El Nahual de Jilotzingo 2023.
El Nahual de Jilotzingo… Me llamo Iván, cuando era muy niño pude ver, lo que yo creo, se trataba de un Hombre Lobo, desde ahí comencé a interesarme por todo tipo de cosas de índole místico, recuerdo que era muy difícil encontrar algo medianamente creíble, todo cambió cuando llegó el programa de Juan Ramón Sáenz.
Fue gracias a ese programa de radio que comencé a interesarme cada vez más y más en el esoterismo y cualquier otra cosa que se le asemejara. Estaba fascinado con el programa.
En medida de lo posible me fui documentando con el pasar de los años, cada que conocía a alguien que afirmara tener habilidades de tipo paranormal yo le sacaba plática con tal de absorber todo el conocimiento posible.
En una ocasión, mientras hablaba con un amigo sobre una historia muy impactante que habíamos escuchado la noche anterior en el programa, salió a flote que él conocía a una persona cuyo hermano había sido brujo pero que había entrado al clero.
Fue así que viajé a Jilotzingo para hablar con el cura que antes había sido brujo, esa es una combinación impresionante.
En aquel entonces el viaje de Querétaro a Jilotzingo me tomó 5 horas más o menos, por la carretera de Naucalpan a Ixtlahuaca.
Llegué un 15 de septiembre, me encontré masivas expresiones religiosas, imágenes por todos lados y también procesiones.
Al cura lo encontré precisamente en una representación de la crucifixión, en cuanto terminó el evento me le acerqué, le dije de parte de quién iba y a qué. Aceptó platicar conmigo.
El sacerdote entendió que yo tenía un sincero interés en esos temas, sin ninguna intención de practicar las artes oscuras, simplemente por conocimiento.
Me hice amigo del cura, lo visité en varias ocasiones, y él siempre me contaba algunas cosas sobre lo que sabía de brujería. Obviamente me pidió que yo no revelara que él me contaba cosas.
Terminé con una obsesión hacia las brujas. Yo quería ver una bruja con mis propios ojos. Pero me daba miedo no vivir para contarlo.
Así que durante años aprendí todo lo que pude sobre esas místicas criaturas hasta que sentí que ya sabía lo suficiente para sobrevivir a un encuentro con una bruja.
Una noche me adentré en Peña de Lobos, ese lugar es inmenso, tiene como 50 hectáreas de profundidad, ahí, sí o sí lograría encontrar a una bruja.
Estuve caminando al menos por 3 horas. Pasé un arroyo y un manantial, en el trayecto pude ver a la distancia algunas cabañas, en ese momento no me detuve a mirar si estaban solas o si había gente.
En determinado momento comenzaron a seguirme un par de lechuzas blancas, no se trataba de brujas, simplemente eran sus vigilantes.
Entonces hice un pequeño ritual que servía para poder encontrar a una bruja, así no tendría que esperar a que se decidieran si acercarse a mí o no.
Dije ciertas palabras y me pinché un dedo para que me brotara una sola gota de sangre. Cerré los ojos, en ese momento sentí como que el viento me abrazó.
Así, con los ojos cerrados, empecé a caminar siguiendo al viento, a sabiendas que me llevaría hasta estar cara a cara con una bruja.
Luego de estar caminando algunos minutos comencé a escuchar gallos, aleteaban, revoloteaban como queriendo escapar de algo.
Me empecé a poner nervioso, tenía todo el conocimiento, pero esa era mi primer experiencia, una cosa es la teoría y otra cosa es la práctica.
Seguí mi camino, sonaron flautas, tambores y cánticos, ahí decidí detenerme y abrir los ojos. A menos de 100 metros de donde estaba yo había una hoguera.
Podía ver sombras que se movían alrededor del fuego, como si estuvieran danzando. También se escuchaba que un hombre estaba dando alaridos de
El Nahual de Jilotzingo
Empecé a acercarme lentamente para poder tener más claro qué era lo que estaba pasando en la hoguera. Cuando estaba lo suficientemente cerca vi que eran 5 mujeres las que estaban bailando alrededor del fuego, estaban completamente vestidas de blanco.
Dentro de la hoguera se estaba quemando un señor, sus gritos se mezclaban con los cánticos de las brujas. De tanto en tanto sus gritos cambiaban por aullidos.
Había un fuerte y extraño olor, era como de petate quemado, supongo que eran algunas plantas extrañas que estaban ardiendo junto con el hombre.
El humo que se desprendía de aquel ritual tomaba formas en el aire, horribles rostros demoníacos.
