Maldito Por Herencia Historia De Terror 2023

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Maldito Por Herencia Historia De Terror 2023

Maldito Por Herencia, Historia De Terror… Por motivos de seguridad, no diré mi nombre, el nombre de los involucrados o donde se encuentra nuestra granja.

Mi abuelo era la persona más amable, comprensiva y cariñosa que he conocido, todo eso, no le impedía comportarse rudo o firme cuando se necesitara, cuando era solo un pequeño, yo soñaba con ser como el, cuando fuera mayor.

Él solía contarme historias increíbles de su juventud, de como a los quince años trabajó todo el verano como un asno, para así poder comprar una motocicleta usada y de esa manera impresionar a mi abuela, él siempre me decía que la mejor manera de conquistar a una mujer, era el encontrar lo que le gustara y después que ella viera que tú podrías ofrecérselo, ella te daba una oportunidad.

Me contaba otras historias, creo que iba en cada oportunidad que tenía solamente para poder sentarnos en el columpio del pórtico, mirando el atardecer, yo bebiendo limonada o algún refresco con galletas, y él con cerveza y su clásica pipa de tabaco, contándome todas aquellas vivencias de una lejana juventud que día con día, se volvía mucho más nubosa y lejana.

Cuando tenía unos once o talvez doce años, me contó como tuvo que dejar sus estudios por dedicarse a la granja familiar, y también que le hubiese gustado terminar una carrera para volverse un escritor famoso, o algo que dejara su huella en este mundo, considero que esa fue la primera vez que no lo vi feliz con la vida que le tocó.

Le pregunté el porqué no simplemente dijo que no quería ser un granjero, y él me respondió que en aquel entonces no había muchas opciones, estabas atrapado con lo que la familia esperaba de ti, yo ya sabía que era una tradición en mi familia.

El nieto más grande en turno heredara la granja, era por eso que mi familia insistía mucho en que aprendiera las labores de la granja y siempre elogiaban lo bueno que era en ellas, aunque siempre supe que exageraban sus reacciones.

El día en el que mi abuelo me contó la historia de como, aunque estaba feliz con su vida, y que no se arrepentía de haberse casado con mi abuela o tener a todos sus hijos y posteriormente a sus nietos, sin duda había algunos sueños que realmente le hubiese encantado cumplir.

Con voz compasiva y algo seria me dijo que no importaba que yo fuera el mayor, pues si así lo decidía yo podía ser dueño de mi propio destino y si yo no quería quedarme, aun si la familia no estaba de acuerdo, él podría ayudarme.

En ese momento sentí que me lo decía como si el quedarme ahí, fuera una especie de castigo, pero a decir verdad, la idea de ser el nieto más grande y heredar todo eso me resultaba bastante cómoda, nunca fui muy bueno en los estudios y no tenía muchos intereses fuera de la granja, aunque mi abuelo siempre me alentara a buscarlos e incluso se ofreciera a pagar por algunos talleres o deportes en los que él consideró que podía ser bueno, la verdad nunca destaqué particularmente en nada.

Siempre he creído que una parte de mi subconsciente creía que su futuro ya estaba resuelto y no valía la pena el luchar contra corriente, recuerdo incluso que cuando llegaba a reprobar algún examen o materia, simplemente me decía a mi mismo que daba igual, pues yo tenía la certeza de que no necesitaría más allá de matemáticas básicas y estar listo para el trabajo duro, tal vez no hubiese tenido está clase de pensamientos si mis padres y familiares no los hubieran alentado a medida que crecía.

El tiempo pasó y mi cumpleaños número 18 se acercaba, estaba a punto de graduarme de la preparatoria y ni siquiera me había interesado por buscar universidades o cualquier tipo de carrera técnica en la que me podría especializar, ahora que lo pienso era algo realmente sádico el estar esperando cuál buitre a que mi abuelo, muriera para que yo comenzara a encargarme de la granja, sobre todo, porque por lo que recuerdo, ni siquiera yo quería eso, en mi mente mi abuelo estaría conmigo siempre.

