Guardianes De Madero Historia De Terror 2023

guardianes-de-madero-historia-de-terror

Guardianes De Madero Historia De Terror 2023

Guardianes De Madero, Historia De Terror… Desde la fundación de Villa Cecilia, allá por el siglo XIX, cuando Doña Cecilia Villareal nombró heredero a su hijo Felipe de la Garza Villareal de la ranchería que llevaba por título su mismo nombre. En aquellos años esta región explotó su potencial turístico ya que dicha villa se ubica a orillas del rio Pánuco y la familia Villareal se había encargado de ofrecer hospedaje y alimentos a todos los viajeros, turistas y comerciantes que acudían al pueblo.

Por supuesto que esta región también sufrió diversos cambios y problemas que trajo consigo la independencia de México de la Corona Española. Resulta que más o menos en 1829 se libró la batalla de Tampico entre los militares mexicanos que dirigieron los generales Felipe de la Garza Cisneros y Manuel de Mier y Terán y comandados por el infame y muy controvertido Antonio López de Santa Anna contra los milicianos españoles guiados por Isidro Barradas.

Estos dos ejércitos se enfrentaron en un viejo asentamiento perteneciente a la Barra y lo relevante de este suceso es que el ejército nacional estuvo un breve periodo en el rancho de Doña Cecilia, en aquel lugar todos los integrantes del ejército descansaron, se aprovisionaron y alistaron para la batalla que como sabemos la ganó el ejercitó comandado por Santa Anna.

Gran parte de la historia de esta zona ha estado marcada por una fuerte presencia militar, hoy en día la Marina se encuentra establecida en el famoso Paso del Zacate y como la historia lo demuestra su presencia se remonta a por lo menos tres siglos atrás.

La batalla de Tampico que ganaron los mexicanos contra los españoles propició que la zona comenzara a desarrollarse y crecer de manera acelerada. Al poco tiempo el ferrocarril llegó a la región, se edificaron hospitales, talleres y oficinas generales. Ya para fines del siglo XIX se inauguró el famoso faro para iluminar la costa.

En el rio Pánuco se construyeron escolleras para proteger al dique del fuerte y agresivo oleaje del Golfo de México. Todo lo anterior se realizó de forma muy rápida, a principios del siglo XX se instaló un par de compañías petroleras, la norteamericana Water Pierce y la Mexican Eagle, las cuales hoy en día conocemos como Árbol Grande y Francisco I Madero.

El nivel de vida de toda la región, incluida Amupac comenzó a elevarse gracias a la prolífica industria petrolera que incluso hasta la actualidad sigue dejando un gran derrame económico para los habitantes y vecinos de la región.

Les cuento la historia de esta región porque yo soy originario de Madero. Mi familia es originaria de Orizaba, Veracruz, pero, mi padre migró a Ciudad Madero cuando comenzaron a tener problemas por la herencia de mis abuelos.

Al parecer sus hermanos arreglaron todo para que mi padre no obtuviera nada de las tierras y propiedades que mi abuelo había designado. Así que sin pensarlo mucho migró a Tamaulipas ya que había escuchado que el turismo y la industria petrolera eran muy rentable.

En aquel entonces el no habría sido mayor a los 21 años y como mi abuela había fallecido un año antes que el abuelo, tampoco tenía mucho que perder.

Se asentó en Madero, comenzó trabajando en restaurantes y hoteles ya que no pedían gran capacitación y mi padre sabía leer y escribir ya que había estudiado hasta la preparatoria en Orizaba lo que le permitió entrar a trabajar en la industria petrolera cuando comenzaron a contratar personal operativo de forma masiva.

Fue muy afortunado ya que hoy en día es muy difícil entrar al sector si no tienes una “palanca” dentro que te eche la mano. Pero, en aquellos años era común casarse con uno de los primeros empleos. Aquí conoció a mi madre, se enamoraron, casaron y me tuvieron a mí.

Desde que tengo memoria hemos vivido cerca del Paso del Zacate. Por lo que desde niño solía encontrarme con marinos en las calles haciendo su vida cotidiana, ya saben comprando, caminando o saliendo con sus familias. Muchos de mis compañeros y amigos de la primaria eran hijos de marinos.

