La Curva De El DIablo 2023

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La Curva De El DIablo 2023

La curva de el diablo… Soy de Acapulco, trabajo de taxista y formo parte del sindicato, yo trabajo exclusivamente en el aeropuerto, me costó varios años poder meterme allí.

Para que el sindicato te permita estar ahí te tienes que llevar bien con todos los buenos del sindicato, aparte de que hay que pagar una buena cuota.

El monto promedio a pagar por un viaje desde el aeropuerto, por lo menos aquí en Acapulco, es de entre 300 a 500 pesos.

Así como entre los doctores y personal de guardias nocturnas en los hospitales, se hablan sobre fantasmas y otro tipo de fenómenos paranormales, entre los taxistas de aquí de Acapulco se habla de la Curva del Diablo.

Está ubicada sobre la Calzada Pie de la Cuesta, en la zona poniente de la ciudad, el motivo por el cual se le conoce como la Curva del Diablo es, de hecho, porque se dice que el rey del infierno se hace presente en ese tramo de la carretera.

Y ese mito no solo es popular entre nosotros los taxistas, sino que también es un tema de conversación para los traileros.

Pero antes de hablar de lo que ocurrió en la carretera me gustaría platicarles de otras 3 experiencias paranormales que me platicaron, 2 fueron los clientes y una fue de un compañero, las 3 ocurrieron antes de lo de la Curva del Diablo.

La primera me ocurrió en la clínica número 9 del IMSS, jamás se me olvida, porque, a parte de que fue la primera ocasión en que escuché de primera mano una experiencia de semejante naturaleza, a esa misma clínica yo llevé a mi madre en una ocasión que se me puso muy mala, su estado era tal que no podía caminar y, por lo tanto yo necesitaba meterla en silla de ruedas.

Entonces entré a la clínica a buscar pero me dijeron que las 2 que ellos tenían disponibles estaban ocupadas, que, debido a la hora las que estaban guardadas ya no se podían sacar, entonces, me dijeron que lo único que podía hacer era ir al área de emergencias a ver si ahí estaba una disponible.

Cuando fui a buscar sí la encontré, pero solo tenía una rueda.

Debido a la ineptitud de los servicios médicos de esa clínica, tuve que cargar a mi madre hasta el interior del hospital para que pudieran atenderla.

Poco tiempo después fue que inicié como taxista, por lo tanto, evidentemente, aún no estaba en el aeropuerto, uno de mis primeros clientes era un señor ya algo grande, no al grado de ser un anciano pero se le notaban algunos achaques, él vivía solo, y por eso me pidió mi número.

En una ocasión me llamó durante la tarde, había sufrido un accidente en su casa y necesitaba ir al hospital.

Me apuré para llegar pronto a su casa, la puerta del frente estaba cerrada, le grité para saber que estuviera bien, respondió y me dijo que la puerta del patio estaba abierta, que de favor intentara cruzar por el pasillo, y que si no podía me daba permiso de romper su puerta, que lo único importante era que lo llevara al hospital.

Me las arreglé para cruzar la puerta del pasillo, no fue fácil, porque el señor tenía una reja de casi 3 metros de alto, además la tenía bien cerrada con un candado enorme, aún así, pude cruzar y llegué al patio, entré a la casa por la puerta trasera, el cliente estaba tirado en el piso, en una posición que, a simple vista, se podía saber que era muy dolorosa.

Lo ayudé a levantarse, y lo llevé al hospital, el lugar más cercano era, precisamente, la clínica 9 del IMSS, en lo que llegábamos, para que el señor se distrajera un poco del dolor que estaba sintiendo, le conté la experiencia que ya las platiqué a ustedes, también le aclaré que iba a cargarlo si llegara a ser necesario.

Afortunadamente en esa ocasión sí había una silla de ruedas disponible, entré con el cliente, no solo para empujar su silla, sino también para llenar la hoja de ingreso, le dieron un lugar y el doctor me dijo que podía regresar por él al día siguiente a las 8 de la noche, el cliente me comentó que no era necesario que yo volviera por él, que ya con la ayuda brindada era mucho y no quería molestarme más, yo le insistí en que iba a ir por él al día siguiente.

Eso hice, ya estaba llevando al cliente de vuelta a su casa cuando me platicó que le pasó algo muy extraño dentro del hospital.

