Brujería 2023

Brujeria

Brujería 2023

Brujería…Voy a contarles una historia que es muy probable que sea complicado de creer, no sería la primera vez que me sucede pero es algo que pasa incluso hoy en día y que muchos practican de forma clandestina. Vi como practicaban brujería y yo tuve que hacerlo también.

El lugar donde ocurrió todo esto es en el Ejido de los Encinos en el Estado de Michoacán, es un lugar repleto de brujas y brujos de los cuales dicen que nacen de la misma tierra, que de las raíces de los arboles brotaron sus cuerpos después de tener años ocultos y entre estos brujos se encontraba mi abuela, o eso es lo que la familia siempre ha opinado de ella.

Es una bruja muy reconocida en el Ejido por ser una de las que tiene mayor poder, ha sido consultada por muchas personas de muy lejos y de la zona, incluso hasta celebridades debido a que ella tiene la fama de resolver las cosas rápidamente y sobre todo burlar a la muerte.

Fue en su casa donde varias ocasiones y de muy pequeña yo fui testigo de una serie de trabajos que la anciana llego a realizar. No siempre recibía dinero como paga, en ocasiones le llevaban comida u objetos de valor. Pero lo que siempre ella pedía, sin importar cualquier tipo de trabajo, era un mechón de cabello de quien solicitara sus servicios y si requerían que el trabajo fuera efectivo casi de inmediato pedía la punta del dedo meñique de cualquier mano.

Siendo honesta nunca supe cuántas bolsas con cabellos y dedos tenia resguardada en su alacena, pero todo lo tenía organizado con el nombre de a quien pertenecía.Mi abuela nunca fue precisamente aquella persona amorosa como mucha gente tiene a sus abuelos, muchas veces desee tener una abuela común y corriente pero tuve la mala fortuna de llevar en mi sangre la magia negra de ella.

Brujería

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Una vez llego un hombre desesperado a pedirle ayuda, siempre que llegaba un cliente sin cita mi Madre los hacia esperar a fuera de la casa debajo del encino que cubría la mayor parte de la casa, casi todos los días había un amarre, una limpia o un trabajo que hacer y esa ocasión ella se encontraba haciendo una limpia.

Mi Madre era quien se acercaba a ellos y les tomaba sus datos y siempre con ella llevaba unas tijeras o un cuchillo de carnicero con bastante filo. Aquel hombre no quiso pagar con su cabello, así que mi Madre le pidió que lo acompañara a un tocón que tenían a un costado de la casa, era el lugar favorito para realizar la transacción debido a que era la zona más alejada y los gritos no interrumpían las sesiones.

A mí no me gustaba ver eso y mucho menos escucharlo, gritaban con mucha fuerza pero después de un rato dejaban de hacerlo, aquel sujeto coloco la mano sobre el tocón y mi Madre le dio una rama envuelta en un trapo, le pidió que lo mordiera fuerte y sin advertirle al hombre mi Madre hizo un corte rápido.

Para mi aquello era tan desagradable y horrible que no entienda por que se dejaban dañar para resolver sus problemas y siempre mi Madre me respondía que no teníamos la vida suficiente para comprender todo lo que pude pasarle a una sola persona. Mi abuela salió casi al minuto de que aquel hombre pagara con su meñique, ella decía que el olor a hierro siempre le llamaba la atención. El sujeto se envolvió el dedo con un trapo que saco entre sus cosas y se acercó a mi Abuela para pedirle el favor de que desapareciera a su Jefe.

A mi abuela jamás le importaba contra quien realizaría la magia negra, a ella siempre le interesaba el pago y lo que sacrificaban los clientes y no solía negarse, siempre aceptaba los trabajos que le pedían, de ese modo lo invito a pasar a la casa y poco más de treinta minutos después ambos salieron y ella le recordó las instrucciones, el sujeto muy contento se fue y a la mañana siguiente allí estaba frente a la puerta con un gallo con plumas blancas en sus brazos.

