No Es Lo Que Parece Historia De Terror 2023

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No Es Lo Que Parece Historia De Terror 2023

No Es Lo Que Parece, Historia De Terror… Mi nombre es Daniel, quiero contar algo que me ocurrió cuando ya era solo un niño pequeño, no sé lo que era, y tampoco espero que me crean puesto que, a veces yo mismo desearía no creerlo, esto me persigue hasta mi vida adulta, con frecuencia tengo un sueño con este ente o criatura, honestamente no podría asegurar que sea una aparición, siempre he creído que era algo tangible, algo de carne y hueso, tal vez sea una especie de críptico pero a decir verdad jamás he escuchado que nadie más lo haya visto, tengo la esperanza de que quizás alguien más lo haya visto y de esa manera no sentirme tan solo.

Para dar un poco más de contexto, esto ocurrió en la ciudad de México y la casa de mis padres se encontraba en una privada, digo esto para que sea aún más fácil comprender que no existía ninguna posibilidad de encontrarme con ningún animal que salió de algún bosque o reserva natural cercana.

En aquel entonces mis padres trabajaban largas horas y, a menudo, me encontraba solo hasta altas horas de la noche. Aunque tenía amigos en la privada donde vivíamos, siempre deseé tener un hermano con quien compartir mis días y noches solitarias.

La noche en la que esta historia comienza, recuerdo que eran como las ocho o quizás nueve de la noche, antes de que mis padres regresaran a casa, me encontraba solo en el jardín. Mientras me balanceaba en los columpios, para esa hora ya no había niños en la calle y la privada era tan tranquila que difícilmente podías ver a alguien afuera.

Mis padres me decían que podía salir a jugar con mis amigos, siempre y cuando hiciera mis tareas antes y que entrara de nuevo a la casa a las siete de la noche, aunque por lo general siempre volvía como a las ocho, que era cuando al último de mis amigos lo dejaban estar afuera, no me gustaba estar solo dentro de la casa, así que aunque estuviera solo prefería quedarme en el patio hasta que escuchara el auto de cualquiera de los dos para entrar a la casa.

Estaba intentando subir lo más alto posible en el columpio, cuando de repente, la luz de toda la manzana se apagó en un abrir y cerrar de ojos. El mundo a mi alrededor quedó sumido en la oscuridad total. No podía ver mi propia mano frente a mi rostro. Un escalofrío me recorrió la columna vertebral y, sintiéndome vulnerable en la oscuridad, dejé de balancearme. Escuché como el silencio de la noche se apoderaba del entorno, solo interrumpido por el latido de mi propio corazón.

La oscuridad siempre me había dado mucho miedo, tanto así que estaba sentado en el columpio totalmente inmóvil, aunque evaluaba la idea de intentar entrar a la casa y tomar la linterna de mi cuarto, pensaba en eso, cuando de repente, entre los arbustos de mi patio, surgió un sonido. Eran gruñidos, sonidos guturales que resonaban en la noche.

Al principio, no pude discernir de qué se trataba, pero el miedo se apoderó de mí al reconocer que los ruidos eran similares a los gruñidos de un primate.

El miedo me paralizó, y durante unos minutos pareció que el tiempo se detenía, trataba de auto convencerme de que todo esto no era más que algún perro callejero que solo sonaba un poco extraño o quizás un gato, sin embargo, estos pensamientos se descartaban cuando podía escuchar pasos, pero lo peor era que estos pasos parecían estar acercándose hacia mí, estaba a punto de gritar. Pero entonces, empecé a escuchar una respiración caliente, pesada y profunda, como si algo estuviera cerca de mí, acechándome en la oscuridad.

La respiración se hizo más cercana, y sentí una presencia a mi lado. El miedo me llevó a las lágrimas mientras luchaba por controlar mi pánico. Y entonces, una mano grande, rasposa y fría acarició mi mejilla. Un grito escapó de mi garganta mientras me quedaba sin aliento.

En ese mismo instante, como si se tratara de una respuesta a mi terror, las luces se encendieron de nuevo en la manzana. Mi visión se llenó de luz, y lo último que alcancé a ver fue una figura rosada que huía a gran velocidad. Las pisadas rápidas resonaron en mi mente mientras trataba de comprender lo que había sucedido.

Cuando mis padres finalmente llegaron a casa, les conté lo que me había sucedido en el jardín. Sin embargo, sus respuestas no fueron las que esperaba. Me miraron con escepticismo, supongo que en gran parte se debía a que, de niño, yo era muy asustadizo y bastante a menudo me llegaba a sugestionar, incluso tenía una luz de noche en mi cuarto, en mi defensa solo tenía 8 años por aquel entonces.