La mayoría de los jóvenes tenían dos destinos principalmente: alistarse en la Marina o llenar la vacante de algún pariente dentro de alguna refinería. Mis padres querían que yo siguiera los pasos de mi padre, pues, él había hecho muchos contactos con el sindicado, administrativos y demás personas involucradas en el petróleo por lo que ingresar y ascender sería relativamente sencillo si decidía seguir los pasos de mi padre.

Pero, no fue así. El mar, la brisa, las olas…me llamaban. Muy seguramente de haber tomado la oferta de mi papá habría terminado en una oficina, firmando papeles, enviando mails y respondiendo llamadas prácticamente hasta que pudiera pensionarme o me jubilara.

El dinero siempre habría estado en mi cuenta y no creo que hubiese pasado por grandes dificultades, pero, internamente sentía un poco de repulsión por el nepotismo imperante en las vidas y mentalidad de mis amigos y compañeros de clase.

La mayoría ni siquiera se esforzaba por cumplir con su papel como estudiantes, hacían lo mínimo y a veces ni eso ya que aprobar las materias era lo único que les preocupaba para conseguir la documentación necesaria y pudieran ocupar un cargo dentro de la fructífera industria petrolera que sus padres o parientes les heredarían.

Yo y unos cuantos más pensábamos que no había mayor mérito que crecer y desarrollarse por nuestra propia cuenta. No era muy bueno en la mayoría de las asignaturas, pero, la historia siempre me gustó, pero, cuando se me cruzó por la cabeza aplicar para la Marina todos mis esfuerzos se centraron en acondicionar mi cuerpo para pasar los estrictos exámenes de selección a los que eran sometidos la mayoría de los aspirantes.

Al principio como cualquier decisión contraria a la de nuestros padres hubo fricciones, discusiones y descalificaciones principalmente por parte de mi padre quién al parecer ya había planificado toda mi vida.

Al final de cuentas nadie pudo detenerme, me preparé lo más que pude, me presenté a las pruebas y afortunadamente logré ingresar. Me volví Cabo después de todo el proceso de adiestramiento el cual realmente es exigente. He escuchado que los militares tienden a ser demasiado quisquillosos y cuadrados, pero, creo que no conocen a los marinos…el trato y actuar con los superiores tiene que ser perfecto.

Las faltas y errores cuestan bastante y si o si te vez obligado a alinearte a los superiores ya que tienen cero tolerancia a la insubordinación.

Recuerdo que antes de ingresar a la Marina muchos conocidos, familiares y amigos me decían que, si me había enlistado por los aliens, los OVNIS o los OSNIS.

Y es que hay una leyenda urbana…o no sé cómo llamarla actualmente… el caso es que ahí por los 60’s muchas personas, marinos y militares de alto rango aseguran haber vivido y presenciado avistamientos alienígenas en Amupac, una ciudad de Tampico, rodeada por escolleras y playa y cerca de la zona plataforma petrolera Arenque.

Por supuesto que cuando era más joven esas historias se contaban en las escuelas, algunos medios locales e incluso federales cubrían esas notas con testimonios de personas que habían presenciado avistamiento de luces, objetos y sucesos raros, como, por ejemplo: fallas en los equipos electrónicos o mecánicos de los barcos eran un patrón que se repetían entre capitanes jubilados.

Cuando niño estas historias hacían volar mi imaginación, pero, conforme fui creciendo dejaron de parecerme tan fascinantes, pero, siempre estuvieron guardadas en mis memorias y bueno, muchas personas interesadas recalcitraban mi curiosidad.

Durante mis primeros años como cabo se escuchaban algunas historias de otros reclutas. Los marineros de mayor rango solían reírse de estas historias. Argumentaban que se trataban de engañabobos y que solo los tontos y los obstinados creían en esos cuentos.

En cierto modo yo igual coincidía con lo que decían esos viejos marineros de modo que difícilmente cuestioné a mis compañeros, instructores y superiores sobre la veracidad de aquellos relatos urbanos. Y es que tampoco es que un recién llegado e inexperto tenga mucho acceso a la información que se manejan en las altas cúpulas.

Durante gran parte de mi estadía en la Marina bastaba con que el superior a cargo supiese los detalles de la misión o encomienda a realizar por el resto de la tripulación. Rara vez nos enterábamos al cien por ciento sobre todos los pormenores de lo que nos fue asignado.

Durante mi formación estuve enfocado en sistemas de comunicación e información ya que encontraba fascinante el mundo de la tecnología y me generaba cierta sensación de adrenalina y poder al ser parte del equipo que hacia posible la comunicación.