Mi abuela lo vio y se rio, tomo el gallo en sus brazos y lo invito a pasar, le dijo que esperara en el árbol de encino en lo que terminaba el trabajo, mi Madre salió para recibir al gallo y mi abuela se lo entrego pidiéndole que lo haga caldo.

Mientras que esperaba aquel hombre sentado debajo del encino yo tuve la curiosidad de preguntarle si no le dolía lo de su mano, él la vio y sonriendo me dijo que al principio si le dolía, su mano la sintió muy caliente pero ya todo estaba en orden, aun le pulsaba el dedo pero era cada vez menos. El sujeto se presentó conmigo, me dijo que se llamaba Ramiro y que tenía 19 años, yo le di mi nombre y mi edad también y me respondió que me ganaba por varios años.

De esa manera es que me quede con el platicando por más de dos horas hasta que llego mi Madre con un plato grande de caldo, realmente se veía delicioso y le pregunte a mi Madre si podía comer yo también y ella me respondió tajantemente que NO, solo lo podía comerlo Ramiro. A mí me parecía muy apetitoso pero era raro que a Ramiro le costaba mucho trabajo comerlo, cada cucharada que le daba parecía que se lo pensaba mucho, tanto que el caldo restante se enfrió y tuvieron que volver a calentarlo.

Se podía ver que cada sorbo que daba le pesaba pasarlo y después de un largo rato en el que solo vi como Ramiro hacia arcadas y comía en partes, se lo termino todo. Mi Abuela salió de la casa y le dijo que desde mañana a primera hora sus problemas quedarían resueltos, Ramiro saco un saco de dinero y se lo entrego a mi Madre, se despidió de todos y de mi por mi nombre. No lo volví a ver por un buen tiempo hasta diez años después.

Durante esos diez años la clientela disminuyo, aun la visitaba gente pero ya no fue con la misma intensidad de antes. Había días en los que mi abuela se ausentaba por varios días y regresaba apestando a lodo y otras cosas, pero siempre traía algo para sus amarres. Sus métodos se volvieron un poco más extraños a tal grado que pedía hacer sus trabajos a puerta cerrada sola con el cliente.

Y una tarde después de varios años, Don Ramiro regreso a la casa procurando de nueva cuenta a mi abuela, ya era una persona muy diferente a la que había conocido de antes, ya no vestía de manera andrajosa y desaliñada, al contrario se le veía muy bien vestido y muy bien parecido.

No pude dejar de ver su mano izquierda que donde le hacía falta el dedo meñique. Él me reconoció al instante preguntándome si yo lo recordada y después de varios minutos de ponernos al día mi Madre salió por él invitándolo a pasar. Duraron un par de horas platicando, mucho más de lo habitual cuando de pronto mi abuela salió de la casa y me pidió que entrara. Sentado en el piso, Ramiro apretaba su mano derecha con un trapo cubierto de sangre, mi Madre me pidió que me sentara a un lado de ella mientras que la Abuela terminaba de mezclar unas hierbas.

Nos quedamos los tres en silencio hasta que mi abuela dejo de murmurar algo. Ella menciono que Don Ramiro tenía una propuesta la cual consistía en llevarme a otro Estado para que tuviera una mejor calidad de vida, Don Ramiro tendría que terminar un trabajo que le pidió a mi abuela y regresaría al día siguiente para que me fuera con él. Yo no sabía que decir pero miraba a mi Madre esperando a que se negara o dijera algo pero no decía nada, no obstante note que de sus ojos brotaban lágrimas. Don Ramiro aseguro que cuidaría de mí y que no tenia de que preocuparme, se levantó de su lugar y se despidió de las tres.

Por más que intente entrar en razón a la abuela ella siempre me ignoro, nunca me había dado mi lugar como su nieta y eso me hacía pensar que jamás me quiso, yo no tenía pensado seguir a Don Ramiro pero mi Madre ya estaba hechizada por mi abuela y solo se comportaba como una marioneta.Al día siguiente llego Don Ramiro pero ahora traía consigo a dos gallos de color marrón. Entro a la casa y se los entregó a mi Madre, ella sin decir ni una palabra se los llevo dentro de la casa.

