La niña Del Pozo Historia De Terror 2023

la-nina-del-pozo-historia-de-terror

La niña Del Pozo Historia De Terror 2023

La niña Del Pozo, Historia De Terror… No Tengo muchos recuerdos de mi infancia y los pocos que tengo son bastante difusos, sin embargo, hay uno de ellos el cual jamás podría olvidar y aún al día de hoy el recordarlo me provoca escalofríos, ha pasado tanto, pero creo que ya es tiempo de contarlo.

Yo crecí en provincia, no solía tener muchos amigos cuando era niño, por lo que solía pasarme la mayor parte de mi tiempo adentrándome a lugares a los que raramente los niños quisieran ir solos, lugares como cementerios, cerros o cualquier lugar que estuviera apartado de las personas, me gustaba la soledad y el silencio aunque sin mentirles muchas veces me hubiera gustado tener un compañero de aventuras.

Aquello fue la razón por la cual mi padre decidió adoptar un perro para mí, el cual rápidamente se convirtió en un gran protector, me gustaba salir con él a jugar todas las tardes, aún tengo muchos buenos recuerdos con ese perro, aunque cada año se vuelven más difusos y siento que pronto los perderé todos.

El día en el que aquella pesadilla dio inicio fue cuando escuché hablar a unos chicos mayores de qué en la parte más alejada, muy cerca del río se hallaba un viejo y descuidado pozo, el cual estaba completamente inservible, aquello no suena lo suficientemente interesante en primera instancia, pero ya había explorado todos los sitios cerca de donde vivía, por lo que la idea de un viejo pozo era grandiosa, sin mencionar que jamás había visto un pozo.

Aquella tarde después de comer, tomé mi mochila de aventuras, le puse la correa a Robín y me dispuse a encontrar aquel pozo, debo admitir que lejos de lo que yo creí, encontrarlo fue bastante difícil, de hecho tardé 3 días en hacerlo, la leyenda decía que si arrojabas una moneda se concedería un deseo, por lo que cada día que pasaba pensaba que la historia podría ser real y al ser mágico este estaba muy bien oculto.

Recuerdo a la perfección cuando vi el pozo por primera vez, un sentimiento de emoción invadía cada centímetro de mi cuerpo, me sentía como el mejor explorador del mundo, abracé a mi perro y me aproximé al mismo, para ser sinceros, era aún más decepcionante en cuanto más te acercabas, aquel no era para nada aquel pozo encantado hecho de ladrillo rojo que me había imaginado.

Más bien se trataba de un muy viejo, abandonado y casi destruido pozo, el cual aún contaba con una oxidada polea para bajar el balde, el cual al igual que todo ahí se veía viejo y muy oxidado, sin embargo, aún con aquella decepcionante escena mi mente infantil no podía aceptar que todo mi esfuerzo había sido por nada, sin mencionar que de cierto modo aquel pozo tenía un encanto particular.

Hice una inspección de perímetro, para cerciorarme de que nadie estuviera cerca, me gustaría tener una explicación lógica por la cual aquello era mi protocolo, pero lo único que puedo decir en mi defensa es que era un niño solitario y por consecuente bastante raro. Una vez cerciorándome de que nadie estaba cerca, me dispuse a contemplar el pozo, lancé algunas piedrecitas y contaba los segundos antes de escucharlas tocar el fondo, no era tan bueno en matemáticas, pero sabía que este debía ser muy profundo.

Intenté bajar el balde, sin embargo, la polea se hallaba en tan mal estado que simplemente era una tarea imposible, una vez rindiéndome recordé la leyenda del pozo y aunque este no era para nada lo que me había imaginado me dispuse a lanzar una moneda para pedir mi deseo.

Está solo era de 50 centavos, pero en ningún lugar mencionaban que esta tendría que ser de una alta denominación, por lo que emocionado me paré cerca, justo a un lado del pozo y pensé en un gran deseo, en un principio no se me ocurría nada lo suficientemente genial como para gastar un deseo, pero bastó con darle un vistazo a mi perro para saber que era lo que realmente quería.

Cerré los ojos y con todas mis fuerzas deseé tener un amigo, un compañero de aventuras el cual siempre estuviera a mi lado, arrojé la moneda al pozo con la esperanza e inocencia que nada más un niño podría tener, después de escuchar la moneda azotar contra el suelo decidí tomar mi bicicleta e irme antes de que la lluvia me alcanzase.

Toda la noche y parte del día siguiente creí en lo maravilloso que sería si es que mi deseó se cumpliera, tendría con quién hablar, con quién jugar y sin duda siendo más de uno talvez podríamos hacerle frente a los chicos que me molestaban en la escuela, sin embargo, conforme fueron pasando los días mi esperanza de que mi deseo se cumpliese se iba apagando cada vez más.