Un par de semanas antes de mi graduación, le estaba ayudando a mi abuelo a mover algo de alfalfa para el ganado, aquella tarde, él se veía mucho más pensativo de lo normal, caminó afuera del granero y bebió algo de agua, al ver que no volvía, decidí unirme a él, por lo cual dejé el bieldo aún lado y caminé hasta llegar a su lado.

El sol comenzaba a ocultarse y en el cielo podías ver todos esos tonos rojizos y anaranjados de un atardecer que difícilmente conseguirías ver en la ciudad, mi abuelo y yo habíamos hablado tanto durante prácticamente toda mi vida, que para ese punto, nos entendíamos solo con el silencio, no hacía falta el decirnos nada para saber cuánto nos apreciábamos.

Yo le había contado absolutamente todo de mí, y al mismo tiempo yo creía que no había una sola historia o cosa que él no me hubiese contado, pero de repente, me miró, lanzó un suspiro amargo y volteó hacia donde estaban unos pavorreales albinos que solo estaban ahí por pura decoración.

Verán, no era una granja humilde, ni siquiera era promedio, nuestra granja era quizás una de las más grandes del país, producía las suficientes ganancias como para mantener a todos los miembros de la familia hasta que fueran tan ancianos como mi abuelo, la mayoría trabajaba en la granja, pero para los que se salían a estudiar cualquier carrera, podían vivir cómodamente, sabiendo que podían tener casi cualquier cantidad de dinero solamente con pedirla.

Yo no estaba al tanto de como era que a la granja le iba tan bien, es más ni siquiera sabía cuántos años llevaba en operación, únicamente sabía que llevaba siendo heredada generación tras generación, pero aquella tarde, mi abuelo me contó una nueva historia, algo que yo creía imposible hasta ese momento, él me había contado cientos de historias sobre él, y no creí que tuviera más, sin embargo, esa historia, no era sobre él, era solo una historia que solo los adultos de la familia conocían.

Mi abuelo comenzó su relato diciéndome un nombre, el cual no voy a revelar por la privacidad de mi familia, me dijo que no esperaba que lo conociera, pues él era un familiar nuestro, el primero de nosotros, el que fundó aquella granja, él llegó a este país sin nada, sin más familia, algunos en la familia decían qué toda su familia había estado en algunos negocios turbios y los habían matado, dejándolo a él, nada más por ser demasiado joven, pero el fue quien comenzó todo.

Eran otros tiempos, muchos podrían decir que eran mucho más simples, no había un dueño de las cosas, si no eran tierras reclamadas por alguien, entonces podrías tomarlas, y así lo hizo apropiándose del suficiente terreno para construir un cuarto de carrizo para resguardarse del frío y el suficiente para tratar de cultivar algo para no morir de hambre, la gente de los alrededores le llegaba a tener lástima, pues por mucho que se esforzara, su siembra era escasa y a menudo se le arruinaba con plagas o mal tiempo.

No importaba cuánto se esforzara, o lo que hiciera, simplemente no podía prosperar o siquiera lograr mantenerse a sí mismo, los vecinos comenzaron rumores de que aquellas tierras que nuestro ancestro había reclamado como suyas, estaban simplemente malditas, por lo cual nadie quería reclamar las tierras junto a él y tampoco querían contratarlo, pues creían que les podría pasar su mala suerte.

En una ocasión, arto de toda esa situación, le imploró a Dios la muerte, le dijo que en su divina misericordia lo liberara de aquella horrible vida que le había tocado vivir, diciendo que solo era un estorbo en este mundo.

Sin embargo, alguien escuchó sus súplicas aquella fría noche de invierno, y no fue Dios, después de decirme eso, mi abuelo hizo una ligera pausa y me miró fijamente, como si con su mirada me preguntara si quería seguir escuchando el resto, yo tragué un poco de saliva y asentí ligeramente, y entonces continúo diciendo que aquello que atendió las plegarias de nuestro ancestro, no era Dios, pero tampoco ningún heredero hasta la fecha, sabe realmente lo que es.

