La Tía Historia De Terror 2024

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La Tía Historia De Terror 2024

La Tía Historia De Terror… Esto que te cuento me pasó hace algunos años, era finales de octubre, ese día acabamos de regresar de pasar unos días en Tlaxcala con unos parientes de mi esposa, todavía ni habíamos desempacado cuando sonó el teléfono de la casa, Rosaura fue quien contestó, vi que se le puso la cara muy seria mientras charlaba y que movió varias veces la cabeza como asintiendo, después dijo un:  «ahí estaremos» y colgó el auricular, guardó silencio por un momento, supuse que estaba tratando de organizar su pensamientos, respiró hondo y me dijo algo preocupada, que había hablado Germán, el abogado de su Tía, hermana de su mamá, y que le había comentado que se haría la lectura de su testamento la próxima semana, por lo cual era necesario su presencia, al parecer la tía la había contemplado en su herencia, yo sabía que la quería mucho, por lo que me había contado ella la consideraba como una segunda madre, después de que sus papás fallecieran en ese accidente de autobús, cuando ella solo tenía dieciséis años, pero por su expresión sabía que eso del testamento no le agradaba, si te soy sincero la verdad yo nunca conocí a su Tía en persona, a Rosaura la conocí aquí en la ciudad de México cuando estudiábamos la carrera de administración, pero ya vivía sola, y cuando nos casamos no recuerdo el motivo por el cual no pudo venir a darnos su bendición, lo poco que se es porque ella me lo ha llegado a platicar alguna vez, y no fue hasta su funeral hace algunos meses, que la vi por primera y única vez.

Tengo que decir que me llamó mucho la atención que se veía demasiado joven para tener más de 70 años, además de que la arreglaron de manera muy elegante, al parecer tuvo mucho dinero, aquella noche la acompañamos hasta la madrugada en la funeraria, Rosaura no lloró, eso me extrañó, pero lo que más me desconcertó es que nadie más de su familia se presentó, ni su mamá ni sus otras tías, absolutamente nadie, solo estuvimos el señor Germán, su abogado, y nosotros, al otro día muy temprano la cremaron, apenas se terminó y nos regresamos a la ciudad, sé que había mucho misterio acerca de la Tía y de los motivos de su alejamiento de la familia, pero la verdad nunca me atreví a preguntarle a Rosaura las razones, entonces que me pidió que fuera con ella a lectura del testamento, yo dudé un poco, había pedido días de vacaciones para ir con ella a Tlaxcala, y a mediados de la siguiente semana caería el Día de Muertos, y desde siempre, cada año como tradición, acompañaba a mi mamá para ir a limpiar la tumba de los abuelos y ponerles su ofrenda, y a veces nos quedábamos hasta la madrugada en el panteón, pero al ver su cara de tristeza de Rosaura,  le dije que no se preocupara que la acompañaría, ella me sonrió aliviada y me abrazó, yo  sabía lo importante que es sentir que cuentas con alguien en los momentos difíciles.

Quedamos en salir el lunes por la tarde y al llegar a Puebla, en donde había radicado su Tía sus últimos años, buscaríamos un hotel para pasar la noche, y al otro día nos presentaríamos en el despacho de Germán, pero ese mismo día hicieron una pequeña convivencia en mi trabajo, le tuve que marcar a Rosaura para que me esperara un poco más, como pude me escabullí, tomé un taxi y me fui a la casa, pero al entrar a la colonia se me ocurrió irme por la calle principal, había muchísima gente en las calles, niños y jóvenes disfrazados, familias completas, por lo que me tuve que bajar del carro y continuar a pie, mientras caminaba entre la multitud tuve esa sensación de cuando crees que alguien te está mirando, fue extraño, pero como ya era muy tarde no le di importancia y seguí caminando, pero un poco antes de entrar a la casa escuché que alguien me llamaba por mi nombre, me detuve y volteé hacía todos lados, al principio pensé que era algún vecino o conocido, pero todas las personas seguían en los suyo, al regresar mi atención a la cerradura de la puerta alcancé a ver a mi costado izquierdo, sobre la banqueta, a una mujer vestida completamente de negro, con un sobrero muy antiguo y un velo que le cubría la cara, sé que en ésta temporada los adultos también se disfrazan, pero la verdad si me dio un escalofrío que me recorrió toda la espalda, ya no quise voltear, abrí la puerta y me metí apresurado.

