El Pacto Historia De Terror 2023

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El Pacto Historia De Terror 2023

El Pacto, Historia De Terror… Nunca tuve una buena relación con mi abuela, de hecho, ni siquiera nos llevamos bien, discutíamos cada que salían temas relacionados con sus creencias.

Yo no la toleraba, y ella trataba de imponerme sus creencias, nunca lo permití, eso también me ocasionó problemas con otros miembros de la familia.

Un día la abuela murió, para mí no fue la gran cosa, siendo honesto, no tengo recuerdos de ni un solo momento feliz con ella.

Por eso yo fui a su funeral más por compromiso que por ganas, mi madre y 2 de mis tías me estuvieron presionando para que yo me disculpara con la abuela.

Yo me negaba, haciendo énfasis en que ya estaba muerta, no importaba si me disculpaba o si no lo hacía, de todos modos, no podía escucharme.

Ellas me dijeron que no debería hablar así de la abuela, que ella volvería durante el Día de Muertos y trataría de arreglar sus asuntos pendientes conmigo, por lo tanto, según ellas, yo debía pedirle perdón para que no se me apareciera los primeros días de noviembre, ella falleció a finales de septiembre.

La insistencia de mi madre y mis tías era abrumadora, les dije que el día que la abuela se apareciera en mi casa, ese día yo pasaría toda una noche en el cementerio en el que la enterraran.

Mi madre estaba furiosa, entonces me dijo que tuviera los pantalones para pararme frente al féretro de la abuela y sellar el pacto que yo había propuesto.

No iba a permitir que mi madre me hiciera quedar como un cobarde, entonces caminé hasta el féretro y le hice la promesa, quedando así el pacto hecho.

En ese entonces yo acababa de graduarme de la normal y había aplicado para dar clases en una secundaria, 3 días después del funeral de mi abuela, la escuela se puso en contacto conmigo para platicar sobre el trabajo.

Me ofrecían 20 horas a la semana, impartiendo la materia de Historia, en los grados de segundo y tercero, en el turno de la mañana.

En una ocasión, siguiendo el programa, encargué un proyecto en equipos, los alumnos tenían que preparar una exposición sobre los sitios con mayor relevancia histórica en el país.

Se hicieron 8 equipos, cada uno hablaría de una categoría diferente: pirámides, puertos, museos, prisiones, iglesias, plazas, fábricas, y cementerios.

Las primeras 7 presentaciones estuvieron bien, pero el equipo que habló sobre los cementerios tocó un tema que me irritó bastante, hicieron un apartado para hablar de mitos y leyendas de carácter paranormal.

Me causó tanta molestia que aún recuerdo de qué cementerios hablaron: fue el panteón Dolores, el de San Fernando, el de Belén, el de los Queretanos Ilustres, y el Panteón Inglés.

Al final de todas las exposiciones quedaba tiempo para que los alumnos hicieran preguntas a sus compañeros que habían expuesto, pero con ese grupo fue diferente, no dejé que los alumnos hicieran preguntas, decidí que yo haría las preguntas.

Mi molestia era muy grande, oírlos fue como recordar todas esas decenas de peleas que yo había tenido con mi abuela.

Decidí atacarlos con todo, comencé diciendo que nunca había evidencia, de ahí me seguí con que todas esas leyendas se sabían porque una persona se la había contado a otra y por lo tanto la veracidad de los mitos era sumamente cuestionable.

Terminé diciendo que hacer propaganda de esas historias era contribuir a que se perpetuaran las creencias sin fundamento, que ya de por sí estaban muy enraizadas en la cultura de nuestro país.

Muchos estudiantes se molestaron con mis palabras y trataron de debatir conmigo, no se los permití, les dejé en claro que dentro de mi clase no había espacio para creencias absurdas, y les dije que todo aquel que no estuviera de acuerdo podía salirse de mi clase con las respectivas consecuencias que eso tendría.

El siguiente año, cuando nuevamente llegó el momento de tocar esos temas, volvió a ocurrir lo mismo, era un grupo nuevo al que yo nunca le había dado clase, y el equipo que habló sobre panteones hizo algunas menciones sobre fantasmas y otras apariciones.

Yo, evidentemente, hice lo mismo que había hecho el año anterior, atacarlos con todo y después dejar en claro que el que volviera a mencionar temas parecidos en mi clase estaría reprobado.

Los años siguieron pasando, yo me fui haciendo de cierta fama, hasta que las nuevas generaciones ya sabían que hablar de algo paranormal en mi clase era una muy mala idea.

Nunca faltaba el listo de la clase que podría ganarme en un debate, pero yo terminaba cerrándoles la boca, hubo algunos padres que intentaron reclamarme y cuestionar mi autoritarismo.

