Protección Del Mas Allá Historia De Terror 2024

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Protección Del Mas Allá Historia De Terror 2024

Protección Del Mas Alla, Historia De Terror… Los acontecimientos que voy a narrar a continuación han acompañado mis más recónditas pesadillas, muchas veces e deseado que todo esto no se tratara nada más que mi imaginación pero para mí desgracia esto no es así.

Ingresé al ejército huyendo de mi familia disfuncional a los 17 años. Falsifiqué mi edad y me sumergí en una vida que me pareció la mejor elección que había tomado jamás. Pero incluso en el caos ordenado de la vida militar, la sombra de mi pasado seguía persiguiéndome. Aquello fue así hasta una noche que cambió mi perspectiva para siempre.

Era un oscuro viernes de invierno cuando mis amigos y yo decidimos escapar del cuartel para fumar y beber en un cementerio cercano. La idea pareció emocionante en el momento, y sin pensarlo demasiado, acepté unirme. La huida fue mucho más fácil de lo que imaginé; trepamos un árbol y entramos al cementerio, riendo y bromeando por nuestra pequeña aventura clandestina.

La noche avanzaba mientras nos adentrábamos en el cementerio. Con linternas en mano, comenzamos a explorar aquel cementerio, el cual es el cementerio más grande y antiguo que jamás e visitado, reíamos y explorábamos tumbas antiguas y olvidadas. Llegamos a la parte más alejada del camposanto, donde las tumbas eran más antiguas y las lápidas parecían estar más cerca de la decadencia.

Una lápida en particular llamó mi atención. Está se destacaba entre las demás por su apariencia olvidada. A diferencia de las tumbas circundantes que tenían lápidas de concreto, esta estaba hecha de un material barato similar a la arcilla. En ella, el nombre de un hombre estaba grabado, no podía leer muy bien el apellido pero si pude ver qué se llamaba Michelle.

Justo debajo del nombre se encontraba un fragmento de poesía que recordé haber leído en un viejo libro el cual era lo único de tenía para leer cuando me encerraba en mi habitación, supongo que por eso me llamo tanto la atención. La inscripción estaba parcialmente borrada por el tiempo, pero lo que pude descifrar resonó en mi mente.

Mis amigos rápidamente perdieron interés y avanzaron hacia otras tumbas, pero no podía apartar la mirada de aquella lápida. Era como si la historia de aquel hombre olvidado resonara en lo más profundo de mi ser. Sentía una extraña conexión con él, como si compartiéramos una soledad que trascendía el tiempo y la muerte.

Finalmente, mis amigos decidieron que era hora de regresar. Mientras pasábamos por la lápida de nuevo, me quedé atrás por un momento. Mis pensamientos y emociones me ataban a ese lugar. Fui abordado por uno de mis amigos, el chico más molesto del grupo, quien bromeó diciendo que me había enamorado de un “novio fantasma”. Pero cuando vació su cerveza sobre la lápida en broma, mi enojo se encendió.

Empujé al chico, furioso por su falta de respeto hacia los muertos. Sin embargo, lejos de que el chico se arrepintiera de sus actos este arrojó la botella a la lápida, provocando un gran estruendo entre aquel sepulcral silencio.

La lápida de arcilla se resquebrajó por el impacto de la botella rota. Luego de un momento de silencio incómodo, todos mis amigos decidieron dejar el tema de lado y continuar su camino dejándome atrás con la lápida, aún sin saber porque sentí aquella necesidad, pedí disculpas al hombre olvidado y coloqué un par de flores arrancadas de la maleza sobre su tumba. Finalmente, me apresuré para alcanzar a mis amigos y dejar atrás aquel lugar.

Protección Del Mas Allá Historia De Terror

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Los días que siguieron pasaron sin incidentes mayores, pero todo cambió en un instante durante una patrulla rutinaria. Nos encontramos en un tiroteo en un territorio peligroso, y el miedo me paralizó. Aferrándome a mi arma, me temblaban las manos mientras sentía que mi vida estaba en juego.

En medio del caos, una voz calmada y tranquilizadora surgió en mi cabeza. Me habló directamente, asegurándome que estaría bien si seguía sus instrucciones. Siguiendo sus indicaciones precisas, me moví, disparé y me agaché de acuerdo con la voz guía en mi cabeza. La voz me mantuvo enfocado, alejando el pánico mientras actuaba con precisión milimétrica.

