La Bruja y La Rueca, Historia De Terror 2023

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La Bruja y La Rueca, Historia De Terror 2023

La Bruja y La Rueca, Historia De Terror… Los espíritus malignos suelen posesionarse de casi cualquier objeto. Muchas personas creen, que estos pueden acechar a cualquier persona que los toque, mas no es así, por lo regular, estos seres son atraídos por la energía que emanamos, entre más clara nuestra luz, les resultará más atractiva, y mayor riesgo tenemos de ser víctimas de estos seres de bajo astral. La historia que hoy quiero compartirles es un claro ejemplo de lo que explico, fue algo que me ocurrió ya hace bastante tiempo.

Aún era soltera por aquel entonces, soy originaria de Guadalajara, Jalisco. En mi familia éramos siete hermanos, mi padre nunca se hizo responsable de nosotros en ningún sentido, motivo por el cual, desde muy pequeña tuve que buscar una manera para trabajar y apoyar a mi madre, ya que soy la mayor de mis hermanos.

Una vecina me consiguió trabajo. La señora se dedicaba a la fabricación de tobilleras y calceta. Primero nos ofreció planchar docenas en mi propia casa, ella le trabajaba a una fábrica aún más grande, era lo que se podría llamar, contratista.

Con el tiempo el trabajo creció, ponía a mis hermanas a ayudarme a planchar también, y así ganábamos más dinero, pues la paga era por docena. Pasó un tiempo y no supe nada de la señora. La pasamos mal, pues el dinero no ajustaba.

Un día, volvió a buscarme, me dijo que se cambió de casa y que la empresa para la que trabajaba había quebrado, pero, que me podía conseguir trabajo de costura en otra empresa, ya fuera que cosiera en casa o en la fábrica. Como no contábamos con máquina de coser en casa, le pedí de favor me diera la dirección para acudir a la empresa.

El lugar no estaba muy alejado de mi casa. Se localizaba en un complejo de edificios de departamentos nuevos, la casa en donde estaba la empresa desentonaba con el resto de los edificios, ya que era una construcción muy antigua y muy grande.

Mantenía unos ventanales enormes, en su mayoría faltaban vidrios. Por fuera lucia muy descuidado, una enorme cortina de hierro que conducía a una rampa, donde se estacionaban los vehículos que entregaban y recogían el material, a un lado de la rampa, estaba una escalera, que llevaba a la puerta de empleados.

Dentro era otra cosa, el lugar estaba muy arreglado, con una docena de máquinas industriales, mesas de trabajo, los muros bien pintados y los pisos, aunque llevaban azulejos viejos, de esos que eran a blanco y negro, se veían en buen estado.

Me contrataron de inmediato, les dije que venía de parte de la señora Gloria. El ambiente era bastante bueno, la mayoría éramos chicas de la misma edad, de entre 14 y 18 años, nos gustaba la misma música, no tardamos en acoplarnos.
Otra cosa que nos gustaba mucho, eran las historias de aparecidos.
Se nos hizo costumbre, cada viernes, que era el día que más trabajo teníamos, contar historias de este tipo.

En la segunda planta del edificio, estaban las bodegas donde almacenábamos el material y el tercer piso, era usado como desván, allí eran arrojadas las máquinas que ya no servían.

Ninguna de nosotras habíamos entrado a ese lugar y a la bodega, íbamos solo cuando era muy necesario, siempre intentábamos que le tocara a una chica diferente, pues nos daba miedo estar allá arriba, ya que el lugar estaba muy descuidado, sus muros eran negros y mantenía ciertos dibujos extraños. A veces bromeábamos con que en las bodegas la dueña practicaba brujería.

En cierta ocasión me tocó a mi subir a guardar material, noté ciertos sonidos extraños en dirección a la escalera que daba al desván, era el sonido de una máquina de coser, solo el sonido de la rueca, no como suenan los motores de las máquinas industriales, sino como esas antiguas de pedales, reconozco bien ese sonido, porque mi abuela tenía una máquina de esas en su casa.

Aunque sentí algo de miedo, fue mayor mi curiosidad. No sé si llamarle curiosidad, hoy en día creo que fue algo más, lo que me llevó a subir escaleras arriba. Comencé a subir lentamente las escaleras, seguía escuchando el sonido de la máquina de coser. Cuando llegué al desván, no encontré ninguna máquina de coser que pudiera ocasionar ese sonido, si había varias máquinas antiguas, pero estaban todas encimadas, una sobre otra.

