Ritual Siniestro Historia De Terror 2023
Ritual Siniestro, Historia De Terror… Tengo en mi memoria una ocasión en la que acompañé a mi madre a un cementerio, mientras las personas estaban alrededor de la tumba en la que iban a sepultar al difunto, yo me distraje un poco más atrás, jugando entre las lápidas, como parte de mi juego comencé a recolectar unas piedras, con discreción tomé unas flores de otra sepultura y me puse a jugar, me encontraba entretenida, cuando vi algunos palos pequeños y extraños dispersos por el lugar, se me hicieron curiosos y recogí dos de ellos.
Después de un rato, mi madre me llamó para retirarnos, se me hizo fácil y guardé mi hallazgo en la bolsa de mi chamarra. Con el paso del tiempo me di cuenta, que lo que recogí, no fueron dos palos, sino dos huesos de algún cadáver.
Después que regresamos a casa, mi madre me dijo que me bañara, para que me pusiera a hacer mi tarea, ese día yo no había asistido a clases porque mi maestro estaba en un curso de capacitación, mis hermanos sí habían ido a la escuela.
Me metí a la ducha con mi nueva adquisición para lavarlos y poder jugar con ellos, mientras me bañaba comencé a escuchar como si algún niño estuviese llorando, cerré la llave de la regadera para poner atención, de nuevo escuché el llanto.
Mi madre también lo oyó, porque enseguida se acercó a la puerta para preguntarme si me encontraba bien, le dije que sí.
Al salir del baño, mi mamá estaba afuera, estaba preocupada de que algo me hubiese sucedido, le dije que todo estaba bien, ella me respondió que había escuchado con claridad que estaba llorando, le dije que también lo escuché, pero no fui yo.
Me retiré a mi recámara y guardé en el armario los dos huesos que me había traído del cementerio, enseguida me dispuse a realizar mis actividades escolares, mientras trabajaba en ello, escuché como si alguien corría y se metía a mi habitación, volteé y no vi a nadie, continué con mis actividades.
Hubo un momento en que me había enfadado de hacer las planas, dejé el cuaderno por unos minutos, pude ver cómo le daban vuelta a las hojas de mi cuaderno, como si alguien estuviese viendo mis tareas, ahí fue cuando se me hizo muy raro.
Me acerqué con mi madre para decirle el hecho tan extraño que acababa de presenciar, ella me acompañó a mi cuarto, le expliqué con detalles lo que acababa de ver, mi mamá se quedó pensativa, cerró el ala de la ventana, me dijo que quizás el viento entró y produjo ese efecto en las hojas de mi cuaderno.
En ese instante me quedé conforme con el comentario de mi mamá, ella se quedó un rato a hacerme compañía, para que me diera cuenta de que no sucedía nada anormal, durante el tiempo que ella se quedó conmigo no sucedió nada, así que ella se retiró pensando que todo había quedado solucionado, yo también lo pensé de esa manera.
Después de que terminé la tarea, me fui a la sala a jugar un rato con mis juguetes, mi mamá me dijo que saldría a comprar las tortillas, no tardaría mucho en llegar, sólo me dejó como precaución que no atendiera el teléfono, ni que le abriera a nadie la puerta.
En cuanto ella se retiró, sin motivo alguno se encendió el televisor, en ese tiempo no había control remoto, el aparato funcionaba de forma manual, me causó incertidumbre pensar quién lo había hecho, miré hacia todos lados de la casa.
En ese momento comenzó a sonar el teléfono, yo no quise contestar porque era una indicación que me había hecho mi mamá, sin embargo, no dejó de timbrar, hubo un instante en el que me molestó tanto el sonido que lo descolgué, no respondí, dejé la bocina del teléfono sobre la mesa, sólo lo hice para que ya no sonara por más tiempo, sin embargo, alcancé a distinguir una voz que salía de ella, no pude saber lo que decía porque no le entendí, sólo escuché un grito muy fuerte que salió del altavoz.
