Aparición De Un Niño Historia De Terror 2024
Aparición De Un Niño Historia De Terror… Comencé a trabajar en el ferrocarril desde que era muy joven, en un principio, me quedaba en la estación a asear los vagones, estar en la plataforma, o cualquier actividad que tuviese que ver con la limpieza y el orden de los vagones que saldrían de viaje, así como orientar a los pasajeros cuál era el tren que iba a partir y el número de asiento.
Después de un tiempo de realizar estas actividades comencé a salir de viaje, recuerdo que la primera vez que viajé fue a la Ciudad de México, era un trayecto aproximadamente de doce horas, el tren tenía coches-dormitorios, lo que permitía que los pasajeros descansaran en camas, las personas tenían su propia habitación, en realidad eran muy estrechas, sólo cabía una litera individual, pero ideal para poder dormir durante el viaje.
Esa primera vez que viajé en el tren, me pareció fascinante, consideré que era una gran aventura, además percibía un sueldo por hacerlo, aunque implicaba mucho trabajo como ordenar los dormitorios, cambiar las camas, lavar el baño y otras tantas actividades.
Después que terminé mis responsabilidades laborales ya eran como las once de la noche, fue cuando pude salir a respirar el aire fresco de la naturaleza, parte por lo que me gustaba mucho viajar en tren, era que sus vías se internaban en lo profundo de la naturaleza, en aquellos lugares en que las vías convencionales no lo hacían.
Otro de los lugares a los que salía de viaje era cuando íbamos a Mexicali, esa vez estábamos a punto de llegar a la estación de Compostela, ya nos encontrábamos muy cerca, a lo lejos alcancé a distinguir a las vendedoras dispuestas a ofrecer sus productos, entre la gente que se encontraba en el andén, llamó mi atención una mujer que iba con un niño pequeño, como de cuatro años, y un burro igual de pequeño, cuando el tren emitió el pitido de su llegada, el burro se asustó mucho con el sonido, corrió hacia las vías del tren, detrás de él se fue el niño, fue cuestión de segundos para que el tren se llevara entre sus rieles al burrito y al niño, yo vi todo a través de la ventana, se escuchó el ruido siniestro del tren al destrozar por completo a esos dos seres vivos.
No tengo palabras para expresar lo que vi y lo que sentí, la madre del pequeño se desmayó al ver muerto a su hijo, cuando ella salió de la inconsciencia del desmayo, al ver lo ocurrido de nuevo se volvió a desmayar. Aquella vez fue un día terrible, el viaje se suspendió en lo que hacían todas las averiguaciones y se deslindaban responsabilidades, el acontecimiento ocurrió por la mañana, ya por la tarde, casi cuando estaba a punto de caer la noche, pudimos salir de nuevo rumbo a nuestro destino.
En el vagón que me correspondía, las personas no dejaron de hablar de lo ocurrido, ya cuando cayó la noche, todo se quedó en silencio, sin embargo, en el ambiente se sentía la tristeza de lo que sucedió, después que terminé mis actividades, me salí un rato a tomar un poco de aire fresco, porque el ambiente se sentía enrarecido, me fui a la parte de atrás del tren, el cielo anunciaba una fuerte tormenta, se iluminaba con los relámpagos, pronto comenzó a llover muy fuerte.
En la parte que me encontraba casi no me mojaba, sólo me llegaba la brisa del agua, pero me quise quedar ahí, aún tenía presente el rostro del pequeño al morir, creí que si me quedaba dormido, lo iba a soñar, pero no fue necesario que lo hiciera, del otro lado del vagón vi que un pequeño se encaminó hacia el baño, consideré que no era prudente que lo hiciera solo, con el vaivén del tren podía caerse, me fui directo hacia él, pero ya había entrado al baño, así que lo esperé para acompañarlo a su asiento, y pedirle a sus padres que tuviesen más cuidados.
Pasó el tiempo razonable y el pequeño no salió, toqué a la puerta en varias ocasiones sin obtener respuesta, sin dudarlo, abrí la puerta del baño con mis llaves, me llevé una gran sorpresa cuando vi que no había nadie adentro, me fui directamente a los asientos delanteros, para preguntarles a sus padres sobre su hijo, eran dos adultos mayores que me dijeron que ellos iban solos, no llevaban a ningún pequeño con ellos, en los asientos siguientes también pregunté, pero ellos me afirmaron que al menos de ese lado no llevaban niños.
