Recorridos Nocturnos Historia De Terror 2023

Recorridos Nocturnos Historia De Terror 2023

Recorridos Nocturnos, Historia De Terror… Hay creencias de que hay lugares en los que se conserva la energía y si esta no se mueve puede manifestarse de alguna manera.


Siendo honesto no me sorprende la historia que les contare, debido a que el lugar de donde se llevaron a cabo todos estos sucesos ya no hace la habitual descarga de energía que se hacía con los años pasados.

En Tlaquepaque, Jalisco existe un lugar llamado Centro Cultural El Refugio, en el cual antes de la Pandemia se realizaban recorridos nocturnos en los que se llevaba al espectador acompañados de un guía por los pasillos de todo el edificio, recorriendo los patios, cuartos, patios para culminar en el teatro, donde se representan las historias de cuando era un Nosocomio.

Mas aun lo que quiero contarles es una historia que llegó a mi hace algunos días, al encontrarme con una vieja amistad que trabajó como Guardia de Seguridad en El Refugio, Mi amigo a quien llamare Julio, comenzó a laborar en este lugar un poco antes de que comenzara el confinamiento por la Pandemia.

Sin embargo, con el pasar de los días y conforme la situación se intensificaba, además de que los contagios también se incrementaban se llegó a la decisión de suspender de forma indefinida los recorridos nocturnos, de este modo ya después de la una o dos de la madrugada dentro de EL Refugio había un absoluto silencio.

A Julio le tocaba siempre trabajar en el turno nocturno junto con otros dos guardias con quienes se organizaba para que el trabajo fluyera y que este no fuera tan pesado, entre los tres se rolaban las rondas que realizaban para echar un vistazo en los pasillos y cuartos.

Sin embargo, un cierto día coincidió que redujeron la plantilla nocturna para disminuir contacto entre compañeros de trabajo quedando solo dos guardias en diferente zona u horario.

No había mucho problema pues entre dos podían realizar las actividades que hacían los tres, pero las cosas se complicaron cuando él compañero de Julio se enfermó de Coronavirus y ya no pudo asistir, de este modo se quedó Julio solo en la noche.

Tomó la decisión de alterar un poco sus actividades, las rondas se limitarían a ciertas horas y hasta ciertos puntos pues el mismo comentaba que le tenía bastante respeto a ese lugar como para perturbarlo con su presencia ya que cada noche una intensa energía pesada se percibía en el ambiente.

Pero con lo que no contaba es que en cierta noche las cosas se saldrían un poco de su control.

La base principal donde Julio tenía que estar era en la puerta principal, allí tenía su escritorio de madera en el que se recibía a las visitas o al personal que trabajara en las oficinas internas, ya pasaban de la media noche, miró su reloj y eran las doce con cinco minutos ya era normal que por fuera solo se escuchaban a la gente que salía de las dos pizzerías que se encuentra justo al frente.

Cuando de repente todo quedó en total silencio, para él fue desconcertante que de un instante a otro todo quedara callado, dejó de hacer lo que estaba haciendo pues comenzó a sentirse algo incómodo de estar detrás de una puerta cerrada, se movió del lugar para que le diera un poco más el aire fresco, y justo cuando estaba caminando a un lado del cancel se alcanzo a notar como una monja Josefina se alejaba lentamente para perderse en el patio continuo.

Recorridos Nocturnos Historia De Terror

Julio ya había escuchado de apariciones por parte de otros compañeros, pero no se esperaba que esto le pasara tan pronto a él. Se quedó helado, no movió ningún musculo por varios minutos tratando de asimilar lo que había visto.

Pensó que lo mejor sería ir a ver pues lo que menos quería es que alguien se hubiera logrado colar por la puerta lateral de la otra calle para grabar algún video, una situación que ya les había pasado antes donde a tenido que correr a gente que se colaba por la noche.

Tomo su linterna, quito el seguro del cancel para ingresar al patio continuo para después cerrar la puerta por si alguien se le escabullía.

A Julio nunca le había gustado hacer rondas nocturnas en El Refugio debido a que tenía que revisar que cada oficina o cubículo estuvieran cerrados y aun así aluzar para mirar en su interior.

