El Títere Del Baúl Historia De Terror 2024

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El Títere Del Baúl Historia De Terror 2024

El Títere Del Baúl, Historia De Terror… Recuerdo claramente el día en que mi hermano gemelo, Dimitri, y yo fuimos a la casa de nuestro abuelo paterno. A decir verdad, nunca antes habíamos oído hablar de él, y mucho menos lo habíamos visto en persona.

Según nuestro padre, él simplemente un día se fue, tanto mi papá como sus hermanos eran demasiado pequeños, mi tío Edmundo era el mayor y apenas tenía como 7 años, y como era bastante común en aquel entonces, mi abuela se molestó tanto que les prohibió todo contacto con el resto de la familia de su padre, pero por lo que mi papá cuenta, el abuelo simplemente jamás intentó ponerse en contacto de nuevo.

Y esa es la principal razón por la que tanto mi papá como a mi mamá, se sorprendieron cuando el tío Edmundo les habló y les dijo que el abuelo había muerto, recuerdo que, tanto para mí como para mi hermano, fue extraño puesto que como dije antes nunca lo conocimos, de hecho, ni siquiera sabíamos que vivía en la misma ciudad.

Para mi papá fue una gran sorpresa, sobre todo porque esta no es una historia de redención, en la que un padre arrepentido les deja algo a sus hijos, como una especie de compensación por haberse ido, o al menos deja una larga carta a cada uno explicándoles porque se fue y ese tipo de cosas.

Mas bien la llamada era, porque el abuelo vendió la casa a personas que no conocíamos, pero como estaba llena, esas buenas personas habían decidido que lo más correcto, era ponerse en contacto con la familia de aquel hombre anciano, para que pudiesen llevarse las cosas para siempre recordarlo.

Era evidente que ellos no tenían la menor idea de que ese hombre desapareció tan rápido de la vida de sus hijos que ni siquiera recordaban su voz, y aunque el tío Edmundo les dijo que no estaba interesado, ellos insistieron, diciendo que podían llevarse lo que sea menos los muebles y lo que no se llevaran lo tirarían a la basura.

Así que allí estábamos, parados frente a la casa de nuestro abuelo, la casa se veía algo descuidada, se notaba que su edad simplemente le había impedido cuidar de la misma, lo que en retrospectiva me hace preguntarme de lo solo que estaba, o si los acontecimientos que estoy por relatar de alguna manera tuvieron que ver con eso. Al entrar, noté que la casa parecía normal, aunque había un eco inquietante que resonaba en cada rincón.

Dimitri y yo decidimos explorar un poco, ya que nuestro papá nos había dicho que podíamos quedarnos con cualquier cosa que nos gustara. Subimos las escaleras, y exploramos de manera superficial, aunque para ser honesta, no parecía haber nada digno de conservar. Hasta que entramos a la habitación que solía ser de nuestro abuelo.

Sobre la mesita de noche, vi una pequeña llave unida a una cadena de oro. Al principio, pensé que era solo un bonito collar, la llave se veía muy antigua y a pesar de que yo solo era una niña de 8 años, enserio me gustaban las cosas que parecían antiguas, por lo que dije que yo la quería.

Mientras Dimitri buscaba algo en los cajones para no irse de ahí con las manos vacías, descubrimos una pequeña caja de madera que parecía encajar perfectamente con esa llave. Con entusiasmo, probé la llave en la cerradura de la caja, y para nuestra sorpresa, no solamente si abrió, sino que reveló otra llave más grande en su interior.

Emocionados, Dimitri y yo nos propusimos descubrir a qué pertenecía esa llave. Pasamos casi una hora tratando de encontrar algo en la casa que tuviera una cerradura compatible, pero estábamos a punto de rendirnos. Fue entonces cuando Dimitri encontró un antiguo y polvoriento baúl al fondo del armario, el cual estaba en una habitación en la que parecía que nadie había entrado en décadas.

Parecía tan viejo como el resto de la casa y estaba adornado con símbolos extraños tallados de manera rudimentaria. Pero ambos estábamos tan emocionados que no le dimos importancia a eso y, decidimos probar la llave en el candado del baúl.

Con un crujido oxidado, el candado se abrió. Nos miramos el uno al otro con una mezcla de emoción y nerviosismo mientras levantábamos la tapa del baúl. Para nuestra sorpresa, no encontramos más que un muñeco, o más bien un títere utilizado para la ventriloquia. Vestía un esmoquin rojo intenso, tenía un cabello castaño tan suave que parecía real, sus labios tenían un color durazno y sus ojos verdes brillaban de manera inquietante.

