El Malestar De Mi Abuela Historia De Terror 2023

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El Malestar De Mi Abuela Historia De Terror 2023

El Malestar De Mi Abuela, Historia De Terror… Desde que tengo memoria, mi abuela siempre se quejaba por un perpetuo dolor de espalda, por lo que sabía, era algo que había tenido desde que era muy joven y sin importar que tomara o con cuántos doctores fuera, ninguno parecía poder ayudarla con su problema.

Recuerdo en especial, como siempre debía dormir acostada de lado pues decía que si dormía boca arriba, sentía como si se acostara en piedras y al día siguiente la espalda le dolería el doble de lo que normalmente le dolía.

Cuando tenía unos cinco o quizás seis años, me pidió caminar sobre su espalda con la esperanza de calmar un poco su malestar, sin embargo, en cuanto me subí, no sé como explicarlo, fue como si en una parte de su espalda tuviese un bulto de carne invisible o algo por el estilo, recuerdo que de la impresión, me caí y me golpeé la cabeza con la esquina de la mesa de cocina, y me abrí la frente, me tuvieron que llevar al hospital y poner dos puntos.

Esto continúo así, hasta que cumplí los 8 años, ahí fue cuando mi hermano nació, al principio, se comportaba como cualquiera de los otros bebés, a mí me parecía adorable y realmente quería poder cargarlo, aunque todos en la casa me lo tenían prohibido, pues decían que era muy pequeña y podía soltarlo, esperaba ser lo suficientemente grande muy pronto para poder hacerlo, pero lo máximo que conseguí, fue lograr empujarlo en la carriola cuando salíamos a pasear al parque.

Otra persona que no lo había podido cargar, era mi abuela, no por falta de deseo o por prohibición de mis padres como era mi caso, ella lo intentó cargar el primer día que mi hermano salió del hospital, sin embargo, por lo que mis padres me dijeron, le dolió tanto la espalda por hacer eso, que estuvo a punto de soltarlo, por suerte mi papá logró agarrarlo antes de que esto pasara.

Eso fue muy raro para todos, sabíamos que mi abuela no podía cargar cosas pesadas, pero un bebé recién nacido, no había manera en que pudiera pesar tanto.

A medida que los años pasaban, todos notábamos lo que en su momento creímos que era una clara preferencia por mi abuela de parte de mi hermano, pues aunque no podía decir palabras del todo siempre la señalaba y parecía que quería decir algo, pues balbuceaba como todo bebé tratando de imitar el lenguaje que lo rodeaba.

Papá solía decir que quería ser cargado por mi abuela, pero como mencioné antes, simplemente no podía sin sentir inmensos dolores, por más que ella lo deseara, aun así siempre acariciaba su rostro y lo abrazaba para hacerle saber que lo amaba, esa era el tipo de mujer que era mi abuela, tenía un instinto por cuidar a los demás y que los mismos sé sintieran amados.

La primera palabra que mi hermano dijo fue abuela, recuerdo que cuando empezó a tratar de hacer oraciones completas, una tarde mientras jugaba con mi hermano en el piso de la sala y mi abuela pasó, algo encorvada por su fuerte dolor de espalda, él dijo algo que no pude entender bien aunque mi hermano lo repitió como cinco veces, “abuela a mono malo” aunque al principio me esforcé por entenderlo, unos cuantos minutos después me rendí y seguí jugando con los bloques para armar.

Cuando mi hermano cumplió los cinco años, yo ya me encontraba en la secundaria para entonces, por lo que ya no estaba interesada en jugar con él o pasar tiempo en general, solo quería estar en mi teléfono y escuchar música con los audífonos, sin embargo, él era aún muy pequeño y constantemente se pegaba a mí para qué jugáramos o hiciéramos algo, aun cuando era muy evidente que lo que yo quería era deshacerme de él, en una ocasión, cuando estábamos en casa de mi abuela, vi a mi hermano hablando con mi abuela.

Bueno a decir verdad no estaba hablando en sí directamente con ella, más bien mi abuela estaba haciendo sus cosas y mi hermano le hablaba con ella de espaldas, no se me hizo raro, cuando escuché a mi abuela quejarse de su dolor de espalda y diciendo que necesitaba acostarse por un momento, a la par de que le decía a mi hermano, que ya hablaría con su amigo más tarde, eso se me hizo un poco extraño, pero, en mi papel de adolescente, me dio lo mismo. Mi abuela se metió a su cuarto y mi hermano y yo nos quedamos solos en la sala.