Conforme fui aprendiendo y especializándome tuve acceso a información “privilegiada”. Les sorprenderá saber que la Marina y en general las fuerzas armadas invierten muy poco dinero en ciberseguridad. Nos encontramos muy atrasados respecto a los vecinos del norte quienes suelen llevar la batuta en este campo al igual que los ingleses, los rusos y recientemente los chinos.

O al menos eso habría sido durante gran parte del siglo XX, pues, casi al final de este comenzaron a realizar fuertes inversiones en este rubro para algunos departamentos no todos fueron priorizados lo cual no llegué a comprender del todo en su momento hasta que presencie aquel suceso…

En los 70’s un hombre misterioso llegó a la ciudad. Tenía rasgos extranjeros como muchos otros turistas que visitan estas tierras. Este hombre estuvo un par de días por Madero y según cuentan los locatarios contaba que había sido contactada por extraterrestres en alguna misión que había tenido en Nuevo México y estos le habían indicado que habían instalado una ciudad submarina en las costas de Miramar y su visita era motivada por aquella revelación ya que tenía planeado volver a contactar con aquellos seres.

Nunca más se volvió a saber nada de aquel hombre. Algunos mencionan que tomó una pequeña embarcación y se adentró en las feroces aguas.

En esa misma década un controlador de vuelo llamado José Castillo, reportó que durante un día rutinario en su torre de control alrededor de las 8:45 presenció a una flotilla a de OVNIS ya que se desplazaban a gran velocidad y realizaban movimientos que una aeronave difícilmente podría realizar.

José no fue el único, cientos de personas comentaron haber visto luces extrañas surcando los cielos de suroeste a noroeste por toda la región. Las cuales fueron captadas por José, quien agregó que lucían un color verde intermitente, pero, que no fue capaz de identificar a aquellos objetos.

Algo similar contó un trabajador de la refinería, quién sostuvo que llevaba alrededor de tres meses viendo aquellas luces en el cielo que también habían reportado el resto de los pobladores. El agregó que estas luces solían apagarse y encenderse, pero, que se sumergían dentro del mar a cientos de kilómetros de las costas de Miramar.

Eso fue algo que me llamó bastante la atención, en aquel entonces recuerdo que a los maestros encargados de enseñarnos todo lo relacionado a las comunicaciones fueron llamados de emergencia con el Almirante…nos dijeron que se trató de un asunto de emergencia al detectar un submarino en aguas nacionales y necesitaban ayuda con algunos instrumentos y aparatos que al parecer habían dejado de funcionar por la falta de mantenimiento.

Al principio pensamos que era algo inesperado, pero, nada fuera de lo normal, sin embargo, toda la comunidad no dejaba de hablar de las luces, incluso algunos amigos me preguntaron, pero, yo simplemente dije que probablemente eran pruebas áreas ya que tampoco lo había presenciado y mucho menos tenía idea de lo ocurrido.

Pero, lo curioso es que durante algunas semanas mucho del equipo con el que contaba la base militar y los navíos fueron actualizados. En aquel momento pensamos que simplemente era una decisión del Presidente ya que hacía mucho tiempo que no se invertía en equipo de comunicación y empezaban a quedar obsoleta gran parte de la infraestructura con la que contaba la Marina.

El hecho es que vinieron muchos hombres por parte de la Secretaria de Defensa. Nosotros que en aquel entonces éramos simples cabos y reclutas no teníamos acceso a las reuniones de alto nivel que celebraron en aquellos años.

El hecho es que comenzaron a cesar las pláticas respecto a los avistamientos. Comenzaron a desacreditar a muchos de los testigos visuales que habían presenciado aquellas luces que surcaron los cielos y se perdieron en la profundidad de las aguas.

Al grado que se ridiculizaban a todos aquellos que decían haber visto “cosas” en el firmamento. En su momento concluí que muchos testigos no mentían, pero, que no se trataba de OVNIS ni OSNIS, sino más bien muy seguramente era algún programa o proyecto de vuelo del gobierno del cual como es normal quieren mantener en secreto para contar con el factor sorpresa en caso de llegar a requerirse.

Estados Unidos lleva décadas haciendo lo mismo y el acercamiento de ambas naciones que comenzaba a volverse más visible durante los 80´s y 90’s respaldaba mi teoría de cooperación en investigación aeronáutica militar.

