El Terror Que Se Oculta En La Villa 2023.

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El Terror Que Se Oculta En La Villa 2023.

El Terror Que Se Oculta En La Villa… Existen lugares que marcaron tu vida, con situaciones tan aterradoras, que de cierta manera tu mente intenta bloquear o borrar y a veces, ya sea por el destino o coincidencia, vuelves a repetir, desgraciadamente cuando vives esto siendo adulto ya no puedes culpar a tu imaginación de lo que viste.

Me acababa de separar de mi esposa, aunque seguíamos viviendo juntos en lo que cada uno buscaba un mejor lugar, me urgía irme de allá. Una salida rápida hubiera sido irme a casa de mi madre y regresar con ella, suponía una humillante derrota en mi vida.

Soy originario de Buenos Aires Argentina y aunque mi profesión me permitió, acuñar un nivel de vida no tan bajo, después del divorcio perdí no solo un hogar, sino parte de mi estabilidad emocional.

Me vi en la necesidad de regresar a la villa en la que crecí. Me reservaré la ubicación del lugar, pues no quisiera que de alguna manera salieran perjudicadas las personas que residen allí, pues pese a que la situación en que se vive en esos barrios bajos existe personas de carácter noble a las que aprecio.

El asunto fue que recordé que el departamento en el que crecí, (mismo que pertenece a una prima hermana de mi madre) mantenía un precio de renta muy bajo. Llamé a mi madre, para pedirle el número de teléfono de mi tía, quien sorprendida me preguntó que, si acaso pensaba regresar a ese lugar, le dije que no tenía opción, después de darme una letanía acerca de las razones por las cuales debería irme a vivir con ella, me facilito el número, aunque advirtiéndome que ella no estaría tranquila al dejarme ir a vivir solo, pero ese mismo fin de semana ya estaba mi tía entregándome las llaves del lugar, que según me dijo ella, llevaba más de seis meses deshabitado.

No le pedí ni siquiera que mostrara el lugar, pues me sentía un poco deprimido y lo único que me importaba era mudarme de una vez por todas de la casa donde viví con mi exesposa. Les juro por dios que cuando me mudé, no recordaba nada, algunas situaciones superficiales y comunes quizás. No lleve tantas cosas conmigo, una sola maleta, mi guitarra, mi computadora y mis últimos sueños.

El multifamiliar en el que se encuentra el departamento, se encuentra frente a una explanada de concreto, utilizada como cancha de futbol, una pequeña callejuela corre a un costado, todo lo demás son construcciones hechas de una manera burda, algunas dan la apariencia de que colapsaran de un momento a otro y para coronar el panorama se encuentra una maraña de cables colgados en postes, algunos de concreto, otros de madera.

Mi llegada atrajo las miradas de las personas que se encontraban sentadas frente a la cancha, a quienes saludé al pasar, por un lado. El departamento se localiza en una segunda planta, hasta la esquina, enseguida de otros dos departamentos que también daban el aspecto de encontrarse vacíos.

Abrí el departamento y un olor a humedad me dio la bienvenida. Abrí todas las ventanas y procedí a instalarme. Después de un rato me quedé afuera, recargado en un barandal en el balcón de entrada. Noté que abajo unos chicos jugaban al futbol y decidí bajar a intentar acoplarme en su juego a modo de distracción, pues aún estaba reciente mi separación y necesitaba hacer algo para evitar sobre pensar las cosas.

No tardé en acoplarme con los muchachos, algunos de ellos resultaron ser hijos de amigos de la infancia, me sorprendió que algunos de ellos ya casi alcanzaban la mayoría de edad. Después de un rato, una vez entrando en confianza, comenzaron a cuestionarme sobre el porqué me había mudado a ese departamento, algunos de los chicos se referían al lugar como un “sitio maldito”, mientras que otros comenzaron a hacerme burla, decían que debería de estar loco por irme a vivir allí. Yo les conté que había vivido allí toda mi infancia, y aunque no recordaba muy bien si alguna vez presencié algo paranormal o maldito, crecí sin problemas.