Todo comenzó con que a él le debían cambiar el suero a las 3 de la mañana, la enfermera de turno, que era una muchachita de menos de 20 años, era la encargada de realizar el cambio de suero porque el doctor le especificó que ella tenía que hacerlo.

El doctor le recalcó a esa enfermera que si no lo hacía sería despedida, al parecer ya las quejas de su desempeño eran recurrentes.

Llegó la hora y la enfermera no fue a cambiar el suero, el cliente no sabía si la enfermera estaba dormida, o si se encontraba en el baño, a él no le interesaba, lo único importante para él era que le cambiaran el suero porque era lo que le quitaba el dolor.

A las 3 con 20 llegó otra enfermera, un poco más grande de edad, cabello de otro estilo, también de otro color, además esa enfermera era mas bajita que la primera, inclusive el cliente me mencionó que la vibra de esa otra enfermera emanaba mucha confianza, se sintió atendido por un miembro de su familia.

Ella fue excesivamente amable, le preguntó cómo se sentía, le cambió el suero sin causarle ninguna molestia, ya por último, antes de irse, la enfermera le acercó un vaso de agua  a mi cliente y se despidió diciéndole que si necesitaba cualquier otra cosa, sin importar de qué se tratara, que nada más la llamara y ella iría a ayudarlo.

En la mañana, cuando el doctor fue a verlo, mi cliente le comentó que había tenido problemas con la enfermera durante la noche, pero que por suerte otra enfermera lo ayudó, y le contó todo tal cuál yo ya se los dije.

Cuando el doctor le preguntó sobre cuál era la enfermera de la que recibió ayuda, mi cliente describió la apariencia física de esa enfermera, entonces el doctor, un poco incómodo, le contó que la enfermera que lo atendió tenía más de 20 años de muerta.

Esa fue una de las experiencia que me contó un cliente, la otra me ocurrió 3 años después, yo estaba llevando a un estudiante al CETMAR número 18, que viene siendo el equivalente a una preparatoria.

Estábamos yendo hacia el plantel en el que estudiaba aquel joven muchacho, que está sobre la carretera federal Acapulco – Zihuatanejo, a la altura de la Colonia Jardín.

En el trayecto, el muchacho me empezó a hacer plática, uno de sus maestros le había encargado hacer una serie de preguntas a un trabajador que no fuera de su familia y decidió hacerme las preguntas a mí, eso, aunque pueda parecer ridículo, me hizo sentirme bien.

La gran mayoría de esas preguntas no eran mas que simples banalidades, pero la última era si yo conocía a alguna persona que hubiera tenido un encuentro paranormal, me lo pensé un momento, pero decidí que sí le diría.

Decidí que le contaría lo que me había dicho anteriormente el cliente al que llevé hasta la clínica número 9 del IMSS.

El muchacho me preguntó si yo creía en esas cosas, lo que le dije fue que yo creía que muchas veces nuestro cerebro nos hacía malas jugadas.

Yo no era un experto en el tema en aquel entonces, y tampoco soy un experto ahora, pero siempre me gustó leer, por eso pude estructurar la respuesta que le di al muchacho.

Entonces el estudiante me dijo que él sí creía en fantasmas, porque en su plantel educativo se aparecía uno.

El muchacho se dio cuenta, debido a la expresión de mi cara, que yo no creía lo que me estaba diciendo, entonces él me retó a caminar por afuera de la barda de la escuela, dijo que si lo hacía podría sentir la energía tan fuerte que emanaba de ese lugar.

El estudiante también me contó que dentro de algunos salones podían escucharse risas, solo para que después un niño apareciera de la nada y se alejara corriendo a toda velocidad.

Para ser completamente honesto con ustedes, al principio no le creí ni la mitad de lo que le escuché decir, pero, tras pensarlo unos momentos, llegué a la conclusión que sí podía ser cierto lo que aquel estudiante me había contado.

Un año después fue el incidente del compañero taxista, les cuento.

Él andaba en el centro de la ciudad, en la zona donde las personas andaban de fiesta, era de madrugada, entonces de uno de los establecimientos salió una mujer con pintas europeas.

La mujer, que era joven, no salió acompañada, miraba hacia todos lados, y, en cuanto vio el taxi de mi compañero le hizo la señal, él fue hasta donde estaba ella para que se subiera al taxi.

El compañero le preguntó si iba a esperar a alguien más, pero la mujer le dijo que no, que por favor pusiera el taxi en marcha.

