Doña Juana Historia De Terror 2023
Doña Juana, Historia De Terror… Buenas tardes rede, espero que puedas publicar mi historia, mi nombre es Ana, tengo 18 años actualmente, la historia a continuación ocurrió cuando yo tenía 14. A mí me interesan mucho los temas paranormales, ya que, a pesar de no ser una persona tan grande, he vivido algunas experiencias, e incluso he escuchado relatos de familiares, que me permiten creer en este fenómeno, así que bueno, esta es mi historia.
Siempre he sido una persona que se la ha pasado viviendo de un lugar a otro, debido a los trabajos de mí papá que han sido poco duraderos, he conocido muchos lugares y también me he adentrado a las creencias y costumbres de la gente. Desde pequeña mis padres no me han inculcado una religión como tal, han respetado mi decisión, aunque también me han hecho ver, que tengo que respetar las ideas de los demás. Esta historia me ha hecho dudar mucho a cerca de sobre qué debo creer.
Aunque estoy segura de que, así como existe el bien, existe el mal, siempre me he preguntado cómo es que se les permite a algunas personas a siempre hacerle daño a la gente…
Antes de comenzar a relatar una de las peores experiencias que he vivido a mí corta edad, debo agregar que mí familia cercana está conformada por mí hermana mayor, que en aquel tiempo tenía 17 años, mi mamá y mi papá. Nunca he considerado que seamos una familia de “dinero”, ni mucho menos, ha habido temporadas complicadas, pero hemos salido adelante, mis padres, siempre han tratado de que la comida en nuestra mesa nunca nos falte.
Es por ello, que continuamente hemos cambiado de casa, yendo desde la ciudad, hasta algunos poblados, conociendo a mucha gente, con las mejores y las peores intenciones.
Mi mamá siempre ha sido una persona muy sociable, por lo que nunca se le ha complicado hacerse amiga de los vecinos, durante uno de estos cambios repentinos de hogar en los que tuvimos que ir a vivir por un tiempo a un pueblito.
Mi mamá conoció a una señora mayor, no recuerdo su edad con exactitud, pero parecía superar los 70 años, todos le llamaban: “Doña Juana”, esa persona para ser sincera y sin afán de ofender, siempre me causo una sensación extraña, es como si me diera miedo, de hecho, mi hermana solía bromear conmigo acerca de que esa señora me llevaría o algo por el estilo, si yo me portaba mal.
En esta ocasión debido al trabajo de papá, nos encontrábamos en una zona más rural que las anteriores, nunca habíamos estado en un lugar así y nos estaba costando trabajo adaptarnos. La casa era bastante grande, mi padre nos decía que no a mucha gente le interesaba habitarla, y con razón…
Al lado de nuestra casa teníamos dos vecinos, de un lado vivía un señor mayor a 40, que se dedicaba al cuidado de sus borregos, y del otro teníamos un matrimonio de la tercera edad, realmente eran vecinos muy tranquilos y siempre se portaron muy amables con nosotros.
Doña Juana, vivía enfrente de nosotros, no tan cerca, pero relativamente enfrente, ya que al menos podíamos observar con claridad su puerta y ventanas. Ella vivía sola, decía que su marido había fallecido algunos años atrás por una enfermedad y que nunca pudo embarazarse, por más que lo intentó.
Tenía una apariencia descuidada, un cabello abundante y canoso, vestía siempre con ropa sucia y rota, pero claro nosotros no juzgábamos su apariencia, pensábamos que quizá aun no superaba la pérdida de su marido y eso la hacía ser así.
Siempre salía de su casa, de hecho, era difícil encontrarla, sobre todo por las tardes. Mi hermana y yo volvíamos de la escuela, justo a la hora de la comida, y con la tranquilidad del lugar, incluso podíamos escuchar cuando salía, ya que siempre azotaba su puerta y se iba diciendo groserías como si estuviera molesta.
Era muy celosa con sus cosas, no permitía que nadie se acercara a su casa, si veía a alguien tan siquiera pasar cerca, salía y le aventaba piedras, mientras lanzaba insultos y regresaba molesta, era algo de casi todos los días.
