Premoniciones Historia De Terror 2023

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Premoniciones Historia De Terror 2023

Premoniciones Historia De Terror… Soy gerente de una financiera, si alguien me hubiera dicho que terminaría trabajando de algo así la verdad es que le habría creído y habría depositado toda mi confianza en esas palabras.

No soy alguien increíblemente crédula de los mitos e historias populares, algunas son demasiado fantasiosas incluso para mí que he experimentado algunos sucesos paranormales a lo largo de mi vida, pero, a pesar de haberle dado tantas vueltas no he podido llegar a una respuesta concluyente y satisfactoria.

Mi madre dice que desde el embarazo ocurrieron sucesos inexplicables y para ponerlos un poco en contexto somos originarias de una zona montañosa, mi madre había nacido y crecido en ese lugar.

Ella fue criada por sus abuelos a la antigua, ya saben con mano dura y sin lugar para equivocarse o incluso responder a sus abuelos sin que recibiera unas cachetadas y golpes con el bastón de la abuela; eso en el mejor de los casos.

Su crianza fue muy estricta y su infancia llena de carencias, un dulce, un juguete o ropa eran cosas que ella no podía tener porque no eran prioritarias como si lo era un plato de frijoles o quelites en la mesa para que se alimentará.

Estudió lo suficiente para aprender a leer, escribir y hacer operaciones matemáticas básicas, pero, no le permitieron ir más allá ya que sus abuelos argumentaban que la escuela no servía para nada y que había cosas más importantes que hacer como limpiar la casa, lavar la ropa del abuelo, ordeñar a las vacas, alimentar al ganado, cuidar al rebaño y en general trabajar en la granja de la que eran dueños sus abuelos.

No tenía tiempo para jugar o para descansar ya que bajo la óptica de sus cuidadores para poder comer primero tenía que ganárselo.

En ese contexto creció mi madre, sus primos y demás familia le tenían cierto desprecio al vivir bajo la tutela de sus abuelos, quienes eran los dueños de las propiedades y ganado que pensaban pasaría a manos de mi madre; de modo que hicieron todo lo posible para hacer de su vida un infierno, la golpeaban, maltrataban e insultaban cuando nadie estaba cerca.

Su vida debió de ser muy dura ya que no solo debía llenar los estándares de sus abuelos, sino también soportar a sus parientes avariciosos que no movían ni un dedo por los dos ancianos que a sus más de 70 años aún tenían la fortaleza para trabajar.

En un contexto familiar tan agresivo y demandante las opciones que tenían las mujeres como mi madre eran muy pocas, solo podían irse a vivir a la ciudad más cercana con algún pariente o por su cuenta.

Aunque esto último realmente casi nadie se arriesgaba y emplearse en las labores domésticas de la casa de alguna familia ricachona que les brindara un lugar para dormir y les pagara lo suficiente para no considerarlo esclavitud moderna.

La otra salida era la más tradicional y la que sigue estando vigente en muchos hogares incluso hoy en día y esa era: el matrimonio.

Si bien casarse con algún hombre para algunas mujeres resultaba algo benéfico, esto solo sucedía si tenían la suerte de encontrar a una pareja que se preocupara por ellas y les tratase bien, pero, la norma era que los matrimonios se arreglaran sin que se consultara la voluntad o deseos de la mujer.

Generalmente se ofrecía algo a cambio de la mano de la muchacha y poco les importaba a sus padres o abuelos que el hombre fuera muy mayor o que tuviera otras características como tendencia a la violencia o los excesos. Mi madre tuvo la fortuna de que sus abuelos nunca cedieron a prometerla a cambio de nada.

En ese sentido fueron algo responsables y cautelosos ya que en alguna ocasión un tío de ella la había cambiado con un hombre que le triplicaba la edad cuando ella acababa de cumplir 15 años a cambio de una burra. Situación que llevó a que el abuelo entrara en cólera y deshiciera ese arreglo tan atroz.

