Los Muertos De Las Brujas Historia de Terror

Los Muertos De Las Brujas Historia de Terror

Velas azules, amarillas, y rojas. Música de tambores y flautas. Un gigantesco pentagrama cenizo en el suelo. Son los preparativos para que las brujas, al servicio del Brujo Mayor, celebren el Día de Muertos.
Existe un lugar en Catemaco donde cada año se realizan rituales oscuros, rituales mediante los cuales se busca aplacar la sed de venganza de todos aquellos que han muerto debido a las energías oscuras Los Muertos De Las Brujas Historia de Terror.
Sabido es por todos que las brujas pueden llegar a matar, ya sea por encargo de alguien más, por satisfacción propia, o, para ofrecer sangre a los oscuros seres que les dotan de sus tenebrosas habilidades.
Las almas de todas esas personas también comienzan su viaje el 27 de octubre para poder llegar a nuestro mundo el 2 de noviembre.
La cuestión es que las brujas que terminaron con sus vidas los siguen atormentando, aunque ya estén muertos, no les permiten visitar a sus familias. Las brujas celebran el día de muertos invocando a todos aquellos que han matado, y utilizan su sufrimiento para obtener más poder.
Yo vivo cerca de la cueva conocida como La Boca del Diablo. Aquí vivió mi abuelo, y el abuelo de mi abuelo. Nosotros criamos cabras blancas, las alimentamos, les damos cuidados, nos aseguramos que crezcan sanas y con pelaje brillante. Nuestras cabras dan la mejor leche que existe. Por eso las brujas vienen por una o dos de vez en cuando. Se las llevan para sacrificarlas.
Mucho se especula sobre el porqué se usa a la cabra en rituales de naturaleza oscura. La respuesta es sencilla. La leche de cabra protege de las malas vibras, atrae a los buenos espíritus, pero también hace enojar a las criaturas de la noche.
Aquí donde vivo, y en los alrededores, lo primero que se le da a los recién nacidos es un vaso de leche de cabra. Ya que las brujas siempre están al acecho de carne fresca, y si el bebé no es protegido por la leche de cabra, las brujas se lo van a llevar.
Si alguien ha ido con una bruja a solicitarle protección, o buena fortuna, sabrá que lo primero que hace es darte a beber un vaso de leche de cabra.
Es por todo eso que las brujas deben sacrificar cabras en rituales que requieren mucho poder. Por eso ofrecen cabras durante el día de muertos, para poder invocar las ánimas de quienes estando en vida fueron sus víctimas.
En una ocasión, mientras caminaba por ahí de noche, me encontré a una bruja haciendo un ritual, por suerte la vegetación aquí es bastante densa y es fácil esconderse.
Ella tenía a unas de mis cabras amarrada a una estaca de madera negra, la bruja sostenía una bandeja de barro con una mano y una daga con la otra. Le cortó el cuello a la cabra para poder llenar su bandeja de sangre.
No existe un sonido más escalofriante que el que hace una cabra cuando le cortas el cuello. Grita, se resiste, inclusive por un instante parece que suplica vivir, llora, y luego muere, solo queda el sonido de la sangre cayendo en la bandeja, es horroroso.
En fin. Nosotros debemos prepararnos cada año para las fiestas del Día de Muertos. Ya que es cuando perdemos más cabras. El aumento de rituales es asombroso, nosotros nos damos cuenta precisamente por las cabras que se llevan.
En el año existen dos picos en los rituales, uno ocurre en la primera semana de marzo, llegando a su punto más alto el primer viernes. Y el otro ocurre durante la semana previa el día de muertos, llegando a su punto más alto el día 2 de noviembre.
Nosotros perdemos más o menos 13 cabras en las fechas normales. Perdemos otras 15 nada más en marzo. Y otras 18 llegando el Día de Muertos. A veces incluso más.
Nuestra capacidad es de 40 cabras así a veces tenemos temporadas difíciles debido a los rituales que practican esas brujas.
Un detalle importante es que el Brujo Mayor a veces envía a algunas de sus brujas más jóvenes, lo hace sobre todo cuando toman demasiadas cabras, claro está que no las rechazamos.
Las brujas, cuando se inician en las antiguas y oscuras prácticas obtienen una belleza incomparable, así es como las convencen de convertirse en brujas, pero, con el paso del tiempo, conforme van haciendo cosas cada vez más macabras, se van transformando hasta perder por completo todo rastro de humanidad.
A las brujas jóvenes les gusta hablar. Siempre que nos visitan aprovecho para hacerles algunas preguntas, dicen cosas fascinantes, pero cuando pregunto sobre los rituales lo que dicen es bastante extraño, incómodo.
