La Cabaña Historia De Terror 2023

la-cabana-historia-de-terror

La Cabaña Historia De Terror 2023

La Cabaña, Historia De Terror… Me llamo Ana y soy una escritora que acababa de mudarse a una cabaña en medio del bosque. En esos momentos de mi vida había estado pasando por uno de aquellos famosos bloqueos de escritores  por lo que creía sumamente necesario el mudarme ahí. Sin mencionar que el lugar había sido casi un regalo por lo barato que fue, no entendía como alguien podía no querer este lugar el cual era enorme.

Me encantaba el sonido de la lluvia, así que cuando empezó a caer una tarde, decidí salir al porche a disfrutarla. Mientras me sentaba en una silla, me di cuenta de que había un charco en el suelo que estaba creciendo rápidamente. Cuando miré hacia arriba, vi que el techo de la cabaña tenía una gotera justo encima de donde yo estaba sentada.

Rápidamente, me levanté de la silla y corrí hacia el interior de la cabaña, evitando el charco que se formaba en el suelo. Maldije en voz baja mientras buscaba un cubo o algún recipiente para colocar debajo de la gotera y evitar que el agua se esparciera aún más.

Mientras buscaba desesperadamente algo para contener el agua, recordé haber visto una caja llena de trastos en un rincón de la cabaña. Me apresuré hacia allí y comencé a rebuscar en busca de algo adecuado. Finalmente, encontré un viejo balde de metal oxidado y, con alivio, lo coloqué justo debajo de la gotera.

De pronto, mientras miraba cómo el agua caía en el balde, noté con el rabillo del ojo que algo se movía detrás de mí. Cuando me di vuelta, vi a una figura que se desvanecía en la oscuridad. Fue un destello breve, pero lo suficientemente vívido como para asustarme.

Mi corazón se aceleró y un escalofrío recorrió mi espalda. ¿Qué había sido eso? Miré a mi alrededor, pero solo encontré el silencio del bosque y la persistente lluvia golpeando contra los árboles. Traté de convencerme de que había sido solo mi imaginación jugándome una mala pasada.

Decidí que era mejor regresar al interior de la cabaña y cerrar la puerta con llave. Me sentía incómoda y vulnerable al pensar que alguien o algo estaba merodeando afuera. Cogí el balde con el agua de la gotera y lo llevé hasta la cocina para vaciarlo en el fregadero. Me di cuenta de que había olvidado mi celular por lo que decidí volver por el.

Cuando salí al porche de nuevo, escuché un sonido extraño en el bosque. No era un animal ni una rama quebrándose. Era como si alguien estuviera arrastrando algo pesado por el suelo. Me quedé paralizada por un momento, tratando de identificar de dónde venía el ruido. Luego, de repente, se detuvo.

Fue entonces cuando vi algo que me hizo retroceder. En el suelo, cerca del borde del bosque, había un agujero. No era muy grande, pero lo suficientemente profundo como para que no pudiera ver el fondo. El agujero estaba rodeado por ramitas rotas y hojas pisoteadas, como si algo hubiera arrastrado un objeto hasta allí.

Me acerqué al agujero, sintiendo el corazón latiendo en mi pecho. No sabía lo que había allí abajo, pero algo me decía que no era algo bueno. A medida que me acercaba, sentí un aire frío y desagradable que me envolvía.

De repente, una mano salió del agujero y me agarró por el tobillo. Grité de terror, intentando liberarme, pero la mano seguía aferrándose a mí. Con todas mis fuerzas, logré sacar mi pie del agujero y caí de espaldas en el suelo.

Me quedé respirando agitadamente, tratando de procesar lo que acababa de suceder. El susto me había dejado paralizada por un momento, pero ahora la adrenalina corría por mis venas. Me levanté rápidamente y retrocedí varios pasos, manteniendo la vista fija en el agujero.

La mano que me había agarrado desapareció de la abertura y el silencio volvió a reinar en el bosque. Mi mente se llenó de preguntas y temores, pero sabía que debía mantener la calma y tomar decisiones rápidas.

Me arrastré hacia atrás, todavía temiendo que algo saliera de repente del agujero, pero no había nadie allí. El frío y el viento habían cesado, y todo lo que quedaba era el sonido de la lluvia golpeando el techo de mi cabaña.

Fue entonces cuando me di cuenta de que algo había entrado en mi cabaña. Las puertas y las ventanas estaban cerradas y aseguradas, pero había una presencia en el interior. Con mi corazón latiendo rápidamente, entré en la cabaña y comencé a revisar cada habitación.

