El juguete Maldito Historia De Terror 2024

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El juguete Maldito Historia De Terror 2024

El juguete Maldito Historia De Terror… Lo que me pasó no sucedió en mi casa, trabajaba como empleada doméstica en una casa rica, vivía al lado de mi esposo y dos hijos que ya eran adolescentes, por lo que les dejaba preparada la comida, y su refrigerio para la secundaria, ellos estaban acostumbrados a calentarse la comida y prepararse para ir a la escuela, cuando mi esposo tenía el turno de la tarde, él se encargaba de llevar a mis dos hijos a la escuela y de recogerlos, aunque no siempre estaba en el mismo turno, por lo que mis hijos se acostumbraron a ir y venir de la secundaria solos.

En la casa que trabajaba, realizaba el quehacer, lavaba la ropa, y preparaba la comida, la señora y el señor trabajaban, tenían una niña de cinco años, y un niño de siete, llegaba a su casa a las siete de la mañana, a las ocho de la mañana ellos salían a su trabajo, yo me encargaba de arreglar a los niños para que fueran al kinder y a la primaria, después el chofer se encargaba de llevarlos y de recogerlos.

Me quedaba sola la mayor parte de la mañana, porque los niños se quedaban en el colegio, que tenía un horario extendido hasta las tres de la tarde, a esa hora iba Pancho, el chofer, a recogerlos, los cuidaba hasta las cinco de la tarde, a esa hora llegaban sus padres y me podía retirar a mi casa.

Llevaba diez años trabajando en ese lugar, recuerdo el primer día que llegué a la casa, me sorprendí de ver tanto lujo y riqueza, venía de una familia humilde, y no estaba acostumbrada a ver tantos aparatos para lavar la ropa y secarla, así como los electrodomésticos que facilitaban la preparación de la comida.

Le tenía afecto a esa familia porque me daban un buen trato, hubo una ocasión en que uno de mis hijos se enfermó, estuvo hospitalizado por una semana, mis patrones me dijeron que me fuera a cuidar a mi hijo, no me descontaron la semana que no trabajé, y me dieron un bono extra para los medicamentos que necesitaba mi hijo.

Me tocó ver desde el momento en que mi patrona quedó embarazada, al principio se sintió muy mal, por los cambios que tuvo su cuerpo por el embarazo, le dije que mi madre era curandera en el pueblo, ella le podía mandar algún remedio para los malestares por el embarazo, pensé que se iba a negar, pero ella de inmediato me dijo que sí, le marqué por teléfono a mi madre para que me mandara las hierbas que necesitaba mi patrona.

Cada mañana le preparaba el té que mi madre le mandó, también le daba sus tinturas en medio vaso de agua, se sintió tan bien, que empezó a recomendar a mi madre con alguna de sus amigas.

Me tocó cargar al primer hijo de la señora Laura cuando llegaron del hospital, desde ese día lo cuidaba durante mi turno en el día, había ocasiones en que la señora me pedía que me quedara alguna noche a cuidar del pequeño Carlos, sobre todo cuando estaba enfermo, porque lloraba por la noche, me quedaba uno o dos días, lo que fuera necesario para que la patrona pudiera descansar e irse a trabajar al día siguiente, se me hacía pesado quedarme más tiempo en la casa, además, no veía a mis hijos, pero la recompensa económica que me daba la señora, permitía que tuviéramos todo lo necesario en la casa.

Cuando el pequeño Carlos tenía seis meses, mis patrones se fueron de vacaciones a Estados Unidos, fueron días tranquilos porque no tenía que cuidar al bebé, ni preparar comida, sólo mantenía la casa en orden, esos días fue posible que estuviera más temprano en mi casa.

Desde que llegaron de Estados Unidos trajeron varios juguetes muy bonitos, entre ellos había un tren eléctrico con sus vías, varios carros de control remoto y muchos juguetes más, la señora Laura me dio dos carros de control remoto para cada uno de mis hijos, le agradecí a la señora que se hubiera tomado la molestia de gastar en mis hijos, además, eran carros costosos que no cualquier niño podía tener, así que cada vez me sentía más agradecida con la señora.

Desde que los patrones llegaron con la caja del tren eléctrico, me dijeron que en cuanto tuviera un tiempo me pusiera a armar las vías y el tren, me dieron la instrucción que lo dejara armado en la habitación del niño, no lo sentí como un trabajo adicional, al contrario, me entretuve armando el tren, cuando prendí la locomotora, noté que también aventaba vapor, recordé mi infancia con ese juguete, claro, que nunca tuve acceso a un artefacto así.

