Ayuda De El Mas Allá 2023

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Ayuda De El Mas Allá 2023

Ayuda De El Mas Allá… Mi nombre es Mariel y durante un periodo de mi vida experimente sucesos paranormales que me hicieron replantearme, tanto como veía la vida, como en todo lo que creía real o posible en este mundo, dejándome más dudas que respuestas, pero con una extraña sensación de bienestar.

La llegada de mi tercer hijo había sido motivo de alegría y felicidad para toda la familia. Sin embargo, a medida que pasaban las semanas, un escalofrío de preocupación se apoderaba de mí.

Mi bebé había comenzado a vomitar con frecuencia después de cada toma de leche. Incluso después de consultar al médico y obtener medicamentos para controlar el problema, los síntomas persistían, y sin importar con cuantos doctores o pediatras lo lleváramos, no podían encontrar el problema que tenía mi bebé.

Una noche, cuando mi hijo tenía tres semanas de vida, me encontraba despierta en la oscuridad, inquieta y pensando en la salud de mi pequeño.

El reloj marcaba las 2 a.m. y decidí aprovechar el tiempo lavando y secando la ropa. Mientras me ocupaba de las tareas domésticas, el sonido penetrante de niños llorando llenó la casa, como se escuchaban algo grandes, pensé que eran mis otros dos hijos, sin embargo, cuando fui a verlos estaban dormidos, pero los llantos no dejaban de escucharse.

Mi corazón se aceleró, pero rápidamente me di cuenta de que mi bebé estaba durmiendo plácidamente en su cuna.

Incluso fui a revisar el cuarto mío y de mi esposo, algo molesta de que me estuviera jugando una especie de broma, sabiendo que yo estaba muy sensible en ese momento, sin embargo, él también estaba profundamente dormido.

A pesar de la extraña situación, intenté restarle importancia, atribuyendo los sonidos a una ilusión causada por el cansancio y el constante estrés al que estaba sometida últimamente.

Sin embargo, el llanto infantil volvió a resonar, esta vez con más fuerza. Decidí despertar a mi esposo, esto con el único propósito de que lo escuchara también y yo dejara de pensar que me estaba volviendo loca.

Le pregunté si había escuchado al niño llorar, pero él negó con la cabeza, asegurando que todo estaba tranquilo, pero yo le dije que pusiera atención, sin embargo, como por arte de magia los llantos se detuvieron.

Sintiéndome cada vez más intranquila, me aventuré hacia el pasillo que conducía a las habitaciones de mis hijos, buscando descubrir el origen de los llantos, que era de donde parecían provenir antes de detenerse.

Allí, en medio de la penumbra, escuché a una mujer sollozando en la sala. Sus lamentos estaban llenos de tristeza y desesperación, resonando en mi mente como una melodía abominable. Mi cuerpo se tensó, paralizado por el miedo, mientras mis ojos recorrían la estancia en busca de alguna explicación lógica.

Pues para ese momento de mi vida yo no creía en nada sobre natural y mucho menos de ninguna índole religiosa.

Sin embargo, cuando estaba a punto de encender la luz para poder ver si es que había algo más en la sala de mi hogar, escuché una voz dentro de mí, no era la voz con la que normalmente pensaba las cosas, esta era de una mujer, pero no era la mía, aquella voz me decía “llévalo al hospital, o él morirá”.

No supe porque, pero sabía que se refería a mi bebé y que yo debía de hacerle caso en ese mismo momento o algo horrible podía ocurrirle.

Corrí hasta donde estaba mi bebé, quien parecía estar tranquilo y ajeno a todo el tormento invisible que nos rodeaba, y lo tomé en mis brazos con ternura.

No me importó que fueran casi las tres de la mañana, desperté a mi esposo y le dije que, si no nos llevaba en ese momento al hospital, entonces yo me iría sola a como diera lugar, aunque tuviese que pedir aventón en la carretera, por lo que mi esposo no tuvo más remedio que llevarnos, mientras me dirigía apresuradamente hacia el hospital.

El trayecto estuvo plagado de una atmósfera cargada de misterio, como si algo que incluso ya estaba comenzando a contagiar a mi esposo nos dijera que teníamos que llegar al hospital muy pronto, a pesar de que nuestro bebé se veía muy bien.

Una vez en el hospital, el doctor nos dijo que nuestro hijo se veía bien, pero, por el miedo a que nos devolvieran a casa, le dije al doctor que momentos atrás no podía respirar y que había tenido ya varios problemas antes, por lo que mi bebé fue sometido a varios exámenes.

La tensión en la sala de espera era insufrible, y la espera se hizo interminable. Finalmente, el médico regresó con los resultados en la mano y una expresión grave en su rostro.

Me informó que mi hijo necesitaba ser trasladado de inmediato a otro hospital para someterse a una cirugía de emergencia en su abdomen.

Las palabras resonaron en mis oídos como un eco escalofriante. Si hubiera esperado más tiempo, el médico aseguró que mi pequeño habría perdido la vida.