Supuse qué talvez la razón por la cual mi deseó no se había cumplido era por la denominación de la moneda que había usado para pedirlo, pensé en qué  no era suficiente para un deseo tan grande, por lo que decidí no comer aquel día en la escuela para así usar todo ese dinero en volver a intentarlo.

Al salir de la escuela, fui tan rápido como mis piernas me lo permitieron a aquel viejo pozo, en aquella ocasión ni siquiera hice mi rutina de supervisión como siempre, solo arrojé todas mis monedas deseando exactamente lo mismo, me quedé mirando aquel pozo por un rato, estaba a punto de irme cuando detrás de mí escuché una suave y tímida voz.

Está pertenecía a nada más y nada menos que a una niña de más o menos mi edad, aquella vestía con un muy extraño vestido blanco con encaje, su cabello era café y estaba amarrado en una coleta, su largo vestido apenas dejaba ver qué esta solo tenía unos viejos guaraches, los cuales más que viejos parecían estropeados con agua.

Aquella voz me cuestionaba el porqué estaba ahí, una vez superado la primera impresión, le respondí que pedía un deseo en el pozo, la niña me sonrió y cuestionó si de verdad aquel pozo era capaz de conceder deseos, ante aquella pregunta no supe que decir, aquello era algo que más bien yo me empeñaba en creer y no me gustaba la idea de estar equivocado y jugar con sus emociones, por lo que únicamente dije que eso era lo que esperaba.

Aún con esa respuesta, está pareció estar genuinamente complacida o al menos eso expresaba su sonrisa, aquella niña se asomó por el pozo y solamente se quedó ahí, contemplando la oscuridad de la profundidad, hasta que finalmente le pregunté su nombre, está respondió diciendo que su nombre era Eva, esperé un poco a qué me preguntara mi nombre, pero al no hacerlo termine diciéndolo de todas formas.

Hablamos un poco sobre los deseos que queríamos pedirle al pozo, por mi parte no me atreví a contarle mi deseó original, no quería que notara lo patético que era el pedirlo a un pozo viejo antes de intentar interactuar con alguien.

La Niña Del Pozo Historia De Terror

la-nina-del-pozo-historia-de-terror
la-nina-del-pozo-historia-de-terror

Ambos charlamos y jugamos tan amenamente que ni siquiera me di cuenta de lo tarde que se había hecho, me despedí de Eva prometiéndole que al día siguiente podríamos jugar de nuevo después de la escuela, al mismo tiempo que le ofrecí llevarla a su casa en mi bicicleta, oferta la cual ella rechazó de inmediato alegando que se iría con su padre.

Aquella respuesta se me hizo por demás extraña, ya que en ese lugar no había visto a nadie a kilómetros a la redonda, por lo que de ser cierta su afirmación, su padre debería ser el hombre invisible o algo así, de todas maneras no me atreví a contradecirla, por lo que solo me despedí de vuelta y me encaminé a casa.

Para mi fortuna, el único que pareció haber notado mi ausencia había sido mi perro Robín, el cual parecía estar más que feliz que hubiera vuelto a casa, aquella noche recuerdo que cayó una terrible tormenta, a punto de dormir mi mente no podía dejar de pensar en Eva y todo lo divertido que haríamos al día siguiente, pensé en qué llevaría a Robín para que la conociese, con aquellos pensamientos me quedé dormido.

Aquella noche tuve un sueño por demás extraño, yo era la clase de niño que no podría recordar un solo segundo de sus sueños, aunque estos fueran la peor pesadilla jamás soñada, pero aquel sueño lo recuerdo perfectamente aún hasta la fecha, me encontraba yo en el cerro, muy cerca de donde se hallaba el pozo, solamente que aún viéndolo a la distancia y oscuridad, podía notar como este se hallaba en mucho mejores condiciones, intentaba caminar hacia este, pero fue ahí cuando unos gritos incesantes y desgarradores retumbaban por todo el lugar.

Aquellos gritos me dieron mucho miedo, tanto que antes de ver qué o quién era quién gritaba desperté exaltado en mi cama, aún podía escuchar la lluvia afuera, estaba sudando a montones, mire hacia mi ventana en el momento en el que un relámpago la iluminó y fue cuando pude ver a Eva, justo fuera de mi ventana aunque nada más fue por unos segundos, ya que mi perro comenzó a ladrar a la defensiva haciendo que en un segundo relámpago está ya no se viese por ningún lado.