Pero volviendo al tema, en lugar de creerme, intentaron tranquilizarme como lo habían hecho un sin número de veces en el pasado, y me dijeron que seguramente había sido mi imaginación, era eso o talvez alguno de mis amigos había querido jugar me una broma y yo había caído en ella.

A pesar de sus intentos por calmarme, yo sabía que lo que había experimentado no era producto de mi imaginación. La presencia en la oscuridad, la mano fría en mi mejilla y el ser rosado que había visto, todo era demasiado real.

Pero la sensación de incomprensión me atormentaba casi tanto como el incidente en sí. Esa noche, mientras estaba acostado en mi cama, pensando en todo lo que había pasado. Estaba en el borde del sueño cuando escuché un suave golpeteo en la ventana, era como cuando alguien con uñas muy largas golpeteara una y otra vez un vidrio con uno de sus dedos. Mi corazón dio un vuelco y mis ojos se abrieron de par en par.

Otro dato a resaltar es que la ventana de mi habitación daba a un segundo piso, por lo que era imposible que alguien estuviera golpeando desde afuera sin una escalera.

Pero ahí estaba, el mismo sonido delicado y persistente, entonces con mucho miedo volteé, rezando para que solo se tratase de la rama de el árbol que estaba afuera de mi ventana, aunque una parte de mí, sabía que no podía ser, puesto que aquella noche no había viento.

Al voltear solo vi como algo se alejaba entre la oscuridad, también a la misma velocidad que unas horas atrás, pero además de eso, aquella cosa había dejado una marca de su mano en el vidrio de la ventana.

Asustado corrí hacia la habitación de mis padres, mi corazón palpitaba con fuerza, les conté lo ocurrido y cuando intentaron calmarme de nuevo y decirme que todo había sido un mal sueño, yo les dije lo de la marca en la ventana y les insistí hasta que fueron conmigo.

Una vez ahí les mostré la marca en la ventana, pero sus rostros reflejaban una mezcla de cansancio y por lo que recuerdo, algo de molestia, básicamente pensaron que yo lo había hecho y me dijeron que dejara de inventar cosas y me volviera a dormir.

Los fines de semana, mis padres solían trabajar solo hasta las tres de la tarde y a menudo salíamos a hacer algo en familia después, pero en las mañanas estaba solo, aquel sábado me desperté temprano y, comencé con mi rutina de casi todos los sábados, básicamente consistía en servirme un gran plato de cereal y sentarme en la sala para ver los dibujos animados que salían en la televisión todos los sábados, estaba muy concentrado en la pantalla, cuando de repente, escuché golpes en la puerta, al mismo tiempo que parecía que alguien merodeaba mi casa.

Los golpes eran familiares, pero esta vez parecían más persistentes. Supuse que eran los testigos de Jehová, pues era bastante normal que ellos tocaran la puerta a esa hora de la mañana. No quería lidiar con ellos en ese momento, así que me quedé quieto, esperando a que se fueran.

Después de un rato, los ruidos cesaron, y creí que habían finalmente decidido marcharse y aunque recuerdo que en el momento, me pregunté el por qué ninguno de ellos habían hablado o dado los buenos días para llamar mi atención, además no habían metido ninguno de sus folletos por debajo de la puerta como era su costumbre cuando nadie les abría.

Pero la verdad, aunque me hice esas preguntas, rápidamente decidí no darle mayor importancia. Terminé mi desayuno y decidí subir a mi cuarto para jugar un rato con mis videojuegos antes de que llegaran mis padres. Concentrado en mi juego, el tiempo pasó volando y como era costumbre en mí, se me pasaron varias horas jugando, en algún momento del juego, un gruñido de frustración escapó de mí cuando perdí en un nivel. En ese preciso momento, escuché algo que me hizo estremecer totalmente.

No Es Lo Que Parece Historia De Terror

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Aquel sonido seco y repetitivo golpeaba en mi ventana como la noche anterior. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, y mi mirada se dirigió instintivamente hacia la fuente del ruido, deseando no encontrarme con nada. Sin embargo, eso no ocurrió y lo que vi me dejó paralizado.

Era un mono, bueno algo así, pues era más grande, bastante parecido a un chimpancé, sin embargo, la razón por la que yo insisto que era una especie de mono, era porque recuerdo de una manera muy vívidamente una larga y gruesa cola, era bastante similar a las que tienen los monos arañas, solo que proporcional a su corpulento cuerpo.

Pero eso no es lo más importante, lo más importante es que, la razón por la que la recuerdo tan vívidamente es porque estaba completamente pelada, y rosada, sin ni un solo rastro de pelo, era como si toda la parte de atrás de aquella cosa, estuviera rosada y sin pelo.

