La Morgue Y La Casa Embrujada Historia de Terror

La Morgue Y La Casa Embrujada Historia de Terror

Cuando tenía 12 años, en la ciudad había una casa abandonada que decían que estaba embrujada, todos lo creíamos La Morgue Y La Casa Embrujada Historia de Terror. El rumor era consistente porque en esa vieja casa se reunía una secta satánica para hacer sus rituales y sacrificios, se decía que los satánicos les arrancaban la cara a sus víctimas y la metían en una cajita que le ofrecían a su deidad. Mis amigos y yo solíamos ir una vez cada dos semanas a esa casa a ver si encontrábamos algo, siempre había velas y dibujos raros, pero una ocasión encontramos un cadáver sin cara, la secta satánica lo había sacrificado, el estado de putrefacción del cuerpo era tal que eso parecía más un monstruo que un humano, eso, más que darme miedo, me generó una pregunta.
¿Qué ocurre con un cuerpo después de la muerte?
Me hice esa pregunta una y otra vez, era tanta mi intriga que antes de cumplir los quince años ya sabía que quería trabajar en una morgue.
Estudié la preparatoria en un CBTis de Nuevo León, en la especialidad de Laboratorio. Yo estaba tan comprometido en cumplir mi sueño que me la pasaba estudiando, no paraba ni siquiera en fin de semana. Al final del primer parcial mis calificaciones en las materias de la especialidad eran de 10, las materias no esenciales solo las pasaba con el mínimo, jamás invertí tiempo demás a materias que no eran de la especialidad. Durante las vacaciones me la pasé estudiando adelantándome a las clases que iba a llevar durante el siguiente semestre.
Pronto me convertí en el mejor de la clase, pero por mucho, a tal punto que los maestros me exentaban y me pedían que yo les ayudara a preparar y calificar los trabajos y exámenes de mis compañeros. En una ocasión, durante el último semestre, un maestro, que eran masón, me preguntó si yo podría dar clases al hijo de un amigo suyo, me dejó en claro que no habría paga. Acepté pues me llevaba bastante bien con el profesor.
Vaya sorpresa la que me llevé cuando supe que le daría clases a la hija del gobernador. Esa familia podía pagar a un profesional, es más, podrían pagarle al director de la escuela de su hija para arreglar sus calificaciones. Supongo que mi maestro le habló bien de mí al gobernador y él quería poner a prueba mis habilidades. Por el motivo que sea, lo importante es que el señor gobernador quedó satisfecho con los resultados que obtuvo su hija así que me ofreció una beca para estudiar la universidad en la Ciudad de México.
Luego de graduarme de la universidad volví a Nuevo León para presentarle mi título al ex gobernador y al maestro que me había contactado con él. Nos reunimos en un restaurante para cenar, ahí el ex gobernador me dijo que era muy amigo del jefe de la policía y que si quería él podía recomendarme para trabajar en la morgue de ahí, solo que tardaría un par de meses por el cambio de administración. Le dije que si me interesaba.
Esos dos meses los utilicé para estar con mi familia, una vez pasado el plazo me llamaron de la policía para iniciar labores el lunes.
Entré como auxiliar, me encantaba mi trabajo, cuando mi jefe renunció me ofrecieron su puesto y claro que lo acepté. La paga era excelente. Me hice de un carro, compré un terreno y comencé a construir mi casa. No tenía pareja, de hecho, hasta ese momento no había contemplado la posibilidad de tener familia. Pero yo quería mi casa, ya sabes, para tener un lugar propio.
Ahora sí, hablemos de mi trabajo. La verdad es que tocar un cuerpo sin vida es curioso. Sobre todo, si ya han pasado más de 18 horas del fallecimiento, ya que para ese punto el cadáver ya perdió todo el calor, su temperatura es la del ambiente, me refiero a que no hay diferencia entre tocar una mesa y un cuerpo frío. Un dato peculiar es que los cuerpos de las personas con sobre peso duran más tiempo caliente, puede variar entre una y tres horas.
Una vez mueres tu cuerpo hace cosas que ni siquiera te imaginas, por ejemplo, los glóbulos oculares se desinflan, quedan literalmente como una pelota ponchada. Y esto ocurre antes de que se cumpla una hora de muerto si es que el cuerpo tiene los ojos abiertos, en caso de que los tenga cerrados este peculiar aspecto ocular aparece luego de 24 horas.
Hay un fenómeno cadavérico bastante tenebroso, sobre todo la primera vez que lo presencias. Resulta que el Rigor Mortis no solo causa la rigidez de las extremidades, sino que también tiene un efecto en los bellos del cuerpo, los levanta, así que el cadáver literalmente tiene piel de gallina. Es horripilante ver un cuerpo así, es como si el cuerpo tuviera miedo de que lo abras, como si el cadáver estuviera asustado.
