Mi Compañero De Celda Historia De Terror 2023

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Mi Compañero De Celda Historia De Terror 2023

Mi Compañero De Celda, Historia De Terror… Era domingo 4 de agosto, una fecha que nunca olvidaré, fue en ese momento donde recuerdo que llegaron un gran número de patrullas buscando al culpable del crimen que claramente había cometido días atrás.

El sudor frío recorría mi frente mientras la sala del tribunal se sumía en un silencio expectante. El juez pronunció la sentencia: “Por el delito de asesinato en primer grado, el acusado es declarado culpable”. Mi corazón se hundió en mi pecho y mi mente se vio inundada de incredulidad. ¿Cómo había llegado a este punto?

Durante meses, había estado siguiendo el rastro de una peligrosa red de robos en la web que operaba en la ciudad. Mi investigación se adentró en territorio peligroso, pero estaba decidido a revelar la verdad al público.

Sin embargo, mis esfuerzos no pasaron desapercibidos. La red, liderada por un hombre despiadado conocido como El Dragón, se percató de mi presencia y no tardaron en buscar la manera de silenciarme. Fui objeto de amenazas y ataques, pero no me dejé intimidar.

Mi familia había estado metida en esos aspectos desde hace años, pues yo había crecido y tenido acceso a la tecnología a temprana edad, así que era algo que manejaba a la perfección, no obstante, por ese día, donde todo mi plan se vino abajo y parte de mi vida también.

Un fatídico día, mientras recopilaba pruebas en un oscuro callejón, me vi atrapado en un tiroteo entre los miembros de la banda y las fuerzas de seguridad. En medio del caos y la confusión, alguien cayó abatido por una bala perdida. El destino cruel quiso que ese alguien fuera un inocente transeúnte y que las cámaras de seguridad que pude haber borrado en unos cuantos minutos, pero por miedo no lo hice, me señalaran como el responsable.

Fui arrestado y llevado a juicio. A pesar de mi inocencia, la evidencia parecía incriminatoria: fotografías mías en la escena del crimen, testigos manipulados y una coartada que se desmoronó bajo el escrutinio minucioso del fiscal. A medida que avanzaba el juicio, me di cuenta de que no solo estaba luchando contra la maquinaria judicial que parecía haberse alineado en mi contra.

Y así, el veredicto se anunció y me vi condenado a una pena de prisión por un crimen que no cometí. Me esposaron y me llevaron a una celda solitaria, donde los muros fríos parecían burlarse de mi situación. Sin embargo, mi determinación no se quebró. Me negué a aceptar mi destino como un hombre inocente encerrado injustamente.

Decidí que, desde las profundidades de mi celda, utilizaría mi pluma como una espada para luchar por mi libertad y desenmascarar la corrupción que me había llevado a este lugar. Cada día, escribiría mi historia, mis experiencias y las injusticias que presenciaba tras las rejas.

Aunque mi cuerpo estuviera confinado, mi voz resonaría en los corazones de aquellos que se atrevieran a escuchar.

Sin embargo, había algo raro y desagradable en mi celda, se trataba de un esqueleto el cual se encontraba atado del cuello.

Al inicio aseguraba que se trataba de un objeto de espanto y sufrimiento para los presos, sin embargo, los rumores en la prisión afirmaban que años atrás aquel lugar había sido un panteón colonial, mismo que dejó muchas tumbas y restos en el olvido, pues los familiares de gran parte de los fallecidos no habían sido reconocidos y algunos otros los habían torturado de formas distintas, en ese caso afirmaban que aquel esqueleto era el rastro de un hombre que fue condenado y encadenado para así morir de forma trágica y lenta.

Claramente sentía que aquellos comentarios los hacían porque era nuevo y el novato del lugar, no obstante, aquella figura que me acompañaba en mi celda todo el tiempo había formado parte de una decoración más del lugar, inclusive había ocasiones donde la olvidaba por completo, no obstante, por las noches despertaba con el sentimiento de que alguien me estaba mirando fijamente, pero al observar por todos lados no podía ver nada.

Conforme pasaba el tiempo las noches se convertían cada vez más pesadas, pues sentía la presencia de alguien al igual que escuchaba ruidos y lamentos totalmente extraños, fue en ese momento cuando comencé a creer que tal vez ese lugar si había sido un panteón.

Sin duda alguna las paredes de piedra fría y la falta de luz se habían convertido en mi única compañía, es por ello por lo que había días donde pensaba ese tipo de cosas y analizaba mi alrededor.

Una noche mientras dormía profundamente, escuchaba como alguien comenzaba a quejarse y al mismo tiempo el sonido de aquellas cadenas que ataban a ese gran esqueleto.

