El Purgatorio, Historia De Terror 2023

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El Purgatorio, Historia De Terror 2023

El Purgatorio, Historia De Terror… El otro día me volví a encontrar con un amigo de la secundaria, hablamos sobre el reciente fallecimiento de su Padre y aprovechó para contarme una historia sobre él y un momento sobre natural por el cual pasó cuando era tan solo un niño, se las quiero compartir ya que tengo el consentimiento de su parte para hacerlo además del lugar donde sucedió todo esto, les contare de tal manera que será como él me lo platicó.

Mi familia es proveniente de Michoacán de Morelos, de un poblado muy cercano a lo que es ahora Maravatío, allí se encuentra un pequeño lugar muy poco concurrido y muy escondido entre montes y senderos, se trata de un poblado conocido como el Ejido de los Encinos. Desde hace decenas de años la familia creció allí, no solían tener mucho acceso a los demás recursos de los poblados cercanos por lo que varios de mis Tíos tenían estudios hasta la primaria como educación.

No era un lugar muy concurrido y de lo único que se mantenían era de los cultivos y venta de gallina y ganado. Ese lugar tenía un atractivo turístico el cual consistía en un sendero donde varios árboles de encino muy altos los cuales crecían a las orillas. Pero había una leyenda sobre esos árboles la que cuenta que por las noches y hasta antes de amanecer aparecen colgados los cuerpos de las brujas y brujos que otros municipios fueron a colgar allí para purgarlos por sus pecados.

Cada vez que colgaban a un brujo casi todo el Ejido entero se acercaba a verlo morir, lo apedreaban y lo insultaban hasta que dejaba de moverse. Fue algo que desafortunadamente los municipios cercanos al Ejido de los Encinos solían hacer a menudo pues nadie quería linchar a sus brujos en sus tierras y siempre elegían ese sendero.

Nadie procuraba a los cuerpos después de colgados, en ocasiones pasaban semanas allí meciéndose con el viento y las aves de carroña hacían su trabajo. También llegó a pasar que los cuerpos de los brujos desaparecían al poco rato de estar colgando de los árboles.

Es a partir de aquí que en aquellos días cuando mi Padre era aún un chamaco de diez años, repartía leche bronca en bicicleta de casa en casa, nos cuenta que se veía obligado a atravesar dicho sendero muy temprano por la madrugada cuando aún no salía el Sol. Tenía que llevar una vasija de leche a casa de Doña Mago, le pesaba mucho tener que pasar tan oscuro tramo.

En la parte trasera de su bicicleta cargaba las vasijas de metal selladas con la leche bronca, se encontraban bien tapadas con trapos y bolsas de cuero para que no se le derramara nada, preparaba su linterna al frente del manubrio y emprendía camino a las casas que quedaban de paso por el sendero hasta la casa de Doña Mago.

Todo parecía indicar que sería una madrugada como las demás, mi Padre procuraba no mirar a la copa de los árboles pues tenía la impresión de que vería los cuerpos de los brujos meciéndose con el viento. A él le daba mucho miedo las historias que se contaban de ellos y en varias ocasiones pensó en mejor cambiar de trabajo pero desafortunadamente no había mucho que hacer en el Ejido.

El entregaba la leche cada dos días en aquel lugar y siempre su imaginación le hacía pasar malos ratos, nunca había pasado algo malo porque siempre entregaba rápido la leche bronca pero una madrugada de un sábado algo fallo. Cuando su patrón le entregó la leche para ir a repartirla tuvo la sensación de que algo estaba por pasar, hacía un viento muy helado y se escuchaba un murmullo cada vez que una corriente de aire llegaba.

Mi Padre le preguntó a su Patrón si no lo escuchaba y él le comentaba que lo ignorara, todo estaría bien si no le hacía caso a eso que se escuchaba y sobre todo que no se alejara del sendero. Mientras que el Patrón, se dedicaba a entregar a otros ejidos en sentido contrario, mi Padre entregaba en las casas que estaban por el sendero hasta con Doña Mago.

