El Vendedor De Libros Historia De terror 2023

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El Vendedor De Libros Historia De terror 2023

El Vendedor De Libros, Historia De terror… Cuando mi esposa y yo recién nos casamos, nos mudamos a una colonia, en la que viví la mayor parte de infancia. Un amigo de mi padre, me rento un departamento a un excelente precio.

Nuestro matrimonio, fue algo precipitado, pues mi esposa estaba embarazada de mi primera hija, esto trunco mucho de nuestros planes. Sinceramente, no deseaba regresar a la colonia que me vio crecer, pero al menos el departamento era mucho mejor que el cuartito de vecindad en el que viví de niño.

Los primeros días fueron los mas pesados, pues es una etapa en la que es necesario, llegar a acostumbrarse, pues no es lo mismo, la forma de ser durante un noviazgo, donde por lo regular se suele ser un poco hipócrita y mantienes esta idea de que todo será cuento de hadas, no obstante, descubres que la realidad es diferente a lo que imaginabas.

Aun con estas diferencias eramos felices. Inexpertos en todo lo que refería al hogar, nos dividíamos las labores del hogar, e intentamos hacer rendir mi pequeño sueldo. Nunca es fácil cuando se empieza una familia.

En cierta ocasión, fuimos al mercado local de la colonia, el cual es muy famoso en Jalisco, por ser una de las colonias mas comerciales de Zapopan.

Todo el mercado y la avenida principal, esta atiborrada de tiendas de ropa, abarroteras, tiendas de desechables, dulcerías, un sinfín de comercio. Incluso en la plaza, frente al templo, suelen ponerse ambulantes, vendiendo cosas de segunda mano. En uno de esos puestos ambulantes, fue donde conocí al vendedor de libros.

Tengo un enorme gusto por la lectura y una gran afición por coleccionar libros raros o antiguos. Esta afición por coleccionar este tipo de libros, también ha sido otro tema de discusión con mi esposa, pues como pueden imaginarse, ese tipo de libros no son sencillos de conseguir, mucho menos baratos.

Aparte, al principio de nuestro noviazgo, ella solía acompañarme a buscar, entre las librerías viejas que hay en el centro de Guadalajara, pero para ese entonces ella ya estaba fastidiada con mi afición.

Así pues, aquella tarde, cuando mire la enorme montaña de libros antiguos, sobre un puesto de tubos oxidados, mi esposa se quejo, me pidió que nos fuéramos a llevar el mandado a la casa, sin embargo, en cuanto intercambio palabras con aquel carismático señor, quedo tan encantada como yo.

Era un señor ya entrado en años, de aspecto humilde, a simple vista, parecía una persona totalmente normal, aunque era imposible no notar, ciertos aspectos raros, como su aroma,   el cual me recordaba a uno de los químicos usados para embalsamar, olor que conozco muy bien, pues durante una temporada trabaje en una funeraria.

Otro aspecto extraño que resaltaba a simple vista, era su piel, no sabría como explicarlo, no se veía natural, ni dañada por alguna enfermedad, simplemente diferente, era algo así como si su piel no se ajustara a su verdadera forma.

Buscando entre los libros, localice al menos cinco que me llamaron la atención, sin embargo, anticipando la reacción que tendría mi esposa, si me los llevaba todos, elegí aquel que me pareció mas interesante de todos, se trataba de un volumen muy viejo, de “El martillo de las brujas”, un libro donde se catalogaban a las brujas y también se da información para poder enfrentarlas.

Me lo vendió a un precio de risa, incluso me hizo una rebaja sobre el precio que el había marcado. Yo percibí que le caí muy bien desde el principio.

Regresamos a la casa, yo pensaba que mi esposa no me reclamaría, aquello que ella nombra “una compra innecesaria”, pero no pude evitar escuchar sus quejas.