Supuse que se iría directo a ver la televisión, pero en lugar de eso se sentó a un lado mío y me dijo que si quería jugar un juego de mesa con él, yo le respondí que no y que dejara de fastidiar, él se quedó callado un rato y me preguntó “¿Qué es de nosotros el hermano de la abuela?” Sin levantar la mirada del teléfono le respondí que los hermanos de mi abuela, eran nuestros tíos abuelos, mi hermano se quedó pensando por unos segundos y me volvió a preguntar “¿Por qué mi abuela carga al tío abuelo Octavio todo el día? ¿No crees que por eso le duele la espalda siempre?” yo lo miré muy confundida.

Creí que estaba jugando conmigo, así que volví a mi teléfono, pero él volvió a preguntarme lo mismo, así que siguiéndole el juego le dije que no sabía, que probablemente no tenía piernas para caminar, pero enseguida mi hermano me dijo que si las tenía, solo que no quería caminar, empecé a pensarlo con un poco más de seriedad cuando caí en cuenta de que nosotros no teníamos ningún tío abuelo llamado Octavio, era cierto que mi familia era muy grande, pero también muy unida, por lo que nos habían presentado a todos y a menudo hacían fiestas en las que todos estaban presentes.

Los padres de mi abuela habían tenido once hijos y para ese momento, nada más ocho estaban vivos, y ninguno de ellos se llamaba Octavio, le dije que seguro se estaba confundiendo o quien se lo dijo, seguro estaba tratando de engañarlo o algo por el estilo, pero mi hermano me respondió que nadie se lo había dicho, que él había visto al tío abuelo Octavio en la espalda de nuestra abuela, traté de recordar algo que se le pudiera parecer, pero simplemente era una locura, mi abuela no podía cargar más de seis kilos y eso por unos cuantos minutos, menos iba a cargar a un adulto en su espalda solo porque no quería caminar.

Pero mi hermano me dijo que no era un adulto, sino un niño un poco más grande que él, pero menor que yo, yo le respondí que dejara de estar inventando cosas y que me dejara en paz. Después de eso, volví a mi teléfono, ignorando de nuevo lo que mi hermano estaba tratando de decirme, creo que pasó unas dos o talvez tres horas para que mi abuela pudiera levantarse de nuevo y en cuanto salió de su habitación, mi hermano comenzó a jalar la manga de mi suéter y a decirme que ahí estaba, que estaba en la espalda de mi abuela.

Yo volteé algo sorprendida, pero no había nadie ahí, le dije que me dejara en paz y que dejara de estar inventando cosas o le diría a mis papás que estaba molestando a la abuela, a mi hermano se le aguaron los ojos, se veía frustrado, se paró en el sillón y me dijo que él no estaba inventando nada, que él estaba ahí, yo lo jalé del brazo para que no siguiera ensuciando el sillón y le dije que se callara de una buena vez, y fue entonces cuando mi abuela notó que estábamos discutiendo y fue a tratar de frenar la pelea.

Nos preguntó por qué estábamos peleando y mi hermano, casi al borde de las lágrimas por la frustración, dijo que yo no le quería creer que el niño estaba en su espalda, de inmediato le dije que era porque eso era muy tonto y mi abuela, me dijo que los niños pequeños tienen amigos imaginarios y como la mayor debía seguirle el juego a mi hermano, mi hermano lejos de alegrarse, se ofendió más y volvió a gritar que él no era imaginario, que estaba colgado de su espalda y que se llamaba Octavio.

En ese momento, mi abuela cambió su rostro completamente, se puso pálida, como si le hubiesen dicho que murió alguien. Entonces miró fijamente a mi hermano y le dijo que de dónde él había sacado ese nombre, y mi hermano le dijo que el niño se lo había dicho, y que también le había dicho que era el deber de mi abuela cargarlo y que no pensaba bajarse nunca de ahí. Yo le volví a decir que cerrara la boca, pues eso no solo sonaba disparatado, sino que se veía que estaba afectando en serio a mi abuela.