Al inicio mi ancestro, pensó que era el mismo lucifer en persona, todo comenzó con una fuerte ráfaga de viento que creyó destruiría por completo aquel frágil cuarto de carrizos dónde dormía, sin embargo, solamente logró tirar la puerta, dejando entrar aquella diabólica criatura a sus aposentos, la vela que tenía aún lado para darle un poco de calor a sus dedos se apagó repentinamente dejándolo en total oscuridad.

No sin antes poder notar que tenía una pata de cabra y otra de gallo, además de un fuerte aroma a azufre que rápidamente inundó el lugar, escuchaba a aquella cosa caminar alrededor suyo, cojeaba y parecía respirar con un poco de dificultad, después de unos cuantos segundos de caminar alrededor de él, aquella cosa por fin le dirigió la palabra, le dijo que si lo que él deseaba era morir, él podría ayudarlo con eso.

Pero, si lo que quería era mejorar su suerte, él también podría ayudarlo, mi ancestro estaba totalmente aturdido por lo que le estaba ocurriendo, sin embargo, logró juntar el suficiente valor para preguntarle que era lo que esa cosa podría darle, y esa cosa respondió, que podría darle todo lo que él quisiera, el amor de cualquier mujer, dinero, suerte, prosperidad, siempre y cuando él pagara el precio.

Él le preguntó que era lo que él quería, a cambio de toda la prosperidad que él pudiera darle, si él hacía que su vida estuviera llena de prosperidad y bienestar para él y su familia, entonces él estaba dispuesto a darle su alma, pero ese ser salido de quien sabe dónde, le respondió que él no estaba interesado en patéticas almas humanas, que esas almas no tenían valor para él, pero si realmente quería servirlo, bien podían llegar a un acuerdo.

Lo que él le pidió fue una total devoción, debía construir un gran altar, y en cada tercer día de luna llena, hacer un sacrificio, y para asegurarse de que aquello perdurara para siempre, aunque él muriese tendría que dejar al nieto mayor a cargo de continuar con aquellos rituales aun cuando él ya no estuviera.

Cuando mi abuelo terminó de narrarme la historia, yo me encontraba bastante desorientado, por una parte, me decía que eso no podía ser real, pero no solo la persona en la que más confiaba en este mundo, me lo estaba diciendo, sino que aquella historia respondía algunas de las preguntas referentes a mi vida, como el hecho de que jamás habíamos pisado una iglesia o que algunas de nuestras mascotas o incluso mascotas del vecindario habían desaparecido misteriosamente.

Inclusive aquella misteriosa parte de la granja en donde los niños teníamos prohibido ir e inclusive había guardias para evitar que pudieran entrar, esa era la vida de la que mi abuelo intentó alejarme por tanto tiempo y gracias a mi necedad de querer tomar el camino fácil, yo simplemente lo había ignorado.

En ese momento, le supliqué a mi abuelo que me ayudara a salir de ahí, que no me sentía listo para matar animales del vecindario en nombre de lo que solamente podría describir como un demonio, mi abuelo me dijo que podríamos intentar fingir que tenía un repentino Interés por alguna carrera o talvez alguna escuela donde me enseñaran más cosas de granja, y de esa manera, una vez alejado de la familia, talvez podría intentar huir, él me mandaría el suficiente dinero para que no me preocupara.

Y eso es lo que hicimos, fingí querer asistir a una especie de curso para mejorar la producción de la granja para cuando fuera mi turno de heredarla, no pusieron mucha objeción, mi abuelo aún estaba con vida por lo que aún faltaban algunos años para que aquella diabólica herencia se me pasara mi.

