En El Monte Historia De Terror 2023

en-el-monte-historia-de-terror

En El Monte Historia De Terror 2023

En El Monte, Historia De Terror … Mi nombre es Jacinto, quiero contar esta historia,  me pasó hace muchos años, en una ocasión al ir a visitar el rancho de mis abuelos,  muy cerca de la ciudad de Puebla, en ese entonces contaba con 20 años, por lo mismo,  como ya estaba grande era la primera vez que iba solo.

Cuando el autobús llegó a la Ciudad serían como las 4 de la tarde, luego me subiría a un camión el cual durante 2 horas pasaba por varios pueblos y rancherías, me tendría que bajar en una de ellas y caminar unos 15 minutos hasta el rancho de mis abuelos, ese era el camino.

Para mi mala suerte empezó una fuerte tormenta, esta hizo que se retrasara la salida del camión,  por cerca de 3 horas, asiéndose rápidamente de noche, además el camino se puso intransitable, aún así como a las 7 salió el camión.

Después de media hora el camino estaba más difícil, el lodo hacía que patinara el camión,  el chofer comentó que ya no podía avanzar más,  parándose a una ranchería de donde me iba a bajar,  quedándome bastante lejos el rancho de mis abuelos.

Nunca había llegado de visita a ese lugar,  por lo mismo no conocía a nadie, en el camión ya solo estábamos 3 pasajeros,  como no sabíamos cuanto tardaríamos ahí nos bajamos, todo estaba  bastante obscuro, a donde llegamos era una tienda, el lugar se veía muy viejo, esto lo digo con todo respeto, solamente se alumbraban con velas,  porque no había luz eléctrica.

En las paredes tenían varios cuadros antiguos, además de otros adornos, había 2 mesas cuadradas rusticas con 4 sillas cada una, todo de madera, recuerdo que olía mucho a humedad.

Quien nos atendió era una persona mayor, por eso como era costumbre en ese tiempo y por esos lugares lo saludamos con respeto estrechándole la mano, él amablemente nos ofreció una taza de café,  porque ya se sentía el frío.

Después de platicar un rato supe que conocía a mi abuelo, que muchas veces había estado en ese lugar, sobre todo recordaba la noche que se les apareció la bruja, yo me sorprendí un poco porque mi abuelo nunca me lo había contado.

Al ver mi reacción me preguntó que si no lo sabía y le contesté que no,  que me contara, al escuchar eso,  las demás personas se acercaron también a escuchar,   empezó diciendo que eso había pasado como tres años atrás, fue en una ocasión cuando estuvo  tomando con mi abuelo ahí en su rancho,  siendo como las 10 de la noche,  empezaron a ladrar los perros muy fuerte y de manera insistente.

 Pensaron que podría ser un animal peligroso, o quizá coyotes que constantemente venían a tratar de comerse a las gallinas, nos dijo el señor que tal vez no sabíamos pero los perros ladran de diferente manera, según la situación que ellos perciben, en esa ocasión se escuchaban como si presintieran alguna clase de peligro.

Al asomarse por la ventana se dio cuenta que los perros estaban ladrando para arriba de la tienda, tomó su carabina y salió a ver, cuando volteo hacia arriba  estaba una figura totalmente negra, como una sombra parada en el techo,  no era un hombre era algo siniestro, sintió temor ya que era muy grande, a pesar de la obscuridad podía ver el brillo de sus ojos.

Nunca había visto cosa semejante, del susto no podía moverse, hasta que salió mi abuelo, al ver también aquella silueta sin preguntar nada,  le quitó la carabina al señor y le disparó en varias ocasiones a esa sombra,  pero pareciera que no le hacían nada las balas,  de repente esa cosa desapareció dejándose caer para atrás de la tienda.

Seguidos por los perros,  revisaron  todo alrededor,  pero no había nadie, los perros olían como buscando algo y a veces ladraban, pero no encontraron nada, cinco o seis minutos después regresaron  a la tienda sin saber que había pasado en realidad.