Fue ahí cuando al abrir los ojos, mi piel se puso eriza al ver y escuchar lo que estaba sucediendo, se trataba del esqueleto el cual comenzaba a hablar y susurrar mi nombre.

Realmente no podía creer lo que estaba sucediendo, me encontraba sobre un panteón y compartiendo aldea con un cadáver, realmente había sido un gran castigo para mi todo lo acontecido.

“Alexander ven a mí”, fueron aquellas palabras que me hicieron temblar, pues no era posible que ese tipo de cosas me estuvieran sucediendo.

Aquellas cadenas comenzaban a sonar cada vez, pues esa figura abandonada en la esquina de la celda trataba de comunicarse conmigo y yo deseaba que todo eso fuera un sueño, no obstante, el esqueleto comenzó a hablar en un lenguaje que yo no comprendía, pues entiendí que se trataba de comunicar conmigo pero era difícil hacerlo, claramente éramos de épocas distintas.

Comencé a tocar la puerta con la esperanza de que alguien me escuchara y pudiera salvarme, pero eso era casi imposible, pues se trataba de las 3 de la mañana, como coloquialmente llamamos; la hora del diablo.

Ese tipo de información lo sabía a la perfección, pues años atrás me había adentrado al mundo del satanismo, mismo que aseguraba también estaba orillado a parar donde estaba en esos momentos.

Esa hora tiene un simbolismo satánico, ya que es la mitad de 666, el número del Diablo, claramente lo sabía y afirmaba.

Así que después de analizar toda la situación, comprendí que aquel esqueleto deseaba decirme algo o saber más de mí, pues me suplicaba que me acercara y aunque aquel ser paranormal no tenía piel, sabía perfectamente que se trataba de una de las almas más fuertes que habitaban aquella prisión y no solo eso, el suceso tan desgarrante que se debió comprender que esa cárcel se encontraba maldita por las almas perdidas de aquel entonces.

Yo no podía comprender lo que estaba sucediendo, realmente me encontraba muy confundido y sin encontrar respuestas al respecto, la vida me había dado un golpe muy duro al llegar a prisión, pero el hecho de conectarse con seres y espíritus de otro mundo, era algo que definitivamente no comprendía.

Quizá aquel esqueleto era producto de mi imaginación, no obstante, con el paso de los días al tratar de investigar al respecto, supe que se trataba de una realidad, pues los rumores decían que cada prisionero había pasado por aquella celda la cual tenía esa imagen fija del esqueleto encadenado y aunque para muchos no fue un aspecto novedoso e importante, otros aseguraban que realmente ese ser trataba de conectar y comunicar algo.

En otra de las noches que más marcó mi existencia, recuerdo que el esqueleto, cuyos ojos brillaban en la oscuridad, comenzó a hablar con una voz cavernosa y escalofriante. “¿Quién osa perturbar mi descanso eterno?” , esta vez ya hablaba en mi lenguaje y asimismo expresaba ciertos aspectos los cuales no comprendía al cien por ciento.

El esqueleto río siniestramente. “Ah, un valiente intruso. Muchos han venido antes que tú, buscando respuestas y riquezas. Pero todos han caído presa de la maldición de esta celda”.

Aun lo recuerdo como si fuera ayer pues suspiró y comenzó a contar su historia. Hace mucho tiempo, la celda pertenecía a un poderoso noble que gobernaba con mano de hierro. Era conocido por su crueldad y su obsesión por el poder. Pero su ambición lo llevó demasiado lejos cuando hizo un pacto oscuro con las fuerzas sobrenaturales, mismas que comenzaron a asesinar a todos los hacendados del lugar, fue por eso por lo que aquellos rebeldes habían sido enterrados constantemente, a tal punto de volver un panteón de hacendados y empleados cuya rebeldía no les permitió vivir más.

El esqueleto encadenado, aseguraba que aquel cementerio se había convertido en el centro de rituales oscuros y sacrificios humanos. La maldición cayó sobre el noble y todos aquellos que habitaban la celda que fue convertida años después. Sus almas quedaron atrapadas en los confines de la mansión, condenadas a vagar por la eternidad.

Asimismo, este continuó: “Mi nombre era William, y fui uno de los inocentes que cayeron víctima de la maldición. Durante siglos, he estado atrapado aquí, sin poder encontrar la paz. Todos los que se aventuran aquí se convierten en víctimas de la maldición, condenados a un destino similar al mío”.

