Mi Abuelo Lo Envió Historia De Terror 2023
Mi Abuelo Lo Envió, Historia De Terror… Cuando era adolescente, viví una experiencia terrorífica que todavía me estremece hasta el día de hoy. Todo comenzó con el trágico fallecimiento de mi querido abuelo. La noticia de su muerte no fue algo tan repentino para la mayoría de mi familia, pues casi todos sabíamos que mi abuelo tenía un tumor en la cabeza.
Él siempre fue alguien demasiado libre y poético, amaba la vida y estaba seguro de que no quería pasar el resto de ella tomando medicamentos que lo dejarían atontado o aún peor, en algún hospital rodeado de camillas estériles y llantos a su alrededor, solo por una diminuta y casi improbable posibilidad de curarse.
Pero, aunque siempre he respetado y respetaré, la decisión de mi abuelo de querer irse a su modo y aceptando que es algo que tiene que pasar en algún momento, siempre he creído que debió decírselos a todos y no solo a quienes creyó que lo podríamos comprender y aceptar, pues el jamás se tomó la molestia de decírselo al más pequeño de la familia, mi hermano Lucas, quien para ese momento no debía superar más de los 5 años.
Siempre me ha gustado creer que tuvo sus razones, probablemente pensó que siendo un niño tan pequeño no podría comprender que mi abuelo no quería intentarlo y solo hubiese optado por dejarse morir.
Probablemente no quiso agobiar a un niño de 5 años con su filosofía de la muerte, o talvez fue algo mucho más simple, y esto era que, Lucas era su nieto favorito entre todos, y no era solo por ser el más pequeño de los nietos, fue algo mucho más especial.
El abuelo siempre nos trató con dignidad y aprecio, ninguno de los nietos tenía un solo motivo para creer que no le agradásemos, siempre nos compraba grandes cajas de frituras y refrescos para que sus nietos pudiéramos comer hasta vomitar cuando fuéramos a visitarlo, sin embargo, cuando Lucas nació, fue como si hubiese tenido una conexión con él desde el minuto uno.
Y era como si fuese algo mutuo pues cuando mi abuelo cargó a Lucas por primera vez, este dejó de llorar, miró a mi abuelo y con su pequeña mano, tomó su pulgar, mi padre solía bromear, diciendo que, en su otra vida, Lucas debió ser algún amigo de mi abuelo y quien sabe cuántas vidas habían tenido que pasar para volverse a encontrar.
Y con el paso del tiempo esa conexión solo parecía fortalecerse más, mi hermano exigía ir a la casa de los abuelos al menos dos veces por semana y se la pasaba hablando con mi abuelo por horas, nunca entendí como alguien cuya edad no se acercaba siquiera a los dos dígitos, podía siquiera entablar una conversación con alguien que casi alcanzó los 100 años de vida.
Talvez esa es la respuesta más simple a todo esto, mi abuelo nunca se lo dijo a Lucas, no porque creía que no podría comprenderlo, sino porque simplemente, no tenía la fuerza para ver a Lucas llorando por su muerte, probablemente, no quería que Lucas viviese un duelo mucho antes de que realmente pasara.
Y fue por eso que cuando mi abuelo, se fue a tomar una siesta y jamás despertó, Lucas fue el integrante de la familia más afectado de todos, creo que pocas cosas en este mundo me han vuelto a dar más tristeza que, mi hermano aferrándose al ataúd de mi abuelo, implorándole que despertara y volviera a hablarle.
La tristeza envolvió nuestra casa y la depresión se apoderó de Lucas, el cual, en pocas semanas había pasado de ser un niño alegre y muy vivaz, a ser un niño callado y que, si no estaba llorando, hacía dibujos explícitos, en los cuales dejaba claro sus deseos de morir e ir al cielo, en dónde mi abuela le había dicho que se encontraba el abuelo. Mis padres se preocuparon mucho por él y le buscaron ayuda profesional. Llevándolo a varios psicólogos infantiles y terapeutas, pero su dolor parecía insuperable.
Pasaba los días en un estado de melancolía, sin encontrar consuelo ni alegría en ninguna actividad, ni siquiera las que le gustaba hacer, era como un zombi sin ningún propósito o rumbo. Sin embargo, un día todo cambió.
Recuerdo vívidamente aquella mañana cuando Lucas entró alegremente en la cocina, con una sonrisa radiante en su rostro. Nos sorprendió a todos, ya que no lo veíamos tan feliz desde la partida de nuestro abuelo.