Lo que yo les decía a esos padres era que, si no estaban de acuerdo con la forma en la que yo impartía mi materia, ellos mismos podían enseñarles historia a sus hijos en sus propias casas.

Más de uno llegó a ir con el director, pero a ese señor no le importaba nada, además, yo daba muy buenos resultados en las evaluaciones regionales, prácticamente mi trabajo me hacía intocable ante el director.

Pero un mal día a un grupo de tercero llegó un alumno foráneo, venía desde la capital el estado de Puebla, a simple vista se podía notar que ese muchacho no tenía mucho respeto por la autoridad ni por la cadena de mando.

Para evitarme disgustos, cuando tocó asignar los temas a exponer, dejé en claro que iba a reprobar a todo aquel que mencionara las palabras: fantasma, ánima, espectro, alma o espíritu.

El alumno que venía de Puebla alzó la mano con una mirada muy soberbia, le permití hablar, y en 3 minutos lanzó una tormenta de criterios y argumentos defendiendo la relevancia de la postura espiritista en el avance de la sociedad del país.

Remarcó bastante que la celebración mexicana por excelencia era el Día de Muertos, y que las creencias en el hecho de que los difuntos podían regresar era un pilar importante en los valores de toda la gente.

Cuando él terminó de hablar todos los demás alumnos estaban viéndolo como si se tratara de un revolucionario que estaba dispuesto a sufrir cualquier consecuencia con tal de defender sus creencias.

Entonces el muchacho me preguntó si yo era capaz de probar que él estaba en un error, en ese momento todas las miradas se enfocaron en mí, estaban esperando una respuesta.

Si me quedaba callado iba a quedar realmente mal frente a todos los estudiantes, además de que mi reputación se vería afectada de forma importante por haber sido derrotado por un alumno foráneo de nuevo ingreso.

Por desgracia para mí, el muchacho tenía razón en muchas de las cosas que había dicho, yo no podría vencerlo de forma argumentativa.

Entonces se me ocurrió vencerlo en su propio campo, le dije que, si estaba tan seguro de sus argumentos, entonces se podrían comprobar de forma sencilla.

Faltaba una semana para el día de muertos, le propuse una apuesta, yo pasaría toda la noche dentro del panteón más viejo de la ciudad, uno que, por falta de espacio, había dejado de recibir nuevos cuerpos 2 años atrás.

El ayuntamiento estaba realizando labores para volver a ponerlo en funcionamiento, eso significaba que estaría cerrado y completamente solo durante el día de muertos.

Le aclaré que cuando yo pasara la noche ahí y no presenciara nada paranormal, él se las arreglaría para no entregar ninguna tarea de ninguna materia durante todo el año, causando así que tuviera que volver a recursar todo el tercer grado y perdiendo un año de su vida.

El alumno me dijo que aceptaba, pero, que, si yo veía al menos a un pequeño fantasma, me retractaría en la asamblea del lunes frente a todos los maestros, alumnos y padres de familia.

Cerramos el trato.

Por supuesto que yo no tenía pensado entrar a ese panteón durante la noche, para empezar, como dije, estaría cerrado, no habría forma de entrar.

Lo que iba a hacer era simplemente presentarme en clase después del día de muertos y decir que no vi nada.

Pero, por alguna razón que al día de hoy aun no logro entender, cuando llegué a mi casa, y me preparaba para dormir, mi difunta abuela se presentó en mi casa.

Yo ya estaba acostado, cuando volteé hacia la ventana ella estaba ahí parada, mirándome, se esfumó en un instante.

Recordé el pacto que había hecho durante el funeral de mi abuela, donde yo había prometido pasar una noche en el cementerio que ella fuera enterrada si ella se aparecía en mi casa.

Y, quizá por caprichos del destino, o tal vez porque yo tenía muy mala suerte, pero, el panteón en el que había sido sepultada mi abuela, era precisamente el mismo en el que yo le había dicho al estudiante foráneo que me iba a meter para estar toda la noche.

El 26 de Octubre hubo junta de maestros, cuando ya se iba terminar la reunión, el director hizo un comentario gracioso sobre la apuesta que yo había hecho con ese estudiante.

Resulta que el rumor de la apuesta ya estaba por todas partes, el personal de intendencia lo sabía, hasta las señoras de la cooperativa estaban al tanto.

Finalmente llegó la tan esperada fecha, mientras conducía hacia el panteón iba pensando en que todo eso era una locura, pero aún así no podía retractarme, porque no solo había hecho la apuesta con ese muchacho, sino que le había prometido a mi abuela, en su funeral, que iba a hacerlo.

Llegué al cementerio, llevaba una linterna y bolsa de galletas por si me daba hambre durante la larga madrugada.

Esa noche era fría y el viento soplaba de forma sutil, bajé de mi auto y caminé hacia la entrada del panteón, como era de esperarse estaba cerrado, grité en caso de que algún velador o guardia estuviera trabajando.

