El Anillo Historia De Terror 2024

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El Anillo Historia De Terror 2024

El Anillo, Historia De Terror… El momento de mi pedida de mano fue algo mágico. Tenía saliendo con mi esposo cuatro años, ya habíamos hablado de matrimonio así que le había pedido que hiciera de ese momento algo especial pues sería un recuerdo para toda la vida. Así pasó, fuimos un fin de semana a la playa, porque insistí mucho y Hugo aprovechó el momento para pedirme matrimonio ayudado por el personal del hotel.

En una cena a la luz de las velas en el restaurante, me dio un anillo hermoso y la promesa de unirnos para siempre. Pasamos ese fin de semana muy contentos, estábamos emocionados con los planes, comenzamos a imaginar cómo sería vivir juntos, así como detalles que nos gustaría tener el día de nuestro enlace. 

El anillo era una maravilla, me encantó más al vérmelo puesto que en el momento de recibirlo en mi dedo. Al verlo bien era una preciosa pieza de aro delgado color amarillo, la piedra era de forma cuadrada y estaba sostenida como en flor dejando esa piedra muy brillante justo en el centro.

Era hermoso, no había soñado con tener algo tan bonito en mi dedo para presumir que iba a casarme, para mostrarle al mundo que por fin iba a estar con el amor de mi vida. Me sentía en el sueño de las princesas, no creía lo que me pasaba de la felicidad.

De regreso nos tocó un retraso de dos horas al salir porque una de las llantas de su carro se ponchó a unos cuantos metros del hotel. Eso lo tomamos como un mal menor, nada podía opacar nuestra felicidad. Llegamos a su casa primero, dimos la noticia a sus papás, ellos me invitaron a quedar un rato para poder hablar de los detalles de la entrega del anillo en la playa.

Unas horas después llegamos a mi casa, desgraciadamente los problemas nos esperaban. Mi mamá estaba furiosa, me reclamaba a verme ido sin pedir permiso, tampoco habían llegado sus mensajes a mi celular, pero ella no quiso saber nada. Hugo intentó tranquilizarla, le dijo que habíamos pasado por unos detalles con el carro pero que quería platicar con ella para contarle sobre nuestro compromiso.

Contrario a todo lo que imaginé mi mamá no accedió a saber nada, corrió a mi novio y comenzó una pelea absurda entre las dos hasta que mi papá llegó de una reunión con sus amigos. Mi papá se alegró por mí, él también estaba feliz pero no quería contradecir a mi mamá, así que simplemente dejó que ella siguiera repitiendo una y mil veces lo mismo.

Reclamaba que él no era una buena persona porque se le había ocurrido hacer las cosas sin el permiso de ellos y además me había traído a altas horas de la noche sin avisar nada, pues ella consideraba que tenía derecho a saber dónde estaba yo porque no había avisado si había llegado con bien del viaje.

Tras unos días el asuntó se enfrío y pude llegar a arreglos con ella, quien confesó no saber por qué se había descontrolado de esa manera. Ambas lo atribuimos a un descontrol por la noticia, quizás no estaba lista para saber que su única hija iba a irse pronto de la casa.

Todo quedó en una anécdota algo feliz, porque nos comenzamos a burlar de la forma en que ambas estábamos reaccionando. Así pasaron los días, la fecha fue fijada justo un año después de que me diera el anillo. Sin decirme, él ya había estado ahorrando dinero desde antes para poder hacer un festejo grande, algo que implicaba que podría hacer que la boda de mis sueños fuera realidad.

Para no perder tiempo, y por la emoción, lo primero que fui a ver eran los vestidos. Llevé a mi mejor amiga conmigo para decirle que ella sería mi dama de honor, la situación se salió de control y pasamos una tarde terrible porque ella rechazó el ser dama de honor.

Jamás había escuchado ni sabido de una amiga tan cercana a la novia que rechazara tal cosa. Ella me argumentó que no tenía dinero, que iba a ser muy agotador, además ella no podía tener una responsabilidad más porque sentía que iba a morir de cansancio.