Un día, para nuestra sorpresa la señora fue a tocarnos a la puerta, nunca había hecho algo así, a pesar de que tenía una buena amistad con mi mamá, lo cual era bastante sorprendente por su carácter de la señora, ella no iba a visitarnos, normalmente se ponía a platicar con mi madre afuera de la casa o cuando iban a “hacer el mandado”.
Ella siempre nos decía que doña Juana, era una persona muy seria por todo lo que había pasado en la vida, que le había platicado a cerca de golpes por parte de sus padres y una vida difícil en la que había tenido muchas carencias.
Así que ese día fue bastante extraño que ella fuera a tocar, buscaba a mi mamá, ella saldría unos días del pueblo, ya que la única hermana que tenía se encontraba muy enferma.
Ni siquiera mi mamá sabía que ella tenía una hermana. Era bastante extraño, ya que como lo dije anteriormente, ella solía ser muy “agresiva” con sus cosas, nadie conocía su casa, vaya, ni siquiera podíamos acercarnos.
Finalmente, después de hablar un rato, la convenció, ya que también ofreció pagarle a mi mamá por cuidar su casa, lo cual no lo vimos con malos ojos, un dinero extra, no caería para nada mal en el hogar.
Mis padres discutieron a cerca de la decisión de mi mamá, mientras él le decía que era una mala idea porque descuidaría nuestra casa, ella le explicaba que ganarse un poco de dinero, no estaría mal.
A mi mamá le pareció buena idea llevarnos a nosotras dos a la casa de doña Juana, ya que así mi papá no tendría que “lidiar” con nosotras, básicamente, el, casi no se encontraba en la casa, tenía un trabajo que en ocasiones le hacía incluso estar dos días fuera, así que no habría problema y mi mamá recibiría un poco de ayuda de sus hijas, para asear la inquietante casa de la señora.
Al siguiente día, nos instalaríamos, doña Juana salió por la tarde, casi noche, ella se fue un sábado, lo recuerdo perfecto.
Mi hermana y yo tuvimos que ayudarle a mi mamá a pasar ropa, comida y todo lo que necesitaríamos en nuestra estancia.
La casa por sí misma era tétrica, era una casa de adobe bastante descuidada, al no poder acercarnos, no podíamos darnos cuenta, del tan mal estado, era como si nadie la habitara en mucho tiempo.
Entramos, algo que nunca pensamos que fuera a suceder, y la verdad es que era un hogar muy humilde, pero también notábamos que la señora bien podía darle un aspecto distinto, era como si a ella le gustara que se viera así.
La casa tenía un par de cuartos, sin ventanas, las únicas ventanas se encontraban al lado de la puerta, pero estaban cubiertas con unas telas de color negro. Evidentemente había luz, como en las demás casas, pero la luz ahí parecía más débil, de un color amarillo muy cálido, jamás olvidaré todos estos detalles, fue un lugar en el que nunca pensé entrar, mucho menos dormir ahí y haber experimentado todas esas cosas…
Nos dimos cuenta de que la señora había guardado algo en su cuarto, se podía observar la silueta de algunos muebles que no estaban en su sitio, Pensamos que quizá ella tendría miedo de que los robáramos o dañáramos.
Ella había dejado muy en claro en las indicaciones que le dio a mi madre que iba a cerrar su cuarto con seguro y que básicamente estaba prohibido que nosotros entráramos ahí. Fue entendible ya que las personas suelen tener su privacidad, y hay cosas que a veces queremos que la gente no vea.
Como dije había dos cuartos, uno era la recámara de la señora y el otro era un cuarto que únicamente albergaba una bolsa de plástico de color negro, recargada en una de las esquinas, una figura extraña, de una especie de material como la porcelana, que también se encontraba en el piso, y calcomanías casi a punto de caerse, pegadas a la pared, con imágenes de lo que parecían ser santos o algo así, pero lejos de eso, no tenía nada, ni siquiera muebles o una cama, en el suelo incluso parecía que habían quemado algo.
