Cazador De Cazadores Historia De Terror 2023

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Cazador De Cazadores Historia De Terror 2023

Cazador De Cazadores, Historia De Terror… Alguna vez se han preguntado ¿a qué se debe la conexión mística y espiritual que prácticamente todas las comunidades humanas han establecido con la naturaleza? No lo había reflexionado antes hasta hace relativamente poco. Desde que tengo uso de razón mis padres y mis abuelos me han contado historias fantasiosas sobre seres o espíritus que resguardan alguna cosa en particular.

Por ejemplo, hay seres que cuidan a los árboles, otros que guían a los muertos al más allá, otros son malignos y se encargan de castigar a quienes en vida actuaron mal, mientras que por otro lado se habla de algunos seres que ayudan a los campesinos con sus cultivos y cosechas siempre y cuando estos les respeten.

Particularmente en Perú, Chile y Argentina se suele hablar de un ser llamado Coquena, quién según los pobladores de las zonas montañosas es el pastor de las vicuñas, un animal cuadrúpedo similar a la llama, pero, estos no fueron domesticados los distingue el hermoso y costoso pelaje que generalmente es beige, marrón o incluso rojizo en el lomo y blanco del estómago hasta las patas.

También resguarda a los guanacos, especie que incluso es más escasa que las alpacas, su pelaje es doble y su tamaño y peso tiende a ser superior que el de las vicuñas, pero, su pelaje también es muy codiciado y cotizado por la industria de la moda.

No sé exactamente cuándo comenzó a hablarse de este pastor protector de animales y aunque desconocemos su naturaleza muchos relatos que se han transmitido de generación en generación han ido variando. Algunos cuentan que es un ser de mediana estatura, con rasgos faciales similares a los del pueblo quechua, es decir su tez es morena, el cabello negro y suele proteger su cabeza del clima con un chujllo, un sombrero de lana similar al que utilizan los quechuas peruanos, aunque también otros relatos lo describen con un sombrero de palma largo, también siempre viste un poncho blanco, viste unos huaraches con los que nunca dejan huellas por donde pasa y un collar de víboras vivas.

A este ser se le debe pedir permiso para internarse en las montañas por donde habitan y pastan las vicuñas y los guanacos.

Todo lo sé porqué mi abuelo cuando era niño de vez en cuando me llevaba de caza junto con mi padre para buscar conejos y liebres. De vez en cuando veíamos a lo lejos manadas de estos animales, pero, los adultos solían decirme que por ningún motivo atacara o asustara a aquellos animales ya que estaban bajo el resguardo del Coquena.

Cuando sucedía esto también el viento soplaba entre los cerros con un sonido muy característico, no parecía ser el típico zumbido que provocan las potentes corrientes de aire al chocar con las rocas, las plantas y los altos pastos que crecen sobre estas. Tenía un sonido bastante peculiar que solo se escuchaba cuando veíamos a estos animales andar libres por los cerros.

Fueron contadas las veces que acompañé a mi abuelo y padre de cacería, principalmente, porque era un niño y solo una vez presencié lo que les acabo de narrar.

Otra cosa que mi abuelo decía era que si alguna vez me viera en la necesidad de tener que acabar con la vida de alguno de sus preciados animales se le debía pedir permiso. Aunque esto resultaba muy complicado de hacer principalmente porque este ser es invisible si solo te lo encuentras de paso y porque no deja huellas ni rastros por donde pasa.

Solo se tiene certeza de su existencia por el silbido que le caracteriza y también porque si desconoces su existencia y te aventuras a cazar alguna vicuña esté te notificará en primer lugar por medio del característico silbido que suena a lo lejos lo cual indica que su presencia esta más cerca de lo que crees y porque una vez que te alcance haciendo gala de sus grandes dotes para la cacería este te infringirá el mismo daño y dolor que le has causado al animal.

La presencia del Coquena ha mantenido a raya la caza de estos especímenes. La gente de la región y de zonas vecinas se abstienen de causarles daño a estos animales protegidos por este ser. Se le ha respetado de generación en generación.

Pero, como siempre la presencia de extranjeros y forasteros atraídos por el valor de las pieles de estos camélidos la cual ha ido en aumento conforme las ciudades fueron creciendo y poblándose por personas de distintos lugares ha generado algunos malestares entre los locales, pues, es numerosa la cantidad de hombres armados que pretenden subir y cazar en el cerro.