Al parecer no me estaba contando toda la verdad en ese momento a pesar de que así lo creí, pues después supe que ella estaba teniendo problemas con su esposo hasta el punto de que se separaron. No sé si empezó en ese momento o antes a tener esos problemas, pero comenzó a estar alejada de mi cada vez más y no me lo tomé muy bien.

Discutimos varias veces antes de que ella decidiera bloquearme en todos lados. Tras una oleada de mucho trabajo había decidido mantenerme enfocada solo en eso, dejé de lado mis preparativos para la boda y sin darme cuenta habían pasado dos meses.

Comencé a sentir mucha presión por no saber por dónde empezar a acomodar todo. Tanto mi suegra como mi mamá se ofrecieron a ayudarme, pero no respetaron cosas que había dicho que quería o que no quería en el evento y hasta el final de la boda me di cuenta.

Mi sueño de boda estaba a punto de convertirse en una pesadilla. Poco a poco los factores para el desastre comenzaron a presentarse. En mi trabajo renunció la jefa, un familiar del dueño tomó su lugar y aquel hombre además de no saber nada de administración, era un dolor de cabeza por su actitud inflada, se creía mejor que todos.

También durante una cita para ver un lugar de eventos perdí completamente la compostura y estuve a punto de golpear a mi prometido. Eso fue a medio año de casarnos. Fuimos a un lugar que nos había recomendado el mejor amigo de Hugo, Alex.

Primero nos perdimos de camino por no poner atención, veníamos discutiendo que él no había hecho nada de su parte para los arreglos de la boda, él me decía que solo le mostrara opciones de lo que yo quería y me ayudaba a elegir.

Cosas que le pasan a todos los que se van a casa, pienso que eso era, pero puedo jurar que nunca habíamos tenido tantas diferencias que durante la época de compromiso.

Perdidos por una hora extra, llegamos y no podían darnos todo el recorrido del lugar. Harta me comporté de la peor manera. Maltraté a la persona que nos estaba explicando que tendríamos que cambiar la cita si queríamos ver todo el lugar porque pronto sería la hora de la siguiente pareja.

En medio de mi caos me puso de peor humor que Hugo se veía indiferente. Estaba tranquilo, aceptaba todo, aunque le decían que iba a ser difícil agendar pronto otra cita, él simplemente ignoraba mis peticiones y decidió dar por terminada la cita.

Al momento de alejarse le grité que, si ya estaba contento, porque yo estaba segura de que él no quería casarse. De la nada, sin siquiera haber tenido ese sentimiento o pensamiento antes le grité que yo estaba segura que él no quería casarse conmigo.

Los empleados intentaron calmarme, le pidieron a Hugo que regresara para conducirnos a un espacio donde pudiéramos hablar un poco para tranquilizarnos. Hugo jamás había sido una persona que alzara la voz a gritos, pero en ese momento lo hizo, comenzó a reprocharme cada pequeña cosa que le molestaba de mí. Me puse a llorar sin hacer caso al personal que nos intentaba calmar.

Al momento de acercarme a mi prometido para darle una cachetada, miré mi reflejo en un gran espejo que adornaba la entrada hacia el jardín. Ahí vi una sombra de una mano tomándome del hombro. Y podrían pensar que vi aquello por todo lo que estaba sintiendo, pero no es así porque hubo más testigos de eso.

La chica que intentaba convencerme de ir a la sala de descanso y la señora que ayudaba a un joven a detener a Hugo para que no se fuera, miraron ese reflejo. Todos nos quedamos pasmados. Hugo no supo que pasó y comenzó a preguntarnos, miró en la dirección a donde mirábamos todos, pero él no logró ver nada.

Salí de ahí en shock, el enojó se fue de pronto hilé mi sensación de estrés constante con el dolor punzante de mi hombro derecho, que era justo el lugar donde vi brevemente aquella delgada mano negra. Era una especie de mano sombra que me tocaba.

Tras pasar ese incidente, las cosas empeoraron. Increíblemente en algún punto comencé a perder cabello, no me di cuenta hasta que mi estilista me dijo que tenía una gran zona de la cabeza con un pedazo completamente sin cabello. Era horrible.