Por estar preguntando a los pasajeros sobre el niño, el resto de las personas comenzaron a encender sus luces personales y a cuestionarme qué estaba ocurriendo, fue cuando comprendí que sólo estaba nervioso y estaba alterando a los viajeros, me disculpé con las personas y me retiré a mi lugar de descanso, ahí me puse a pensar que quizás todo había sido producto de mi cansancio y de estar alterado.
Me acomodé en el asiento para poder descansar, pero no lo conseguía, aquella imagen de la cara del pequeño no la podía borrar de mi mente, aunque hubo un momento en que el cansancio comenzó a vencerme, me fui quedando poco a poco dormido, hasta que tuve un sueño, en el cual, me encontraba jugando con un niño, ese pequeño me buscaba todo el tiempo, no lo reconocía como parte de mi familia, pero sí se notaba que teníamos un vínculo.
Nos encontrábamos en un parque festejando el cumpleaños de una niña, de pronto, comencé a sentirme angustiado porque no veía por ningún lado al niño, a lo lejos vi que estaba viendo el estanque con los patos, fui tras él, cuando le toqué el hombro para decirle que no se alejara de mi vista, el pequeño volteó y su rostro estaba deforme, tenía una mueca siniestra, el pequeño me dijo que no me preocupara por él, nunca se separaría de mí.
Desperté sudando frío, aunque al exterior la lluvia no cesaba, y sentía lo fresco de la madrugada, estaba bañado en sudor, me quedé por un instante tratando de comprender lo que había soñado.
Mi asiento se encontraba hasta la parte de atrás del vagón, en realidad eran dos asientos para mí solo, de repente comencé a escuchar que alguien me hablaba, era un murmullo muy bajo, sólo alcanzaba a distinguir una voz apagada, me asomé en el pasillo del vagón, no había nadie, al parecer todos los pasajeros se encontraban dormidos, de nuevo oí que decían, “ayúdame”, pero no lograba comprender de qué lugar venía el llamado, era como si el viento lo hubiese traído en forma de eco, seguía escuchando el murmullo sin lograr entender lo que decía, sólo al final de la frase escuché de nuevo un “ayúdame”, no podía concebir lo que me sucedía, lo que sí creí era que todo cambió a partir de que vi aquel terrible accidente, porque antes de que sucediera, viajé a diferentes lugares de la república sin tener ninguna situación extraña, como la que estaba viviendo.
Me incorporé tratando de espabilarme un poco, fui a buscar a alguno de mis otros compañeros a los otros vagones, pero al parecer estaban descansando, porque no los vi por ninguna parte, no tuve otra opción que regresarme a mi lugar de trabajo, justo iba entrando a mi vagón cuando uno de los pasajeros se levantó y me dijo que un niño estaba corriendo por el pasillo, sus padres se encontraban hasta la parte de atrás.
Me fui directo hacia los asientos traseros, pero en ellos no había pasajeros, estaban vacíos, el señor que me había dicho sobre el niño, asomaba su cabeza para indicarme que ahí era el lugar, le levante la mano para hacerle la señal de que todo estaba bien, aunque la verdad, era que no había nadie en ese sitio.
Me fui de nuevo a mi lugar, cuando vi con claridad que un niño estaba sentado en el otro asiento, le dije que ese no era su lugar, que se fuera con sus padres, el niño tenía su rostro volteado hacia la ventana, cuando le hablé él no volteó, hasta la segunda vez que le dije que se fuera al asiento que le correspondía, el pequeño giró su cabeza y me miró con un rostro cadavérico, pálido y huesudo, me hice hacia atrás de la impresión que tuve, cuando volteé de nuevo ya no estaba.
No supe qué hacer en aquel momento, sólo me limité a sentarme con temor de que en cualquier momento el niño se me apareciera, ya no tuve la menor duda, era el mismo niño del accidente en Compostela. No supe en aquel tiempo qué sucedió para que el pequeño se quedase atorado en este mundo, si él ya había muerto.
Todo lo que ocurrió con el pequeño fue una manera de decirme que ahí estaba y que necesitaba mi ayuda, sin embargo no tenía la menor idea de cómo hacerlo.
Cuando concluí mi viaje, pensé que también terminarían los sucesos extraños del mismo, limpié todo el vagón, estaba revisando que no se hubiese quedado algún objeto personal de los pasajeros, y que todo el lugar quedase en orden.