Y sí, se acercó un guardia y me preguntó qué se me ofrecía, fui directo, le pregunté cuánto dinero tendría que darle para que me dejara entrar.

El guardia se rió, quería saber cuál era el motivo que yo tenía para querer entrar al cementerio, le dije que, por motivos personales debía pasar toda la noche dentro.

El guardia abrió la puerta, me dijo que si lograba seguir con vida al amanecer no me cobraría nada, pero que si moría durante la noche él vendería mi cuerpo a cierto grupo de personas.

Ese tipo tenía una pinta escalofriante, pero pensé que solo quería intimidarme, le dije que estaba bien, que no había ningún problema.

Recuerdo que mi reloj marcaba las 11 y cuarto, empecé a caminar directo hacia la tumba de mi abuela, como era un panteón muy viejo, todos los caminos eran de tierra, y como estaba chispeando un poco, mis zapatos se mancharon con el lodo.

No estaba muy nublado, pero las pocas nubes que había estaban cargadas de agua.

Como la luna no iluminaba mucho, me iba guiando con la linterna que había llevado.

Llegué a la tumba de mi abuela y me senté, no tenía nada mejor qué hacer, entonces me puse a platicarle cosas, recuerdo que le comenté sobre el estudiante con el que había hecho la apuesta.

Después de casi 2 horas ya no supe qué contarle y simplemente me quedé en silencio observando mi alrededor.

Las ramas de los árboles se movían con el poco viento mientras las hojas se desprendían, y los insectos hacían sus sonidos nocturnos.

Me cansé de estar sentado, además me estaba dando frío no moverme, entonces me levanté y empecé a caminar por el panteón.

Me acabé las galletas, y, como no había ningún bote de basura, tiré la envoltura así nada más.

De pronto, a lo lejos, entre las tumbas, vi a una mujer que estaba caminando, me asusté y apagué la linterna, aparte de mí no debería haber nadie más dentro del cementerio.

Los escasos 2 segundos que alcancé a alumbrarla, fueron suficientes para notar algunos detalles, su cabello era muy largo y de color rojo.

De inmediato tuve una fuerte sensación de incomodidad, entonces caminé en la dirección contraria hacia la que iba esa mujer, quería alejarme de ella.

Traté de encontrarle una explicación lógica, quizás esa mujer también tenía uno o varios familiares enterrados en el cementerio, después de todo, yo tampoco debía estar ahí, aún así ahí estaba y yo no era un fantasma.

Seguí caminando hasta que me encontré con un mausoleo bastante llamativo, no encajaba con el lugar, se notaba de inmediato que le pertenecía a algún rico.

Estaba observándolo, cuando de pronto un niño pasó corriendo a escasos 2 metros de donde estaba yo, volteé a verlo de inmediato, pero en cuanto lo hice se desvaneció.

El Pacto Historia De Terror

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Para eso definitivamente no había ninguna explicación lógica, yo estaba en una situación muy inquietante y debía largarme del cementerio en ese mismo instante.

Apenas estaba tratando de recobrar el aire por la impresión, pero de repente otro niño apareció a lo lejos y estaba corriendo justo en mi dirección.

Me asusté, me quité lo más rápido que pude, debido a eso tropecé, caí sobre una de las tumbas y me golpeé muy fuerte en la cabeza.

El impacto fue tan contundente que perdí el sentido del oído por unos momentos, inclusive se me nubló la vista, y lo poco que veía, lo veía doble.

Por eso no intenté ponerme de pie, porque sabía que, si trataba de levantarme, lo única que iba a ocurrir era que me volvería a caer.

Me quedé tirado a lo mejor 3 minutos, entonces me enderecé un poco para quedar sentado, miré a todos lados para asegurarme que ya no se me aparecería ningún fantasma.

Entonces un sonido rompió con el abrumante silencio del panteón, se trataba de una lápida, se estaba moviendo, yo la vi, era a 2 tumbas de distancia.

Pude ver que desde el interior de la tumba salió una mano que portaba un anillo bastante llamativo.

Me tallé los ojos, deseando estar en una horrible pesadilla, pero no sirvió porque lo que yo estaba viviendo era real.

Me levanté rápido, ubiqué la dirección en la que tendría que correr para llegar a la salida, apenas iba a hacerlo cuando, al momento de intentar dar el primer paso, no pude moverme.

Intenté con más fuerza, pero fue inútil, sentí como se me secó la boca solo de imaginarme que un muerto me estaba sujetando.

Temblando, me atreví a voltear, ahí me di cuenta que mi pantalón y uno de los zapatos se habían enredado con un alambre.

Volteé hacia la tumba en la que había visto salir una mano y ya eran 2 manos las que estaban ahí, querían quitar la lápida para liberarse.

