Brujo De Agua Historia De Terror 2023

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Brujo De Agua Historia De Terror 2023

Brujo De Agua, Historia De Terror… Las y los brujos existen, y no necesariamente son personas malas o buenas, solo personas que crecieron con la fortuna de la magia y como personas normales, dudo que podamos asegurar que no tomaríamos decisiones similares a las de ellos de tener la oportunidad.

Lo que nos ocurrió a mi hermano gemelo y a mí, es algo que aunque no le deseo a nadie, ahora que soy un adulto, y recuerdo eso, considero que quizás, de alguna manera, si lo merecíamos.

Bueno, para comenzar, debo de decir que nuestro padre se fue cuando teníamos unos 5 años, ni siquiera se despidió, solo un día no volvió a casa, y cuando teníamos 10 años, mi madre tomó una decisión, nos llevó al pueblo donde creció, aunque no nos entusiasmaba la idea en lo absoluto, nos dejó sin muchas opciones.

Al llegar, nuestra madre se despidió, hasta ese momento creíamos que los tres viviríamos ahí, pero eso no ocurrió, y nos dejó al cuidado de nuestra abuela, a quien nunca habíamos conocido.

A pesar de la extrañeza inicial, su cálida bienvenida nos hizo sentir muy bien a los dos, me atrevería a decir que jamás nos habíamos sentido tan bienvenidos en ningún lugar, ni siquiera con nuestra madre.

Después de mostrarnos dónde dormiríamos, también nos dijo que después de instalarnos, podríamos salir a jugar afuera, pero tendríamos que volver a las siete, pues era la hora en la que ella se dormía y le gustaba cerrar la casa, nuestra abuela también nos sugirió un lugar donde podríamos hacer nuevos amigos. Sin embargo, la timidez que compartíamos mi hermano y yo nos llevó por un camino diferente.

En lugar de dirigirnos donde nos indicó, decidimos explorar los alrededores por nuestra cuenta, puesto que nunca habíamos sido buenos socializando con los demás.

El pueblo estaba rodeado de mucha vegetación, un paisaje que parecía sacado de un cuento de hadas. Cautivados por la belleza del lugar, caminamos entre árboles y arbustos, curiosos por descubrir cada rincón.

Finalmente, llegamos a una zona donde parecía que no había casas ni personas, aunque a decir verdad las casas en aquel pueblo estaban muy alejadas una de la otra.

Y ahí en medio de la nada, estaba un letrero, bastante rústico a decir verdad, se veía como pedasería de madera que alguien había encontrado por ahí, pero había una inscripción en el, “ojo de agua, no pasar”.

Atraídos por la curiosidad y tal vez por un toque de rebeldía, decidimos ignorar la advertencia y nos acercamos al ojo de agua.

Era demasiado hermoso, no debía de medir más de un metro de circunferencia, y su agua era tan cristalina que podías alcanzar a ver el fondo, recuerdo que en mi mente de niño, se me figuró que nadie además de mi y mi hermano habían tocado esa agua, incluso bebimos un poco, pues sabíamos perfectamente que el agua de los ojos de agua, era dulce, sin mentir, esa es la mejor agua que e probado.

No sé porque, pero ambos estuvimos de acuerdo que sería maravilloso nadar ahí adentro, nos quedamos parados varios minutos, pensando si sería buena idea meternos en ropa interior o volver a casa de nuestra abuela y al día siguiente regresar ya con los trajes de baño, pero antes de que pudiéramos tomar una decisión, el agua comenzó a burbujear y agitarse. Y algo parecía comenzar a emerger de ella

Asustados, retrocedimos y ambos corrimos a ocultar nos detrás de una enorme roca cercana, la cual nos cubría a los dos perfectamente.

Ambos quedamos pasmados, al ver como una figura emergió del centro del ojo de agua, al principio era humanoide, pero parecía estar hecha completamente de agua, aunque solo pasaron unos segundos para que la figura pasara de ser líquida a sólida.

Era un hombre, vestido con ropas de manta y un sombrero de paja, no se veía tan viejo , quizás de unos 40 años, sus ojos eran peculiares, de un tono rosado que parecían brillar con una luz del sol, estaba ahora parado ante nosotros.

Estaba completamente seco, sin dar ningún paso, miró a su alrededor, después, sacó una libreta de su bolsillo junto con un pequeño lápiz, ambos también completamente secos, y acto seguido escribió algo en ella.

Finalmente, el hombre se dio medía vuelta y se alejó, pasando sobre el ojo de agua como si el agua fuera solida. Tuvieron que pasar unos quince minutos antes de que nos atreviéramos a salir de nuestro escondite.