Estaba recogiendo mi maleta, cuando escuché que alguien se bajaba por la parte de atrás, esa vez ya no quise ir a ver quién andaba ahí, casi tenía la certeza de que era el pequeño, agarré mis pertenencias, me fui directo con el conductor, le dije las condiciones del vagón y me retiré.
En el almacén se encontraban varios de mis compañeros reunidos, me hicieron una señal para que me quedara con ellos a tomar unas cervezas, me sentía muy abrumado para quedarme, les hice una señal de que no lo haría, uno de mis compañeros se levantó y fue a mi encuentro, me dijo que ya todos estaban enterados de lo que había ocurrido en Compostela, le respondí que sí, a mí me había tocado ver la forma en que ese pequeño murió, sin decir más, mi compañero Joel me tomó del brazo y me llevó hacia donde se encontraban los demás, él me dijo que razón de más para que me tomase una cerveza.
Ya no puse pretextos, me senté en un pedazo de tronco de un árbol, que servía como asiento, mis compañeros me pidieron que les contara lo ocurrido, querían la versión de primera mano, lo que yo había visto, sólo les conté generalidades del accidente, sin entrar en detalles, porque ya no quería hablar de ese asunto, aún no concluía la conversación, cuando comenzamos a escuchar el llanto de un niño.
Me levanté de manera abrupta volteando hacia todos lados, mis compañeros se echaron a reír, sólo Joel me dijo que estuviese tranquilo, me preguntó qué me sucedía, y es que a mis compañeros no les dije los sucesos que había vivido durante el viaje.
Ya no quise quedarme por más tiempo en la estación, agarré mi maleta y me fui sin decir nada, Joel se fue detrás de mí, me acompañó hasta mi casa, ya cuando llegamos lo invité a pasar, necesitaba hablar con alguien. En cuanto abrí la puerta de mi casa, escuché como si alguien subía las escaleras, ya que mi casa estaba en la parte alta, abajo de ella había una tortillería, le pregunté a mi amigo si él también había escuchado eso, él asintió, me dijo que quizás alguien me quería dar una sorpresa, le dije que eso no era posible, sólo yo tenía llave de la casa, ingresamos con cautela, a la entrada tenía un perchero con una sombrilla, la tomé y fui subiendo con cautela, detrás de mí venía Joel, en la parte superior se encontraba el apagador, encendí la luz, vi con claridad como si alguien se escondía en el baño, le hice una señal a Joel, ambos caminamos con mucha cautela, al entrar al baño no había nadie, buscamos en toda la casa sin conseguir nada, ya cansados nos sentamos en el mueble de la sala, ya no tuve menoscabo en contarle a Joel lo que me había ocurrido durante el viaje, él me dijo que suponía que no me encontraba bien, pero nunca creyó que era porque algo me hubiese seguido, aún estábamos conversando, cuando escuchamos más ruidos en mi habitación, le dije a Joel que jamás creí que el pequeño me iba a seguir hasta mi casa, pensé que él se iba a quedar en la estación del ferrocarril, en Compostela.
Contrario a lo que esperaba Joel resultó ser de gran ayuda, comenzó a decirme que a su padre, que era taxista, también le pasó lo mismo, él trabajaba de madrugada, conducía por todas partes de la ciudad, en una ocasión, le sucedió que subió a una mujer que estaba muy enferma, su estado de salud era sumamente grave, por lo que no alcanzó a llegar al hospital, ella murió en el taxi, cuando llegó al seguro, no se la quisieron recibir porque ya estaba muerta, a partir de ese día la mujer comenzó a aparecerse en el taxi, hubo una ocasión en que estuvo a punto de morir en un accidente, por la impresión que le dio verla a través del espejo retrovisor.
Joel aún no terminaba de contarme lo acontecido, cuando escuchamos los gritos de un pequeño, ambos nos levantamos y nos fuimos a mi habitación, ahí estaba la silueta de un pequeño, no se alcanzaba a ver del todo, se le veía como transparente, sólo que su reflejo si lo pudimos ver de forma clara en el espejo, ahí estaba el niño, era el mismo que atropelló el tren, aún conservaba su camisa a rayas, sólo que detrás de él había una sombra oscura, siniestra, el pequeño en cuanto nos vio comenzó a llorar, se notaba que quería decirnos algo, pero la sombra le cubría la boca para que no lo hiciera.
