedé en total silencio, por lo que cuestioné si este necesitaba algo o que si es que se encontraba bien.

Al no recibir respuesta decidí levantarme para ver si la persona del otro lado se encontraba bien, sin embargo, antes de poder hacerlo escuché una voz lastimera pidiéndome ayuda, al cuestionarle la ayuda que yo podría brindarle la voz lastimera comenzó a gritar que debía irme del pueblo, ya que aún no era demasiado tarde, este hombre gritaba de una forma desesperada mientras golpeaba la pared que nos separaba.

El Padre Lucas Historia De Terror

el-padre-lucas-historia-de-terror
el-padre-lucas-historia-de-terror

Inmediatamente, salí de ahí, aún con miedo abrí la otra puerta solo para encontrar el lugar completamente vacío, mire a mi alrededor y me di cuenta de que era el único que se encontraba en la iglesia en ese momento, aquello no tenía sentido para mí, ya que podría jurar que cuando yo salí aún pude escuchar aquella persona gritar y golpear por lo que era imposible que no se encontrara aún adentro.

Aterrado salí de la iglesia y pase el resto de la tarde sentado en la entrada intentando tranquilizarme, pero nada de lo que pudiera hacer o decir podía convencerme de que lo que sea de lo que hubiese ocurrido en el confesionario había sido real, sin embargo, cuando el padre Lucas llegó no tuve el valor para contarle lo sucedido.

Aquella noche volví a tener la misma pesadilla con aquel hombre, únicamente que está vez este ahora parecía estar molesto, podía notarlo aún en su muy desfigurado rostro, lo último que me dijo antes de despertar fue exactamente las mismas palabras que aquel hombre me había gritado en el confesionario.

Todo aquello me resultaba además de escalofriante sumamente agotador y desgastante para mi persona, por lo que al día siguiente decidí ir al siguiente pueblo en donde si había teléfono para sí poder contactarme con la ciudad, los cuales para mi fortuna me informaron que de estar todo en orden con el padre Lucas entonces podría volver al día siguiente.

Aquello fue un gran alivio para mí y aunque no estaba tan seguro de que las cosas en aquel pueblo estuvieran al cien porciento, al menos se les veía bastante felices, por lo que yo no debería intervenir más allá que dar el reporte que el padre Lucas se encontraba bien, de vuelta al pueblo el padre ya me esperaba con una deliciosa comida y al comentarle que debido a que todo parecía estar en orden partiría a primera hora este insistió en una cena de despedida.

La cena pareció de lo más normal pude percatarme de que casi todo el pueblo estaba ahí, todos salvó por don José, el cual a decir verdad no recordaba haber visto desde aquella noche en la cual había sido su inquilino, cuestioné al respecto, sin embargo, nadie pareció poder darme una razón, por lo que decidí simplemente dejar aquel tema de lado y disfrutar mi fiesta de despedida.

Al menos lo intenté el tiempo que pude, ya que de la nada comencé a sentirme asqueado y muy mareado, pensé por un momento que tal vez había bebido un poco de más, a pesar de que aquello no era propio de mí, intenté levantarme para pedir que me disculparan y así poder irme a descansar, pero apenas estuve de pie sentí como si mi cuerpo no me respondiera, el padre Lucas logró atraparme antes de caer al suelo y con una voz despreocupada insinuó que me había pasado de copas.

Intenté abogar de que esto no era de esa manera, sin embargo, no pude siquiera mediar palabra alguna, lo último que recuerdo de aquel momento es que todas las personas me miraban de manera extraña antes de caer desmayado, los siguientes recuerdos a decir verdad no están tan claros para mí, dicen que el cerebro bloquea los eventos traumáticos como un mecanismo de supervivencia y creo que eso es exactamente lo que me ocurrió.

Desperté en un lote baldío, lo único que recuerdo claramente es la tierra por todo mi cuerpo y las cuerdas apretadas lastimando mis muñecas, puedo recordar cánticos sacros al mismo tiempo que a lo lejos podía ver cientos de luces, las cuales pensándolo mejor podrían tratarse de velas, no había nadie a mi alrededor y un miedo abrumador recorría todo mi ser.

Después de aquello recuerdo a Don José el cual intentaba ponerme de pie, al mismo tiempo que me indicaba el camino a la carretera o al menos eso pienso que decía pues solo lo veía apuntar hacia mi izquierda, mientras me liberaba de mis ataduras, a pesar de estar justo frente a mí no podía escuchar su voz más que como un eco lejano perdiéndose en la distancia.

Recuerdo como Don José me encaminó un par de pasos después de notar lo desorientado que me encontraba, pero luego un grito profundo y de ultratumba emergió de entre la maleza, mientras se escuchaba como si un enorme y muy pesado animal corriera hacia nosotros en cuatro patas.

Aterrado don José me empujó y ordenó correr lo más rápido que pudiese y que por nada del mundo mirara atrás, las siguientes imágenes en mi mente aún me niego a creer que sean verdaderas, debido a que, al mirar hacia atrás pude ver lo que en primera estancia creí que se trataba de una persona muy alta arrastrando a Don José, pero si lo pienso un poco mejor lo que vi aquella noche no era más que la estatua de aquel cristo.

No estoy muy seguro de como logré llegar a la carretera, solo sé que tuve mucha suerte de encontrar un auto el cual me brindó su ayuda para salir de ahí, apenas estuve en la ciudad conté todo a mis superiores he implore llamar a las autoridades correspondientes para así cerciorarme de que don José estuviera bien.

Amarga fue mi sorpresa cuando al llegar las autoridades al pueblo de San Miguel del Río no encontraron más que un pueblo abandonado, con casas casi en ruinas y fosas clandestinas, se exhumaron los cuerpos, los cuales muchos de ellos se trataban de restos de animales, pero un par de ellos eran restos humanos, uno de ellos pertenecía a un hombre llamado José Luis Meléndez Hernández y el otro del sacerdote Lucas Montero.

Autor: Canek Hernández

Derechos Reservados

Share this post

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Historias de Terror