El desconcierto y el temor se apoderaron de mí mientras acompañaba a mi bebé en la ambulancia que nos llevaba al hospital especializado.

A medida que el vehículo avanzaba por las solitarias calles de la ciudad, una inquietante sensación de ser observada se adueñó de mí. La oscuridad de la noche parecía abrazar la realidad de lo paranormal, como si una presencia acechara desde las sombras.

Cuando llegamos al hospital, fui recibida por un equipo de médicos y enfermeras que se preparaban para la cirugía.

Sin embargo, mi mente estaba dividida entre la angustia de la salud de mi bebé y la inquietud que aún sentía por lo que había ocurrido en mi hogar. ¿Qué eran esos llantos y lamentos que había escuchado? ¿Era posible que algo sobrenatural estuviera afectando a mi familia?

Las horas pasaron de forma lenta mientras esperaba ansiosamente en la sala de espera. Los pensamientos inquietantes se mezclaban en mi mente, alimentando mis temores y dudas. No podía evitar preguntarme si había sido advertida por un ángel o si, por el contrario, una presencia maligna había estado al acecho, esperando llevarse a mi hijo.

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Finalmente, el cirujano salió de la sala de operaciones y se acercó a mí con noticias alentadoras. La cirugía había sido exitosa y mi bebé se encontraba en proceso de recuperación. Sentí un torrente de alivio y gratitud, pero también me quedé con una sensación de intranquilidad persistente. No podía ignorar las extrañas experiencias que habían ocurrido en mi casa antes de llegar al hospital.

Después de que mi hijo fue dado de alta, decidí investigar más a fondo. Consulté con algunas señoras que hacían limpias o leían las cartas, las cuales eran conocidas de algunas amigas mías y me sumergí en la historia de nuestra casa.

Descubrí que décadas atrás, en ese mismo lugar, había ocurrido una tragedia. Una madre había perdido a su bebé en circunstancias trágicas y había quedado atrapada en un dolor eterno. Una de las señoras que hacían limpias me dijo que aquella alma jamás había podido descansar en paz, por el dolor que le ocasionó perder a su hijo de esa manera.

Mi corazón se llenó de escalofríos al comprender que el llanto que había escuchado aquella noche no era más que el lamento de esa madre fantasmal. Su presencia había sido lo que me había impulsado a llevar a mi bebé al hospital, salvándole la vida. Aunque agradecida por su intervención, no podía ignorar el hecho de que habíamos estado viviendo en una casa en donde aquella alma estaba atrapada y no podía descansar en paz.

Decidí tomar medidas para liberar a la madre y a su bebé de su dolor eterno. Consulté con un especialista en actividades paranormales y llevamos a cabo un ritual de purificación en la casa. A medida que los cánticos y las invocaciones resonaban en cada rincón, sentí como el ambiente se volvía más ligero y la presencia opresiva comenzaba a disiparse. Era un paso necesario para devolver la tranquilidad a mi hogar y proteger a mi familia de cualquier entidad o influencia maligna.

Aunque a decir verdad, nunca estuve tan segura de que eso que había decidido hacer para tratar de liberar el alma de aquella mujer y sus hijos, había funcionado, pues mientras mi hijo crecía, a menudo me decía que había un bebé en la casa y cuando tuvo un poco más de edad, me decía algo como que, una señora, siempre iba a cuidarlo en las noches cuando tenía miedo, él creía firmemente que se trataba de su tía, y como yo no quería asustarlo y también, como no parecía querer dañarlo de ninguna manera, simplemente le seguía el juego y lo dejaba pasar, aunque a medida de que creció dejó de hablarme de ella.

La historia de mi bebé y la presencia paranormal en nuestra casa se convirtió en una advertencia para otros en nuestro círculo familiar, una historia que se contaba alrededor de fogatas y reuniones familiares. Aunque algunos escépticos se burlaban, otros escuchaban con atención y se preguntaban si ellos también podrían encontrarse en una situación similar algún día.

Siempre me a gustado creer que aquella presencia de esa mujer se quedó en nuestras vidas para asegurarse de que mi hijo estuviera a salvo, por eso cuando por fin estuvo fuera de todo peligro médico, simplemente se fue, nunca supe porqué se obsesionó con ese hijo en particular y no con los dos primeros, talvez fue porque era muy pequeño y frágil, y por eso, de alguna manera ella quería salvar a mi hijo, ya que no había podido salvar al suyo.

mi hijo creció y se convirtió en un niño sano y feliz, con una conexión especial con el misterio y lo desconocido. Quizás, en su interior, llevaba consigo un pequeño fragmento de aquella presencia sobrenatural que una vez nos visitó, pero supongo que nunca lo sabré del todo.

La historia de terror que vivimos se convirtió en un recordatorio constante de que nunca sabemos qué nos depara el destino y que la realidad puede ser mucho más escalofriante de lo que imaginamos. Pero también aprendimos que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una chispa de esperanza y un ángel guardián que nos guía hacia la luz.

Autor: Aurora Escalante

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