Decidimos fingir que eso era normal, como si fuera algo que nunca se hubiese ido, pues creímos que podríamos hacerlo sentir mal si le recalcábamos que antes estaba triste y en ese momento ya no, sin embargo, el mismo Lucas, con mucho entusiasmo, nos contó que la noche anterior había recibido una visita muy especial en su habitación. Según él, alguien que había sido enviado por nuestro abuelo había venido a consolarlo y asegurarle que no estaba solo en su dolor y que su nombre era Astur.
Al principio, nos pareció una manifestación de su imaginación, un amigo imaginario que de alguna forma podía ayudarlo a lidiar con la pérdida.
Pero Lucas estaba tan convencido de la realidad de esa visita, que no podíamos ignorarlo por completo, incluso recuerdo que mi padre dijo que una noche, cuando se levantó durante la madrugada, escuchó a Lucas hablando en su habitación, le decía lo mucho que el abuelo significaba para él, y que realmente lo extrañaba, mi padre dijo que esto lo conmovió tanto que se quedó parado en la puerta para escuchar un poco más, hasta que mi hermano le preguntó; “si él te mandó para ayudarme ¿podrías darle una carta?”, esto hizo que a mi padre se le hiciera un nudo en la garganta, sin embargo, esto cambió cuando escuchó una voz espesa y rasposa que le respondió “solo si haces lo que te pido”.
En ese momento mi padre se asustó mucho, pues no había manera en la que mi hermano pudiera modificar su voz de esa manera, la voz de un niño no podía agravarse tanto aunque lo intentara, por lo que, pensando que el “amigo” del que mi hermano había estado hablando, realmente era algún pervertido que de alguna manera entraba a su habitación por las noches, por lo que, con mucha valentía, abrió la puerta, sin embargo, en lugar de encontrar a alguien adentro, solo vio a mi hermano, sentado en el piso frente a su cama, pero no había absolutamente nadie más, mi padre le dijo que con quien hablaba y él le dijo que con Astur.
Mi padre dice que incluso empezó a buscar en cada rincón del cuarto en donde se pudiese esconder un adulto, pero no encontró a nadie, tampoco había manera en la que hubiese salido por la ventana, pues era una casa de dos pisos, y aunque se podría escalar por un árbol, por precaución la ventana tenía mosquitero y era demasiado pequeña como para que un hombre adulto entrara.
Desde ese día comenzamos a prestar más atención a sus relatos y descubrimos que Lucas empezó a saber cosas que nadie le había dicho, cosas como que mi tía había tenido una aventura con un hombre antes de casarse con mi tío y que no estaba del todo segura si su hijo era suyo, o que mi prima mayor había sufrido de bulimia por varios años, esto último lo habían mantenido tan en secreto que nadie de la familia lo sabía, más que ella y sus padres.
Pero no solo eso, sino que Lucas solía decirlo en las reuniones familiares, mirando fijamente al integrante de la familia del que estaba hablando y después se reía como si hubiese contado una historia muy graciosa, provocando que los afectados se fueran del lugar llorando y creando una tención muy fea en la familia.
Y cuando mis padres le preguntaban donde había escuchado eso, el solamente se encogía de hombros y respondía que Astur se lo había dicho, y, además, también le había dicho que debía decirlo, porque las mentiras eran malas y que la verdad era divertida.
Además, a medida que pasaban los días, una atmósfera inquietante comenzó a invadir nuestra casa. Empezamos a experimentar fenómenos inexplicables: objetos que se movían solos, sombras que parecían acecharnos desde las esquinas, ruidos extraños en las noches. Aunque intentábamos encontrar explicaciones racionales, la sensación de que algo sobrenatural estaba sucediendo se hacía cada vez más fuerte.
Y por si eso fuera poco Lucas comenzó a mostrar un comportamiento cada vez más perturbador. Ya no solo contaba historias dolorosas y personales de las personas que lo rodeaban, pues en el kínder, comenzó a meterse en peleas con otros estudiantes sin motivo aparente.
Los profesores se quejaban de su agresividad, pues eran peleas demasiado fuertes para un niño tan pequeño, a uno de sus compañeros le había pateado la boca en repetidas ocasiones, mientras le decía que le tiraría todos los dientes y después lo estrangularía con sus propios intestinos, todo esto con un vocabulario tan vulgar, que parecía que el que hablaba era un adulto que había visto lo peor del mundo.
Pero lo que más nos alarmaba era su transformación en casa. Presenciábamos como Lucas hablaba y reía solo en su habitación, como si estuviera interactuando con alguien invisible. En ocasiones, lo escuchábamos murmurar palabras incomprensibles en medio de la noche.