Rosaura estaba en la sala, metimos las maletas al coche, afortunadamente nuestro zaguán estaba del otro lado de la calle principal, y salimos sin ningún problema a la calle, tomamos la calzada Ermita-Iztapalapa y nos fuimos rumbo a la salida de la autopista México-Puebla, Rosaura iba muy seria y pensativa, yo no sabía a ciencia cierta qué es lo que le preocupaba, hasta que finalmente, cuando pasamos la caseta de San Martín Texmelucan, me empezó a contar que su Tía, que era la más chica de todas las hermanas, se había alejado de la familia cuando apenas era una adolescente, pero que a pesar de ese alejamiento de su mamá, la hermana mayor, mantuvo de alguna manera contacto con ella durante muchos años, hasta poco antes de la tragedia donde murieron, Rosaura hizo una pausa, yo creo que dudó en seguirme contando, porque pensó que no le creería, pero siempre nos habíamos contado y apoyado en todo, respiró hondo y me dijo que cuando se fue a vivir con su Tía, pasados unos días le confesó que era una bruja, que lo supo desde que era muy niña, y que ya un poco más grande, con unos doce o trece años, se escapaba todas las noches de la casa para visitar a una curandera blanca, una viejecilla que vivía en las orillas del pueblo, pero que una vez que le aprendió todo lo que sabía, buscó a otra protectora más poderosa, de la que prácticamente solo se conocían rumores de su existencia en la región.

Aquella maestra vivía en lo más alto y profundo de la Sierra Negra, entre los límites de Puebla y Veracruz, pero que está poderosa bruja le condicionó que si quería ser su aprendiz, tenía que renunciar a todo y a todos, su Tía le dijo que fue una decisión muy difícil, porque quería mucho a su familia y porque ya sospechaban que andaba metida en esas cosas de la brujería, sus papás habían hablado con ella para que desistiera y le prohibieron salir de casa si no era con una de sus hermanas, y al parecer todo se tranquilizó por un tiempo, pero justo un día después de haber cumplido los quince años, simplemente desapareció de casa, en el pueblo se empezó a rumorear que la hija menor de los Onofre se había convertido en bruja, pero como todo, con el tiempo se fue olvidando por completo, eso alivió un poco la pena de la familia y desde ese entonces se prohibió hablar de ella en casa, como si nunca hubiera existido, Rosaura hizo una pausa, en ese momento entramos a ciudad de Puebla y me fue indicando porque calles meternos, todavía tardamos unos quince minutos en llegar a la casa de la Tía, al estacionarnos frente a ella, me quedé sorprendido, a pesar de que era una construcción muy vieja, se veía que en sus mejores años fue toda una mansión, había mucha gente en las calles también, cerré el coche y al tomar la mano de Rosaura volví a sentir esa sensación de que me estaban viendo, volteé discretamente y al fondo, sobre la misma calle, estaba aquella mujer vestida de negro, de momento pensé que me estaba confundiendo o estaba imaginando cosas, pero volví a sentir ese escalofrió sobre mi espalda.

Rosaura tocó a la puerta, no tardó mucho en aparecer Germán, el abogado, y aún antes de entrar a la casa, miré de reojo hacia la calle y ahí estaba aquella mujer de negro, nos pasó a un gran pasillo en el que a medio camino había lo que parecía una ofrenda de día de muertos, pero conforme nos fuimos acercando me di cuenta que era muy diferente, la mesa estaba cubierta por un mantel negro y en medio había un retrato volteado, dirigido hacia la pared, y solo había dos veladoras negras, una a cada costado, pasamos junto a ese raro altar sin decir ni una palabra, y entramos a una sala muy amplia.

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Germán nos invitó a sentarnos, una vez que nos acomodamos le dijo a Rosaura que no se andaría con rodeos, que su Tía la había dejado como heredera universal, con una única condición, que tendría que vivir en aquella casa los próximos tres años y que después de ese tiempo podría disponer de todo lo que le dejó, Rosaura permaneció en silencio por un momento, tomó mi mano y la apretó, finalmente le dijo que lo pensaría esta noche y que mañana le daría su decisión, al señor Germán no pareció sorprenderle la respuesta y solo asintió con la cabeza, nos levantamos y le dijo que no se preocupara que ella conocía el camino de salida y nos dirigimos a la puerta, íbamos en silencio y al pasar frente a ese raro altar, Rosaura se detuvo y agarró aquel retrato y lo giró por un instante, me quedé pasmado, era ella abrazada a su Tía, volvió a ponerla en su lugar y salimos de aquel lugar.

Autor: Luis Martínez Vázquez

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