El Sacerdote Del Diablo Historia de Terror
Voy a contar la historia más perturbadora que alguna vez experimenté.
Todo comenzó durante el sexto aniversario luctuoso del exdirector de la secundaria El Sacerdote Del Diablo Historia de Terror. Algunos exalumnos que estuvimos en la banda de guerra fuimos a rendirle homenaje.
La Marcha de la Dragona siempre fue la favorita del exdirector así que eso fue lo que tocamos, fue algo muy solemne, ese señor fue un gran hombre, muy querido y respetado en la ciudad.
La ceremonia terminó y algunos quedamos para ir a comer a un restaurante de carnitas llamado El Rancho. Quedaba como a unos 20 minutos del cementerio así que fuimos cada quien en su vehículo.
Llegamos al restaurante justo para la cena. Éramos 6, todos de mi generación, estaba la que había sido sargento, los dos que habían sido cabecera de cornetas y clarines, el compañero que actualmente estaba a cargo de la banda, y mi vecina y yo, ambos fuimos tambores.
Es curioso, la ciudad no es muy grande, aun así, ya tenía un año que no hablaba con mis ex compañeros, ni siquiera con Gloria, mi vecina, y eso que vive enfrente. Sí había intercambiado más de un saludo casi con todos, pero solo eso.
Así es la vida de adulto, supongo, las responsabilidades absorben todo el tiempo.
La plática estuvo bien, nos pusimos al corriente. Milton tuvo un hijo, Sergio ya estaba comprometido, y a Aldo le habían diagnosticado cáncer unas semanas antes, por suerte fue una detección temprana y los doctores le daban el 90% de probabilidades de librarla, él no estaba preocupado.
Luego de la cena pedimos algunos tragos, whisky. Yo no soy muy fanático del alcohol así que no tomé mucho. Lo gracioso es que Gloria solo se tomó dos tragos y se le subió.
Claramente, no podía manejar así que me ofrecí a llevarla. En el trayecto me preguntó por qué yo no me había casado todavía, le respondí que el compromiso no era lo mío, entonces se puso a llorar, me contó que su prometido había muerto hace 6 meses, dijo que fue a la tumba de su padre y lo encontraron muerto por la mañana, había sufrido un infarto. Me contó que su prometido tenía algo de sobrepeso y ya antes le habían dado un par de pre infartos. Lo cremaron, pues ese era su deseo, una parte de sus cenizas se quedó con sus padres y la otra parte fue colocada en una tumba dentro del panteón, para que pudiera ser visitado.
La dejé desahogarse, no dije ni una sola palabra, solo la escuché, creo que le sirvió pues cuando llegamos a la cuadra ya estaba más tranquila. La bajé en su casa y luego metí el auto en mi cochera.
Al día siguiente descansaba así que aproveché para desempolvar una caja donde guardaba todos mis recuerdos de la secundaria, nunca la había abierto. Había algunas fotos impresas, habían sido tomadas con cámaras Kodak, pues cuando yo estuve en la secundaria los celulares no eran lo que son ahora.
Por alguna razón había una foto donde algunos compañeros estábamos en el panteón, creo que habíamos ido por el día de muertos, la verdad no lo recuerdo bien.
En la foto estamos en un área donde no hay tumbas. Era de noche, pero había algo de iluminación, detrás de nosotros estaba un árbol, no lo reconocí pues lo habían quitado hace años, la cuestión es que por estar enfocado en el árbol me di cuenta de que había algo que se estaba asomando detrás del árbol, era algo negro, un bulto.
Lo primero que pensé es que era un fantasma o algo, es normal, pero luego llegué a la conclusión que debía tratarse de una persona que estaba haciendo alguna cosa detrás del árbol y que se asomó por alguna razón, no lo sé.
Dejé la foto y seguí viendo las otras cosas, no me encontré con ninguna otra cosa rara, tras terminar de ver todo me fui a dormir.
Al día siguiente, como a las diez de la mañana alguien tocó a mi puerta, era Gloria. Estaba algo apenada por cómo se había puesto la noche anterior y para compensarlo había comprado unos tacos para desayunar.
Comimos los tacos, ya nos estábamos terminando el refresco cuando recordé la foto. Fui por ella y se la mostré. Se sorprendió un poco y me contó algo que yo no recordaba.