Pero, al final de cuentas el contexto de hostilidad y vulneración la llevó a que decidiera escaparse con el primer incauto que se encontró, no tuvo la posibilidad de elegir a su pareja o al menos no en los términos que ahora manejamos.

Tuvo dos hijos, mis dos hermanos mayores con una diferencia de apenas un año y cuando se embarazó de mi se separó de mi padre por diversos problemas que tenían y no habían podido resolver.

Ahí fue cuando las cosas empezaron a ponerse un poco turbias. En primer lugar, me contaba mi madre que durante el embarazo no tuvo ningún síntoma como si los tubo de mis dos hermanos, solo se le retiró el periodo y fue así como se dio cuenta, sin embargo, su vientre no creció hasta el 7 mes que fue cuando yo nací, no pudo completar el periodo de 9 meses que se necesita para la gestación de un bebé.

Al final de cuentas, ella dio a luz en su casa como pudo con ayuda de una señora mayor que asistió el último tramo del parto.

Tengo entendido que todo el proceso duró alrededor de 12 horas, ya que por distintas circunstancias yo me negaba a nacer y cuando por fin lo hice, llegué a este mundo con todo y placenta al borde de la muerte ya que me estaba ahogando con el líquido amniótico.

En realidad, pensaban que había nacido muerta ya que no me movía mientras estaba dentro de la placenta. La partera tomó unas viejas tijeras de acero inoxidable que mi madre utilizaba para hacer y reparar la ropa de sus abuelos y mis hermanos que tenía sobre la mesa de una vieja máquina de coser de pedal, las sujetó con decisión y pinchó la bolsa.

Todo el líquido se derramó por todo el piso y de inmediato comencé a llorar, fue ahí cuando notaron que efectivamente estaba viva.

Todo mi periodo de lactancia fui un grano en el culo para mi familia.

Durante el día me la pasaba durmiendo plácidamente, no emitía ningún sonido por lo que mi madre siempre estaba al pendiente de que siguiera viva ya que había nacido prematura; a la hora de comer mi madre tenía que meterme la teta en la boca a la fuerza ya que ni para una actividad tan instintiva yo ponía de mi parte.

Fuera de eso le permitía encargarse de todas las actividades que realizaba para mis abuelos con quienes regresó a vivir después de su fallido matrimonio, quienes le reprochaban constantemente “haberse llenado de hijos” ya que regresó con tres niños.

La cosa se complicaba cuando caída la noche, la cálida luz del día se retiraba y la penumbra cubría hasta el último rincón.

En casa de mis bisabuelos no teníamos luz eléctrica, solo el viejo fogón de la cocina construido con rocas por mi bisabuelo iluminaba la habitación, la recamara donde dormía mi madre con mis hermanos solo obtenía luz por una pequeña ventana por donde a veces si las nubes o el clima le permitía entraba un atisbo de luz lunar.

También había una vieja lámpara que funcionaba con petróleo, pero mi madre no era muy entusiasta de esta ya que en alguna ocasión había incendiado la casa cuando olvidaron apagarla y esta derramó el viscoso liquido negro que hacía que funcionara. Era una madre responsable a pesar de todo.

En aquellas oscuras noches mi yo de escasos meses de años solía llorar y gritar como si alguien estuviese atacándome o intentando hacerme daño.

Mi llanto llegaba unos cuantos metros a la redonda y les dificultaba conciliar el sueño a todos los que vivíamos bajo el mismo techo.

No importaba que truco usara mi madre todas las noches le resultaba imposible apaciguar mi llanto, no era hasta que en la madrugada el sol comenzaba a elevarse sobre las montañas que yo me quedaba dormida.

Esa situación duró bastante tiempo no tengo idea como hizo mi madre para aguantar todo ese periodo, me cuenta que en su desesperación acudió a la iglesia del pueblo para buscar alguna solución con el padre que impartía las misas.

Este le escuchó y le recomendó bendecir cada rincón de la casa ya que supuestamente en aquellas tierras se había derramado demasiada sangre de inocentes.