Aun así, siguieron los cuestionamientos, me preguntaron que como había hecho para sobrevivir tantos años, pues según ellos, nadie aguantaba vivir ni una solo semana y el tipo de personas que elegían vivir allí, eran mayormente maniáticos o drogadictos. Me sentí incómodo ante los comentarios de los chicos, les arrojé el balón y me despedí.

Subí de nuevo al departamento, noté que a pesar de que lo mantuve ventilado el olor a humedad no disminuía en lo más mínimo, al contrario, parecía incrementar, al igual que un descenso constante en la temperatura, sentía mucho frio y eso el día era muy caluroso. Me puse un suéter y cerré todas las ventanas.

Enseguida me puse a analizar los muros del departamento en busca de muestras de humedad o zonas invadidas de salitre, pues pensaba en que era muy probable que alguna tubería estuviera rota y filtrara agua a los muros, causando ese grado de humedad en el departamento.

De primera vista no encontré ni un muro manchado, de hecho, los muros lucían aun con la pintura impecable. Me puse a mover un librero en la sala, lo mismo hice con un ropero en mi habitación, no encontré nada, ni una sola marca de salitre. El departamento solo contaba con dos habitaciones, el baño, un pequeño patio y la sala, de esas habitaciones, una se encontraba cerrada, cuando hable con mi tía, me había pedido que le permitiera usar esa habitación para guardar algunos muebles que ya no usaba, pero que en caso de que yo la llegase a ocupar le avisara para sacar los muebles. Ese fue el último lugar que revise.

Recordaba que esa habitación fue usada por mi madre como taller de costura, esa era su profesión, así nos sacó adelante a mi hermana y a mí. Era la única habitación que contaba con puerta y al parecer nunca fue sustituida por una nueva, pues estaba tal y como recordaba de niño, una puerta de lámina oxidada que fue pintada sobre el rojizo oxido, con una cerradura vieja, cuya llave era enorme y era la misma que mi tía me entregó junto a las llaves de la entrada.

Abrí la puerta, y me recibió un olor a humedad aún más intenso, regresé a la sala, tome un paliacate y me lo coloqué a modo de barbijo, pues el polvo y la humedad eran insoportables en esa habitación. Encontré con algunos muebles que recordaba haber usado, por ejemplo, estaba un viejo ropero lleno de pegatinas que usaba mi hermana, un escritorio que usaba yo y al fondo, la máquina de coser que usaba mi madre.

No pude evitar recordar algunas cosas mientras movía todos los muebles para encontrar el lugar exacto de donde provenía la humedad. No tardé en localizarlo, se escondía detrás de la máquina de coser de mamá. Era peor de lo que pensaba, la humedad formo un agujero enorme en el muro, el salitre tenía un color escarlata oscuro, lo que me hizo suponer que muy probablemente era ocasionada por una tubería oxidada.

El resto de la tarde me di a la tarea de limpiar bien esa abertura, cosa que no fue sencilla, pues el salitre mantenía una consistencia gelatinosa, ademas cada vez que pasaba un trapo, parecía aparecer mas y mas salitre.
Me enfadé y arrojé el trapo a la cubeta, cuando de pronto un zumbido se hizo presente en la habitación, esto me obligó a taparme los oídos y agacharme, esto ocasionó que se me moviera el paliacate de mi cara y aspirara el salitre, provocándome un ataque de estornudos.

En medio de aquel ataque, de la nada escuché como si arrastraran un enorme mueble por el pasillo que daba a la sala. No era un sonido ranquilo que desaparció en dos segundos como sale en las películas, era un sonido fuerte que se mantuvo por unos minutos.

Me puse en pie intentando reponerme de mis estornudos y me dirigí directo al pasillo, una vez que estuve allí no encontré a nadie. Caminé a la sala para comprobar que la puerta estuvo cerrada, al corroborar que, si se encontraba bien cerrada, salí al balcón para ver a la calle, antes atranque la puerta con una goma, sin embargo, apenas di la espalda y la puerta se cerró violentamente. Me giré a la puerta y noté que dejé las llaves adentro de la casa. Me acerqué a la ventana para ver donde las había dejado, comprobé que se encontraban sobre uno de los sillones de la sala.