En su mente siempre pasaban mil situaciones que lo hacían temblar del miedo. Para ser más precisos lo que hacía era acercarse a la puerta, sacudirla un poco intentando abrirla, la cual no tenía que abrirse pues la indicación para todos los oficinistas era cerrar con llave antes de retirarse, y si estaba cerrada revisar con la linterna que no hubiera nadie por dentro o en su defecto algo encendido.

Todo parecía estar tranquilo pues sacudía las puertas y estas se encontraban cerradas, pero cuando llego a la mitad del Patio una de las puertas que ya habia revisado se abrió por si sola.

Julio me comenta que el sonido de aquella puerta de madera al abrirse le erizo los bellos de la nuca fue una sensación horrible.

Julio se acercó lentamente solo para notar que no había nadie, tardó un rato revisando por fuera con la linterna y cuando por fin agarró confianza para asegurarse que no había nada de qué preocuparse se acercó a cerrar la puerta y al hacerlo por el reflejo de una de las ventanitas de la puerta pudo ver que detrás suyo se encontraba la misma Monja Josefina que había visto hace unos minutos, rápidamente Julio se dio la vuelta con el corazón alterado, pero no vio a nadie parado allí.

Él estaba seguro de que había visto la túnica blanca de la monja y el rostro de ella que le observaba, ya se encontraba bastante alterado que sin dudarlo se encaminó a la puerta del cancel para regresar a su puesto, pero cuando ya estaba por abrir escucho un fuerte ruido que provenía del otro lado del jardín.

El ruido sonó muy similar al que uno hace cuando deja caer una caja pesada y sin duda provenía de adentro del Refugio, Julio sabía muy bien que tenía que ir a revisar, pues era su obligación averiguar que era aquello.

No tuvo opción, pero por dentro solo se repetía a si mismo que solo se asomaría y se aseguraría que todo estuviera en orden, quizás solo se trataba de algo que se había caído con el viento.

Llegó a un pasillo angosto el cual era muy parecido a un pequeño túnel, y en el que desafortunadamente la luz no encendía, cada paso que daba dentro de él le inquietaba bastante, solo quería asomarse al jardín para verificar que no hubiera algo extraño o alguien a quien confrontar.

No encontró nada en especial, así que prosiguió buscando a su alrededor, todo estaba aún muy silencioso y por ello se sintió más tranquilo pues cuando estuvo a punto de retirarse escuchó que del otro lado a varios metros de él un ruido, en plena oscuridad alcanzó a divisar algo que se movía lentamente mas no era muy claro, así que tomo la linterna en mano para alumbrar y fue cuando las vio, había una monja que empujaba una silla de ruedas lentamente, y sentada sobre la silla de ruedas una mujer de cabello largo y negro le cubría el rostro.

Julio se dio cuenta que si quería salir de allí rápido, era necesario caminar hasta otro pasillo que se encontraba detrás de ellas, no pudo aguantar más así que se apresuró para llegar del otro lado del pasillo y no toparse con la monja, mientras que se acercaba se podía escuchar como la Monja le hablaba en voz tenue a su enfermita y que cuando tuvo que pasar por detrás de ellas se quedaron en total silencio y sin moverse, temía que lo hubieran escuchado caminar y que la monja le saltara encima.

Cerró la puerta detrás suya y sintió un gran alivio por ya no estar allí, sin embargo, ahora se encontraba al otro extremo del Refugio.

Solo tenía que seguir un camino recto para llegar a su estación de vigilancia cuando escuchó de repente el murmullo de mucha gente.

Esto lo tranquilizó pues para él se trataba de las personas de exterior saliendo de la Pizzería. Se sentía aliviado porque pensó que por fin todo esto había terminado, pero en un par de segundos al escuchar con mas detenimiento se dio cuenta que eran rezos los que se escuchaban y al identificar de donde provenían se percató que se trataba de la sala principal, aquella en la que antes se recibía a los enfermos para ser tratados.