Aunque era indudablemente hermoso a la vista, el títere me provocó una sensación de escalofrío en cuanto lo vi. Aunque aquel títere me daba escalofríos, Dimitri parecía encontrarlo bastante genial. Sacó el muñeco del baúl y comenzó a tratar de manipularlo, intentando darle una voz chillona para que sonara gracioso. Yo trataba de ocultar mi incomodidad, no quería que mi hermano se burlara de mí por tener miedo. Solo le dije que era tonto y que sería mejor dejarlo allí para hacer otras cosas.

El Títere Del Baúl Historia De Terror

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Sin embargo, Dimitri estaba encantado con el títere y le gustaba mucho cómo estaba vestido. Recordando que nuestro padre nos había dicho que podíamos quedarnos con algo de la casa, él decidió conservarlo. Por más que intenté disuadirlo y sugerirle que buscara otra cosa, terminó llevándoselo a casa, y no pude hacer nada para evitarlo.

Durante los primeros días, todo parecía estar normal, Dimitri lo nombró con mucha rapidez, Xavier, no había una razón como tal, de hecho, en el camino a casa él había dicho que lo iba a llamar “Flipy” pero de la nada cambió, solo porque al parecer, el muñeco le había dicho que ese era su nombre. Al pasar los días mi hermano era extremadamente fastidioso con aquel muñeco. Lo llevaba a todas partes y repetía los mismos chistes sin gracia una y otra vez. Solo sabía hacer los clásicos “noc, noc”. Me estaba volviendo loca, pero intentaba ser paciente y tolerante.

Un día, mientras estaba viendo un programa de televisión, Dimitri apareció de la nada y se sentó a mi lado, tenía aquel títere sentado en su regazo y estaba intentando contar un chiste que había escuchado en la escuela. Yo, un poco enfadada porque no me dejaba ver mi programa, le pedí que me dejara en paz. Pero en lugar de hacerlo, él se volvió aún más molesto, pegando el muñeco en mi cara y continuando con sus chistes de “noc, noc”.

Después de un rato de que me tuviera a corralada en el sillón restregando aquel muñeco por la cara, no pude contener mi frustración y enfado. Instintivamente, le di un fuerte manotazo al muñeco, haciendo que se desprendiera de la mano de Dimitri y se deslizara por el suelo, hasta chocar contra la pared. Mi hermano lo recogió rápidamente, pero noté que los diminutos zapatitos de charol estaban rayados.

Aunque Dimitri se enfadó por ello, yo no podía dejar de ver la mirada de aquel muñeco, podía jurar que el títere me miraba con una expresión molesta. No podía asegurarlo, pero su rostro parecía reflejar un desagrado evidente.

Por el miedo que esto me dio, traté de disculparme, pero el ambiente en la habitación cambió de inmediato. Sentí una presencia siniestra llenar el aire, no era frio, era como cuando alguien esta tan molesto con una persona y se siente tensión entre ambas, Dimitri me dijo que no me disculpaba, para después subir corriendo a su cuarto con el títere entre sus manos. Aunque intenté convencerme de que solo eran imaginaciones mías, no podía ignorar la extraña sensación que se apoderó de mí.

Esa noche, mientras me encontraba leyendo una historieta debajo de las sábanas, escuché un ruido proveniente de la perilla de mi puerta. Rápidamente, apagué mi linterna y fingí estar dormida, pensando que era uno de mis padres que había ido a verificar que estaba dormida, puesto que yo solía quedarme hasta muy tarde leyendo y a mis papás no les gustaba que al día siguiente fuera adormilada a la escuela.

Aunque cuando la puerta se abrió y escuché como alguien entro, me di cuenta de que los pasos, sonaban más como los de mi hermano Dimitri, no me pareció tan extraño. A veces, cuando a Dimitri le daba miedo algo, venía a refugiarse en mi habitación. Por lo general, le daba vergüenza admitir que tenía miedo, así que solo se metía en mi cama. A mí no me molestaba, pero esta vez fue diferente.

Unos segundos después, sentí algo pegado a mi cara por encima de las sábanas. Era aquel muñeco de madera barnizada. Sin embargo, la voz que escuché no era la de Dimitri; era más ronca y difícil de emular para un niño.

Además, en lugar de palabras, el muñeco solo emitía gruñidos, como si estuviera conteniendo la risa mientras olfateaba, además de que era muy brusco, Dimitri, no solía jugar de una manera brusca, pero en ese momento pegaba aquel muñeco con tanta fuerza a mi cara y cuerpo que, creí que me saldría un moretón al día siguiente, pero, aun así, no tenía el valor para encararlo, toda esa situación me parecía demasiado aterradora.

