Sin Parpados Historia De Terror 2024
Sin Parpados Historia De Terror… Conocí a Valentín en mi primer día de trabajo, era uno de nuestros pacientes más solitarios y tristes del psiquiátrico, me aconsejaron que simplemente lo dejara tranquilo, si yo no me metía con el entonces el no se metería conmigo «Tonterías» pensaba mientras más pasaban los días y es que sin importar lo que los demás dijeran y estar catalogado como un paciente violento, Valentín solía pasarse días y noches sentado en una silla, sus ojos siempre estaban vendados y para ser francos nadie me sabía dar una respuesta clara del porque era así, ya que su expediente médico decía claramente que él podía ver a la perfección, me gustaba catalogarme a mi mismo como un doctor que podía hacer algo por cada uno de sus pacientes, un pensamiento absurdo que no me trajo nada bueno.
Cierto día tranquilo mientras repartía la comida me senté a su lado y a pesar de tener los ojos vendados este pareció sentir mi presencia sonreí y saludé cordialmente. “Valentín, ¿Cómo estás?”
No me cayó de raro no obtener una respuesta inmediata, sin embargo algo en mí me dijo qué Valentín no se sentía incómodo con mi presencia, levantó la cabeza directo a mí como si pudiera ver a través de sus viejos y sucios vendajes.
“¿Te sientes bien?” Pregunte luego de unos minutos de silencio incómodo, Valentín solo emitió un leve gruñido el cual interpreté como un sí antes de volver a dirigir su mirada al suelo, por casi media hora intenté de todo para que esté entablara una conversación conmigo pero todo era inútil, era como hablar con una pared, cuando decidí darme por vencido y levantarme de la silla escuché como una débil y tenue voz emergió de la garganta de Valentín. “¿Es usted el nuevo doctor?” Dijo con vos áspera y derrotada. “Así es” Respondí rápida y amablemente tomando asiento.
“me llamo Renato.” Continué intentando qué la conversación no se detuviera, pero aún así el ligero progreso pareció detenerse en cuanto dije mi nombre ya que Valentín regreso a la misma posición, sin embargo esta vez tardó muy poco en volver a hablar, arrastraba las palabras por lo que no era fácil de entenderle. “Usted no es como ellos, usted puede creerme.”
Me dijo en un tono casi suplicante “¿Creerle? ¿Qué cosa?” Cuestioné rápida e interesadamente para que esté supiera que tenía un interés genuino, carraspeo su garganta soltando otro leve gruñido antes de levantar la cabeza, fijar los viejos vendajes en mí y comenzar a narrar.
“Era un día frío y húmedo.” Comenzó sin contexto alguno. “regresaba caminando a casa, el barrio era solitario y de muy mal aspecto… ha pasado tanto tiempo que ni siquiera creo que la calle siga llamándose de la misma manera.” Resaltó algo triste como si se lamentara de su edad.
“¿Cuál era su nombre?” Cuestione para que supiera que estaba prestando atención y tal vez alegrarlo un poco cuando supiera que la calle aún conservaba el mismo nombre. “Era la avenida de San Agustín.” Respondió refrescando su memoria.
No la conozco, tal vez cambiaron los nombres.” Dije simulando que sabía de lo que hablaba, aunque a decir verdad cuando se trataba de nombres de calles yo no era la persona más confiable. “El ritmo de mis pasos era lento y confiado.” Prosiguió sin darle mucha importancia a aquello.
“El barrio era aterrador, pero yo me sentía seguro en él, había transitado por ese lugar todos los días desde que era solo un jovencito. Era mi hogar y no tenía nada por qué temer, pero esa noche algo se sintió diferente de pronto fue… como un escalofrío recorriendo tu espalda y sintiendo los vellos de tu nuca erizarse.