Y después de unos minutos de mirarnos sin poder creer lo que habíamos visto, notamos que el hombre había dejado caer una hoja en su camino. Movidos por la curiosidad y el impulso, nos acercamos y recogimos la hoja, solo para descubrir que tenía un mensaje escrito en ella.

“Sabía que estaban ahí, pequeños koatlimej. Aléjense de mi ojo de agua.”

Nuestros corazones latían con fuerza mientras leíamos esas palabras heladas. ¿Cómo sabía este hombre que estábamos observándolo? Y ¿qué significaba “koatlimej”? Nos miramos el uno al otro, la incertidumbre en nuestros ojos reflejando el miedo que sentíamos en lo profundo de nuestros corazones.

Sin decir una palabra, corrimos de regreso a la casa de mi abuela, con cada latido de nuestros pies resonando como un eco de nuestra ansiedad.

Esa noche, mientras nuestra abuela nos servía la cena, mi hermano gemelo finalmente reunió el coraje para preguntarle si sabía lo que significaba “koatlimej”. Nuestra abuela sonrió con cariño, un brillo de complicidad en sus ojos arrugados.

Nos explicó que “koatlimej” significaba “gemelos” en la lengua de varios habitantes del pueblo, que no era un insulto, y que si algún adulto nos lo había dicho, probablemente había sido como un apodo de cariño.

Ambos quedamos sorprendidos y perturbados por el hecho de que aquel hombre no solo había sabido que había alguien detrás de la roca, sino que también de alguna manera que desconocíamos, él también sabía que éramos gemelos.

La cena transcurrió en un silencio incómodo mientras procesábamos la magnitud de la situación. Después de cenar, mi hermano y yo nos retiramos a nuestra habitación y pasamos horas debatiendo y especulando sobre la identidad y los motivos del misterioso hombre.

Decidimos que era mejor no volver al ojo de agua, dejando atrás la atracción inquietante y la sensación de que estábamos siendo observados. Las siguientes dos semanas transcurrieron con relativa normalidad, mi abuela era una excelente persona y nos estábamos adaptando muy bien al hecho de vivir con ella, mientras tratábamos de seguir adelante con nuestras vidas en el pueblo.

Un día, mientras acompañábamos a nuestra abuela al mercado, yo estaba mirando el puesto de dulces, puesto que mi abuela nos había dicho que podíamos tener uno y no quería elegir mal, estaba en eso, hasta que mi hermano comenzó a agitarme por el brazo, primero volteé molesto, pero enseguida, vi lo que el quería que yo viera, ahí estaba aquel hombre.

No estaba como cliente, sino como dueño de su propio puesto, y a pesar de que estaba hecho de carrizo seco y hojas de palma, se veía muy resistente. Vendía hierbas y brebajes extraños, y su mirada se posó directamente en nosotros, acompañada de una sonrisa burlona.

Nos sentimos paralizados por la mirada del hombre y por el dedo largo y huesudo que colocó sobre sus labios, gesto que reconocimos como una señal de silencio. Las palabras murmuradas por nuestra abuela sobre el término “koatlimej” parecieron resonar en nuestros oídos. Y asustados, corrimos en busca de nuestra abuela

Después de encontrar a nuestra abuela en el mercado. El hombre misterioso y su advertencia habían dejado una marca muy profunda en nuestras mentes, y la necesidad de sentirnos protegidos se volvió más apremiante que nunca. Aunque no compartimos con nuestra abuela lo que habíamos presenciado, su simple presencia nos brindó cierta sensación de seguridad.

Los días que siguieron estuvieron llenos de una mezcla de inquietud y curiosidad. Con el tiempo, logramos hacer amigos en el pueblo, compartiendo risas y aventuras con ellos. Y después de saber que no se burlarían de nosotros, les confiamos el extraño encuentro que tuvimos junto al ojo de agua.

Sus ojos se abrieron con asombro mientras compartíamos nuestra historia, nos miramos el uno al otro, esperando cualquier pista o explicación que pudieran ofrecer.

Los relatos que compartieron con nosotros solo profundizaron el misterio. Nuestros amigos nos dijeron que el hombre que habíamos visto era conocido como un brujo en el pueblo, y que la gente le temía profundamente.

Había rumores de que quienquiera que perturbara su camino terminaría maldito, y que su ira era algo que nadie se atrevía a provocar, ellos dijeron que a un habitante del pueblo le había hecho un mal de ojo, pues aquella persona era conocida por extorsionar a algunos comerciantes, cobrándoles parte de sus ganancias a cambio de su seguridad, sin embargo de un día a otro ese hombre enfermó, se puso todo azul y las personas decía que vomitaba agua.

Escuchamos esa y otras historias sobre aquel hombre, el tono urgente en las voces de nuestros amigos hizo que el relato fuera aún más inquietante. Un día, una idea oscura comenzó a circular entre algunos de los niños. La urgencia del miedo y la sugestión convirtieron el rumor en una amenaza palpable.