Con cada paso que daba, mi respiración se volvía más agitada. Cada sombra y cada ruido me hacían saltar de susto. Mi mente estaba llena de preguntas sin respuesta. ¿Qué había sido esa figura que vi antes de sentir la mano agarrándome? ¿Quién o qué había entrado en mi cabaña?

La Cabaña Historia De Terror

la-cabana-historia-de-terror
la-cabana-historia-de-terror

Recorrí cada rincón de la cabaña, inspeccionando meticulosamente cada habitación. Cada chirrido del suelo o crujido del viento me hacía detenerme, pero no encontraba nada fuera de lugar. No había señales de intrusos ni evidencia de que alguien hubiera estado allí.

Mi nerviosismo aumentaba con cada minuto que pasaba. Decidí tomar mi teléfono y llamar a la policía, pero una vez más me enfrenté a la frustración de no tener señal. Me encontraba en un lugar remoto y aislado, sin una forma inmediata de obtener ayuda externa.

A medida que avanzaba, podía sentir una presencia detrás de mí, pero cada vez que me daba la vuelta, no había nada. Mis manos temblaban mientras agarraba un cuchillo de la cocina, sintiéndome cada vez más acorralada.

Finalmente, llegué al dormitorio principal. La puerta estaba cerrada, pero podía oír un susurro desde el otro lado. Lentamente, giré el pomo y empujé la puerta abierta.

Lo que vi en el interior me hizo gritar de terror. Una figura oscura y retorcida estaba de pie junto a la cama, mirándome con ojos brillantes y maliciosos. Mi cuerpo se congeló por el miedo mientras la figura se acercaba lentamente.

Mi mente gritaba que huyera, pero mi cuerpo se negaba a moverse. La figura avanzaba lentamente hacia mí, arrastrando sus pies de manera desigual y emitiendo un susurro ininteligible. Traté de gritar, pero el sonido se atascó en mi garganta, dejándome impotente y vulnerable frente a esta presencia aterradora.

Sin embargo, justo cuando la figura estaba a punto de alcanzarme, un destello de valentía se encendió dentro de mí. Usé todas mis fuerzas para apartarme de su camino y corrí hacia la puerta de salida. Sentí cómo sus manos frías rozaban mi piel mientras del impacto caí al suelo, miré de vuelta directo a la figura.

Entonces, de repente, todo se desvaneció. La figura, el frío, la presencia, todo. Me encontré de pie en mi dormitorio, el sol brillando a través de la ventana. Me di cuenta de que había sido solo un sueño, un sueño aterrador que había parecido tan real.

Me senté en la cama, tratando de recuperar mi aliento y calmarme. Aunque había sido solo un sueño, el miedo seguía palpitando en mi pecho. Me pregunté si había algo más en la cabaña que solo yo no podía ver.

Me levanté de la cama y decidí explorar la cabaña una vez más, esta vez en busca de cualquier indicio de lo que había experimentado en mi sueño. Miré a mi alrededor, tratando de encontrar pistas o señales que me ayudaran a entender lo que había sucedido.

Fui a la sala de estar y examiné cada rincón, desde los muebles hasta los estantes llenos de libros. No encontré nada fuera de lo común, excepto por un ligero olor a humedad que parecía provenir del techo. Me acerqué a la ventana y noté que todavía estaba lloviendo afuera, pero el sonido de la lluvia ya no era tan reconfortante como antes.

Decidí revisar el porche, el lugar donde todo había comenzado en mi sueño. Salí al exterior y caminé lentamente hacia la silla en la que me había sentado. El charco ya no estaba allí, pero noté que el techo sobre el porche tenía algunas tejas rotas y desgastadas. Quizás eso explicaba la gotera en mi sueño.

Mientras inspeccionaba el techo, una brisa fría sopló a mi alrededor, enviando escalofríos por mi espalda. Me estremecí y miré a mi alrededor, medio esperando ver una figura oscura que se desvaneciera en la oscuridad del bosque. Pero solo había árboles y el suave susurro de las hojas moviéndose con el viento.

Decidí volver al interior de la cabaña y dejar atrás mi inquietante sueño. Me di cuenta de que el estrés de mudarme a un lugar nuevo y desconocido había comenzado a afectarme, y mi mente había jugado una mala pasada. Me prometí a mí misma que trataría de relajarme y disfrutar de mi nueva vida en la cabaña.

A medida que pasaban los días, la sensación de miedo y opresión en la cabaña no se desvanecía, y con el riesgo que me llamen loca comenzaba a notar sucesos extraños los cuales parecían intensificarse. Mis noches se llenaron de pesadillas escalofriantes, donde seres invisibles parecían acecharme desde las sombras. Despertaba sudorosa y temblorosa, con la sensación de que algo maligno se aproximaba cada vez más.

