El Fantasma Sin Cabeza Historia De Terror 2024

El Fantasma Sin Cabeza Historia De Terror 2024

El Fantasma Sin Cabeza, Historia De Terror… Me vine de mi pueblo cuando era muy joven, mi padre y yo teníamos constantes discusiones por la manera en que bebía y la forma como trataba a mi madre, cuando era pequeño me asustaba cuando él tomaba y se ponía agresivo, aún era adolescente pero había crecido muy pronto, esa noche mi padre volvió a beber como de costumbre, no sé por qué motivo comenzó a gritarle a mi madre, después vino el golpe, no lo pude aguantar y me fui tras él y lo golpeé, como lo agarré desprevenido, trastabilló y cayó al suelo, se quedó sorprendido y aturdido por mi acción. Mi madre me dijo que me fuera de inmediato del pueblo, me pidió que tomara lo indispensable y me marchara con su hermana a Guadalajara, así fue como salí inesperadamente de mi pueblo cuando apenas tenía diecisiete años.

            Llegué en la madrugada a la casa de la tía Alicia, ella vivía muy cerca de la estación del ferrocarril de Guadalajara, caminábamos escasas dos cuadras y ya llegábamos a la estación, cuando llegué a la casa de mi tía, sólo llegué con escaso dinero para sobrevivir unos cuantos días, le dije a mi tía que necesitaba trabajar lo más pronto posible, ella me dijo que su trabajo era en una fábrica en la que elaboraban pantalones, pero que aún no tenía la edad para entrar, necesitaba cumplir los dieciocho años.

El esposo de mi tía Alicia, el tío Mario, me dijo que él trabajaba en la estación del ferrocarril, era cierto que no tenía la edad para ingresar, pero que hablaría con su jefe para ver qué podía hacer por mí.

            Al principio, entré como ayudante de todos los trabajadores que salían de viaje, cada uno de su propia bolsa cooperaba para pagarme, me iba de viaje con ellos, me ponían a hacer de todo: lavar trastes, tender camas, lavar el baño.

Sólo esperaba tener la edad adecuada para tramitar mi ingreso formal, mientras entré en el mundo de los viajes y comencé a ver a los compañeros de trabajo como parte de la familia, ya que viajaba durante casi una semana, cuando iba a Nogales o a Mexicali.

En cuanto cumplí los dieciocho años mi tío Mario hizo los trámites correspondientes para que entrara formalmente como trabajador del ferrocarril, no era tan sencillo hacerlo, hubo que dar cierta cantidad de dinero para que ese trámite fuese posible, pero logré formar parte de la nómina.

            En la estación de ferrocarril había salidas a distintas partes de la república mexicana, cuando tocaba la salida a la ciudad de México, el tren salía por las noches, a las nueve de la noche, parte de mi trabajo consistía en usar impecablemente el uniforme para recibir en el pasillo de entrada a los pasajeros, les daba la bienvenida, los orientaba hacia dónde se encontraba el andén del tren, así como ubicarlos en el asiento de pasajera.

Cuando realizaba esta actividad no salía de viaje, inmediatamente en cuanto el tren partía, mi trabajo ese día había concluido, se le llamaba hacer plataforma, como el tren era muy puntual, a las nueve de la noche ya estaba libre para departir con los compañeros del ferrocarril, aunque era muy joven ya conocía muy bien a la mayoría de ellos, nos quedábamos en el “patio”, así le decíamos a toda la zona de la estación aledaña a las vías del ferrocarril, debajo de un roble grande compartíamos experiencias viajeras y bebíamos, en ocasiones me iba de ahí ya muy entrada la madrugada, cuando el patio ya estaba desolado y oscuro.

            Aquella noche que me fui como a la una de la mañana de la estación del ferrocarril vi una sombra que se movía detrás de un árbol, iba un poco ebrio y pensé que todo era producto de mi imaginación, iba rumbo a la salida por la rampa, cuando algo me motivó a voltear hacia atrás, en el andén vi de nuevo a esa sombra que se escurría entre los pilares, me quedé durante unos instantes atento para ver con más claridad lo que se movía entre los muros, esta vez tuve mejor suerte “algo” corrió y fue hacia la parte más oscura de la estación, observé durante un poco más sin lograr verlo.