La ansiedad se apoderó de mí y terminé yendo al servicio de psicología que daba la empresa. Comencé a tomar pastillas para poder estar tranquila. Hasta este punto, todos con los que platicaba me decían que era normal sentir tanto estrés, pues a muchas novias les pasaba, pero créanme cuando les digo que sentía que no me sentía yo misma.

Me veía en el espejo demacrada, siempre estaba cansada, explotaba de todo. Lo peor era que Hugo también comenzó a cambiar, su carácter se volvió impredecible. A veces nos veíamos y era el de siempre, pero otras veces se enojaba fácilmente.

Comenzó a subir de peso aceleradamente, se veía más viejo, unos cinco o seis años más grande que su edad natural. Ambos sentíamos que las diferencias nos consumían, pero tampoco cancelábamos la boda o nos sentábamos a hablar.

Seguimos con los preparativos peleándonos por cada detalle, nuestras madres manejaban a su antojo todo sin pedirnos permiso. El punto de quiebre fue cuando comencé a soñar cada noche que Hugo me era infiel. Soñaba casi siempre lo mismo, aunque fueran diferentes lugares, como una casa, un parque, algún jardín.

La constante era que yo encontraba a Hugo, después de buscarlo por largo rato, besando a una mujer delgada de largo cabello negro. Ella siempre era la que me miraba llegar, sus ojos me daban miedo, parecía que decían que estorbaba. No veía la cara de Hugo, pero sabía que era él, así que terminaba gritando barbaridad y media a los dos. Despertaba llorando o con la sensación del estrés carcomiéndome los hombros por la rigidez.

Así llegó el mes anterior a la fecha de la boda. Nos íbamos a casar en octubre y en septiembre fui a probarme el vestido para ver si los ajustes estaban bien. El vestido era otro, los cambios no eran para mí, no me quedaba bien y tampoco era del color exacto que yo lo había pedido.

Eso fue el colmo, tras un drama de novela que desaté en boutique me encerré a llorar en el carro dos horas mientras mi mamá me esperaba afuera pacientemente. Cuando alcé la vista, cansada de llorar en el asiento trasero del carro, abrí la puerta para decirle a mi mamá que estaba mejor, pero ella dio un grito tapándose la boca con ambas manos.

Después volteó a ambos lados mirando si alguien la había escuchado, después me pidió que saliera del carro. No dejó que me saliera normalmente, me jaló de un brazo sacándome con rapidez. Miraba el interior del carro un y otra vez, después se dirigió a mi diciéndome que no me asustara, cosa que me asustó más.

Me dijo que cuando me moví para hablarle, alcanzó a ver como la cara de una mujer que se asomaba entre las cosas que teníamos para la boda en la parte de atrás. Ahí estaban los centros de mesa junto con otras cosas más, pero entre ellas había visto en el piso del carro la cara de una mujer asomándose para luego desaparecer.

El Anillo Historia De Terror

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Me quedé helada. No sabía qué pensar, tenía tantas cosas en la cabeza y a pesar de que creí que no podía sentirme peor, en ese momento recibí una llamada del papá de Hugo. Él había tenido un accidente en la fábrica.

Mi mamá de inmediato se metió al carro, ella tomó el volante para evitar que yo manejara y salimos en segundos del estacionamiento de la boutique. Cuando llegamos, su papá estaba con él en el cuarto donde le acomodaban el hombro.

Había caído sobre él una caja que estaban acomodando los almacenistas, al parecer la grúa había tenido un fallo quedando de tal modo, que se deslizó la caja de lado cayendo donde estaba Hugo revisando unos papeles con otros empleados.

Afortunadamente no había pasado a mayores el accidente, él estaría bien en un mes tras la revisión y los medicamentos para desinflamar. Me olvidé de todo, él tenía una actitud dulce conmigo, yo recobré mi carácter en ese momento. Solo dediqué a atenderlo, a cuidarlo, me desviví por él y él lo notó.

En ese momento ambos tuvimos la idea de aplazar la boda, pero nos recomendaban nuestros padres que hiciéramos lo posible por llevarla a cabo porque ya se habían liquidado muchos de los pagos por diversas cosas. Pedí los días de mis vacaciones para estar con él, me fui a quedar a la casa de sus papás para estar al pendiente y afortunadamente comenzamos a llevarnos mejor, hablábamos más, comenzamos a recordar por qué queríamos al otro.