Maldije, más el sonido de mi berrinche quedo eclipsado por el sonido de unos pasos dentro del departamento, esto me hizo volver a ver por la ventana, vi una niña corriendo por el pasillo hasta desaparecer en la puerta de la habitación en la que me encontraba apenas hace unos minutos. Mas que aterrado me sentía confundido, la niña se veía tan real como si viera a cualquier otra persona en la calle, me separé de la ventana, y escuché el sonido de una risa unido a un grito de terror proferido por una niña, esto sí me asustó muchísimo.

Corrí a casa de mi tía, que vive en el mismo edificio, pero del otro lado de la calle.

Toqué con desesperación la puerta sin obtener respuesta, después de un rato, se abrió una ventana y se asomó mi tía, quien me preguntó sobre lo que me ocurría a tan altas horas de la noche, les juro que hasta ese momento no me percaté del tiempo, por lo que revisé mi reloj, era la una y media de la madrugada, se me había ido la noción del tiempo limpiando la habitación. Le conté que se me habían quedado las llaves dentro de la casa y el aire cerró la puerta, me indico que la esperara y después de unos minutos me dejo entrar.

Ansiaba contarle a mi tía, lo que presencié cuando se cerró la puerta, pero cuando formaba mis comentarios me sentía ridículo, no encontraba la manera de comentárselo y al final opté por preguntarle yo, si alguna vez le habían contado algo extraño relacionado con el departamento.

Ella me respondió, que tuvo problemas con algunos inquilinos, que eran drogadictos y alucinaban cosas, desgraciadamente ellos culparon al departamento y regaron la voz por la villa y la gente contaba cosas como que el lugar estaba embrujado, cosa que ella no creía, pues me explicó que no veía cómo era posible que, de una finca tan grande, solo en una pequeña parte se presenciaran estos fenómenos.

Al final me prestó un duplicado de las llaves y me pidió que se las regresara al siguiente día, por si se me volvían a quedar las llaves dentro.

Creí en la explicación que me ofreció mi tía y culpé a haberme sugestionado con los comentarios de los chicos de la villa acerca del departamento, así que decidí regresar al departamento. Entré sin ningún problema, incluso me dirigí al pasillo, para colocar un plástico sobre el agujero lleno de salitre, después cerré la puerta de esa habitación y me fui a la cama. Me quedé dormido con la computadora sobre mi estómago, no escuche nada raro durante el resto de la noche, o si así fue, no lo note, pues me quede profundamente dormido.

Desperté sintiendo una enorme pesadez, era como si llevase mucho peso en la espalda. Llegué de paso a un almacén ferretero, para conseguir algún liquido anti-salitre y un poco de cemento blanco para arreglar el agujero en la pared.

Después de comer, me dirigí de nuevo al cuarto, que por cierto se encontraba abierto, aunque yo recordaba haberlo cerrado la noche anterior. Noté que el salitre se encontraba seco, a diferencia del día anterior que todo se encontraba gelatinoso. Lave la zona y me puse a localizar alguna tubería rota, no encontré ninguna tubería, sin embargo, al revisar más a fondo, noté que al fondo se encontraba otro muro, el cual golpeé con el puño y noté que era hueco y delgado, volví a golpear y terminé rompiendo el falso muro, allí estaba la tubería rota.

Me puse a repararla de inmediato y en el proceso encontré una pequeña cajita de madera, la cual extraje de inmediato, la dejé encima de la máquina de coser y no la revisé hasta que terminé de reparar la tubería y volví a acomodar el muro.
Decidí acomodar esa habitación para utilizarla como estudio, aprovechando el escritorio y los muebles. Una vez que terminé de acomodar todo, revisé la cajita de madera, se encontraba en muy mal estado, la madera casi totalmente podrida, de no ser porque mantenía un marco de metal y estaba forrada con vinil, probablemente se habría desintegrado hace muchos años.