Pero en lugar de eso mi abuela volvió a su cuarto, yo la seguí para ver si necesitaba algo, pero al entrar, vi que se estaba tratando de ver la espalda en el enorme espejo de su cuarto, estaba a punto de decirle que mi hermano tenía una gran imaginación y que no debíamos prestarle mayor importancia, cuando de repente, tomó una vieja llave de arriba de su ropero y abrió un pequeño y viejo baúl que siempre había estado sobre la cajonera donde guardaba su ropa. Comenzó a buscar entré un montón de papeles y fotos, se veía muy desesperada por encontrar una en específico.

Cuando finalmente la encontró, miró a mi hermano y con lágrimas en los ojos le preguntó si era el niño que estaba en su espalda. Mi hermano solo tuvo que mirar la foto por unos cuantos segundos para decir que efectivamente, ese era el niño, mi abuela no lo resistió más y se puso a llorar sentada en su cama, yo mire a mi hermano molesta y le dije que por culpa de él y sus mentiras la abuela estaba llorando, al no saber que más hacer, salí del cuarto con mi hermano, para que mi abuela no sé sintiera incómoda.

Sin embargo, después de media hora decidí que lo mejor era entrar para preguntarle si estaba bien, o si necesitaba cualquier cosa, sin darme cuenta mi hermano iba detrás de mí, no sabía como iniciar la conversación, por lo cual, solamente le pregunté quién era el niño de la foto. Mi abuela ya estaba un poco más tranquila, aún sostenía la foto en sus manos, se sonó la nariz antes de comenzar a relatarme lo siguiente.

El Malestar De Mi Abuela Historia De Terror

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Ese niño era su hermano Octavio, y a según las propias palabras de mi abuela, él era un total malcriado, disfrutaba mucho de lastimar a otros niños e incluso mató a dos perros de la familia. Mi abuela dice que nunca ha vuelto a conocer a alguien que sea tan malvado a tan corta edad, dice que si te lo quedabas viendo mucho tiempo te sentías incómodo y no le podías sostener la mirada por mucho tiempo, y como la hermana mayor era su responsabilidad cuidar de los pequeños, en aquel entonces eran otros tiempos, los padres salían a trabajar todo el día y no les importaba que comían sus hijos o si estaban bien.

Entonces mi abuela debía cuidarlos a todos, para el momento de lo acontecido mi abuela tenía cerca de doce años, y solo eran cinco hermanos entre ellos Octavio, el cual era el que le seguía a mi abuela con ocho años de edad, mi abuela dice que algo que odiaba era que Octavio constantemente le pedía que la cargara en su espalda, esto a mi abuela no le gustaba por varias razones, entre ellas, él parecía disfrutar lastimarla cuando estaba arriba, le rodeaba el cuello con sus brazos y se dejaba caer hacia atrás con el único propósito de estrangularla.

Y la segunda, era porque Octavio ya estaba muy grande y pesado como para poder cargarlo, mi abuela no es muy alta, así que le costaba mucho trabajo poder hacerlo y le daba miedo que Octavio pudiera hacerle mucho más daño, sin embargo, mi abuela dice que cuando se negaba Octavio hacia unas rabietas terribles que despertaban a la bebé de la casa y después mi abuela tardaba mucho en conseguir que se durmiera de nuevo, por lo que la mayoría de las veces, terminaba accediendo a cargar a Octavio, aún con el miedo que este le provocaba.

En una ocasión, mi abuela debía ir al río para poder lavar la ropa de toda su familia, y como no podía dejar a sus hermanos solos, decidió llevárselos también, Octavio primero parecía estar comportándose bien, pero a medio camino, dijo que ya estaba muy cansado y que quería que mi abuela lo cargara, mi abuela ya estaba muy cansada por toda la ropa que iba cargando, así que le dijo que no, pero como era costumbre de Octavio, se tiró en la tierra y comenzó a llorar, tanto era así que los otros dos hermanos de mi abuela, le dijeron que ellos cargarían la ropa para que de ese modo, ella pudiera cargar a Octavio, y así lo hicieron.

Al llegar al río mi abuela comenzó a apurarse a lavar, pues no quería que le agarrara la noche en ese lugar. Sus hermanos se metieron a nadar al río mientras la esperaban. Mi abuela les echaba un ojo debes en cuando, les advertía que no intentaran nadar muy adentro del río pues las ramas de algunos árboles podían hacer que se atorasen en ellas y podrían ahogarse, debes en cuando tenía que alzar la voz para que le hicieran caso, pero fuera de eso no había mayor problema, mi abuela dice que cuando ya llevaba poco más de la mitad de la ropa lavada.