Pero no fue de la nada, hubo un factor determinante que provocó el cambio y eso era que el anillo se me había caído por el bajante de la tarja donde lavaban los platos. Al momento de ir a la casa de Hugo para atenderlo porque sus papás tenían trabajo, sobre todo su papá que estaba en otro estado, comencé a encargarme de limpiar y recoger las cosas para no dejar desordenada la casa.

Lavando todos los trastes que usé para preparar la comida sentí cómo ya no tenía el anillo puesto. Primero creí que me lo había quitado, comencé a revisar en la cocina, pero no lo encontré. Cerré la llave del agua y llamé a un fontanero. No podía hacer más.

Fue una odisea sacar ese anillo de la tubería, después de muchas molestias pudo encontrarlo el fontanero, pero el anillo estaba tan sucio, olía tan mal, que decidí mandarlo a limpiar. Desde el momento que se me perdió el anillo, hasta que me lo regresaron del servicio de limpieza, habían pasado solo cinco días y en ese tiempo todo se había arreglado e incluso dormía de maravilla, sin tener más pesadillas sobre infidelidades.

Al quinto día, Hugo y yo fuimos a recoger el anillo de compromiso aprovechando que recogimos nuestras argollas de matrimonio. Al ver el anillo brillante en su cajita, pensé que querría ponérmelo de inmediato pero una sensación de incomodidad no me permitió hacerlo. Me fui callada todo el trayecto de regreso a la casa, manejé pensando cómo le iba a explicar a mi prometido que no quería usar el anillo.

Al llegar a la casa, cuando nos sentamos en el comedor a hacer los recuentos de los preparativos, ambos llegamos al mismo punto en común. Él me pidió que no usara el anillo de compromiso, me interrumpió para pedirme eso justo cuando yo estaba buscando las palabras para decirle sobre mi incomodidad al usar el anillo.

Al confesarnos esto, entendimos que por alguna razón parecía que toda la mala suerte que tuvimos la sentimos ligada a ese anillo puesto en mi dedo. Estábamos platicando las situaciones de los últimos meses que nos habían dejado muy mal, cuando llegó el papá de Hugo con sus maletas.

Nos saludó con mucho entusiasmo diciéndonos que ya podía tomarse unas vacaciones, pero alcanzó a escuchar un poco de lo que platicábamos sobre el anillo y nos preguntó si podíamos contarle todo ese asunto.  Lo hicimos y esa historia llegó a oídos de mi suegra quién nos dijo que iba a contactar a una amiga suya para platicar con nosotros.

De esa manera terminamos en el consultorio de Teresita, una señora que hacía terapias con aromas y masajes para ayudar a mejorar los síntomas de algunas enfermedades. Ella era una amiga cercana de mi suegra, pero más que una masajista era una señora que decía podía ver el mundo espiritual.

Ni siquiera tuvimos que decirle nada, ella nos condujo a una pequeña sala que tenía en su casa, pues su consultorio estaba en su misma casa. Ahí nos pidió que le mostráramos lo que llevábamos en una bolsa de papel. Ahí estaba el anillo de compromiso.

Le dimos la cajita, no habíamos tocado el anillo para nada después de recogerlo de donde lo pulieron y limpiaron. Ella nos dijo que habíamos hecho bien en no tocarlo más. Nos dijo que ella tampoco podría tocarlo, que quizás ninguna otra persona con pareja podría hacerlo jamás porque aquel anillo tenía el espíritu de una mujer en él.

Una mujer muy violenta, llena de negatividad. Cuando dijo eso le conté de inmediato las veces que había soñado con una mujer estando con Hugo, también le mencioné sobre la mano y la cara que vio mi mamá. Ella le preguntó a mi novio si sabía la historia del anillo o si podía decirle dónde lo había comprado.

Hugo se disculpó conmigo de antemano por lo que iba a contarnos sobre el anillo. Yo sinceramente sentí que me iba a morir en ese momento, no sé por qué razón se me había ocurrido que aquel anillo había pertenecido a una exnovia muerta o algo así.