Al bebé de mi patrona todavía no le llamaba mucho la atención el tren, o quizás porque venía enfermo no quiso jugar con él, porque desde que llegaron del aeropuerto el pequeño lloraba mucho, mi patrona me dijo que no sabía qué le sucedía, porque estuvo tranquilo en su estancia en Estados Unidos, incluso, en el avión no lloró, sólo hasta que llegaron a la casa comenzó a inquietarse.

Le dije a la señora Laura que quizás el pequeño resintió el cambio de clima y de lugar, que era cuestión de tiempo para que se tranquilizara, sin embargo, ese día el niño estuvo llorando mucho, la señora lo llevó a consulta con el pediatra, le dijo que sólo tenía cólicos por el cambio de alimentación, se me hizo raro que el pediatra dijera eso, si el niño sólo tomaba leche materna y jugos naturales.

Le di su medicamento de cisaprida en gotas, pero el pequeño seguía molesto, lloraba la mayor parte del tiempo, la señora Laura me pidió que me quedara a cuidarlo en la noche, le llamé por teléfono a mi esposo, para avisarle que me quedaría esa noche, los días que me tenía que quedar en casa de los señores, tenía una hermana que vivía en la misma colonia, si mi esposo trabajaba en el turno de noche, él los llevaba a casa de mi hermana para que mis hijos no se quedaran solos.

Aquella noche dormí muy poco porque el pequeño Carlos estuvo muy inquieto, dormía en ratos, me dio la impresión de que el pequeño no tenía malestar en el estómago, si no que estaba asustado, del pueblo del que venía teníamos la creencia de que cuando los niños se asustaban, había que sobarlos para el susto, mi mamá me enseñó a revisar la mollera de los niños, que era la parte blanda que se encontraba en la parte superior de la cabeza de los pequeños, si esa parte estaba hundida, significaba que el niño estaba asustado, de igual manera, mi mamá hacía un ritual para quitar el espanto a los pequeños o a las personas adultas.

Mi madre decía que cuando una persona vivía una situación difícil en la calle o en cualquier otro lugar, se asustaba, y se quedaba con el susto, por ese motivo era necesario quitar el espanto a las personas, porque luego se confundían con enfermedades, y ningún medicamento surtía efecto, porque no servían para curar el susto.

 La señora Laura me dijo que su bebé estuvo la mayor parte del tiempo con ella, y no les pasó ningún acontecimiento extraño o anormal, para que su hijo se asustara, le dije que los miedos de los adultos no eran los mismos que los de los niños, hasta la sensación de caerse les generaba miedo, noté que mi patrona no me creyó del todo, preferí no decirle nada más.

Como el pequeño Carlos seguía llorando mucho, la señora me pidió que me quedara de nuevo a cuidarlo por la noche, mientras lo sostenía en mis brazos, cuando todos estaban dormidos, le sobé su cabeza, le puse un poco de alcohol en la mollera, y le amarré un trapo en su cabeza, le había aprendido a mi madre a sobar a los pequeños.

No sé si fue casualidad, pero el bebé se quedó dormido, esa noche pude dormir por más tiempo, al día siguiente el niño estuvo más tranquilo, mi patrona me dijo que ya no era necesario que me quedara a dormir la siguiente noche, sentí un alivio al escucharla, ya podría ver a mis hijos.

Los siguientes días el pequeño Carlos estuvo tranquilo, por lo general, era un bebé muy apacible, sólo cuando se sentía mal lloraba mucho, durante el día estuvo jugando con su móvil y sus juguetes, le daba la leche materna que la señora Laura dejaba en el refrigerador, mientras bebía su leche y lo acomodaba para repetir, escuché que se prendió el móvil de la habitación del bebé, fui para ver qué había pasado, todo estaba en perfecto orden, a excepción que el móvil giraba al ritmo de la canción de cuna, lo apagué.

Se me hizo muy raro que se hubiera encendido solo, porque el juguete tenía un botón para encendido y apagado, me quedé un rato en el patio con el bebé, para que tomara un poco de sol, le puse una cobija sobre el césped, y lo acomodé con su pelota, estaba muy contento y sonriente, hasta el patio escuché el sonido del tren que estaba encendido, replicaba el mismo silbido que un tren real, fue bastante raro porque el juguete también funciona con un botón de encendido y apagado, vi a Pancho que estaba lavando uno de los autos, le pedí que vigilara por unos minutos al bebé para ir a la habitación.

