Los Invisibles Historia De Terror 2023

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Los Invisibles Historia De Terror 2023

Los Invisibles, Historia De Terror… Quiero dejar esta nota por si algo llegara a ocurrirme en el futuro, no sé qué va a ser de mi o qué decisión voy a tomar en un futuro cercano, por eso mismo quiere hacer constar que, si hice algo malo, no fue mi intención, y soy solamente una víctima más de los extraños acontecimientos que han estado sucediendo en esta ciudad.

Comenzaré dando una descripción de lo que ha sucedido hace tiempo ya en este lugar.

Las desapariciones en la costa de Sayulita han pasado de ser incidentales, a frecuentes durante los últimos meses, la policía local, la guardia nacional e incluso el ejército fue enviado en escuadrones pequeños para mantener al pueblo bajo custodia, de día y de noche, pues esto se ha convertido en un problema que tiene al gobierno del estado bajo alerta, incluso, noticieros de todas partes del país empiezan a hablar sobre estos casos, estas desapariciones que se conciben sin dejar el más mínimo, pequeño e insignificante rastro de qué o quién puede llegar a ser el responsable de lo acontecido, has muchas más preguntas que respuestas, y es eso mismo lo que ha incitado a algunas personas a crear teorías de todo tipo sobre la razón de las desapariciones.

Para que entiendas mejor lo que está pasando en esta pequeña ciudad costera, sitio que recibe a miles de turistas cada año, tengo que retroceder un poco en el tiempo, y explicarte el aparente inicio de los crímenes que aquí se han estado efectuando.

1 de octubre del año 2007, el niño Juan Alfredo Flores López desaparece por la tarde, era alrededor de las 6:00 después meridiano, cuando, jugando con sus amigos, estos de pronto ya no lo encuentran, desaparece, se esfuma, ellos creían que se estaba escondiendo, y que lo estaba haciendo demasiado bien, pero minutos de búsqueda les hizo saber que aquello no era un juego de parte del pequeño de 10 años de edad.

Se alertó a la policía local, y la madrugada del 2 de octubre se dedicó a poner en movilizar al cuerpo policial y de búsqueda, hasta día de hoy no hay más que preguntas sin respuesta, y una aparente ambigüedad de parte de las autoridades, quienes han llegado al punto de no saber qué hacer.

El 18 de octubre del mismo año ocurrió lo mismo con Sofía del Rosario Cázares Ruiz, desapareció por la tarde sin dejar huella, sin que se hubiera visto a alguien acechando, siguiéndola a ella y a su madre, nada, la niña caminaba por la costa, mientras su madre hablaba por teléfono, bastaron escasos segundos para que la mujer se diera la vuelta y encontrara la playa vacía, en el lugar donde tenía que estar viendo a su hija, no había nada ni nadie alrededor, no pudo haberse ido corriendo tan de prisa, y lo peor de todo, sus huellas no estaban en la arena, no habían huellas de una hipotética tercera persona que pudiera haberla raptado, nada, nadie, una desaparición absolutamente absurda.

27 de octubre, Julián Domínguez Jiménez desapareció presuntamente en la madrugada, lo extraño es que él no se encontraba en la calle, el niño estaba en su habitación listo para dormir, si no es que estaba dormido ya, cuando su padre entró al cuarto del pequeño, la mañana siguiente, lo encontró vacío, por la ventana se veía la playa, pero esta estaba cerrada y con seguro, no estaba forzada ni rota, era imposible que alguien hubiera entrado por ahí, o tan siquiera que Julián hubiera saltado desde ella.

Tres desapariciones en el mes de octubre, noviembre continuó con 5 más, en diciembre se ausentaron 7 niños sin dejar rastro, en enero y febrero 14 se fueron, marzo 16 y abril 11 niños se perdieron.

No era ni medio normal, tal número de desapariciones en un periodo tan corto de tiempo, no había tampoco un sospechoso claro, ni un indicio del paradero de 56 menores de edad que parecieron haberse esfumado en el transcurrir de un segundo a otro., lo que si existía en común era un único factor, todos esos infantes habían sido vistos por última vez en la playa, en un lugar cercano a la orilla del mar, donde llegan las olas y arrastran la arena que logran alcanzar.