Más tarde llegó mi madre junto con mis hermanos, me abracé a ella, le dije lo que había sucedido, ella me respondió que me encontraba muy alterada, quizás no debió de haberme llevado al cementerio.
La abracé con fuerza porque había sentido mucho miedo, me dio un medicamento de origen natural para calmar los nervios, poco a poco comencé a sentirme mejor.
Por la tarde, ya se me había olvidado todo lo ocurrido, me puse a jugar con mis hermanos a las escondidas, nuestra casa tenía un patio trasero muy grande, lo que nos permitía correr y escondernos sin tener que salir a la calle, nos podíamos ocultar en cualquier parte de la casa, así que corrí a esconderme detrás del gabinete, por lo largo y grande que era, no parecía fácil que me pudiesen encontrar en ese lugar.
Pasaron los minutos y nadie me encontró, de pronto, sentí que alguien me tocó el hombro derecho, volteé hacia ese lado sin ver a nadie, con claridad sentí que alguien se encontraba a un lado de mí. Me salí asustada del lugar, ya no quise esconderme más, me fui a mi cuarto sin entender lo que pasaba.
Por la noche, desperté porque escuché como si alguien estuviese corriendo alrededor del cuarto, me senté para ver si era mi hermana, pero ella se encontraba dormida, los pasos continuaron, hasta que hubo un momento en que se detuvieron.
Miré hacia el espejo y pude ver con un poco de dificultad la imagen de alguien, parecía que era un niño por su tamaño, pero su cara era horrible, me puse a gritarle a mi mamá, ella entró asustada, me dijo que solamente era una pesadilla, trató de calmarme sin lograr conseguirlo, era tanto mi miedo que mi mamá acabó llevándome a dormir a su recámara.
Ritual Siniestro Historia De Terror
A partir de esa noche ya no pude tener un descanso tranquilo, casi a diario me despertaba llorando porque había visto algo a través del espejo, incluso, mi madre tomó la decisión de cubrir los espejos con una cobija, pero aún así continué con miedo, día a día me pasaban cosas perturbadoras.
Hubo un momento en que mi madre acudió con un sacerdote, ella era muy religiosa y pensó que era la mejor solución, el padre lo que hizo fue rociar agua bendita en toda la casa, me puso a mí al centro de la sala y también me mojó con el líquido, dijo unas oraciones mientras ponía su mano sobre mi cabeza, me dijo que tenía que acercarme más a la iglesia y a los sacramentos.
Por unos días pude estar tranquila, dormí durante toda la noche, mi mamá creyó que todo se había solucionado, hasta que un día de nuevo regresó el niño o lo que sea que pudiese ser.
Recuerdo que ese día me encontraba paseándome en mi columpio, mis hermanos estaban jugando también por el patio, les grité que me empujaran, ya que todavía no sabía cómo mecerme sola, ellos me ignoraron, prefirieron continuar en sus juegos, de repente sentí que alguien comenzaba a empujarme, cada vez era con más intensidad, traté de ver quién era la persona que me estaba paseando, pero no veía a nadie, sin interrumpir me empujaba más fuerte.
Fue tanto mi miedo que me aventé del columpio, el golpe fue tan fuerte que tuvieron que llevarme al hospital, el resultado fue una fractura del brazo derecho.
Los primeros días me quedé en casa, no pude asistir a la escuela porque estaba incapacitada mi mano derecha, hubo momentos en los que mi madre se tenía que ausentar o estaba inmersa en sus ocupaciones, me arregló para que me pudiese acomodar en el mueble de la sala, así podría sentirme más segura, pero en cuanto dejaba de ver a mi madre, el miedo me invadía, comenzaba a gritar desesperada.
Mi mamá pensó que tenía algún problema psicológico, comenzó a llevarme con un terapeuta infantil, sin embargo, eran casi nulos mis avances, fui entrando en un estado de desmejoramiento y continuo temor.