Caminó sigilosamente hasta quedar frente a la puerta, allí estaban un grupo de monjas de blanco hincadas frente a quien parecía ser un Padre con sotana oscura quien presidia una pequeña ceremonia, aquella escena fue demasiado para Julio que de forma inevitable se le salió un sollozo muy leve y pensó que no se había escuchado, pero todas las monjas giraron la cabeza en un abrir y cerrar de ojos, ya se habían percatado de la presencia de Julio.

Observó la mirada de las monjas, sus ojos estaban completamente rojos y brillaban en la oscuridad de aquella Sala, él tenía que pasar forzosamente por allí para llegar a su lugar ó regresarse de donde venía, pero lo más rápido por hacer era atravesar frente a la sala así que no tuvo otra opción.

Cerro los ojos y atravesó corriendo el pasillo, me comento que podía sentir la mirada de aquellas monjas que le penetraban en su alma.

No miro hacia atrás ni un momento a pesar de que aun escuchaba varios ruidos y sin importarle llego hasta su puesto de seguridad donde debía estar.

Tenía la respiración muy agitada, le costaba mucho trabajo recuperar el aliento mientras que mentalmente rezaba el Padre nuestro una y otra vez, no tenía fuerzas para sentarse en su silla así que se acurrucó por debajo del escritorio de madera, menciona que podía sentir como el corazón le latía fuertemente y fue cuando escucho claramente que alguien habría la reja de metal que él había dejado con el seguro puesto, pero la abrieron sin necesidad de usar alguna llave o palanca y los pasos de alguien se escuchaban andar por el pasillo.

Julio levanto la vista con bastante sigilo y por una de las grietas del escritorio de madera se dio cuenta que se trataba de una monja que se retiraba al otro lado dejándolo a él completamente solo.

En ese momento y como si un conjuro se rompiera, el ruido de la calle nuevamente se escucho por todas partes, los carros pitando, la gente saliendo de la pizzería, Julio miro su reloj para ver cuanto tiempo pasó y solo pasaron unos diez minutos, no quiso esperar a que algo más sucediera después de ese momento y mucho menos cuando llegue el momento en el que no haya más ruidos en la calle y todo sea silencio total, tomó sus cosas abrió la puerta principal y salió deprisa abandonando su puesto.

A la mañana siguiente Julio se presentó para explicar por qué no lo habían encontrado desde temprano, por lo que su jefe directo no se vio sorprendido por la historia que le estaba relatando Julio, fue todo lo contrario, su jefe fue el que le platicó algo más respecto a lo que había vivido…

Se dice que hace mucho, se enlistó una nueva monja al Refugio tenía una forma particular de cuidar a los enfermos, la última vez que se supo de ella fue que se le apareció a un Doctor que venía seguido en las tardes, pero un día se quedó dormido en su oficina y cuando abrió los ojos, frente a él se encontraba la monja quien lo observaba en silencio para después desparecer como si se tratara de una burbuja de jabón que se reventó en un momento.

Ese mismo día, el doctor se encontraba pidiendo que lo cambiaran a otro lugar. Compañeros que han salido tarde de trabajar mencionan que la han visto pasear por los pasillos, se cree que algo le pasó pues cuando hubo el cambio del nosocomio a otra zona, todas las monjas salieron, menos ella… No se encontraba registro de ella, pero si había comentarios por parte de las demás monjas y doctores de que si la habían visto trabajar en ese lugar.

 Aun así, a pesar de que se trató de convencer a Julio para que no renunciar y que le dieran a un compañero más en la noche, Julio no quiso esperar más y renunció al trabajo.

Hasta donde yo sé y por qué he pasado frente al Centro cultural El refugio por las noches, no hay ya ningún guardia que cuide, uno puede pasar y mirar por las ventanas y sentir una extraña sensación mística que puede que en cualquier momento veas pasar a una monja caminando.

Hoy en día Julio ya no trabaja más como guardia de seguridad nocturno, por aquello que vivió en ese entonces padece una enfermedad del corazón. Quizás no le hicieron daño físicamente aquellos espíritus, pero el susto o miedo que tuvo en ese momento se quedó en él hasta el presente.

Autor: Lengua de Brujo

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