Aparición De Un Niño Historia De Terror
Joel y yo no pudimos con eso, cerramos la puerta de la habitación, incluso, nos salimos de la casa, aunque ya eran más de las doce de la noche, nos dio más miedo estar al interior de mi casa. Le comenté a Joel, que creí que sólo era el pequeño el que lo había seguido, pero al parecer, algo siniestro lo acompañaba, le externé a mi amigo que así no podría estar dentro de mi casa, Joel, al ver mi desesperación, me dijo que por esa noche me podría ir a su casa, al día siguiente verían lo se podría hacer al respecto.
Esa noche dormí en la casa de Joel, o lo que pude dormir, porque en cuanto comenzaba a tener un sueño profundo, despertaba asustado porque veía al niño muerto. En realidad, descansé muy poco, me sentía sumamente alterado, y me cuestionaba por qué el pequeño me había elegido a mí. Me encontraba en este pensamiento, cuando entró Joel, él me dijo que iríamos con el mismo hombre que ayudó a su padre, él le quitó al espíritu de la mujer que lo seguía, así que sin pensarlo más fuimos al otro lado de la ciudad, en búsqueda de esa persona. El señor era de edad avanzada, él se movía con dificultad, se ayudaba de un bastón para tener más movilidad, en ese momento creí que él no podría ser la solución a mi problema, pero ya me encontraba ahí y no conocía otra forma de apoyarme en alguien más.
El anciano en cuanto me vio, me preguntó por qué había acudido con él, a mí me daba vergüenza exponerle a lo que había ido, porque me parecía inverosímil, me anduve con rodeos, sin decirle con exactitud lo que me ocurría, él me dijo que me callara, si no creía que me podría ayudar entonces no tenía nada que hacer ahí, mi amigo intervino por mí, le dijo todo lo sucedido, pero el hombre le pidió que necesitaba escucharlo de mi voz.
Así fue como tuve un acercamiento con fuerzas de otro mundo que hasta ese momento desconocía de su existencia, porque después que terminé de relatarle todo al anciano, él me respondió que a los demonios les gustaba estar cerca de los niños, ellos los odian porque saben que son los preferidos de Dios, y una manera que tienen de sacar su odio era a través de ellos, el brujo continuó diciéndome que los demonios siempre se encontraban al acecho de de los humanos, sólo que no teníamos la capacidad de verlos, pero se sentía su presencia a través de un olor fétido, de una ráfaga de calor, o de una sombra siniestra, me dijo que lo más probable fue que en el momento que ocurrió el accidente uno de tantos demonios que se movían en el plano espiritual se quedó con el espíritu del niño, el hombre me dijo que los motivos por los que el demonio tenía el alma del niño podían ser muchos, lo importante era ayudar a ese pequeño espíritu a encontrar el camino indicado, y alejarlo del demonio, me compartió que eso último sería lo más difícil, ya que si era complicado realizar un exorcismo a una persona viva, tratar de quitarle un alma al demonio en el ámbito espiritual, todavía era más difícil.
El hombre me pidió que le explicara todos los detalles, después que le conté todo, él se quedó un rato pensativo sin decir nada, después me explicó que intentaría ayudarme desde su casa, pero si no resultaba sería necesario ir a la mía, y entrar al lugar en el que lo vi.
El hombre hizo una serie de rituales, algunos me parecieron exagerados, como cuando comenzó a danzar alrededor mío, con un tambor pequeño diciendo oraciones en lengua náhuatl, yo miraba a mi amigo con cierta desconfianza, Joel me hizo una señal de que me tranquilizara, antes de retirarnos el señor me dijo que me podía ir a descansar a mi casa, era necesario para saber si había ocurrido algún cambio. Salimos del lugar, yo me sentía muy confundido, realmente dudaba de que todo lo que el hombre hizo funcionaria, Joel se dio cuenta de mi desconfianza y trató de calmarme, me dijo que a su padre le había funcionado muy bien, sólo debía de tomar en cuenta de que él era un brujo que había aprendido de sus ancestros, de los antiguos pobladores, por eso su manera de hacer su trabajo era diferente.
No puedo negarlo de que tenía miedo de irme a mi casa, pero sabía que no sería posible estar fuera de ella, mi amigo Joel me dijo que le gustaría acompañarme durante la noche, pero ese día tenía salida a la Ciudad de México, le agradecí su preocupación, le dije que no era necesario que dejase de trabajar por mí.