Mi madre le hizo caso, en la tarde regresó a la iglesia con un recipiente para llevarse el agua bendecida. Le comentó la recomendación a su abuela y juntas realizaron los rezos que le habían indicado; al parecer hicieron una especie de ritual de exorcismo ya que también colocaron veladoras por toda la casa.

Al parecer ese ritual logró apaciguar mis llantos nocturnos, esa noche dormí con bastante tranquilidad y solo despertaba cuando me enfermaba y me sentía mal.

Pero, la cosa es que mi bisabuelo enfermó al poco tiempo; no supimos exactamente de que él siempre fue un hombre muy fuerte todas las mañanas se levantaba a trabajar en el campo en el monte y sacaba a pastorear a su ganado.

Un día para otro sin ningún síntoma previo su boca comenzó a irse de lado, con el paso de los días comenzó a perder movilidad de sus piernas y con el paso de los meses de prácticamente todo su cuerpo.

Ya se veía imposibilitado para hacerse cargo de lo más básico como comer o hacer sus necesidades sin que la abuela y mi madre le asistieran, le tenían que mover la mandíbula para que pudiese masticar sus alimentos.

Mi bisabuelo duró enfermo un par de años, los suficientes para que me viera crecer a pesar de sus limitaciones. Él era quien cuidaba de mí y mis hermanos cuando mi madre y abuela salían a realizar las labores que él antes hacía.

Nos observaba desde la puerta de la casa sentado en una silla cubierto con un viejo cotón que siempre solía usar. Ahí estaba todo el tiempo siguiéndonos con su mirada a todos lados donde íbamos. Se volvió una gran compañía, hasta que una noche falleció mientras dormía.

Se dieron cuenta en la mañana cuando mi madre se acercó a su recamara para darle el desayuno y ayudarle a sentarse, pero, este ya no tenía signos vitales. Parece que tuvo una muerte tranquila, no emitió ningún sonido ni hizo ningún movimiento. Simplemente murió en aquella cama.

A raíz de su muerte yo comencé a ver y escuchar cosas raras. Para empezar, cuando realizaron toda la ceremonia y protocolos fúnebres a mí me mandaron a la cocina a buscar una caja de galletas para darle a las personas que habían acudido esa noche.

Yo vestía un abrigo rojo, crucé la puerta de la cocina y justamente cuando atravesé aquella entrada noté la presencia de alguien más.

Sentí su mirada y de inmediato giré la cabeza en aquella dirección, por la escasa luz apenas si lograba distinguir aquella silueta; era la de mi abuelo, recargado de la pared junto a la puerta vistiendo su cotón tan característico sin pensarlo dos veces empecé a hablar con él, no recuerdo ni que dije, pero, de algo estoy segura él no respondió ni emitió ningún sonido simplemente estaba ahí.

Premoniciones Historia De Terror

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Mi madre irrumpió en la cocina ya que me había demorado algo de tiempo para ir solo por una caja de galletas, le dije que ahí estaba mi abuelo y señale el lugar donde lo había visto pero, mi madre con una expresión de terror volteó adonde yo apuntaba con mi dedo índice de mi mano derecha y me dijo que no había nada ahí.

Después de eso un par de lágrimas inundaron sus ojos y escurrieron por sus mejillas, me abrazó fuertemente contra su pecho y me dijo que eso era imposible que mi abuelo ya no estaba con nosotros, yo me aparte e insistí en que ahí había estado que lo había visto y que ella mentía.

Conforme fui creciendo olvidé aquella aparición de mi abuelo, mi madre no volvió a tocar el tema. Pero, cuando entré a la secundaria las cosas nuevamente volvieron a ponerse curiosas…

En una clase de biología que la impartía un maestro como de 60 y tantos años con una voz muy suave y tenue recuerdo que mi mente comenzó a vagar, dejé de prestarle atención y mi mirada se posó sobre la ventana que daba al patio de la escuela.

