Una Bruja En El Panteón Historia De Terror 2023

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Una Bruja En El Panteón Historia De Terror 2023

Una Bruja En El Panteón Historia De Terror… He vivido toda mi vida en una ciudad y todas esas historias de espantos y brujas que cuenta la gente, pues siempre las vi muy ajenas a mí vida, pero todo eso cambió aquel día que mi mamá me pidió que la acompañara a visitar al abuelo.

Se me hizo muy extraño, desde que tengo memoria en casa casi nunca se hablaba de él, más que en sobradas ocasiones, precisamente cuando había que visitarlo.

El abuelo murió mucho antes de que yo naciera, nunca lo conocí ni siquiera en fotografía, sin embargo, esas pocas veces que hablaban de él, mi mamá con sus hermanas, me creó una rara curiosidad de saber quién era en realidad, por eso me sorprendió que me pidiera que fuéramos a visitarlo, en todos estos años ni siquiera mi papá había sido invitado para tal honor. Sin pensarlo mucho le dije que sí.

Partimos de la Ciudad hacia Puebla, el rostro de mi mamá reflejaba mucho pesar, pero también angustia, no entendí en un principio porqué, pero no quiero adelantarme a los hechos.

Llegamos al pueblo por la tarde, ya casi noche, mi mamá no quiso siquiera pasar primero con mis tías a dejar nuestras maletas, me pidió que nos fuéramos directo al panteón. Ella se bajó apresurada del coche dando un portazo, mientras yo buscaba un lugar para estacionarme, por lo cual no me percaté hacia donde se dirigió.

Cuando me acerqué a la entrada no la vi por ningún lado, en ese momento me salió al paso una viejita encorvada, con un chal negro encima, se paró frente de mí y se me quedó mirando fijamente, me sonrió y me dijo sin más: «te pareces mucho a él», yo me quedé extrañado, parecerme a quién si yo nunca en mi vida había visto a esa viejita, y después me dijo «sigue el sendero hasta los árboles y después a la izquierda, ahí la encontraras», supuse que se refería a mi mamá, que la conocía de alguna manera y que me estaba indicando hacia donde se había dirigido, así que sin chistar, ni preguntarle nada, le di las gracias y me metí al panteón.

Caminé en aquel sendero que me había indicado, entre las tumbas y mausoleos, ese camino prácticamente dividía el panteón en dos, el olor a tierra mojada y cempasúchil inundaba todo el ambiente, la verdad es que hasta ese momento de mi vida nunca había entrado a un panteón, por lo que sí caminaba con cierto miedo.

Llegué hasta aquellos árboles que me indicó, que eran el inicio de un bosque bastante profundo, y me di vuelta a la izquierda y seguí caminando.

Ya estaba anocheciendo cuando me topé con un muro de piedra. Ahí no estaba mi mamá, volteé a todos lados tratando de ubicarla, pero prácticamente estaba solo en aquel rincón, pensé que probablemente había pasado a otro lugar antes de venirse para acá, me alcé de hombros, no quise darle mayor importancia, seguro vendría, y empecé a buscar entre aquellas lápidas el hombre de mi abuelo, algunas estaban tan polvosas que había que sacudirlas un poco para ver lo escrito sobre ellas, así me entretuve un rato, viendo los nombre, las fechas, los epitafios.

Al cabo de un rato me empecé a preocupar que no llegara mi mamá, saqué el teléfono y le marqué, al inicio entró la llamada, alcancé a escuchar su voz, pero se cortó de repente, me quedé completamente sin señal, marqué otra vez, pero fue inútil.  

Algo andaba mal, no sé si fue mi intuición, pero traté de continuar con normalidad, lo más sensato era esperar unos minutos y regresarme a buscarla a la entrada o en casa de mis tías, que no estaba muy lejos de aquí.

Seguí en la búsqueda de la tumba de mi abuelo, tan entretenido estaba que no me percaté en que momento aquella neblina se posó sobre el panteón, la temperatura bajó drásticamente, en verdad ya me daba mala espina todo esto, decidí revisar una última lápida.

Al quitar el polvo, leí con mucha curiosidad aquel grabado: «Eres mi eternidad Rodrigo Zuzunaga, María Elena N», me hice hacía atrás sorprendido, aquel era el nombre mi abuelo y su apellido, que no era muy común, pero lo que más me llamó la atención fue que aquel nombre de mujer no era el de mi abuela.

Quién era María Elena y por qué puso ese epitafio dedicado a mi abuelo. Me levanté de aquella tumba, confundido, y empecé a caminar de regreso hacia el sendero principal. Ya estaba oscuro, las pocas farolas del panteón le daban un aspecto bastante lúgubre al ambiente, en ese momento escuché unos pasos que venía detrás de mí, sentí un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo, quise creer que probablemente era algún otro visitante y continúe sin voltear atrás.