En cuanto tuve la oportunidad, desaparecí, salvó por mi abuelo, nadie en mi familia podía saber dónde estaba, cerré todas mis cuentas para que no pudieran rastrearme y básicamente comencé una vida de ermitaño, por alguna razón creía que si me atrevía a poner un pie afuera de mi departamento, mi familia o alguno de sus conocidos me vería, dejando al descubierto mi paradero.

Considero que viví de esa manera al menos unos cuatro o quizás cinco años, debes en cuando hacia una que otra videollamada con mi abuelo y él me decía que mi familia aún me seguía buscando, pero él me prometía ser una total tumba y no decir absolutamente ni una sola palabra de dónde estaba, fue en una de estas llamadas dónde lo escuché con una tos horrible, era tan fuerte que se ponía todo rojo y parecía que le faltaba el aire, y con forme pasaban los días, parecía que solo empeoraba.

En la última llamada que tuve con él, tuvo un ataque de tos, tan fuerte, que escupió sangre en toda la pantalla, ni siquiera me dio tiempo de preguntarle si se encontraba bien, pues casi inmediatamente después de eso, colgó, yo me quedé un par de minutos mirando la pantalla en negro, no sabía si debía llamar una ambulancia o algo así, o solamente ignorarlo.

Finalmente, me decidí por mandar una ambulancia a la granja, y cruzar los dedos para que mi abuelo estuviera bien, aun si no podía estar con él, intenté distraer mi mente con algunos videojuegos o intentando ver una serie, pero sin importar en que tratara de ocupar mi mente, simplemente no lograba distraerme, por lo cual únicamente opte por tomar un par de pastillas para dormir e irme a la cama.

Aquellas pastillas se habían vuelto mis mejores aliadas desde que toda ésa pesadilla de huir de mi herencia había comenzado, sabía que si volvía en ese momento nada más para ver a mi abuelo, todos sus esfuerzos quedarían totalmente arruinados, por lo cual solo me quedaría ahí, esperando la siguiente llamada.

Normalmente esas pastillas me hacían dormir de corrido toda la noche, es más, eran tan efectivas, que ni siquiera soñaba, era más como un parpadeo largo.

Sin embargo, sé que esa noche tuve que tener un sueño demasiado horrible como para que me despertara gritando y empapado en sudor, avecés me pongo a tratar de recordar exactamente qué soñé aquella noche, sin embargo, lo máximo que puedo llegar a recordar, es como una especie de masa, similar a carme molida, era muy grave, muchos ojos y tentáculos, pero no importa cuánto me esfuerce, creo que nunca podré recordar todo el sueño.

Pero lo que si recuerdo, tan claro como el agua, es como me quité la playera para intentar refrescarme un poco, sentía que mi piel estaba hirviendo, caminé hacia el baño con toda la intención de bajar mi temperatura con un baño de agua fría, abrí la regadera y entré, el agua fresca se sentía tan agradable cayendo sobre mi piel, cerré los ojos por un momento para mojarme la cara, cuando de repente sentí como agua hirviendo me caía sobre la misma.

De la sorpresa di un salto que me hizo resbalar por el piso mojado y después, gateando logré salir de la regadera, no sabía que era lo que había pasado, no le había abierto ni un poco al agua caliente para que pasara eso, el baño se estaba comenzando a llenar de vapor, por lo cual, aún con el cuerpo adolorido por la caída, me levanté y con mucho esfuerzo cerré la llave, pues sentía cómo el agua hirviendo caía en mis manos cuando lo intentaba, logré cerrar la regadera.

Maldito Por Herencia Historia De Terror

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El vapor de mi baño estaba en serio espeso, y hasta el día de hoy, puedo jurar que olía a azufre, encontré la perilla de la puerta y salí de ahí, estaba tosiendo y con algunas cuantas ámpulas en mi mano de cuando intenté cerrar la llave, en algún momento de mi vida, había leído que para las quemaduras, lo mejor era untar un poco de aceite sobre la misma, por lo cual caminé a la cocina y abrí rápidamente una botella de aceite de oliva y dejé caer un poco sobre mi mano.

