Quiero Tu Sangre Historia De Terror 2023

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Quiero Tu Sangre Historia De Terror 2023

Quiero Tu Sangre, Historia De Terror… Cuando he contado mi historia,  muchas personas me han considerado un monstruo, o alguien salido del infierno, en lo particular yo no me considero así, júzguenme ustedes, este es mi caso.

Ahora soy un viejo, pero esto que les cuento me ocurrió desde cuando era un niño, mi madre,  mis hermanos y yo siempre vivimos con mi abuelo,  él se encargó de meterme la idea de que los Vampiros así como los conocemos si existen.

Me contaba que los antiguos vampiros eran inmortales, podían volar, desaparecer, convertirse en animal,  además de siempre estar jóvenes,  porque consumían sangre humana.

Me decía que había esos seres no solo en tierras lejanas como Rumania, Transilvania o Inglaterra, se encontraban en todas partes, e incluso en México, el hecho de que muchas personas sean escépticas en el tema, ayudaba mucho a que la práctica del vampirismo continúe.

Tener la necesidad de beber sangre,  debe tener un nombre científico,  pero lo desconozco, lo cierto es que eso de ser inmortal me llamó mucho la atención, por lo mismo empecé a ver todas las películas de vampiros, porque ellos son bebedores de sangre, y yo quería hacer eso.

 Empecé a vestirme de negro, solo salía por las noches, también dejé de ir a la Iglesia,  para no ver los crucifijos,  pero eso no era suficiente para convertirme en uno de ellos, en ese tiempo ya contaba con 12 años.

Todo esto lo hacía porque mi abuelo por años me insistió que tenía muchas posibilidades de convertirme en un vampiro,  yo había nacido un sábado santo, para él eso era un presagio,  también sabía que nada me daba asco, a parte era de carácter muy fuerte.

Por regla general nadie cree en los vampiros, pero mi abuelo me contaba tantas cosas,  que me hacían estar maravillado con el tema, me obsesioné tanto que me quise convertir en uno,  sin saber realmente si eso era posible o las consecuencias que podría tener al intentarlo.

Muchas veces me soñé acechando a las personas, persiguiéndolas en medio de la obscuridad,  mientras ellas gritaban, cuando las alcanzaba,  las mordía con fuerza, hasta saciar mi sed, luego me miraba bañado en sangre, lejos de darme miedo todas esas pesadillas,  cuando despertaba me llenaban de satisfacción,  más crecía mi deseo de convertirme en vampiro.

Basado en esos sueños, en aquellas películas que miraba y revistas de esa época, decidí un día comportarme como uno de verdad, pero no bastaba el comportamiento que tenía,  según las leyendas,  a los vampiros los caracteriza precisamente eso que a mí me faltaba, beber sangre.

Obviamente no tenía colmillos grandes y picudos, además no iba a salir a chupar a las personas por las noches,  como lo hacía en mis sueños, así que empecé a probar mi propia sangre, esa ocasión que sucedió,  sin querer me di un golpe en un dedo, cuando vi que me empezó a salir bastante sangre,  aproveché la ocasión para beberla.

Confieso que en un principio su sabor no me gustó, me supo como a metal, no era lo que esperaba, aún así succioné mi herida hasta que la sangre dejó de salir, no sé qué sucedió ese día,  pero después de ahí,  algo dentro de mi cambió.

Fue como despertar un instinto que ya traía dentro, sin darme cuenta empecé a practicar el vampirismo, como se le llama ahora en estos tiempos y ya no quise parar.

Empecé a autolesionarme todas las noches para beber mi sangre, eso me creó un habito que mantenía en secreto, por lo mismo me hice adicto también al dolor,  me encerraba en mi cuarto para hacerlo, cuando mi madre se dio cuenta, me reprendió duramente, luego me prohibió seguir con eso, sin saber en realidad porque lo hacía.

Ya nada podía detenerme, necesitaba beber más, no tengo muchos hermanos, pero en ese entonces vivía  en una vecindad llena de jovencitos como yo, así que no perdía la oportunidad de probar la sangre,  cuando uno de ellos se lastimaba, confieso que ocultando mis intenciones a veces los golpeaba o los cortaba yo.