Pero al paso de unos minutos me di cuenta que no encontraba el sendero principal, pensé que tal vez lo había pasado sin darme cuenta, así que di media vuelta y me regresé, pero al cabo de un rato, volví a llegar a donde estaba revisando los epitafios.

Hasta ese momento caía en cuenta que había perdido la noción del tiempo, revisé mi reloj y se había detenido a las siete en punto, revisé mi celular y estaba completamente muerto, como si se hubiera consumido toda la pila.

Esto ya no era normal, estaba al borde de un ataque de pánico, cuando a lo lejos sobre el camino por donde llegué, vi la figura de una mujer, le grité tratando de llamar su atención, pero parecía que llevaba prisa o no me escuchó, así que le volví a gritar mientras corría detrás de ella, llevaba un vestido negro y un velo del mismo color que cubría su cabeza y su rostro, no se me hizo algo raro estábamos en un panteón, pero cuando ya estaba a unos cuantos pasos de ella, se detuvo y se dio la vuelta, me dio miedo y me detuve bruscamente, nos miramos por un segundo, sus rasgos parecían finos y su piel parecía morena.

Una Bruja En El Panteón Historia De Terror

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Yo trataba de recuperar el aliento y apenas le pude balbucear que si podía ayudarme, ella me miró a través de aquel velo negro, con aquellos grandes ojos cafés penetrantes, pesados, me inmovilizó, lo siguiente que pasó es algo para lo que no tengo explicación, juro que la escuché, así como me escuchas tu a mí, pero sus labios nunca se movieron, su voz sonó marchita, sin vida: «sigue ese sendero», mientras me señalaba el camino al bosque, sin más dio media vuelta y empezó a caminar. Yo me quedé sin habla, la vi alejarse y perderse entre las tumbas y lápidas de aquel panteón.

Dudé en seguir el camino que me había indicado, pero en verdad era aterrador seguir ahí, me armé de mucho valor y entré al bosque, estaba muy oscuro, pero el sendero parecía estar iluminado, mientras a los costados la penumbra era total, se escuchaba como el viento hacia silbar las ramas de los árboles, como si fueran quejidos o lamentos y por breves momentos se escuchaba un silencio total.

Yo iba temblando, miraba solo hacia el frente, fueron quizá solo unos minutos, hasta que por fin, frente a mí apareció el panteón nuevamente.

Al salir de entre los árboles, quedé más que sorprendido, no había neblina y el clima estaba templado y no había anochecido totalmente, era una tarde todavía clara, en verdad no podía entender como había cambiado todo en un instante, miré hacia atrás y estaba el sendero por donde había caminado, pero ya no estaba la penumbra que lo cubría hace un segundo.

Seguí caminando como autómata, me estaba volviendo loco, hasta que encontré el sendero central, en ese momento vibró mi teléfono, era mi mamá preguntado donde me había metido, iba a responderle, pero al cruzar un mausoleo, la vi frente a mí, junto a mis tías, limpiando una tumba.

Me acerqué a ellas, mi mamá volvió a preguntar que dónde me había metido, y le dije que una viejita que cuidaba la entrada me había indicado como llegar la tumba del abuelo y que después me había perdido, en ese momento mi mamá me miró extrañada y me dijo que no había una cuidadora en la entrada, y que quizá me había encontrado con alguna vecina del pueblo.

Me quedé en silencio por un momento y sin decir más les pregunté acerca de quién fue María Elena y que tenía que ver con el abuelo. Las tres se quedaron mudas, dejaron de hacer lo que hacía y me miraron con los ojos abiertos, sorprendidas.

Mi mamá se recuperó rápidamente de la impresión, y retomó el arreglo de los floreros tratando de aparentar tranquilidad, mis tías la siguieron, y entonces me empezó a platicar, tratando de restarle importancia a su relato, que aquella mujer fue novia del abuelo antes de casarse con la abuela, en el pueblo corría el rumor de que ella era una bruja, pero que eso no pareció importarle al abuelo y se fueron a vivir juntos.

Pero que al paso del tiempo, Elena no pudo tener hijos, por lo que el abuelo la dejó, entonces conoció a la abuela y se casó con ella. Cuenta la gente que Elena presa del dolor, juró vengarse del abuelo, pero una extraña enfermedad la atrapó, y murió repentinamente, algunos dicen que fue el precio que tuvo que pagar por cumplir su venganza.

Los años pasaron y se olvidaron de ella, hasta que un día, de la nada el abuelo enfermó de gravedad, poco después de haber tenido a su tercera hija, a los pocos días murió, algunos dicen que ella regresó del más allá por él. Mi mamá terminó su relato y apresuró a mis tías, y aunque trató de disimularlo, yo vi el espanto en sus ojos.

Autor: Luis Martínez Vásquez

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