Sin embargo, me estaba lastimando tanto que, con voz temblorosa, le dije: “Dimitri, déjame dormir. Sal de mi cuarto”. Pero en lugar de la voz de mi hermano, escuché una respuesta que me heló la sangre: “No soy Dimitri, soy Xavier”. Con aquella voz que realmente un niño no podría imitar por lo grave y natural que sonaba.

No supe qué decir. Podía sentir como el muñeco seguía deslizándose por mi cuerpo mientras me decía: “Puedo oler tu sangre, puedo oler tus riñones”.

Utilizaba algunas groserías que jamás había escuchado decir a Dimitri, es mas no eran groserías que siquiera hubiésemos escuchado aún, nuestros padres se aseguraban de que creciéramos en un ambiente libre de ellas, por lo que ellos no las decían y en la escuela nadie solía hablar así, así que no tenía la menor idea de donde las había escuchado. Estaba aterrada, no solo por sus palabras, sino también porque la habitación parecía volverse más fría cada vez.

Lloraba y le rogaba a Dimitri que me dejara en paz, advirtiéndole que lo iba a acusar con nuestros papás. Sin embargo, él seguía insistiendo en que podía olfatear cada uno de mis órganos. De repente pude ver como la diminuta mano del muñeco tomaba la sábana y estaba a punto de quitármela de encima cuando, de repente, la luz de la habitación se encendió y escuché la voz de mi padre diciendo: “Dimitri, ¿qué estás haciendo?”.

Pero en lugar de que Dimitri respondiera, fue el muñeco quien lo hizo, con esa misma voz siniestra, usando de nuevo palabras tan vulgares que no creo poder repetir por aquí, pero lo que puedo rescatar fue esto: “Cierra la maldita boca o te sacaré las tripas con una cuchara oxidada y después se las daré de tragar a tus hijos bastardos”. En ese momento, mi papá tomó a Dimitri por los hombros y lo sacudió, haciendo que mi hermano despertara. Parecía que todo eso lo había hecho sonámbulo.

Dimitri parecía aturdido y desorientado, no sabía qué hacía en mi cuarto o lo que había ocurrido antes de que papá lo sacudiera hasta despertarlo, en cuanto a papá él, desconcertado, miró a Dimitri y luego al muñeco en sus manos. No podía creer lo que había presenciado. Intenté explicar lo que había sucedido, pero las palabras se atascaron en mi garganta.

Dimitri, confundido y somnoliento, no entendía lo que estaba pasando. La atmósfera en la habitación se volvió aún más tensa, y sentí que el muñeco seguía observándonos, con aquellos ojos tan brillantes como dos canicas.

Papá no podía consentir que su hijo hablara así, pero por otro lado no podía castigar a Dimitri por decir algo mientras estaba dormido, simplemente no era justo, entonces, al no saber que más hacer, solo lo escoltó a su habitación y a mí me dijo que me durmiera de nuevo, sin embargo, ese fue solo el primer día de lo que rápidamente se convirtió en una total pesadilla, Dimitri nunca había sido sonámbulo y de la nada, caminaba dormido por la casa con aquel muñeco en la mano y decía cosas horribles, varias veces mi padre lo detuvo cuando estaba a punto de salir de la casa, no sabemos a dónde quería ir, pero, gracias a qué mis papás dormían con un ojo abierto nunca logró pasar más allá del jardín.

Y por si eso no fuera lo suficientemente malo, en una ocasión, mis papás deseando dormir ocho horas seguidas aunque sea una noche, compraron una cerradura y la pusieron en la puerta de Dimitri por la parte de afuera, así, aunque se despertara, no podría salir de la habitación, pero después de escuchar como se azotó tan fuerte que las paredes de su cuarto retumbaron, yo abrí la puerta para intentar despertarlo y que no se hiciera más daño y ahí fue cuando vi algo que me sigue dando pesadillas hasta el día de hoy.

Dimitri estaba sentado en el filo de su ventana, y la cabeza de aquel títere estaba volteando directamente hacia mí, recuerdo bien que, se burló y después me dijo con aquella voz profunda y ronca “si lo aviento ¿rebotara?” y después de eso, Dimitri solo se dejó caer por la ventana, yo corrí a decirle a mis padres y para nuestra suerte, un árbol había logrado frenar su caída, y al menos no estaba muerto, solo estaba muy rasguñado por las ramas y también tenía el brazo roto, pero, los doctores dijeron que dado lo que pasó, esas heridas no eran nada, comparado con lo que le pudo haber ocurrido.

Después de eso, mis padres le pusieron barrotes a todas las ventanas de la casa, además de buscarle a mi hermano ayuda profesional, pero se seguía levantando por la noche sonámbulo, por lo que mis padres instalaron una alarma en su puerta, así que cuando la abría esta sonaba tan fuerte que lo despertaba, no era lo mejor, nos molestaba a todos en la casa y también a los vecinos, pero la verdad, ya se les habían acabado las ideas y esa aunque poco ortodoxa, funcionaba y eso había hecho que ya no hubiese más incidentes.