Para este punto parecía que mi mamá estaba un poco arrepentida de aceptar cuidar la casa, creo que ya intuía lo que se escondía ahí, pero nosotras en nuestra inocencia o al menos yo, no era capaz de darme en cuenta de las cosas.
Mi mamá decidió darle una oportunidad a todo esto y pensó que si ya había aceptado tendríamos que quedarnos ahí y cumplir con nuestra parte, después de todo doña Juana ya le había pagado.
La casa por dentro era un lugar inquietante, podías sentir un frio bastante extraño, que no hacia ni afuera, esto nos pareció muy raro, ya que al no tener ventanas aquel cuarto y que las únicas que había, estuvieran tapadas, eso no nos parecía posible.
Reconsideramos el tema de dormir en el suelo, al no contar con una cama, nos vimos obligadas a traer unas cobijas y acostarnos en el piso, el frio parecía ser cada vez más intenso, eso definitivamente no era normal, pero, en fin, decidimos apagar la luz y dormir, mañana sería otro día.
Por la mañana cuando mi mamá estaba preparando el desayuno, noto algo que parecía no estar el día anterior, es decir, a un lado de la puerta principal, se encontraba un jarrón, de color azul marino, con unas manchas blancas, pero era muy extraño, ya que las tres estábamos seguras de que no se encontraba ahí cuando entramos a la casa, era como si hubiera aparecido por la noche, al ver el interior, nos dimos cuenta de que contenía un líquido de color verde, bastante obscuro y tenía un olor horrible, incluso nos provocó muchas nauseas.
Para mi mamá, todas estas cosas eran señal de alerta, el jarrón había sido otra señal más de que quizá no nos encontrábamos en el lugar correcto. Y no únicamente hablando de la casa de esa señora, sino que, quizá durante aquel tiempo que llevábamos viviendo ahí, habíamos tenido a una vecina bastante extraña que escondía muchas cosas…
Mi mamá al ver la situación decidió ir a hablar con los vecinos, ellos llevaban más tiempo ahí y evidentemente conocerían un poco más acerca de esta mujer. Nos dijo que saldría a ello, y que tratáramos de no tocar más cosas.
Yo no me considero una persona que se asuste con facilidad, de hecho, a lo largo de mi vida, siento que me he hecho más fuerte, y he podido resistir más las cosas sobrenaturales que he experimentado.
Mi hermana en cambio es diferente, a pesar de ser mayor que yo, ella se asusta de cualquier cosa, le costó mucho adaptarse al entorno de esa casa, ya que, por sus amigos, ella había recibido algunas “advertencias” acerca de lo que podría encontrarse ahí. Y es que son tantas las leyendas que tenemos en México, que es muy complicado llegar a un pueblo y pensar que no te puede pasar algo similar.
Mamá regreso después de un rato, no había encontrado a nadie, los únicos vecinos que teníamos y que siempre se encontraban en casa, ahora, curiosamente, parecían no estar.
Mi padre iba a regresar hasta el día lunes, por la noche, siempre que salía a trabajar perdía mucho contacto con nosotras, y era una realidad que en el pueblo no había muy buena señal, pero, en fin, ya nos habíamos acostumbrado.
Así que básicamente en ese momento éramos nosotras tres, cuidando de una casa ajena, que escondía muchas cosas y le pertenecía a una mujer misteriosa, que ni siquiera sabíamos cuando iba a volver, ya que no le había dado una fecha a mi mamá, solamente le había mencionado que regresaría en unos días, cuando su hermana se encontrara mejor, sin una mejor indicación que no fuera, que no intentáramos abrir su cuarto.
Aquel día tratamos de llevarlo de la mejor manera, tratamos de limpiar un poco a pesar de las indicaciones, olvidarnos de lo que habíamos visto la noche anterior y esa mañana, y que lo mejor era cumplir con el trato, esperar a papá y encontrarnos más tranquilas.
Apenas había pasado una noche y medio día, la tarde del domingo se nos había ido en tratar de limpiar, hacer la comida y claro, también estar al pendiente de nuestra casa, aunque después de todo, estábamos muy cerca.