Durante un tiempo las personas mayores y quienes les sucederán cuando estos cedan su lugar se han encargado de mantener a raya a este montón de sicarios que cegados por la enfermedad del dinero buscan cualquier pretexto para acceder a estas tierras protegidas y cuidadas por la comunidad y el Coquena.

En un inicio se les comenzó a advertir sobre los riesgos y peligros a los que se enfrentan si deciden ascender a lo alto de las montañas donde campan a sus anchas los camélidos muchos cazadores razonables hicieron caso a los sabios de la comunidad.

Aunque con el paso del tiempo y la popularidad de la región donde abundan estos especímenes los interesados en darle caza escucharon la existencia del permiso del Coquena y buscaron por distintos medios conocer la forma en que se pide permiso con este ser para poder cazar sin la intromisión de los locales.

Al principio los más viejos, quienes son los que guardan el secreto para contactar al “Yestay”, otra forma de nombrar al guardián de los animales intentaron seguir manteniendo oculta esta posibilidad. Solían hablar con los cabecillas del grupo y hacerse los locos respecto al dichoso permiso y funcionó por un tiempo gracias en parte a que en otras zonas la llama se domesticó y su piel funcionó para suplir la demanda.

La lana de las ovejas producida por los granjeros también ayudó a que por un tiempo cedieran con su insistencia de darles caza a los camélidos. Los ciervos, venados y otros animales se volvieron su principal fuente de ingresos para las personas que se dedican a la caza y a la venta de su carne y pieles cuyo mercado ha vuelto a florecer por el interés de los diseñadores en utilizar pieles y pelos cada vez más exóticos sin el mínimo respeto por los animales o las penurias que suelen vivir los cazadores porque existen algunos que pesé a la reputación de la mayoría de rufianes que intentan hacer dinero fácil y rápido si siguen al pie de letra las recomendaciones y rituales de los nativos de la zona a quienes compensan por su ayuda.

Y es que toda la población de esta zona cosecha y caza para autoconsumo. Muy pocos tienen ganado de vacas o cerdos para vender su leche o carne ya que estos animales les cuesta adaptarse al clima y el escaso alimento que hay por la geografía de los cerros.

Se suele comer carne de animales más pequeños que son endémicos de la región como lo es el conejo, la liebre, el armadillo y poco más. Las tierras son trabajadas en comunidad y las cosechas que se producen cada temporada se reparten entre todos los que cooperaron.

En general el pueblo en el que crecí era muy tranquilo. Toda la gente se conoce y se llevan bien. Cuando surgía algún problema por no compensar correctamente a las personas que ayudaron en la cosecha o algún malentendido el viejo del pueblo es quién se encarga de darle solución en una asamblea se reúne con los interesados, escucha ambas versiones de la historia y seguido de esto da su resolución y sanción para quién se haya encontrado responsable.

La autoridad de esta persona es inapelable ya que los años de experiencia se ven reflejados en su conocimiento y capacidad de resolver los variados problemas y junto al curandero que a la vez funge como chamán son de las pocas personas que saben el proceso para cazar algún animal de los que resguarda el Coquena.

Porque sí en algunas ocasiones cuando el clima no favorece la cosecha de granos y legumbres con las que subsistimos año con año el sabio se reúne con el chamán quién es también una persona mayor con muchísimo conocimiento de herbolaria que utiliza para sanar a los heridos del pueblo.

Ellos dos reúnen algunas cosas y suben el cerro acompañados solo de cuatro hombres de suma confianza que fungen como asistentes y el joven u hombre con mayor capacidad física para la caza. El proceso dura una noche y vuelven a primera hora al pueblo para entregarle distintos artículos para la cacería cuya aventura debe emprender solo él.

Cuando el cazador abandona el pueblo con dirección al cerro el viejo, el chamán y la comunidad le acompañan hasta las faldas de la montaña donde se le desea buena fortuna y éxito en la cacería. De niño solo presencie un par de veces este ritual.

En aquellas ocasiones los encomendados para la misión volvieron con un par de ejemplares a rastras. No se les permite hablar sobre su travesía con nadie más excepto los ancianos y después las personas más hábiles con los cuchillos y con habilidades para trabajar las pieles son los responsables de toda esta labor. Una vez que todo este proceso ha terminado un par de hombres de confianza del anciano son enviados a las ciudades y mercados cercanos para ofrecer las tan valiosas pieles.