Octavio llegó cubierto completamente de lodo y le ensució casi toda la ropa de nuevo. Mi abuela no era la clase de hermana mayor que golpeara a sus hermanos, por lo general si se estaban portando muy mal, un grito era más que suficiente, sin embargo, en ese momento, sintió tanta furia por lo que Octavio había hecho que le soltó una fuerte cachetada que dejó a Octavio en shock, pues nunca antes alguien le había pegado y nunca se imaginó que su hermana fuera la primera, mi abuela dice que comenzó a llorar, pero ella estaba tan molesta que no le importó, solo quería apurarse para no volver tan tarde.

Octavio se quedó en la orilla llorando todo el rato, mientras que sus hermanos seguían nadando y mi abuela se apuraba con la ropa, pero sin importar cuánto se apuró la noche los alcanzó, aún podía ver bien, así que quiso seguir hasta que no pudiera ver más, pero aun así les ordenó a sus hermanos salir ya del río para que no se fueran a enfermar, ellos la obedecieron y salieron, sin embargo, cuando todos estaban afuera tratando de recuperar el calor en sus cuerpos, mi abuela escuchó como alguien saltó al río.

Dice que entre la oscuridad alcanzó a ver que era Octavio, tan desobediente como siempre, mi abuela le dijo que ya no podía nadar o se enfermaría, pero Octavio le dijo que no le importaba. Y mi abuela, ya bastante harta del comportamiento de su hermano, se levantó y fue en su dirección para sacarlo de ahí, sin embargo, Octavio al ver que mi abuela entró al río, comenzó a nadar río adentro con la esperanza de no ser atrapado, se reía diciendo que nunca podría atraparlo, mi abuela estaba a punto de rendirse y dejar que hiciera lo que quisiera hasta que fuera hora de irse.

Sin embargo, de un momento a otro su hermano ya no estaba ahí, por un momento pensó que le estaba jugando otra broma o quizás no podía verlo por la oscuridad que cada vez se tupía más en aquel lugar, pero al ver que no salía, comenzó a llamarlo por su nombre y a decirle que dejara de jugar, pero no le respondía. Así que mi abuela comenzó a buscarlo creyendo que se pudo haber atorado con las ramas y que no podía salir del agua, pero sin importar cuánto tiempo buscó no pudo encontrarlo.

Mi abuela corrió a su casa junto con sus hermanos para decirles a sus padres lo que había pasado, y aunque ambos intentaron buscarlo, ya era demasiado noche como para lograr ver cualquier cosa en el río así que tuvieron que esperar hasta el día siguiente, en dónde incluso algunos vecinos se unieron a la búsqueda, y para su desgracia, efectivamente, el cuerpo de Octavio se encontraba atrapado entre las ramas de los árboles, mi abuela nos dijo que cuando lo sacaron de ahí, ella se desmayó y desde entonces había tenido ese dolor de espalda, y ella siempre lo atribuyó a qué cuando cayó, fue sobre varias rocas del río.

Después de contarnos esa historia, mi abuela le dijo a su hermano Octavio que lamentaba mucho no haber podido ayudarlo, pero que tenía que dejarla en paz, que él tenía que descansar, sin embargo, el dolor en la espalda de mi abuela solo empeoró, así que después de unos días, decidió ir con un brujo para ver si él podía ayudarla, sin que le contara nada, el brujo le dijo que traía un alma pegada a ella y que esa alma la quería ver sufrir.

Tardaron mucho, fueron varias sesiones con el brujo y mi abuela nos contaba que mientras el brujo hacía su trabajo, ella podía escuchar la voz de su hermano, estaba muy enojado y le decía que era su culpa que él hubiese muerto, que era su deber cuidarlo y que por culpa de mi abuela se había muerto y por eso jamás se apartaría de su lado, pero con mucho trabajo lo consiguieron y aunque la espalda de mi abuela nunca quedó bien del todo, decía que ya no la sentía tan pesada y que las pastillas para el dolor ahora sí estaban haciendo su efecto.

Antes creía que nadie nacía malo, solo se volvía malo por varios factores de su entorno, pero después de escuchar la historia de mi tío abuelo Octavio, honestamente ya no estoy segura de que pensar o creer, pero me alegra que mi abuela, pudiera pasar los últimos años de su vida en paz.

Autor: Liza Hernández.

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