Afortunadamente no era nada de lo que yo pensaba, la realidad de cómo había obtenido el anillo, pero tampoco había sido de la mejor manera. Hugo nos contó que tenía tiempo buscando el anillo de compromiso ideal para mí, quería darme gusto así que había estado revisando algunas cosas que pensó me gustarían.

Había preguntado a mi mejor amiga si ella sabía cuál sería el modelo ideal, con el que yo había soñado siempre. Ella le mostró algunos, pero todos salían por mucho de su presupuesto, preocupado comenzó a buscar imitaciones, pero se estaba resignando a comprar algo similar solo para que fuera de mi agrado, aunque no me sorprendiera por completo.

Mi amiga le había dicho que ella tenía una compañera de trabajo que había trabajado en una casa de empeño, que le recomendaba que fuera con ella a ver unos modelos porque mientras trabajaba en el despacho, se daba tiempo de vender joyería pues había adquirido buenos contactos durante su tiempo en el monte de piedad. Hicieron una cita con esa compañera y fueron a ver la joyería que tenía a la venta.

Ella usaba su casa como el local de venta, así que llegaron ahí mi amiga, él y Alex, porque Hugo prefería no estar solo con ella para poder aclarar las cosas si alguien la veía con él.

Al llegar a la casa, se encontró con un enorme lugar. Esta chica tenía un espacio especial donde exhibía muchas de las cosas que vendía. Era todo barato, pero aseguraba que todo era original, el único detalle era que no podía darme un papel por la compra y solo aceptaba efectivo.

Al mostrarle todos los anillos se dio cuenta que entre ellos estaba aquel con el que podría haber deseado ser pedida en matrimonio, pero pensó que iba a desagradarme el tener algo que no podía asegurar de dónde había salido. Se resignó a no comprar nada ese día y se puse a esperar pacientemente que mi amiga terminara de elegir algo para ella.

Alex había comenzado a decirle que lo comprara, que no tendría que decirme de dónde había sacado ese anillo porque hasta iba a pensar que era de imitación. Tengo que admitir que desde el principio había pensado que no era un diamante la piedra, era feliz porque era muy lindo, justo como me gustan los anillos. Al final Hugo le hizo caso a Alex y me compró el anillo, que fue realmente barato comparado al costo total que le había dado un valuador en un centro joyero.

Tere estaba sorprendida de tal historia, nos dijo que por eso es peligros comprar cosas que no sabemos de dónde vienen. Hay cosas que no podemos imaginar que existen, pero existen y ahora la maldición de una mujer se encontraba encerrada en un anillo de compromiso que posiblemente había estado ligada a ella en vida.

Ahí pudimos imaginar que quizás ella había sido muy infeliz en su matrimonio, por eso buscaba la forma de vengarse con quienes tuvieran el anillo. Por esto nos recomendaba que no investigáramos nada, porque nada iba a cambiar, tampoco regresarlo a quién lo había vendido pues no podía imaginar causarle dolor a otra persona solo por deshacerse de ese objeto. Nos recomendó llegar el anillo como una ofrenda a la catedral, nos indicó con quién ir porque ese padre sabía exactamente qué hacer con ese tipo de objeto.

Raramente pasó todo cómo nos lo había contado Teresita. Llegamos a la sacristía preguntamos por el padre y él aceptó la caja sin hacer preguntas, solo nos pidió que pasáramos a recibir la comunión en la siguiente misa. Después de eso nada malo pasó, quizás solo pequeñas peleas por que la boda no salió como esperábamos, pero logramos casarnos sin más contratiempos. Hugo se recuperó bien de su hombro, yo dejé de tener pérdida de cabello y pesadillas. Nuestras vidas regresaron a la normalidad.

Cuando pienso en esto, a veces siento que fue una invención, como si hubiera inventado toda una historia para hacerme la vida más dramática o que vi una película, pero realmente puede pasar. Lo peor es desconocer lo que hay detrás de los objetos cargados de energía oscura pues nunca sabemos la intención con que alguien lo usó o mandó a hacer y al momento de llegar a nosotros nos golpean con toda su maldad solo con el fin de apagar la luz a su alrededor.

Autor: Patricia González

Derechos Reservados

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