Con las ganancias se compran granos, herramientas y a veces otros animales domésticos que cuidan todos los lugareños para sacrificar en ocasiones especiales o vender todo lo que se pueda aprovechar de ellos si es que logran adaptarse y sobrevivir a las condiciones tan adversas de la región.

El trabajo y los frutos de este es comunitario todos están obligados a cooperar por el bien del resto, pero, últimamente con el crecimiento de las urbes y lo atractivo que resulta para muchos pobladores el número de habitantes fuertes y sanos para seguir trabajando de este modo se ha reducido.

La mayoría de los jóvenes que antes aspiraban a volverse en el cazador más reconocido por todos quién era condecorado por el sabio o suplir al chamán ahora aspiran a vender su mano de obra a algún granjero o ganadero rico de los pueblos vecinos quienes les pagan y con ese dinero compran diversos bienes.

Cazador De Cazadores Historia De Terror

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Los tiempos han cambiado y los viejos son conscientes de ello. Ante esta situación de abandono y desplazamiento humano debemos agregar la compraventa de propiedades que se han ido efectuando cerca de las ciudades y nuevamente los cazadores interesados en las pieles de los camélidos han vuelto insistentemente a buscar la autorización por parte de la comunidad para hacerse consigo tan preciado bien.

Hubo mucha resistencia y unidad por parte de todo el pueblo cuando estos mercaderes de la muerte como los llamaba el viejo volvieron a la región. Pero, lamentablemente este enfermó por lo que su salud comenzó a deteriorarse, el curandero y fiel amigo del anciano intentó curarlo por distintos medios, pero, no pudo salvarlo. Toda la gente se paralizó cuando el anciano nos abandonó. Pero, el chamán, rápidamente convocó a una reunión para elegir al quién ocuparía su lugar.

A nadie le pareció extraño que se auto candidateará ya pocas personas tenían un conocimiento equiparable a quién perdimos en aquel momento. Sin embargo, tiempo después logramos atar cabos respecto a este personaje que se hizo con el poder y voluntad de la gente en una situación de alta vulnerabilidad, tristeza y temor por un futuro incierto.

Desde el día uno el nuevo sabio nos comentó sus intenciones de negociar con los cazadores que se acercaban a la zona. Argumentaba que era hora de evolucionar y adaptarnos al nuevo mundo o pereceríamos como lo habían hecho otras comunidades hermanas. En inicio la mayoría del pueblo no estuvo de acuerdo con lo que planteaba el nuevo regente, sus ideas contrastaban bastante con las de su maestro y antecesor.

Pero, este hombre fue muy astuto. Comenzó a ganarse la confianza de los jóvenes quienes por su edad se morían de ganas de conocer e integrarse a las ciudades. La comida, el entretenimiento, los placeres y muchas cosas más les resultaban altamente atractivas y seductoras por lo que estos pronto comenzaron a apoyar la iniciativa del nuevo sabio.

Las personas mayores rechazaron por completo argumentado que era una locura y que solo desataríamos la furia del Coquena ya que la caza de sus preciados animales no se justificaba en bases de necesidad real y respondían más a los hedonistas intereses de unos cuantos seducidos por el placer y el dinero.

Yo me debatía entre un bando y otro. De joven había tenido contacto con aquel ser, pero, todo lo que tenían las ciudades por ofrecer también me resultaba interesante ya que había tenido contacto regular con personas de estas urbes gracias a que me encargaba de comerciar los bienes que se producían en mi comunidad debido a que era de los pocos que hablaba y entendía el español.

En este debate interno que libraba por apoyar o penar la mayoría de la gente le dio el visto bueno al nuevo sabio. Confiaban en que debían progresar y la única forma de hacerlo debido a la limitada riqueza de la zona donde habitábamos era mercadear con lo más valioso y abundante de la región: los camélidos y sus hermosas pieles altamente deseadas cuya calidad y características no se asemejaban a ninguna otra conocida.

Ante mi indecisión opté por mantenerme al margen e involucrarme con los cazadores lo menos posible. Les enseñaba español a los interesados y servía de traductor cuando se trataba de negociar. Pensaba que todo estaría bien siempre y cuando me mantuviera lejos de los cerros donde mora el Coquena.