Comprendí en ese momento que mi destino estaba entrelazado con el del esqueleto encadenado, y que mi única esperanza de evitar un terrible castigo era ayudarlo a encontrar el descanso eterno. así que juntos, exploramos cada rincón de la prisión, desenterrando pistas y desvelando antiguos secretos de quien años atrás había sido un panteón de almas inocentes.

Después de días descubrí que la única forma de romper la maldición era encontrar el Libro de los Condenados, un antiguo grimorio que contenía el poder para liberar a las almas atrapadas en la prisión. Según la leyenda, el libro había sido ocultado en un lugar de ahí conocido como la “Cripta de las Sombras”, no obstante, se refería que debían cavar profundamente hasta encontrar en una de las tumbas y así saber de qué se trataban aquellos secretos y condiciones que podrían de cierta manera salvar al esqueleto.

Después de muchos lamentos y acontecimientos satánicos, aquel cadáver me hizo la propuesta de que, si agilizaba la investigación y logramos encontrar el libro, él aseguraría mi libertad, fue así como me puse en marcha para encontrar la verdad de lo sucedido y poder romper la maldición.

No dudé ni por un segundo lo que me había propuesto, así que inmediatamente, comencé a cavar por todos lados, lo más profundo que pude, mi desesperación era cada vez más grande que no podía controlar aquel impulso.

Guiados por el esqueleto, descendí a las profundidades de la mansión, adentrándome en un laberinto de pasillos oscuros y escaleras en ruinas. Cada paso era más peligroso que el anterior, ya que la mansión parecía resistirse a su búsqueda. Extraños fenómenos ocurrieron a nuestro alrededor: figuras sombrías que se movían en las sombras, susurros inquietantes y corrientes de aire helado.

Mi Compañero De Celda Historia De Terror

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Cuando por fin parecíamos haber encontrado el lugar, llegamos a la entrada de la Cripta de las Sombras. La puerta, cubierta de símbolos arcanos, parecía sellada con magia oscura. Sabía que debían enfrentar grandes peligros para obtener el libro y liberar al esqueleto encadenado.

Con determinación, comenzamos a descifrar los símbolos y conjuros necesarios para abrir la puerta. Después de un arduo trabajo y un esfuerzo conjunto, logramos desatar las ataduras mágicas y la puerta se abrió ante nosotros, revelando una oscuridad aún más profunda.

La cripta estaba llena de tesoros antiguos, pero el Libro de los Condenados se encontraba en un pedestal en el centro de la habitación.

En ese momento el esqueleto me susurro al oído que tuviera cuidado con los secretos que podían estar dentro de ese libro, pues eran varios que debían resolverse y era muy peligroso tomar eso, pues no cualquiera era el elegido.

Claramente mi desesperación me hizo avanzar con cautela y sin dudarlo tomé el libro en mis manos. Al instante, una poderosa energía me envolvió, y una voz lúgubre resonó en mi mente.

“Has desafiado las fuerzas de la oscuridad y has perturbado el equilibrio. Ahora, debes completar tu tarea y liberarme, o enfrentarás un destino peor que la muerte misma”, advirtió la voz sombría.

Automáticamente miré al esqueleto encadenado, que había sido mi guía y compañero en esta peligrosa búsqueda. Comprendí que no tenía más opción que cumplir la promesa y ayudar al esqueleto a encontrar el descanso eterno pues se encontraba con una sonrisa retorcida se formó en su cráneo descarnado mientras se acercaba lentamente hacia mí, confundido y temeroso, retrocedí ante la inesperada transformación de aquel esqueleto.

El aura de oscuridad que rodeaba a William parecía consumir la luz y distorsionar el entorno a su paso. Su voz, ahora cargada de una malicia indescriptible, resonó en la mansión. “Has sido un instrumento útil, pero mi sed de venganza y poder ha despertado. Te necesito a mi lado para lograrlo”.

Paralizado por el miedo, pero decidido a resistir, trate de buscar una salida de la mansión. Sin embargo, parecía que las mismas se cerraban a su alrededor, bloqueando cualquier posible escape. Estaba atrapado con el esqueleto encadenado que ahora albergaba la oscuridad en su interior.

Mientras William avanzaba, una tormenta sobrenatural se desató afuera, con relámpagos y truenos retumbantes. El poder maligno que había invadido al esqueleto se manifestaba a través de él, desafiando las leyes naturales y generando un aura opresiva de terror.

“No puedes escapar”, murmuró William con una voz más profunda y aterradora. “Estás destinado a ser mi aliado en esta búsqueda de venganza. Juntos, desataremos un tormento sin fin sobre aquellos que me condenaron”.