Al día siguiente, después que terminé mi jornada de trabajo, fui con José, el encargado del almacén, él era la persona que estaba en el día o en la noche, según su horario, él no salía de viaje, le pregunté si alguna vez había visto algo extraño en el patio de la estación, él se me quedó viendo sin responder a mi pregunta, enseguida me dijo si yo también lo había visto, le respondí que sí, por eso le estaba preguntando, José me dijo que después que pasa la medianoche es cuando esa cosa se ve, principalmente en la parte de los andenes, añadió que él también había tratado de investigar si pertenecía a algún alma que hubiese muerto ahí, pero hasta ahora no sabía nada.

            Me fui de la estación con la premisa de que al menos no estaba loco, y que había alguien más que coincidía conmigo. Esa día me preparé porque tenía salida a la ciudad México, llegué a la estación a las siete de la noche, hice todos los protocolos de revisión antes de salir, ya que el médico revisaba la presión de cada trabajador antes de partir, si la presión arterial no se encontraba bien, el compañero no salía de viaje.

Me dispuse a asear el vagón que me correspondía, faltaba más de dos horas para que el tren partiera, en cuanto ingresé al vagón vi con claridad cómo una persona se metía al baño, me fui directamente para decirle que no lo podía usar, y es que en ocasiones los indigentes del lugar se metían a hacer sus necesidades, toqué molesto la puerta, cuando vi que nadie respondió a mi llamado, abrí la puerta con mi llave, pero al interior del baño no había nadie, estaba seguro de haber visto una persona que corrió hacia ese lugar, fue por demás que revisara  en todo el vagón, no encontré a nadie.

            Durante mi trayecto a la ciudad de México, después que atendí a cada uno de los pasajeros y realicé mis actividades, me fui un rato a la parte de atrás del vagón, a observar el paisaje, se veía muy poco porque reinaba la oscuridad, sin embargo, con la poca luz de la luna, era posible disfrutar de la naturaleza, se acercó conmigo Juan, mi compañero de viaje, él me preguntó si no había visto nada extraño en mi vagón, de inmediato le respondí que sí, él continuó diciéndome que no era la primera vez que le pasaba, ya en otras ocasiones, únicamente cuando tenía viaje a la ciudad de México, era cuando le sucedía, me dijo que veía a un hombre de extrema delgadez y color muy pálido, que cuando se asomaba al andén antes de partir, lo veía fijamente y se despedía de él, diciéndole adiós con su mano, ha preguntado a otros compañeros sobre él, pero nadie dice haberlo visto, sólo hasta que yo le pregunté coincidimos en lo mismo.

            Era la primera vez que viajaba con mi compañero Juan, nos quedamos un rato conversando, y nos fuimos a descansar un poco, antes de llegar a la siguiente estación. Me acomodé en el asiento de atrás, era el que siempre nos asignaban para viajar, el frío comenzaba a calar hasta los huesos, así que me tapé por completo con mi cobija, me fui quedando dormido, hasta que hubo un momento en que escuché que alguien pronunciaba mi nombre, me desperté abruptamente, me quedé por un instante atento, tratando de comprender lo sucedido, creí que uno de los pasajeros había solicitado mi servicio, me levanté y caminé por el pasillo, buscando a la persona que requería de mi ayuda, pero casi todos los pasajeros permanecían dormidos, a excepción de uno que otro que trataba de ver algo a través de la oscuridad.

Me regresé a mi asiento, esta vez ya no me dormí, estuve alerta a cualquier ruido, de pronto, escuché con claridad que alguien pronunciaba mi nombre de nuevo, ya no tuve la menor duda de que alguien me había hablado.