Mas tarde, me encontraba asomándome por el balcón, vi al vendedor de libros empujando un viejo carro de madera, donde llevaba los libros y el puesto oxidado. Vi como se metía dentro de una casa muy humilde junto al edificio de departamentos en el que vivíamos.

Me enteré por algunos vecinos, que se el nombre del vendedor, era Pedro, pero me advirtieron no relacionarme mucho con el, pues tenia fama de practicar brujería, al igual que su madre, quien era una persona muy anciana.

Yo no hice caso a los vecinos y para fortalecer mi amistad, con Pedro, decidí llevarle algunos libros, que no me interesaba tener en casa, como muestra de mi gratitud, por haberme vendido a tan bajo precio aquel libro.

No tardé en entablar una amistad profunda con Pedro, pues manteníamos la misma afición, incluso me presumía que poseía una colección de libros invaluables, que jamas vendería a ningún precio.

Le conté que eramos vecinos, y el amablemente, me dijo que un día me invitaría a tomar un café y me daría permiso de ver algunos de sus libros.

El departamento en el que vivíamos, mantenía una distribución algo extraña, por ejemplo, para ir a la cocina, era necesario, bajar por unas escaleras de caracol, mismas que conectaban con el patio, que se encontraba en el techo del edificio.

La cocina, daba justo hacia la casa de Pedro. Cuando comíamos o estábamos cocinando, a veces escuchábamos como charlaba con una señora de voz muy rasposa, quien pensábamos, era su madre.

Sin embargo, algunas noches, durante la cena, escuchábamos ciertas voces aterradoras, que de ninguna manera era posible, que un ser humano fuera capaz de producir ese sonido. No sabría como describirlo, pero era como si un animal intentara hablar.

Pasaron los días y mi esposa me contaba muy seguido, que cuando sola, no le gustaba bajar a la cocina, pues ya iban varias veces que veía cosas extrañas, yo no le creí al principio, le decía que quizás se estaba sugestionando por culpa de las películas de terror que le gustaba ver, sin embargo, yo mismo pude ser testigo de los horrores que afligían a mi amada esposa.

Nos encontrábamos comiendo, cuando de pronto, ella me dijo que mirara en dirección al muro que daba a la casa de Pedro. Vi como de pronto apareció una enorme mancha negra, en forma de rombo, poco a poco fue tomando otra forma, era la de una cabeza con tres caras demoníacas.

Mi esposa me abrazó con fuerza y cerro los ojos, yo intentaba tranquilizarla, cuando el foco empezó a parpadear y de la estufa cayeron unas sartenes, esto hizo que ella se pusiera en pie y corriera hasta la habitación.

Cuando la alcancé, se encontraba llorando sobre un sillón junto a la ventana. Una vez que estuvo mas tranquila, me pidió que buscáramos otra casa, pero yo intente hacerle ver que no contábamos con el dinero suficiente, para pagar otro depósito y contratar una mudanza.

Le propuse traer mientras a un sacerdote, para que bendijera todo el departamento, no obstante ella me aclaró, que en el único lugar donde se veían cosas raras, era en la cocina.

Sin mas, me acerque a la parroquia y pedí audiencia con el señor cura, quien acepto de buena manera, pasar por el departamento.

Cuando llego el padre a nuestro domicilio, vio a Pedro afuera de su casa y paso a saludarlo muy amablemente, escuche que le preguntó sobre el estado de salud de su madre y se despidió de el.

El sacerdote, bendijo todo el departamento, arrojo agua bendita sobre el muro, donde ya no había ninguna mancha, nos recomendó hacer oración y se despidió. Sin embargo esto solo sirvió por un tiempo.

Un día en la madrugada, mi esposa me pidió algo de comer, su embarazo le hacia comer mas. Baje a la cocina, encendí la luz y vi como una sombra, atravesaba la pared, dejando de nuevo una enorme mancha negra dibujada en la pared.

Del otro lado sonaba un cacaraqueo de gallinas y de nuevo el extraño sonido. Tome rápido un tazón con cereal y envase de leche, después me dirigí de nuevo con mi esposa.