Pero aún con solo ese momento que vi, noté como sus ojos no reflejaban absolutamente nada, era solamente como una mirada inerte, era casi como la mirada de un animal disecado, claramente el miedo me invadió al instante haciéndome gritar, sin embargo, en cuanto mi padre entró a mi cuarto y prendió la luz pude ver qué en la ventana no se hallaba nadie, este tampoco me creyó cuando le dije que había alguien asomándose por mi ventana, después de todo mi habitación estaba en un segundo piso.

No soñé nada extraño el resto de la noche y por la mañana ya con la luz del sol acompañando mis pensamientos, concluí que todo había sido una pesadilla, era imposible que Eva estuviera espiándome por la noche, después de todo pare que está pudiera hacerlo tenía que ser capaz de flotar cosa que claramente ningún ser humano era capaz de hacer.

Aquel día, estaba ansioso de que las clases concluyeran para ir a ver a Eva, inclusive había dejado la puerta del jardín abierta, siempre que esto pasaba, Robín escapaba de la casa para irme a recoger a mi escuela, cosa la cual era exactamente lo que quería, sin embargo, para mi sorpresa, cuando por fin salí de la escuela Robín no sé hallaba por ningún lado, lo cual me entristeció un poco, pero finalmente decidí ir al pozo sin él.

Cuando llegue para mi sorpresa Eva no se hallaba por ningún lado, grité su nombre un par de veces sin obtener respuesta alguna, me desanime un poco, pero decidí esperarla por si acaso se le había hecho tarde, pero esta nunca apareció, por lo que sin más remedio decidí volver al día siguiente para ver si corría con mayor suerte.

Cuando llegue a casa un horrible sentimiento me aquejó al ver a mi padre pálido, este se encontraba haciendo un hoyo en el jardín, pregunté en dónde estaba Robín, pero mis preguntas eran ignoradas, supongo que este no encontraba las palabras para decírmelo, sin embargo, la incertidumbre fue momentánea, ya que justo de lado de él se hallaba envuelto en sábanas mi amado perro.

En cuanto mi padre levanto a Robín del suelo pude ver cómo las sábanas tenían algunas manchas de sangre, quise verlo, pero mi padre me lo prohibió, diciendo que aquella imagen no era el último recuerdo que quería tener de mi perro, a decir verdad agradezco mucho que haya hecho eso por mí, ya que sin duda no lo habría soportado.

Al día siguiente volví al pozo y para mi sorpresa Eva se encontraba ahí, le conté sobre la muerte de Robín, pero ella se mostró completamente desinteresada al respecto, aquello sin duda me pareció extraño, por el hecho de que ¿A qué clase de persona le daría igual la muerte de un perrito? Sin embargo, está me dijo algo que me dejó pensando, lo cual fue que el final de todos simplemente llegaba por lo que sí lo aceptaba entonces dejaría de tomarme por sorpresa.

Aquellas palabras fueron por demás impactantes para un niño de solo 9 años, por lo que intente desviar el tema para que así está no notara mi clara perturbación, le pregunté la razón por la cual no había ido el día anterior, pero está solo desvío aquella pregunta diciéndome que había visto un nopal con muchas tunas maduras no muy lejos de donde estábamos.

Mientras me decía eso Eva se levantó y corrió hacia la maleza del cerro, intenté seguirla, pero está era más rápida que yo, por lo que en un parpadeo la había perdido totalmente de vista, grité su nombre un par de veces, por lo que comencé a intentar recordar en dónde había visto algunas tunas.

Sin embargo, me hallaba tan inmerso en mis pensamientos que no me di cuenta de que unas voces familiares decían mi nombre una y otra vez tratando de llamar mi atención, no me di cuenta de esto hasta que tres chicos estuvieron muy cerca de mí, estos eran los chicos los cuales me molestaban en la escuela, al parecer estos se hallaban realizando algunas actividades las cuales no querían que nadie se enterase y pude saberlo por los ojos enrojecidos de todos y un olor por demás peculiar.

Aquellos chicos comenzaron a llamarme de formas despectivas mientras que me reclamaban por estarlos espiando, les aseguré que no era así, que solo estaba buscando a mi amiga y entonces nos iríamos y no le contaría a nadie que los había visto ahí, era de esperarse que mi palabra no les fuera suficiente, por lo que hicieron lo que mejor sabían hacer, lo cual era golpearme para que guardara silencio.

Para mi suerte se conformaron con solamente unos cuantos golpes antes de dejarme en el suelo llorando, para finalmente irse no sin antes advertirme que guardara silencio sobre lo visto ahí, apenas dejé de escucharlos pude ver a Eva, la cual se acercaba a mí con algunas tunas en las manos, está me miraba algo confundida y me preguntó que era lo que me había ocurrido.