Mantenía una pequeña bisagra por un lado y en otro un candado, me fue mas sencillo retirar la bisagra que el candado. Una vez abierta encontré dentro, una especie de frasco con una gelatina escarlata muy parecida al salitre que limpié el primer día, batiendo el frasco se veía algo más en su interior, algo a lo que no logré encontrarle forma, parecía como un feto de animal, pero no estoy seguro.

Dejé el frasco a un lado y también saque una libreta, la cual no pude leer, pues la humedad pudrió las hojas al igual que escurrió la tinta, solo una hoja de entre todas mantenía una especie de garabato, algo parecido a un símbolo de ocultismo, mismo que fotografié y busqué de inmediato en internet su significado.

Según Google, el símbolo era un sello usado para invocar una especie de demonio. Tiré el cuaderno a la basura, después revise que más veniá dentro de la caja, era trozos de fotografías, mayormente caras, eche un ligero vistazo y para mi sorpresa encontré las caras de mi madre, mi hermana y yo. Me sentí perplejo y paranoico, tiré la caja y las fotografías a la basura. Todo ello me parecía obra de brujería y acusaba a mi tía de haberla practicado. Me fui a la cama temprano.

Me despertó el sonido de un aplauso frente a mi cara, me puse en pie por reflejo y escuché como si alguien corriera por el pasillo, en ese momento pensaba que quizás todo era obra de mi tía, corrí por el pasillo, cruce el baño y abrí la puerta de golpe gritando que salieran de allí, mas, cuando recorrí la cortina, no encontré nadie en la bañera. Como si fuera broma, comencé a escuchar risas en la habitación del fondo, esto me hizo sentir muy molesto, pues en ese entonces creía que todo era obra de mi tía, así que corrí a la habitación, encendí la luz y tampoco vi a nadie.

Me senté en el sillón que coloqué frente el viejo escritorio y suspire, de pronto vi como el muro que acababa de reparar apenas unas horas goteaba de nuevo ese salitre gelatinoso color escarlata, me acerqué a la pared, para intentar comprender que había hecho mal cuando escuché un chillido detrás del muro. Era un sonido muy extraño, no sabría explicarlo, pues era algo como cuando los gatos producen esos sonidos casi humanos, unidos al llanto de un bebé, lo que si les puedo asegurar es que era insoportablemente espantoso, intenté taparme los oídos, pero en ese momento volví a presenciar un horrible zumbido que me aturdió, perdí el control, después de gritar perdí el conocimiento.

Aparecí en mi cama, sentí un poco de alivio, pues, en ese momento creí que todo había sido solo un sueño, desgraciadamente al dirigirme de nuevo a la habitación, comprobaría que no todo fue un sueño, la caja, el frasco y todo lo demás seguía en el cesto de basura y debajo del muro una plasta de salitre escarlata. No pude volver a dormir esa noche.

Le platiqué mi situación a una compañera del trabajo, con la que empezaba a salir, después de escuchar mi historia, me comentó que ella pasó una situación parecida hace tiempo, en casa de su abuela, me recomendó salirme del departamento ínmediatamente, yo le hice ver, que por el momento no contaba con mucho dinero para moverme de lugar, a lo que me sugirió conseguir un gato negro, pues según escuchó una vez de voz de su madre, las brujas no toleraban a estos felinos, a diferencia de las películas donde las brujas siempre aparecen junto a un gato negro.

Conseguimos el gato en una veterinaria, durante unas semanas que lo tuve en casa, las cosas se tranquilizaron, algo había en el gato que lograba neutralizar las malas energías que vivían en el departamento, lo mismo que el problema de salitre que desapareció por completo en conjunto con la humedad, el departamento ya no presentaba este aroma.
Desgraciadamente este remedio no funcionó por mucho tiempo.

El gato solía dormir a un lado de mí, su ronroneo lograba calmarme y arrullarme. Una noche me despertaron los maullidos del gato. Me levanté de la cama para ver que ocurría, escuchaba al gato dentro de la habitación al fondo del pasillo, me dirigí hacia allá. Apenas puse un pie en el pasillo y descubrí con desagrado que todo el pasillo estaba manchado por pisadas formadas con ese salitre gelatinoso, no eran las pisadas del gato sino de una persona. Continué caminando, cuando escuché que el bufido del gato se convirtió en chillido de desesperación.