Una noche La lluvia golpeaba con furia el tejado, mientras los vientos aullaban amenazadoramente afuera. Aunque llevaba un amuleto protector que mi padre me había regalado antes de morir, su poder no parecía ser suficiente ante la oscuridad que parecía emerger desde los rincones más sombríos de la cabaña. Extraños susurros llenaban el aire, y las sombras danzantes se movían de manera inquietante por las paredes.

Decidí que no podía ignorar más la extraña atmósfera que rodeaba la cabaña. Me sentía cada vez más insegura y preocupada por mi propia seguridad. Debía encontrar respuestas y soluciones antes de que la situación empeorara.

Decidí que era hora de investigar más a fondo el pasado de la cabaña. Me sumergí en la historia local y descubrí rumores de antiguos rituales satánicos que se habían llevado a cabo en esa área. La cabaña, aparentemente, había sido el escenario de numerosos sacrificios y pactos siniestros.

Mis investigaciones también revelaron que la cabaña había sido abandonada durante muchos años antes de que yo la comprara. Los lugareños hablaban de extraños sucesos y desapariciones inexplicables que ocurrían en los alrededores. Algunos decían haber visto sombras acechando en el bosque durante la noche y escuchado voces susurrantes en el viento.

Armada con este conocimiento, regresé a la cabaña con la intención de encontrar aquella habitación secreta que mencionaban los libros. Después de algunas horas de búsqueda, encontré una puerta oculta tras un pesado mueble que me llevó algún esfuerzo moverlo. Allí, encontré además de mucho polvo y telarañas, una mesa donde se hallaba un libro, el cual estaba cubierto por una gruesa capa de polvo. Sus páginas eran aún más oscuras, y casi podría jurar que escuchaba susurros mientras lo abría.

A medida que leía las páginas, me encontré atrapado en un torbellino de malevolencia. El libro describía los rituales que se habían llevado a cabo en la cabaña y revelaba que los sacrificios humanos eran solo el comienzo. Había un antiguo poder maligno que había sido invocado, y la cabaña se había convertido en un lugar de perdición.

El libro detallaba cómo el poder oscuro se alimentaba de la energía y el miedo de aquellos que vivían en la cabaña. Cuanto más aterrorizados estaban, más se fortalecía. Comprendí que mi miedo y angustia solo estaban alimentando esa presencia maligna que ahora se manifestaba en la cabaña.

Decidida a enfrentar esta oscuridad, busqué más información sobre cómo deshacer el mal que se había apoderado del lugar. Encontré un antiguo hechizo de protección que debía realizarse en la cabaña para romper el vínculo con el poder maligno.

La única forma de romper el ciclo de maldad era encontrar y destruir el núcleo de la energía oscura. Según el libro, se encontraba en un pasaje subterráneo oculto debajo de la cabaña. El pasaje llevaba a una cámara prohibida donde yacía un antiguo altar.

Decidí enfrentar mi destino y adentrarme en el pasaje subterráneo. Descubrí una entrada camuflada en el suelo del bosque a unos metros de la cabaña, que conducía a un laberinto de pasillos oscuros y tortuosos. Cada paso que daba estaba lleno de un terror incomprensible, y los susurros parecían envolverme como una soga invisible.

Con el corazón lleno de valentía, tomé una linterna y me adentré en el pasaje subterráneo. Cada paso que daba resonaba en el aire húmedo y el silencio opresivo del lugar. La luz de la linterna apenas iluminaba el camino, pero continué avanzando, guiada por mi determinación de liberar la cabaña de esta oscuridad.

Después de unos minutos de caminar por el estrecho pasaje, finalmente llegué a la cámara prohibida. Estaba iluminada por una débil luz mortecina que provenía de antorchas parpadeantes. En el centro del altar se erguía una figura oscura y retorcida, emanando una presencia malévola.

Con cada fibra de mi ser temblando de miedo, levanté el amuleto protector y lo arrojé con todas mis fuerzas hacia la figura siniestra. El amuleto se estrelló contra la entidad oscura, estallando en una explosión de luz brillante.

El silencio volvió a la cámara y sentí una oleada de alivio y paz. Sabía que había logrado romper el vínculo con el poder maligno y liberar la cabaña de su oscuridad. Pero también sabía que debía asegurarme de que nunca más se volviera a utilizar para fines malévolos.

Las paredes comenzaron a desmoronarse, y me vi obligado a correr hacia el exterior antes de que todo colapsara sobre mí. Finalmente, emergí del bosque, cubierta de escombros y en un estado de shock.