Aunque sentía la piel erizada por el miedo, no le dije nada, fingí que no había visto nada, pero ya no logré volver a dormir esa noche.

Al otro día, Pedro me invito a tomar un café. Asistí a su casa a media tarde, no me permitió la entrada a su casa, en la entrada estaban unas bancas hechas con material de construcción y algunos cojines envejecidos, que parecían no haber lavado nunca.

La entrada de su casa era muy humilde, una construcción muy rustica, muros que jamas conocieron el color, aparte de que estaban invadidos por la humedad.

Pedro me ofreció una taza con café soluble, aparte de un paquete de galletas. Aquella tarde el lucia un poco extraño, su energía habitual, parecía estar agotada, sus ojos estaban hundidos dentro de unas enormes ojeras.

Me ofreció una disculpa por no me permitirme entrar a la sala, pero decía que su mamá no se sentía bien y de hecho estaba dormida allí dentro, pues la sala era la habitación mas cálida, y el frío de su cuarto la ponía peor.

Apenas tuve oportunidad, le pregunte de su colección de libros privada. Este comentario, hizo que su cara se tornara seria, guardó silencio unos minutos, y después me dijo estaba dispuesto a mostrarme algunos y si lo deseaba, podía venderme un par.

En seguida comenzó a decir cosas relacionadas con la muerte, decía que desde hace tiempo practicaba un conocimiento antiguo, con el cual era capaz de prolongar la vida mas allá de lo normal, ademas, decía que era capaz de curar cualquier enfermedad sin usar medicina, desafortunadamente, este conocimiento cobraba, y ahora el sentía que su hora de partir había llegado.

No entendía nada de lo que me decía, pero imaginaba que el hombre quizás practicaba algún tipo de brujería. Quise contarle lo que ocurría en la cocina de mi departamento, pero no quise, comenzaba a dudar de la salud mental de Pedrito y no quería contribuir a la fantasía en la que vivía.

Le volví a pedir que me mostrara los libros, ante mi petición, volvió a entrar a su casa y después de unos minutos regresó con unos siete libros en muy mal estado, la mayoría ni siquiera mantenían una portada, sin embargo Pedro les había pegado una hoja blanca con el nombre a cada uno.

El Vendedor De Libros Historia De Terror

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Me di cuenta que la mayoría, eran sobre metafísica y otro era el libro de San Cipriano, un libro que recuerdo que mi abuela decía que era usado en la practica de brujería. De entre todos los libros, uno que llamo completamente mi atención, estaba escrito en otro idioma que no identifique de inmediato, pero en la portada decía, que era el “Grimario del Mago Abramelin”.

Le dije a Pedro que me interesaba el grimario, el movió la cabeza de un lado a otro, después se toco la barbilla y me dijo que no me lo podía vender, sin embargo, me lo prestaría durante una semana, solo eso. Acepte y guarde el libro dentro de una bolsa de piel que cargo siempre conmigo.

Pedro regresó los libros dentro de su casa, pero mientras emparejaba la puerta, vi como una silueta se asomaba en el pequeño espacio entre la puerta y el muro, era una cara pequeña, pero no como la de un niño, enseguida apareció otra, luego otra y otra, eran tan extrañas e inexplicables.

Me sentí espantado, me levanté de golpe tirando las dos tazas de café al piso, camine hacia atrás hasta que choqué con el cancel de la entrada, enseguida, llego hasta mis oídos, unos sonidos horribles, parecidos a los que produce un león, pero con un tinte macabro.

En eso salio Pedro, lucia asustado, se disculpó por no poder volver a salir, me informaba que su madre estaba teniendo un ataque de asma. Yo que me encontraba ya en la calle, le agradecí y me fui corriendo al departamento.