Era absurdo pensar que el mar se los había llevado, aunque algunos se perdieron mientras estaban en el agua (y de ellos si se podría esperar que una corriente marina los hubiera arrastrado), había otros que ni de lejos pudieron haber sido desplazados por la fuerza de la naturaleza marina, como Julián, por ejemplo, o Sofía.

La mamá de esta última, de hecho, enfureció cuando las autoridades le plantearon dicha posibilidad, pues ella afirma que la pequeña se encontraba mínimo a 10 metros de donde llegan los últimos centímetros de espuma salada que viene del inconmensurable mar, no era posible, no había ni siquiera una remota razón para pensar que la niña de repente, sin dejar rastro de ello y en cuestión de segundos, halla corrido por más de diez metros y lanzarse de manera kamikaze hacia mar abierto, no, la madre se negó a pensarlo, pues era absurdo y no tenía lógica.

Las autoridades interrogaron de manera exhaustiva a pescadores, vendedores ambulantes, dueños de negocios aledaños a las playas, entre otras personas que suelen circular por la costa a altas horas de la noche, algunos de ellos aseguraban ver a una única figura extraña, algo parecido a un hombre alto y robusto, que entraba a las aguas y se perdía entre las olas, siempre avistado desde lejos, parecía tener deformaciones en su anatomía, tal vez una joroba prominente que lo hacía caminar lento y con pesadez.

Las autoridades no sabían de qué manera interpretar la información, pues una persona con dichas características físicas no da ninguna pista, ni es un engranaje importante para dar con un presunto responsable, sin embargo, se estableció un toque de queda para los habitantes de las playas de Sayulita, después de las 8 de la noche, estaba prohibido visitar las playas del lugar, cosa que mermó de gran manera las visitas turísticas del lugar, el gobernador más temprano que tarde, mandó a quitar la orden, pues alegaba que el turismo no podía verse detenido por las desapariciones, sus declaraciones, frías y tajantes, ofendieron en sobremanera a la población en general, pero en especial y con más razón, a los padres de los niños desaparecidos, quienes no tardaron en manifestar su inconformidad ante la ineptitud del gobernante.

Principalmente por presión social, más que por algún otro factor, el toque de queda en las playas continuó, e incluso se hizo más amplio, pues este comenzaba desde las 7:00 después meridiano, y terminaba a las 7:00 antes meridiano del día siguiente, sin embargo, la estrategia funcionó, pues desde entonces las desapariciones se detuvieron, lo cual revelaba un factor de suma importancia para la investigación, todo lo relacionado a las desapariciones de los últimos meses, iba ligado al mar.

Barcos pesqueros, botes y navíos de todos los tamaños que llegaban a la costa eran revisados en su totalidad, no se descubrió gran cosa, o algo que pudiera relacionarse con los ausentes.

Al caso le empezaron a llamar “El caso de los ausentes”, pues no se sabía si eran niños robados, secuestrados, perdidos o desorientados, solamente se tenía la certeza de que estaban ausentes y nada más. La posibilidad de secuestro era remota, pues nunca se extorsionó a ningún padre o madre de niños perdidos, por lo que las teorías ocultas empezaban a ser algo frecuente entre los locales.

Algunos decían que el hombre que había sido avistado por las playas, y desaparece al meterse al agua, es un monstruo, y es el responsable de llevarse a los infantes a quién sabe dónde, afirman también que esa criatura de remota forma humana, utiliza a los niños como alimento, pues la carne y los huesos de estos son más blandos que los de un adulto desarrollado.

Dicen que aquello es un monstruo anfibio que sabe mantenerse oculto entre las olas y la arena, y que no puede pasar mucho tiempo fuera del agua, de ahí el hecho de que no se adentre por las calles de la ciudad, o tal vez esto también se deba a que no puede ni sabe disimular su monstruosa forma, y la gente se percataría fácilmente de que no es un ser humano, per a su vez, tener estas medidas de precaución, denotaría una inteligencia superior a la de un animal común y corriente.