De alguna forma me quedé dormida por unos segundos y cuando abrí los ojos un niño cubierto barro se asomaba sobre mi pupitre apenas si sus ojos alcanzaban al mueble y me veía fijamente así que pegué un fuerte grito que conmocionó a toda la clase la cual transcurría de lo más normal; me levanté rápidamente de la silla y me eche para atrás mientras mis ojos un poco desorbitados pero bien abiertos buscaban al niño que había visto.

El maestro y compañeros me preguntaron si todo estaba bien, les dije que si acaso no habían visto a un niño cubierto de lodo que había entrado al salón me molesté y les dije que dejarán de bromear mientras me quebraba y lloraba por el miedo y el nerviosismo.

El maestro me dijo que hablaría con mi madre por lo ocurrido yo insistí en que no le molestara ya que en esos momentos se encontraba trabajando para poder mantenerme a mí y mis otros hermanos.

Él insistió y yo le supliqué que no lo hiciera y ofrecí realizar una tarea o proyecto extra a cambio, me dijo que no se trataba de calificación, pero, que si era tan importante lo dejaría pasar por esta vez.

Volví a casa bastante desconcertada por lo que había ocurrido aquel día, miraba con atención en los salones y matorrales ya que seguía pensando que habían maquinado una broma, pero, no logré encontrar nada extraño o fuera de lo normal.

No le conté nada a mi madre ni a mis hermanos, no quería molestarlos con tonterías, mi madre no tenía cabeza para preocuparse por algo así y mis hermanos mayores probablemente se lo habrían tomado a broma y lo hubiesen aprovechado para gastarme bromas y chistes durante un largo periodo, así que opté por no decir ni una palabra; traté de justificar aquel suceso como un sueño o algo parecido.

Pero, unos días después de aquel suceso en la secundaria, los avistamientos de ese mismo niño comenzaron a volverse más recurrentes.

En mi casa, recuerdo que una tarde me encontraba haciendo la limpieza mientras mi madre estaba en su trabajo; había terminado de asear la cocina y salí a buscar la escoba, el recogedor y la cubeta para pasarme a la sala; habitación que se encontraba al otro extremo del pasillo, cuando tome los utensilios abrí la puerta de la sala, entré y comencé a limpiar hasta que la sensación de una presencia me comenzó a generar cierta incertidumbre sentía que algo o alguien estaba mirándome por detrás, dudé en voltear, aprete los parpados y comencé a rezar en voz alta hasta que conseguí el coraje suficiente para ver si efectivamente había algo asechándome.

De nada sirvieron mis plegarias el niño estaba parado al lado del sillón, no tenía ropa ni zapados y seguía cubierto de lodo como si lo hubiesen enterrado y sacado me veía sin parpadear así que salí corriendo de la habitación, cerré la puerta y me cubrí la boca con una mano mientras que con la otra hacia fuerza para evitar que abriera.

La impotencia volvió a apoderarse de mí y también la desesperación, me senté y metí la cabeza entre mis rodillas mientras comencé a llorar en silencio.

Me quedé un rato así hasta que uno de mis hermanos volvió de la escuela a casa y me preguntó que qué me pasaba, yo simplemente lo abracé y le dije que me dolía el vientre, obviamente le mentí y es que no quería sugestionarlo ni mucho menos.

Después de ese avistamiento se volvieron más constantes, sucedía en la escuela en mi casa e incluso mientras estaba con otras personas, comencé a pensar que estaba volviéndome loca.

Aunque cada vez aquel niño se acercaba más, parecía que quería tocarme o hacerme algo, no tengo idea, pero el miedo y el cansancio emocional iban en aumento, me sentía atormentada, acosada y no quería salir de mi cama, me daba miedo ir al baño, ir a la cocina o a cualquier habitación sola.

Decidí contarle a mi madre, al principio pensó que la estaba vacilando, pero, conforme continúe contándole acerca de los avistamientos me tomó más en serio, me dijo que iríamos a misa y le preguntáramos al padre si se trataba de algún espíritu maligno.

