El Más allá Historia de Terror 2021

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El Más allá Historia de Terror 2021

El Más allá, Historia de Terror… Relato compartido por Eduardo Gómez, en memoria de su hijo.
Mi nombre es Eduardo, tengo actualmente 30 años y soy originario del estado de Michoacán, toda mi infancia la viví en el Municipio de los Reyes, pero por la situación con los problemas con los carteles, decidimos cambiar de lugar de residencia al Pueblo Mágico de Uruapan.

Allí crecí y terminé mis estudios, pensé que en algún momento me iría a vivir al igual que mis hermanos a Morelia, pero fue en Uruapan fue donde conocí a mi esposa.

Entre los dos logramos rentar un cuarto pequeño, y al pasar el tiempo cambiamos a un departamento pues ya estábamos en espera de nuestro primer hijo.

En un principio, el departamento parecía ser bastante cómodo, entre los dos llevábamos una vida tranquila y bien dicen que con la llegada de un hijo todo cambia, afortunadamente logramos adaptarnos muy bien. Así pasaron los años y en lo que parecía ser ya una vida estable y tranquila, se nos cayó de las manos.

A mi hijo le detectaron una enfermedad en la sangre, cabe señalar que durante mucho tiempo él se veía muy sano, pero fue de un momento a otro que enfermó de leucemia y no se podía hacer mucho, no deseo profundizar en todos los detalles de cómo lo fuimos perdiendo, él era un niño muy feliz que nos decía siempre, “Solo quería jugar un ratito “.

Cabe señalar, que tuvimos la oportunidad de estar con él en el último momento de su vida. A la edad de 6 años, mi Hijo Lalo, se nos fue de las manos. Dicen que lo más doloroso de un padre o madre es tener que enterrar a sus propios hijos… Me temo que así es.

Después de que mi hijo Lalo se fue al cielo, comprendí que las cosas no serían igual nunca más, y por más que asistimos a terapias o tomemos algún medicamento para sobrellevar la depresión, es una herida que jamás sanara… solo se tiene que aprender a vivir con ella.

Pasaron los meses, y es aquí donde las cosas comenzaron a suceder. Al principio el departamento se comenzó a sentir vacío y aunque estuviéramos mi esposa y yo en él, había huecos imposibles de llenar.

Se podía sentir un ambiente muy pesado en él, pero sobre todo en el cuarto de mi hijo, lo manteníamos cerrado, sus cosas estaban intactas tal cual las había dejado él.

Un día después de regresar de trabajar me encontré con mi esposa llorando en el sillón, sin preguntar me acerqué y la abrace, ya habían pasado tres meses de nuestra pérdida, y al tratar de consolarla, ella me dijo:

  • Estoy bien, solo que, al pasar al lado de la habitación de Lalito, creí escucharlo cómo estaba jugando, podía escuchar su risa y su voz.

Yo sabía que como madre le afectaba más que a mí, aunque yo fuera su padre, la conexión entre madre e hijo es más fuerte. Yo siempre quise verme fuerte para mi esposa.

Le pedí que me contara más sobre lo que había escuchado, me dijo que no quiso quedarse mucho al lado de la puerta, pues llego a pensar que su mente le estaba jugando una mala broma. Lo comprendí.

Esa misma noche, justo poco antes de media noche me levanté a tomar agua, tenía que pasar frente a la puerta del cuarto de Lalito forzosamente, así que me detuve unos segundos para escuchar, pero no pasaba nada.

Ya en la cocina mientras tomaba agua, tenía la costumbre de asomarme por la ventana para echar un vistazo a la calle. Fue cuando al abrir las persianas pude ver el reflejo de un niño que me observaba por detrás, inmediatamente volteé y no vi a nadie.

Me imaginé que aún traía la inquietud de lo que me había dicho mi esposa, por ello aún tenía en mente esa idea de Lalito. Regresé a la cama y justo al pasar al lado de su habitación, me quedé quieto por un momento, esperanzado de escuchar algo, más no sucedió nada, tome el picaporte y abrí cuidadosamente, todo estaba oscuro, las ventanas del cuarto permanecían cerradas desde el último día, así que prendí la luz y confirmé que todo estaba en su lugar.

A la mañana siguiente se me ocurrió comentarle a mi esposa lo sucedido con el cuarto, con excepción del reflejo del niño no lo creí prudente, pues para mí había sido mi imaginación, pero sobre el cuarto le recordé que vivíamos en departamentos y que era muy probable que se trataba de los vecinos de abajo pues tenían un niño más pequeño que Lalo.

Ni hablar del departamento de arriba, siempre había estado desocupado. Ella aceptó mi teoría, y pude ver como su semblante cambió nuevamente deprimiéndose. Pensé que quizás ella se había ya imaginado que Lalito había regresado con nosotros.

Sin embargo, para mi esposa fue más complicado hacerse a esa idea, pues ella me contó como el evento se había vuelto a repetir cuando yo estaba trabajando.

Mientras ella estaba sentada viendo el televisor escuchó ruidos provenientes del cuarto, se acercó a la puerta y escucho esas risas y voces de un niño, decidió bajar con los vecinos rápidamente y preguntar si el cuarto de su hijo se encontraba justo debajo del de Lalito.

