La Bruja De El Lago 2023

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La Bruja De El Lago 2023

La bruja de el lago… Me encontraba en casa de mi novia, quien tenía su casa muy cerca al aeropuerto de Guadalajara. Solía visitarla al menos cada fin de semana, pues yo vivo en un municipio del polo opuesto en el que ella vive.

Ella solía contarme que su familia paterna era originaria de Cajititlan, un pueblo junto a una laguna enorme. Varias veces mencionaba, que le gustaba visitar este pueblo, aunque prefería mantenerse lejos de su abuela, a quien a pesar de tenerle respeto, no le tenía mucho aprecio.

Siempre le preguntaba sobre las razones por las que no visitaba a su abuela y ella decidía cambiarme de tema.

Cada que tenía oportunidad, solía presumir que su abuelo, era propietario de prácticamente medio pueblo.
Yo siempre en contestación, le respondía que fuéramos y que le pidiéramos que nos prestara una casita aunque sea un fin de semana, ella nunca me decía que no, pero tampoco me daba fechas.

Un día, sin que yo se lo pidiera o mencionara, me dijo que su abuelo le había prestado una casita junto al lago, que el único inconveniente era que no estaríamos tan cercanos al pueblo, yo le respondí que no habría problema alguno, total, nos iríamos en mi camioneta, así se nos facilitarían el acceso al pueblo.

Salimos de su casa, una mañana de invierno, en la que hacía más frio de lo normal.

De su casa al pueblo no es mucha la distancia, si acaso una hora y media de camino, quizás menos, dependiendo la velocidad. Llegamos antes de mediodía a la casa de su abuelo.

Era una construcción enorme, me hubiera gustado conocer a fondo la casa, desafortunadamente, nos quedamos en la sala de entrada. Conocí a su abuelo y a un par de sus hijos, eran personas agradables, aparte de habernos prestado la casita, nos regalaron quesos, crema y unas cuantas cosas más de despensa.

Nos sirvieron de comer, lo que nos vino muy bien, pues hasta ese momento nos percatamos que no habíamos comido nada en toda la mañana.

El abuelo nos ofreció llevarnos hasta la casita, yo agradeciendo su intensión, le dije que no queríamos abusar aún más de su tiempo. Así pues, el señor después de darme todas las indicaciones para llegar, nos dijo algo que me causó asombro:
“Traten de no salir al lago en la madrugada y en caso de que escuchen ruidos extraños, cierren bien las puertas”. Nos dijo el abuelo en tono serio.

Cuando salimos de la casa, le dije a Jesica (mi novia), que si su abuelo hablaba en serio, o solo intentaba asustarnos, elle me miró a los ojos y me dijo que el abuelo nunca bromeaba, en la laguna solían verse cosas extrañas.
El camino no era nada complicado, solo que por la distancia del pueblo a la casita, si se haría un buen rato caminando.

La casita, era muy pequeña, pero no por ello carecía de belleza, pues la edificación contaba hasta con un pequeño muelle junto al lago. Para entrar a la casa, era necesario subir unos escalones de madera, ya que la entrada era algo elevada, igual que el resto de la construcción.

La escalera daba directo a una puerta de madera, y junto a ella una sola ventana.
Dentro, la casa estaba completamente amueblada, aunque solo contaba con dos habitaciones, una en la entrada que servía de dormitorio y otra utilizada como cocina.

En la cocina se encontraba una puerta que te sacaba directo a otra escalera que te dirigía al pequeño muelle. Abrí esa puerta y noté que en el muelle se encontraba una lancha a remos atada a uno de los postes.

Encendimos la chimenea, pues se sentía aún mas el frío en esa casa junto al lago.
No quisimos ir al pueblo durante el día, nos sentíamos cansados y sin darnos cuenta nos quedamos dormidos antes de que se oscureciera. Desperté asustado de ver todo a oscuras, tardé en recordar donde estaba. No quise despertar a Jesica, que se veía profundamente dormida.

Intenté volverme a dormir, pero no pude. Me quedé sentado a un lado de la cama, cuando comencé a escuchar como si goteara agua en la cocina.

Me paré y fui a la cocina, para ver si se trataba de alguna llave mal cerrada. Revisé la llave del lavaplatos, pero esta no goteaba, lo mismo las llaves del baño.

Me serví un vaso con agua, y mientras la bebía, escuché como si las escaleras rechinaran, parecía como si alguien estuviera subiendo por el muelle.

Me asomé por la ventana, todo estaba oscuro y aunque no vi nada, escuché la voz de una mujer del otro lado de la ventana, no era voz normal, tenía un tono tenebroso y no se entendía nada de lo que decía.

La Bruja De El Lago

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Me sentí confundido y aunque estaba algo asustado, quería ver que era lo que ocurría. Regresé a la habitación para buscar mi celular y utilizar la lámpara.

El ruido que hice despertó a Jesica, a quien le conté de inmediato lo que ocurría afuera, en el muelle.
Me repitió que en aquel lugar ocurrían cosas raras, después me siguió a la cocina. Aunque ya no se escuchaba nada, vimos que en el vidrio de la ventana, estaba dibujada una cara.

No nos atrevimos a abrir la puerta, siguiendo las indicaciones del abuelo de Jesica.
En la mañana, lo primero que hicimos, fue abrir la puerta hacia el muelle. Toda la escalera estaba manchada con barro, y bajo la ventana encontramos, una pequeña bolsita de tela, amarrada con un moño rojo.