Cuando habíamos estado en primer año de secundaria había una supuesta historia que un niño de una generación anterior había desaparecido en el panteón, se contaba que el supuesto niño había muerto de un susto tras ver al Sacerdote del Diablo.
Por alguna razón me quedé inquieto y creo que Gloria también pues su rostro cambió.
Me guardé la foto en el pantalón y le dije que deberíamos ir por su auto antes que alguien intentara robarlo o que le poncharan las llantas.
Fuimos por el vehículo y nos despedimos. Me quedé estacionado hasta que se arrancó su carro. Ella pudo haber tomado cualquier dirección, pero en la esquina giró, a la derecha, decidí seguirla un poco y cuando vi que unas cuadras más adelante volvieron a girar a la izquierda supe que iba hacia el panteón.
Una cuadra más adelante me tocó rojo en el semáforo. Seguí avanzando rumbo al panteón, pero ya no alcanzaba a ver su vehículo, por un segundo pensé que quizá eran imaginaciones mías, pero cuando pasé por el panteón vi su auto estacionado.
Me detuve y fui con ella, le toqué la ventana, Gloria bajó el vidrio, le pregunté si quería que la acompañara y me dijo que sí. Salió del auto y entramos al panteón, fuimos a la tumba donde estaban las cenizas su prometido. Ella estaba muy callada, obvio.
A los pocos minutos vimos pasar al sepulturero. Gloria caminó hacia él y yo la seguí. Luego de saludarlo le preguntó si podía ayudarla con una duda.
Sin rodeos le preguntó si la historia del niño que había muerto de susto hace varios años era real, el sepulturero, muy serio y sin parpadear, respondió que sí.
Entonces yo le pregunté qué tan común era que la gente muriera en el panteón. Él nos observó con desconfianza, Gloria le dijo que su prometido había muerto ahí en el cementerio.
El hombre nos dijo que durante los más de 20 años que él llevaba trabajando ahí había encontrado al menos a 50 personas muertas ahí en el cementerio. Todos de un infarto, infarto que les había dado por miedo.
El sepulturero hizo una pausa repentina, entonces saqué la fotografía que llevaba en el pantalón y se la mostré.
Sus ojos se abrieron y susurró con miedo: El Sacerdote del Diablo.
Gloria quiso hacerle más preguntas, pero el hombre se negó a responder, dijo que si queríamos saber más podríamos venir una noche al panteón, pero nos advirtió que primero deberíamos tener asegurado un pedazo de tierra para que nuestros cuerpos fueran enterrados.
La forma tan sombría en que lo dijo me dejó helado. Fue bastante escabroso, se sintió como una advertencia demasiado contundente.
Tomé a Gloria del brazo y salimos de ahí.
Cuando estábamos en la acera, afuera del panteón, le pregunté si en verdad estaba considerando acudir en la noche, debo aclarar que no tenía necesidad de preguntar pues su mirada me lo decía todo. Sí, me respondió muy seria.
Maldije en mi mente, pues sabía que de una forma o de otra yo terminaría acompañándola, no era por el misterio, tampoco es porque sintiera algo por ella, es solo que yo conozco esa sensación de perder a alguien que amas en situaciones extrañas, el conocer la verdad es algo que no te deja de atormentar día con día.
En un intento tonto por disuadirla le dije que esa noche estaba pronosticada una fuerte lluvia, por supuesto que dijo que eso no le importaba.
Le dije que se fuera a su casa, pues faltaban bastantes horas para el anochecer, también le dije que la vería en el panteón a las 10 de la noche, que es a la hora a la que cierra el panteón.
Toda la tarde me la pasé sentado en el sofá, acompañado de una vieja botella de coñac que tenía, mientras observaba aquella fotografía donde esa misteriosa sombra se asomaba detrás del árbol.
Finalmente, llegó la hora.
A las 10 ambos estábamos en el panteón, la lluvia estaba comenzando a caer. Antes que nada, me acerqué al portón, de ahí le hice señas al sepulturero, que estaba sentado bajo un techo.
Volteó a verme, y se acercó al portón. No dijo nada, solo abrió el portón. Gloria bajó de su auto y corrió, para no mojarse tanto.
Entramos al cementerio, el sepulturero solo nos lanzó una mirada cansada que reflejaba angustia y luego volvió a sentarse debajo del techado.
Gloria y yo comenzamos a caminar hacia el centro del panteón. Ella había olvidado su paraguas, por suerte yo sí llevaba uno más o menos amplio, así que ambos podíamos cubrirnos del agua.