El domingo de esa semana acudimos, estuvimos toda la ceremonia y cuando terminó mi madre me tomó de la mano y nos acercamos con el cura.

Le contó lo ocurrido y dijo que, si se tratará de algún demonio, habría que bendecir la casa; y es que resulta que la casa donde vivíamos les pertenecía a unos familiares de mi madre quienes se la prestaron y nunca se había hecho ninguna ceremonia.

Mi madre accedió, compró todo lo necesario y realizó el ritual como le habían indicado.

Eso me generó cierta paz, a decir verdad, confiaba en que funcionaría y no volvería a ver a ese niño. Pero, la tranquilidad no duró mucho, unos días después los avistamientos regresaron.

Le comenté a mi madre y esta en su desesperación consultó a las curanderas de los pueblos aleñados adonde vivíamos, me llevó a varias consultas y me realizaron algunos exorcismos, cada uno más extraño que el anterior.

Me hicieron de todo, desde la clásica limpia con huevo, hasta algunos bailes con tambores, fuego y rituales de exorcismo, pero, las visiones siempre volvían después de un tiempo.

Cuando entré a la preparatoria mi familia decidió mudarse a la ciudad para que así tuviéramos mejores oportunidades educativas y con suerte lo que me sucedía se solucionará.

Antes de cambiarnos de casa me movían constantemente de recamara. Para ese entonces las visiones se habían reducido, llegaba a ver a aquel infante esporádicamente y me seguía generando bastante terror así que también pensé que la mudanza sería algo bueno, con suerte se quedaría en aquel pueblo cuyo suelo se había nutrido de incontables vidas humanas a lo largo de la historia.

El cambio se hizo en diciembre, de modo que celebramos año nuevo en un nuevo hogar, aun no terminamos de adaptarnos, pero, durante un par de años los avistamientos del niño no regresaron.

Mi vida transcurrió con cierta normalidad, hice nuevos amigos, conocí nuevos lugares y empecé a salir con un chico de la preparatoria. Todo estaba marchando bastante bien, incluso llegue a pensar que todo aquello nunca había ocurrido, parecía tan lejano, aunque en realidad solo habían transcurrido un par de años.

Pero, nuevamente mientras me encontraba en clases y el sueño comenzaba a vencerme por el cansancio y los desvelos constantes el niño volvió a grabarse en mi retina, esta vez no estaba cubierto de lodo, sino de ceniza la cual estaba craquelada sobre su piel y en esas aberturas se lograba apreciar una piel quemada; de inmediato todo lo que había vivido lo recordé en un instante, fue como el flash de las fotografías y solo pude gritar que me dejara en paz y que se fuera.

En esta ocasión me enviaron con la trabajadora social, le conté todo lo ocurrido y me encontraba bastante nerviosa y ansiosa. Parecía que nunca me dejaría en paz.

La consejera no pudo ayudar mucho, me dijo que quizá había sido el estrés y me recomendó ir a casa.

Después de ese avistamiento lo volví a ver un par de veces en mi nueva casa y desapareció durante el periodo de embarazo de mi cuñada y todo el tiempo que mi sobrina vivió con nosotros.

Cuando mi hermano y mi cuñada se mudaron a otra casa, los avistamientos de aquel niño regresaron progresivamente…trate de establecer contacto con él, pero, nunca hizo nada más que observarme inerte de pie.

Tiempo después me casé, me embaracé y tuve un hijo. Desde ese entonces no he vuelto a ver a aquel niño que me persiguió durante la mayor parte de mi vida.

No estoy segura de que es o que era, tampoco si era la misma cosa con apariencia de mi bisabuelo que vi cuando niña o porqué solo a mí se me aparecía; o al menos eso pensaba, pero, últimamente he escuchado que mi hijo juega y plática con alguien; le he preguntado que con quién esta y me dice que con su amigo el cual lo visita y siempre está cerca…espero que sea solo su amigo imaginario.

Autor: Andrea Lezama

Derechos Reservados

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