Cuando llegué al cuarto encontré al gato hecho pedazos por todo el lugar. Una sensación de repulsión, lastima y horror se apodero de mí. Después de desahogarme, intente descifrar que le había ocurrido al gato, pues su muerte era una cosa espantosa, por más que le daba vueltas a mi mente no lograba comprender que había ocurrido, miraba una y otra vez los trozos que pertenecieron al gato. Supuse que quizás alguien le dio veneno, pero no lograba entender como un veneno era capaz de hacerlo explotar en mil pedazos.

Hubo un elemento que tarde en percibir, el cual era el muro, que de nuevo mostraba un agujero ensalitrado, al percatarme de ello, maldije en voz alta. Invadido de coraje y paranoia, me dirigí a la casa de mi tía. Ella a pesar de mis acusaciones se mostraba serena y tranquila, se ofreció para ir a ver que era lo que ocurría ínmediatamente. Miró el cadáver del gato y el agujero en el muro, hizo llamar a un albañil que le asistía en el mantenimiento de esos departamentos, después me indicó que pasáramos a la sala a platicar.

Me ofreció cambiarme a otro departamento en cuanto se desocupará, me juró que de ninguna manera estaba relacionada con lo que ocurría, que solo conocía las historias de las personas y como bien ya me había dicho, creía que todo lo que contaban era solo alucinaciones. Después me recordó que yo mismo viví de niño sin que nada malo me ocurriera. Cuando me dijo esto, algo se desbloqueó dentro de mí, recuerdos donde mi hermana amanecía arañada, donde mi madre siempre mantenía crucifijos por todos los sitios del departamento, también la recuerdo arrojando agua bendita mientras reza.

Le conté a mi tía estos recuerdos, ella en respuesta se preguntó a sí misma sobre el porqué mi madre jamás le comento nada. Yo tampoco me explicaba como vivimos tanto tiempo en ese lugar, quizás mi madre se encontró en mi situación y del mismo modo la maldición que existía en ese lugar lograba arruinarte económicamente, evitando así que abandonaras el sitio.

Al final mi tía ofreció traer un sacerdote para bendecir la casa.
De inmediato al día siguiente día, llego el sacerdote, con sus inciensos, rezando y echando agua bendita, noté que no deseaba entrar a la habitación del fondo, aunque cedió ante la presión de mi tía. Antes de irse el sacerdote me obsequió una medallita, me indicó que la colocara debajo de mi almohada cada noche y que en caso de que presenciara algo extraño, rezara el credo.

Seguí las indicaciones del padre, incluso sin que presenciara nada, solía rezar el credo a menudo, también coloqué crucifijos benditos por toda la casa, sobre todo en el cuarto del fondo, al cual, a pesar de que el muro no volvió a ser invadido por el salitre y la humedad, le guardaba miedo.
Después de veintidós días de no presenciar de nuevo situaciones paranormales, comencé a perderle el miedo al departamento, incluso comencé a utilizar la habitación del fondo como estudio, pasando largas hora allí.

Desgraciadamente en ese lugar ningún remedio es duradero y justo cuando estuve más cómodo, los fenómenos volvieron a hacerse presentes.

Todo volvió a comenzar sin que yo me diera cuenta. ¿Como es esto? Bueno, pues tomé la costumbre de seguir yendo a la cancha a jugar al futbol con los muchachos de la villa y estos comenzaron a hacerme preguntas raras, como: ¿Quién es la chica que vive con usted? O ¿Cuantos hijos tiene? Déjelos salir a jugar.

Yo les respondí, que nadie vivía conmigo y no tenía hijos, que no me jugaran esas bromas, ellos respondieron que a veces que salían a jugar en la mañana veían a una señora acompañada de una niña asomarse por el balcón del departamento. No les creí, pensé que al igual que la primera vez que jugué con ellos, solo buscaban molestarme, aunque esta vez, no me contaban las cosas en tono de burla.

