Hombre Cerdo 2022
Hombre cerdo… La historia que relataré se la contaron a mi madre cuando era pequeña, le sucedió a uno de sus hermanos mayores cuando trabajaba para una hacienda y es que es una de esas historias que no te cansas de escuchar una y otra vez y que ha envejecido con el tiempo a palabras de la familia.
Quizás no tenga fantasmas o espíritus, pero es algo seguro, no solo de ellos nos tenemos que cuidar.
Se lleva a cabo muchos años atrás cuando no había forma de comunicarse entre diferentes poblados, ranchos y haciendas, se recurría a mandar mensajeros quienes llevaban paquetes o comunicados, siempre solía ser alguien de confianza.
En esos días mis tíos trabajaban para un capataz en una hacienda allá por Michoacán de Ocampo.
A mi tío Jorge, siendo apenas un chamaco de uno doce años le había tocado ir a entregar un paquete y un mensaje al compadre de su patrón.
Él siempre estaba dispuesto para realizar este tipo de tareas pues le daban una recompensa al terminar el trabajo. Mi abuela le decía y repetía constantemente que había muchos peligros de los cuales se tenia que proteger, no solo de los muertos, sino también con mayor razón de los vivos, pues se había comentado que hace poco un hombre había desaparecido en el sendero que tomaría mi tío Jorge, y no fue visto jamás.
Ya en el camino mi tío siempre tomaba la ruta con mayor sombra posible, hacia un intenso calor que ninguna nube en el cielo podía aguantar y se evaporaba con rapidez.
Mi tío procuraba cargar con una cantimplora la cual llenaba de agua tanto de salida como de regreso, siendo que todo el viaje le llevaba unas cuatro horas de ida y vuelta.
Aproximadamente a mitad del camino se encontró con algo que le llamó la atención, justo en el sendero se encontraba una persona parada, la cual estaba vestida con ropa de manta de color crema, y su rostro estaba cubierto por un velo blanco que le cubría la cabeza por completo.
Al pasar junto a él pensó que haría algo o haría algún ruido para asustarle, pero se mantenía en silencio e inmóvil.
Recordó las palabras de mi abuela sobre gente loca que se encontraba en los senderos, por ello decidió alejarse rápidamente sin detenerse a ver que podría suceder, y conforme se alejaba miraba hacia atrás para asegurarse que no le siguiera hasta que por fin lo perdió de vista.
Poco le faltaba por llegar a la Hacienda del compadre, siempre su punto de referencia era cuando caminaba a un lado de una siembra de milpa en la que se podía ver como unos cuervos tenían un festín para ellos solos, justo en el centro del terreno, mi tío vio la oportunidad para adentrarse y robarse algunas mazorcas para después
tatemarlas y comerlas más tarde en su casa, pensó que ese sería el mejor momento para hacer pues no se veía al dueño por los alrededores, incluso se puso a pensar que nunca le había tocado toparse alguien allí dentro e inclusive ningún perro que alertara su presencia pero fue en ese momento cuando escuchó que alguien le llamaba, no por su nombre si no para llamarle la atención haciendo un ruido parecido al de las lechuzas.
Alarmado de que lo hayan descubierto volteó a todas partes mas no veía quien le estuviera diciendo algo, agarró tres mazorcas y los echó dentro de su morral y nuevamente le hablaron pero ahora lo escuchó de más cerca. No supo de quien se
trataba pues por mas que volteaba solo a su lado se encontraba al espantapájaros que estaba siendo rodeado por cuervos, sin embargo al fijar mejor la vista se dio cuenta que no eran cuervos lo que estaba volando sobre su cabeza, se trataba de buitres.
Se imaginó que aquel ruido lo hacían esas aves pero no quiso averiguarlo por lo que se apresuró pues mi abuelo le había contado hace tiempo que estas aves cuando tenían hambre no dudaban en atacarte buscando su comida.
Él tuvo una extraña inquietud en ese momento, miró hacia el espantapájaros, un sombrero de paja a medio romper le cubría el rostro por completo, se acercó y miró por debajo de él pero rápidamente lo dejó
como estaba.
Algo lo había asustado, y de nueva cuenta escuchó que lo llamaba, pero ahora pudo identificar que se trataba directamente del espantapájaros.
La voz provenía de aquel muñeco ensartado en medio de la Milpa. Justo en el instante en que pensó que se trataba de su imaginación, el espantapájaros dijo algo más con bastante dificultad…
“Ayúdame”
Hombre Cerdo
Mi tío pensó que esto se podía tratar de una mala broma, sobre todo por que no era posible que haya hablado un muñeco lleno de paja y trapos, pero algo había visto mi tío debajo del sombrero que lo había asustado mucho. Dejo sus cosas en el piso y buscó un palo a su alrededor, ya se había olvidado de los buitres, encontró lo que parecía ser una estaca y picó varias veces el dorso del muñeco, y al ver que no decía nada le quito el sombrero, con el fin de dejar al descubierto el horrible rostro de aquel ser.
Se trataba de una enorme cabeza de un puerco ya reseca por el intenso calor con las cuencas oculares a medio saltar.
Ambos ojos aun los conservaba, pero ya parecía que se estaban arrugando. Las moscas ya le daban vueltas por la cabeza y un olor putrefacto se dejo venir en el ambiente.
Aun incrédulo por lo que escuchó, le pregunto si él le había hablado pero el espantapájaros estaba mudo.
Creyó que todo podía haber sido producto de su imaginación decidió retirarse de allí, y al darse la vuelta para ver por última vez a aquel cerdo este ya lo miraba directamente a él.