Cuando comencé a trabajar y a tener acceso a más información la mayoría de mis compañeros evitaban el tema. Yo mismo llegué a presenciar aquellas luces. Eran sorprendentes, su movimiento, los colores que emitían y las señales que provenían de las mismas.

Cuando esto sucedía siempre se nos solicitaba entregar las grabaciones, pruebas o registros alegando que se trataba de un programa secreto del cual nosotros no teníamos derecho a conocer los detalles ni nada al respecto. Al inicio me pareció sumamente extraño.

Muchas teorías conspiranoicas invadieron mi cabeza. Pero, lo más inquietante eran las nulas reacciones de mis compañeros. Apenas si se asombraban por aquellos avistamientos los cuales he de aclarar que no eran muy frecuente.

La mayoría de los registros nos eran solicitados, no podíamos quedarnos con copias ni mencionar nada con nadie sobre nada de lo que veíamos o escuchábamos en aquella oficina. No entendía la naturaleza de nuestro trabajo ya que consistía en monitorear los radares durante largas jornadas de tiempo.

Solo el café nos hacía compañía y ninguno de todos los que trabajábamos ahí hablaba sobre su vida, sus conocidos ni nada. Parecían maquinas programadas para realizar esa repetitiva tarea día tras día. La paga era bastante buena por esa parte no puedo quejarme, pero, no comprendía porqué pagar tanto a un puñado de marinos que se pasaban el día y noche monitoreando una pantalla…sin embargo, al principio me pareció un trabajo increíble, las labores eran sencillas, las jornadas eran de ocho horas y tenía tiempo para leer durante mi estadía, pero, conforme pasaron los meses y luego años la actividad parecía sumamente innecesaria.

Al grado de que llegue a pensar que era una forma de blanquear dinero por los recientes escándalos mediáticos que habían tenido los militares con los carteles del país y su colusión en actividades ilícitas. Quizá esta relación entre ejército y narcotraficantes también había infectado a la Marina…

Durante varios años los avistamientos y noticias dejaron de aparecer en medios locales y nacionales. Aunque paradójicamente comenzaron a llegar personas interesadas en estos temas. Supuestamente venían a investigar estos avistamientos. Los pobladores comenzaron a explotar esta atracción.

No sé dónde surgió el rumor de que la existencia de una base submarina en Miramar de origen alienígena era la responsable de que durante décadas los huracanes no tocarán costa Tampiqueñas ni Tamaulipense. Muchos aseguraban que esta protección era gracias a la presencia de esos seres extraterrestres quienes se habían establecido en aquellas aguas del Golfo de México.

Nadie podía dar una explicación sobre porqué brindarían protección precisamente a aquel lugar, pero, era un gancho para atraer a miles de curiosos a estas tierras y también cuentos para aterrorizar a los niños o crédulos.

Sin embargo, mi percepción sobre este asunto cambió drásticamente aquella noche de septiembre. El día había estado bastante lluvioso, el aire azotaba con fuerza a la costa, muchos pescadores no salieron a trabajar aquel día ya que el mar lucia embravecido y golpeaba salvajemente a los navíos que se encontraban en el mar.

Yo me encontraba monitoreando aquellas viejas pantallas cuando un oficial se acercó a la oficina. Preguntó por mí en un tono muy enérgico a lo que yo simplemente me puse de pie, saludé y cuadré frente al oficial. Este me dijo que le acompañara ya que tenía un trabajo para mí.

Se dio la vuelta y salió al pasillo distribuidor. Le seguí en cuanto tomé mi abrigo del perchero al lado de la puerta. Mis compañeros ni se inmutaron y permanecieron como centinelas atentos a los monitores.

Por mi parte me sentí emocionado al por fin salir de aquella cueva y formar parte de lo que fuese que quería de mi aquel hombre que no había visto jamás en mi vida. Prendió un cigarrillo y me dijo que mis superiores le habían dicho que era muy hábil con el equipo de comunicación y necesitaban a una persona capaz de reparar algunos equipos que habían sufrido estragos por un repentino apagón.

Agregó que no me daría más detalles al respecto y que tenía que salir de inmediato ya que un barco me esperaba en el puerto. Por supuesto que accedí.