La mujer se veía confundida, desorientada, estaba pálida, pero no parecía ser su tonalidad natural de piel, más bien parecía que acababa de sufrir el susto de su vida.

Luego de avanzar varias cuadras en línea recta, mi compañero le preguntó a dónde quería que la llevara, pero la mujer ya no le respondió, él volvió a preguntarle pero solo hubo silencio.

Él la miró por el retrovisor y se dio cuenta que la mujer estaba acostada y con los ojos cerrados, al parecer se había quedado dormida.

Mi compañero no sabía qué más podía hacer, la movió para intentar despertarla pero nada funcionó.

Él condujo hacia un hospital, cerca de llegar vio una banca, se detuvo, cargó a la mujer y la recostó sobre la banca, mi compañero no quería que fueran a pensar que él ere responsable de haberle dado algo a la mujer para dejarla inconsciente y aprovecharse de ella, por eso la dejó ahí, para evitarse problemas.

Pero, justo cuando la estaba acomodando en la banca se dio cuenta que la mujer tenía una herida muy grave en el cuello, parecía una mordida, aún estaba sangrando, ahí mi compañero se preocupó, acercó su mano a la boca y nariz de la mujer y se dio cuenta que no estaba respirando, le intentó tomar el pulso y tampoco sintió nada, la mujer estaba muerta.

Mi compañero volteó hacia todos lados, para asegurarse que nadie lo hubiera visto, y luego se alejó de ahí a toda velocidad.

Alguien, o algo, había mordido brutalmente a esa mujer dentro de ese establecimiento, pero, nunca se sabrá que fue lo que ocurrió en realidad.

Ahora sí, les cuento de la Curva del Diablo.

La primer persona que a mí me platico que era 100% cierto que el diablo se aparecía ahí, fue un amigo trailero, Hugo se llamaba, él murió hace 2 años en un brutal accidente en carretera, ocurrió mientras viajaba a Guanajuato.

Recuerdo muy bien el día que nosotros tuvimos esa conversación, yo aún no estaba asignado al aeropuerto, nos reunimos en un bar, yo andaba en mis veintes y Hugo ya tenía poco más de 40.

Estábamos platicando sobre que él, antes de ser trailero, fue taxista por 9 años, y que dejó los taxis luego de que se le apareciera el Diablo.

A mí me dejó intrigado y le pedí que por favor me contara la historia, aceptó pero me hizo invitarle otra cerveza.

Lo que él me dijo fue que una mujer le hizo la parada en esa curva, cosa rara, pero se detuvo porque al tomar el viaje en la carretera la cuota sería más alta.

Antes de salir de la carretera esa mujer empezó a transformarse, Hugo, del susto, casi se sale de la carretera, tuvo que frenar de golpe para no voltearse, con miedo miró por el retrovisor y la mujer ya no estaba.

Su historia, sobre todo la forma en la que me la contó, fueron muy convincentes, además, yo no tenía ningún motivo para dudar de Hugo, él no ganaba nada inventándome algo como eso.

Tres años antes de que mi amigo muriera yo estuve a punto de morir en la carretera, precisamente en la Curva del Diablo, pero déjenme les cuento desde el principio como ocurrió todo.

Ese día, como a las 9 de la mañana, yo estaba desayunando en un puesto de mariscos, ahí cerca de la playa, de hecho, como mi taxi estaba como a 20 metros del puesto de mariscos, vi que unas personas, que traían equipo fotográfico y esas cosas, estaban parados al lado de mi taxi, tuve que decirles que yo era taxi de aeropuerto, que podía moverlos pero con la tarifa del aeropuerto.

Estuvieron de acuerdo porque en ese momento no había ningún otro taxi cerca y ellos tenían prisa de llegar a su hotel para empacar todo y de ahí irse al aeropuerto porque su vuelo salía a las 2 de la tarde, y aunque pudiera parecer que era temprano, de donde estábamos, en la playa, el hotel quedaba a una hora, y del hotel al aeropuerto era otra hora.

Entonces, ya sumando el tiempo en lo que terminaban de alistar las maletas, llegaríamos al aeropuerto prácticamente a medio día.