Pero tan repentinamente como había aparecido, la voz desapareció. De pronto todo se sumió en silencio. Me puse de pie, mirando a mi alrededor. Había sido el único en sobrevivir a aquel tiroteo. Mi mente estaba en un torbellino mientras observaba la devastación a mi alrededor, sintiendo una extraña combinación de alivio y culpa. Mis superiores me felicitaron por mi valentía y habilidades en el campo de batalla, pero yo no sentía que fuera nada de las cosas por las cuales me elogiaban. Durante las noches siguientes, la figura de la lápida de arcilla y el hombre olvidado me perseguían en mis sueños.

No puedo decir con exactitud si aquellos sueños con el hombre eran algo bueno o malo en un principio ya que para serles sincero no recuerdo mucho de ellos, es como cuando despiertas con la sensación de haber soñado algo muy importante sin embargo sin importar cuánto lo intentes simplemente no puedes recordarlo.

Debido a aquella experiencia, me dieron la oportunidad de volver a casa por un tiempo. Pero lejos de ser un alivio o un confortante regreso, lo encontré como uno de los momentos más difíciles. Después de todo había huido de aquel lugar por una buena razón. No obstante, no tenía otro lugar a donde ir o quedarme en aquellos días, así que decidí enfrentar lo que me esperaba en casa. Pronto descubrí que las cosas no habían mejorado en absoluto.

Los gritos y las peleas se desataron enseguida en el que crucé la puerta, como un torbellino que amenazaba con arrastrarme de vuelta a la caótica disfunción de mi familia. Recuerdo cómo discutí con mi padre mientras él me seguía por la casa, enfurecido. Me sentí atrapado en un ciclo interminable de conflicto, incapaz de escapar de la espiral de ira y resentimiento que dominaba mi hogar.

En un momento de la pelea, mientras mi padre avanzaba hacia mí con una furia descontrolada, algo inesperado sucedió. Justo en el momento en el que estuve dentro de mi habitación una fuerza invisible cerró la puerta de la misma, aislando el tumulto exterior. Mi padre golpeaba la puerta con enojo, gritando amenazas y advertencias de que me arrepentiría si no la abría. Pero, extrañamente, en lugar de sentir miedo, percibí una sensación de seguridad. Era como si la misma fuerza que me había guiado en el tiroteo estuviera actuando de nuevo, protegiéndome.

La puerta permaneció cerrada, desafiando los intentos de mi padre por abrirla. La sensación de seguridad creció y, por un momento, incluso llegué a sentir cierta gratitud por esa presencia misteriosa. Me di cuenta de que, de alguna manera, me estaba protegiendo no solo de los peligros físicos, sino también de las toxicidades emocionales que tanto me habían atormentado en mi hogar.

Finalmente, cuando mi padre abandonó la puerta con frustración, pude respirar con alivio. Sabía que había algo más en juego que mi supervivencia física; había algo en esa entidad invisible que actuaba en mi defensa en momentos de peligro. En los días siguientes, seguí notando la presencia protectora a mi alrededor. La figura de la lápida de arcilla y el hombre olvidado aparecían en mis sueños con más frecuencia.

Después de ese episodio, no ocurrió nada más interesante, ya que después de lo sucedido procuraba salir de casa muy temprano y regresar muy tarde para no tener que lidiar con ninguno de mis padres hasta que finalmente regresé al ejército. No podía negar la conexión entre mi experiencia en el cementerio y la protección que había sentido en mi hogar y en aquel tiroteo. Cada vez que estaba cerca de mi padre, esa sensación de estar bajo el cuidado de una fuerza superior me reconfortaba.

Los meses pasaron y, a pesar de ya no tener experiencias directas con la entidad, estaba seguro de que esta seguía a mi lado. Aunque las apariciones y susurros habían disminuido, era algo que simplemente yo podía sentir, su presencia era constante, como una sombra acechando en los rincones de su mente. A medida que el tiempo avanzaba, la línea entre lo real y lo sobrenatural se volvía cada vez más difusa.

Una noche, me encontré con mi grupo de amigos nuevamente. Habíamos escapado, como siempre, para beber en un terreno baldío alejado de la base al igual que de cualquier tipo de civilización. Los tragos pasaron de mano en mano, y aunque todos estaban un poco afectados por el alcohol, yo me encontraba en mejor estado que los demás. Estaba sentado con uno de mis amigos, quien sacó una navaja para mostrármela. La navaja era hermosa, con un brillo peligroso en su hoja afilada. Extendí mi mano para tomarla, y en ese momento, mi amigo presionó el botón que liberaba la hoja para mostrármela mejor.