Don Ramiro se sentó debajo del Encino y me pidió que me acercara para platicar. Fue entonces cuando aproveche a decirle que yo no estaba de acuerdo en seguirlo, pero él me interrumpió diciéndome que sería lo mejor para ambos, discutimos por más de una hora cuando llego mi Madre con dos platos listos de caldo de pollo, esta ocasión ambos olían muy mal, las cabezas de los gallos flotaban en el caldo y el líquido se veía espeso y espumoso, cuando Don Ramiro las miro no pudo evitar el asco y vomito a un lado del encino.

Mi Madre le pidió que lo siguiera al comedor donde le ofreció un asiento y se dispusiera a comer, Don Ramiro no pudo evitar nuevamente el asco pero ahora era por el olor. Mi abuela entro al comedor y le indico que si esos platos no se comían por completo la brujería no surtiría efecto, analice la situación y llegue a la conclusión de que Don Ramiro tardaría más de dos horas en terminar su comida, me daba el tiempo suficiente para seguir convenciendo a mi abuela o escapar en el peor de los casos. Mi abuela se retiró a otra habitación así que me apresure a hablar con ella.

Me quede parada en la puerta observando como guardaba raíces y especias en un sus frascos, trataba de buscar la mejor manera de hablar con ella pues antes de que yo dijera algo me dijo que me encargaría un trabajo, se acercó hacia mí y tomo un mechón de mi cabello y lo corto con unas tijeras, busco entre sus frascos un puñado de mondadientes y los amarro con mi cabello, encendió una vela negra que tenía a su costado y los quemo de la punta por un par de segundos. Abrió otro frasco con extracto de cúrcuma e impregno la punta de los mondadientes con ella.

Se acercó a mí y me los entrego, me dijo que si tanto era mi deseo de no salir de esa casa llena de Magia negra y quedarme por el resto de mi vida con ellas, pinchara el brazo de Don Ramiro con los palillos mientras dormía, si las cosas saldrían bien en unos días la transformación terminaría y habría un gallo ocupando su lugar, pero si yo quería que los efectos fueran inmediatos ya sabía cómo tenía que pagar.

Más de tres horas después Don Ramiro termino por fin, se le veía verde del rostro y apenas podía mantenerse de pie pero ya estaba listo para llevarme con él. Yo tenía guardado en mis cosas los palillos que mi abuela me había dado y en mi cabeza aun resonaban las palabras de ella advirtiéndome de mi destino si me quedaba con ellas. Cuando me acerque a mi Madre para despedirme de ella note que lloraba pero no decía nada, tenía la mirada perdida hacia enfrente así que le pedí a mi Abuela que la liberara si en verdad quería a su hija, pero la vieja bruja no dijo ni una palabra.

Cuando llegamos a casa de Don Ramiro me di cuenta que había hecho una fortuna desde hace tiempo, era una Mansión donde vivía, se notaba que se daba sus lujos y que tenía dinero, el me confeso que todo inicio con un antiguo jefe que tenía, no era una mala persona pero si era un obstáculo en su vida para generar ganancias, no otra opción más que pedir ayuda de mi abuela para eliminarlo, cuando dijo esto levanto su mano izquierda y me mostro su meñique a la mitad, luego me comento que formo equipo con dos socios los cuales resultaron ser personas tiranas en los negocios y tenía la idea de que querían sacarlo así que nuevamente le pidió ayuda y me mostro todo el dedo cortado de tajo. Ahora no tenía nada que lo detuviera y aunque le faltaran dedos podía mover más cosas que antes.

