El Teléfono Historia De Terror 2024
El Teléfono Historia De Terror… Uno de mis más claros recuerdos de mi juventud, es que, sobre todas las cosas de este mundo, mi mayor deseo y meta en la vida, era poder tener un teléfono celular. Es una necesidad que hoy en día es casi universal, pero hace algún tiempo atrás, cuando yo tenía 15 años, no todos los jóvenes tenían el privilegio de tener un teléfono móvil.
En mi familia, no había suficiente dinero para comprar uno, recuerdo que incluso un día le propuse a mi papá que estaba dispuesto a que no me regalara nada en mis siguientes tres cumpleaños, si con eso pudiese tener un teléfono celular.
Sin embargo, mi padre me respondió que, aunque tuviera el dinero para comprarnos a todos teléfonos celulares de última generación, no lo haría, pues no estaba dispuesto a permitir que sus hijos pasaran todo el día pegado a una máquina que pudriría nuestros cerebros y que probablemente nos daría cáncer, así es, mi padre era el tipo de persona anti tecnología que creía que los aparatos daban cáncer, esa era la única razón por la que en casa no teníamos un microondas, así que al darme cuenta de que no podría obtenerlo de manera fácil, decidí trabajar para poder juntar el dinero suficiente, de esa manera, papá no podría negarme la oportunidad, pues papá también era de la idea de que si lo compraste con tu propio dinero ganado honestamente, entonces él no tenía poder sobre él.
Pasé varios meses trabajando duro en todo lo que podía conseguir. Limpieza de jardines, repartidor de volantes para negocios, ayudante de algún comerciante local, cualquier trabajo que me permitiera ganar algo de dinero. Sin embargo, aunque trabajé tanto tiempo y de una manera muy dura, el dinero que conseguí no me daba para el teléfono que yo había visto en la tienda, no sé si a mi madre le dio algo de pena mi situación, pero me dijo que una amiga suya vendía teléfonos en el tianguis y talvez ahí podía conseguir uno más o menos como yo lo quería y más barato.
Así que esperé hasta el domingo, que era el día en el que el tianguis se ponía en mi comunidad y le pedí a mi mamá que me acompañara a comprarlo, supuse que al ver a mi mamá conmigo, me darían un buen precio. Para ser del todo honestos, al principio me decepcioné un poco, pues todos los teléfonos que me mostraban estaban o muy maltratados o tan viejos que sería el hazmerreír de la escuela si llegaba con un teléfono que solo servía para hacer llamadas, cuando de repente lo vi. No era uno de última generación, pero si era de una marca reconocida, que no mencionaré, pues no se si YouTube lo permita, además tenía lo que necesitaba: una pantalla táctil, una cámara, conexión a internet y algunas aplicaciones interesantes.
Lo tomé bastante triunfante del montón, su carcaza, era transparente, con un estampado lleno de corazones y la palabra “amor” por todas partes, no era nada que no se pudiera arreglar quitándole la carcasa y comprando una a mi gusto, le pregunté el precio y me faltaban cien pesos para poder comprarlo. Supongo que mi madre vio mi cara de decepción y me dijo que ella pondría lo que faltaba, siempre y cuando no le dijera a papá o a mis hermanos, y la amiga de mi mamá me dijo que por ser cliente nuevo me dejaba escoger la carcasa que más me agradara, no había mucho de donde escoger, pues, aunque me gustara, no le quedaban al modelo del teléfono, por lo que me tuve que conformar con una carcasa totalmente negra.
Le agradecimos y nos fuimos. Yo pasé prácticamente el resto del día y toda la tarde, obsesionado con ese teléfono, ni siquiera me importó, cuando mi papá dijo que por el precio en el que yo lo conseguí, seguramente debió ser robado, y que, si el dueño lo reportaba, el no abogaría de ninguna manera para ayudarme, que eso me enseñaría una lección sobre las compras responsables.
Cuando llegamos a casa corrí con mi amigo que vivía en la casa de a lado, pues no solo él también tenía teléfono celular, sino que su papá era un amante de la tecnología y tenían servicio de internet, y él me había prometido que, de conseguir mi teléfono, él me pasaría su contraseña para poder conectarme, esa noche me quedé dormido instalando aplicaciones para mi nuevo teléfono.