No le hice mucho caso a los comentarios de los chicos, seguí viviendo en el departamento normal. No sé si realmente la maldad que habita en ese lugar fue neutralizada o simplemente me distraje tanto que no noté nada extraño y es que para ese entonces comenzaba una nueva relación con mi compañera de trabajo, la misma que recomendó adoptar un gato; ya saben cómo son las emociones al empezar un noviazgo, no puedes pensar en otra cosa que no sea esa persona que te hace sentir bien.

Una noche ella se quedó a dormir en mi departamento, a medianoche me levantó diciéndome que escuchaba sonidos extraños provenientes de la habitación del fondo. Agudice mi oído, escuche perfectamente de lo que me hablaba, era el mismo sonido de gatos intentando hablar, estos se mezclaban con el chillido de un silbato como el que tienen los juguetes de goma. Me hice el valiente, no podía defraudar a la dama, así que me puse de camino a la última habitación, con la medalla de protección que me obsequió el sacerdote, ella al principio no quiso seguirme, pues decía sentir mucho miedo, más en cuanto me alejé por el pasillo, sentí sus brazos tomando mi espalda.

Al entrar a la habitación, los sonidos desaparecieron y aunque de primera vista todo se veía intacto, no tardamos en comprobar que los crucifijos no estaban en la pared, sino en el piso, lo mismo que algunos libros que mantenía sobre mi escritorio, aparte, el muro, el maldito muro detrás de la máquina de coser de mi madre, mostraba una enorme mancha negra que me indicaba el regreso de la maldad.

Ella no quiso quedarse el resto de la noche, por lo que tuve que llevarla a su casa, sin embargo, cuando yo regresé no volví a presenciar fenómenos extraños, al menos por esa noche.

De nuevo comencé a sentir una sensación de pesadez en la espalda, no solo estando en el departamento, aunque allí era más perceptible, incluso hubo días en que no lograba levantarme de la cama, no sabría cómo darme a entender, pero era algo así como si algo me robara mi energía vital, incluso mi estado de ánimo se vio afectado, cosa que me trajo el rompimiento con mi nueva pareja.

Esto no me hizo sentir diferente, pues esta sensación dentro de mi me alejó de ella, me sentía como encerrado dentro de mi, sin ánimos de nada.
Empecé a guardar un poco de dinero para mudarme de ese lugar, aunque mi tía me ofrecía cambiarme sin costo a otro de los departamentos, deseaba salir de la zona, sin embargo, puedo asegurarles que es maldito departamento tiene el poder de influir negativamente en tu vida para evitar que lo abandones, pues no pasó ni un mes cuando la empresa en la que laboraba cayó en banca rota y terminó cerrando, también la máquina de mi coche se averió, todos estos gastos dejaron mis ahorros en ceros, cosa que prolongó mi estancia en ese agujero infernal.

Decidí que, si iba a estar más tiempo allí, era necesario bloquear la habitación del fondo, la cual identificaba como la fuente de todo mal en el departamento, así que, comencé a aislar el muro que de nuevo comenzaba a agrietarse ante la humedad, para esto coloqué un plástico y encima un muro de Tablaroca, luego clave un enorme crucifijo sobre él, después moví el escritorio a la alcoba que usaba como dormitorio, cerré con llave y una cadena con candado la puerta.

Encontré un pequeño ingreso de dinero, escribiendo una columna para la sección de deportes para un periódico local, no era la gran cosa, pero la entrada de dinero me era muy necesaria, sobre todo en aquel momento, cuando mi cuenta en el banco quedo en ceros. Una tarde me encontraba muy concentrado en mi escritura, cuando de pronto comencé a escuchar como la máquina de coser en la habitación del fondo funcionaba sin manipulación humana.