Aunque los perros dejaron de ladrar por unos minutos,  volvieron hacerlo, gruñían muy feo y ladraban, suponiendo que eso,  lo que fuera que vieron, estaba escondido por ahí, pero ya no quisieron salir a buscarlo.

Como ya era tarde,  con algunas precauciones mi abuelo se regresó a su rancho en una camioneta y él se metió a un cuarto que tiene ahí en la tienda,   a la mañana siguiente cuando salió para revisar todas sus cosas,   descubrió que  los perros estaban muertos.

Al revisarlos se dio cuenta que a todos les habían chupado la sangre, estaban secos, lo raro nos platicó el señor,  que durante esa noche no escuchó nada, los perros no ladraron ni lloraron, además no había manchas de sangre tirada por ningún lado.

 Cuando les platicó a los otros rancheros,  dijeron que una bruja andaba volando de rancho en rancho en busca de comida, algunos ya la habían visto en varias ocasiones, creían que lo que buscaba eran niños para comer o personas,  pero como no es tan fácil de hacerlo,   porque todos andaban armados,  atacaba a  los animales.

Terminó diciendo que desde ese día hasta la fecha la bruja sigue rondando por los alrededores,  especialmente cuando las noches son más obscuras, por lo mismo me sugirió que me quedara esa noche ahí, porque si me iba caminando en medio de la obscuridad del monte me podría atacar la bruja, que ya lo había hecho infinidad de veces con los rancheros trasnochadores.

Sé que en los lugares apartados como zonas rurales o rancherías las manifestaciones paranormales son frecuentes, pero también sabía que las historias de los abuelos donde se aparece el diablo así como la presencia de brujas son de lo más comunes.

Seguro de que no pasaría nada,  me preparé para irme porque mis abuelos me estaban esperando, y ya estaba retrasado, si me quedaba más tiempo se preocuparían por mí, de buena manera aquel señor me ofreció un caballo,  pero yo no sabía montar.

Lo que si le acepté fue una lámpara de gas porque no traía linterna, también me ofreció un arma,  quizá la podría necesitar,  sin embargo tampoco sabía cómo usarla por eso con todo respeto le dije que no.

Queriendo ayudarme me comentó que en un rancho cercano al suyo,  vivía su compadre, seguramente él me prestaría un burro para poder llegar al rancho de mis abuelos, porque a pié sería muy difícil,  hasta peligroso, por tanto lodo y agua, ante su insistencia accedí.

Cuando salí de la tienda,  supe lo que  era la verdadera obscuridad, aunque ya en otras ocasiones había estado de noche en el monte,  ese día en especial me parecía inquietante,  empecé a caminar inseguro, rumbo al rancho a donde me mandó aquel señor.

Pronto me ví rodeado de matorrales, caminaba despacio por una vereda chiclosa,  por el lodo que había, nunca me imaginé mirarme así,  en una noche sin luna, aluzándome con aquella lámpara que poco me ayudaba.

Después de 10 minutos,  quizá iba a medio camino,   ya me había arrepentido de a ver salido de la tienda,  solo a esas horas, pero ya estaba ahí, en medio del monte caminando hacía un rancho desconocido.

Sin la luz de la luna,  todo el camino me parecía tenebroso, con lo poco que alumbraba la lámpara podría ver 2 o 3 metros quizá, solo eso,  todo lo demás a mi alrededor,  era imposible de distinguir con claridad.

Aunque a los pocos minutos me empecé acostumbrar a caminar por lo obscuro, la tensión y los nervios que tenía me hacían voltear para atrás constantemente, eso servía  para comprobar que no había nadie, estaba solo en el monte.

Para empeorar las cosas me di cuenta que se escuchaban ruidos extraños, era como si alguien me viniera siguiendo, no quise detenerme para verificar, pudieron ser liebres o animales pequeños, solo traté de caminar más de prisa.

El recordar lo que me había contado aquel señor sobre la bruja,  mi mente empezó a imaginar cosas horribles, me preguntaba qué tan espantosa podría ser, y cuál sería mi reacción al verla,  aunque con lo obscuro de una noche nublada,  cualquier cosa me asustaría.