Me quede un rato sentado en el sillón, intentando dar respuesta a todo lo que acababa de presenciar, nada tenia sentido, ni siquiera ese sonido, no parecía como si una mujer se estuviera ahogando, el sonido era mas parecido al de un animal jadeando, ademas esas malditas caras, desaparecieron cuando apareció Pedro, sin embargo parecían tan reales, no seria capaz de describirlas a detalle, sin embargo lo que mas me aterraba es como podían encogerse a un espacio tan pequeño y seguir siendo tan visibles.

Recordé el libro que traía en la bolsa, no deseaba sacarlo, de hecho mi plan era, regresarlo sin siquiera haberlo hojeado. Enredé la mochila con los tirantes y la arrojé dentro de un cajón de un librero que teníamos en la recamara.

Cuando llego mi esposa, ya me encontraba un poco mas relajado. Me pregunto si había ido con Pedro, le respondí que si, pero omití todo asunto paranormal del que fui testigo, solo le dije, que tuve que regresar pronto, pues la madre de Pedro tuvo una crisis de asma.

Pasaron los días y no volví a ver a Pedro. Ni en su casa, ni en su puesto del mercado. Aun conservaba el libro envuelto dentro de la bolsa, no me atrevía a sacarlo, pensaba devolverlo con todo y bolsa, pero ni a quien dárselo.

En cierta ocasión, me encontraba afuera de su casa tocando con fuerza en el cancel, escuche como si alguien se acercara a la puerta, incluso vi como la cortina de un de las ventanas se agitaba, parecía que alguien se asomaba, un vecino me vio tocando, se acerco y me dijo que quizás Pedro se encontraba cuidando a su madre en el hospital, yo le pregunte al vecino, sino sabia, si alguien mas vivía en esa casa, a lo que el me respondió que no, que la señora solo había tenido dos hijos, pero uno de ellos ya estaba enterrado, desde hace diez años, que desde que el señor murió, la madre comenzó a enfermar y de hecho, hacia muchísimo tiempo que nadie la veía por la calle, es mas, ni el mismo estaba seguro de cuando fue la ultima vez que la vio.

En seguida le comente, que acababa de ver como si alguien se asomara por la ventana, el hombre solo respondió: “Que raro”. Y después se alejo.

Me olvidé del asunto y seguimos con nuestras vidas. Fueron un par de días en que volvimos a cenar en la cocina, sin que nada extraño ocurriera. Desafortunadamente, el mal solo tomó un descanso y regreso con mas fuerza.

Nos encontrábamos cocinando algo especial para la cena, pues era nuestro aniversario de boda y como la barriga de mi esposo comenzaba a crecer, no quiso salir a ninguna parte, pues se agotaba con facilidad, así que decidimos cocinar y pasarla en casa.

Mientras servíamos la cena, del muro comenzaron a sonar unos fuertes golpes, parecía como si alguien golpeara con un marro u otro objeto pesado, incluso vimos como caía tierra del techo. Me acerque al muro, golpee con mi brazo y grite que pararan. Mi esposa me dijo que fuera, pues seguramente en era en casa de Pedro.

Salimos de la casa juntos, atravesé el cancel y toco con mucha fuerza en la puerta, pero nadie respondió. Lo intente un par de veces, incluso grite para que alguien saliera, pero dentro todo estaba en completa penumbra y no se escuchaba a nadie que estuviera trabajando.

De repente, mi esposa me dijo que mirara por la ventana. Fueron solo unos cuantos segundos, pero fue tiempo mas que suficiente para caer en pánico.

Dentro estaba Pedro, había algo en el que no andaba bien, su piel, parecía colgar mas allá de su cuerpo y su rostro no lucia normal, parecía como fuera de si, no sabría como explicarlo.

Mi esposa y yo, regresamos al departamento. Bajamos de nuevo a la cocina, los golpes habían desaparecido, sin embargo, en el muro, volvieron a aparecer los rostros. Yo tomé algunas fotos, aunque mi esposa me pidió que no lo hiciera.