Todo parecía transcurrir de manera cotidiana, con excepción del viento que ahora era más fuerte, aún faltaba algo de tiempo para que amaneciera cuando la linterna de la bicicleta comenzó a fallarle, parpadeo un par de ocasiones y luego se apagó completamente, cuando pasaba así, mi Padre recurría a darle unos golpes y esto la hacía funcionar, pero ahora todo indicaba que se trataba de las baterías, no obstante ese no sería su mayor problema, pues se dio cuenta que tenía que bajarse de la bicicleta y llevarla caminando por el sendero y en completa oscuridad.

No era mucho lo que tendría que caminar, quizás un poco más de diez minutos pero era algo que mi Padre nunca quiso que le pasara. Las ramas de los árboles se movían con el fuerte viento y hacían un extraño silbido entre sus troncos. Él mantenía la vista en el suelo esperando a que su visión se acostumbraran a la oscuridad, se encontraba tan nervioso que en cuanto escuchaba el crujir de las ramas volteaba para ver de qué se trataba.

Todo parecía ser que no pasaría de simples sustos, cuando frente a él escuchó unos ruidos muy similares a las de pisadas de varias personas.

Se quedó quieto por un momento mirando hacia la densa oscuridad que tenía frente a él, intentaba hallar algo que quizás no había allí pero de pronto vio que frente a él atravesaron el camino dos siluetas de blanco, mi Padre pensó que se podría tratar de alguien que vivía cerca, no se encontraba muy lejos de una de las casas donde haría su primera entrega, así que en voz alta saludó pero no tuvo ninguna respuesta, las siluetas se perdieron de vista cuando salieron del sendero hacia el oscuro bosque.

Sintió que los bellos de su nuca se erizaron y que las piernas no le respondían creyó que lo mejor era quedarse allí hasta que amaneciera por completo para que su Patrón lo buscara, pero recordaba los regaños que le había dado en el pasado, cuando la leche no se entregaba a tiempo por su culpa, así que no tuvo de otra más que seguir su camino.

Avanzó tan solo unos cuantos metros cuando escuchó que una lechuza hacía un ruido muy similar a cuando alguien le hablaba, no sabía dónde se encontraba este animal pero lo escuchaba muy cerca de él, se detuvo nuevamente para buscar de donde provenía, entonces entre los árboles a un costado del sendero, pudo ver a un niño más pequeño que lo invitaba a acercarse.

Solo hacía el movimiento con su mano invitándole a que se acercara pero mi Padre no lo hacía, se le hizo muy extraño que allí estuviera un niño más pequeño que él y a esas horas. El niño se movió de lugar y se mostró por completo hacia mi Padre, no se encontraba vestido y no parecía que el frio le hiciera algún daño, mi Padre convencido de que se trataba de algún demonio escapó rápidamente de allí empujando su bicicleta. Aquel niño comenzó a hablarle y según mi Padre sus palabras no eran coherentes y se escuchaba como si un anciano estuviera gritándole.

Por fin después de un tramo difícil de recorrer llegó a la primera casa donde dejó la vasija de leche sobre el pórtico de la casa. Siempre era así en las casas que estaban a un lado del sendero, él tenía que dejar la leche y de regreso recogería el dinero. Se incorporó nuevamente por el camino cuando una densa neblina lo cubrió todo. Aunque llevaba menos peso ahora, le resultaba más complicado a mi Padre ahora andar con la visión más limitada y todavía con la bicicleta a su costado.

No habían transcurrido ni cincuenta metros cuando detrás de él se escucharon un par de risas de niños, se dio la media vuelta pero no encontró a nadie, miró la casa donde había dejado la primer leche esperando que saliera alguien y de pronto otra vez detrás de él, se escucharon más risas, pero esta vez fue como si tuvieran eco y provenían de varias direcciones.

Pero por más que buscó no daba con ellas hasta que desde arriba algo le cayó en la mejilla con la palma de la mano se lo quitó y se dio cuenta de que era lodo, miró hacía arriba y descubrió que sobre su cabeza estaba colgando de una rama el cuerpo de una persona en vuelta en un cobertor oscuro.