En el momento en que entré a mi casa, me quedé parado durante un instante en el umbral de la puerta, tenía miedo entrar, con cautela fui subiendo cada uno de los escalones, todo se encontraba en orden, poco a poco me fui calmando, después de que pasó un rato, comencé a creerle al anciano que me practicó el ritual, no puedo decir que me sentí seguro del todo, pero el hecho de ya no escuchar el llanto o los gritos del pequeño, me producían mucha calma.
Había pasado dos noches muy malas, así que el cansancio me venció, me quedé dormido en el sofá de la sala, creo que en el fondo no me quise ir a mi habitación, porque en ella había visto a ese ser siniestro, caí en un sueño profundo, aunque duró por poco tiempo, ya que de repente sentí como si algo oprimiera mi pecho, comencé a sentir que no podía respirar, me encontraba en un estado catártico, porque no me podía mover, de pronto sentí como si algo se quitara de encima, pude moverme y respirar, vi el reloj, eran las tres y media de la madrugada, me quedé sentado durante un rato, como si esperase a que algo más sucediera, lo único que ví fue una imagen plasmada en el cristal de la ventana, quedó impresa una mueca y una mano, después de unos minutos ya no sucedió nada más, pero ya no me pude dormir, sentía que en cualquier momento me sucedería algo, escuché en mi habitación como si movieran de lugar la cama, oí el rechinar de la madera, ya no me quise quedar por más tiempo ahí, tomé mi chamarra, la sombrilla, y me salí de la casa, me encontraba muy cerca de la estación del ferrocarril, sabía que en el almacén siempre había compañeros trabajando, así que sin dudarlo me fui a ese lugar.
En cuanto amaneció me fui directamente con el hombre que me había hecho el ritual, de alguna manera, creí que sí me había protegido, porque sentí que el demonio trató de estar cerca de mí, de dañarme, pero hubo algo que no se lo permitió, así que llegué muy temprano a la casa del anciano.
En el momento en que llegué a su casa, me detuve frente a la puerta, me di cuenta de que era muy temprano, apenas comenzaba a amanecer, pero escuché una voz al interior de la casa que me dijo que pasara, el anciano ya me estaba esperando, me dijo que me acompañaría a mi casa.
Al llegar a la casa encontré un desorden, como si hubiese pasado un remolino, el hombre comenzó a sacar los enseres necesarios para realizar el ritual, lo hizo durante más de una hora, después me dijo que de ser posible me mantuviera fuera de casa por una semana, así los espíritus se acomodarían en cada uno de sus planos.
Me fui a la estación, hablé con el conductor y le dije que necesitaba salir de viaje, él me dijo que justo le hacía falta un trabajador, Andrés sí se había presentado a trabajar, pero no pasó la revisión médica, salió con la presión alta, así que me preparé para irme a Mexicali.
Cuando el tren llevaba un poco de camino recorrido, después de realizar mis actividades, me salí a tomar un poco de aire fresco, con la idea de que a mi regreso todo estaría bien, por lo oscuro de la noche, no se alcanzaba a distinguir la vegetación, pero sí se percibían sus aromas, me quedé durante más de una hora en ese lugar, ya eran casi las doce de la noche, cuando alcancé a distinguir un sonido extraño, aunque el sonido de los rieles era fuerte, y la lluvia no me permitía ver con claridad, puedo asegurarles que vi algo que se movía entre la vegetación, no puedo determinar con certidumbre qué fue, pero el ruido era tenebroso, fue como si fuese el último intento del demonio de acercarse a mí, o no sé explicar qué fue, lo cierto es que después de que me ocurrió eso, me metí al vagón, todo se quedó tranquilo, sólo continué escuchando el ruido de los rieles.
Después de la semana que estuve ausente por el viaje a Mexicali, cuando regresé a mi casa sólo había quedado un olor extraño, no era a humedad, era a algo que no pude definir, abrí las ventanas para que ese olor se diluyera, a partir de ese momento ya no volví a ver al pequeño, desconozco qué pasó con su espíritu, sólo espero que su alma se encuentre en paz.
Cada vez que pasaba por la estación de Compostela, me bajaba del tren para depositar en un pequeño rincón del andén una veladora encendida, junto con un obsequio, esperando que ese pequeño ser se encuentre descansando.
Autor: Adriana Cuevas
Derechos Reservados
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