Conforme pasó el tiempo muchos amigos, conocidos y familiares comenzaron a conseguir empleos en la ciudad gracias a que entendían un poco el idioma de modo que las personas que se quedaron en el pueblo eran principalmente las mujeres, niños y ancianos. Personas que sobrevivían por los ingresos de sus parejas o familiares que ahora trabajaban en alguna granja o algún negocio de la ciudad.

Paulatinamente el nuevo sabio comenzó a amasar una gran fortuna gracias a que él junto con sus asistentes eran quienes acompañaban a los cazadores ante el Coquena para que este diera su vistazo bueno y también porque les exigía una parte de las ganancias a aquellos que trabajaban fuera del pueblo.

Pero, la avaricia de este hombre comenzó a crecer. Pronto comenzó a exigirles a los cazadores sumas de dinero más elevadas por el permiso del Coquena y estos comenzaron a mostrar cierto disgusto e intentaron ingresar a las zonas donde habitaban los camélidos sin permiso ni autorización del viejo a lo que este respondió que sí insistían en cazar saltándose su autoridad este notificaría a las autoridades ya que debido a la demanda de pieles preciosas los especímenes comenzaron a escasear y se nombraron especies en peligro por lo que el gobierno desplegó cuerpos y dependencias encaradas de resguardar dicho decreto.

Pocos cazadores estaban dispuestos a poner en riesgo su libertad e integridad cuando el gobierno tuvo presencia ya que se hablaba de las fuertes condenas que se les imputaba y la brutalidad con la que los cuerpos de justicia actuaban debido al respaldo gubernamental con el que contaban. Astutamente el nuevo sabido logró cercar y disuadir a gran parte de los cazadores que comercializaban las pieles en el mercado negro.

Pero, así como el viejo comenzó a ganar mucho dinero de forma ilegal también comenzó a ganarse muchos enemigos y enemistades con quienes eran sus principales clientes. Algunos incluso lo amenazaron, sin embargo, tenía bajo su mano el conocimiento del proceso para impedir que el Coquena les devolviera el mismo dolor y sufrimiento con el que acababan con los guanacos o vicuñas.

En un inicio trabajó con unos cuantos cazadores. Trabaja de forma disimulada y muy discreta para no llamar la atención ya que me imagino que temía al Coquena más que a aquellos armados cazadores, quienes en solían respetar los usos y costumbres de la comunidad ya que eran cazadores de pueblos vecinos.

Y como suele pasar, la fiebre del dinero lo llevó a que comenzara a establecer acuerdos con cazadores que ofrecían un pago más alto por su favor. Los nuevos interesados no respetaban realmente las creencias del viejo, pero, supongo que le seguían el juego para evitarse problemas con la única persona que les brindaba su permiso y discreción para hacerse con tan preciadas pieles.

La sobreexplotación pronto comenzó a volverse visible. Las numerosas manadas que anteriormente pastaban y recorrían las praderas y montañas comenzaron a ser más reducidas. El número de cazadores heridos y desaparecidos en la zona también fue incrementado. Ante esta situación el viejo comenzó a volverse más temeroso y desconfiado incluso de sus fieles asistentes quienes le habían apoyado desde un inicio.

Entre los ancianos y los niños comenzaba a correrse el rumor de que el Coquena había enfurecido ante la presencia y falta de respeto por parte de los forasteros que habían comenzado a cazar a sus preciados animales. Muchos cazadores que volvían de los cerros comentaban haberse cruzado con un “indio” que había matado a sus amigos y acompañantes de formas horripilantes. Algunos decían que sus victimas habían sido sometidas al mismo castigo y con la misma brutalidad con la que habían matado a tan magníficos ejemplares.

Pronto los rumores se expandieron y el número de cazadores interesados en las pieles de las vicuñas y guanacos se redujo, pero, también comenzó a ofrecerse pagos por los pelajes cada vez más altos debido a que se habían vuelto sumamente populares entre diseñadores de alta costura que vendían a precios irrisorios las prendas que confeccionaban con el cuero de aquellos animales. El riesgo para muchos seguía siendo alto y para algunos más aventureros era una oportunidad que no podía dejarse pasar.

Así fue como cierto día un grupo de cazadores se acercó para hablar con el viejo. No sé muy bien que habrá pasado en dicha negociación, pero, al parecer las cosas no marcharon muy bien ya que el líder de dicho grupo se marcó furioso de la morada del viejo y amenazó con que se arrepentiría.