Me pareció increíble comprobar que no toda la sangre sabía igual, hubo una en especial, la de un niño de 8 años que me pareció agradablemente dulce, tanto que me quedé con ganas de volverla a probar.

Por eso desde ese día no lo perdía de vista,  empezando a frecuentarlo más, me imaginaba chupando su cuello como un vampiro a su víctima, por su corta edad no era tan fácil encontrarlo solo, por eso muy a mi pesar dejé de seguirlo.

No era una situación normal, no podía controlarme, me sentía enfermo, ansioso, pero tampoco podía ser que anduviera por ahí buscando sangre humana para beber, sin que hubiera consecuencias.

Por eso después se me ocurrió la terrorífica idea de probar la sangre animal, al  no saber cómo conseguirla,  empecé a vigilar una veterinaria que se encontraba muy cerca de mi casa, en una ocasión entré por la noche,  cuando no había nadie, por el escándalo de los animales además de los nervios,  no pude lograr encontrar nada,  así que desistí de hacerlo, porque eso solo era un escape,  yo quería sangre humana.

Poco a poco se me volvió obsesión, deseaba con  todas mis fuerzas que alguien se cortara para ver la sangre correr, olerla o de ser posible probarla, sin importar de quien fuera.

Con el tiempo mis pesadillas se volvieron más fuertes, tan tenebrosas que empecé a padecer de insomnio,  porque no quería dormir, soñaba que alguien se aparecía en mi cuarto, tal vez era un demonio o un vampiro, estaba totalmente pálido, con unos ojos enormes y grandes colmillos, tenía una mirada pesada, con ella trataba de dominarme.

No podía contarle a mi madre,  yo sabía que eso me pasaba porque me faltaba beber sangre, también sufría de alucinaciones,  pero lo raro era que en ellas miraba al mismo hombre de mis pesadillas, sentía que nadie podía ayudarme.

Tal vez tenía unos 16 años cuando conseguí trabajo en una carnicería, aunque abundaba la sangre,  esta no era fresca, aún así cada que podía la probaba, así supe que la sangre de animal es salada, o al menos eso me pareció.

Trabajé ahí por unos 2 años,  durante los cuales me conformé con beber sangre fría, estaba bien, porque la tenía a la mano,  solo que quería experimentar algo más.

 Por eso entré a trabajar en el rastro de la ciudad, desde que llegué respire el olor a sangre fresca,  así sin asco,  hubo ocasiones que me aferraba de un animal herido para beber su sangre.

Cerca de 2 años estuve bebiéndola hasta que me harté de su sabor, ya no me llenaba, por eso se me vino la idea de volver a probar la sangre humana.

Ya pasaba de los 18 años,  así que tomé unos cursos y entré a trabajar en protección civil como voluntario, porque nadie conocía mis verdaderas intenciones, ahí volví a consumir sangre, me daba mis mañas para beberla de los heridos, convirtiéndome practicamente en adicto.

Era eso lo que me llenaba, beber sangre humana, deseaba que todos los días hubiera muchos heridos para saciarme, llegué a lastimar a las personas para que les brotara más sangre, hasta que me descubrieron, prohibiéndome pararme siquiera por ahí.

 Mi obsesión crecía cada vez más, empecé a ver a las personas detenidamente, cuando estaba cerca de ellas les miraba como les palpitaban sus venas, en ocasiones me acercaba tanto que aunque parezca increíble podía olerles la sangre a través de su piel.

Pero no pasaba de ahí, no me atrevía a dañar a nadie, solo que la necesidad de sangre ya era mucha, algo tenía que hacer para conseguirla, para saciar mi sed, sin cometer alguna atrocidad.

Volví a autolesionarme pero la cantidad de sangre ya no era suficiente, fue en ese entonces que se supo de un caso muy sonado de vampirismo, era una mujer llamada Magdalena Solís, en los periódicos le decían la sacerdotisa de la sangre, eso me dio una idea,  y me inspiró para buscar meterme a una secta satánica.

Según en las noticias,  en la secta de esta mujer hacían rituales donde bebían sangre de sus víctimas, se contaban muchas otras cosas atroces,  pero a mí lo que me importaba era lo de beber sangre,  esa era una buena solución.