El Terror Que Se Oculta En La Villa

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Paré de escribir y puse atención al sonido, no lo podía creer, seguía sonando el repiqueteo de la aguja y el movimiento de la rueca, de primero no sentí miedo, sino coraje y como reacción ante esto, golpeé mis puños contra el escritorio y grité: ¡Silencio maldita sea! Al principio parecieron escuchar mi petición, pues por unos momentos el sonido de la máquina paró, aunque este momento de tranquilidad solo fue la calma que antecede a la tormenta, pues minutos después el sonido de la máquina volvió con mas fuerza y acompañado de mas elementos de sonido, escuché a mi madre gritar de coraje como cuando éramos niños.

También escuché a mi hermana llorar, después sus voces se deformaron en un tono de cacofonía infernal, que gritaban frases indescifrables, aparte la puerta de la habitación se agitaba con fuerza, pues percibía como el candado y la cadena se golpeaban contra la lámina. Tome mi medalla de protección, me arrodillé en el piso y recé el credo en voz alta, intentando que mi mente se enfocara en la oración y no en las voces.

Al final el cielo me escuchó y las voces desaparecieron, sentía el corazón latir muy fuerte, enseguida me salí al balcón a fumar un cigarro. Estaba muy agotado de esa situación y no encontraba una salida.

Ante grandes males, debemos dominar el miedo y tomar decisiones definitivas, durante mi estancia en ese lugar, algo me mantenía dentro, algo más allá de mi comprensión, que necesitaba ser alimentado por mi miedo y mis emociones negativas. Me encontraba justo por llamarle a mi madre, cuando recibí un mensaje de mi exesposa, quien me preguntaba si todo iba bien conmigo, sinceramente yo no deseaba contestarle y estuve a punto de no hacerlo, pero en seguida me hizo otra llamada, me volvió a preguntar si estaba bien.

Le comenté que no, que últimamente la estaba pasando mal, aunque no le di detalles de mi situación, enseguida me platicó que llevaba cerca de una semana manteniendo una pesadilla en la cual yo era acechado por una especie de demonio hecho de una especie de plasma gelatinoso, yo le comenté que si me habían ocurrido algunos sucesos en el departamento y que no encontraba ni la manera de salirme de allí, ni de neutralizar a las energías negativas que habitaban allí. Antes de despedirnos, me dijo que me mandaría un número de una vidente, pero que me recomendaba salirme inmediato del lugar, pues sentía mucho miedo por mí.

Sentí rarísimo que me llamara mi exesposa y más raro aun lo que me contó. Me quedé dudando en hablar al teléfono que ella me compartió, por esos momentos estaba decidido a salirme de ese lugar y quizás hubiera sido lo más sensato, pero como les digo, algo me ataba a ese sitio.

Contacté a la vidente, quien acordó verme al día siguiente por la mañana.
Llego puntual, era una mujer de unos 37 años, algo robusta. Desde que subimos al departamento, ella me dijo que la energía negativa se concentraba en un solo lugar y que el problema no era el edificio en sí, pues en ningún otro lugar sentía algo, le pregunté que como sabia eso, ella me respondió, desde lejos podía ver una concentración de oscuridad, yo no entendía a que se refería, pero ella era la vidente, a fin de cuentas.

Se paró ante la puerta, cerro los ojos y levantó su mano derecha, se quedo en silencio unos minutos, después se acercó a mi y me dijo, que era de suma importancia llevar a cabo un ritual para encerrar al mal que habitaba allí, pues ante su visión pudo captar que el mal había comenzado una migración a mi cuerpo. Esa afirmación me hizo sentir aterrado, así que decidí seguir sus indicaciones.

Me indicó que la llevara al lugar de donde yo percibía salían los fenómenos, así que tuve que abrir la puerta de la habitación del fondo, apenas pusimos un pie dentro, la vidente me dijo que esto era peor de lo que creía. Colocó unas velas de manera circular, unos inciensos y llevó a cabo un ritual que no acabó nada bien.
El ritual pareció reavivar la llama que, aunque no había sido extinguida, al menos se mantenía un poco apaciguada.

