El Toro Blanco Historia de Terror

El Toro Blanco Historia de Terror

Soy trailero, llevo en esto casi una década, es un trabajo realmente complicado y exigente, es bastante perjudicial para la salud, pagan bastante bien, pero muchas veces he llegado a pensar que no me compensa todos los peligros que me genera El Toro Blanco Historia de Terror, ya sabes, si lo pones en una balanza sales perdiendo.
Las jornadas laborales suelen exceder las 12 horas todos los días, hay semanas que no se puede descansar. Estar sentado durante tanto tiempo causa dolores en piernas y espalda. Y tener las manos siempre extendidas sobre el volante pues la verdad no ayuda mucho a los músculos ni a los huesos.
Cuando inicié en este trabajo pesaba menos de 70 kilos, ahora peso casi 90, esto se debe a que como donde se pueda y lo que me encuentre, en esta chamba no hay tiempo de andar buscando ensaladas para comer, si me encuentro tacos de perro pues eso es lo que tengo que comer, así de simple y de sencillo.
A todo esto, hay sumarle lo estresante que es el tráfico algunas veces, por no decir siempre, y todo trailero sabe que no hay nada mejor para el estrés que un buen cigarro. Así empieza uno, fumándose un cigarrillo de vez en cuando, pero esa cosa se vuelve vicio muy rápido, por ejemplo, yo por semana me compro unas 4 o 5 cajas de los Tokio, no soy muy fanático del tabaco sabor a tabaco, los fumadores saben de lo que hablo.

Afortunadamente, nunca he tenido accidentes fuertes, digo, nunca falta darle un llegue leve a un carro o algo por andarme quedando dormido, pero aparte de eso nada.

Otra cosa que tiene este trabajo es la soledad, prácticamente vivo en mi vehículo, tengo mi televisión y mi cama, siempre cargo una hielera para las cocas y los tecates, lo único que no tengo es baño. El punto es que por lo general no hay nadie con quien pasar el rato.
Pero sin duda alguna, el mayor problema de este trabajo es que los tráileres nos vemos obligados a consumir ciertos medicamentos que nos ayudan a mantenernos despiertos, debo aclarar que estos medicamentos no son para eso, el no poder dormir es un peligroso efecto secundario de los medicamentos que malamente tenemos que ingerir, pero de no ser por eso los accidentes en las carreteras se multiplicarían por 10.
Muchas veces algunos familiares y conocidos me han juzgado por tomar estos medicamentos, dicen que está mal porque no tengo los padecimientos para los que se hicieron tales medicamentos, yo siempre me defiendo diciendo que para comprar esas pastillas necesito receta médica, así que en todo caso el que está mal es el doctor que me da la receta sabiendo para qué usaré los medicamentos.

En fin, la experiencia que quiero contar es una de tantas cosas raras que me han sucedido, y vaya que he visto cosas bastante peculiares que rayan en lo paranormal.

Esto ocurrió hace ya un buen rato, fue mientras yo conducía por la carretera que conecta San Francisco Soyaniquilpan con Santa Ana Atzacapotzaltongo.
En ese entonces ya había cubierto tal ruta al menos 3 veces así que ya tenía medido el tiempo que me aventaba, media hora fácil.
Recuerdo que aquella noche había llevado un cargamento que iba a ser utilizado para un museo o una exposición, una cosa de esas, la verdad nunca presto demasiada atención, la única información que a mí me interesa es cuanto me van a pagar, lo que me carguen en la caja no es asunto mío.

Esa noche la carretera estaba más sola de lo normal, no es como que siempre esté muy concurrida, pero las veces que me había tocado pasar por ahí había un poco más de vehículos.

Ya llevaba un rato conduciendo, me faltaban algunos kilómetros para llegar a la salida que lleva al Zapote, cuando vi que a mitad de la carretera había un animal echado, era una criatura blanca, lo primero que pensé fue que seguramente se trata de un buey bastante grande, pues así echado medía más de metro y medio.
Fui bajando la velocidad poco a poco hasta que pude detenerme, quedé como a 20 o 30 metros del animal.
Le eché las largas para ver si eso le lastimaba los ojos, pero no, lo que sí fue que pude distinguir mejor al animal, no se trataba de un buey, era un toro, el problema es que yo no conozco ninguna raza de toros que sea blanca, además, había algo en su mirada que no era normal, sus ojos estaban sumidos y eran amarillos.
Avancé un poco, pero el toro permanecía inerte mientras me observaba, volví a detenerme. Le pité en repetidas ocasiones, pero la mugre esa no se movía.
Yo ya me estaba enojando, sinceramente consideré en pasarle por encima, para ser honesto no sería la primera vez que lo hacía, el problema era que ese animal me estaba viendo directamente a los ojos, la verdad me estaba intimidando un poco.