Entré en desesperación, lo único que se me ocurrió fue rasgar mi pantalón y quitarme el zapato que estaba enredado con el alambre.

Ya liberado, corrí en dirección a la salida, pero mi escape fue frustrado cuando un enorme y filoso pedazo de vidrio se enterró en el pie que llevaba sin zapato.

Inmediatamente caí al suelo gritando de dolor, mientras sentía como la sangre brotaba de la planta de mi pie.

En el instante en que caí, solté la linterna y rodó hasta quedar lejos, pero seguía encendida, solo que no iluminaba en mi dirección, por eso no veía casi nada, no había forma de que yo sacara el pedazo de vidrio.

Traté de arrastrarme hacia la linterna, cuya luz estaba apuntando directo hacia un gran árbol que ya no tenía ninguna hoja.

La linterna parpadeo un poco, y cuando se estabilizó vi que la mujer pelirroja que yo había visto antes estaba parada frente al gran árbol, ahí ya me quedó claro que ella también era un fantasma.

La mujer y yo estábamos cruzando miradas cuando escuché unas espuelas justo detrás de mí, me las arreglé para girarme sin lastimarme más el pie.

Era una silueta alta con sombrero, el único detalle que lograba distinguir era el prominente anillo que portaba en una de sus manos, esa silueta era la que había salido de aquella lápida, cerca de donde yo me había caído.

Entonces escuché las risas de unos niños, sabía que se trataba de los 2 niños que yo había visto correr antes de caerme y pegarme en la cabeza.

Empecé a gritar, suplicando ayuda, entonces la pelirroja empezó a caminar lentamente hacia mí, mientras lo hacía se empezó a transformar.

Su cabello y su piel se empezaron a caer, y sus ropas empezaron a hacerse viejas, esa mujer quedó convertida en un esqueleto.

Me empezó a dar un ataque de ansiedad, el esqueleto siguió acercándose a hasta quedar justo al frente, entonces se agachó hasta que yo pude ver a través de las cuencas de sus ojos.

Sorpresivamente el esqueleto se levantó y se alejó, la silueta de sombrero también se fue, yo no entendía qué estaba pasando, entonces una voz familiar me llamó por mi nombre, se trataba de mi abuela.

No pude verla, pero entendí que ella había alejado a los otros fantasmas para protegerme de que intentaran matarme.

Me quedé ahí tirado hasta que salió el sol, gracias a mi abuela ya ningún fantasma me molestó.

Mi reloj marcaba las 6 y media de la mañana cuando el guardia llegó a donde estaba yo, se rió y me preguntó cómo había pasado la noche.

Me ayudó a ponerme de pie y fuimos hasta su pequeña oficina, ahí tenía material de curación, él no era un experto, pero al menos pudo sacarme el vidrio, también llamó a un taxi para que me llevara al hospital.

En lo que el taxi llegaba le pregunté al guardia porqué pasaban esas cosas en el panteón, el guardia me explicó que, según su experiencia, los muertitos estaban enojados porque el panteón estaba cerrado y debido a eso nadie los visitaba.

Me dijo que yo no era el primero en pasar toda la noche dentro, pero sí era el único que había logrado sobrevivir, me preguntó cómo le había hecho.

Le conté que mi abuela estaba enterrada ahí y su fantasma me había protegido.

Le pregunté qué hacía él con los cuerpos de los que morían dentro del panteón, fue honesto y me dijo que vendía los cuerpos, tal cuál como me lo había dicho cuando yo llegué.

Me aclaró que lo hacía porque si alguien más se enteraba que alguna persona había entrado podía perder su trabajo, entonces él vendía los cadáveres a unas personas de las que no me quiso decir nada.

Finalmente llegó el taxi, fui al hospital, atendieron mi herida, volví por mi auto y de ahí me fui a mi casa.

Ese día no me presenté en la escuela, cuando llamé al director me preguntó si tenía algo que ver con lo del panteón y le dije que sí.

Al día siguiente fui a la secundaria, aún no podía caminar bien, mi primera clase, la de las 7 de la mañana era con el grupo donde estaba el foráneo.

Todos los alumnos estaban muy callados, le pedí a ese muchacho que se pusiera de pie, les dije a los alumnos que el motivo por el cual caminaba un poco chueco era porque la noche que había pasado dentro del panteón me había enterrado un pedazo enorme de vidrio.

Pero que, eso era lo único que había pasado esa noche, no admití nada de lo paranormal que me ocurrió dentro del cementerio.

Le dije al foráneo que estaba reprobado y que esperaba que cumpliera con su palabra y no entregara ninguna tarea de ninguna otra materia por todo lo que restaba del ciclo escolar.

Autor: RAMIRO CONTRERAS

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