El mono estaba ahí, aferrándose a la parte exterior de mi ventana. Su aspecto era extraño y perturbador, una mezcla entre un simio y me atrevería a decir algo humano. Me quedé paralizado por el miedo, mis ojos no podían creer lo que estaban viendo.

Mi miedo se intensificó cuando el mono pareció percatarse de mi mirada y dejó ver una sonrisa, mostrando aquellos característicos colmillos afilados que tienen los chimpancés, eran grandes y amarillentos. Pero aquella sonrisa se desvaneció rápidamente cuando notó mi temor. Para mi asombro, el mono habló con una voz que parecía surgir de gargantas múltiples y roncas. “Tranquilo, amiguito”, me dijo con dificultad, como si estuviera luchando por pronunciar las palabras.

El miedo me invadió de manera abrumadora. ¿Cómo podía un mono hablar? ¿Y qué quería de mí? Las palabras del simio resonaron en mi mente, pero su significado era un enigma. Mis pensamientos se volvieron turbios, y la única certeza que tuve fue que estaba frente a algo inexplicable y aterrador.

Mi mente se llenó de pánico cuando aquel extraño mono comenzó a hablar conmigo. Aunque su voz era espeluznante, logró evitar que mis pies se movieran en dirección contraria. Mis piernas temblaban, pero algo en su voz me obligó a quedarme en mi lugar. “No te vayas”, me imploró, esta vez con un tono más claro y convincente.

Sus palabras me sorprendieron, sobre todo cuando mencionó mi deseo de tener un hermano y también me dijo que Dios lo había mandado para hacerme compañía, y que si yo le abría la ventana, jamás volvería a estar solo y que jugaríamos muchas cosas increíbles.

No podía comprender cómo podría esta criatura saber algo tan íntimo sobre mí. El mono continuó hablándome, prometiéndome compañía y juegos divertidos, recuerdo que con cada palabra, aquella voz que al principio sonó muy aterradora y un poco distorsionada, se volvía mucho más clara y por lo que recuerdo, también algo amigable. Sin embargo, mi instinto me advertía que algo estaba terriblemente equivocado.

Aunque solo tenía 8 años, sabía que debía mantenerme alejado de aquel ser, sin importar cuán amigable pudiera sonar, y digo sonar, porque realmente su apariencia física daba demasiado miedo, también había algo en aquellos ojos amarillos que me decía que sus palabras eran mentiras.

Sus palabras se volvieron más insistentes, y sus súplicas se convirtieron en demandas. Mi mente estaba en guerra, pero finalmente tomé una decisión: no iba a abrir la ventana ni dejar entrar a esa criatura.

A medida que rechazaba sus súplicas, el ambiente cambió drásticamente. La criatura, antes amigable, comenzó a volverse errática y violenta. Golpeaba y azotaba su cabeza contra el vidrio, y los sonidos de impacto resonaban en la habitación. Mis oídos zumbaban ante la escena que tenía frente a mí, estaba bastante convencido de que ese mono o lo que sea que fuera esa cosa terminaría por romper el vidrio de mi ventana y por ende terminaría por entrar a mi casa.

Recuerdo bien que en uno de los tantos cabezazos que le dio a la ventana, está terminó cediendo y pude escuchar como se agrietó, no se rompió, pero no creo que faltara mucho después de eso para conseguirlo, pero para mí suerte, casi al mismo tiempo que eso pasó, escuché el sonido del auto de mi madre estacionándose afuera.

El mono también pareció percatarse, deteniéndose en seco. A pesar de la frente sangrante y las heridas que se había infligido, me sonrió una vez más, poniendo sus dedos en sus labios para pedir mi silencio y después de eso, se fue.

Y fue en ese momento cuando pude ver la parte de atrás de aquel mono, con una mejor claridad, efectivamente, su espalda al igual que toda la parte de atrás estaba completamente rosada y sin pelo, pero además de eso, estaba llena de cicatrices, era como si hubiese estado en un sitio muy horrible, y ahora que escribo estás palabras, podría decir que aquella parte trasera completamente rosa, era bastante similar a como queda la piel cuando se sufre de una quemadura extremadamente grave.

El tiempo pareció estirarse mientras observaba al mono saltar ágilmente hacia el techo de mi vecino y siguió de techo en techo hasta que lo perdí de vista. Me quedé paralizado, tratando de procesar lo que había ocurrido. ¿Qué era esa cosa? ¿Cómo podía saber tanto de mí?