            Después de lo ocurrido no volví a escuchar nada, el tren emitió el clásico pitido de que nos encontrábamos a punto de llegar a uno de los poblados, aunque era de noche, los vendedores no faltaban en el andén, ofreciendo los servicios de comida y bebida, aunque el tren tenía servicio de comedor, a cierta hora se cerraba el servicio de restaurant y no se podía adquirir alimentos, así que los pasajeros aprovechaban para bajar un momento y consumir algo. Me acerqué con una de las vendedoras para comprarme un chocolate caliente, le estaba pagando cuando vi una sombra que caminaba a través de la vía, en sentido contrario del rumbo que tenía el tren, ni siquiera esperé el cambio, me encaminé hacia esa parte de la vía, pero cuando llegué al lugar la sombra había desaparecido.

            El viaje de regreso estuvo sin contratiempos, llegamos a Guadalajara por la noche, era necesario esperar a que todos los pasajeros se fueran, así era cómo podía limpiar todo el vagón, al final dejaba la limpieza del baño, era el lugar que menos me gustaba asear, mientras lo lavaba me cerraron la puerta por fuera, intenté abrirla sin conseguirlo, grite muy fuerte, hasta que llegó Juan a abrirla, le dije que no me había gustado que me encerrara en el baño, él se mostró extrañado, me dijo que él sólo había entrado al vagón para que nos fuéramos juntos, me quería invitar una cerveza, fue en el momento en que me escuchó gritar, le comenté a Juan que no tenía la menor idea de quién pudo hacerme eso, por fortuna él pasó por ahí, si no me hubiese quedado toda la noche en ese lugar.

El Fantasma Sin Cabeza Historia De Terror

            Nos fuimos juntos mi compañero y yo, primero nos encaminamos a firmar nuestra llegada, mientras cruzábamos las vías pude ver de nuevo a esa sombra que movía con rapidez, le dije a Juan, él también me dio una palmada en el hombro y me apuntó hacia la misma dirección, ya no tuve la menor duda de lo ocurrido, les mentiría si le dijera que no nos dio miedo, y es que ya eran casi las once de la noche, la estación se encontraba vacía y oscura, y con el frío que hacía, se alcanzaba a ver como una ligera niebla, sólo al fondo, en el almacén se escuchaba la música de Pedro Infante que Félix tenía en la radio.

            Lo que sea que estaba en la estación se detuvo, lo supe porque dejé de oír el ruido de los pies al pisar las piedras sueltas, nos quedamos parados sin saber cómo reaccionar, pero notamos que la sombra comenzó a moverse hacia el lugar en que nos encontrábamos, Juan y yo no nos quedamos a averiguar qué sucedía, corrimos hacia el almacén, ahí nos metimos con Félix, cuando él nos vio nos dijo de broma si habíamos visto al diablo, le respondimos que quizás si era. Félix cambió su sonrisa al vernos tan asustados, nos dijo que tuviéramos mucho cuidado, él llevaba varios años trabajando en el turno de noche y había visto de todo, pero prefería callarse para que no se fueran a burlar de él.

            Nos sentamos al lado de Félix, cuando vio nuestro interés, comenzó a decirnos que hace varios años conoció a otro compañero de trabajo, al igual que nosotros él también salía de viaje, nos dijo su nombre y sus características físicas, se llamaba Rogelio, le dije que yo no lo conocí, Juan trató de recordarlo, dijo que quizás a él sí le había tocado salir con él en algún viaje. Félix continuó diciendo que él había llegado a ser conductor de ferrocarril, y no precisamente porque manejara el tren, sino porque así se les decía a los que alcanzaban un rango más alto en el escalafón del ferrocarril, él se encargaba de supervisar a los empleados como Juan y yo, de que cumpliéramos con el horario y con el trabajo correspondiente, de cierta manera él era responsable de que todo saliera bien durante un viaje.