Pero no me fue posible saber en donde operaba alguna secta, a veces me metía a los panteones en la noche donde decían que hacían rituales, pero nunca me tocó verlos.

Llegué a ir a otras delegaciones por aquí cerca, ubicaba los cementerios más grandes, sin miedo los recorría por las noches escondido entre las tumbas, en ocasiones  amanecía dentro de ellos, pero nada. 

También en varias ocasiones,  al anochecer me metía a zonas boscosas, exponiéndome a toda clase de peligros, pero con la esperanza de encontrar y hablar con algún integrante de una de ellas,  tampoco tuve suerte, cayendo en desesperación, e incluso llegué a dudar si realmente existían dichas sectas.

Le platiqué a mi abuelo todo lo que me pasaba, me dijo que no perdiera el tiempo en esas cosas, que podía ir con un brujo para que por medio de un ritual me convirtiera en un verdadero vampiro.

Así lo hicimos, mi abuelo me llevó a donde habitaba un brujo ya grande de edad, era evidente que se conocían, cuando le dijo a lo que íbamos,  el brujo se sorprendió, contestó que eso era muy difícil, se necesitaba un ritual muy extraño, una operación mágica que él nunca había hecho, nos recomendó mejor desistir de eso.

Le expliqué mis necesidades de beber sangre,  pero no lo pude convencer, me sugirió que se lo pidiera al diablo por medio de un pacto, esa era la única solución.

Nos explicó cómo hacerlo,  pero no me convencía, porque no quería perder mi alma, mi intención era ser inmortal.

Salimos decepcionados de la casa de ese brujo, hasta mi abuelo iba molesto por la negativa,  no sabía qué hacer,  de lo único que estaba seguro era que no me iba a quedar así.

Al día siguiente pasó algo que me sorprendió, caminando en el centro conocí a un muchacho que al principio me pareció muy extraño, era muy blanco, de los llamados alvinos.

Hablamos un rato, ya en confianza tocamos temas personales, yo tratando de impresionarlo le platiqué de mi gusto por la sangre,  él me sorprendió al decirme que pertenecía a un grupo de vampiros, primero creí que era un juego, pero todo me lo decía con mucha seriedad, yo solamente lo escuchaba, hasta que me invitó  a pertenecer en él.

Traté lo más que pude de ocultar mi interés, esa noche me reuní con ellos, eran 2 hombres y 1 mujer, 3 o 4 años más grandes que yo,  brevemente me platicaron de sus prácticas, todos eran bebedores de sangre humana.

Los hombres se dedicaban a robar para poder conseguirla, al preguntarles en donde, la mujer me contó que ella trabajaba en el banco de sangre de un hospital, que sin ningún problema podían sustraerla de ahí.

Uno de ellos que se llamaba Hernán, estaba conectado con unos policías para que les permitiera robar sin problemas, el otro,  el que me había invitado sabía algo de ciencias ocultas, porque me dijeron que tenían protección obscura.

La intención que tenían era hacer más grande el grupo, me pareció una gran idea y les dije que me uniría a ellos, estuvieron de acuerdo, solo que tendría que hacer una prueba, esta consistía en pasar esa noche en un lugar llamado el cuarto negro,   donde me advirtieron que se aparecía el diablo.

Algo me decía,  que querían jugarme una broma pesada para conocerme, pero en el dado caso que en verdad se me apareciera el diablo,  no le iba a tener miedo, podría pactar con él,  como me sugirió el brujo.

Decidido a todo,  estuve de acuerdo, les hice saber que me urgía beber sangre,  pero sobre todo quería convertirme en vampiro, Hernán que por cierto era bastante delgado,  me dijo algo que anhelaba escuchar, tú ya eres un vampiro.

Cerca de la media noche estaba listo para entrar, ellos me acompañaron aluzándonos con varias veladoras negras, era un cuarto de regular tamaño, quizá de unos 6 x 6 metros, totalmente pintado de negro, sin ventanas, extremadamente frío.

En medio estaba pintada una estrella de 5 puntas,  en cada una pusieron aquellas velas, me dieron un encendedor,  porque según ellos lo iba a necesitar, me advirtieron que no me saliera de ahí, tendría que permanecer dentro de la estrella o lo lamentaría,  además no pasaría la prueba.