Lo que nunca le dije a nadie fue que en todo momento veía a ese niño que trataba de estar más cerca de mí, ya no me dejaba en ningún instante, lo que me daba mucho miedo era ver su rostro, era siniestro.
Creo que mi madre entró en un estado de desesperación, ya que ella decía que las personas que creían en la brujería y en todas esas cosas, no eran creyentes de Dios.
No sé quién le daría la recomendación de llevarme con una bruja, mi mamá así llamaba a todas las personas que practicaban el esoterismo, fuimos con una mujer que vivía en un lugar apartado, lejos de nuestra casa. Esa persona me acostó en una cama improvisada, hecha con una mesa de madera, me examinó con detenimiento, comenzó a hacerme una especie de limpia de energía, con sus manos tocaba cada una de mis extremidades y hacía como que jalaba y expulsaba algo de mi cuerpo, no supe lo que le dijo a mi mamá, porque la apartó para hablar con ella.
Cuando salimos del lugar, me sentí peor, comencé a tener náuseas y mareos, comencé a vomitar algo negro, hubo un momento en que me puse tan mal, que ensucié con el vómito mi brazo fracturado, así que fue necesario llevarme de nuevo al hospital para que me cambiasen el yeso.
No sé si fue que el espíritu se alborotó con lo que me hicieron, que volvió con más intensidad esa noche, cada vez que cerraba los ojos veía su imagen maligna, porque ya había cambiado ahora tenía una mirada siniestra.
Recuerdo cómo mi mamá se sentía impotente por no poder ayudarme, escuché por teléfono que le llamó a una de sus amigas, al parecer le decía que regresara de nuevo con la bruja, ella le respondió que me había puesto peor, eso no había funcionado.
Creo que mi mamá acabó aceptando, al otro día me llevó de nuevo con la bruja, le explicó cómo me había puesto después de lo que me hizo, la mujer le explicó que era cierto lo que ella había pensado, no sólo era un alma que se encontraba en este plano, sino que era un ente que me quería dañar.
Le dio una serie de recomendaciones para que yo pudiese estar mejor, entre ella, una consistía en limpiar cada uno de los espacios de mi habitación y de la casa, rociando con un líquido que ella le facilitó, en cuanto llegamos a casa, mi madre comenzó a realizar las indicaciones dadas por la mujer.
Ella se encontraba en esas labores, cuando vio los dos huesos que me había traído del panteón y los dejé olvidados en el armario, mi madre fue de inmediato conmigo, me preguntó de dónde los había sacado, le dije que los encontré en el suelo, a un lado de una tumba, mi mamá se alteró mucho, me dijo que no debí haberlos traído, pero después cambió su postura, comprendió que lo hice por desconocimiento.
Mi madre envolvió los dos huesos en un pañuelo y los metió en una bolsa, mientras íbamos con la bruja, los puso fuera de la casa, en el patio. No sé si tuvo algo que ver el hecho de que los cambiara de lugar, porque esa noche se escucharon en el patio una serie de gritos, no se comprendía lo que decían, pero sí se escuchaban alterados, como si estuviesen enojados.
Al día siguiente, mi madre prefirió llevarme con la bruja, en vez de que asistiera a clases, ella llevaba consigo los dos huesos del difunto, en cuanto llegamos a la casa de la bruja, ella se alteró mucho, parecía que conocía de antemano el contenido de la bolsa.
En cuanto mi madre le reveló lo que había sucedido, la mujer explicó que esa fue la razón por la que sucedieron tantos acontecimientos extraños, añadió que era necesario realizar otro tipo de limpieza, ya que al llevar conmigo los huesos, también me había traído al muerto.
En aquel tiempo no alcancé a comprender lo que la mujer le dijo a mi madre, años más tarde investigué sobre lo que era la palería, según la bruja, era una práctica que hacían las personas que se dedican a la magia negra, con la finalidad de profanar una tumba y llevarse algún hueso para realizar el rito de “levantar al muerto”, no cualquier hueso sirve para esta finalidad, por tal motivo, hay ocasiones en que quedan regados los huesos que no sirven para tal finalidad.