Una de mis compañeras llegó a buscarme, pues ya llevaba algo de rato allí arriba. Le expliqué lo que había escuchado, ella me dijo que en otra ocasión, escuchó algo similar, solo que además del sonido de la rueca, escuchó el golpeteo de una aguja, solo que no me quiso decir, para que no me sugestionara, pero si era muy común, que asustaran en a fabrica.

El desván por sí solo bastaba para transmitir miedo, estaba todo empolvado, las máquinas amontonadas junto a varios maniquíes viejos, con los rostros rotos, daban la apariencia de ser los adornos de una casita del terror.

Entre polvo, vi brillando algo en el piso que llamó mi atención. Me acerqué, era una especie de revista con símbolos esotéricos. Mi compañera me pidió que tirara la revista. En eso, vimos como la rueca de la máquina que se encontraba debajo de todas, comenzó a girar por si sola, lo mismo la aguja y los pedales.

Corrimos hacia abajo. Las chicas ya nos esperaban escaleras abajo. Les contamos lo que nos ocurrió, todas se espantaron y comenzaron a sugerir que nos fuéramos. Una señora, que era la encargada, nos tranquilizó, nos hizo ver que era irracional irnos por una simple aparición, sugirió que nos pusiéramos a rezar.

La obedecimos, y aunque logramos tranquilizarnos, ya nadie quiso subir a la bodega a solas, cuando teníamos que ir, íbamos al menos dos personas a la vez. Se llegó una temporada en la que el trabajo se escaseó, despidieron a varias chicas, de ser un equipo de doce personas, terminamos trabajando cinco, más esa mala racha, no duro mucho tiempo, y cuando hubo mucho trabajo de nuevo, preferimos cubrirlo entre nosotras, ya que nos pagaban más.

Este exceso de trabajo se traducía en horas extras, a veces nos quedábamos hasta las dos o tres de la madrugada cosiendo calceta, como estábamos tan atareadas con el trabajo, no nos dimos cuenta de que los sucesos extraños seguían ocurriendo. Creo que fue la encargada la que notó lo que ocurría.

Siempre que he sido testigo de algo paranormal, siento que lo primero que ocurre, es una sensación de vació profunda. Recuerdo que teníamos una grabadora que sonaba muy fuerte, no solíamos sintonizar el radio, por lo regular dábamos un turno a cada una para poner algún casete que nos gustara, en esa ocasión, escuchábamos un casete mío de Alaska y Dinarama.

La grabadora dejó de correr la cinta del casete, después se sintonizó una estación de radio y enseguida se cambió por si sola hasta que el sonido quedó en pura estática. Quedamos sorprendidas, la grabadora nunca nos había fallado de esa manera. En eso la encargada lanzó un grito de puro terror. Todos nos giramos para ver que era lo que le hizo gritar de esa manera.

Ella miraba en dirección al pasillo que sacaba a las escaleras. Todas vimos la silueta de una mujer suspendida en el aire. Esa imagen no tenía explicación alguna. Todas salimos corriendo y gritando.

La Bruja y La Rueca, Historia De Terror

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Tan asustadas estábamos, que cuando salimos cerramos la puerta y ninguna traía llaves a la mano. Como cosa hecha adrede, cuando buscábamos las llaves, la grabadora volvió a correr mi casete, como si nada hubiera ocurrido. Tuvimos que llamarle a la patrona para que nos abriera de nuevo.

Le contamos lo que nos ocurrió. Yo pensé que no nos creería, pero después de que nos escuchó, nos recomendó no subir muy seguido al ático, y en caso de hacerlo llevar algo de protección, pues la finca era muy antigua, tenía sus memorias, y tal vez, algunas de las personas que la habitaron, no fueron buenas.

Entendía a que se refería, y aunque sus comentarios me asustaron, también clavaron la espina de la curiosidad en mi mente.

Recordé la revista que encontré en el ático. En cuanto tuve oportunidad me la llevé a casa, no era un volumen viejo, la fecha de edición marcaba dos años atrás. Esto despertó intriga en mí, era posible que la revista fuera de alguna de las chicas de la empresa, tal vez de una de las que despidieron o de las que se encontraban conmigo. Me inclinaba a creer más lo primero, pues si alguna de las chicas de allí estuviera practicando brujería, no era posible que se espantara de la manera en que nos espantamos todas.

Revisé a detalle la revista, nunca antes había visto algo igual, no sé de dónde la habrían sacado, sin duda alguna no era una publicación del país, ya que todos los artículos estaban redactados en inglés.

