En El Amazonas Historia De Terror 2023

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En El Amazonas Historia De Terror 2023

En El Amazonas, Historia De Terror… El siguiente relato que están por escuchar es extraño y de una naturaleza complicada está traducido del portugués, la persona que lo cuenta actualmente vive en Brasil, esta persona dice que en la selva hay cosas tan oscuras y extrañas que es mejor no intentar encontrarles explicación, sin más que añadir, lo dejo con el relato.

El pueblo donde nací es pequeño, en aquel entonces no había más que unas cuantas casas en la orilla de la selva, alejada a decenas de kilómetros de cualquier ciudad medianamente poblada.

Crecí en una familia pobre, como muchas aquí en Brasil. Mis padres con un matrimonio disfuncional, uno de mis hermanos sumido en las sustancias y el otro metido en el negocio de venderlas.

Yo opté por mantenerme al margen de sus problemas, nunca me gustó la escuela así que busqué algo qué hacer, di con una organización civil que se encargaba de brindar apoyo a las comunidades que se encontraban en lo profundo de la selva.

No era un trabajo remunerado ya que se trataba de una organización sin fines de lucro, pero trabajando ahí tenía garantizada al menos una comida caliente así que me quedé.

Esto fue hace hace muchos años. La dinámica siempre era la misma, juntábamos donaciones, ropa, comida, contactábamos con alguna tribu que aceptara hacer contacto con el mundo exterior, que no eran muchas, en estos tiempos ya se han mostrado más tolerantes y amistosas con la civilización pero en aquellos años no eran tan fácil establecer una comunicación con esas tribus.

Llegamos a ser atacados en varias ocasiones, había tribus que nadamás al vernos intentaban matarnos, por lo general nunca ocurría nada grave, pero había veces en las que alguien salía lastimado, siempre llevábamos un médico para cualquier emergencia.

Pero, una tarde, que creímos que sería ordinaria, se convirtió en una odisea para sobrevivir.

Íbamos dentro de una camioneta, la utilizábamos para adentrarnos en la selva lo más que se podía, luego continuábamos a pie.

Ya estábamos muy adentro cuando algo golpeó la camioneta, claramente no fue otro vehículo, y nadie vio nada que se estuviera aproximando, tuvo que haber sido algo muy fuerte y nos tuvo que haber impactado a mucha velocidad, eso implica hacer ruido, y no hubo ningún ruido.

La camioneta se volteó de forma violenta y como el terreno estaba inclinado el vehículo giró hasta que golpeó con algo muy sólido, no vi  con qué, pero supongo que fue una gran roca.

Nadie llevaba cinturón, dentro del vehículo íbamos más gente de la que se debe, así que con tanta vuelta recibimos muchos golpes, yo quería salir del vehículo, pero tenía a un compañero desmayado encima.

Me sangraba la cabeza, estaba aturdido, y con todo el esfuerzo que hice intentando salir, terminé desmayando.

No tengo ni la más mínima idea de cuánto tiempo estuve inconsciente, pero cuando abrí los ojos estaba siendo trasladado, unas personas me estaban cargando, no podía moverme porque todo me dolía, además no podía ver mucho porque había una densa niebla cubriendo todo mi alrededor.

Me mantuve despierto como por una hora, no era el único que estaba siendo trasladado, no podía verlos, pero alguien se estaba quejando, algo le dolía.

Ni siquiera sé para qué me esforzaba por permanecer despierto, de todos modos no era como que pudiera memorizar el camino de regreso. Mejor me dejé vencer por el sueño.

Volví a despertarme cuando un fuerte trueno hizo estremecer todo el cielo, estaba empezando a llover, pronto se hizo de noche.

Llegamos a un campamento, lo sé porque se escuchaban muchas voces, claramente no entendía ni una palabra, era un dialecto desconocido para mí.

Nos metieron a una choza y ahí nos bajaron.

Los hombres que nos trasladaron salieron. Me senté, ahí conmigo estaban 5 compañeros, faltaban 4. Todos teníamos heridas, golpes sobre todo, yo era el único que estaba sangrando, y ya no era tanto el afluente.

Estábamos confundidos, no sabíamos nada, lo que más nos preocupaba era desconocer qué tribu nos tenía y con qué intenciones nos habían llevado hasta su aldea.