De pronto, pude ver a lo lejos ver mi cabaña arder. El calor abrasador de las llamas me envolvía mientras observaba cómo la cabaña se desvanecía lentamente en el horizonte. Mi corazón estaba lleno de emociones encontradas: alivio por haber escapado de aquel lugar maldito, pero también tristeza por todo lo que se había perdido.

Me adentré más en el bosque, alejándome del caos y la destrucción. Cada paso que daba me recordaba la intensidad de la batalla que había tenido lugar dentro de esa cabaña, las fuerzas oscuras que había enfrentado y la lucha desesperada por mi supervivencia.

Después de caminar durante un rato, encontré un pequeño arroyo que fluía tranquilamente entre los árboles. Me arrodillé en sus orillas y lavé mi rostro empapado de sudor y suciedad. El agua fresca y pura me ayudó a calmarme y a recuperar algo de claridad en mi mente.

Me alejé del lugar, sabiendo que había enfrentado lo impensable y había triunfado sobre el mal. Aunque me llevaría tiempo recuperarme de la experiencia aterradora, estaba seguro de una cosa: nunca más volvería a buscar refugio en la oscuridad, y siempre estaría alerta ante las señales de peligro que acechan en las sombras.

Mientras avanzaba por el bosque, el sol comenzaba a ponerse en el horizonte, arrojando sus últimos rayos de luz a través de los árboles. Aunque había logrado vencer al mal en aquella cabaña, una sensación de inquietud se apoderó de mí. Sentía que algo no estaba del todo bien.

Después de caminar un poco más, comencé a sentirme débil y mareado. Mis piernas apenas podían sostenerme, y cada paso se volvía más pesado que el anterior. Mis pensamientos se nublaban, y una extraña sensación de malestar se apoderaba de mi cuerpo.

Caí de rodillas, incapaz de seguir adelante. Estaba desesperado por encontrar ayuda, y mi mirada buscaba desesperadamente alguna señal de vida en los alrededores. Fue entonces cuando, como si el destino hubiera escuchado mis súplicas, vislumbré una pequeña capilla en la distancia.

Reuniendo todas mis fuerzas, me arrastré hacia la capilla. Las puertas se abrieron con un chirrido, y me encontré frente a un sacerdote de aspecto amable y sereno. Sin decir una palabra, el sacerdote me ayudó a entrar y me hizo sentar en uno de los bancos.

Con voz suave pero firme, el sacerdote me preguntó qué me había sucedido. Le conté sobre mi batalla contra el mal en la cabaña y cómo, a pesar de haberlo vencido, ahora me sentía consumido por una extraña enfermedad.

El sacerdote escuchó atentamente y, luego de reflexionar por un momento, me dijo: “Hijo mío, parece que has absorbido parte de la maldad que residía en ese lugar. Tu cuerpo está luchando contra ella, y necesitamos expulsarla de ti”.

Me condujo hacia el altar y comenzó a recitar una oración en voz baja. Sus palabras resonaban en la capilla, llenando el aire de una energía sagrada. Cerré los ojos y me dejé llevar por la plegaria, confiando en que el sacerdote pudiera ayudarme.

De repente, sentí una punzada en mi estómago, seguida de una sensación de náuseas intensas. Abrí los ojos y vi al sacerdote sosteniendo un cuenco delante de mí. Una sustancia negra y viscosa, llena de gusanos retorcidos, salió de mi boca y cayó en el recipiente.

El sacerdote continuó su oración, sin inmutarse por la grotesca escena ante nosotros. Mientras recitaba, sentí cómo mi cuerpo se liberaba de la opresión, cómo cada gota de esa malignidad abandonaba mi ser. Poco a poco, mi fuerza regresaba y mi mente se despejaba.

Cuando finalmente terminó la oración, el sacerdote me ofreció palabras de aliento y consuelo. Me explicó que mi batalla contra el mal no había sido en vano, que había absorbido una pequeña parte de su oscuridad para liberar a otros de su influencia.

Agradecido y lleno de gratitud, me puse de pie y miré al sacerdote a los ojos. Sabía que mi lucha no había terminado, pero ahora me sentía fortalecido y renovado. Prometí continuar la batalla, no solo por mí mismo, sino también por aquellos que habían sido afectados por esa maldad.

Después de despedirme del sacerdote, salí de la capilla y me encontré nuevamente bajo el cielo estrellado. Sabía que el camino sería difícil y que aún habría desafíos por delante, pero ahora estaba equipado con una nueva fuerza y una determinación renovada. Volví a la ciudad poco tiempo después y nunca hablé de esto con nadie hasta ahora.

Autor: Canek Hernández

Derechos Reservados

Share this post

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Historias de Terror