La hoja salió con fuerza, cortándome la mano en un instante. El dolor fue agudo y repentino, pero sabía que no había sido intencional. Mi amigo se disculpó, preocupado por lo que había sucedido. Pero mientras sentía la sangre correr por mi mano, sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Reconocí esa sensación, la misma que había sentido en el cementerio, en la casa de mis padres y durante aquel tiroteo. La entidad estaba de vuelta.

Decidí no prestarle demasiada atención. Nadie había intentado lastimarme a propósito, por lo que supuse que la entidad entendería la diferencia. Me levanté para detener la hemorragia y cuidar mi herida. La sangre fluía más de lo que había anticipado, y me llevó más tiempo del esperado detenerla.

Mientras intentaba detener la hemorragia, me di cuenta de que la sensación de protección y la presencia de la entidad se habían intensificado. Era como si estuviera más cerca que nunca, observando cada movimiento que hacía. Aunque no podía verla, sabía que estaba allí, aguardando en las sombras y ejerciendo su influencia.

A medida que cuidaba mi mano herida, comencé a notar detalles inquietantes en mi entorno. Las sombras parecían moverse de manera inusual, y el viento soplaba con una cadencia extraña. El aire estaba cargado con una energía inquietante, como si el mundo a mi alrededor estuviera alterado de alguna manera. Miré a mis amigos, pero parecían estar distraídos en sus propios mundos, inconscientes de los cambios sutiles en el ambiente, así que decidí achacar todo a los tragos de más.

Cuando regresé al grupo, me di cuenta de que el amigo el cual me había cortado por accidente había desaparecido. Pregunté a los demás dónde estaba, pero todos negaron saberlo. Sugirieron que tal vez se había alejado para orinar. A pesar de mis inquietudes, decidí quedarme y esperar.

Pero algo en mí no se sentía tranquilo. La sensación de ser observado, de ser acompañado por una presencia invisible, se intensificaba. Finalmente, mi preocupación me empujó a buscar a mi amigo desaparecido. No pasó mucho tiempo antes de que lo encontrara. Estaba de pie junto a una barranca, de espaldas a mí, orinando en el abismo.

Estuve a punto de dar la vuelta y volver a unirme al grupo, pero algo capturó mi atención. Un hombre, como salido de la oscuridad, se materializó detrás de mi desprevenido a mi amigo. Mis ojos se abrieron con horror al ver cómo el hombre lo empujó con fuerza, lanzándolo varios metros por la barranca. Mi amigo gritó mientras caía hacia la oscuridad, sin posibilidad de sobrevivir a la caída.

Grité el nombre de mi amigo, pero el hombre se giró hacia mí, revelando una siniestra sonrisa en su rostro. La entidad que me había acompañado y protegido, que había susurrado en mi cabeza, había revelado su verdadera naturaleza. Una fría sensación de terror me envolvió mientras el hombre desaparecía en la oscuridad.

El ambiente alrededor parecía cargado de electricidad, las sombras se alargaban y movían de manera inusual, y el viento susurraba palabras ininteligibles en mis oídos. No sabía si estaba siendo testigo de una manifestación sobrenatural o simplemente estaba perdiendo la cordura. Pero la mirada en los ojos de mi amigo mientras era arrojado por la barranca seguía atormentándome.

Regresé corriendo al grupo, tratando de explicar lo que había visto, pero nadie pareció entenderlo. Mis palabras se encontraron con burlas y escepticismo. Pero yo sabía la verdad, había visto a la entidad en su forma más retorcida, como un manipulador de la muerte. Me di cuenta de que no podía escapar de ella, de que me perseguiría sin importar dónde fuera.

La entidad que una vez creí que me protegía había revelado su verdadera naturaleza oscura y perturbadora. Ahora, mi lucha no solo era contra los peligros físicos del mundo exterior, sino también contra esta entidad que parecía estar obsesionada con mi vida y mi alma. Mi historia se había transformado en un verdadero cuento de terror, una lucha entre la luz y la oscuridad, con mi propia mente como campo de batalla.

La noticia del trágico incidente se extendió rápidamente, y todos los involucrados fueron interrogados exhaustivamente. En medio de las preguntas y las investigaciones, yo sabía que no podía revelar la verdad sobre lo que había visto. Nadie me creería si les contaba sobre la entidad invisible, sobre cómo había empujado a mi amigo hacia la muerte y mucho menos el motivo por el cual todo había sucedido, finalmente, la investigación fue cerrada y clasificada como un trágico accidente. Mi secreto oscuro permaneció enterrado, junto con la verdad sobre la entidad que había estado acechando en las sombras.