Para empezar las velas se apagaban a cada rato, la temperatura comenzó a descender al punto que nos puso a temblar a la vidente y a mí, comencé a notar que ella se ponía cada vez más nerviosa, aunque intentaba demostrarme que no, de repente la vieja máquina de coser de mi madre se accionó sola, como me había ocurrido antes, a la vidente se le salió un grito, después de intentar controlarse, me indicó que mirara el muro, noté que la lámina de Tablaroca había sido invadida por la humedad y goteaba ese salitre asqueroso, ella me dijo: ¡Algo va a salir! ¡Ya viene! ¡Que la sangre de cristo nos proteja!.

Por unos segundos vimos un ser cubierto por ese salitre salir de la pared, yo intenté correr, pero la puerta de entrada se cerró sola, empecé a intentar abrir la puerta, pero mi mano temblaba de miedo, escuchaba llorar a mis espaldas a la vidente, intenté controlarme lo mejor que pude y volví a intentar abrir la puerta, esta vez sí lo logré; la vidente me empujó hacia atrás y corrió sin parar, mientras yo sentía una mano fría en mi hombro que intentaba detenerme, rece el credo en voz alta y en cuanto logré zafarme salí corriendo del departamento, no cerré ni siquiera la puerta y no volví jamás.

Volví a casa de mi madre, no tuve opción alguna. Después de unos días, mi tía mandó mis pertenencias con uno de mis primos, yo no lo pude recibir, pues caí en cama enfermo. Fueron días en los que cada noche presentaba fiebre y como consecuencia mantenía consecutivamente terribles pesadillas, quien sabe cuántas noches habrá durado en vela mi podre madre, pues a pesar de que me consultaron un par de médicos, no encontraban la raíz de mi enfermedad. Perdí el apetito, bajé muchísimo de peso en poco tiempo.

Una amiga de mi madre nos recomendó visitar a un parapsicólogo, a lo que yo me negué rotundamente, pues le dije que la única vidente que conocí me decepcionó, la amiga de mi madre me explicó que no era lo mismo, al final accedí, como dicen, un perdido a todos lados va.

Desde la primera sesión sentí mejoría, se los juro, fue como si dejara atrás un enorme peso, y la verdad ni me enteré como fue que me alivie, pues durante las sesiones me hipnotizaban, aunque después de la segunda sesión me daba ciertas explicaciones que no lograba entender del todo, hablaba de un plano astral y de seres que entran a nuestro mundo para alimentarse de nuestras emociones, en especial nuestro miedo y sufrimiento.
Tiempo después platiqué con mi madre, pues, aunque la pesadilla paró, aún existían ciertas dudas en mí.

Le pregunté que si el tiempo que vivimos allí de niños no pasamos por lo mismo que yo pasé en ese departamento maldito, ella me contó que el tiempo que vivimos allí hizo lo posible por cubrir todo fenómeno paranormal que ocurría, pero que al igual que yo lo creía, existía algo en la casa que te atrapaba y te impedía irte, sin embargo ella contrató durante un tiempo a una bruja, que neutralizo las energías del lugar, según creía mi mamá, el mal había abandonado el departamento y mantenía la esperanza de que yo no volviera vivir lo mismo que cuando éramos pequeños.

Yo le pregunte que, porque no recordaba mucho de lo vivido allí, salvo por difusos momentos en los que la veía colocando crucifijos o rezando, ella me respondió, que eso era debido a que la misma curandera, nos canceló los recuerdos y la clarividencia.

También le pregunté si sabía sobre el porqué de que solo ese departamento estuviera embrujado, a lo que me contestó que, aunque no estaba segura, según supo, allí vivió una persona que practicaba el satanismo, cuentan que murió dentro, y antes de morir, en uno de los muros de la casa escondió una de sus atrocidades.

No quise contarle lo que saqué del muro, quien sabe que cosa contendría ese frasco y lo que aun me causaba dudas era sobre el porque se encontraban nuestras fotos en el muro. No se, no puedo descartar que mi tía tuviera algo que ver con todo eso, pero ante la falta de pruebas no puedo afirmarlo.
Afortunadamente mi suerte a cambiado y los sucesos que experimente aquella vez solo quedaran en mi memoria al igual que las palabras en esta historia.

Autor: Mauricio Farfan.

Derechos Reservados.


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Historias de Terror