Pero esa misma noche, algo extraño sucedió. Mientras dormía, el celular comenzó a timbrar recibiendo una llamada, de manera automática lo contesté. Sin embargo, al otro lado de la línea, sólo se escuchaba pura estática, como cuando intentas captar una señal con el radio, pero no teniendo éxito, lo más extraño fue que al ver el número que aparecía en la pantalla, era el mismo número del teléfono.
Supuse que era un error del teléfono y sin más colgué, lo puse en mi cómoda de ropa para que si mi papá entraba no viera que estaba en mi cama conmigo dormido y se enfadara por estar recibiendo esa radiación.
Pensé que solo se trataría de un caso extraño, pero único en mi vida, por lo que incluso por la mañana lo había olvidado por completo y no se lo conté a nadie, aunque a la madrugada siguiente, sucedió de nuevo. Y a la otra, y a la siguiente. Siempre a la misma hora de la madrugada, el celular sonaba y al contestar, sólo había estática. Empecé a pensar que tal vez era un problema técnico, un fallo en el teléfono o en la red, pero no podía entender por qué siempre era mi propio número el que aparecía en la pantalla.
Además, como lo había comprado en el mercado, no podía llamar a servicio al cliente para tratar de arreglar lo que en ese momento yo asumía que era un fallo. Me sentía incómodo e inquieto por esta situación, pero, aun así, no podía evitar contestar cada vez que sonaba el teléfono. Era como si algo me obligara a hacerlo, como si algo quisiera comunicarse conmigo. Pero no había nadie al otro lado de la línea, sólo la misma estática, cada vez más fuerte y estridente.
Después de algunos días, decidí apagar el celular durante la noche, para evitar que me molestara. Pensé que así, al menos, podría dormir tranquilo, pues a pesar de haber intentado ponerlo en vibrador, este parecía no funcionar y parecía timbrar de nuevo y como lo había comprado de segunda mano supuse que algún detalle debía de tener, así que pensé que esa sería la mejor solución. Pero esa misma noche, algo aún más extraño sucedió. Me desperté en medio de la noche, sintiendo una extraña presencia en mi habitación. Miré a mi alrededor, pero no había nada fuera de lo común. Entonces escuché un sonido que me hizo saltar de la cama: el sonido de un mensaje entrando en mi teléfono.
De alguna manera que desconocía, el teléfono se había vuelto a encender y estaba recibiendo mensajes, no voy a mentir, al principio si me asusté, aunque después de pensarlo por un momento pensé que mis hermanos menores lo habían tomado sin mi permiso para jugar, ya los había atrapado antes tratando de hacerlo, así que, que lo hubiesen encendido y después lo hubiesen puesto en su lugar aun prendido, tenía mucha lógica. Miré hacia el aparato y vi que la pantalla se iluminaba, mostrando una serie de mensajes, todos provenientes de mi propio número. Había más de cien mensajes, todos con la misma frase: “encuéntrame”. Me estremecí al leerlos, sin entender lo que estaba sucediendo. ¿Quién estaba enviándome esos mensajes, desde mi propio número de teléfono? ¿Qué significaba?
Al día siguiente le pregunté a mi vecino, qué creía que podría tener mi teléfono, pensé que podría tratarse de un virus por haber descargado tantas cosas del internet, pero el me respondió que no estaba del todo seguro de lo que le podría estar sucediendo, y me dijo que lo formateara solo para estar seguro, así que lo hice y solo descargué juegos que mi amigo ya tenía y que no le habían hecho daño a su teléfono.
Sin embargo, eso no sirvió de nada, y además de eso, comencé a tener sueños muy extraños y me atrevería a decir macabros en los que había una chica en una casa abandonada, se veía muy golpeada, le sangraba la frente y tenía el cabello todo alborotado y estaba llorando. Recuerdo que después de tener estos sueños casi a diario por casi dos semanas, en uno de estos sueños comenzaba a escuchar el timbre del teléfono y entreabrí los ojos, solo para ver a la chica de mis pesadillas parada justo a un lado de mi cama, lancé un grito ahogado y sin saber cómo, de un salto ya estaba levantado y aun lado del apagador de la luz, lo encendí, pero no había nadie en mi cuarto.
El Teléfono Historia De Terror
Solo el teléfono, el cual seguía recibiendo llamadas y mensajes de mí mismo número, decidí apagar el teléfono de nuevo y además de eso recuerdo que me metí papel de baño a las orejas con la esperanza de no escuchar nada el resto de la noche, algo que pareció funcionar, sin embargo, cuando me desperté al día siguiente, vi que de nuevo el teléfono estaba encendido y el mismo estaba lleno de cientos de llamadas perdidas y varios mensajes de mi propio número que decían “encuéntrame”.