A los pocos días la casa del anciano se incendió con él dentro de la vivienda. Al parecer durante la noche alguien había entrado, lo habían golpeado, amordazado y robado todo el dinero que había reunido. En un inicio todos pensamos que se trataba de un robo o asalto que se les había salido de control. Pero, tiempo después me enteré de que habían sido aquellos hombres cuya negociación había salido mal unos días antes. Por supuesto que en aquel momento no tenía nada claro, había sospechas, pero el viejo había cosechado muchas enemistades por la naturaleza del trabajo que había desempeñado.

Después de haber enterrado lo que quedó del viejo y sin saber exactamente que rumbo tomaría la comunidad un hombre, quién era el líder de un montón de cazadores y responsables del asesinato del viejo se acercó a la comunidad. Se presentó como un hombre del Estado que realizaba una investigación para colocar antenas y cableado. Yo no le creí nada ya que ¿qué trabajador trae consigo un grupo de hombres armados? Pero, muchas personas confundidas me hicieron hablar con él.

Le explique tenía que hablar con el resto para obtener su permiso ya que yo no podía decidir por el resto a lo que se mostró insistente, pero, logré ganar un poco de tiempo para poder reunir a los ancianos y mujeres de la comunidad. Les explique la demanda de aquel hombre y la mayoría votó porque se le diera permiso. Les comenté que muy seguro eran cazadores a lo que respondieron que me fuese con ellos y los vigilará. No pude negarme, solo había ancianos y mujeres en la comunidad.

Hable con el hombre y le explique los acompañaría, dijo que no había problema y movilizó a sus muchachos para comenzar el ascenso a los cerros. Conforme avanzamos me preguntaba insistentemente por los lugares donde se encontraban los codiciados camélidos. Le respondí que no conocía muy bien donde, pero, que muy seguramente no habría suerte ya que muchos habían ingresado a cazarlos de forma ilegal.

Después de caminar un par de horas sus hombres localizaron una manada de guanacos. Se pusieron en marcha a lo que les comenté que era una mala idea ya que el Coquena moraba aquella región. Hicieron caso omiso y me hicieron acompañarlos para comprobar mis cuentos de pueblerino.

Cuando nos encontramos cerca de los guanacos el hombre que los lideraba dijo que él sería el primero en cazar a uno de esos animales, apuntó su rifle y mientras hacía esto todos escuchamos un silbido, yo sabía que el Coquena se encontraba cerca, pero, la mayoría pensó que era el viento seguido de esto el hombre apuntó a la cabeza y presionó el gatillo. El animal se desplomó y el resto de sus hombres hicieron lo mismo con los demás animales.

El silbido comenzó a sonar cada vez más leve. Lo que indicaba que el Coquena estaba peligrosamente cerca. Nadie hizo caso todos se acercaron a los animales muertos y el hombre dijo que comenzaría a retirar la piel ya que no pensaba llevar consigo el resto del animal. Sacó su cuchillo y comenzó a cortar.

Yo solo quería irme de aquel lugar, pero, el miedo me paralizó cuando a lo lejos vislumbramos la figura de un hombre de pequeña estatura que vestía un sombrero de palma de solapa ancha, un poncho blanco hermosamente bordado que caminaba en dirección adonde se encontraba aquel cazador despellejando al animal.

Los hombres pensaban que se trataba de algún curioso cuando de repente se poso frente al cazador que había dejado su arma de lado. El Coquena se agachó, tomó el rifle de aquel hombre y sin que le diera tiempo de reaccionar le disparó en la cabeza, tomó su cuchillo y comenzó a despellejarlo. Ante esta escena el resto de los hombres tomaron sus armas e intentaron dispararle, pero, parecía que ninguna bala lograba herirlo.

Todos salimos corriendo infundidos en un miedo indescriptible. Como conocía un poco la región logré descender de aquel cerró sano y salvo. Pero, el Coquena cazó uno por a uno al resto de cazadores que se habían perdido en los cerros. Ningún hombre regresó de aquella cacería.

Solo supimos que tiempo después un grupo de rescatistas y autoridades subieron al cerro en búsqueda del grupo ya que sus vehículos habían quedado aparcados en el pueblo. Ellos fueron quienes encontraron los cadáveres de los cazadores con disparos, apuñalados y despellejados en distintas partes de los cerros.

Autor: Lyz Rayón.

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