La mayoría tenía su propia historia del como aquel hombre se les aparecía y los aterrorizaba, en lo personal después de que lo vimos en el mercado, ni mi hermano, ni yo lo volvimos a ver.

Pero muy pronto varios chicos del pueblo, incluyendo a los amigos que habíamos hecho, tenían una sola idea, debíamos enfrentar al brujo y eliminarlo para siempre si queríamos protegernos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos.

Escuchamos estas discusiones con una mezcla de incredulidad y preocupación, sin estar seguros de qué tan buena idea era intentar cualquier cosa contra ese señor, y aunque con esto no intento justificarme, éramos muy pequeños e influenciables por aquella época.

Finalmente, el plan que se elaboró fue extremadamente peligroso: incendiar el puesto del brujo con él adentro. Se convirtió en una conspiración secreta, llevada a cabo por un pequeño grupo de niños.

Aunque nosotros no participamos activamente en el acto, estábamos presentes cuando uno de los niños encendió un fósforo y lo acercó al puesto.

La madera, las hierbas y los objetos extraños se consumieron rápidamente en un torbellino de llamas, envolviendo el negocio en un caos ardiente, el cual estuvo a punto de incendiar los puestos cercanos, sin embargo, casi de la nada, se soltó una lluvia tan fuerte que extinguió el fuego.

Por un momento, enserio creí que aquel hombre había muerto, y recuerdo el pánico y remordimiento que sentí, y por las caras de los demás, me atrevería a decir que todos se sintieron igual que yo, sin embargo, el hombre emergió de la destrucción ileso, como si fuera invulnerable al fuego.

Los niños observamos con temor y asombro mientras el caos se desataba. Todos intentaban ayudar al hombre a salir de los escombros y de buscar quien pudo ser el culpable. Aquel hombre nos miraba con furia, sus ojos rosados brillando con una intensidad sobrenatural.

La conmoción finalmente se calmó, y todos los niños se dispersaron incluyéndonos, nadie quería ser castigado y todos dijimos que no vimos nada, todos estábamos llenos de miedo y culpabilidad. Aunque nosotros no habíamos participado directamente, la culpa nos abrumó, y nos sentimos como si también fuéramos responsables.

Esa noche, mientras el agua tibia de la ducha caía sobre mí, mis pensamientos seguían atados a los eventos sobrenaturales que habían sacudido nuestro mundo. Sentía una mezcla de arrepentimiento y temor por lo que habíamos desencadenado inadvertidamente.

A pesar de no haber participado directamente en el incendio del puesto del brujo, sentía una profunda responsabilidad por haber estado presente en aquel momento.

Esa noche, mientras me bañaba, mis pensamientos se amontonaban en mi mente mientras cerraba los ojos para enjabonar mi cabello. De repente, comencé a escuchar algunos susurros, me empezó a dar mucho miedo, sin embargo, antes de que pudiera terminar de enjuagarme la cabeza, percibí un cambio en la temperatura.

El agua se volvió fría, tan helada que me hizo saltar en la ducha. Forcé mi mente a mantener la calma y cerré las llaves de agua, dispuesto a salir de la ducha. Pero antes de que pudiera hacerlo, de la nada salió agua hirviendo de la regadera, asustado, puesto que las llaves estaban cerradas, salí del cubículo.

Solo que, aún había un problema, tanto el cubículo de la regadera, así como el del baño, estaban afuera de la casa, por lo que debía caminar un par de metros para volver a entrar a la casa, pero sin más remedio, comencé hacerlo, pero, justo cuando pasé aún lado de la pileta y los lavaderos, escuché algunos chapoteos en la pileta.

El agua comenzó a burbujear y agitarse, justo como lo había hecho en el ojo de agua. El sonido de los burbujeos llenó el aire, y una sensación de pánico se apoderó de mí. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras miraba con horror cómo el agua se convertía en un torbellino, girando y retorciéndose como si fuera un portal entre dos mundos. Y de repente, él emergió.

El hombre, con su figura hecha de agua y luego solidificada en carne y hueso, apareció ante mis ojos. Su presencia era aterradora, y sus ojos rosados parecían arder con un fuego interno mientras me miraba con intensidad.

Mi piel se erizó, y una corriente de terror recorrió mi espalda mientras luchaba por comprender lo que estaba ocurriendo. Antes de que pudiera reaccionar, aquel hombre comenzó a caminar lentamente hacia mí. Me sentí vulnerable y asustado, y para mí suerte, pude entrar en mí otra vez y comencé a correr en dirección a la casa de mi abuela.

Mi abuela apareció en la puerta, su rostro arrugado mostrando preocupación mientras trataba de calmarme. Juntos regresamos a los lavaderos, pero para mi horror, no había rastro del hombre.

