El Payaso Siniestro Historia De Terror 2023

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El Payaso Siniestro Historia De Terror 2023

El Payaso Siniestro, Historia De Terror… Cuando yo era niño, me acostumbré a vivir siempre viajando, esto debido al trabajo de mi padre, el cual nos hacía mudarnos todo el tiempo, aquella vida nómada no me permitía hacer amigos y al ser hijo único me la pasaba la mayor parte del tiempo solo, sin mencionar que debido a esto mi padre prefería que tomara clases en casa, ya que aquello era lo mejor por si es que debíamos mudarnos.

Esto ocurrió cuando tenía 8 años, a pesar de lo que muchos pudieran pensar aquel estilo de vida no me molestaba en lo absoluto, ya que aunque ésta fuera solitaria, mi imaginación era suficiente como para poder entretenerme a mi mismo por horas, mis juegos solían ser muy elaborados, por lo que siempre que contaba a mi padre de nuevos amigos o de todas las cosas fantásticas que me habían ocurrido este lo tomaba como fruto de mi imaginación.

Esta fue la principal razón por la cual mi padre y cualquiera a quien le cuente está historia lo toma como disparates de niños. Una de las paradas que tuvimos durante mi infancia fue una zona de provincia, la cual prefiero mantener en anonimato para que nadie piense en buscar el lugar de los hechos.

Mi padre me aclaró que no nos quedaríamos en ese sitio más de dos semanas, por lo que no valía la pena desempacar, cosa la cual yo ya me encontraba acostumbrado, los primeros días en realidad me la pasé jugando videojuegos en el hotel mientras mi padre trabajaba, sin embargo, no paso mucho tiempo antes de que me aburriera y pidiera permiso para salir a explorar los alrededores.

No quisiera decir que mi padre era un desobligado cuando se trataba de cuidarme, sin embargo, siempre que este trabajaba, poco le interesaba con lo que yo me entretuviera siempre y cuando lo dejara trabajar, por lo que como siempre este me dijo que volviera antes del anochecer, por lo que emocionado tomé mi pequeña mochila, en la cual solía llevar todo lo que necesitase para jugar sin necesidad de desempacar y salí a la calle

Caminé a los alrededores del hotel jugando con mi yoyo, nunca solía alejarme del hotel o posada donde nos hospedáramos, mi padre jamás me lo había prohibido, sin embargo, era una regla la cuál yo hasta ese momento creí que estaba implícita, sin embargo, mientras caminaba vi algo que me hizo olvidar por completo aquella regla.

A lo lejos se alcanzaba a ver una carpa de circo la cual para ser sinceros se veía algo descuidada y despintada por el sol, pero aquello era lo de menos, yo jamás había ido a un circo y pensé que aquella podría ser mi única oportunidad de hacerlo, por lo que comencé a caminar en dirección a aquella carpa.

Más pronto que tarde me di cuenta de que aquella carpa estaba muchísimo más lejos de lo que yo me pude haber imaginado, por lo que me plantee en más de una ocasión dar media vuelta para así regresar, sin embargo, lo que me detenía era el considerar que no solo esta podía ser mi única oportunidad de ver un circo en persona, sino que ya había caminado mucho como para retractarme en ese momento.

Por lo que me mantuve a paso firme hasta que finalmente logré llegar hasta el lugar de la carpa, el cual para mi decepción esta se encontraba en un lote baldío, alrededor no había nada relacionado con el circo solamente se hallaba aquella carpa la cual de cerca se veía mucho más vieja y abandonada, no solo se veía mal si no que también olía terrible, supongo que aquello era la humedad de hacia años.

Aún con aquella decepción inicial me dispuse a acercarme más, después de todo no quería que todo mi cansancio por caminar hasta ahí hubiera sido en vano, por lo que caminé hasta la entrada de la carpa, en su interior esta se encontraba en completa oscuridad, por lo que saque una pequeña linterna la cual había venido de regalo con un algodón de azúcar el cual mi padre me había comprado solo unos días antes.

Esta linterna no tenía la suficiente intensidad como para alumbrar toda la carpa, sin embargo, fue suficiente para darme la confianza de entrar en la misma, iluminé todo a mi alrededor, la carpa se hallaba completamente vacía, por lo que de la decepción pase inmediatamente a la felicidad, ya que tenía toda una carpa para jugar.