Cuando entré al cuarto el tren estaba dando vueltas sobre la vía, apagué la locomotora, me quedé pensando por unos segundos qué estaba ocurriendo con los juguetes, de pronto escuché el llanto del pequeño Carlos, salí de inmediato a abrazarlo, Pancho me dijo que sin motivo aparente el pequeño comenzó a llorar, lo revisé cuidadosamente en cada parte de su cuerpo, para saber si no lo había picado algún animal, no encontré ninguna marca de picadura, sin embargo, noté una mancha oscura alrededor de su ombligo, me lo llevé dentro de la casa, Carlitos seguía llorando desesperado, le calenté su leche, lo mecí para que se durmiera, pero él seguía con el llanto desesperado, lo único que se me ocurrió fue meterlo a bañar en su tina, en cuanto su cuerpo tocó el agua tibia el pequeño comenzó a tranquilizarse, se puso contento y reía muy alegre.

Le revisé su mollera, noté que nuevamente la tenía hundida, después que lo saqué de la tina, lo sobé y le puse su cordón alrededor de su cabeza, le di su alimento y se quedó dormido, lo acomodé en su cuna, y me fui a hacer de comer, tenía un aparato para escuchar cualquier sonido que el bebé hiciera, estuvo tranquilo por alrededor de una hora, de pronto escuché la música del móvil, fui de inmediato a la recámara del bebé, él seguía profundamente dormido, me asomé por la ventana y vi a Pancho que seguía lavando los coches.

Me quedé por un instante tratando de entender lo que estaba sucediendo en esa habitación, no encontré nada anormal, me regresé a la cocina, intuía que algo sucedía en ese cuarto, aunque no sabía definir con exactitud lo que estaba ocurriendo.

Al llegar del trabajo la señora me preguntó cómo estaba su hijo, le expliqué lo que me sucedió, pero ella no me hizo caso, creo que me tomó a loca, ese día salí temprano del trabajo, mi patrona me dio permiso de que me fuera a mi casa, me dijo que quizás estaba muy cansada, por eso me figuraba que sucedían cosas extrañas.

En cuanto llegué a mi hogar, le marqué por teléfono a mi mamá, le expliqué lo que sucedía con el hijo de mi patrona, mi mamá sin pensarlo mucho me dijo que a mi patrona le habían hecho una maldición, y que utilizaron uno de los juguetes para que fuera el vehículo que pudiera llevarla a todos lados.

Le platiqué lo que sucedía con el bebé, mi mamá me comentó que el pequeño tenía la capacidad de estar en contacto con seres de luz, pero así como podía ver a los ángeles, también podía ver a los demonios y al mal, por ese motivo el niño con frecuencia estaba asustado.

Después que colgué el teléfono, mi madre lo único que hizo fue corroborar lo que sospechaba, sabía un poco sobre los seres malignos, pero me vine muy joven del pueblo, y ya no seguí aprendiendo más sobre las artes oscuras, en cambio, mi madre era una experta en ese tema, en una ocasión vi cuando le sacaba el mal a una niña.

Por recomendación de mi mamá, me dijo que le explicara a la señora Laura lo que sucedía, si por algún motivo no me creía, yo no tenía ninguna responsabilidad porque estaba avisada, en cuanto ella llegó le conté lo que había sucedido, contrario a lo que esperaba ella me puso mucha atención, me dijo que por las noches se encendía el móvil, en otra ocasión se levantó a apagar la locomotora.

La señora me dijo que ella no era creyente de cosas paranormales, pero todo lo que sucedió desde que llegaron de Estados Unidos era muy extraño, además, su hijo despertaba llorando desesperado, como si alguien lo despertara a propósito, me preguntó si podía pedirle a mi mamá que viniera a revisar la casa, le respondí que ella no acostumbraba a hacer trabajos en ninguna casa, la gente que necesitaba de sus servicios acudía a su vivienda, quizás si le pedía el favor, ella vendría.

Le comenté a mi mamá sobre la solicitud de mi patrona, ella dudó un poco, pero después me dijo que lo iba a hacer por mí, que el siguiente sábado iría a revisar al bebé. Los siguientes días todo estuvo en completa calma, el bebé tranquilo, sólo lloraba cuando tenía hambre o sueño, incluso, llegué a pensar que habíamos exagerado un poco las cosas.

Mi mamá llegó el sábado por la mañana, nos fuimos juntas a mi trabajo, en cuanto pasamos el umbral de la puerta, ella se detuvo, me dijo que había algo malo en esa casa, en ningún momento dudé de lo que me dijo, ella desde niña tenía la capacidad de ver seres de otro mundo.