La lluvia comenzó a hacerse más fuerte, el cielo empezó a tronar y de pronto vimos un extraño destello muy profundo en el panteón.
Comenzamos a caminar en esa dirección. La temperatura iba bajando conforme nos íbamos acercando al lugar del que había provenido el destello.
De pronto todo se oscureció, no podía ver nada, ni siquiera a Gloria que estaba al lado mío. En un instante la oscuridad se fue, creímos que no había sido nada pues no notamos ningún cambio a nuestro alrededor.
Seguimos caminando y luego escuchamos como sonaba una pequeña campana, como las que se usan en las misas cuando se reparte el vino. Eso definitivamente fue raro.
Noté una cosa extraña, el camino por el que íbamos se estaba haciendo más largo, sí estábamos avanzando, pero creo que cada vez las distancias entre las tumbas se hacían más grandes.
Gloria iba en completo silencio. De hecho, todo estaba en silencio, era estremecedor.
Caminamos durante mucho tiempo, demasiado, era como si hubieras cruzado tres veces la totalidad del panteón. Algo muy extraño estaba sucediendo ahí.
Entonces vimos de nuevo el destello, ya estábamos por llegar. A lo lejos pudimos ver un altar de piedra, nos acercamos unos metros y notamos que sobre el altar había algo, no alcanzábamos a distinguirlo.
De la nada el viento se volvió loco, tomó tanta fuerza que el paraguas salió volando y Gloria y yo resbalamos debido a la lluvia, ella cayó de rodillas y yo caí de espaldas, viendo hacia el cielo.
Había una sombría luna roja sobre nosotros. El cielo estaba completamente despejado, pero aun así había relámpagos y truenos.
Me levanté adolorido, con dificultad, yo quería salir corriendo de ahí, pero cuando me di cuenta Gloria ya se había puesto de pie y me llevaba varios metros de ventaja. Le grité para que se detuviera, pero me ignoró.
Como pude, con cuidado de no volver a resbalar, alcancé a Gloria. Desde donde estábamos ya pude ver qué era lo que estaba encima del altar de piedra, era una urna dorada con un diseño peculiar y unas iniciales.
Gloria comenzó a llorar, era la urna donde estaban las cenizas de su prometido. Ella corrió hacia el altar de piedra y yo no pude detenerla, tampoco intenté seguirla pues me di cuenta de que detrás del altar estaba aquel árbol de la fotografía, el árbol donde el bulto negro se asomaba.
Gloria aún no llegaba al altar cuando del árbol lo vimos salir, era una persona vestida como un sacerdote, pero su túnica era roja y le cubría la cara, tenía símbolos extraños, su lento caminar nos dejó paralizados a Gloria y a mí. El tipo era alto, más de 1.80.
Gloria comenzó a retroceder lentamente, entonces un fuerte viento dejó al descubierto el rostro del hombre que teníamos al frente.
Su cara era de un color amarillo muy pálido, casi blanco, como el color de un hueso. Las cuencas de sus ojos estaban hundidas y no parecía tener ojos. No tenía pómulos así que podían verse sus dientes podridos.
Ya había sido suficiente para mí, me di la vuelta y comencé a correr con todas mis fuerzas, sentí como algunos de mis tendones me pedían parar, pero no me detuve, corrí y corrí mientras gritaba suplicando auxilio.
Finalmente, logré llegar hasta donde estaba el sepulturero, caí pues mis piernas ya no pudieron más, me golpeé la cabeza. No supe de mí hasta el día siguiente.
Fue hasta ese momento que caí en cuenta que había dejado a Gloria en el panteón, ni siquiera intenté traerla conmigo, solo me di la vuelta y la abandoné.
Sí, la encontraron muerta, sobre la tumba están resguardadas las cenizas de su esposo. El diagnóstico médico: murió de un infarto.
Pero yo sé que no fue así, yo sé la verdad de lo que ocurrió aquella noche, pues yo estuve ahí.
Claro que mi palabra no tenía credibilidad, pues como dije, antes de ir al cementerio estuve bebiendo, por tanto, cuando conté lo que había sucedido solo lo tomaron como las alucinaciones de un borracho.
Pero puedo jurar que Gloria fue asesinada por el Sacerdote Del Diablo.
Autor: Ramiro Contreras
Derechos Reservados
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