No son pocos los cuerpos que llegan con una expresión en el rostro tan escabrosa que uno puede sentir todo el miedo que esas personas experimentaron justo al momento que les llegó la muerte.
En una ocasión nos llevaron un cuerpo de algo, no podría afirmar que se tratara de un humano, aunque era bastante parecido.
El cadáver estaba ya empezando a pudrirse. También estaba bastante hinchado. Olía a carbón con azufre. Aún podían alcanzarse a apreciar algunos restos de ropa, iba vestido con ropa formal, posiblemente para un trabajo ejecutivo o una fiesta de alto nivel.
Era un cuerpo que debía medir poco menos de tres metros, el torso era lo único que parecía normal, su cuello era al menos dos veces más largo que el promedio, sus brazos llegaban más abajo de sus rodillas, una de sus piernas también estaba alargada, la otra pues no la tenía, las marcas indicaban que se la habían arrancado de una mordida.
En la espalda tenía heridas profundas de las que todavía salían algunos gusanos bastante grandes, tal vez de unos 10 centímetros.
La cicatriz en su cuello me indicaba que había muerto por ahorcamiento. Al menos un 40% del cuerpo tenía evidencia de haber sido devorado por la fauna cadavérica, larvas de mosca, hormigas, cucarachas, ratas.
Tenía la cabeza vendada, así que retiramos el vendaje para descubrir que no tenía cara, el cráneo estaba expuesto, tampoco tenía cabello. Un líquido verde le salía de las encías. No tenía cerebro, en las paredes internas del cráneo tenía algunos huevecillos de arañas.
Se le podían ver todas las venas y arterias, ya estaban de color negro. Tenía ampollas por todos lados. No tenía uñas y en algunas partes tenía la piel desprendida.
Todos los órganos menos el hígado estaban licuados, por el estado en el que se encontraba ese órgano podría decir que el cadáver pertenecía a un adolescente.
No había tatuajes ni cicatrices visibles, nada que ayudara a la identificación del cuerpo.
Y por obvias razones no íbamos a mostrar un cuerpo así a ninguna persona.
Pregunté a las personas que lo habían llevado sobre el lugar del que habían levantado ese misterioso cuerpo.
Dijeron que lo sacaron de la casa que se presume embrujada. Una persona anónima había reportado el cuerpo. Lo encontraron ahorcado, suspendido a varios metros de altura, me contaron lo complicado que fue bajarlo de ahí.
Ese cadáver me había dejado muy perturbado así que tenía que investigar un poco. Para ese entonces habían pasado al menos diez años desde la última vez que había puesto un pie dentro de la casa embrujada.
Me decidí a ir, lo hice al día siguiente, por la mañana, claro, eran como las 10 o algo así.
Dentro me encontré a un vagabundo, estaba tirado en una esquina, inconsciente, con una aguja enterrada en un brazo. No moriría de eso, no al menos ese día.
Caminé por el inmueble, lleno de botes de cerveza, cigarros y preservativos. Las paredes estaban todas grafiteadas. Subí por las escaleras y encontré los restos de un ritual, había velas y algunas cruces. Al fondo de la habitación había un dibujo que me causó muchos escalofríos: era un ser sentado sobre una luna en cuarto menguante, tenía las patas de cabra, de su pecho salía un bastón rodeado por dos serpientes, tenía un brazo extendido hacia arriba y el otro hacia abajo, de la espalda le salían un par de alas, tenía cabeza y cuernos de animal, con un pentagrama en la frente.
Era un dibujo terrorífico. Me di la vuelta y en ese momento recordé aquella ocasión cuando mis amigos y yo encontramos un cadáver sin cara, también recordé lo que se decía sobre aquella cajita donde los satánicos guardaban la cara de sus víctimas.
Volví la mirada hacia el espantoso dibujo y pude ver una caja pequeña en el suelo frente al dibujo.
Temeroso, me acerqué a la caja y me agaché para abrirla. Ahí estaba un rostro, definitivamente tenía que ser el rostro del hórrido cuerpo que yo había recibido en la morgue el día anterior.
Salí corriendo de ahí. Claro que yo no iba a tocar esa cosa. Me limité a decirle a los peritos sobre mi descubrimiento para que fueran a revisar, también los cuestioné sobre por qué no habían visto la caja cuando ellos revisaron el lugar, me dijeron que ellos no tenían por qué darme explicaciones.
No he vuelto a recibir en la morgue cadáveres sin rostro, pero jamás olvidaré ese cuerpo extraño….
 
Autor: Ramiro Contreras
Derechos Reservados

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