Coloqué mi linterna en el piso a modo de que me alumbrara directamente a mí, y entrando en mi papel de presentador le hablé a un público imaginario el cual en mi cabeza llenaba por completo aquellas polvorientas y viejas bancas, comencé a presentar diferentes actos los cuales se trataban de mi mismo mostrando mis limitadas habilidades físicas.

Cosas como dar algunos golpes de karate que había aprendido en televisión o simulando ser un temerario domador de leones, finalmente decidí dar una vuelta de carro lo cual hizo que mi yoyo cayera al suelo, aquél incidente me dio una genial idea, ya que si en algo verdaderamente tenía un poco de talento era con el yoyo, por lo que inmediatamente lo levanté y presenté al “maestro del yoyo” para posteriormente comenzar a hacer todos los trucos que sabía con este, sin embargo, al hacer uno de mis trucos escuché claramente como si alguien estuviera aplaudiendo.

Aquello me asustó mucho, por el hecho de que estaba seguro de que me encontraba completamente solo en aquella carpa, sin mencionar que en todo mi tiempo ahí no había visto que nadie más entrara, levanté la linterna para alumbrar a las bancas, pero estás se encontraban completamente vacías, sin embargo, los aplausos comenzaron a escucharse cada vez más fuertes y cerca de mí y para mi mala suerte, muy tarde me di cuenta de que quien sea que estuviera aplaudiendo se hallaba justo detrás de mí.

Por lo que inmediatamente me di la vuelta y con la ayuda de mi linterna pude ver claramente lo que se encontraba tras de mí, se trataba de un payaso, a mí nunca me habían dado miedo los payasos, pero aunque hubiera visto a aquel payaso en otras circunstancias este sin duda me habría generado terror.

Su cara era completamente blanca, y su nariz en lugar de ser roja como cualquier otro tipo de payaso era de color negro, alrededor de su boca tenía dibujada una sonrisa de color rojo, su vestimenta no era colorida, pero se veía que en un momento lo había sido solo que ahora era vieja, olía horriblemente mal y tenía los ojos amarillos.

El miedo me había impedido siquiera moverme, por lo que este simplemente comenzó a reírse de una forma espeluznante, mientras aplaudía y brincaba pidiendo ver más trucos, el corazón me latía a mil por hora, por lo que tomando mi mochila del suelo decidí correr directo a la salida, sin embargo, antes de que pudiera avanzar la mitad del camino fui derribado por aquel payaso.

Este puso un cuchillo justo en mi cuello mientras reía de forma espeluznante, me decía que debía quedarme, ya que los demás niños no se habían querido quedar con él, por lo que si yo no me quería quedar por las buenas, entonces me obligaría a quedarme por las malas, al mismo tiempo que me decía aquello, mire a más niños acercarse los cuales muchos de ellos estaban horriblemente deformados.

A algunos les faltaba un ojo o los dos, otros más parecían tener el cuello rebanado y a otros literalmente no podías identificar absolutamente nada de su rostro, ya que este se hallaba completamente destrozado y con pedazos de piel colgando, para aquel punto no podía dejar de llorar y suplicar que por favor me dejara ir.

Mis gritos parecieron atraer la atención de algunos jóvenes los cuales se hallaban cerca del lugar, pues de pronto estos entraron iluminando la carpa con sus teléfonos celulares y preguntándome qué era lo que me ocurría, para mi sorpresa aquel payaso ya no se encontraba sobre mí o en ningún otro lado y tampoco los niños que lo acompañaban.

No les dije nada los chicos de lo que me había pasado, solo tome mis cosas y salí corriendo de ahí, en cuanto llegue al hotel mi padre parecía estar muy angustiado, sin embargo en cuanto me vio llegar, aquella preocupación se convirtió en enojo,  pues ya hacía horas que debía de haber llegado, aquello tampoco tenía sentido para mí, ya que no creí estar en aquel sitio más de media hora, pero en el reloj marcaba casi las doce de la noche.

Quise contarle a mi padre lo sucedido, pero este no me creyó inclusive después de enseñarle el rasguño que me había dejado aquel cuchillo, al estar tan cerca de mi cuello, me dijo que seguramente aquel rasguño me lo había hecho al trepar a un árbol y que como castigo tenía prohibido salir de la habitación del hotel durante el resto de nuestra estancia en ese sitio.