Aunque mi nivel de inglés era muy básico, por medio de los símbolos que usaban, y algunas palabras que entendía, pude darme cuenta que la mayoría de los escritos eran hechizos, tanto amarres, como invocaciones a seres de bajo astral. Vi incluso algunas imágenes a blanco y negro de espectros. No quise conservar la revista, con ayuda de alcohol industrial le prendí fuego.

A partir de esa aparición, ya ninguna chica estuvo a gusto, la más chica de nosotras, incluso faltó toda una semana. Cuando se reportó, dijo haber enfermado gravemente del estómago a causa del susto. Ya que volvió, llevaba consigo un escapulario bendito, también nos pidió que le dejáramos colocar un enorme crucifijo en el cuarto de máquinas.

Nadie puso objeción alguna, colocaron el crucifijo y un cuadro de la virgen de Guadalupe, además, colocamos una mesita debajo, un florero y varias veladoras. Cada lunes cambiábamos las flores, siempre en color blanco. Después de colocar ese altar improvisado, los sucesos paranormales se apaciguaron. No es que desapareciera, aun de vez en cuando, las chicas decían escuchar ruidos raros.

Por ejemplo, la puerta que dividía el cuarto de máquinas, con la sala de planchado, era corrediza, recuerdo que escuchábamos una canción de Luis Miguel, era muy movida, de un segundo a otro, la puerta se abrió sola y el sonido de la grabadora se bajó. Fue cosa de unos segundos, y aunque nos dio miedo, decidimos no prestarle mucha atención y seguir trabajando.

En otra ocasión, la encargada dijo haber escuchado cánticos provenientes del ático, una especie de rezo en otro idioma. No tardé en escucharlo yo también, cierta ocasión que entramos antes de las cinco de la madrugada a trabajar. Era un sonido muy tenue, aun así, lo suficiente fuerte como para entender algunas de las palabras. Mayormente se escuchaban maldiciones, de no ser porque todas estábamos en el cuarto de máquinas, juraría que una de nosotras estaba realizando brujería a escondidas.

Dos de nosotras perdimos la paciencia, aun con miedo, cuando escuchamos los susurros, decidimos subir escaleras arriba. Estábamos apenas en la zona de bodega, cuando pudimos distinguir mejor la voz. No se trataba solamente de una voz, de hecho, en ese momento notamos que era lo que ocurría exactamente. Una persona recitaba las maldiciones y otra voz gutural le contestaba.

La primera voz sonaba humana y real, pronunciaba los nombres de varias personas, después varias indicaciones y finalizaba recitando unas palabras difíciles de traducir, pues jamás escuché un idioma parecido, en seguida le contestaba esta voz gutural terrible. No nos atrevimos a confrontar a quien estaba realizando este oscuro ritual, bajamos sigilosamente.

Cuando estábamos abajo, coloqué la grabadora en el pasillo y subí el volumen a la música. Les contamos a las demás chicas lo que habíamos escuchado allá arriba. Todas concordamos en que alguien estaba entrando a escondidas a la casa, la mayoría sospechaba de la dueña, pues las únicas personas que contaban con llave, era ella y la encargada.

Planeamos ponernos de acuerdo para descubrir a la persona que estaba realizando esas prácticas, si es que era una persona real y no solo un espectro. Decidimos llegar una hora más temprano de lo acostumbrado, sabíamos que entre más temprano, existía mayor probabilidad de escuchar las maldiciones.

No recuerdo ni que día fue, solo que no fueron todas las chicas, a algunas les dio miedo, supongo, terminamos yendo solo tres, incluyendo a la encargada. Yo llevaba agua bendita, un rosario y hasta una biblia que tenía mi mamá, de alguna manera, ese libro siempre me hizo sentir protegida en todo aspecto. La encargada llevaba un sirio bendito y un crucifijo.

Entramos tratando de hacer el menor ruido posible. Abrimos y cerramos la puerta muy lentamente, justo cuando entramos, escuchábamos los susurros, ya había alguien en el desván realizando sus invocaciones.

Caminamos lentamente hacia la escalera, entre más nos acercábamos al desván, los sonidos eran más legibles. Las chicas estaban nerviosas, igual que yo. Esta vez la voz que le respondía, sonaba con rabia, como si estuviera enojada, siempre terminando en un sonido gutural, no sabría cómo explicarlo, pero era algo así, como si un perro intentara hablar.

Estuvimos a punto de echarnos para atrás, las voces eran demasiado aterradoras, pero la encargada nos inspiró valor, nos decía que debíamos continuar, si deseábamos terminar con los horrores que vivíamos en la fábrica. Yo me cuestione en mi mente, sino habría sido mejor, haber traído a un sacerdote experto en exorcismos, más intente pensar que la fe nos salvaría, a fin de cuentas, si dios estaba de nuestra parte, nada nos dañaría.