Por alguna razón me sentí en total confianza de contarle a Eva lo que me había pasado, también le conté como aquella no había sido la primera vez, ya que de hecho esto ocurría bastante seguido, le conté como realmente los odiaba y que como una sola vez deseaba devolverles todo lo que me habían hecho.

Eva me escuchó en completo silencio y al terminar de desahogarme con ella, me dijo que tal vez había una manera de que esos chicos me dejaran de molestar, intrigado le pregunté cómo aquello sería posible, pero ella se limitó a decir que no debía preocuparme por los detalles, que lo único que tenía que hacer era llevarlos justo hasta el pozo y que entonces ella se encargaría del resto.

No cuestioné ni un solo segundo aquello, talvez fue porque realmente deseaba vengarme o talvez porque sabía que ya no tenía nada más que perder, por lo que al día siguiente en la escuela mientras pensaba en como aria para llevarlos al pozo, tomaba mi bicicleta y luego de ver las suyas, no se me ocurrió mejor idea que el dar una patada apenas los tuve en mi rango visual, aquello desencadenó una persecución hacia mí.

No recuerdo jamás haber pedaleado tan rápido como aquella vez, me dirigí directamente hasta el pozo, en donde me bajé de mi bicicleta y corrí sin ella para hacerles creer que estaba escondido cerca de ahí, quería quedarme y mirar que era aquello que planeaba mi amiga como venganza, sin embargo, el miedo a que me vieran y arruinará todo me sobrepasó por lo que decidí rodear por completo el cerro, así aria el tiempo suficiente para que ninguno de ellos pudiera verme.

Estaba a punto de concluir mi trayecto cuando escuché un grito el cual solo podría describirse como un grito de agonía y aunque no podía ver qué era lo que estaba pasando, era más que obvio que aquel grito le pertenecía a uno de los chicos, corrí el poco trayecto que me faltaba para llegar de vuelta al pozo y lo que vi fue algo impactante.

En el suelo ya se hallaban las bicicletas de aquellos chicos, los cuales no lograba ver por ningún lado incluyendo a Eva, en la tierra había marcas de dedos, era como si estos hubieran sido arrastrados por alguien hasta unos matorrales, miraba aquellas marcas con horror, cuando a mis espaldas escuché la calmada voz de Eva, la cual me decía que ya no tenía nada de que preocuparme, ya que su padre les había adelantado su final.

Las piernas casi se me doblaban del miedo al ver a Eva la cual tenía en su rostro plasmada una sonrisa inquietante, no se veía para nada como aquella niña con la que yo había estado hablando, por el hecho de que ahora se hallaba despeinada, tenía hematomas por casi todo el cuerpo, su vestido azul ahora se veía casi gris, estaba muy sucio y desgastado, podía notar en este algunas manchas de sangre.

Sin Poder soportar aquella escena, salí corriendo dejando atrás mi bicicleta, mientras lo hacía podía escuchar la voz de Eva, la cual se distorsionaba dando una voz escalofriante y áspera, está me recordaba que yo lo había querido así y que ella solo lo había hecho realidad, en cuanto llegue a casa conté a mis padres todo lo que había sucedido, los cuales escucharon todo desconcertados.

Ninguno podía creer nada de lo que les decía, pero fue tanto mi miedo y mi insistencia que finalmente optaron por dar aviso a las autoridades, aunque no me lo dijeron es más que obvio que omitieron la parte en la que yo mencioné que yo los había llevado hasta ese lugar, tengo entendido que luego de una ardua búsqueda, encontraron a los chicos, solamente que estos ya estaban sin vida, la única explicación que estos pudieron dar sobre su deceso fue que estos habían sido atacados por un animal salvaje, debido al horrible estado en el que sus cuerpos fueron hallados.

Por mi parte, Eva solía vigilarme cada noche a partir de aquel día a través de mi ventana, aquella mirada dulce y tierna, fue remplazada con una de odio, cada noche podía escucharla reclamarme el porqué había dejado de ir a verla, ya que éramos amigos, yo lo había prometido, sin embargo, para mi fortuna está jamás pudo entrar a mi habitación.

Un año después de los eventos acontecidos a mi padre le dieron una oportunidad de trabajo en la ciudad, por lo que nos mudamos, no tengo idea si aquellos eventos tengan que ver con que cada vez me cuesta trabajo recordar mi infancia, o puede que simplemente esté envejeciendo, pero algo es seguro en mi mente siempre prevalecerá aquella niña del pozo.

Autor: Canek Hernández.

Derechos Reservados

Share this post

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Historias de Terror