Sentía que alguien me estaba observando, no sabía quién o desde donde, pero podía sentir el pesar de la mirada. Temiendo lo peor, caminé más a prisa, ya estaba muy cerca de mi hogar cuando decidí mirar a mi espalda, aún me arrepiento de aquella decisión, por el rabillo del ojo, pude ver la silueta de un hombre, misma que no había estado allí un segundo antes.”
Aquella afirmación me hizo arquear las cejas, «¿esto se trataba de una historia de fantasmas?» pensaba mientras no podía imaginar a un hombre como Valentín contándome una historia de fantasmas, sin embargo lo último que quería era poner en duda cualquier palabra que pudiera ayudarnos en su recuperación, por lo que decidí tragarme mi escepticismo y seguir escuchándolo.
“Seguí caminando un poco más rápido de lo habitual, no quería qué aquel hombre supiera que tenía miedo, esté hombre se mantuvo a mi espalda, cómo si él avanzará a la par de mi caminar ya que parecía siempre estar a la misma distancia ¿Qué se creerá este hombre? ¿Qué quiere de mí?¿Piensa que no me he dado cuenta que me está siguiendo? Me preguntaba con creciente temor…
¿Has sentido miedo Renato?” Pregunto interrumpiendo su relato y levantando el rostro. Aquella pregunta me tomo por sorpresa y es que claro cualquier persona ha experimentado el miedo y hasta cierto punto podía comprender el miedo que esté había sentido al sentirse acorralado por un vulgar delincuente, aún así tenía mis dudas en contestar por lo que finalmente solté un.
“Pues… Todos hemos tenido miedo alguna vez, en estos tiempos es difícil encontrar a alguien que no haya sido asaltado.” Valentín negó con la cabeza casi como si estuviera decepcionado de mi respuesta, sin embargo me mantuve firme a está, más porque no sabía que otra cosa decir que por terquedad, por lo que el continúo con su historia “Aun con el miedo intenté mantener el control.
Decidí dar una mirada rápida a mí perseguidor… Si alguien algún día ve al diablo estoy convencido de qué se vestirá como ese hombre.” Aunque no podía ver sus ojos casi podría jurar que estos se abrieron como platos al recordar la vestimenta, todo aquello me parecía extraño y hasta cierto punto irreal y es qué ¿Que tenía que ver exactamente su vestimenta o el diablo? con la historia de un asaltante, estuve a nada de preguntarle estás dudas pero en lugar de eso solo pude decir.
“¿Era elegante?” “Era extraño.” Respondió al fin de una breve pausa como si tratara de recordar mejor todo. “Vestía formal, no parecía ningún asaltante, su traje negro casi se perdía en la oscuridad de la noche pero este estaba perfectamente planchado así como su corbata, su par de zapatos brillaba con la luz de la luna, todo condecorado con un muy elegante sombrero de copa, la distancia no me permitía verle la cara por lo que no bajé la guardia y con la esperanza de perderlo, cruce la calle y cambié de dirección, pero el hombre siguió mis pasos.
Esa fue la primera vez que lo vi moverse en realidad su caminar era elegante pero al mismo tiempo algo en el no te dejaba tranquilo, como cuando ves a un animal caminando de forma humanizada, algo en tu cerebro te advierte que no está bien.”
Dijo como si reviviera aquel momento antes de continuar. “Mi nerviosismo se incrementó, cuando supe que sin importar el camino que tomara este se encontraba a la misma distancia de mi, cuando supe que me encontraba cerca de mi casa reuní todo el valor que un hombre puede tener en su interior y es que no iba a permitir que ese hombre supiera dónde vivía por lo que di media vuelta para enfrentarlo
“¿Qué quieres?” Exclame con el tono más amenazante que pudo salir de mi garganta… Fue ahí donde se acerco a una velocidad sobre humana.
Las manos atadas igual que el cuerpo de Valentín palidecieron a la par que comenzaba a temblar, traté sin éxito de tranquilizarlo, sujete su mano pero esto Solo empeoro todo, se agitó violentamente en su asiento mientras gritaba una y otra vez, hasta casi desgarrar su propia garganta.