Una vez que llegamos al desván, perdimos todo sigilo, pues, abrimos la puerta de golpe, irrumpiendo todas al mismo tiempo en la habitación.

No podíamos creer lo que veían nuestros ojos. Estaba una mujer, de aspecto extraño, llevaba una especie de túnica hecha con fieltro, un sombrero de estrella estaba parada junto a la rueca de una antigua máquina de coser.

Nos miró con sus ojos vacíos, había algo más junto a ella, debajo de la mesa de la máquina, escondiéndose tras los pedales que accionaban la rueca, un animal, con ojos brillantes, parecía un perro, pero no lo era, era demasiado deforme para saber. El animal nos gruñía.

Fue cosa de unos segundos, porque la encargada, comenzó a arrojarle agua bendita, y cuando le caía el agua, el animal se retorcía.

Yo no reconocí a la bruja, pero escuché a una de las chicas mencionar un nombre, creo que era Sofía. La bruja se mostró asustada, dejó todas sus cosas, nos rogaba que no le dijéramos nada a la dueña, ya que realmente no estaba haciendo nada malo. Le exigimos que bajara con nosotras.

Mandamos a una de las chicas a hablarle a la dueña. Ninguna de nosotras pudimos encontrar al animal que estaba junto a ella, se esfumo por obra del diablo.

Cuando llegó la patrona, le informamos de lo que ocurrió. No quiso hablarle a la policía, ya que la bruja, era pariente de ella, creo que era una prima, no lo recuerdo bien, solo me acuerdo que las chicas me dijeron, que ella trabajó allí hace un par de años, antes de que yo entrara.

La mujer se fue casi llorando, ya que no le permitieron volver a entrar por sus cosas. A ella ya no la volvimos a ver jamás. Mandaron un cerrajero para cambiar las cerraduras, tanto de la entrada, como de las bodegas. Todas creímos que sería el final de nuestra pesadilla, desgraciadamente no fue. Después de un tiempo los fenómenos continuaron ocurriendo, esa bruja invocó algo maligno en la fábrica.

Lo primero que ocurrió, fue que una chica, salió con una marca algo extraña en su brazo, parecía la mordida de algún animal, solo que sin sangre, solo un moretón, con formas de mordidas. Después le ocurrió lo mismo a la encargada, solo que su herida se dio en una pierna.

Por aquel entonces, los servicios médicos eran más caros, sin embargo, teníamos cerca un centro de salud pública, solo era cuestión de llegar temprano, para que te dieran ficha. Fueron a que les revisaran las marcas. La doctora les dijo que eran hematomas, pero no le encontraban la causa, no existían golpes, ni principios de enfermedad, aparte, como lo dije, la marca parecía una mordida, se veían como dientes dibujados.

No les encontraron explicación a las marcas, ya que no iban acompañadas de ningún otro síntoma, tampoco eran la picadura de algún insecto, eran simples hematomas que aparecieron de la nada.

Otra chica también presentó las mismas marcas, solo que ella mencionó, haber sentido como si algo la mordiera. No paso mucho tiempo, para que a mí se me formara la misma marca. Me ocurrió, mientras acomodaba unas cajas en la bodega.

Escuché como si un perro gruñera, momentos después, sentí la mordida en mi mano derecha, fue una sensación de frio, como cuando te quemas con un hielo. Cuando retiré mi mano del rincón en el que acomodaba las cajas, vi esta criatura con forma de perro, se arrastraba hasta otro rincón. Desapareció escaleras arriba.

Les grité a las chicas que subieran rápido. Llegaron las chicas, y nos dirigimos hacia el desván, ya que en esa dirección vi que corrió el extraño animal. Llegamos arriba, no había manera en que el animal hubiera entrado, ya que el lugar estaba cerrado con llave, y en el espacio entre la puerta y el piso, no era posible que cupiera ni siquiera un ratón.

Abrimos la puerta, no encontramos nada, solo la maldita rueca de la máquina girando por si sola. El sonido de repiqueteo de la aguja, directamente en la mesa, era algo aterrador. Nos quedamos petrificadas, no entendemos como seguían ocurriendo esas cosas, si la bruja fue descubierta, además, la dueña mandó bendecir la casa con el sacerdote de la colonia.