Decidimos no tocar el tema, mi hermana, para ese punto estaba bastante asustada y parecía que no quería que llegara la noche. Yo también, me encontraba un poco espantada, pero no quería demostrarlo, para darle más seguridad a mi madre, que parecía haber olvidado un poco las cosas.
Estuvimos platicando unas horas, tratando de recordar momentos de cuando éramos más pequeñas, reímos un buen rato, parecía que situación había mejorado.
Al caer la noche y con un poco más de calma, esperamos el frio que había hecho el día anterior, pero no fue así, al contrario, parecía que hacía más calor del habitual, preparamos las cobijas para dormir. Apagamos las luces, todo estaba listo, era la hora de descansar.
No podía conciliar el sueño, me estuve moviendo un rato, dando vueltas, mi mamá y mi hermana parecía que ya dormían, justo sobre mi cabeza se encontraba la bolsa negra, que habíamos visto cuando entramos al cuarto. Entre la desesperación de no dormir, me moví hacia arriba y mi cabeza tocó la bolsa, sin querer la moví y este cayo hacia un lado, únicamente sentí un escalofrío, y una especie de “piquete” en el cuello, lo que sea que estuviera dentro, cayó, y fue justo al lado de mí, entre la penumbra, pude sentir que era una especie de cabello, largo y espeso.
Me levanté gritando y entre la desesperación de no lograr ver nada, mi vista se agudizó y puedo asegurar, que vi la imagen de la señora Juana, en el marco de la puerta, observándonos fijamente, aunque entre mis gritos, la desesperación de encontrar el apagador y mi madre y mi hermana levantándose rápidamente, pude observar como esa silueta se desvanecía.
Prendí como pude la luz, y señalé hacia donde estaba la bolsa, ellas sin decirme nada y pálidas por el susto de mis gritos, miraron como aquella bolsa contenía cabellos, en abundancia, parecía el típico pelo que uno se encuentra en la ducha, pero en exceso, las tres corrimos lejos de la bolsa, que ya liberaba por debajo un líquido muy similar al que encontramos en el jarrón.
En ese momento, algo golpeo el techo fuertemente, era más como si algo bastante pesado hubiera caído de una gran altura, sobre la casa no se encontraba nada, ni siquiera había un árbol cerca.
Obviamente nos encontrábamos muy asustadas, mi madre y mi hermana, empezaron a llorar de la desesperación, a mí no me salían las lágrimas, pero sentía que mi corazón escapaba de mi pecho.
A la par de mis apresurados latidos, se escuchaba que eso que estaba en el techo golpeaba, de una forma recurrente y cada vez más fuerte, mi madre empezó a rezar, nos tomó de las manos y nos besaba la mejilla con desesperación.
La poca luz que daban los focos de la casa se empezó a desvanecer, hasta desaparecer, nuevamente nos encontrábamos a oscuras. Y mientras esta se apagó, podíamos escuchar una risa proveniente del cuarto de la señora, si ese cuarto prohibido, al que ni siquiera teníamos acceso.
Creo que hablo por las tres, en ese momento, cuando digo, que sentimos que el alma abandonaba nuestro cuerpo. Nos abrazamos y comenzamos a gritar, a llorar desesperadamente, e incluso mi hermana me rasguñaba la espalda de la desesperación.
La risa macabra que retumbaba en aquel cuarto le pertenecía a la señora Juana, podíamos notarlo en su timbre de voz. Mi mamá le suplicaba que nos dejara en paz, y con una rabia en sus palabras la insultaba de mil formas posibles. Todo repentinamente se había calmado, ahora, ya no había golpes, ni risas.
Seguíamos paralizadas del miedo, no podíamos movernos, pero parecía que todo se había tranquilizado. Sin embargo, no era así, afuera se había iluminado una especie de lumbre, que había sido capaz de dar luz, a través de las telas que colgaban tras las ventanas, pero fue repentino, una luz que parecía nacer del suelo e ir desapareciendo en el aire. Es algo que jamás olvidaré, fueron momentos eternos, quizá solo habrían pasado unos minutos, pero para nosotras fue eterno.
De pronto afuera de la casa, escuchamos unos disparos al aire, y unos gritos, pero claro podíamos reconocer aquella voz, era el señor José, nuestro vecino, el solitario y amable señor, que, en aquel momento, nos regresó todo el sentido de calma posible.