            Félix nos dijo que Rogelio siempre fue una persona responsable y atenta a su trabajo, el uniforme lo usaba de manera impecable, hasta que en una ocasión tuvo una situación familiar que lo llevó al borde de la locura, Félix nos dijo que no sabía con exactitud si realmente lo que lo desquició fue porque su esposa lo dejó, o quizás hubo otra razón más fuerte, eso no lo supo con certeza, el asunto es que al perder la cordura, él descuidó por completo su imagen y su trabajo, fue necesario darlo de baja. Cuando eso ocurrió el sindicato trató de hacer algo por él, pero Félix no supo lo que lograron solucionar.

A los pocos días se le comenzó a ver en la estación como un indigente, cada día llegaba a la misma hora, a las siete de la mañana, como si en su mente aún quedase un poco de conciencia respecto a su trabajo, porque esa era su hora de entrada, caminaba de un lado hacia el otro por las vías del tren, cuando uno de los trenes llegaba se ponía en el andén y se quedaba parado todo el tiempo en el que los pasajeros subían o bajaban, era una manera de creer que aún continuaba trabajando.

            Mi compañero Félix continuó diciendo que todos se acostumbraron a verlo cotidianamente, no sabía a dónde se iba por las noches, porque Félix trabajaba de noche y no lo veía. Una mañana muy temprano, unos de los trabajadores que realizaba su labor en uno de los vagones, se encontró con la escalofriante escena, había un cadáver a un lado del vagón, pero sólo estaba su cuerpo, no tenía cabeza, las autoridades llegaron y le hicieron los análisis pertinentes, fue cuando se supo que se trataba de Rogelio, buscaron minuciosamente por toda la estación su cabeza, sin lograr encontrarla.

Con el paso de los días alguien reportó que en la estación de Tequila habían encontrado una cabeza, era la de Rogelio. Por más indagaciones que se hicieron, no fue posible determinar cómo sucedieron los hechos, por qué su cabeza había aparecido tan lejos, y cuál había sido el móvil del asesinato.

            Félix nos dijo que la primera vez que él comenzó a ver hechos extraños en el patio de la estación, fue una noche que había llegado mercancía, se encontraba junto con otro compañero descargando los insumos, habían pasado sólo dos días de aquel encuentro triste del cadáver, él vio una sombra que se movía entre la oscuridad, esa ocasión eran después de las once de la noche, Félix detuvo un poco su relato, se le notaba que todavía le afectaba, yo no lo sabía, pero Rogelio fue un gran amigo de él, después de la pausa prosiguió diciendo que a partir de ese día vio a alguien que se escurría entre la oscuridad, nunca pudo verlo bajo la luz, por eso no supo de quién se trataba, pero casi tiene la certeza de que era él.

            Félix siguió diciendo que aún su espíritu vagaba en la estación, sólo se le veía por las noches, a él nunca le ha hecho nada, sin embargo, otros compañeros dicen que cuando se encontraban con la sombra en la oscuridad, sentían como si una cuerda atravesada en el cuello comenzara a asfixiarlos, luchaban contra lo que sentían, sin poder quitarse esa sensación.

Mi compañero concluyó diciéndonos que era mejor alejarnos de esa sombra, porque a otros compañeros ya les había sucedido eso, por fortuna en todas las ocasiones, hubo alguien más que los pudo auxiliar. Le pregunté a Félix qué sucedió con la cabeza de Rogelio, él me dijo que cuando la encontraron en otra estación del ferrocarril, trataron de juntarla con su cuerpo, pero no supo explicarme cuál fue el motivo por el cual no se logró, se ha corrido el rumor de que su alma no ha descansado por la manera en que lo mataron y porque su cadáver quedó sin su cabeza, para terminar, Félix nos dijo que era mejor alejarnos de su alma errante, porque si no había logrado lastimar a nadie, eso no significaba que nunca fuese a ocurrir algo, lo más seguro era alejarse inmediatamente del espíritu. Incluso, dijo que quizás ni siquiera pudiese tratarse de él, sino de algún demonio que tomó su alma. Félix bajó un poco el tono de su voz, para decirnos que quizás ya ni siquiera era el espíritu de Rogelio, por eso era mejor que tuviésemos mucho cuidado, y si ya lo estábamos viendo con cierta frecuencia, era mejor llevar con nosotros un rosario o un crucifijo, por si las dudas.

