El Ataque Historia De Terror 2024

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El Ataque Historia De Terror 2024

El Ataque Historia De Terror… Durante todos estos años que he estado en las filas del ejército, en más de una ocasión me han preguntado si me he enfrentado a nahuales o brujas, y aunque no puedo hablar mucho de ello porque muchos de estos encuentros se pueden clasificar como secretos, tampoco podría negarles que hemos tenido muchas experiencias que se podrían considerar como «fuera de la común», para las cuales no tenemos una respuesta lógica o racional, motivo por el cual lo que te contaré en este momento será bajo la petición de mucha discreción, con el fin de preservar la identidad de nuestras operaciones y de mis compañeros.

Aquella noche estábamos cerca de Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, en algún punto entre Acahuizotla y Palo Blanco, estábamos prácticamente estrenando una Humvee, unos carros blindados especiales contra emboscadas y ataques de minas, iba el Teniente López de copiloto, el cabo Pascual en los asientos de atrás, y yo manejando, regresábamos de un apoyo personal al Teniente, y al parecer todo salió bien, íbamos contentos porque también tendríamos algunos días francos, yo en ese tiempo había sido papá por primera vez y solo quería ver a mi esposa y a mi hijo.

Íbamos por un camino bastante solitario sobre la sierra, con mucha vegetación alrededor, cuando de pronto la Humvee empezó a fallar, al Teniente López se le hizo muy raro igual que a mí, aquel carro era prácticamente nuevo, entonces se empezó a jalonear hasta que definitivamente se detuvo a medio camino, intenté varias veces reanudar la marcha pero fue en vano, parecía que estaba muerto el motor, descendimos del carro y empecé a revisarlo, Pascual me alumbró con una lámpara mientras yo le echaba un vistazo, era un noche con una luna media opaca, por lo que aquel paraje  no estaba tan oscuro.

Después de revisarlo una y otra vez no pude encontrar la falla, era muy extraño, el Teniente López me pidió que lo reportara  para que nos mandaran apoyo, nos subimos al carro nuevamente pero al tomar la radio para mandar el reporte me di cuenta que no funcionaba, entonces chequé mi teléfono y ni  siquiera tenía señal, el Teniente y Pascual revisaron los suyos, pero tampoco tenían, esta era una situación muy rara y la verdad si nos empezamos a preocupar, nadie nos esperaba en el cuartel, no se registró  la salida, al evaluar rápidamente nuestra situación no teníamos mucho de donde escoger, solo nos quedaba esperarnos a que amaneciera para buscar apoyo, así que nos acomodamos lo mejor que pudimos en los asientos de la camioneta, parecía una noche tranquila pero en ese momento se empezaron a escuchar muchos aullidos a lo lejos sobre los cerros, pensamos que tal vez eran algunos lobos, no le dimos importancia en ese momento no representaban un verdadero peligro, estábamos en una camioneta blindada, así que nos alzamos de hombros y aunque los aullido se siguieron escuchando por un rato más después cesaron, todo quedo en silencio, al poco rato empezamos a sentir que la temperatura descendía drásticamente, eso sí que era bastante extraño, estábamos en tierra caliente, incluso llegó un momento en que todos estábamos tiritando de frio.

Descendimos del carro y empezamos juntar algo de leña de los alrededores para encender una pequeña fogata, nos arremolinamos  a su alrededor buscando calentarnos un poco, en ese momento se empezaron a escuchar nuevamente aquellos horribles aullidos, pero esta vez parecían estar muchísimo más cerca, eso nos puso en alerta, así que pasamos por algunos minutos de tensión, pero también se fueron apagando poco a poco otra vez, nos relajamos y nos volvimos a sentar alrededor de la fogata, no teníamos mucho ánimo de charlar así que permanecimos en silencio por un momento, entonces Pascual se paró y nos dijo que iría al baño, y caminó hacía unos arbustos detrás de la camioneta, yo seguía buscando señal con mi teléfono, y fue entonces cuando escuchamos los gritos aterrados de Pascual, el Teniente López y yo nos levantamos de un salto y con nuestras armas listas nos fuimos corriendo hacia donde lo habíamos visto irse, al hacer a un lado los arbustos alcancé a ver al cabo Pascual tirado en el piso boca arriba estirándome los brazos con un gesto de terror en la cara, solo podía ver un poco más de la mitad de su cuerpo, de las rodillas hacia abajo estaba entremetido en la maleza, a una señal el Teniente me cubrió y yo me puse el fusil de lado y me arrodillé para ayudarlo y cuando estaba a punto de agarrarlo algo lo jaló hacia dentro del forraje, en un afán por rescatarlo me aventé sobre él y alcancé a sujetarlo de los antebrazos, aquella cosa que lo tenía agarrado lo jaló con más fuerza y nos arrastró a los dos varios metros entre los arbustos y ramas, yo solté al cabo de un brazo y eché mano de la pistola que siempre traigo fajada y empecé a disparar hacia la maleza.