“¡Déjame ir! ¡Déjame ir!” Dos enfermeros más tuvieron que ayudarme a tranquilizarlo le inyectaron un sedante y mientras lo veía recostado en la cama, mi mente no lograba concebir qué era aquello tan espantoso Cómo para hacer estremecer a un hombre como Valentín.
“Te advertí que lo dejarás tranquilo, está demente él era un hombre muy importante y bastante querido hasta que un día solo enloqueció.” Aquella voz no se trataba de ningún otro más que de Benjamín, un enfermero de una no muy buena reputación el cual parecía importarle únicamente el dinero más que ayudar a sus pacientes, sin duda no era alguien del que quisiera recibir un consejo, sin embargo si era alguien que pudiera decirme más sobre Valentín, llevaba en el psiquiátrico durante mucho tiempo.
“¿Enloqueció por un asalto?” Le cuestione intentando ir al grano de todo el asunto. “¿Asaltó? Claro que no, un día se perdió regresando del trabajo estuvo perdido tal vez dos días cuando volvió a su casa estaba así de loco diciendo que había escapado del diablo.”
Esto último lo dijo con una risa burlona. “¿Y porque nadie lo visita?” Dije ignorando su broma. “Su mujer lo visitaba algunas veces, pero eventualmente se aburrió de esto, así pasa con todos.” dijo cierto cinismo en sus palabras. “solo nos quedamos a los que nos pagan por quedarnos ¿No crees?” Aquello me irritó un poco, pero logré ignorarlo. “Entonces ¿Qué le ocurrió en esos dos días?” “¿Que mas? seguro se fue de borracho he invento toda la historia para su mujer o tal vez se fue con la amante.”
Dijo con cierto humor. “Me contó algo de que lo asaltaron.” Dije intentando hacerlo ver su error “oh. Esa loca historia del delincuente trajeado, ¿No vas a creer de verdad esas patrañas? ¿O si? Son solo desvaríos de un loco Renato, creí que eras un poco más listo, ten cuidado o te tendremos que encerrar a ti también”
Benjamín dejó la habitación mientras se reía, era un humor que solo él podía entender, aún así a mí no me importaba lo que este tuviera que decir, tenía mejores cosas en que pensar que en la falta de empatía de aquel hombre, cómo por ejemplo por mi mente habían más preguntas qué respuestas, Benjamín podría ser un idiota pero no tenía motivos para mentir si él decía cual era la razón por la que hubieran internado a alguien tenías que creerle, no le interesaba lo suficiente como para pensar en una mentira, sin embargo la palabra “escapar del diablo” retumbaba en mi cabeza, Valentín había dejado muy en claro que aquel hombre no podía ser el diablo o al menos solo se vestía como él, intentaba recordar las palabras exactas mientras caminaba a casa, cuando a medio camino justo por el rabillo del ojo pude ver tras de mi la silueta de un hombre, el miedo por todo lo vivido aquél día no me permitió siquiera voltear, corrí lo más rápido que pude, como alma que lleva el diablo, hasta llegar a mi casa donde traté de olvidar el tema, pero esa noche soñé con un hombre, un hombre alto delgado y bien vestido con un gran sombrero de copa, nunca pude verle el rostro pero sí fue algo que me estremeció y no me dejó dormir el resto de la noche, «estás dejando que te afecte demasiado» me recriminaba mí mismo mientras echaba un poco de agua fría en mi cara para despertarme.
Sin Parpados Historia De Terror
Cuando llegue al hospital decidí no alterar a Valentín y no era solo por qué yo lo decidiera, si no que mi supervisor se había enterado de lo ocurrido el día anterior por lo que no podía ir a verlo aunque así lo quisiera, sin embargo antes del mediodía este demandaba impacientemente mi presencia a los enfermeros y personal, en cuanto cruce la puerta de su habitación me encontré con una escena horrible, Valentín había logrado liberarse de las ataduras de sus manos y había rasguñado y mordido al médico y enfermero que lo habían atendido durante casi toda su estancia en el lugar, fue hasta ese momento en el que comprendí porque este era catalogado como un paciente violento, así mismo se había provocado lesiones las cuales sangraban pero esto parecía no importarle en lo absoluto, el sintió mi presencia apenas entré y como si fuera magia se calmó.