Mis ojos buscaron frenéticamente, pero el hombre había desaparecido, como si nunca hubiera estado allí. La pileta estaba tranquila, sin signos de la presencia que había emergido de ella. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda, y mi corazón seguía latiendo con fuerza en mi pecho.

Mi abuela intentó tranquilizarme, pero la sensación de inquietud persistió incluso después de regresar a la casa.

Dos días después, el lago se convirtió en un refugio de tranquilidad para nosotros y los otros niños del pueblo. El agua fresca era perfecta para aquellas calurosas tardes en el pueblo.

Mientras nadábamos, compartimos nuestras historias de encuentros sobrenaturales. Cada uno de nosotros había vivido experiencias similares, a todos nos había pasado eso de que la temperatura del agua cambiaba, la mas extraña, era la historia del chico, el cuan había sido el que inicio el fuego, a él, entre sueños sentía como si no pudiera respirar, y cuando logró abrir los ojos, sintió como tenía agua en la nariz y boca, por lo que comenzó a toser hasta que pudo sacarla.

Era una horrible situación pero nuestros padres no podían saber que tan involucrados en el incidente estábamos, así que no podíamos decir nada.

Mientras flotábamos en el agua, la tensión en el aire era palpable. Todos queríamos encontrar una explicación lógica, una manera de racionalizar las extrañas experiencias que habíamos vivido.

Habíamos comenzado a pensar que tal vez estábamos dejando que nuestro miedo nos afectara, que nuestra imaginación estaba jugando con nosotros. Pero en medio de esta conversación, la atmósfera cambió drásticamente.

Un grito de sorpresa escapó de uno de los niños mientras señalaba algo en el agua, más allá de nosotros. Giramos en la dirección que señalaba y lo que vimos nos dejó paralizados.

En el medio del río, de pie sobre el agua, estaba aquel hombre. Nuestros corazones se detuvieron y el miedo se apoderó de nosotros mientras observábamos su figura siniestra en la distancia.

Brujo De Agua Historia De Terror

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Antes de que pudiéramos reaccionar, un poder invisible pareció apoderarse de nosotros. Fuimos empujados bajo el agua, sumergiéndonos en las profundidades del lago. Intentamos luchar para regresar a la superficie, pero algo nos retenía, impidiendo que pudiéramos tomar un suspiro de aire. La conciencia comenzó a tambalearse mientras luchábamos por mantenernos a flote.

Mis pensamientos se volvieron borrosos y la oscuridad amenazó con arrastrarme. No podía entender lo que estaba sucediendo, solo podía sentir el miedo y la impotencia mientras luchaba por respirar.

Y luego, honestamente, no recuerdo nada más después de eso, al parecer por la falta de oxígeno, solo me terminé por desmayar, y de la nada, desperté en la orilla del lago junto con los otros niños, todos estábamos tosiendo agua y tratando de llenar nuestros pulmones de aire otra vez, entre la conmoción, pude ver algo o más bien a alguien.

La figura del hombre estaba sentada en una piedra cercana, mirándonos con furia en sus ojos rosados. El silencio llenó el aire mientras tratábamos de comprender lo que había sucedido. Y entonces, él habló, su voz resonando en nuestras mentes. Exigió la verdad, sin rodeos ni excusas.

El miedo nos tenía en su agarre, y con un temor abrumador, Sin decir una palabra más, el hombre se levantó y se alejó, desapareciendo en la distancia. Nos quedamos en silencio, mirándonos unos a otros, todavía asustados y desconcertados por lo que habíamos vivido. Finalmente, decidimos confesar todo a nuestros padres, enfrentando sus miradas de desaprobación y preocupación. Nos vimos obligados a presentarnos ante el hombre y disculparnos en persona por nuestros actos imprudentes.

En los días que siguieron, ayudamos al hombre a reconstruir su puesto, tratando de enmendar el daño que habíamos causado. Cada clavo martillado y cada madera colocada se sintieron como una forma de redimir nuestras acciones. A medida que trabajábamos juntos, el hombre nos miraba con una mirada de cansada resignación, pero también parecía encontrar cierta paz en nuestro esfuerzo por enmendar nuestros errores. Y después de ese día, jamás nos volvimos a meter con él, ni él con nosotros.

Años después me mudé de ese pueblo, sin embargo hace unos cuantos días, volví para visitar a mi abuela y Vi a aquel hombre, está exactamente igual, como si no hubiese envejecido, lo saludé con respeto y eso fue todo, no se exactamente lo es, mi abuela afirma que el que es un brujo que controla el agua y aunque eso podría ser real, supongo que nunca lo podremos saber con certeza.

Autor: Liza Hernández

Derechos Reservados

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