El Ataque Historia De Terror

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Fue cuando escuché aquellos horribles alaridos pero aquella cosa nos siguió jalando, seguí disparando hasta que vacié el cargado, cuando de pronto sentí que nos soltaba, aproveché ese instante y jalé a Pascual hasta enderezarlo, nos paramos lo más rápido que pudimos y le di mi fusil mientras cargaba la pistola, y nos regresamos de espaldas parte del camino que nos arrastró aquella cosa, apenas vimos la camioneta nos tumbamos a lado de la fogata, Pascual estaba como bloqueado no podía hablar, tuve que gritarle y zarandearlo varias veces hasta que por fin reaccionó, traía el pantalón y las botas hechas pedazos y las piernas ensangrentadas, lo subí al asiento trasero de la camioneta y saqué el botiquín, corte su pantalón y traté de curar las heridas, por varios momentos sentí que se me desvanecía por el dolor, le tuve que gritar más de una vez para que no perdiera el conocimiento, todavía medio perturbado balbuceó que estaba haciendo del baño y que tenía el fusil a un lado y que aquella bestia lo había agarrado descuidado, trató de describírmela pero en ese momento no pude imaginármela, pensé que se estaba confundiendo con un lobo, en ese momento escuchamos otro grito, hasta ese momento no me había percatado de la ausencia del Teniente López, volteé a buscarlo por todos lados, lo último que recordaba es que me cubría cuando trataba de rescatar a Pascual, le acabé de poner un vendaje al cabo, sabía de antemano que no podría caminar, así que le pedí que intentara comunicarse al cuartel otra vez, cerré la puerta del carro y me regresé a donde había sido el ataque, se veía el surco que dejaron nuestros cuerpos cuando fuimos arrastrados, caminé unos veinte metro y llegué hasta el punto donde nos había soltado aquella cosa, había un gran charco de algo parecido a la sangre, pero de color amarillento y al tocarla con mis dedos la sentí más viscosa, caminé todavía unos pasos más y al abrir la espesura con el cañón de mi fusil pude ver al Teniente frente a mí, estaba de espaldas y permanecía inmóvil, parecía estar apuntando hacia el bosque, me acerqué muy despacio y me puse a su lado, le hablé en voz muy baja pero no respondió, ni siquiera volteó a verme, parecía paralizado viendo solo hacia el frente, eso ya me daba mala pinta, corté cartucho, fue entonces cuando me hizo un leve movimiento de cabeza indicándome que mirara al frente, no podía creer lo que veía, sobre la espesura, a pesar de la poca luz de la luna, pude distinguir al menos una decena de sombras como de lobos, pero mucho más grandes y con algo parecido a cuernos sobre sus lomos, lo más aterrador era que parecían estar parados en sus dos patas traseras, todos gruñían, sus hocicos entre abiertos dejaba ver sus enormes colmillos que sobresalían entre la oscuridad.

El Teniente López me miró de reojo aterrado, los dos sabíamos que solo teníamos una posibilidad para salir de ahí con vida, que era salir corriendo, soltó el gatillo del rifle y empezó a contar con los dedos del tres hacia atrás, al bajar el ultimo dedo dimos media vuelta lo más rápido que pudimos y corrimos con todas nuestras fuerzas hacia la camioneta, yo pisé una piedra que estuvo a punto de hacerme caer, en ese instante solo pensé en mi esposa y en mi hijo, pero el Teniente me alcanzó a sostener y me jaló, seguimos corriendo, solo escuchábamos el alboroto entre la maleza, el rompedero de ramas y los bufidos enardecidos de aquellas bestias que nos perseguían, a lo lejos vimos la camioneta, aquellos últimos pasos se me hicieron tan largos, abrí la puerta de atrás del lado donde estaba el cabo Pascual y lo aventé para meterme y el teniente  López se subió en la parte delantera del lado del conductor, en ese momento la fogata se apagó como si fuera una simple vela, la poca luz de luna se perdió entre las nubes, todo quedó completamente oscuro y en silencio por un segundo, parecía que conteníamos la respiración, cuando de pronto sentimos la primera embestida por la parte trasera, prácticamente ladeo la camioneta, y después vino otra por el costado, y después otra y otra, hubo un momento que solo escuchábamos el impacto de aquellas bestias con el blindaje, de pronto una de aquellas bestias cayó sobre el cofre, sus patas parecía de caballo o cabra y parte de sus piernas y dorso parecían humanas, y empezó a patear tan fuerte el parabrisas que lo estrelló, eso era imposible era vidrios blindados, de pronto todo se calmó, solo se escuchó el chirriar de aquellas garras sobre la lámina, el Teniente López desesperado giró la llave y la camioneta encendió, al prender los faros aquellas bestias se dispersaron por un segundo, era nuestra oportunidad, el Teniente pisó el acelerador a fondo,   y no paró hasta que vimos la carretera frente a nosotros, me pasé de lado del copiloto, al llegar al cuartel llevamos al cabo Pascual a la parte médica, aunque había perdido algo de sangre, el asunto no pasó a mayores. Al otro día salí franco por dos semanas, cuando regresé habían reubicado al Teniente López.

Autor: Luis Martínez Vázquez

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