A decir verdad yo no veía eso como un castigo, puesto que después de lo que había vivido lo último que deseaba era salir a cualquier sitio de ahí, aquella noche me costó mucho poder conciliar el sueño, ya que cada vez que cerraba los ojos no podía evitar ver aquellos horribles ojos amarillos de ese payaso, pero luego de muchos intentos pude finalmente conciliar el sueño.

Aquella noche, me soñé a mi mismo entrando a aquella misma carpa, aunque a decir verdad está se veía mucho más cuidada y en el aire podía percibirse el aroma a palomitas de maíz, también se escuchaba el público aplaudiendo y riendo por el espectáculo, sin embargo, de un momento a otro todo se oscureció dejándome solo a mí en el centro de la pista.

No pasaron más de unos segundos, cuando una luz iluminó la esquina de la pista en donde se encontraba ahí de pie aquel horrible payaso, el cual me miraba furioso portando su cuchillo en su mano derecha, quería correr, pero sentía mis piernas tan pesadas como si mis zapatos fueran de cemento, fue entonces cuando el payaso corrió rápidamente hacia mí, me sujetó de los hombros y agitándome violentamente me decía que yo debería estar muerto y que no podría escapar para siempre.

El miedo me hizo despertar exaltado, no quería despertar a mi padre pues este aún se hallaba un tanto molesto por lo sucedido y yo sabía que lo mejor era dejar que se tranquilizara, mire la ventana en la cual estaban golpeando algunas gotas de lluvia, me acerque un poco para ver mejor la lluvia y lo que vi del otro lado me horrorizó.

Parado bajo la lluvia se hallaba aquel payaso justo en la acera, el a pesar de estar bajo la lluvia, parecía estar completamente seco, era como si las gotas simplemente lo atravesaran, este miraba directo a mi ventana con una horrible mirada de odio, era justo como este me miraba en mis sueños, sin embargo, justo cuando el se percató de que yo lo estaba viendo este esbozo una horrible y macabra sonrisa la cual dejo ver aquellos dientes chuecos y pútridos.

El Payaso Siniestro Historia De Terror

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Aterrado corrí de vuelta a mi cama y me cubrí con las cobijas hasta que el sueño finalmente volvió a vencerme y para mi fortuna no soñé de nuevo con ese payaso, sin embargo, al día siguiente me despertó mi padre hablando por teléfono con lo que parecía ser un doctor, este se escuchaba bastante alterado.

No comprendía que era lo que estaba pasando hasta que mi padre colgó la llamada, se acercó a mí y me preguntó con qué era exactamente con lo que me había rasguñado el cuello, intenté contarle de vuelta lo que me había ocurrido en la carpa de circo, sin embargo, este me dijo que no había tiempo para bromas, al mismo tiempo que me acercó  un espejo a mi cuello, el cual se veía enrojecido y el corte ahora se veía como si comenzara a infectarse.

Aquella herida parecía hacerse más grande a cada segundo, por lo que sin obtener una explicación creíble mi padre decidió llevarme al hospital más cercano en el cual le dijeron a mi padre que con lo que sea que me hubiera arañado el cuello era un objeto bastante sucio y si no se hubiera tratado a tiempo las consecuencias hubieran podido ser mortales.

Para ese momento había desistido de que alguien me creyera sobre lo que me había ocurrido el día anterior, y terminé por inventar le a mi padre que queriendo saltar una cerca me había arañado con un metal oxidado, aquella confesión inventada izo que mi padre además de prohibirme salir, también tenía prohibido jugar con mi consola de videojuegos.

Aunque aquello era lo que menos me aquejaba aquellos días, puesto que cada noche, exactamente a las 3:33 a.m. yo despertaba de la nada solo para ver a aquel horrible payaso justo fuera de mi ventana, algunas veces solo me miraba, otras veces me saludaba y algunas otras me mostraba su cuchillo como un recordatorio de lo que me esperaba.

Nunca me había sentido más feliz de abandonar un lugar como cuando nos fuimos de ahí, mi pensamiento era que una vez que me alejara de ese lugar, el payaso no podría encontrarme, por lo que nunca más volvería a verlo en mi vida, aquello fue un pensamiento que más pronto que tarde descubrí que estaba mal.