“Renato.” Dijo con un tono de voz tranquilo como si nada de lo sucedido anteriormente hubiera pasado, los doctores y enfermeros accedieron luego de un momento a dejarme a solas con el, después de todo ya estaba inmovilizado de nuevo. “Sí Valentín soy yo.”
Respondí levantando una de las sillas en el suelo y me senté frente a él teniendo mucho cuidado de no tocarlo. “Nadie me quiere creer Renato, pero tú sí me crees ¿Verdad?” “Claro que si.” Respondí inmediatamente para que este no perdiera la confianza en mí. “Claro que tú me crees.”
Dijo ahora con una ligera sonrisa. “tú me crees porque lo viste, tu lo viste en la calle y no solo eso también en tus sueños ¿No es así?” Aquella afirmación me cayó como un balde de agua fría “¿Cómo es que sabes tu eso?” Le cuestione de inmediato, sin embargo para Valentín no parecía que aquel dato fuera relevante, como si fuera lo más común saber los sueños de las personas o lo que pasaba fuera de las paredes del psiquiátrico, por lo que simplemente ignoró mi pregunta. “No viste su cara, por eso estás aquí, porque no viste su cara.”
Decía con cierto alivio. Tenía tantas preguntas pero la única que pude formular en ese momento fue. “¿Cómo es su cara?” “Parecía normal.” Dijo Valentín como si tratara de retomar la historia en donde la había dejado el día anterior. “Excepto por un particular detalle el cual no pude apreciar hasta que estuvo lo suficientemente cerca de mí, lo suficientemente cerca para que yo ya no tuviera salida
¡No tenía párpados en los ojos!” Grito esto último aquellas palabras hicieron que un escalofrío recorriera todo mi ser, mi mente ni siquiera podía concebir la imagen de un ser humano sin párpados esta vez Valentín no temblaba parecía estar de hecho feliz de poder compartir su historia con alguien que le creyera, pensé demasiado en algo que decir, pero al final ni siquiera pude mediar palabra ya que Valentín continuo. “Al ver tal escena, se me heló la sangre…
No puedes experimentar un verdadero miedo hasta que no miras al secuaz del diablo frente a frente Renato, aquel miedo profundo que te impide mover cada músculo de tu cuerpo sin importar cuánto desees correr, el miedo intenso que te hace pensar en tus seres queridos porque sabes que no pudiste despedirte de ellos.” “¿Y qué ocurrió después?” Cuestioné está vez atento sabiendo que esta vez no era condescendientemente. “Me gustaría decirte exactamente lo que ocurrió pero es lo último que recuerdo, porque desperté en un callejón, no podía creer que estaba con vida, me apresure a llegar a casa solo para enterarme que había estado desaparecido dos días estoy bastante seguro Renato que esos dos días estuve en el infierno…
¿Sabes por qué estoy tan seguro?” Por su tono de voz casi parecía estarme retando preguntar, pero tenía tanto miedo para ese momento que solo atiné a negar con la cabeza repetidas veces no tenía palabras para aquello. “Porque cuando cierro los ojos puedo ver el infierno, el infierno es un lugar espantoso Renato un lugar espantoso donde nadie quisiera estar jamás y yo lo tengo debajo de mis párpados, lo tengo plasmado ahí hasta el día de mi muerte.” Aseguraba Valentín.
“Entonces, ¿Porque tiene vendados los ojos?” Pregunté con cierto temor, al mismo tiempo que no quería saber la respuesta. “Porque lo descubrí.” Respondió inmediatamente con cierto tono de orgullo. “¿Que descubrió?” Pregunté dudosos y casi en un susurro.