Por largo rato caminé por aquella vereda,  siempre escuchando distintos ruidos, me imaginaba cosas por tantos nervios, lo cierto era que hasta ese momento solo había escuchado algunos ruidos, no había visto nada paranormal.

A lo lejos, en medio del monte pude distinguir una lucecita, así poco a poco pude llegar a ese rancho, con los ladridos de los perros salió un señor ya entrado en años, con carabina en mano y mal encarado.

Al preguntarme que andaba haciendo solo en la noche por esos lugares, le expliqué quien me había mandado,  lo que necesitaba y quien era mi abuelo, después de escucharme me pidió esperarlo, luego regresó estirando un burro.

  Serían como las 10 de la noche,  pero en medio del monte parecían las 3 de la mañana, me monté en el animal mientras el señor me indicaba cual era el camino para llegar al rancho de mi abuelo, el cual estaba como a 20 minutos de ahí, si agarraba por una brecha poco transitada, cruzando el arroyo por un puente,  también me sugirió apurar al animal,  porque ese camino no era muy seguro por las noches.

Después de avanzar unos minutos aquel rancho se perdió entre la obscuridad, solamente había una vereda en medio de todos los matorrales, recuerdo tararear una canción tratando de dominar mis nervios,  cuando de en medio de la obscuridad claramente escuché que me chistaban.

Me puse más nervioso,  empecé a voltear sin poder distinguir a nadie, como a la mitad del camino se escuchó el sonido cuando corre el agua,   después miré un pequeño puente, que pasaba sobre un arroyo,  antes de llegar el burro se detuvo y ya no quiso moverse, eso me empezó a dar mala espina.

Le pegaba fuerte con los pies para que caminara,  el burro no quería avanzar,  parecía que tenía miedo, no tuve más remedio que bajarme,  desesperado lo tomé de las riendas, así caminé por el puente jalándolo aunque varias veces intentó detenerse, cuando por fin logramos pasar aquel puente de madera,  me volví a montar.

De repente al burro pareciera que le daban cachetadas,  alguien que yo no era capaz de ver lo estaba golpeando,  se escuchaba claramente el sonido cuando le pegaban al burro, como se asustó tanto el animal me tumbó,  emprendiendo la huida dejándome solo en medio del monte,  a pie, para mi desgracia la lámpara se había roto en la caída, ahora tendría que ir para el rancho caminando y a obscuras.

No tenía otra opción,  debía seguir el camino aunque éste se me hacía eterno, más aún porque de vez en cuando seguía escuchando claramente como alguien que estaba muy cerca de mí,  me chistaba.

Lo peor que me pudo pasar fue ver una sombra esconderse entre unos matorrales, me helaba la sangre pensar que la bruja me seguía, porque no podía ser que el burro se hubiera regresado o viniera de tras de mí.

Caminé por aquella vereda,  sintiéndome perdido a mitad de la noche, por más que trataba de reconocer el camino,  me era imposible,   de pronto me paré en seco porque escuché a lo lejos el llanto de una niña.

Mis nervios rápidamente se convirtieron en miedo por el lugar y la hora que era, no me parecía normal escuchar algo así,  no quería ni saber de dónde venía aquel sonido, pero cuando lo ubiqué supe que era a unos metros, en frente de mí.

Conforme me acercaba se escuchaba el llanto más fuerte, cuando estuve lo suficientemente cerca,  todo se quedó en el más terrible silencio y yo me detuve otra vez,  no se veía a nadie,  pero presentía que era ahí,  empecé a buscar en medio de la obscuridad hasta ver a una niña vestida de negro con largos cabellos recargada en unos matorrales, metida 1 o 2 metros entre el monte.

Le pregunté que si estaba perdida, como no me contestaba,  le volví a preguntar, aquella niña volteo a verme y al hacerlo me hice para atrás al darme cuenta que no era una niña, era una anciana horrible que empezó a reírse, de una manera espantosa.

Tenía una cara enorme, con toda la piel arrugada,  unos grandes ojos completamente negros,  comprendí que era ella la que me venía siguiendo, se me puso la piel de gallina cuando caí en cuenta que era la bruja,   por instinto corrí sin rumbo tratando de ponerme a salvo.