Decidimos hablar con el casero, quien acudió de inmediato al día siguiente. Por fortuna, la enorme mancha con caras dibujadas se encontraba aun en el muro y el piso seguía cubierto por la tierra que se desprendió del suelo.

El casero intentó comunicarse con Pedro, pero al igual que conmigo, nadie respondió al llamado de la puerta. Llamo por teléfono a algunos parientes, quienes no supieron dar respuesta, según ellos solo habían hablado por teléfono con Pedro y su madre, sin embargo, no sabían que estos estuvieran en algún hospital, según eso, llevaban ya varios meses sin saber nada de ellos.

Mi arrendador, me comento que el solo veía una manera de averiguar que era lo que allí estaba ocurriendo. Regresamos al departamento, directo a la cocina. Me dijo que el estaba seguro de que algo andaba mal del otro lado del muro, pues no eramos los primeros inquilinos en quejarnos.

El me explicó, que si forzábamos la puerta de entrada a la casa, llamaríamos mucho la atención y si llamábamos a la policía difícilmente nos harían caso, después me dijo que el muro donde estaba la mancha, era muy delgado, pues en la edificación original, las dos casas se conectaban y en esa zona solía estar una puerta.

El casero se fue y regreso mas tarde con un par de albañiles, que comenzaron a demoler el muro con la ayuda de unos enormes marros. En un tiempo muy corto, ya habían derribado el suficiente espacio para atravesar al otro lado.

Un hedor horrible comenzó a entrar desde el otro lado, como dentro todo estaba oscuro, me pidieron una lámpara. Iluminamos antes de entrar, era una habitación que probablemente llevaba años sin ser abierta, pues el grado de humedad hacia que te calara las narices.

Todo estaba atestado de libros y el piso lleno de páginas desprendidas, al igual que los muros, todo estaba tapizado con paginas arrancadas de otros libros.

Encontramos en el piso, una especie de bastón, con unas calaveras pequeñas en la parte superior, parecían los cráneos de pequeños simios, seguimos investigando en aquel lugar, vimos muchos huesos de animales o quien sabe si eran de animales.

Seguimos indagando, y hedor comenzó tomar mas fuerza, solo que ahora olía como a animal muerto. Topamos con una puerta de madera sin pomo, la empujamos y dentro sentada en una silla, vimos a una anciana de aspecto horrible, que apenas nos vio comenzó a reír y a decirnos maldiciones, en ese momento todos nos echamos para atrás, uno de los albañiles dijo que todo esto era obra del diablo y se puso a rezar.

Levantaron de nuevo el muro. El casero accedió a devolverme el deposito si así lo deseaba, yo acepte. En dos semanas nos fuimos a vivir un tiempo a casa de mi suegra, quien vivía sola.

Con el tiempo nos enteramos que la policía accedió a ingresar a la casa de Pedro, el vendedor de libros, encontraron muchas cosas, de entre ellos huesos humanos y de animales, al parecer aquel hombre practicaba una especie de Nigromancia, hechicería con cadáveres, no encontraron a la anciana que los albañiles y yo habíamos visto.

De Pedro, jamas se supo nada, la gente piensa que tal quedo tirado muerto en algún lugar. Yo me he atrevido a echar un vistazo al libro que me presto, he leído muchas cosas aterradoras, que no pienso repetir aquí, sin embargo, dentro de uno de los muchos hechizos allí expuestos, encuentro uno, que me da la pista sobre donde termino Pedro, puede ser que en un arrebato de locura, el haya ofrecido su cuerpo a alguna de las múltiples entidades demoníacas a las que servia.

Hace mucho que esto ocurrió, para estas fechas, ya vendí el libro por internet. Sin embargo, hace unos días, vi a una persona muy parecida al vendedor de libros, se encontraba dentro de una tienda, con la mirada perdida y esa piel que parece no encajar en su cuerpo. No quiero pensar mas en esto, espero que me equivoque y el haya tenido otro final mas agradable.

Autor: Mauricio Vidal Farfan Cisneros.    

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