La primer semana que estuve con él, las cosas se comportaron tranquilas pero una noche de domingo cuando ya solo estábamos nosotros dos en la mansión, me prepare para ir a dormir Don Ramiro irrumpió en mi habitación e intentó convencerme de que lo besara, no tenía intenciones de hacerlo, he de aceptar que antes de que me intentara llevar con él me parecía una persona atractiva pero ahora me parecía despreciable, me negué a hacerlo pero me forzó a que le respondiera así que lo mordí en la boca y él se aventó al piso de un golpe. Me maldijo y advirtió que yo era ya de su propiedad y regresaría en un rato, me advirtió de que tenía que cooperar o habría consecuencias. Cerro la puerta dejándome sola así que me levante y corrí a mi maleta, no tenía días para esperar a que él cambiaria así que no tuve de otra y cortar mi dedo.

Fue lo más difícil que he llegado hacer en mí, hace días que de la cocina había tomado el cuchíllo más filoso de la cocinera y lo escondí en mi cama, lo había hecho para defenderme en caso de que Don Ramiro intentara algo así, pero quería verle sufrir por el daño que me quería hacer, me senté a un lado de la cama donde no me vieran, puse la mano sobre la alfombra y levanté el cuchíllo, no tuve el valor de hacerlo en los primeros intentos pero sentía que Don Ramiro estaba a punto de entrar a la habitación, tuve la precaución de atorar la puerta con una cajonera y que eso me diera un poco más de tiempo, me tomó un minuto para respirar un poco y tomar valor cuando de pronto escuche que golpeaban la puerta.

No tenía ya más tiempo que perder, tome un peine de madera y lo mordí y con un movimiento rápido hice un corte casi completo y un poco chueco. Me dolió bastante, la mano me palpitaba tanto que no podía aguantar el dolor, ya la puerta casi se abría, así que me apresure para sacar los mondadientes y los llene de mi sangre del pedazo de meñique y en cuanto abrió la puerta Don Ramiro yo ya lo estaba esperando. Se acercó hacia mí y antes de que me pusiera un dedo encima lo pinche en el brazo.

Él se hizo un lado y me vio aterrorizado, miró los mondadientes y mi mano manchada, sabía lo que le pasaría, me maldijo e insultó varias veces y se fue de mi habitación, lo perseguí hasta otro cuarto en el que cayó de costado y comenzó a convulsionar, recordé que cuando mi abuela me entregó los mondadientes, me explicó cómo funcionaba con los meñiques y el proceso no tardaba mucho, así que Don Ramiro comenzó a cambiar su apariencia, no quise verlo así que Salí del cuarto y esperé hasta que terminara.

Media hora más tarde, me encontré con un gallo de color negro, desde el pico a las patas y a cada pata le faltaba un dedo. Estaba desmayado, respiraba con dificultad, le quité el cinturón del pantalón y se lo puse al gallo para que en caso de que despertara no se escapara, a los pocos minutos Salí de la mansión con él en dirección a casa de mi abuela.

Llegué a medio día del día siguiente, en la puerta de la casa me esperaba mi Madre y la Abuela, quien se rio de mí. Mi Madre tomó al Gallo y lo llevó a la cocina, yo ya sabía lo que seguía así que si no quería que el embrujo se me regresara tenía que comerlo, pero antes de que me quedara sola en el comedor le pregunté a mi abuela que, porque era de color negro el gallo a diferencia de los demás, ella me contestó que se debía al color de su alma por tanto mal que había hecho, se quedó en silencio durante unos segundos y me preguntó que con cuantos mondadientes le había pinchado. Le dije que, con todos, se rio nuevamente de mí y me dijo que solo se ocupaba de uno.

No me gusta recordar cuanto tiempo me tardé en consumir el caldo, parecía chapopote y no pude acabarlo rápidamente.Mi abuela me ofreció quedarme con ellas, pero si lo hacía mi alma quedaría prisionera como la de mi Madre hasta ya no tener forma de sentir o pensar, la magia negra que se manejaba en casa era muy fuerte para alguien que no lo practicaba o la entendía. Terminé yéndome lejos de allí para rehacer mi vida, lamento si no puedo dar más detalles sobre mi actual vida, pero me visto forzada a desaparecer por lo que ocurrió, las brujas existen y tengo la mala fortuna de que una de ellas sea mi abuela.

Autor: Mario Franco Corrales Lengua de Brujo.

Derecho Reservado.

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