Les dije que no había problema, era más mi deseo de pertenecer a ese grupo que mi miedo,  no me dijeron más,  salieron uno de tras del otro, cuando cerraron la puerta la obscuridad se intensificó.

Un leve nerviosismo se quería apoderar de mí,  pero luchaba para que no sucediera, así estuve como 1 hora, ya estaba un poco más tranquilo, convencido de que todo lo que me habían dicho era mentira, sin saber porque me empezó a invadir un sueño muy pesado, no podía mantenerme despierto, cuando inesperadamente se apagaron todas las velas.

Fue tan repentino y extraño que me sobresalté, busqué el encendedor, con las manos temblorosas empecé a prender las velas de nuevo, prendí las 5,  mientras escuchaba mi respiración, no lo podía creer,  no solo estaba nervioso, tenía miedo.

Empecé a ver toda la habitación, aunque no miraba a nadie,  sentía que algo maligno había ahí, luego de unos minutos me dio un fuerte escalofrío, sabía que alguien estaba detrás de mí.

Sin levantarme me di la vuelta pero no vi a nadie, no obstante aquella sensación no desaparecía, cuando regresé a mi posición anterior me sorprendí.

Frente a mí estaba ese hombre con el cual alucinaba, el de mis pesadillas, me miraba fijamente, me quedé sin poder gritar, ni siquiera podía moverme.

Su mirada era más espeluznante que nunca, me hiso recordar las primeras veces que lo ví en mi cuarto,   el miedo que me causó era inaguantable, sintiéndome totalmente indefenso.

Al aparecerse ahí,  supe que era el diablo y no un vampiro como yo creía, intenté sostenerle la mirada por unos segundos,  pero sentía que me quemaba.

Temblando de miedo cerré los ojos pero aún así lo veía, no podía librarme de su presencia, no supe cuanto tiempo en realidad pasó,  sin salirme de aquella estrella, haciendo un gran esfuerzo,  me puse en posición fetal y así me quedé, sin moverme, a su merced.

De pronto abrieron la puerta haciéndome sentir un gran sobresalto, cuando abrí los ojos miré que entraron los 3 muchachos, a duras penas estiré mi mano indicándoles donde estaba el diablo, solo que al voltear,  había desaparecido.

Entre los 3 me levantaron y me sacaron de ese cuarto, me sentía tullido, sin recuperarme de la impresión que me había llevado, pero me alegré cuando me dijeron que había pasado la prueba.

Para demostrarme que no era un juego,  ya tenían un frasco con sangre del cual compartieron conmigo, me dijeron que esto era solo el principio, si nos poníamos listos pronto habría mucha más.

Al día siguiente los acompañe cerca de un mercado muy famoso,  aquí en la ciudad, me di cuenta que eran de los llamados chineros, uno de ellos agarraba por detrás a una persona aplicándole una llave china,  mientras nosotros lo despojábamos de sus pertenencias, ante la indiferencia de toda la gente.

Después de conseguir suficiente dinero nos fuimos al hospital donde trabajaba la otra compañera y le entregamos el efectivo, como a las 6 de la tarde llegó con 2 bolsas de sangre, la cual dividimos en 5 partes.

Quiero Tu Sangre Historia De Terror

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Les pregunté que porque lo hacían así, nosotros éramos solo 4, me contestaron que la otra porción era para el diablo que se aparecía en aquel cuarto negro, era la paga por su protección.

Todos fuimos a llevarle la porción de sangre al diablo, como era mi primera vez, no sabía lo que estaba pasando,  en un rincón de ese cuarto estaba un altar, ahí tenían una figura horrible del diablo, era el mismo que se me había aparecido, estaba en la misma posición como yo lo había visto.

Le hicimos reverencia, también le dimos las gracias por la protección, dejamos la porción de sangre y nos salimos, me notaron que estaba intrigado, más que eso estaba incrédulo, no había pasado ni un minuto, me pidieron que regresara por el frasco que habíamos dejado, sin preguntar nada,  fui por él.