Me apuré a terminar mi cóctel y luego moví a los clientes, en efecto, llegamos al aeropuerto faltando 20 minutos para las 12, ellos, debido a que llevaban equipaje frágil, el equipo de fotografía, tenían que hacer un proceso diferente con sus maletas, algo así me explicaron, no les entendí muy bien, el punto es que muy apenas alcanzarían a subir al avión.

El resto del día estuvo bien, hice un último viaje y luego, para volver a mi casa, ya sin dar servicios, tuve que pasar por ese tramo de la carretera, era de noche.

De pronto, un auto rojo que iba adelante de mí, a mi izquierda, derrapó y se impactó con el auto que estaba frente a mí, en mi mismo carril, un auto blanco, yo tuve que frenar de golpe.

El auto rojo, al momento en que impactó al auto blanco lo empujó hacia la derecha, donde justo iba pasando un tráiler, el auto blanco solo golpeó contra las llantas del tráiler, pero fue suficiente para que ese auto se volteara y empezara a girar sobre la carretera.

Todo eso ocurrió en cuestión de 2 segundos, inmediatamente después una camioneta me golpeó por detrás, porque yo había frenado de golpe y a la camioneta no le dio tiempo de detenerse antes de impactarme.

Mi taxi quedo entre el auto rojo y la camioneta.

Después del golpe ya no supe que pasó, pero sí podía escuchar que los autos de atrás frenaban y chocaban unos con otros.

Por más increíble que parezca, no hubo ningún muerto, la peor parte se la llevaron las 3 personas que iban en el auto blanco que se volteó, pero por fortuna llevaban su cinturón bien puesto, solo se golpearon fuerte, pero todo bien.

Todo el caos que se ocasionó tardó horas y horas, en cuanto llegó tránsito y protección civil yo me apuré a dar mi versión de los hechos, identificar mi auto y dar toda la información necesaria para librarme de toda responsabilidad.

Los de protección civil me ayudaron a ponerme en contacto con un amigo que también era taxista, ya le dije donde estaba y fue junto con su hijo mayor, mi amigo en el taxi y su hijo en su auto particular.

Cuando llegaron, que ya eran como las 2 de la madrugada, les platiqué como estuvo todo el desbarajuste, la ambulancia ya me había revisado, no ocupaba ni ir al hospital, yo podía irme, mi amigo me dejó su taxi y él se fue con su hijo en el auto particular.

Apenas me estaba subiendo al taxi de mi amigo, cuando una mujer se me acercó, me dijo que su auto estaba fuera de uso debido al choque, que si le podía hacer el favor de llevarla a su casa, acepté.

Era una mujer delgada, de cabello largo color azabache, no quiso sentarse en el lugar del copiloto, ella se fue atrás, ya que nos acomodamos le pregunté a dónde quería que la llevara.

Ella quería saber a dónde iba yo y por dónde me iba a ir, porque afirmó que no se sabía la dirección pero sí sabía cómo llegar, ya le expliqué la ruta que iba a tomar, ella sonrió de forma breve y me comentó que ya estando cerca me avisaba.

Yo intenté hacerle plática, quería saber cómo fue que experimentaron el choque de los autos que estaban detrás de mí, porque claramente yo no había visto nada, solo lo que les conté.

Pero la mujer estaba muy callada, no importaba la pregunta que yo le hiciera, a todas me respondía con una sola palabra.

Ahí me empecé a preocupar, pensé que a lo mejor la mujer se encontraba aturdida y confundida por haberse golpeado fuerte la cabeza, y, quizás, por eso me estaba contestando de esa forma.

Me asomé por el retrovisor para ver si se encontraba bien pero la carretera era oscura y la luna estaba cubierta por las nubes, me fue imposible verle el rostro.

A los 600 metros un tráiler pasó en sentido contrario al que iba yo, y con sus luces largas iluminó el interior de mi auto, entonces aproveché para ver bien a la mujer por el retrovisor, pero en el momento en que lo hice la mujer ya no estaba.

La Curva De El Diablo

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De la impresión, y también por el susto, orillé el taxi y me bajé rápido, abrí las 4 puertas del auto, el interior estaba vacío, yo no entendía que rayos pasaba.

Me quedé parado frente al taxi, confundido, entonces, a unos 70 metros, vi una silueta, estaba caminando en mi dirección.

Cuando las luces de un auto que pasó iluminó a esa silueta pude ver al Diablo, rapidísimo entré al taxi y me largué de ahí.

Autor: RAMIRO CONTRERAS

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