Según lo que dijo la mujer, antes de profanar una tumba, se le pide permiso al muerto para poder llevarse una parte de su osamenta, en este caso, lo más seguro es que nadie le pidió el favor al difunto, por tal motivo, se encuentra molesto.
Mi madre le dijo que al parecer se trataba de un niño, ya que yo lo veía de ese tamaño, ella respondió que eso no era seguro, quizás el espíritu sólo tomaba esa forma para confundir a la persona que extrajo el hueso, lo que era cierto es que estaba molesto, por eso me sucedieron los accidentes, ahora era necesario revertir todo lo ocurrido, mi madre le dijo que si no era suficiente con llevar los huesos al panteón y dejarlos en el lugar en el que los recogí, ella respondió de manera tajante que no, no bastaba con hacer eso.
La señora me hizo otro ritual distinto, nos retiramos del lugar con la idea de que todo estaría mejor, ese día no me sentí muy bien, ya no me gustaba ir ahí porque cada vez que iba no lograba sentirme bien.
La mujer al darse cuenta que no hacían efecto cada uno de los rituales que me hacía, cambió de estrategia, esa última vez que fuimos, recuerdo que me dio a beber de un brebaje que sabía muy amargo, no lo quería tomar, pero ella me dijo que si no lo hacía, no sería efectivo el procedimiento, mi madre asintió para que así lo hiciera.
En pocos minutos la bebida comenzó a hacer efecto, comencé a sentir mucho sueño, tanto que me quedé profundamente dormida, caí en un sueño en el que se me revelaba la identidad del dueño de esos dos huesos, no era el de un niño, era el de un hombre joven cuyos restos habían sido profanados, con tales huesos se realizó un ritual de magia negra, el alma de ese ser se encontraba entre dos mundos, en el del bien y el mal, él no estaba de acuerdo en lo que habían hecho con su osamenta, sin embargo, como la magia negra era muy poderosa, no pudo hacer nada al respecto.
No sé por cuánto tiempo estuve en este trance, porque cuando volví en mí, a mi madre se le veía preocupada, a grandes rasgos les dije lo que me había sucedido, durante el sueño o el trance provocado por la ingesta de la bebida, incluso, pude saber el nombre del difunto.
Se trataba de un Miguel Vallejo, lo único que me pedía era que juntara sus huesos que se encontraban dispersos y los llevase a su tumba. La mujer dijo que no era tan simple, ese espíritu se encontraba atrapado en un ritual muy fuerte, alguno de sus huesos ya habían sido molidos para realizar su cometido.
De cualquier manera, nos dijo que era necesario llevar los huesos que mi madre traía al lugar indicado, y que yo debería de depositarlos.
Al día siguiente fuimos al cementerio mi madre y yo, en la oficina preguntamos por la tumba de ese difunto, mi mamá argumentó que se trataba de un familiar de ella, del cual ya no había parientes cercanos a quién preguntarles, no fue tan sencillo conseguir el dato, nos dijeron que deberíamos volver en varios días, quizás tendrían la ubicación de esa tumba.
Días después regresamos al panteón, por fortuna sí tenían la información que se solicitó, le dieron a mi madre la ubicación de la tumba y fuimos a ese lugar.
Fue triste encontrar el lugar olvidado y en malas condiciones, la lápida estaba quebrada, se podía ver al interior de la fosa, por curiosidad intenté asomarme al fondo del agujero oscuro, de inmediato mi madre me tomó del brazo y me lo prohibió, lo que ella hizo fue lanzar los dos huesos a través del hoyo, hizo otra serie de rituales para dar cierre a ese acontecimiento.
Antes de retirarnos de ahí, mi mamá me dijo que me disculpara con el difunto, eso fue algo que le comentó la bruja, le pedí perdón al difunto y le prometí que no lo volvería a hacer, nos retiramos del lugar, ambas sentimos como si nos quitaran un peso de encima, al liberarnos por fin de esa maldición, me sentí feliz, y por la cara de mi mamá, creo que ella también.