Mi madre entró a la casa, y escuché su voz llamándome. La tensión que había inundado la habitación se disipó, y fui hacia ella, mi mente llena de preguntas sin respuestas. “¿Estás bien, cariño?” me preguntó, preocupada por la expresión en mi rostro, recuerdo bien que al principio no me creyó, pero en cuanto vio el estado de mi ventana cambió de parecer, y es en esta parte de la historia, del porque siempre e creído que esa cosa no era una especie de aparecido o un producto de mi imaginación, no solo la ventana si estaba estrellada por tantos golpes que recibió, sino que, la misma estaba llena de saliva y sangre, literalmente se había hecho daño tratando de romper la ventana para entrar y las pruebas físicas estaban ahí.

Al principio mi mamá me revisó, pensando que podía tener alguna herida, sin embargo yo estaba completamente bien, por lo que no tuvo otro remedio que creerme.

Más o menos, puedo comprender que era demasiado inverosímil como para creerlo, pero, cuando miro atrás, realmente me hubiese gustado que alguien creyera de inmediato todo mi testimonio y pudiera comprender mi miedo y desesperación. Cómo dije, mi mamá creyó algo, y fue que alguien había intentado entrar a la casa mientras yo estaba solo.

Pero desde luego no creyó mi historia de ese extraño chimpancé con cola de mono araña, más bien, ella creyó que alguna especie de pervertido había intentado entrar a la casa y hacerme quien sabe que, recuerdo que cuando llegó mi padre, le contó su propia versión, incluso dijo que cuando ella había entrado a la privada, había visto a alguien que jamás había visto salir de la misma, incluso ambos convocaron una junta para advertir y tratar de capturar a ese pervertido.

Aunque eso no sirvió de nada, no solo porque ese famoso pervertido no existía, sino porque ninguno de los vecinos había visto o escuchado nada. Papá cambió el vidrio de mi ventana ese mismo día.

Creo que pasaron cerca de tres días en los que no volví a ver aquella cosa otra vez, e incluso creí que ya nunca volvería a verla, pero estaba realmente equivocado.

Pues aquella tercera noche yo me encontraba durmiendo hasta que de repente me despertó un sonido, pero no era el clásico sonido de aquel golpeteo en mi ventana, es más, ni siquiera fue por un golpe en mi ventana, este fue como si algunas de las herramientas de mi padres se cayeran.

Probablemente eso no estuvo tan extraño como lo hice ver en ese momento, puesto que en algunas ocasiones, algunos gatos se peleaban en mi jardín y solían tirar la herramienta, sin embargo, los acontecimientos pasados seguían tan frescos en nuestras mentes que todos en la casa se despertaron para ver, qué era, yo si me acerqué a la ventana, pero desde esta no se podía ver gran cosa y por lo que yo recuerdo, tampoco desde la habitación de mis padres.

La casa se quedó en silencio por algunos minutos puesto que aquel ruido solo se había escuchado una vez, por lo que, nadie sabía si solo tomarlo como solo una coincidencia, sin embargo, unos minutos después, el sonido volvió a escucharse y está vez, yo lo vi, estaba parado en medio de mi patio, mirando fijamente hacia mi ventana, inmediatamente yo grité y le dije a mi padre que había vuelto, entonces, mi padre, creyendo firmemente que se trataba de algún pervertido, salió sin miedo a enfrentarlo, cabe resaltar que mi papá es un hombre alto y corpulento, por lo que difícilmente perdería una pelea, además tenía un machete por cualquier cosa.

Yo corrí a dónde estaba mi mamá, por lo que, lo que contaré a continuación, es lo que mi padre nos contó después, primero escuchamos como mi padre le gritaba de manera amenazante y después, escuchamos un grito fuerte y animal similar al de un chimpancé.

Creo que pasaron cerca de unos cinco minutos, antes de que mi padre logrará entrar a la casa, tenía muchas heridas por todo su cuerpo, dijo que esa cosa lo mordió muchas veces y efectivamente, tenía muchas marcas de mordidas, nos dijo que en algún punto, mi papá logró clavarle el machete en uno de los brazos de esa cosa la cual ahora estaba de acuerdo conmigo, de que no era una persona.

Nos dijo que era un chimpancé o eso parecía, pero se paraba demasiado erguido y aunque no podía entender bien lo que estaba diciendo, podía afirmar que este hablaba, mi papá dijo que apenas estuvo cerca, esa cosa se le abalanzó para atacarlo.

Llamamos a la policía, puesto que mi papá estaba demasiado herido y necesitaba ayuda médica, nos dijeron que el causante debía ser una especie de animal salvaje e incluso, se emitió una alerta de que algún chimpancé estaba suelto y lo buscaron por mucho tiempo, sin embargo jamás lo volvieron a ver y con el tiempo el miedo se fue y todos parecieron olvidarlo, aunque se que yo nunca lo haré.

Autor: Liza Hernández.

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