Pero cuál sería su sorpresa que no había nadie, así que corrió al departamento de hasta arriba, quizás ya lo habían rentado y había alguien allí.

También se encontraba cerrado. Regresó al nuestro, corrió al cuarto de nuestro hijo y sin hacer mucho ruido pegó la cabeza en la puerta para escuchar, podía percibir murmullos, como si alguien hablara en voz baja, pero estos eran murmullos de un niño jugando en silencio.

Ella se emocionó tanto pues recordó cuando le llamábamos la atención al niño por jugar gritando, y luego bajaba tanto el volumen de su voz que apenas la podíamos escuchar pues hablaba en murmullos.

Fue cuando al llegar yo del trabajo me encontré a mi esposa en el sillón, pero ya no estaba llorando. Se encontraba contenta y con una sonrisa que ya había olvidado que tenía.

Desde luego todo lo anterior me inquietó, pensé que quizás ella estaba ya imaginándose cosas porque aún era muy reciente el duelo.
Esa noche, mientras mi esposa me servía un café, me pidió que por favor dejáramos la luz encendida de la sala, y también la del cuarto de Lalito, él le temía mucho a la oscuridad, yo no quise discutir ni mencionar nada, y así accedí.

No sé qué sucedió esa noche que por fin después de tanto tiempo, pude dormir más tranquilo, quizás había sido haber visto a mi esposa feliz como antes lo que me hizo sentir que descansaría otra vez.

A la mañana siguiente, alguien tocó a la puerta, se trataba de mi vecina del departamento de abajo, quien muy molesta me pregunto que si era necesario que hiciéramos tanto ruido y tan tarde.

Mi esposa le comento que nosotros nos habíamos acostado muy temprano, a lo que la vecina argumento que alguien estaba haciendo ruido ya a media noche, como si estuviera arrastrando carritos de juguete en el piso.

Nuevamente, le comentamos que no fuimos nosotros y mientras yo me disculpaba con ella por si la llegamos a molestar, mi esposa fue corriendo al cuarto de Lalito.

Al abrirlo pudimos contemplar como los carros de juguetes estaban dispersos por el suelo, algunas pelotas estaban fuera de lugar. Me imaginé que algunas de ellas se pudieron haber caído de la repisa y golpeado el coleccionador de carros, haciéndolos caer.

¿Acaso no lo ves?- Me dijo mi esposa – Aquí estuvo Lalito, mi Lalito.
Esto ya me estaba preocupando, donde yo buscaba una respuesta más lógica, mi esposa estaba viendo algo ya fuera de lo común.

Algo tenía que hacer. Decidí llamar a mi suegra y ponerla al tanto, ella para mí siempre fue una persona muy recia y recta, me pidió que yo me encargara de guardar las cosas de su nieto mientras ella invitaría a mi esposa a quedarse unos días con ella, no tuve objeción, tenía que hacer algo por el bien de mi pareja.

Procuré buscar cajas en la casa, solo me hacía falta la cinta adhesiva, y al buscar en la cajonera donde teníamos la papelería del hogar, encontré un medicamento que me llamó la atención.

Hace un par de meses mi esposa no podía dormir, a lo que el psiquiatra le había recetado pastillas, las cuales la relajaban completamente.

No se las termino, de hecho, recordé que solo se había tomado 1 de la cartera de 10, pero ahora le faltaban otras dos. Mi mente se dejó ir, me imaginé a mi esposa poniendo esas dos pastillas al café que me había servido el día anterior.

Por ello había dormido tan plácidamente el otro día, y era ella quien se había levantado en la noche al cuarto de Lalo. He de aceptar que haber pensado en esto me incomodó demasiado, confiaba en mi esposa, pero me preocupaba su salud.

Mientras metía el cajón en su lugar se me cayó la cartera de medicamentos al piso, y por querer agarrarla en el aire se fue por debajo del sillón de la sala.

Me acerqué ya algo frustrado, me asomé por debajo, y vi el medicamento, solo tenía que meter la mano para tomarlo, me remangué las mangas de mi camisa, al agacharme vi que era necesario meter más el cuerpo, metí mi brazo hasta el hombro a lo que tuve que voltear mi cabeza en sentido contrario y tantear donde estaba la medicina pues no la podía ver y justo cuando la estaba tocando, pude sentir que otra mano me apretó mi mano fuertemente, me exalté y rápidamente saqué el brazo.

Fue todo en un instante, cuando escuche que alguien se reía en el pasillo y corría hacia el cuarto de Lalito azotando la puerta. Lo había escuchado bien, había sido la risa de un niño.

Claramente, se podía escuchar como alguien jugaba con carritos, hacía botar canicas y se reía. Esto me dio bastante miedo, y justo al estar frente a la puerta de mi hijo, esta se abrió lentamente, el picaporte giro lento y se abrió unos centímetros.

Por debajo de la puerta pasó una canica blanca llegando hasta mis pies. Algo la había empujado desde adentro. No me atreví a quedarme más allí, rápidamente tomé mis llaves y salí corriendo del Departamento. ¿Qué había sido aquello?, todo había sido muy real que aún tenía la piel de gallina.