Todos en la tripulación se mantuvieron callados y serios. Por la oscuridad y la inmensidad del agua no supe adónde nos dirigimos. Solo sabía que debía reparar un viejo equipo de computadora estropeado y no más. Vimos el famoso faro alumbrar lo que me sirvió para ubicarme un poco, todo parecía indicar que nos dirigíamos a Amupac, una zona restringida a la cual pocas personas de alto nivel podían acceder.

Llegamos al lugar, desembarcamos y caminamos hasta la cerca de acero un auto militar y por lo menos media docena de guardias nos revisaron. Entramos al edificio central, una monolítica construcción solo unas luces blancas parpadeantes que colgaban iluminaban aquel recinto.

Bajamos por una gran escalera. Al parecer eso era un bunker, uno muy grande porque perdí la noción del tamaño de aquel lugar. Descendimos en escaleras y un elevador el cual indicaba doce pisos…solo tuve acceso hasta el quinto pues, ahí se encontraba el servidor al que había que reparar cuanto antes. Un par de hombres me escoltaron hasta la habitación, dejaron un kit de herramientas y otra valija con refacciones.

Me indicaron que en caso de requerir algo más les hablará ya que me esperarían detrás de la puerta. Tomé ambos maletines, avancé unos cuantos pasos y comencé a escuchar maldiciones dignas de cualquier marinero del siglo XVIII. Se trataba de un viejo que rondaba alrededor de los noventa años.

Estaba revisando el aparato y blasfemando a los siete mares. Me acerqué, me identifiqué y le expliqué el motivo de mi presencia. Volteó a verme de reojo, escupió al piso y me murmuró entre dientes que no necesitaba la ayuda de un novato que solo entendía de equipo digital.

Aquel aparato era analógico, el almacenamiento eran cintas magnéticas y al parecer una bobina y otros componentes se habían estropeado. El viejo comenzó a quitar las piezas dañadas y me dijo que le pasará las refacciones.

Nunca había visto una maquina así, tenía por lo menos unos 20 o 30 años de antigüedad, pero, por alguna razón la Marina necesitaba que aquella reliquia siguiera funcionando.

No sé cuánto tiempo habremos estado ahí. El viejo comenzó a vacilar, diciendo que había visto “cosas” de las cuales nadie se imaginaba. Conocía muchos secretos, proyectos y asuntos muy importantes al parecer y pese a su edad la Marina había preferido que se muriera o pudriera en aquella oficina a dejarlo ir.

Al parecer se quedaba en una habitación en aquel bunker. Imaginé que nunca tuvo familia, pues, había servido al país prácticamente toda su vida. Me dijo que había visto algunas cosas raras surcando el cielo, asentí con la cabeza y respondió con una gran carcajada, sacó una botella de su chaqueta y le dio un trago.

Era tequila, al parecer ese viejo no solo era un maestro de las maquinas análogas sino también un alcohólico que si su cuerpo no cedía lo mataría tarde o temprano alguna computadora de aquel lugar que median más que el cuarto que tuve cuando era niño.

Me comentó que aquellas “cosas” no solo volaban, sino que también podían sumergirse a gran profundidad. Que en alguna noche se había escabullido y visto como lo habían hecho y como la Marina se encargaba de resguardar el secreto a voces.

Me dijo que había visto cuerpos muy extraños siendo trasladados a distintos centros de investigación del bunker y que en los niveles más bajos se encontraban grandes secretos que de ser revelados el mundo se volvería loco. Pensé que se trataban de cuentos de un anciano al que ni la muerte se toma la molestia de reclamar.

Guardianes De Madero Historia De Terror

guardianes-de-madero-historia-de-terror
guardianes-de-madero-historia-de-terror

Continué trabajando en aquel aparato. Después de unas cuantas horas de trabajo terminamos, arrancamos la fuente de poder, el anciano cambio la cinta magnética con una gran destreza y se puso en marcha nuevamente la maquinaria.

Los dos guardias entraron, preguntaron si habíamos terminado. Recogieron todo el material y herramienta y me dijeron que era hora de irnos. Les pedí ver al hombre que me había contactado y respondieron -¿qué hombre?…al parecer hacerse el despistado era algo común ahí o quizá ni entre ellos se conocen lo suficiente para recordar un nombre o cara. Fuese como fuere, me escoltaron.