El Purgatorio, Historia De Terror

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Mi Padre nada lento se apresuró a subirse a la bicicleta y salir de allí como pudo. Aterrorizado pedaleo esquivando piedras y hoyos que alcanzó a ver, miró hacia atrás para ver el cuerpo del brujo y no se dio cuenta de que la bicicleta chocó ante una roca provocando que cayera con todo y recipientes de leche.

Se había lastimado la rodilla pero eso era lo que menos le preocupaba, buscó el cuerpo del brujo otra vez y ya no estaba allí. Miró su bicicleta tirada, la rueda principal se había enchuecado y ya no le serviría así, por fortuna las vasijas metálicas de la leche estaban bien amarradas y tapadas, no sufrieron ningún daño y tampoco se perdió leche.

Desamarró las dos vasijas y las cargó una en cada brazo. No estaba lejos de la segunda casa así que el peso se aligeraría un bastante. Al llegar a la casa tocó la puerta, quería pedirles que lo dejen descansar adentro, a mi Padre no le gustaba mostrar su cara a la gente cuando él tenía miedo, prefería aguantarse ese sentimiento para cuando se encontrara solo, así que en cuanto alguien le abriera la puerta pensó en mostrarse tranquilo y sereno, por dentro estaba temblando y quería llorar, pero sabía que no ganaría nada con ello.

Volvió a tocar la puerta pero nadie abría, tocó más fuerte una tercera ocasión y no tuvo éxito así que dejó la segunda vasija con leche y prosiguió su camino con mucho pesar a la última casa la cual era de Doña Mago.

Recorrió un buen tramo sin tener sorpresas, entonces miró que frente a él, a unos cuantos metros, una figura se movía entre la neblina, mi Padre se hizo a un lado para no obstruirle el paso y en ese momento sintió que la sangre se le subía a la cabeza, al ver que era una persona cubierta de pies a la cabeza, con una sábana negra y enredado en el cuello tenia amarrada una soga.

Pasó frente a mi Padre, el solo lo veía en silencio cuando notó que un niño sin camisa pero con cuernos sobre su frente le seguía detrás, este reía descontroladamente y al mirar a mi Padre le invitó a unírsele, Obviamente mi Padre le dijo que no, pero ese demonio parecía muy insistente, así que se acercó y le quitó la vasija de las manos y lo empezó a jalar hacia él para caminar detrás del brujo.

Mi Padre que era más grande que ese demonio lo pateo y le dijo que se fuera de allí, el demonio tomó la vasija de metal y la sacudió, hasta que mi Padre se la quitó de las manos y volvió a patearlo, aquel niño demonio se rio de mi Padre y se esfumó entre la neblina, escuchó un ruido muy raro proveniente de adentro de la vasija, así que la abrió y se percató de que estaba hirviendo la leche, eso lo convenció mas de que se trataba de un demonio que venía desde el infierno.

Llegó casi la hora de que el sol saliera, ya estaba atrasado para la última entrega de leche así que apresuró el paso y por fortuna la casa de Doña Mago, no estaba nada lejos de allí y que ella ya lo esperaba, mi Padre dejó la vasija de metal sobre el piso y corrió a abrazar a Doña Mago como si fuera su Madre, ella desconcertada lo abrazó preguntando si todo se encontraba bien, mi Padre esa ocasión no se pudo contener y lloró bastante por el miedo que tenía.

Mucho más tarde el Patrón apareció en casa de Doña Mago preguntando por mi Padre, ella le llamó la atención al Patrón, peguntándole si no recordaba que esa noche el mismo viento advertía de no caminar en la oscuridad, el comentó que pensó que no pasaría nada y que todo eran cuentos.

Se llevó a mi Padre a casa no sin antes recolectar las vasijas vacías de las casas. Al llegar a su casa se despidió de su Patrón quien de forma de gesto bondadoso le dio el pago completo por la leche y las molestias ocurridas, además le prometió que le ayudaría a reparar la bicicleta.

Desde ese entonces mi Padre ya no quiso trabajar de repartidor de leche en bicicleta. Buscó otras cosas en las cuales aplicarse pero sobre todo en algo que no lo hiciera andar por ese sendero en horas tan oscuras.

Autor: Mario Franco Corrales.                      Lengua de Brujo.

Derechos Reservados.

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