Sentía mi vida con nudo en la garganta y comencé a buscar en los rincones más oscuros de la mansión cualquier pista o reliquia que pudiera deshacer la maldición. Encontré un antiguo libro de conjuros oculto en un rincón olvidado, cubierto de polvo y lenguaje arcano. Desesperadamente, comencé a recitar las palabras de un hechizo de purificación, esperando que tuviera el poder suficiente para liberar a William de las garras de la oscuridad, sin embargo, parecía que todo era en vano.

Las cosas se tornaban difíciles, al igual que mi mente, no sabía lo que estaba sucediendo con exactitud, simplemente mi vida no tenía sentido, claramente estaba atada a un mundo sin escape, donde me arrepentí completamente de todos los actos que había hecho en un principio.

En ese momento no sabía si el libro había sido la idea más viable o lo peor, pues las cosas estaban tornándose muy complicadas, le suplique al esqueleto que me dejara en paz, que ya había hecho todo lo posible por estar bien, no obstante, aquel esqueleto seguía mirándome y riéndose de mí, pues comenzó a decirme que en este lugar nadie tenía salvación.

Fue ahí donde entendí todo; el verdadero infierno no era estar encerrado en una celda, era vivir el infierno dentro de ella.

Al voltear a mi alrededor, pude observar cientos de tumbas las cuales pertenecían al cementerio enterrado, claramente era real la historia donde mencionan que cientos de personas habían sido condenadas y enterradas en aquel lugar, pues al final del día la libertad no era una opción.

En ese momento supe que las personas que habían sido enterradas en ese lugar probablemente eran víctimas de aquel esqueleto que los envolvía con su historia y asimismo causar lástima sobre ellos para atraparlos y consumir sus energías y almas para fortalecerse aún más.

Claramente no quería aceptar que era una víctima más de aquella maldición colonial, pero no tenía salvación, estaba enloqueciendo, decidí encerrarme en el baño, esperando encontrar una respuesta la cual debía salvarme de aquella maldición pude observar un pasillo el cual me guiaba a una oficina, en la cual pude visualizar una carta la cual al parecer mostraba una pista importante, del mismo modo encontré un mapa detallado de la prisión y una llave que supuestamente abría la puerta trasera de emergencia de la celda.

Sin dudarlo decidí correr con todas mis fuerzas hacia la salida, mirando por todos lados, en el fondo sabía que algo estaba mal.

A medida que avanzaba por los pasillos oscuros y polvorientos de la prisión, podía sentir una presencia siniestra detrás de mí, como si el esqueleto que tanto me había atormentado estuviera persiguiéndome.

De repente, escuché un ruido detrás de mí y me di cuenta para ver al esqueleto, no obstante, en esta ocasión se encontraba libre de sus cadenas, avanzando hacia mí con pasos vacilantes. Aterrorizado, intenté correr más rápido, pero mis piernas parecían pesar una tonelada.

Finalmente llegué a la salida y traté de abrir la puerta, sin embargo, parecía más complicado de lo que era, pues mis manos temblaban cada vez más, era como si me encontrara en un punto medio de mi perdición y salvación.

Miré hacia atrás y pude observar como el esqueleto se detenía justo en el umbral de una de las celdas más cercanas, como si no pudiera cruzar esa línea invisible. Me alejé corriendo de la prisión, sintiendo aún la presencia del espíritu detrás de mí mientras me alejaba.

Desesperado por la situación, le dije que de una vez se apoderaba de mí, pues ya no sabía qué otra alternativa tomar al respecto, sin embargo, aquel siniestro me dijo que no era tan fácil, pues el punto de todo esto era hacerme sufrir a tal punto de la desesperación.

Encima de la poca coherencia que me quedaba, se me ocurrió la gran idea de pedirle a aquellas almas inocentes que habían sido enterradas injustamente,  sabía que de alguna forma estas podían ayudarme y asimismo aumentar la poca esperanza que tenía de salir de ese terrible lugar.

Comencé a gritar y suplicar de todas las maneras posibles que aquellos difuntos ayudarán a salvar esta alma desesperada, así que traté de concentrarme y fue así cuando una luz comenzó a cubrir a aquel esqueleto, mismo que se lamentaba poco a poco, pues expresaba que le quemaba y no podía moverse a otro lado, era como si estuviera estancado en ese lugar, fue ahí cuando mi esperanza se fortaleció; rápidamente  tome las llaves y pude salir de ese terrible lugar, el cual catalogue sin dudar como el infierno mismo.

Aún recuerdo aquel suceso por las noches, me despierto sintiendo el verdadero terror, como si nuevamente me encontrara en aquel lugar al lado de aquel famoso esqueleto encadenado…

Autor: Andrea Lezama.

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