Intenté volver a consultar a mi vecino y a su papá, sin embargo, como ya les había pedido mucha ayuda, cada vez sus respuestas eran más vagas y con menos intención de encontrar una solución y más para que lo dejara de molestar de una vez y lo llevara con un técnico real, pero yo tenía miedo de que supieran que era robado y me lo quitaran, pues a pesar de todo lo extraño que le ocurría durante la madrugada, por la mañana era un teléfono demasiado funcional. Así que decidí que era mejor no contarle a nadie lo que estaba sucediendo.
Las llamadas y mensajes seguían llegando todas las noches, y ya no podía dormir bien. Mi mente se llenaba de pesadillas y pensamientos oscuros, y cada vez me costaba más distinguir la realidad de la fantasía. Incluso cuando estaba despierto, sentía que algo me observaba constantemente, como si algo o alguien estuviera esperando el momento adecuado para atacar.
Intenté todo lo que se me ocurrió para detener las llamadas y los mensajes. Apagué el teléfono, lo escondí, incluso traté de cambiar de número, pero nada funcionó. Cada noche, sin excepción, las llamadas y los mensajes seguían llegando, incluso comencé a olvidarlo apropósito en la sala de mi casa para así al menos poder dormir un poco, pero sonaba tan fuerte que mi papá me dijo que, si no ponía mis alarmas en silencio, lo estrellaría contra la pared y no volvería ni siquiera a encender.
Comencé a buscar en internet respuestas a lo que me estaba sucediendo. Busqué en foros y páginas web de horror y fantasmas, tratando de encontrar alguna explicación para lo que estaba viviendo. Finalmente encontré algunos relatos de personas que habían pasado por experiencias similares. Algunos hablaban de espíritus atrapados en el mundo de los vivos, otros hablaban de maldiciones y venganza, aunque muy pocos eran celulares, las historias eran más con algo antiguo o cosas por el estilo, y aun las que incluían aparatos electrónicos ninguna parecía asemejarse a mi situación.
Pero después de varios días de búsqueda, me di cuenta de que no había una solución fácil. Cada caso era diferente, y no había una respuesta única para mi problema. Decidí que lo mejor era tratar de vivir con esto lo mejor posible, esperando que en algún momento todo terminara.
Después de unas semanas más, en las que trataba de seguir con una vida normal, tratando de aparentar que nada extraño estaba ocurriendo en mi vida, las cosas comenzaron a ponerse aún peores. Además de las llamadas y los mensajes, comencé a escuchar ruidos extraños en mi casa. Golpes, rasguños, incluso voces susurrando mi nombre. A veces me despertaba en la noche con la sensación de que alguien estaba respirando en mi oído, pero al voltear no había nadie.
La casa comenzó a sentirse cada vez más fría y oscura. Me costaba trabajo dormir, comer o concentrarme en cualquier cosa. Sabía que algo estaba mal, pero no sabía cómo solucionarlo. Y además de eso mi familia comenzó a notarlo también, mis hermanos menores aseguraban haber visto a una chica como de mi edad caminando por la casa, eso era extraño porque mi madre era la única mujer en esa casa, y aunque al principio mi papá pensó que yo estaba metiendo a alguien, rápidamente lo descartaron cuando fui a pasar la noche a casa del vecino y mis dos papás la vieron en la cocina, aunque, a decir verdad, nunca nos contaron exactamente que vieron, solo nos dijeron que la vieron.
Recuerdo que en una ocasión mi vecino se quedó a dormir en mi casa, ambos tuvimos una pijamada normal y como no quería insistir con el tema, envolví el teléfono en varias playeras sucias con la esperanza de que no se escuchara si era que volvía a sonar en la madrugada, y le dije a mi amigo que no podía usar mi teléfono antes de dormir porque mi papá me lo tenía prohibido por la radiación que él creía que soltaban esos aparatos, él lo entendió y me acompañó sin usar el suyo, nos quedamos charlando hasta que los dos nos quedamos dormidos.
Nunca olvidaré cuando entre sueños volví a escuchar de nuevo ese infernal ruido del timbre de llamada, y cada vez se escuchaba más y más fuerte, recuerdo que ni siquiera abrí los ojos por la frustración que esto me causó, sin embargo, mi amigo gritó muy fuerte por el miedo. En ese momento abrí los ojos y vi con incredulidad el teléfono flotando arriba de mí, apenas y pude reaccionar cuando el mismo ya se había caído sobre mi cara y no dejaba de sonar, respondí y esta vez en lugar de estática, se escuchó del otro lado un claro “por favor, encuéntrame” que hasta mi amigo pudo escuchar.