Naturalmente, se pedía prudencia y discreción al hablar sobre los ausentes, y las historias sobre un ser que sale del agua y se lleva a los niños, resultaban sumamente ofensivas para los familiares de los desaparecidos, debido a esto, las leyendas fueron propagándose debajo de la mesa, en bares y lugares ajenos al escrutinio público, aunque como siempre, no faltaba quien no le importara herir susceptibilidades, y expresaba una opinión amarga y un tanto fantasiosa sobre la desaparición de los niños, a causa de un monstruo anfibio que emerge de las profundidades.

Anticipo desde el vamos, que este caso quedó sin resolver e inconcluso, sin embargo, no estaría contando esta historia por mera curiosidad a la repentina desaparición de 56 niños durante los meses pasados, si bien, no se ha dado con ellos a día de hoy, yo fui testigo de algo que no estoy muy seguro de cómo explicar, o de qué manera justificar, y estoy seguro que ni siquiera las leyendas más audaces le hacen justicia a lo que pude ver aquella noche en la playa.

Mi nombre es Carlos, soy un reportero del periódico “La Nota”, medio impreso que se difunde en toda la ciudad y sus alrededores, fue algunos meses después de la desaparición del último niño, cuando afuera de las instalaciones del periódico, me esperaba un hombre, un señor de aspecto desalineado y no muy aseado, quien pedía hablar conmigo.

Atendí su petición, me contó que él es padre de uno de los niños desaparecidos, dijo que intentó hablar con los medios de comunicación, e incluso con el periódico para el que yo trabajo, sus peticiones fueron rechazadas por todos los medios, pues él llegaba con afirmaciones de saber cómo y cuándo encontrar al “monstruo” que se había llevado a los niños, mencionó también, haber ido a la policía, quienes hicieron caso omiso de sus afirmaciones, por tal razón, y en un último intento desesperado, acudía a mí, para apoyarse en alguien que le ayudara a documentar la naturaleza de los horrores que se escondían detrás de la espuma del mar.

¿Por qué acudir específicamente a mí, y no a cualquier otra persona que tuviera más disposición en acompañarlo ante tal “Aventura”? le pregunté, a lo que él me dio una respuesta muy enrevesada, pero de alguna manera me convenció para ir con él, me iba a pagar por mi trabajo y por mi tiempo, evidentemente, pero eso era lo de menos, el hombre conducía un coche caro, y aunque su aspecto no era el mejor, en el primer momento en el que lo vi, su ropa parecía ser de esa exactamente barata también.

Dos noches después acudí a su casa, el toque de queda seguía, aunque se había retrasado una hora las últimas semanas, debido a que la desaparición había cesado, la ventaja de este afligido padre, es que su casa quedaba dentro de la playa, y había una ventana por la cual, al saltar de ella, daba directamente al mar, a la arena seca, unos cien metros más adelante, las olas llegaban a la orilla y se desvanecían entre los granos de arena.

Los Invisibles Historia De Terror

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Esperamos a que pasaran de las 22:00 horas, después salimos por la ventana de la habitación de su casa que mencioné antes, y nos sentamos entre las dunas de arena a esperar quién sabe qué, yo me preguntaba en qué momento fui a acceder a hacer tal cosa como ir a vigilar una playa cerrada con un desconocido que parecía estar volviéndose loco, si no fuera por el pago, justificado por un trabajo periodístico personal y privado, no hubiera accedido de ninguna manera, pues de momentos, pensaba que ese hombre se terminaría de volver loco, y en un arrebato de disociación, intentaría matarme, me daba muy mala espina estar cerca de él, no por ser despectivo de alguna manera, sino por su lenguaje corporal, siempre se notaba nervioso o asustado, hacía ademanes propios de un loco, y eso me causaba inevitablemente, estar en un constante sentido de alerta, además que si algo llegaba a pasarme, nadie sabría dónde ir a buscarme, no le había notificado nada a nadie sobre mi “investigación privada”, por lo que mi desaparición estaría de ninguna manera, conexa a ese extraño y perturbado hombre.