            Nos despedimos de Félix José y yo, íbamos sorprendidos por todo lo que nos había contado, no teníamos la menor idea de lo que había ocurrido. Nos salimos de la estación por el lado de la rampa, no puedo negar que teníamos un poco de miedo, ya pasaba de la medianoche, los dos volteamos a todos lados con miedo de que la sombra nos fuera a seguir, no habíamos dado más que algunos pasos, cuando escuché un ruido, como el sonido de los pies que pisan la grava, la evidencia de que alguien rondaba por ahí era clara, pero no lográbamos ver a nadie, José y yo avanzamos con más rapidez, estábamos a punto de llegar a la salida de la rampa de la estación, cuando vi que a mi amigo cayó al suelo y de pronto comenzó a arrastrarlo una fuerza, porque no lograba ver a nadie, se lo llevó hasta la parte oscura de la estación, en ese lugar había varios árboles frondosos que impedían el paso de la luz de la luna.

José gritaba desesperado, me pedía ayuda, yo no sabía qué hacer, sentía que si me acercaba al lugar a mí también me pasaría lo mismo que a mi amigo, corrí hacia el almacén, le dije a Félix que me apoyara a auxiliar a mi amigo, él no lo dudó, aunque ya era un hombre de edad avanzada, tomó su cuchillo y me fui detrás de él.

            José aún continuaba luchando contra ese ser siniestro, se escuchaban sus gritos desesperados, en cuanto llegamos al lugar Félix alumbró el espacio con una lámpara de mano, fue la primera vez que veía a ese ente, su cuerpo se veía fornido, era de gran estatura, pero no tenía cabeza, estaba ahorcando a mi amigo con una cuerda, él luchaba con sus manos tratando de quitársela, pero la fuerza de ese ser era más que la de cualquier ser humano, yo me quedé paralizado sin saber qué hacer, tenía miedo de que me sucediera lo mismo que a José, él imploraba que lo rescatáramos, no me di cuenta cuando Félix se dejó ir sobre él, tratando de cortarle la mano que sujetaba a José, sólo pudo hacerle un rasguño, porque el ente tomó a Félix con la otra mano, lo sujetó y lo levantó, tenía una fuerza descomunal.

            No sé cómo pude recordar las palabras de Félix, que me habló de un rosario o de un cristo, busqué entre mi mochila, ahí traía un rosario tejido que me habían dado durante el viaje, lo saqué y se lo mostré al ente, pero él quedó inmutable ante el hecho, no sirvió de nada.

Fueron unos instantes en los que vi cómo se les diluía la vida a cada uno de mis compañeros, me acerqué y recogí el cuchillo que Félix había tirado, y sin pensarlo se lo clavé en el lugar que podría estar el corazón, él ser se desvaneció, sólo sentí como una ráfaga de viento helado, mis amigos quedaron tirados en el suelo.

Me acerqué para auxiliarlos, por fortuna aún tenían vida, José era el que se encontraba muy mal, fue necesario llevarlo con el médico de la estación, con las atenciones que le dieron pudo estar bien, sin embargo, en su cuello quedó la marca de la soga que lo estaba ahorcando.

            Quedé con mucho temor con lo ocurrido, creo que ese ser siniestro que vimos, no sólo era el alma errante de Rogelio, sino que su cuerpo era utilizado por un demonio, otros compañeros dicen que ellos escuchaban o veían la sombra sin que los lastimara, pero yo ya no me confío, trato de salir por la entrada principal de la estación de ferrocarril, creo que es más seguro, todavía hay compañeros que dicen que ese ser ronda en el patio de la estación, entre los vagones y entre las vías del tren. En ocasiones, escucho el crujir de las ramas secas cuando las pisan, así como movimiento entre la oscuridad, pero salgo de inmediato. Dicen que hasta en la actualidad, todavía ronda el espíritu del decapitado.

Autor: Adriana Cuevas

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