La llevé a la habitación del bebé, noté en su rostro que no le agradó lo que vio, la señora Laura se fue detrás de nosotras, mi mamá hizo un ritual de liberación, llevaba un líquido transparente, me dijo que era una infusión de distintos tipos de hierbas, hubo un momento en que el pequeño Carlos comenzó a reírse a carcajadas, mirando hacia un lado de la pared, salimos de la habitación, mi mamá le dijo a la señora Laura que había un demonio en el cuarto del bebé, que hicieron un ritual de magia negra, en el que el demonio se hacía presente a través de los juguetes, no era solamente el tren de vapor y el móvil, mi mamá señaló a una marioneta de payaso, nos dijo que en él se había hecho la maldición.

El Juguete Maldito Historia De Terror

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No me había percatado de la presencia de ese juguete, mi patrona nos dijo que había sido un obsequio del hijo de su hermana, él ya estaba más grande, y le dio el muñeco al pequeño, aunque a él todavía no le llamaba la atención, por eso el juguete quedó olvidado en el estante. Mi mamá le dijo a la señora Laura que hablara con su hermana y le preguntara si le había pasado algo extraño con ese juguete, o si alguien se lo había regalado a su hijo.

Mi patrona de inmediato habló por teléfono con su hermana, le preguntó el origen del muñeco, ella le respondió que se lo habían regalado a su hijo, fue de visita a la casa de uno de sus amigos, le gustó tanto el muñeco que el pequeño se lo obsequió, le preguntó si era nuevo o usado, le dijo que le perteneció a su amigo, la hermana de la señora Laura le preguntó si sucedía algo malo con el juguete, o si se encontraba bien su sobrino, ella tuvo que decirle lo que estaba ocurriendo.

Mi patrona puso en altavoz su teléfono para que escucháramos lo que su hermana decía, ella corroboró lo que mi madre sospechaba, dijo que desde que su hijo llegó con el muñeco tuvo una conducta extraña, su hijo nunca le dijo que algo malo sucedía con el juguete, cuando se lo obsequió a Carlitos pensó que era un buen gesto de su parte.

Mi mamá le dijo a mi patrona que no era sencillo deshacerse de un juguete maldito, incluso, si lo llevaba a bendecir tampoco era garantía de que el juguete quedaría liberado, lo ideal era quemarlo mientras se hacía un ritual de liberación. La señora Laura le preguntó a mi mamá si se podía llevar el objeto y hacer el ritual en su casa, mi madre le respondió que así no funcionaba, tenía que hacerse en el lugar en el que habitaba, porque si se lo llevaba era posible que el demonio se pudiera quedar en otro de los juguetes, la prueba era que también el tren de vapor y el móvil se movían de manera autónoma.

La hora indicada para hacerlo era a las tres de la mañana, alguien debía cuidar y proteger al pequeño Carlos, nos fuimos de la casa de mi patrona, me dio el resto del día para que consiguiéramos todo lo necesario para el ritual, nos dijo que nos iba a mandar al chofer para que nos recogiera.

A las 2:30 de la madrugada, llegó Pancho por nosotras, mi madre llevaba todo lo requerido, cuando llegamos a la casa de la señora Laura, su esposo no se veía muy convencido, nos dijo que sólo eran supercherías que le habíamos metido a su esposa, mi mamá de inmediato le dijo que si no estaba de acuerdo ella se iba, la señora Laura intervino, dijo que entráramos, ella estaba de acuerdo en lo que se iba a hacer.

En el patio de la casa mi mamá prendió el brasero, cuando el carbón tuvo la mayor intensidad, me dijo que fuera por el muñeco, entré a la habitación de Carlitos, tratando de no hacer ruido y que no fuera a despertar, lo único malo fue que no encontré el juguete, lo busqué en las repisas, en el juguetero, en todas las partes de la habitación sin conseguir encontrarlo.

Salí a decirles que no encontraba el muñeco, mi mamá dijo que estaba enterado de lo que le íbamos a hacer, no iba a ser posible hacer el ritual, por lo que nos dispusimos a retirarnos, estábamos dentro del auto, cuando salió la señora Laura, nos dijo que escuchaba un sonido extraño, pero no sabía de dónde provenía, nos bajamos de inmediato del auto, le dijimos a Pancho que estuviera atento a cualquier eventualidad, si notaba algo raro, no dudara en hablarnos.