Llegué a la casa de un compañero de la oficina, a él le tenía tanta confianza que le conté todo lo sucedido, fue cuando él optó por recomendarme comprar un perro, si se trataba de algún duende que estuviera haciendo travesuras, el perro lo ahuyentaría y nos dejaría en paz. No tenía nada que perder.

Decidí regresar al departamento ya con mi esposa, conseguimos un perro, no muy pequeño, pero si de mediana estatura, al cual llegamos a llamar Royer.

No quise preguntarle a mi esposa sobre las pastillas y menos contarle de lo sucedido, sin embargo, cuando me cuestionó sobre el perro, le dije que era una recomendación por parte del psiquiatra para retomar nuestras vidas cuidando de otro ser vivo.

Sin embargo, cual sería nuestra sorpresa que al llegar al departamento un aviso de parte de mi vecina se encontraba pegado en la puerta.

Vecinos
De la manera más atenta, les pido que guarden silencio por la noche, de otro modo tendremos que llamar a la policía.
Había estado fuera del departamento durante varios días, aquello que estaba dentro había hecho mucho ruido durante nuestra ausencia.

Le terminé diciendo a mi Esposa que estaba moviendo unos muebles, por ello era probable que sea por eso la molestia de la vecina.

Al entrar a la casa, todo se veía en orden, sin embargo, el cuarto de Lalito estaba cerrado. Dejé a Royer en el pequeño patio, lo dejaría entrar a la casa en la noche, por si algo nuevamente llegase a pasar.

Esa noche, mientras descansábamos escuche como alguien caminaba en el pasillo, pensé que se trataba de Royer, pero más que nada eran pasos de alguien con zapato.

Acto seguido escuche como alguien rebotaba una pelota, pensé que los vecinos en cualquier momento subirían con la policía, por ello me levante rápidamente y al abrir la puerta pude ver cómo le aventaban la pelota a Royer para que este fuera por ella. Sea lo que haya sido, allí estaba aún.

  • No sé quién eres – Dije a la plena oscuridad del pasillo – ¡Pero necesito que te vayas! – No recibí respuesta, todo estaba en silencio, pensé que por fin aquello se había ido.

Royer me veía atento, no le hice caso y al darme la vuelta para regresar a mi habitación, frente a mí había un niño, tenía cabello corto, los ojos no se los pude ver pues eran dos órbitas oscuras, abrió la boca y gritó varias palabras, pero la que más recuerdo fue haber escuchado decir MAMÁ.

El Más Allá Historia De Terror

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Aquello se desvaneció frente de mí, en ese instante fue mi esposa quien salió rápidamente de nuestro cuarto. Me pregunto que había sido aquello, le comenté que aquel ruido provenía de la calle, sin embargo, yo por dentro estaba temblando.

Regresamos a la cama, yo me sentía bastante intranquilo, por lo que le pedí a mi esposa que me abrazara. Al poco rato, pude escuchar como alguien caminaba alrededor de la cama, me ponía a pensar que se trataba del perro, habíamos dejado la puerta de la recámara abierta y el perro se había metido, pero nuevamente eran pasos de alguien, como si tuviera zapatos.

Sentí algo en mis pies, alguien los tocaba, abrí los ojos y al asomarme al pie de mi cama, pude observar como un niño me sonreía, me quedé mirándolo fijamente, ya estaba aquello frente a mí, y tenía que ponerle un fin a todo esto.

¿Quién eres? – Recuerdo bien haberlo dicho temblando, a lo que ese niño no paraba de sonreír.Solo quería jugar un ratito– El niño se desvaneció frente a mis ojos.

Mi esposa se despertó y me encontró llorando en cuclillas sobre la cama, me di cuenta de que había olvidado a nuestro hijo, como era y quien era, que por más razón y lógica que le buscaba a las cosas que nos ocurrían, no aceptaba que se trataba de él quien quería seguir jugando.

Esa noche, lloré todo lo que no llore durante el funeral de mi hijo y hasta la fecha.
Me duele decirlo, pero los sucesos paranormales fueron siendo cada vez menos. De vez en cuando al llegar del trabajo, traigo un carrito nuevo y lo meto al cuarto.

Mi esposa abrió ya su habitación dejando entrar también la luz. Y siempre por las noches nos despedimos de él, y le recordamos que no juegue tan tarde.

Me gusta creer que de algún modo él me contesta y nos hace caso.
Hasta hace un par de días, mi esposa me comento algo que me sorprendió. Me preguntó que por qué había metido Yo las pastillas para dormir a su bolso.

Solo sonreí, me di cuenta de que no era el único que se preocupaba por ella.
Parece irreal que varias cosas que creemos que son reales, resulta que no lo son. Y aquellas cosas que no deberían pasar, están sucediendo con intervención alguna pues es en todo el Mundo donde se desarrollan historias que parecieran ser difíciles de creer.

Son situaciones que se salen de lo común por ello he querido contarles mi experiencia que viví con mi hijo y mi esposa.
 
Autor: Lengua De Brujo
Derechos Reservados

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