Ya a la media noche mis nervios se relajaron, estaba cansado de esperar, y por momentos comenzaba a quedarme dormido, cuando me espabilaba, descubría al padre de familia (con familia ausente) vigilando a través de los binoculares, y pendiente de cualquier reflejo de luz que se alcanzara a vislumbrar, cuidando el ser descubierto por algún policía o militar que rondara el área, la única justificación para estar violando el toque de queda, es que su vivienda quedaba a escasos metros de nosotros, y si éramos descubiertos, fácilmente podríamos retroceder y alegar estar en propiedad privada, y no en la playa como tal.

La situación comenzaba a cansarme y fastidiarme, estaba a punto de decirle que su “investigación” no tenía sentido, a ponerme de pie y abandonar la duna, cuando me dijo – Eh, mira, ahí está -.

Trataba de enfocar mi vista a donde él me señalaba, pero no veía más que el vaivén de las olas en la ensenada, luego pude distinguir un bulto entre el agua, lo cual pensé de buenas a primeras que se trataba de una roca, o de basura que fue arrastrada por la corriente marina, quizás una bolsa llena de desperdicios, pero el bulto empezó a moverse de imposible para un objeto inanimado, parecía estar arrastrándose hacia la orilla, luego fue incorporándose, era una extraña criatura bípeda, la cual empezaba a desplazarse de manera lenta y pausada, yo me quedé estupefacto al ver a semejante criatura ajena a cualquier cosa que hubiera conocido, el hombre enseguida no parecía haberse sorprendido, sino que daba la impresión de que el momento que había estado esperando con el pasar de las horas había llegado.

La criatura se incorporó en su totalidad, y parecía estar buscando algo, el hombre enseguida mío empezó a arrastrarse por la arena, intenté detenerlo, pues tenía toda la intención de ir hacia esa cosas y encararlo, pero con una actitud totalmente cambiada, me dijo que me quedara donde estaba y me limitara a tomar fotografías de todo lo que estaba viendo y a no interferir en su camino, no es que conociera demasiado a esa persona, pero en el momento en el que la ya mencionada criatura marina apareció, la actitud de ese sujeto cambió por completo, parecía estar enfocado en ir y encarar a ese monstruo, a eso, lo desconocido, no parecía tener miedo, ni dudas, él quería saber que le había pasado a su hijo, y daba la impresión de que haría lo necesario por dar con el paradero del pequeño.

Se acercó a rastras hasta el ente, la criatura parecía no darse cuenta de que estaba siendo emboscado. El hombre, al estar lo suficientemente cerca, se abalanzó sobre la criatura, agarrándola con los brazos y tirándola al suelo, yo, impresionado por lo que estaba viendo, me limité a tomar fotos y videos de todo lo que acontecía enfrente de mí, segundos después, escuché un fuerte grito de dolor del padre, la criatura parecía haberlo herido con una especie de picos que podía manipular a su conveniencia, revisando las fotografías y el video, no sabría decir si eso era parte de su cuerpo, o si tal vez lo portaba como una especie de arma.

Después, la consistencia física del ser cambió, se hizo muy aguado y se desplazó por debajo del hombre, luego se metió rentre las olas, deslizándose como una serpiente.

El grito del hombre dio alerta a las autoridades que rondaban las inmediaciones, entonces retrocedí y entré a la casa de nueva cuenta al igual como había salido, por la ventana de la habitación aledaña a la playa.

Ese extraño hombre, quien en varias ocasiones se negó a darme su nombre, me dijo que, si algo salía mal, tenía que resguardar la evidencia de lo que sea que lleguemos a captar con las cámaras, por esa razón no acudí a su ayuda, en cambio, la policía y la guardia si dieron con él, llevándoselo detenido por violar el toque de queda. Yo me quedé en su casa hasta la mañana siguiente.