La oscuridad parecía tener un efecto malsano en él, incluso cubrió toda su ventana con cinta de aislar negra, para que así de esa manera ni un solo rayo de luz entrara a su habitación.
El comportamiento de Lucas se volvió aún más inquietante al pasar de los días. Empezó a lastimar animales pequeños que encontraba en el vecindario, y además de eso comenzó a autolesionarse, apretaba el tallo de las rosas hasta que las espinas, hacían sangrar sus manos, se hacía cortes con las tijeras, así que mis padres empezaron a esconder o poner en gabinetes muy altos todo lo puntiagudo o que tuviera filo.
A pesar de todos nuestros esfuerzos por comprender y ayudarlo, parecíamos estar perdiendo a mi hermano en medio de la oscuridad que lo consumía.
Pronto, Lucas no fue el único en experimentar sucesos extraños en nuestra familia. Mi padre comenzó a tener pesadillas en las que era perseguido por una figura sombría que se arrastraba por las paredes. Despertaba sudoroso y con un miedo paralizante.
Mi madre, por su parte, se encontraba con frecuencia con habitaciones completamente desordenadas, a pesar de que las dejaba perfectamente organizadas.
La presencia siniestra en nuestra casa se hizo cada vez más opresiva. A veces, podíamos sentir una mirada intensa clavada en nosotros, incluso cuando estábamos solos.
Las sombras parecían moverse de manera inquietante, y un aire gélido se apoderaba de ciertas áreas de la casa. Nos sentíamos observados y acosados, como si algo malévolo acechara en cada esquina.
Una noche mientras mi padre estaba solo en su oficina en la casa, dijo que estaba concentrado en un informe que debía entregar antes de las diez de la noche, cuando de repente empezó a sentir mucho frio.
A pesar de estar en pleno verano, sintió una corriente gélida que le erizó la piel. De repente, los estantes de libros comenzaron a temblar violentamente, como si fueran a caerse.
Mi padre trató de buscar una explicación lógica, pero no encontró ninguna razón para ese extraño fenómeno.
La experiencia lo dejó con una sensación de angustia y una sensación persistente de ser observado en esa habitación.
Y otro día, mi madre experimentó un evento aterrador en el baño de la casa. Mientras se lavaba la cara, vio en el espejo una figura borrosa detrás de ella. Se dio la vuelta rápidamente, pero no había nadie allí. Sin embargo, no podía dejar de sentirse observada.
A partir de ese momento, comenzó a escuchar susurros inentendibles cada vez que se encontraba cerca del espejo, como si algo quisiera comunicarse con ella desde el otro lado.
En cuanto a mí, nunca olvidaré cuando en mi habitación una noche. Estaba acostado en la cama, incapaz de conciliar el sueño debido a la inquietud que reinaba en la casa, puesto que la habitación de Lucas estaba justo aun lado de la mía, por lo que, me daba mucho miedo todos los ruidos que escuchaba por la noche.
De repente, sentí una presión aplastante sobre mi pecho, como si alguien invisible estuviera sentado sobre mí. Traté de moverme, pero estaba paralizado por el miedo.
Miré hacia el pie de la cama y vi una figura oscura, con ojos brillantes y amenazantes. Traté de gritar, pero mi voz no salía. Finalmente, después de unos angustiantes segundos, la figura desapareció y la opresión se disipó. Me quedé temblando en la cama, temeroso de cerrar los ojos por el resto de la noche.
Mi Abuelo Lo Envió Historia De Terror
Estos eventos dejaron a toda la familia sumida en un estado constante de miedo y ansiedad. La presencia siniestra que parecía habitar en nuestra casa se volvió cada vez más insoportable.
Nos encontrábamos en un estado de constante alerta, siempre expectantes ante cualquier señal de su presencia, haciendo todo lo posible para pasar el menor tiempo en la casa o cerca de Lucas. Puesto que su comportamiento empeoró aún más.
Comenzó a tener arrebatos de ira, rompiendo objetos y agrediendo verbalmente a mi e incluso a mis padres. Era como si una fuerza oscura lo hubiera poseído por completo, alejándolo de su esencia y transformándolo en una sombra de lo que solía ser.
En otra ocasión, mis padres despertaron en medio de la noche al sentir una presencia extraña en su habitación. Al abrir los ojos, se encontraron con una escena horripilante: Lucas estaba parado al pie de su cama, sosteniendo un cuchillo de cocina en sus manos. Su mirada estaba desenfocada y su expresión desquiciada.