En casa ya no se volvió a hablar de ese asunto, todos dimos por cerrado el caso, como era fin de semana, me pude quedar por más tiempo viendo la televisión al lado de mis hermanos, mi madre se fue a dormir temprano, seguramente, los días anteriores habían sido complicados para todos.
Mis hermanos y yo decidimos ver una película y poner un tendido en la sala, mi hermano me dijo que fuera a la cocina por las palomitas, en cuanto entré a esa habitación sentí mucho frío, de repente la temperatura del lugar cambió por completo, estaba helado como si estuviese dentro del refrigerador, me froté los brazos para darme un poco de calor.
Fui por un recipiente para poner la botana, al agacharme por un tazón pude ver a un ser oscuro, que me veía con atención, cuando intentó acercarse a mí, grité y tiré el recipiente al piso, de inmediato mis hermanos y mi madre corrieron hacia mí, yo sólo le apuntaba con el dedo diciéndole:“ahí está”.
Cuando ellos entraron a la cocina no vieron nada en absoluto, me decían que ya podía entrar para que me diera cuenta de que no había nadie, yo ni siquiera hice el intento de ingresar, me fui a dormir junto con mi mamá, pero no pude evitar tener miedo, esa imagen se quedó grabada en mi mente, durante la noche comencé a delirar, mi mamá dice que tuve mucha fiebre, ella argumentó que fue por el susto.
Hubo un momento en que fue necesario bañarme, porque comencé a convulsionar por la temperatura tan elevada, me dejaron durante un rato en la tina del baño en el agua tibia, a cada momento me ponían el termómetro para cerciorarse de que la fiebre haya bajado, no sucedió así, me tuvieron que llevar a urgencias, porque las convulsiones regresaban.
En el hospital, los médicos no podían controlar los espasmos, fue necesario inducir un coma para poder dominarlos. Mi madre me dijo que todo ocurrió tan rápido, ella no daba crédito a todo lo que los médicos le dijeron, incluso, le llegaron a mencionar, que quizás podría morir, ya que ni ellos podían determinar mi estado de enfermedad, se encontraban ante algo desconocido.
Pasaron dos días y cada vez me encontraba peor, los médicos sólo esperaban a que ocurriese un desenlace, mi madre estaba tan angustiada, que nunca se separó de mí. Ella me dijo después, que una compañera de trabajo le marcó para saber mi condición de salud, cuando escuchó a mi madre y le dijo que sólo esperaban un milagro, ella le comentó si la bruja con la que la que me llevó estaba enterada de todo, mi madre le dijo que claro que no, eso no tenía nada que ver con mi enfermedad.
Sin tomar en cuenta a mi mamá, su amiga llevó a la bruja al hospital, ella no pudo entrar a verme, ya que me encontraba en terapia intensiva, sin embargo, desde ese lugar, mi mamá me dijo que ella comenzó a hacer un ritual a discreción, lo más cerca que pudo estar de conmigo.
Mi mamá me dijo que nunca supo qué pasó en realidad, pero que en ese momento en que la mujer comenzó a mover sus labios como signo de que estaba orando, una ráfaga de aire pasó entre ellas, fue únicamente un instante, en el que ella sintió mucho frío, las dos mujeres se miraron sorprendidas, poco después los médicos dijeron que ya estaba saliendo de peligro, poco a poco me fui recuperando, hasta que salí del hospital por mi propio pie.
Lo que la bruja le dijo a mi madre, fue que los huesos del difunto fueron usados para un ritual de magia negra, al traerme alguno de ellos, fue un canal de comunicación entre el maleficio que hicieron otras personas y yo, cuando ella trató de romper ese hechizo, lo único que consiguió fue enfurecer al ente que formó parte de ese ritual, al parecer, esa energía se marchó a cumplir los designios de quien lo había invocado.
Autor: Adriana Cuevas
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