En el transcurso del día, revisé las noticias, y rápidamente me di cuenta que se trataba de él, la noticia de un hombre gravemente herido en la orilla de la playa, con quemaduras en diferentes zonas de su cuerpo, y perforaciones hechas por objetos filosos.

Deseaba hablar con ese hombre, que él me dijera de primera mano qué fue lo que vio, qué era eso a lo que se enfrentó, qué clase de animal podía desplazarse primero en dos patas, y luego cambiar su consistencia física y deslizarse por la arena como una serpiente, por lo que fui al hospital a verlo, pondría el pretexto de ser un compañero de trabajo, que supo de su situación esa misma mañana, y a falta de familiares cercanos, estaba seguro de que me permitirían verlo, pero a medio camino caí en cuenta de un detalle que arruinaba mi plan, no sabía su nombre, no tenía ni idea de cómo el tipo podría llamarse, entonces volví a su casa, entré por la ventana aledaña a la playa, y me puse a buscar algo, lo que sea que me diera información de él, cuando encontré una credencial.

Julián Domínguez Martínez, el hombre era el padre del niño del mismo nombre, quien había desaparecido dentro de su casa, esa ventana, por donde yo había ingresado, es la que estaba sellada, pero que no bastó para que el niño desapareciera sin dejar rastro la mañana siguiente, ahora todo tenía más sentido, Julián no quería revelar su nombre o su identidad, por miedo a que yo o los demás pensáramos que se trataba únicamente de un padre obsesionado con la desaparición de su hijo, quien se había esfumado de maneras misteriosas.

Acudí al hospital, pero al llegar y preguntar por él, me dijeron que ya había fallecido debido a las graves heridas que se le habían hecho la noche anterior, me fui de ahí casi inmediatamente, pues si alguien se enteraba de que estuve con él la noche en la que fue extrañamente atacado y herido, me iba a meter en problemas muy serios, por lo cual, me alejé no solo del hospital, sino de cualquier cosa que me vinculara con Julián Domínguez, el padre de uno de tantos niños desaparecidos.

Vi las fotos y las grabaciones, sigo sin poder entender la morfología de ese ser, nunca había visto algo de semejante naturaleza, lo mejor sería consultar a alguien que pudiera tener una posible respuesta sobre aquello, quizás un biólogo marino, pero eso significaría revelar toda esta extraña y comprometedora información, tener fotos y videos con buena resolución de como un hombre que acababa de morir, estaba siendo atacado por un ser desconocido, estaba atrapado, no tenía hacia dónde acudir, cualquiera que supiera lo que realmente le pasó a Julián esa noche, inevitablemente me metería en serios problemas a mí.

Después de ver cientos de veces los videos y las fotos, y de empezar a volverme loco con la evidencia que tenía entre mis manos, decidí deshacerme de ella, le prendía fuego a las cintas, a las memorias USB, e incluso a las cámaras con las que había grabado ese despropósito de la naturaleza, semanas después, recuerdo aquello como si hubiera sido una pesadilla, y no tengo de otra, no tengo alternativa, pues de no ser así, el cuestionamiento sobre qué era eso que emerge de las profundidades, y se lleva consigo almas jóvenes, va a conseguir que me vuelva totalmente loco, tengo que deshacerme de los pensamientos que se han dedicado a asaltar mi mente noche tras noche, evidenciando que algo tienen de cierto las leyendas que se cuentan sobre el raptor de los ausentes, sobre su anormal y turbia naturaleza, su morfología, su manera de existir, no tengo en claro, ni lo tendré, el qué es esa cosa, si se trata de un caso aislado, o es un ejemplar de una especie desconocida para el ser humano, que por alguna razón, se deja ver por las playas de esta costa.

Lo peor de esto, es que hace unos días, y al no haberse registrado ninguna otra nueva desaparición, el gobierno municipal dio aviso de que el toque de queda se va a levantar, y yo no sé cómo explicarles a todos que esto será un gravísimo error.

Autor: Lyz Rayón.

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