Con una voz inquietante, les dijo que Arthur quería quitarles el rostro para usarlo como un disfraz. Esa noche, mi padre le quitó el cuchillo, y no pudo pensar en una explicación de cómo había podido conseguirlo, pues no solo estaba en un lugar muy alto, sino que también, estaban bajo llave, y ninguno de los dos pudo dormir esa noche.
Y eso no fue lo único pues después de algunos días, yo empecé a encontrar cuchillos colocados con el filo hacia arriba en mi cama.
Cuando le preguntábamos por qué estaba haciendo esas cosas, Lucas simplemente respondía con una mirada vacía y escalofriante, que Arthur le había dado esas instrucciones y le había dicho que si lo hacia, él le podría dar una carta a nuestro abuelo en el cielo.
Nuestra abuela decidió que era hora de tomar medidas drásticas. Convencida de que Lucas solo necesitaba la guía espiritual adecuada, decidió llevarlo a hablar con el padre de la iglesia local.
Estaba convencida de que, si el padre le decía a Lucas que nadie podía tener ningún mensajero celestial, él podría dejar de decir esas cosas y encontrar la paz que tanto necesitaba.
Para nuestra abuela, la situación de Lucas era simplemente una forma confusa de manifestar su duelo. Y también estaba convencida que mis padres y yo, solo estábamos fomentando sus delirios.
Así que un día, nuestra abuela llevó a Lucas a la iglesia, dejando que entrara a solas con el padre al confesionario.
Los minutos se convirtieron en una espera angustiante para el resto de la familia que esperaba ansiosa fuera de la puerta cerrada.
Después de solo unos cinco minutos, el padre salió del confesionario con una palidez evidente en su rostro. Sin decir una palabra, nos miró brevemente y se alejó apresuradamente, como si hubiera presenciado algo aterrador.
Lucas salió del confesionario con una ligera sonrisa en su rostro. La abuela se acercó rápidamente y le preguntó qué había pasado allí adentro.
Con una calma desconcertante, Lucas le respondió que el padre dijo que Astur no existía, así que simplemente le había mostrado que su amigo, enviado por nuestro abuelo, era real.
Nunca supimos exactamente como se lo demostró, solo sé que el padre jamás se quiso acercar a Lucas o a nuestra familia nunca más.
Después del escalofriante incidente en la iglesia, la abuela decidió que lo mejor era buscar ayuda fuera del ámbito religioso.
Convencida de que Lucas necesitaba la intervención de un chamán, buscó a alguien con conocimientos en el mundo espiritual y los llevó a su encuentro.
El chamán, al escuchar la historia y observar el comportamiento de Lucas, nos explicó que esa entidad maligna se había aferrado a él, aprovechándose de su vulnerabilidad por la pérdida de nuestro abuelo. Nos dijo que mi hermano quería una prueba de que su abuelo no se había ido sin despedirse, y él se había aprovechado de eso.
El chamán les dijo que la entidad estaba fuertemente conectada con Lucas y que había dejado una huella oscura en su ser, y eso era porque Lucas lo había dejado, todo con la promesa de volver a hablar con su abuelo.
Incluso intentó realizar una limpieza con un huevo, pero el huevo se rompió y liberó un contenido oscuro y perturbador. Sin embargo, el chamán se comprometió a ayudar a Lucas y realizar limpias casi a diario durante las siguientes dos semanas.
Con cada sesión, el chamán trabajaba para liberar a Lucas de esa presencia maligna que lo había acosado. Poco a poco, pudimos notar cambios en su comportamiento y una disminución en los fenómenos paranormales que habían plagado nuestra vida.
Después de dos semanas de limpias y rituales intensos, el chamán anunció que había logrado liberar a Lucas de la entidad maligna. Sin embargo, advirtió que la protección debía continuar, y le pidió a Lucas que usara pulseras y collares de protección.
Explicó que estos amuletos servían para mantener alejada a la entidad y evitar que volviera a aferrarse a él. El chamán advirtió que Lucas nunca debía quitarse estas joyas de protección por más de una hora, ya que ello podría darle la oportunidad a la entidad de regresar.
Desde ese día, Lucas ha llevado consigo las pulseras y los collares de protección como una parte esencial de su vida. Aunque toda la familia sentía alivio por haber encontrado una solución, sé que al menos yo, siempre he tenido el temor de que la entidad maligna regrese.
Autor: Liza Hernández
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