Todas las que llevábamos la marca, comenzamos a tener pesadillas, eran sueños demasiados parecidos como para que fueran una simple coincidencia. Soñaba con una mujer cociendo cosas, que no me atrevo a decir, eran partes humanas, pieles, cabello, cosas así, demasiado asquerosas.

De la misma manera, la mujer bordaba ciertos símbolos en telas de lino, de los símbolos salían luces, y unos aullidos respondían al sonido de la rueca. La bruja arrojaba las telas bordadas a la bestia, que se encontraba en medio de un círculo, en el desván, esta comenzaba a danzar mientras daba esos malditos alaridos.

No recuerdo más del sueño, despertaba gritando, mi madre siempre se levantaba asustada cuando me escuchaba. Cuando le conté mi sueño, me dijo que el fin de semana me llevaría a consultar una curandera, pues era muy posible, que las marcas, fueran símbolos de brujería, que la bruja despertó un mal terrible en la fábrica, este mal, nos alcanzó a todas y no descansaría hasta que se tragara toda nuestra cordura.

Fui a visitar a la curandera en Tetlan, mi madre la conocía ya de años. Pensé que la curandera seriá una bruja parecida a la que corrimos de la fábrica, pero no, de hecho, era una señora bastante agradable, teniá una forma de ser muy dulce, de ese tipo de personas que saludan a todo el mundo cuando van por la calle. No se, a veces pienso que hay personas en este mundo, con la misión de ayudar y curar, esa mujer era una de ellas.

La mujer apenas me vio las marcas, me dijo que eran mordeduras de demonio. El problema era mas grave de lo que yo creía, nos pidió que las demás chicas fueran con ella también, era necesario curar a todas, ya que la bruja invocó algo que no pudo controlar, y este necesitaba alimentarse. Ella pensaba que la bruja, cuando la encontramos, estaba intentando deshacer lo que hizo, y si investigábamos un poco, lo comprobaríamos, la bruja sería quien mas afectada estaría.

Yo creí firmemente en sus palabras, ya que estas, tenían un tono que lograba convencerte. Me realizó unas curaciones y me dejó algunos encargos para hacer en la fábrica, esto con la finalidad de purificar el lugar, pero era necesario que todas fueran a curarse, ya que la criatura, que invocó la bruja, estaba hambrienta, era necesario quitarle su comida, para que muriera.

Le conté a las chicas, y todas estuvieron de acuerdo en acudir. Todas me apoyaron a realizar la purificación del lugar. Los fenómenos desaparecieron poco a poco, lo último que vimos, fue algo en verdad escabroso.

Nos encontrábamos planchando calceta, ya estábamos acostumbradas, a que nada raro ocurriera, y que todo estuviera en calma. Se diría que cantamos victoria antes de tiempo. Vimos entrar al taller, una extraña silueta, era demasiado grotesca como para poder describirse.

Como si una persona caminara con las manos, el torso le colgaba sin piernas, y se balanceaba el cuerpo de un lado a otro, mientras lanzaba unos horribles alaridos de puro dolor. Este ser, se quedó a unos metros de nuestra mesa de trabajo, dio varias vueltas, y cayó al suelo, como derritiéndose. Todas nos quedamos con la boca abierta, aquello no tenía explicación alguna.

Gracias a Dios, fue lo último en ocurrir, a partir de eso, tal como ese ser se derritió en el suelo, los fenómenos también, ya no volvimos a escucharlos jamás.

Durante una posada que nos hizo la patrona, ya entusiasmada por el alcohol, se me ocurrió preguntarle a la jefa, que había ocurrido con su pariente bruja. Lejos de molestarse la patrona, me mencionó, que no terminó bien, a la mujer, al poco tiempo de que la descubrimos, le dio una embolia, le quedó paralizada una mano y cojeaba de un pie.

Según eso, se acercó mucho a la iglesia, pero las personas que platicaban con ella decían que no estaba bien de la cabeza, casi siempre contaba incoherencias y cosas que no podían ser ciertas, la mujer contaba que tenía un demonio atrapado en un frasco, que tenía que mantenerlo sellado y vigilado constantemente, pues si se le escapaba, la mataría, por eso mismo también acudía al templo constantemente, buscando protección divina, según ella, allí no le podría atrapar el demonio.

Yo no creo que todo lo que la mujer dijo fueran mentiras, había visto demasiado cosas como para no creerle, eran demasiadas coincidencias como para seguir siendo estiptica. Duré trabajando dos años más en ese lugar, en todo ese tiempo no volví a presenciar nada extraño, ni nadie volvió a mostrar esas raras mordidas.

Autor: Mauricio Farfan.

Derechos Reservados.

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