No me quedo más remedio que contarle todo y como el mismo había visto el teléfono flotar ante sus propios ojos, no tuvo más remedio que creerme totalmente, recuerdo que dos días después, mientras estábamos en la escuela, él me dijo que talvez deberíamos de encontrar lo que sea que el teléfono quería, yo le dije que aun si supiéramos que era lo que quería, dudaba que él y yo pudiéramos hacer algo. Pero el me insistió, me dijo que talvez podría tratarse de un tesoro o algo por el estilo y que al menos el sí quería intentarlo.
En ese momento mi teléfono recibió un mensaje, primero pensé que era algún amigo, pues como dije antes, por la mañana funcionaba normar sin embargo eran dos mensajes de mí mismo número, uno decía el clásico “encuéntrame” pero el otro era una ubicación, la verdad yo estaba dudando mucho pero mi amigo no dejaba de decir que debíamos hacerlo y que sería muy divertido, era más que obvio que él no había sido atormentado por ese teléfono por todos esos meses, pero al final me terminó convenciendo de que sería bueno, y también me prometió que a la más mínima señal de problemas, daríamos media vuelta y volveríamos a nuestras casas.
Mientras más avanzábamos siguiendo el mapa, nos dimos cuenta de que nos estaba llevando a un barrio un poco peligroso, pero mi amigo me dijo que él sabía andar por ahí y que no nos pasaría nada, cuando llegamos, no podía creer lo que mis ojos veían, era la casa de mis sueños, en donde veía a esa chica siempre. A pesar de lo extraño y perturbador de la situación, mi amigo y yo decidimos adentrarnos en la casa abandonada. Al entrar, pudimos sentir el olor a humedad y a polvo en el aire, como si nadie hubiera entrado allí en años. Las paredes estaban cubiertas de grafitis y había muchos objetos extraños esparcidos por el suelo. En un rincón, vimos lo que parecía ser un altar improvisado, con velas derretidas y lo que parecían ser restos de animales sacrificados.
Mi amigo y yo nos miramos, le dije que el lugar no me gustaba y que quería irme en ese mismo momento de ahí, sin embargo, en ese momento mi teléfono volvió a sonar, rápidamente lo saque pensando que era mi mamá preguntándome por qué no había vuelto aun a la casa, pero en lugar de eso, vi en la pantalla a mí mismo número marcándome, intenté ignorar la llamada, pero en lugar de colgar se respondió sin que yo pudiera hacer nada al respecto.
Entonces fue cuando escuché a la misma voz que me había estado atormentando desde hace tiempo que decía que estaba arriba. No sé qué diablos le pasaba a mi amigo en aquel entonces pues sin siquiera detenerse a pensar un poco en ello, se fue corriendo escaleras arriba y yo por el miedo a quedarme solo lo seguí también. Ninguno de los dos estábamos listos para ver lo que vimos, en una de las habitaciones estaba el cuerpo de una chica en un estado de descomposición tan avanzado que no pude evitar vomitar.
Ni siquiera se podía ver bien su rostro por lo hinchado que estaba, asumimos que era una chica por su cabello largo. Pero lo peor vino cuando escuchamos pasos abajo, y voces de hombres que decían que alguien había entrado y que fueran a ver si seguíamos ahí, por suerte mi amigo logró abrir una ventana, nos dimos un fuerte golpe tratando de bajar del techo, pero el miedo y la adrenalina era más y no paramos de correr hasta que estuvimos a salvo en nuestra casa.
Cuando nos tranquilizamos hicimos una llamada anónima a la policía y al menos entre nosotros rara vez se tocó el tema de aquella traumática tarde, un día le pregunté a la amiga de mi mamá si sabía algo del teléfono, pero me dijo que lo compró en un lote con otros teléfonos, así que no sabía de dónde venían con exactitud, nunca supe el nombre de la chica o si al final pudo tener un entierro digno o si esos hombres fueron quienes le hicieron eso tan horrible, pero me gusta creer que sí, pues desde ese día, no volví a recibir llamadas o mensajes de mí mismo número y jamás volvimos a verla en la casa, yo realmente siempre he esperado que su alma haya logrado descansar en paz.
Autor: Liza Hernández.
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