Sin pensarlo dos veces salió de allí corriendo.
Se alejo lo más rápido que pudo del lugar, poco le faltaba por llegar a la Hacienda a donde tenia que llevar su encargo, y justo fue en la puerta cuando le dio bastante sed y al buscar su cantimplora se dio cuenta de algo terrible, y es que había olvidado el paquete y la cantimplora con el espantapájaros, estaba bastante seguro de ello pues recordaba muy bien el momento exacto que fue cuando buscó una estaca para picarlo.
No tuvo otra opción que regresar por el paquete, pero sabía perfectamente que ya estaría atardeciendo, y que necesitaba volver a entrar a confrontarse con aquel ser.
Al llegar a la milpa ya no le importó si lo vieran o no, lo único que tenia en mente era recuperar el paquete, si no lo entregaban le darían una buena tunda y más aún.
Fue cuando se percató que el espantapájaros traía nuevamente el sombrero cubriéndole el rostro y en uno de sus brazos sostenía de la cuerda su cantimplora.
Se acercó lentamente para quitárselas de encima y con el movimiento provocó que el sombrero se le cayera de la cabeza dejando ver que tenía cubierta el rostro con un velo blanco.
Inevitablemente recordó a la persona que estaba parada en medio del camino que se habia encontrado mucho mas temprano.
Quitó por fin su cantimplora y busco el paquete apenas con la poca luz que aun había. Fue cuando se dio cuenta que cerca de allí se podía ver la casita donde se suponía que vivía el dueño de la milpa, se imaginó que quizás allí tenían el paquete, no tuvo otra opción mas que ir en su búsqueda.
Ya había oscurecido por completo, mi tío llevaba bastante tiempo tocando la puerta, mirando por la ventana y gritando para que alguien abriera.
Pero todo era en vano.
Lo que no había intentado fue abrirla por su cuenta y entrar a ver si estaba allí el paquete, se acercó a la puerta y esta se abrió sin resistencia alguna.
Hombre Cerdo
El paquete estaba sobre la mesa, entro en silencio y al tomarlo se dio cuenta a en lo que se había metido.
Se encontró con cabezas de cerdos, ovejas y cabras, un olor putrefacto a descompuesto invadió por completo el lugar, no quiso mirar más así que se apresuro para salir de la casa y allí afuera una persona de pie lo esperaba con un machete en mano.
Tenía puesta la cabeza de cerdo que antes tenía el espantapájaros y vestía de manta blanca en la cual ya tenia manchones de sangre alrededor de su cuello y hombros.
A mi tío se le encogió el corazón en ese momento, dice que sintió que las piernas se le hacían rollitos y se echó a correr, pero ahora no sabía por donde salir pues su única luz era la que emitía la luna, hasta que esta fue cubierta por una densa nube dejando todo a oscuras.
Un fuerte ventarrón con olor a tierra mojada le hizo darse cuenta que llovería dentro de poco, y mientras el corría entre la milpa, podía escuchar como lo acechaba el hombre cerdo, escuchaba que usaba el el machete para trozar lo que le impedía el paso y cómo las milpas caían detrás de él, por mas que buscaba un tramo en el cual podía huir no lo hallaba y sin darse cuenta llegaba al mismo lugar, la casa de la que había salido.
Así se metió nuevamente al terreno para buscar otro sendero y después de dar varias vueltas por fin llego a donde estaba el espantapájaros, desde allí podía guiarse mejor, pero cuando justo pasó a un lado de él, le cayó encima.
El espantapájaros se había caído con el viento y éste parecía que lo agarraba de la pierna, no lo quería soltar, mi tío lo pateo con tanta fuerza que pudo apartarlo de él pero poco fue el gusto que le duro pues allí estaba viéndolo el hombre cerdo, se levantó como pudo y antes de correr se dio cuenta que el paquete lo había dejado tirado a un lado del espantapájaros.
Si se regresaba por el, seguro el hombre cerdo lo agarraría, así que lo dejó allí. Ya sin la carga del paquete logró correr un poco más rápido y encontrar el sendero por el que venía y dirigirse hacia la hacienda del compadre para pedir auxilio.
Esa noche, una fuerte tormenta había caído en todo el Valle, el dueño de la hacienda lo ayudó para que comiera algo y se tranquilizara un poco, pues quería que le contara lo que había sucedido, el patrón escuchó su historia, le comentó que al día siguiente irían a revisar que fue lo que ocurrió y que había allí.
Armados con varios hombres y a caballo se dirigieron a la milpa que les había señalado mi tío, y al llegar se percataron que la inclemencia del clima por la fuerte tormenta de anoche dañó gran parte de la cabaña, uno de los hombres del Compadre mencionó que ese lugar ya tenia mucho tiempo abandonado, debido a que era la casa de un enfermo mental y no se le había visto desde hace tiempo.
Quizás mi tío había tenido la mala suerte de haber presenciado su regreso. Buscaron el paquete por donde estaba el espantapájaros, el cual allí estaba, pero el espantapájaros ya no, incluso parecía que alguien se lo había llevado arrastrando.
Después de eso mi Tío optó por ya no andar solo en los senderos, o hacer otras actividades, al día de hoy cuando platico con él, me comenta que le generó cierto trauma eso que vivió, ya que cuando va a la carnicería y ve las cabezas de cerdo le hacen recordar esa horrible experiencia.
Hombre Cerdo Hombre Cerdo Hombre Cerdo Hombre Cerdo
Autor: Lengua de brujo
Derechos Reservados.
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