“El no quiere que cierre los ojos porque esta es la única forma de saber donde estoy, el puede ver, puede ver a través de mis ojos, por eso me muestra él infierno, para que no cierre los ojos, él me está buscando, me quiere a mí, o bueno me quería.” Dijo Valentín el cual sin demoras se liberó nuevamente de una mano para bajar la venda de sus ojos y así mirarme fijamente con una ligera sonrisa la cual se notaba que era de paz pero también había cierta culpabilidad en ella. “A él también le gustas tú.” Dijo sin borrar esa sonrisa. “lo siento doctor Renato, pero está es la única forma…”
“Entonces”, dijo un joven enfermero el cual esperó pacientemente a que el anciano terminara de narrar su historia, este parecía ser un poco incrédulo pero era el primer enfermero con el que aquel anciano sé sinceraba luego de estar varios años recluido en aquel hospital psiquiátrico, el anciano era muy delgado y estaba catalogado como un paciente violento, al igual que poco comunicativo por lo que fue una gran sorpresa para el qué es te hablara de su vida aunque para ser francos el enfermero pensaba qué más que su vida esta era una historia de terror y bastante mala, ya había escuchado la historia de un hombre sin párpados en las calles de Francisco I. Madero, de hecho desde que supo de aquel paciente busco en un foro en internet, aquella aparición era típica de la ciudad está surgía tanto de noche como de día y era una leyenda urbana muy popular, la historia contaba que el hombre había nacido sin párpados y que por esa razón la sociedad lo repudiaba.
Pronto el repudio lo llevó a odiar a la sociedad y a asustar a quienes caminaban solos, en especial durante la noche, otros aseguraban que el hombre había sido víctima de un ritual vudú o satánico dependiendo de en dónde la leyeras en el cual le habían arrancado los párpados y ahora vagaba por la ciudad buscando a los responsables de su tormento, pero la idea más aceptada era que aquel ser no era más que el producto de una madre la cual en su desesperación por tener un hijo pidió ayuda a las fuerzas oscuras dando a luz aquel ser de pesadilla.
Todas las versiones de las leyendas tenían un punto en común, el hombre sin párpados no aparecía con frecuencia, pero cuando lo hacía, perseguía a la persona hasta volverla loca, apareciéndose cerca de ellos para atormentarlos con su presencia.
El amable enfermero explicaba con cierta condescendencia a Renato que sugestiones colectivas sucedían todo el tiempo y qué tal vez esa era la explicación a lo que él le pasaba. Renato sonrío concierta superioridad mientras recordaba las palabras de Valentín, “nadie puede entender el miedo profundo hasta que se encuentra frente a frente con el secuaz del diablo”
Bajó lentamente las vendas de sus ojos para mirar fijamente al joven enfermero el cual miro estupefacto como Renato no tenía uno de sus párpados, el cual el mismo se había arrancado en un ataque de desesperación por no cerrar los ojos ya que según el, debajo de sus parpados tenía el infierno, sin embargo aún conservaba el izquierdo y estaba decidido a conservarlo.
Sonrío para sus adentros al mismo tiempo que el enfermero sintió como su sangre se congelaba, un escalofrío recorrió de la espalda hasta su nuca provocando un miedo profundo e intenso, se sentía observado, volteó con lentitud y se encontró frente a frente con el hombre sin párpados, quien lo observaba fijamente y sin moverse, este había sido elegido por aquel hombre sin párpados, o mejor dicho ofrecido al hombre, la única manera de liberarte del hombre sin párpados es que alguien más escuché tu historia y que por un momento este de verdad la crea.
Aún así este hombre el cual continúa esperando a que cualquier incauto caminé por las noches en las calles vacías de la ciudad, espera pacientemente una buena víctima la cuál podría ser cualquiera.
Autor: Canek Hernández
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