En efecto, se escuchaba un ruido raro, pero no logramos encontrar la marioneta, parecía como si se estuviera burlando de nosotras, al notar lo que sucedía mi mamá comenzó a hacer oración de desalojo, sin importar que el muñeco no estuviera presente, siguió con el ritual, de repente, escuchamos un ruido fuerte en la habitación de Carlitos, nos habíamos olvidado de él, corrimos hacia arriba, cuando quisimos abrir la puerta estaba cerrada por dentro, la señora Laura se puso muy nerviosa, lloraba porque temía que el muñeco fuera a dañar a su hijo.

Salí a la cochera para que Pancho nos ayudara a abrir la puerta, encontramos al pequeño fuera de la cuna, nunca supimos qué sucedió, ni cómo le hizo para salirse de su cama, la señora Laura de inmediato lo revisó por todas partes, no encontró ningún golpe, ni evidencia de que lo hubieran maltratado, buscamos en todos lados al muñeco sin encontrarlo.

Aquella noche no lo busqué con tanto ahínco, porque tenía que llevar a descansar a mi mamá, al día siguiente nos fuimos al pueblo, el lunes me dediqué a hacer limpieza y buscar con más rigurosidad al muñeco, sin encontrarlo por ninguna parte, asumí que se había marchado.

Le hablé a mi mamá para decirle que el muñeco no aparecía por ningún lado, ella me dijo que era la prueba de que el muñeco estaba poseído, ningún juguete por sí solo tenía la particularidad de tener movimiento, a menos que tuviera un mecanismo con pilas, cuando se realizaba un conjuro, se utilizaba un medio para que el demonio pudiera mantenerse en él, en este caso fue a través del muñeco.

Mi mamá me dijo que bañara a Carlitos en una tina con agua tibia, le pusiera sal de grano y prendiera ramas de laurel para proteger el niño y la casa, hice todo lo que mi madre me dijo, no tuve que dar ninguna explicación a mis patrones porque me quedaba sola con el pequeño, tenía temor de que en cualquier momento regresara el juguete maldito.

No sucedió, sin embargo, me quedó la duda de que pudiera aparecer, mi madre me dijo que estuviera atenta a cualquier cambio en el pequeño, porque no era tan sencillo deshacerse de un maleficio. Durante dos años no sucedió nada, todo estuvo tranquilo, Carlitos creció de una manera normal, la dinámica familiar cambió cuando nació la pequeña, a los pocos días que ella nació empecé a notar que ocurrían nuevamente situaciones extrañas, acomodaba los juguetes en la noche, al día siguiente los encontraba ordenados de distinta manera, pensaba que se debía a que Carlitos jugaba con ellos, probé con unos juguetes que puse en una parte alta de las repisas, sólo para comprobar si algo sucedía, los encontré acomodados de distinta manera.

Empecé a sospechar que algo malo estaba sucediendo, en cuanto tuve oportunidad de hablar con la señora Laura, le comenté las sospechas que tenía, ella me dijo que en esta ocasión no le iba a hablar a mi mamá, no porque desconfiara de ella, si no porque podía suceder lo mismo que aquella noche, lo mejor era tomar medidas diferentes.

La señora Laura primero llevó a un sacerdote para que bendijera la casa, después llevó a una vidente que era muy reconocida, tenía una manera particular de realizar sus rituales, mientras la mujer estuvo presente, de nuevo se encendieron los juguetes, ella continuó con el ritual.

Antes de retirarse le dijo a mi patrona que era necesario llevarse el muñeco, ella sabría qué hacer con él, lo mantendría en un baúl especial, del que sería difícil que saliera, la señora Laura le dijo que le encantaría que se lo llevara definitivamente de su casa, aunque quizás de nuevo se pudo haber escondido, y sería complicado encontrarlo, la vidente le comentó que con lo que hizo podría encontrar al muñeco, de hecho, se encontraba en el baño.

Fuimos de inmediato al baño para ver si era cierto, la marioneta estaba sentada sobre el lavabo, cuando la vidente quiso agarrarla se movió, como si alguien la estuviera manipulando de sus cordones, fue el momento en el que le tuve mucho temor, la mujer tomó a la marioneta, la puso en una bolsa negra y se la llevó.

Desde que ella se llevó el juguete maldito, todo volvió a la normalidad, los pequeños estuvieron más tranquilos, sin embargo, al pequeño Carlos la mancha negra que tenía en su ombligo no se le quitó con ningún tratamiento, mi madre me dijo que la marioneta estaba enfermando al pequeño para llevarse su alma. No supe si de verdad sucedió lo que me dijo mi madre, ella me dio unos remedios naturales para que el pequeño Carlos mejorara, y la mancha desapareció, mi patrona le dijo a Carlitos que no aceptara ningún juguete que le quisieran regalar.

Autor: Adriana Cuevas

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