Aunque mis piernas no me respondían al 100, me alejaba lo más que podía de ese lugar, mientras seguía escuchando como se reía más fuerte cada vez,  no sabía si era porque la bruja me perseguía  o porque en realidad yo no avanzaba tan rápido.

Cuando por fin dejé de escuchar esas horribles carcajadas me sentí a salvo, pero al querer retomar la vereda por donde venía ya no la ví, la busqué desesperado y nada, supe que estaba perdido.

Me desubiqué por completo,  por más que intentaba no encontraba el camino, tal vez serían las 11 o las 12 de la noche,  no podía esperar a que amaneciera sabiendo que la bruja andaba rondando por ahí, peor aún,  me rondaba a mí.

Luego empecé a escuchar que me decía muchacho, muchacho ven,  no te voy hacer nada, el miedo me hiso volver a correr por donde fuera sin preocuparme si me metía aún más en el monte.

Por mucho tiempo corrí desesperado,  a obscuras, pidiéndole a Dios encontrar el camino para llegar al rancho de mis abuelos, todo ese tiempo la bruja no se apareció,  aunque yo sentía su presencia, sabía que estaba metida entre los matorrales.

Llegué a imaginar que tal vez estaba esperando verme cansado para que no pudiera defenderme a la hora de atacarme, o quizá solo estaba jugando conmigo, una u otra cosa me tenían con los nervios de punta.

En ocasiones recordaba al señor de la tienda cuando me ofreció un arma,  porque en ese momento mucha falta me hacía, pensaba que me hubiera traído un cuchillo o un machete, por mi negativa ahora estaba ahí indefenso,  a merced de la bruja.

Cuando menos lo esperaba encontré el camino, me alegré como nunca,  aunque ahora el dilema era agarrar el rumbo correcto que me llevara al rancho de mis abuelos,  porque si me equivocaba, regresaría a la tienda recorriendo todo el tramo de nuevo.

Arriesgando mi suerte caminé lo más rápido que pude hacia mi izquierda, sin ninguna luz, en medio del lodo, por suerte en menos de 15 minutos miré el rancho de mis abuelos,  en ese tiempo tenían 2 perros grandes,  los cuales cuando entré al terreno empezaron a gruñir muy feo tratando de echárseme encima.

Cuando salieron mis abuelos los perros corrieron hacia mí,  pero se pasaron de largo, mi abuelo sorprendido gritó   porque llegaba a esa hora,  también me preguntó quién venía conmigo,  me aseguró que alcanzó a ver una sombra caminando de tras de mí,  pero corrió cuando miró a los perros.

Entramos casi corriendo a su casa,  mientras escuchábamos ladrar muy fuerte a los perros,   ya pasado el susto les empecé a contar lo sucedido, desde que Salí de la tienda hasta llegar a su rancho, mis abuelos estaban espantados por todo lo que les decía, por último le pregunté a mi abuelo si era cierto que él le había disparado a la bruja aquella noche que me contó el señor.

Platicó la misma historia, como ya la había escuchado, pero también algo más, me enteré que cuando venía en su camioneta para el rancho,  a medio camino se le ponchó una llanta muy cerca del arroyo.

Para entonces serían como las 11 de la noche, hacía demasiado frío, por eso se apuró en cambiarla, mientras lo hacía escuchaba como alguien caminaba pisando las ramas secas, aunque nunca pudo ver a nadie se sintió inquieto

Cuando por fin terminó de hacerlo,  abrió la puerta de la camioneta para subirse,  pero apenas lo iba hacer cuando sintió que alguien lo agarró fuertemente de un tobillo.

Mi abuelo pensó que se había atorado con algo, pero al voltear a ver su pie se dio cuenta de algo espantoso,  era una mano negra con grandes uñas quien lo tenía pescado, queriéndolo jalar para debajo de la camioneta.