No sé, si esta bolsita habrá estado en la casa o apareció en la noche, pero cuando lo abrimos, encontramos algo asqueroso.

Eran uñas humanas, enteras, algunas con trozos de piel seca. No quisimos volver a tocarlo, usando una bolsa, recogimos el asqueroso contenido, y después lo arrojamos al lago. Les juro que aunque no toqué directamente la bolsita, sentía escalofríos de sostenerlo.

Decidimos pasar la tarde en el malecón, comimos en un restaurante y después pasamos a saludar a unos parientes de Jesica.

Le pregunté acerca de su abuela, me dijo que no deseaba saber acerca de ella. Le insistí varias veces, hasta que dada por vencida, me confesó que a su abuela todo el pueblo la tenía por bruja, y no era tanto que se dedicara a hacer curaciones o limpias, sino que su carácter era un poco hostil, así que era muy probable que no nos recibiera de buena gana.

Me olvidé del asunto.
Conseguimos algo de leña y antes del atardecer nos regresamos a la casa junto al lago.

Encendimos la chimenea, enseguida salieron volando unos animales, que supongo yo, eran murciélagos.
Nos sentamos sobre una alfombra frente al fuego, y cuando estábamos relajándonos, escuchamos a un gato maullar afuera de la casa.

No sé porque, pero a Jesica y a mí, nos puso nerviosos el sonido del gato. Intentamos hacerlo huir gritándole que se fuera, pero esto solo logró hacer que el animal maullara con más fuerza, incluso empezó a hacer esos sonidos que parecen de niños hablando.

Jesica me pidió que saliera a espantarlo. Llené una cubeta de agua y salí en busca del animal. Apenas abrí la puerta, y vi a un enorme gato saltar hasta el tejado de la casa, era un animal enorme.

Volví a entrar en la casa, pues comenzaba a oscurecer y el clima afuera de la casa era demasiado frio.

Escuchamos al animal arañar el tejado durante un rato, después el sonido desapareció.

Nos estábamos tranquilizando de nuevo, cuando otra vez estaba el gato maullando, esta vez en la parte trasera de la casa.

Ahora en lugar de sentir miedo, me sentí molesto, tomé el atizador de la chimenea y salí en busca del gato, Jesica me siguió pidiéndome que no matara al animal.

Justo cuando abrí la puerta el animal salto dentro de la casa, haciendo que nos echáramos para atrás, era un animal enorme de color negro con una mancha blanca en medio del pecho, sus ojos eran horribles, parecían inyectados en sangre y su pelaje del cuello hacia las patas, daba la apariencia de tener plumas negras.

El animal bufaba, como si nos quisiera atacar sin ningún sentido.

Me sentí tan asustado que no lograba hacer nada para defenderme. Agarré valor, tomé el atizador, y comencé a tirarle golpes al animal, sin lograr atinarle ni uno solo. Jesica se encontraba escondiéndose detrás de mí, pero de un momento a otro no la sentí.

Apareció enseguida con el balde de agua, se lo arrojó al gato, que dejo salir un sonido horrible, casi les puedo asegurar que era casi humano, ni esto ahuyentó al gato.

De pronto, afuera, del muelle, sonó una voz escabrosa, esto hizo que el gato saliera de la casa y aprovechamos para cerrar la puerta.

Nos quedamos mirando por la ventana. Vimos un resplandor que subía por las escaleras que daban al lago. Pronto la luz estaba frente a nosotros, era una bola de fuego, que se apagó de la nada y sin darnos cuenta, en el lugar donde estaba la luz, estaba parada una persona con una túnica negra, mantenía la cabeza agachada, pero no dejaba de hablar en un lenguaje incomprensible, el gato estaba acurrucado a sus pies.

No entendíamos lo que estaba ocurriendo, todo era tan extraño, no tenía sentido que hubiera una mujer allí afuera.
Apenas nos alejamos de la ventana y comenzaron a tocar la puerta. Jesica lloraba del miedo y me suplicaba que no fuera a abrir. La abracé y le cubrí los oídos con mis manos. Sonó la puerta con mas fuerza. Después de ignorar el llamado a la puerta, el sonido desapareció.

Decidí asomarme por la ventana para ver si la extraña persona se había ido. Apenas me acerqué, y vi su rostro pegado al vidrio, era horrible, su piel estaba toda arrugada y de una forma imposible de describir. No pude evitar gritar mientras me alejaba de la ventana.

Jesica y yo nos encerramos en el dormitorio, abrazados frente al fuego. Empezamos a rezar, pero, para aumentar nuestro estado de pánico, la puerta de entrada también comenzó a sonar con fuerza. Sentía que me desmayaría.

No sé por cuanto tiempo estuvimos así, pues cuando dejaron de tocar a la puerta, la luz del día ya comenzaba a aparecer.

En ese instante, apagamos el fuego, agarramos nuestras cosas y nos fuimos.
Jesica me contó, que su abuela solía asustarla con historias sobre una bruja que vive en el lago, que incluso su abuela llego a mostrarle fotos de una mujer sin piernas flotando junto a un muelle y que aunque de niña estas historias le causaban pesadillas, de adulto jamás pensó que si fueran reales.

Si hemos vuelto a ir a la laguna, sin embargo, cuando nos han invitado a quedarnos a dormir, nos negamos y regresamos aunque sea de madrugada.

Autor: Mauricio Farfan.

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