En una ocasión una de las brujas mencionó algo sobre que a veces tenían invitados, gente que no participaba durante el ritual, solo observaban, simples espectadores. Eso me llamó mucho la atención, demasiado, así que le pedí a la bruja que le dijera al Brujo Mayor que estaba interesado en ver qué es lo que hacían durante el Día de Muertos. Ella solo se rió.
Así quedó, claramente no le mencioné nada a mi padre, me hubiera molido a golpes, yo sabía que era una pésima idea, pero en aquel entonces yo solo era un tonto adolescente.
Pasaron días, semanas, meses, y finalmente llegó el Día de Muertos. Jamás recibí respuesta alguna a mi petición así que me quedé blanco cuando al caer la noche llegó aquella joven bruja para decirme que debíamos irnos ya para llegar a tiempo a la fiesta. Yo sentí un terrible escalofrío recorrer mi cuerpo, pero no podía decir que no.
Mis recuerdos sobre aquella noche son algo confusos y desconozco por completo en qué orden sucedieron las cosas, lo que pasa es que estando ahí me dieron peyote.
Les voy a relatar lo que tengo en la memoria, pero insisto, mis recuerdos no están en orden.
Había algunas cabras, lo cual era de esperarse, también había un camino de extrañas luces que salían del suelo. El lugar debe estar cerca de una cueva o un cerro o algo así porque recuerdo muchas rocas, paredes de piedra.
También había una cosa negra, era terrorífico, no tenía cuerpo, era más bien como la sombra de algo, pero no tengo idea de qué, lo que me daba más miedo de esa cosa era su tamaño. Era algo gigantesco, medía mucho más que cuatro metros, era algo enorme.
Recuerdo que las brujas danzaban desnudas alrededor de un hombre vestido con una túnica, también llevaba un extraño bastón, yo supongo que era el Brujo Mayor.
En mi mente hay imágenes de muchos símbolos extraños, no los podría describir, no eran pentagramas ni nada que se le parezca, eran como runas o algo muy raro.
También había fuego, mucho fuego por todas partes, hacía demasiado calor, o al menos eso creo, pues yo estaba sudando. Quizá era por el peyote, no lo sé.
Había un insoportable olor a flores, copal y azufre. Recuerdo que vomité por el olor tan fuerte.
El altar que tenían era bastante impresionante, era grande y ostentoso, todo hecho de madera, revestido con tela morada.
En algún momento sacrificaron a las cabras, no lo vi, pero escuché sus quejidos y sus gritos.
También podía escuchar que alguien lloraba, creo que eran bebés, pero todo es muy confuso, la verdad.
Hay un detalle que sí tengo bastante claro, un momento hubo silencio absoluto y todo mundo se quedó quieto. Lo recuerdo bastante bien porque desde que llegué había música. Así que cuando todo el ambiente fue envuelto en silencio me puse alerta.
Pasaron unos momentos en completa calma, de pronto un poderoso viento helado me golpeó muy fuerte y caí al suelo. No podía ponerme en pie, estaba a punto de desmayarme cuando comencé a ver como comenzaron a aparecer personas transparentes, como si fueran fantasmas o espíritus.
Al día siguiente desperté en mi casa, no tengo idea de cómo regresé, pero lo hice.
Sentía que la cabeza me iba a explotar y tenía los ojos hinchados, y me dolía hasta el hueso más pequeño del pie.
Fui a la cocina, por alguna razón necesitaba tomar leche de cabra, agarré una jarra y bebí todo lo que pude.
Me sentí un poco mejor así que fui a darme una ducha, ahí descubrí que tenía rasguños y moretones por todo el cuerpo. No entendía nada.
Después de bañarme salí a revisar cuantas cabras nos quedaban, ahí me encontré a mi padre, él ya las había contado. Teníamos 25 cabras, no nos había ido tan mal, en cierta manera eran buenas noticias.
Llegó la tarde y mi padre preparó unos tacos, quise comer, pero no pude. En la cena tampoco pude ingerir alimentos. Solo podía beber leche de cabra, durante tres días eso era lo único que mi cuerpo toleraba, ni siquiera podía tomar agua, nada, solo leche de cabra.
Pasó un año. Volvieron las festividades de día de muertos. Toda esa semana fingí estar enfermo para no salir de casa, por alguna razón sentía mucho miedo de estar afuera y encontrarme a una bruja, me daba terror que me invitara a seguirla y no poder negarme. Yo estaba asustado solo de pensar en la posibilidad de estar presente una vez más en aquel lugar donde las brujas celebran el Día de Muertos.
 
Autor: Ramiro Contreras
Derechos Reservados

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