Pasaron varios días en los que el problema parecía haberse solucionado, hasta que una tarde muy calurosa, nuestro vecino nos invitó a su patio para disfrutar de una piscina inflable que le habían regalado.

Aceptamos su invitación con entusiasmo, pero Dimitri decidió llevar también a aquel muñeco, aun cuando mamá le dijo que no lo podía meter al agua o el barniz se arruinaría y la madera se iba a podrir, él dijo que estaba bien y que solo se mojaría los pies y no lo perdería de vista. Sin embargo, una vez que llegamos, se olvidó rápidamente de él al querer sumergirse en la piscina.

Dejó al muñeco sentado en una silla debajo de un árbol, sin percatarse de que la madre del vecino tomó la silla y dejó al títere en el suelo. El muñeco rodó un poco y salió de la sombra del árbol, quedando expuesto al sol durante toda la tarde.

Cuando llegó la hora de volver a casa, Dimitri recogió al muñeco del suelo y se dio cuenta de que no solo su elegante traje estaba manchado de lodo, sino que su cabello parecía maltratado y áspero, ya no era sedoso como antes. Además, su mirada parecía transmitir enojo.

A pesar de eso, Dimitri lo llevó a casa y nuestra madre le aseguró que lo limpiarían y quedaría como nuevo. Sin embargo, años después, ella nos confesó que simplemente se lo había quitado, ya que también le daba escalofríos.

Nos dijo que, cuando estábamos en la escuela, a veces escuchaba que alguien hablaba en la habitación de mi hermano y decía cosas muy raras, además que, en una ocasión, mientras ordenaba algunos juguetes de mi hermano, metió el títere en el baúl, pero como era algo grande, sus piernas quedaron fuera del mismo, haciendo que no se pudiera cerrar, sin importar que tan fuerte azotara la tapa.

Mamá nos dijo que dejó el baúl medio abierto y se fue a hacer sus cosas, pero cuando estaba por salir del cuarto escuchó aquella espesa voz que la insultó, ella salió corriendo de ahí y cuando volvió a pasar por el cuarto de Dimitri vio como el muñeco estaba sentado sobre el baúl cerrado, mirándola fijamente, con esa mirada de enfado con la que miraba a veces.

Mamá dijo, que no se lo contó a nadie, porque no quería asustarnos y además todo el tiempo trato de convencerse así misma que lo había imaginado y quizás ella había puesto el muñeco sentado en el baúl antes de irse.

A pesar de haberlo tenido como su juguete favorito por varios meses, Dimitri olvidó rápidamente al muñeco y dejó de insistir en tenerlo, al mismo tiempo de eso, su sonambulismo desapareció como por arte de magia, pero un par de meses más tarde, durante un fin de semana en familia, todos estábamos jugando varios juegos.

Yo propuse jugar a la fiesta de té y nuestros padres aceptaron entusiasmados. Entramos en la casita que nuestro padre había construido para que jugáramos. Dimitri se encargó de elegir a los otros invitados y corrió adentro de la casa para buscar algunos peluches.

Pero cuando entro a la casita junto con nosotros, y soltó a todos en la pequeña mesita de juguete, entre los peluches, se encontraba aquel títere. Dimitri afirmó que lo había encontrado en su cama y que quería que participara en la fiesta de té. Nuestra madre pareció incómoda, pero no dijo nada y permitió que el juego comenzara.

Todo parecía transcurrir con normalidad hasta que, de repente, una voz grave y profunda pronunció las palabras: “Noc, noc. Noc, noc”. Todos nos volvimos horrorizados, percatándonos de que nadie tenía la mano dentro del títere y que, sin embargo, este estaba hablando.

Gritamos y, sin saber cómo, todos salimos corriendo de la casita, cerrando la puerta para evitar que aquella cosa pudiera salir. Mi padre, en un acto de desesperación, exigió cerillas y prendió fuego a la casita, con todos los muñecos adentro.

La verdad, nunca supimos que era, o porque mi abuelo lo tenía, pero sé que sea cual sea el motivo por el cual mi difunto abuelo lo obtuvo, la verdad era que en algún punto se dio cuenta que era una cosa demasiado peligrosa como para dejarla suelta por el mundo, no sé si lo que hizo mi padre al destruirla fue bueno, pues siento que, de serlo, el abuelo lo hubiese hecho antes de meterlo en aquella caja, supongo que nunca lo sabré.

Autor: Liza Hernández

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