Mi mente se convirtió en un campo de batalla interno mientras lidiaba con el peso de mi secreto. Me sumergí en una espiral de culpa y paranoia, incapaz de escapar del recuerdo de lo que había presenciado. Cada noche, los sueños se convirtieron en pesadillas más intensas, plagadas de imágenes de la entidad siniestra y las miradas aterradas de aquellos que habían sido arrastrados por ella.

La entidad no se contentó con simplemente atormentarme en mis sueños. Comenzó a manifestarse en mi realidad de formas cada vez más perturbadoras. Escuchaba susurros inquietantes en mi oído cuando estaba solo, y las sombras parecían retorcerse y contorsionarse en su presencia. Me sentía acosado constantemente, sin importar dónde fuera o qué hiciera.

Mi vida se convirtió en una existencia insoportable, un constante estado de miedo y paranoia. Mis relaciones comenzaron a desmoronarse mientras luchaba por mantener mi cordura. Cada vez que cerraba los ojos, temía lo que encontraría en mis sueños. La entidad había cruzado la línea entre el mundo de los sueños y la realidad, y ya no sabía dónde terminaba uno y comenzaba el otro.

Mis sueños se convirtieron en pesadillas, plagados de gritos desgarradores y visiones grotescas. Mi rendimiento en el ejército comenzó a declinar, incapaz de concentrarme y enfrentar la realidad. Lo que una vez había sido una bendición, una guía en los momentos oscuros, ahora era mi peor maldición. Cada día se volvía una lucha agotadora, un constante enfrentamiento con una fuerza que no podía comprender ni controlar.

Los días se transformaron en semanas, las semanas en meses, y los meses en años. A medida que el tiempo pasaba, me resigné a la idea de que siempre sería atormentado por esta entidad siniestra. Mi vida parecía una pesadilla interminable, una trampa de la que no podía escapar.

Las sombras se convirtieron en mi constante compañía, retorciéndose y contorsionándose a mi alrededor. La entidad no solo aparecía en mis sueños, sino que también comenzaba a manifestarse cuando estaba despierto. Sus susurros eran como un eco constante en mi mente, sus palabras ininteligibles llenaban mis pensamientos con un temor palpable.

Mi salud mental se deterioraba a un ritmo alarmante, y las líneas entre la realidad y la pesadilla se desdibujaban más con cada día que pasaba. El ejército, una vez mi refugio, se convirtió en un lugar de tormento constante. Mis superiores notaron mi declive y me sometieron a evaluaciones psicológicas, pero no podía contarles la verdadera razón detrás de mi deterioro.

Sin embargo, un día mientras estaba en servicio, la tragedia volvió a mi vida. Me encontré en medio de otro tiroteo, la realidad distorsionándose a mi alrededor mientras las balas zumbaban y las explosiones resonaban en el aire. Y entonces, en medio de la caótica confusión, volví a escuchar esa voz. La misma voz que me había guiado en aquel tiroteo en el pasado, cuando sentía que estaba al borde de la muerte.

Harto de la situación, decidí enfrentar aquello de una vez por todas. Cuando escuché la indicación de agacharme, en lugar de seguir el consejo, me puse de pie en medio del campo de batalla, expuesto y vulnerable. Sabía que estaba desafiando mi destino, arriesgando mi vida en un acto de desesperación. Dos balas me alcanzaron, y sentí un intenso dolor antes de que todo se volviera oscuro.

No tengo recuerdos de lo que sucedió después de eso. Solo oscuridad, como un sueño profundo y sin sueños. Desperté en el hospital, días después, rodeado por el olor a desinfectante y el suave pitido de las máquinas. Había sobrevivido, de alguna manera, un milagro en medio de la tragedia. Maldecí mi suerte, sabiendo que las represalias por mi insensata acción serían graves.

Sin embargo, a medida que los días pasaban, algo extraño ocurrió. La entidad que me había atormentado, que había sido mi maldición durante tanto tiempo, desapareció. Nunca supe por qué ni cómo, pero dejé de sentir su presencia. Aunque todavía me inquietaba la posibilidad de que reapareciera en cualquier momento, me sentí aliviado de estar finalmente libre de su obsesiva vigilancia.

Nunca entendí el motivo de su desaparición, y a lo largo de los años, nunca volví a tener contacto con esa entidad. Agradecí por el silencio, por la tranquilidad que había regresado a mi vida. A pesar de las cicatrices físicas y emocionales que llevaba conmigo, finalmente encontré un atisbo de paz en medio del caos que había sido mi vida. Y aunque a veces las sombras parecían susurrar y moverse en la periferia de mi visión, aprendí a vivir con la incertidumbre, agradecido por cada día en el que la entidad permaneció en el pasado.

Autor: Aurora Escalante

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