En El Monte Historia De Terror

en-el-monte-historia-de-terror
en-el-monte-historia-de-terror

Con fuerza se agarró del volante,  a pesar de que aquellas uñas se le encajaban cada vez más en la piel, estiraba su pie intentando zafarse, estiró hasta que lo logró,  se encerró en la camioneta, estuvo ahí esperando a ver quien salía de abajo pero nada pasó.

Después de un rato  mi abuelo escuchó como alguien golpeaba la camioneta por la parte de abajo, se movía con mucha fuerza, pensaba que alguien quería levantarla, también escuchaba unos rasguños horribles.

Aún nervioso encendió la camioneta y arrancó rumbo al rancho, con las luces delanteras alcanzó a ver como enfrente de él una mujer de negro a unos 8 o 9 metros cruzó el camino prácticamente volando,  perdiéndose entre la obscuridad.

  Todo esto,  había sucedido muy cerca de ahí,  luego se arremangó el pantalón y me enseño las cicatrices de su tobillo, al preguntarle él porque nunca me lo había dicho, sonrió un poco,  supe que no lo hizo para que no me asustara.

Comprendí que lo de bruja era real, no era un fantasma ni nadie imaginario, tampoco se trataba de un cuento, muchos animales habían muerto y algunas personas desaparecieron a lo largo de los años, mis abuelos habían estado viviendo con extremo cuidado pero también con mucho miedo.

Cuando amaneció,  mi abuelo salió a darle de comer a los perros pero ninguno de ellos estaban, me pidió que lo acompañara a buscarlos en el monte, cada quien con machete en mano, caminamos entre los matorrales hablándoles y silbándoles,  pero no aparecían.

Pasados unos 10 minutos encontramos al primero, parecía que lo habían tasajeado con alguna navaja, tenía los ojos abiertos y la lengua de fuera, algo raro fue darnos cuenta que no había rastros de sangre por ningún lado.

Cuando encontramos al segundo,  mi abuelo se sorprendió, el pobre perro tenía los ojos casi de fuera,  como si lo hubieran aplastado o peor aún,  pareciera que lo habían aventado desde muy alto.

La conclusión que sacó el abuelo fue que la bruja lo había levantado por los aires, arriba le chupó la sangre y después lo dejó caer, porque tampoco encontramos rastros de sangre a su alrededor.

Nos regresamos al rancho, ahí dejamos los perros tirados, fuimos por una pala para enterrarlos en el monte y que no los mirara mi abuela, tardamos quizá unos 25 minutos en regresar,  cuando llegamos al lugar los perros ya no estaban.

No lo podíamos creer, si se los llevó un animal tendría que ser grande porque los perros también lo eran, además pudiera ser que se llevara 1, pero no estaban ninguno de los 2, por algunos minutos buscamos por los alrededores sin encontrar nada.

De regreso para el rancho mi abuelo me contó que no eran los primeros perros que morían de esa forma extraña, solamente de ellos ya iban como 10, porque en los demás ranchos también habían matado a muchos.

Algunos de ellos los encontraron mutilados, otros animales les faltaban todas las patas, solo a 2 de ellos estaban sin cabeza, la mayoría estaban secos,  esto sin contar los perros que se han desaparecido durante mucho tiempo.

Cuando me platicó que no solo habían matado perros, otros animales como gallinas,  chivas y hasta vacas amanecían muertos,  más me preocupé, porque mis abuelos ya eran muy grandes de edad y vivían solos.

Traté de convencerlos de irse a vivir con nosotros a la ciudad, porque siempre viviríamos con el pendiente, pero nunca quisieron, estar en el rancho era su vida.

De esto ya pasaron muchos años, llegué a ir un par de veces más, mi abuelo nunca tocaba ese tema, por respeto nunca le pregunté si de verdad creía que quien mató a los perros fue la bruja.

Al morir mis abuelos,  por insistencia mía,  mis padres vendieron el rancho,  porque querían irse a vivir ahí, o por lo menos ir en las vacaciones, no les importaba lo que contaran de la bruja, pero yo que todos los días me acordaba lo que viví, no haría tal cosa,  ni dejaría que mi familia lo hiciera.

Autor: Gato Negro.

Derechos Reservados

Share this post

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Historias de Terror