Mientras cruzábamos un gran hangar la luz se fue, los guardias encendieron sus linternas y uno de ellos trató de contactar por radio al resto para que le dieran indicaciones, pero, nadie respondió se escuchaba una fuerte estática como si no hubiese señal y al poco rato se registró un sonido muy fuerte a lo que el hombre apagó la radio.

Le sacó la batería y lo desechó. Me indicaron que no me moviera de ese lugar que en cualquier momento la energía volvería. Les dije que muy probablemente la maquina se habría vuelto a averiar. Ni se inmutaron ante mi comentario. Permanecimos en penumbra alrededor de quince o veinte minutos alumbrando solo con aquellas linternas tácticas.

Escuchamos pasos descendiendo por las escaleras metálicas. Era otro hombre, les dijo que era mejor que saliéramos de ahí cuanto antes y nos escoltó durante el ascenso en escaleras. El camino de vuelta fue extenso. Pero, ninguno se quejó ni un ápice.

Cuando por fin logramos subir al nivel del suelo unos generadores de combustible les daban energía a las luces. De inmediato me embarcaron.

Cuando abordé el navío me di cuenta de que solo se encontraba a bordo el timonero y un par de hombres más. La tormenta había empeorado y las corrientes de aire eran más fuertes.

El capitán que a la vez timoneaba la embarcación nos dijo que nos sujetáramos de donde pudiésemos ya que al parecer se aproximaba una ola bastante grande. Me sujeté de los barandales lo más fuerte que pude y en el momento en que nos encontramos frente a frente con aquella ola una luz verde fosforescente se postró ante mis ojos. Era algo enorme, iluminó prácticamente toda el agua.

Al parecer aquella luz provenía del fondo del mar…pensé que se trataría de un submarino, pero, ninguno conocido asciende a tan alta velocidad ni mucho lo hace en medio de la nada.

Solo sé que algo masivo emergió de las oscuras profundidades del océano y de inmediato rompió la fuerza ejercida por el agua y a una gran velocidad se elevó a la estratosfera.

Todo esto ocurrió en cuestión de segundos. Pero, mientras todo esto pasó las luces del navío comenzaron a fallar, los tacómetros se volvieron locos, la radio perdió señal y las náuseas causadas por el movimiento de la embarcación se volvieron más fuertes, las arcadas se volvieron incontenibles y el resto de los pasajeros vomitaron en la cubierta.

Algunos se soltaron y cayeron por la borda al embravecido mar. Yo solo pude vislumbrar aquel espectáculo que se estaba volviendo en una gran tragedia.

Caímos junto con el agua cuando aquel objeto se elevó por los cielos, era algo gigantesco, enorme, metálico y con formas muy extrañas que ni las principales potencias militares habían podido desarrollar en ese momento. Apenas si emitía sonido y se propulsaba por alguna energía que no conocía y que incluso a la fecha no se ha visto en ningún vehículo.

Algunos hombres que lograron permanecer en la embarcación comenzaron a sangrar de la nariz y oídos. Yo desfallecí después del impactó que generó la ola que surcábamos.

No tengo idea que pasó después, no sé qué pasó con aquella tripulación. Me dijeron que me había golpeado la cabeza durante el trayecto y todos se hicieron los locos con aquel suceso.

No encontré registros del barco en ningún lado y mucho menos de los tripulantes. Parecían ser hombres fantasmas ya que al parecer nunca existieron. Ninguna de mis preguntas fue respondida por nadie.

Aquel hombre que me había solicitado ir a reparar aquella maquina tampoco apareció. Mis compañeros no dijeron nada al respecto, quizá por miedo o temor a las represalias.

Estuve trabajando un par de años más hasta que me informaron que era hora de retirarme y que ellos se encargarían de cubrir mis honorarios hasta que muriera. Esos últimos años trabajando en aquel viejo departamento no volví a captar ninguna señal extraña, las buscaba obsesivamente, pero, no volvieron a figurar nunca más.

En una ocasión comencé a tener problemas de salud, acudí a la clínica y me informaron que tenía cáncer en etapa terminal. Mis órganos estaban deshechos y había poco que hacer por mí. Lleve una vida saludable, pero, muy probablemente adquirí este cáncer tan agresivo durante el suceso de aquella noche, donde presencie la existencia de los “guardianes de Madero” …no me queda nada así que ¿le creerían a un hombre moribundo al borde de la locura.

Autor: Lyz Rayón.

Derechos Reservados

Share this post

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Historias de Terror