La siguiente ciudad a dónde llegamos mi padre me dijo que nos quedaríamos mucho más tiempo ahí, por lo que rentaría un departamento algunos meses, aquello me pareció genial, ya que tendría mi propia habitación y podría dormir hasta tarde jugando videojuegos, por el hecho de que para ese momento mi castigo había sido levantado.

Pero mis esperanzas y sueños se vieron destruidas solamente un mes después, aquella noche me había quedado hasta muy tarde jugando videojuegos, a pesar de que algunas veces aún soñaba con ese payaso intentaba llevar mi vida lo más normal que pudiese y estaba seguro de que llegaría un momento en el que aquellos sueños y recuerdos no serían nada más que un simple trago amargo en mi vida.

Me hallaba jugando tan a gusto que ni siquiera me percaté cuando mi reloj marcó exactamente las 3:33 a.m. fue cuando escuché una voz, la cual provenía del armario está me llamaba por mi nombre, aquella distracción hizo que perdiera mi partida y prestara mayor atención creyendo que talvez había escuchado mal.

Sin embargo, volví a escuchar claramente mi nombre, caminé hasta quedar justo frente al armario, arrojé uno de mis zapatos lo que ocasionó que comenzaran a escucharse sollozos los cuales llegaron al punto de volverse tan intensos que me cuestionaba el porqué mi padre no los escuchaba, he iba a ver qué era lo que estaba pasando, mientras pensaba en eso, de aquel llanto comenzó a escucharse nuevamente la voz.

Está me decía que me había extrañado mucho y que si acaso yo lo había extrañado también, al no recibir respuesta de mi parte, escuché como comenzaron a golpear la puerta desde adentro de una manera violenta, era como si estuvieran intentando derribarla, gritando y diciendo maldiciones, al mismo tiempo que me decía que no podría escapar de él y que ya estaba marcado,  que había sido elegido para ser parte de su circo.

Aterrado salí corriendo de mi cuarto para ir al de mi padre, le dije que había tenido una pesadilla y que si por favor podía dormir con él, aunque mi padre no solía permitirme aquello aquella noche me vio tan asustado que aceptó sin objetar nada.

Al día siguiente cuando volví a mi cuarto mire que no había absolutamente nada fuera de lugar, por lo que no tenía pruebas para que mi padre pudiera creer que algo había pasado aquella noche, mi mente de ocho años no podía pensar en una solución, sabía que mi padre no me creería y no podía dormir con el cada noche hasta mudarnos de nuevo, sin mencionar que ya había comprobado que aunque me mudase de nada serviría, por lo que me sentía contra la espada y la pared.

Para la tercera noche me había asegurado de trabar muy bien la puerta del armario por si a caso volvía a escucharlo de vuelta, sin embargo, esto no fue así, por una semana entera no tuve un solo avistamiento de ese payaso, pero una tarde mientras jugaba en un pequeño parque justo frente al departamento, al querer ir por una pelota la cual había caído del otro lado de la carretera fue que lo volví a ver.

Este se hallaba justo a lado de la pelota, lo cual me hizo detenerme justo en medio de la carretera, provocando de esta manera que casi me atropellasen, me salve por muy poco, sin embargo, desde aquel día en cada avistamiento también me hallaba al borde de la muerte, en mis sueños reclamaba que debía irme con el para ser parte del circo.

No importaba cuántas veces nos mudáramos ya que este siempre me encontraba, aquella fue mi vida por casi un año entero hasta que un día lo inevitable ocurrió, ya que mientras nos dirigimos al aeropuerto pide verlo a la orilla de la carretera, no pude siquiera avisar a mi padre cuando un auto golpeó el taxi donde veníamos, desperté en el hospital dos días después con mi padre a lado, este me dijo que los paramédicos tuvieron que revivirme pues el golpe había sido tal que morí por un par de minutos.

A partir de aquel día no volví jamás a ver a ese payaso, supongo que fue por qué esté cumplió su cometido, ya que había logrado matarme, hoy en día estoy casado y tengo una hija, sin embargo, siempre estoy alerta por si es que algún día vuelvo a ver a aquel horrible payaso con el cual aún sueño de vez en cuando.

Autor: Canek Hernández

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