Ya un poco más tranquilo, pero aún tratando de analizar todo lo que me había pasado, entré a mi habitación, y me senté sobre la cama, me quedé sentado varios minutos solo ahí, solo mirándome en el enorme espejo que daba a mi cama, por alguna razón temía el volver a dormir, una parte de mí creía que podría soñar lo mismo y la historia se volvería a repetir.

Mi teléfono comenzó a sonar, sin pensarlo dos veces o siquiera ver el nombre del contacto, respondí, al principio fue un poco extraño, era como el sonido de varios animales siendo asesinados de fondo, pero había mucha interferencia, pensé que quizás se podría deber a la televisión de fondo.

Me despegué el teléfono de la oreja para ver el nombre del contacto, no era mi abuelo, ni siquiera era un número real, era como si hubieran apretado un montón de números, letras y símbolos del teclado y mágicamente, eso se hubiese convertido en un número real para teléfono, supuse que talvez solo era una falla en mi teléfono, por lo cual estaba a punto de poner mi dedo sobre la pantalla para colgar.

Cuando de repente alguien habló, me dijo con una voz fría y espesa que no colgara, me volví a pegar el teléfono a la oreja, le quería decir que creía que se había equivocado de número, pero antes de que siquiera las palabras salieran de mi boca, lo que fuera que estaba del otro lado, me dijo que no se había equivocado, que sabía perfectamente a quien le estaba hablando.

Me quedé en total silencio, no sabía que responder ante eso, por lo cual, solamente seguí escuchando, me dijo que no podía huir de nada, que yo había sido vendido a él, desde mucho antes de que yo naciera y que talvez podría ocultarme de mi familia, pero nunca de él, él no solo sabía exactamente dónde estaba sino que, me podía causar un gran dolor sin siquiera esforzarse.

En ese momento sentí algo atorado en mi garganta, no pude soportarlo más y corrí al lavabo, dando arcadas, sentía como si mi estómago estuviera lleno de clavos, los cuales trataban de salir por mi garganta, finalmente escupí una gran bola de cabello, demasiado largo como para que fuera mío, estaba lleno de sangre y olía tan asqueroso que vomité una segunda vez, pero está vez era vómito de verdad.

Esa cosa siguió hablando, me dijo que mi abuelo estaba por morir, pero si volvía en ese momento, bien podría alcanzarlo para despedirme, llorar y todas esas tonterías que hacíamos los humanos, o podría quedarme ahí escupiendo bolas de pelo, porque eso era nada más el inicio de lo que podía llegar a hacerme si no cumplía con la parte del trato que me tocaba.

Mi abuelo no estaba muy feliz de verme ahí, pude verlo en sus ojos, le pedí a mi familia que me dejara hablar con él un momento a solas, le dije lo que pasó y porque había vuelto, pero que no se preocupara, pues le prometía que aquella maldita herencia moriría conmigo, me alegra el saber que partió de este mundo creyendo eso.

Un par de meses después, programé una vasectomía, estaba más que comprometido a cumplir lo que le había prometido a mi abuelo. Un año o dos después conocí a la mujer de mis sueños, la invité a salir y tan solamente un año más tarde ya estábamos casados, nunca le dije aquel escabroso secreto de la familia, sentía que solo la iba a asustar, y de todas maneras, eso ya no aplicaba para nosotros.

Sin embargo, no podía estar más equivocado, pues un par de meses después de la boda, estábamos esperando un bebé, al principio me negué a creerlo, yo era estéril, el niño que mi esposa estaba esperando no podía ser mío y aunque me doliera, prefería que ese niño fuera producto de una infidelidad a que fuera mío, sin embargo, cuando nació y le hice una prueba de paternidad no había duda, ese niño era mío.

Ahora sé que no existe manera de romper ese pacto, mi primogénito se casará, me volverá abuelo y él heredará este maldito lastre que yo heredé, ahora sé que no hay manera de escapar de eso.

Autor: Liza Hernández.

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