Una cosa que no había notado era la musculatura tan exagerada de aquel toro blanco, sus cuernos no eran tan prominentes, pero si se veían afilados, y para hacerlo todavía más raro, tenía barba.

Se me ocurrió una cosa más para asustar al animal, sin mover el tráiler comencé a acelerar el motor haciendo un montón de ruido, pero esa cosa no reaccionaba. Acelere de golpe para hacer que se moviera, pero la criatura ni siquiera se inmutó así que por tercera vez me frené, quedando unos 3 metros del animal.
Entonces la criatura bufó con fuerza, hasta sacó humo de su nariz, estaba furioso, de estar echado pasó a pararse en sus 4 patas, ahí me asusté mucho, pues esa cosa medía más de dos metros de alto.
Puse el camión en reversa y comencé a acelerar despacio, la bestia blanca agitó su cabeza y su pelaje, parecía un demonio mientras se movía, sus ojos brillaban bastante.
Comenzó a hacer movimientos advirtiéndome que me iba a atacar, inclusive levantó las patas delanteras, se veía monstruoso, parecía un animal mutante que se había escapado de algún lugar macabro.

En la zona en la que me encontraba era una semi curva así que maniobrar en reversa en mi estado de tanto nerviosismo era bastante complicado y podría resultar en un accidente.

Entonces el gigantesco animal cornudo me embistió con fuerza, no salió la bolsa de aire, pero si me golpeé la cabeza contra el volante, me quedé confundido y mareado.
Veía doble y borroso, pero aún podía distinguir al grotesco bovino, comenzó a caminar hacia el costado del tráiler, uno de sus cuernos raspo contra mi puerta, eso causo un chirrido insoportable.

El animal siguió avanzando, no se alejaba del tráiler, lo estuve viendo por el espejo hasta que lo perdí cuando llego a la parte trasera de la caja.

Medio temblando pude tomar mi arma, sabía que esta cosa no me iba a dejar tranquilo, estaba revisando que trajera balas cuando sentí que esa cosa embistió las puertas de la caja, golpeo dos veces.
Pensé en arrancar, pero aún veía doble y fácilmente me iba a salir de la carretera y ese sería mi final, así que mejor me aseguré de que mi arma estuviera cargada.
Seguía sin poder ver al animal, pero podía escuchar su pesado andar, esa cosa debía pesar como 20 o 30 toneladas, pues el piso vibraba levemente con cada paso que daba el toro.
Entonces pude ver que se estaba acercando por el otro costado, avanzaba directo a la puerta del copiloto, di un tiro por la ventana como un último intento desesperado de asustar a ese toro, pero lo único que gané fue que esa cosa diera un fuerte golpe a la caja, todo el tráiler se movió.

De pronto ya no vi al toro, entonces otro tráiler pasó a un costado mío a toda velocidad, supuse que eso lo había asustado.

Me quedé ahí sentado mientras me recuperaba, luego de unos segundos ya pude enfocar la vista y se me quitó lo mareado a los dos minutos.
Miré por ambos espejos y por el retrovisor para asegurarme que el toro ya no estaba por ningún lado. Todo estaba en orden. Me bajé para revisar el golpe que había recibido en el cofre. Si estaba feo, pero solo era superficial, al levantar el cofre pude confirmar que la máquina no estaba comprometida.
Cuando cerré el cofre pude sentir una mirada penetrante y pesada, alguien me estaba mirando desde la oscuridad, escondido, me estaba acechando. Esa sensación estaba muy fea.
No pude más y corrí para subirme al tráiler, en cuanto cerré la puerta me di cuenta de que por el lado del copiloto venía corriendo una persona, le pisé al tráiler todo lo que pude, ese tipo corría rápido pues me siguió de cerca como por trescientos metros, por el retrovisor alcancé a ver que estaba completamente desnudo.
Finalmente, lo dejé atrás, pude salir de aquella carretera con vida, no me queda ninguna duda que ese fue un encuentro con un Toro Nahual, pues el tipo que correteó el tráiler tenía la misma barba que tenía el monstruoso toro blanco.
 
Autor: Ramiro Contreras
Derechos Reservados

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