Desde que entré al cuarto negro,  sentí una rara sensación que me hiso sentir varios escalofríos, voltee varias veces hacia la puerta pensando que la iban a cerrar pero no fue así.

Cuando estuve frente al altar sentía la fuerte mirada del diablo, era tanto mi miedo que evité mirarlo a los ojos, cuando agarré el frasco estaba vacío, de la impresión lo solté rompiéndose en pedazos, me di la vuelta para regresar,  se me hiso eterno alcanzar la salida,  porque me parecía que no avanzaba.

Me dijeron que el diablo era real, me advirtieron que si volvía a dudar,  este me castigaría,  mandándome una enfermedad o algo más terrible, porque él no conoce la misericordia, ni la compasión, además todo lo sabe.

Así pasaron los meses, en los cuales sacié mi necesidad de sangre, aunque los robos cada vez se hacían más violentos, a mí en lo particular no me importaba, vivía muy tranquilo porque nada me faltaba.

A principios de Octubre entramos al cuarto negro, porque el grupo decía que el diablo los llamaba, en realidad yo no sentía lo mismo, por eso se lo oculté a los demás, ellos hablaban con aquella  figura demoniaca,  como si esta les contestara,  pero yo no escuchaba nada.

Cerca del 31 de octubre me dijeron que se aproximaba una fecha especial,  ese día  íbamos a probar la sangre directamente de una persona,  era para complacer al diablo que estaba pidiendo un sacrificio.

Aunque me sorprendió la noticia,  lo peor fue cuando me dijeron que el diablo había pedido que fuera yo quien realizara el sacrificio, sé que me puse pálido al escucharlos,  pero traté de ocultar mi nerviosismo,  diciéndoles que no tendría ningún problema en hacerlo.

El cuarto negro se arregló como nunca, se pusieron cruces invertidas a los lados, atrás de la imagen del diablo se puso una cabeza de cabra,  dijeron que era como modo de burla, por ser lo contrario al cordero que murió en la cruz.

Se instaló una mesa grande y muchas veladoras, e incluso recipientes para juntar la sangre, faltando solamente lo más importante,  la persona que se iba a ofrecer en sacrificio.

No éramos expertos en secuestrar personas, por eso la muchacha que trabajaba en el hospital,  se ofreció a traer con engaños a una compañera que siempre le había caído mal,  para ofrecer su sangre al diablo.

Todo eso me tenía tenso, porque yo no sabía si iba a poder soportar hacerle daño a una persona, una cosa era asaltar y otra muy diferente era matar, yo siempre quise ser vampiro,  pero no asesino.

El 30 de Octubre, un día antes algo extraño pasó, a nuestra amiga la descubrieron extrayendo sangre del hospital y fue detenida para investigación, al muchacho que me había invitado a entrar a ese grupo lo mataron durante un asalto,   a Hernán el otro de ellos se lo llevaron los mismos policías,  con los cuales estaba de acuerdo, nunca, jamás volvió a aparecer.

El ritual tenía que hacerse a las 3;30 de la madrugada del día 31 y solamente quedaba yo, no sabía qué hacer,  me sentía perdido, me llenaba de miedo el pensar la ira del diablo,  por no cumplir con lo prometido.

Esa noche no dormí, increíblemente no había tomado nada de sangre, pero no me hacía falta, me encontraba más temeroso que nunca,  a las 3;30 entré a ver al diablo, así como lo hacían mis amigos sumiso y respetuoso, tal vez por mis nervios,  lo escuchaba respirar,  además me parecía que tenía una expresión de enojo.

Como pude le pedí perdón por no realizar el sacrificio, le expliqué las razones de porque no lo hacía, no puedo negar que en esa ocasión supe que me estaba escuchando.

Lo único que se me ocurrió fue ofrecerle mi sangre, así que corte mi carne y regué el altar con ella, diciéndole que estaba dispuesto a recibir cualquier castigo.

Ese día aprendí que con el diablo no se juega, si se preguntan si me castigó, si lo hiso, para empezar ya no tolero beber sangre, además de vivir con trastornos mentales, tengo un daño  hepático, resultado de haber bebido la sangre por tanto tiempo, no me considero un monstruo, ni siquiera sé si en realidad fui un vampiro.

Autor: Gato Negro.

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