Las brujas tenían collares y pulseras de espejos, sus caras estaban embarradas de lodo o barro, quizá era desperdicio animal.
De pronto las brujas dejaron de danzar, se quedaron completamente quietas mirando hacia la luna, luego salieron volando en diferentes direcciones.
El hombre dejó de quejarse mientras el fuego se iba apagando lentamente al mismo tiempo que daba destellos de un color verdoso.
Las lechuzas que me habían estado siguiendo también se alejaron despavoridas mientras emitían una inquietante carcajada.
Entonces reconocí el ritual que las brujas estaban haciendo, se trataba del proceso de conversión forzada, es decir, al hombre lo acababan de convertir en un Nahual.
Y si algo había aprendido en todo ese tiempo, es que solo existe una cosa más peligrosa que un grupo de brujas, y eso es precisamente un Nahual.
Así que inmediatamente di la vuelta y comencé a correr, estaba bastante profundo en el bosque, así que tenía que alejarme rápido para al menos alcanzar a llegar a alguna cabaña para poder refugiarme antes de ser víctima del Nahual.
Podía escuchar chiflidos, se trataba de las brujas que le estaban indicando al Nahual cuál era mi ubicación y hacia dónde me dirigía.
Los árboles crujían cuando su corteza era raspada por las garras del Nahual.
Afortunadamente nunca he fumado, así que no me cansaba rápido, podía seguir corriendo a toda velocidad por más tiempo, así podría marcar la mayor distancia posible entre el Nahual y yo.
Escuché un aullido a lo lejos, la transformación había sido completada, eso significaba que el Nahual en cuestión de segundos iba a empezar a correr a mi dirección con intenciones que claramente no serían amistosas.
Saqué mis últimas fuerzas para acelerár todo lo que mis piernas me lo permitieran, en el horizonte alcanzaban a ver algunas luces, se trataba de un grupo que estaba acampando.
Podía escuchar como las ramas del suelo crujían, cada vez se escuchaba más fuerte, el Nahual se estaba acercando rápido. Los árboles crujían y las aves nocturnas volaban asustadas.
Alcancé a llegar con la gente, entraron en alerta en cuanto vieron mi cara de horror, les dije que algo me venía siguiendo y que teníamos que escondernos rápido dentro de una cabaña o íbamos a morir.
Inmediatamente se contagiaron con mi miedo y todos corrimos a refugiarnos al interior.
Nos agachamos para evitar ser vistos, guardamos absoluto silencio. Ningún ruido entraba, así pasaron un par de minutos. Entonces nos relajamos un poco, pero cuando me asomé por la ventana pude ver al Nahual.
Era un ser cuadrúpedo, grande y robusto, de color gris, sin nada de pelo, no tenía cola, sus garras, delanteras y traseras, eran gruesas.
Su cabeza no era proporcional al cuerpo, era más grande, mucho más grande. Tenía orejas puntiagudas y arrugadas, su nariz era chata y abarcaba la mitad de su cara.
La otra mitad la cubrían sus enormes y filosas fauces, más que dientes y colmillos, aquello mas bien parecía alambre de púas.
El Nahual bufaba y gruñía molesto, él sabía que si no me entregaba a las brujas sería severamente castigado.
Yo quería alejarme de la ventana pero estaba paralizado del miedo, tuvieron que esconderme entre varios para que el Nahual no me viera, ya que eso podría a todos en peligro.
Cuando reaccioné con señas les di a entender lo que estaba afuera. Comenzamos a escuchar cómo destrozaba todo lo que había encontrado afuera.
La luz del exterior se estaba reduciendo, pues el Nahual destrozaba las linternas. Estábamos conscientes que la bestia estaba entrando en desesperación, le oíamos bufar y hacer otros ruidos extraños.
Luego de un buen rato la bestia comenzó a olfatear el terreno, se notaba que era la primera vez que aquel Nahual se convertía, lo que lo delataba, a parte de que yo había visto el ritual, era que no tenía idea de cuáles eran sus habilidades ni cómo sacarles provecho.
Eso fue lo que nos salvó a todos de ser masacrados por aquella horrible bestia. Finalmente, luego de que se escucharan los silbidos de las brujas, en Nahual se alejó.
Las personas con las que me refugié no vieron nada, fue lo mejor, quizá se hubieran traumado,
Desde aquel entonces no me he vuelto a acercar a ningún bosque.
Autor: Ramiro Contreras.
Derechos Reservados.
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