Entre el silencio de la noche y todo el caos que había pasado, pudimos escuchar como maldecía a doña Juana, le decía toda clase de insultos y le llamaba: “Bruja del infierno”.
Doña Juana Historia De Terror
Nunca estuve más agradecida en mi vida, como en aquel momento con ese señor, que a pesar de que nunca llegué a conocerle demasiado, siempre fue muy gentil con nosotras.
Salimos corriendo de ahí, mi mamá aun con lágrimas en los ojos fue directo a abrazar a aquel señor y a darle gracias infinitas por ayudarnos. Sinceramente al contar todo esto, no sé qué hubiéramos hecho de no ser por esta persona, estábamos totalmente derrotadas, muertas de miedo, temblando. Era prácticamente un milagro.
Aquella noche, algo cambio dentro de nosotras, creo que no volvimos a ser las mismas, nunca nos imaginamos experimentar algo tan fuerte, e inesperado, sobre todo de alguien a quien mi mamá prácticamente consideraba su amiga, sin duda podemos toparnos con personas muy malas, con las peores intenciones o peor aún, con muchas cosas que esconder, esta señora nunca mostró su verdadero lado, sí, siempre fue reservada, con una apariencia un tanto escalofriante y muy mal humorada, pero en definitiva nunca esperamos que fuera una persona que se dedicara a la brujería y menos que quisiera hacernos daño.
Al salir de la casa y encontrarnos al señor José y su escopeta, el trató de tranquilizarnos, nos dijo que todo estaría bien y que podíamos quedarnos en su casa, nos mencionó que después del susto que le metió a la bruja, difícilmente regresaría.
De todas formas, nos dijo que deberíamos prepararnos ante cualquier circunstancia. Entramos a su casa y nos enseñó que deberíamos poner un espejo sobre una mesa, colocarlo hacia arriba y colocar unas tijeras en cruz sobre de él, que ese sería un gran remedio para evitar que ella volviera. Después de todo lo que había pasado, ¿Qué más nos costaba creer en que si eso era cierto?
Decidimos hacerle caso y lo hicimos, no pudimos dormir, y para ser sincera creo que tardé un par de noches en hacerlo. Nos pasamos toda la noche hablando acerca de la vida del señor, tratamos de tomar un té, o algún remedio de por ahí que nos hiciera perder el susto.
En cuanto amaneció tratamos de comunicarnos con mi papá, como dije la señal no era muy buena y habíamos tenido muchos intentos fallidos.
No pudimos explicarle nada al teléfono, mi mamá le dijo que era una situación de emergencia que tenía que volver de inmediato, ese mismo día mi papá regresaba en la noche, pero evidentemente al escuchar a mi mamá tan nerviosa decidió volver antes.
Mi papá volvió y sentimos una tranquilidad enorme al verlo, nos sentimos protegidas, las tres lo abrazamos y lloramos. Le contamos todo lo que había sucedido claro que el principio, no nos creyó demasiado, pero al ver todas nuestras acciones y escuchar lo que tenía que decir el señor José, nos creyó, al volver a casa nos percatamos que había una figura muy extraña en la puerta, sucedió como el tema del jarrón, era algo que un día antes no estaba ahí, apareció de la nada.
Mi mamá le pidió mi papá que nos fuéramos, ella no quería pasar ni una noche más ahí, y obviamente nosotras tampoco, a mi papá le tomó un par de días poder anticipar en el trabajo que ya no podía estar más en el pueblo, a nosotros nos sacó de la escuela, era algo ya habitual.
Después de unas cuantas noches en las que no sucedió nada extraño y por supuesto, ya no regresaría la señora, decidimos ponerle fin a este capítulo de nuestras vidas. Nos fuimos, salimos de ahí con una historia bastante fuerte y una gran lección, aprendimos a ser más fuertes, a ser más unidas y sobre todo, aprendimos a no confiar en cualquiera y en elegir mejor nuestras amistades, porque nunca sabemos con qué podemos encontrarnos.
Autor: Hugo De Gante
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