Helena, que era la que tenía más experiencia que todos, dijo que ella tampoco tenía noción alguna del dialecto que hablaba esa gente, que lo más probable es que se tratara de una tribu no contactada, lo cuál eran pésimas noticias.

Ahí pasamos toda la noche, no cerramos los ojos para nada, la llegada del Sol se nos hizo eterna.

Al amanecer entró un sujeto, con su cuerpo completamente pintado de negro, con señas nos ordenó salir, le obedecimos sin más.

Al salir de la choza pudimos tener un concepto más claro de con qué clase de gente estábamos. Se trataba de una comuna pequeña, pocas chozas, poca gente, no recuerdo haber visto a ningún infante.   

En el centro de su aldea tenían un gigantesco ídolo hecho de hojas de palma. La figura era humanoide, semi erguido, tenía cola. Supuse que se trataba de su deidad.

Nos formaron cerca de esa figura. Unas mujeres se nos acercaron, hablaban en su dialecto, danzaban, nos limpiaban con ramas, ellas estaban completamente con la piel tintada de rojo, en cuanto una se me acercó demasiado pude distinguir un olor conocido, era sangre, las mujeres habían pintado su cuerpo con sangre.

Las mujeres terminaron de danzar y se fueron alejando lentamente, entonces un par de hombres que portaban inquietantes máscaras empezaron a caminar lentamente hacia nosotros, traían lanzas, estaba claro que nos iban a matar.

Mis compañeras empezaron a llorar, una intentó correr, pero inmediatamente alguien le disparó una flecha en la espalda.

Íbamos a morir si nos quedábamos, íbamos a morir si intentábamos irnos, no había ninguna diferencia, así que corrimos.

La tribu empezó a hacer mucho escándalo, tiraban flechas, pero en lo que le disparaban a uno el resto podíamos alejarnos más.

Quise mantenerme cerca de al menos uno de mis compañeros, pero fue imposible, seguí corriendo, no paré hasta que las piernas ya no me respondieron.

Me quedé tirado en el suelo, jadeando, sabía que debía permanecer en movimiento, así que me arrastré hasta estar cerca del tronco de un árbol y me apoyé en él para levantarme.

Cuando pude ponerme de pie me percaté que en ese árbol había una figura dibujada, se trataba del mismo ser al que adoraba la tribu de la que estaba intentando escapar.

Aquello podía tener dos posibles significados, el primero era que esa era la forma en la que ellos delimitaban su territorio, y la segunda, que, aunque menos probable, era más inquietante, es que esa marca indicaba que estaba dentro de la zona en la que esa criatura solía moverse.

Entonces escuché que algo se movía entre los árboles, su andar era lento, no quería que yo me diera cuenta que estaba ahí, agarré aire y volví a correr.

No escuché pasos detrás mío, es decir, aquello no me estaba siguiendo, así que poco a poco empecé a disminuir la velocidad hasta que ya solo estaba caminando.

Decidí caminar en dirección sureste, anduve sin parar como por 7 horas, el calor era insoportable, pero me urgía llegar a al río para poder beber aunque fuera una gota de agua.

Por suerte pronto pude llegar, a una pequeña caída de agua, cuando salí de entre los árboles y tuve mejor visibilidad del panorama me di cuenta que, en la pared de roca desde la que caía el agua, había una pintura, se trataba, una vez más, de la enigmática y misteriosa criatura.

Bebí un poco de agua, tampoco podía saturarme porque luego me sería complicado seguir moviéndome.

Supuse que ahí cerca debía estar un árbol cuyo fruto fuera comestible, necesitaba algo de fuerza para seguir caminando.

Ya que estaba metido una vez más entre tantos árboles vi a una criatura intentando camuflarse mientras caminaba.

Me quedé totalmente quieto para evitar ser detectado. Por poco más de 10 segundos pude ver a la criatura tal cuál era, sin efectos visuales producto del camuflaje.

Su piel era escamosa, sus ojos eran totalmente amarillos, de cabeza achatada, y algunos dientes afilados sobresalían de su boca, era la misma criatura a la que adoraba la tribu, la misma dibujada en el tronco y la roca.

Pasó de largo sin notar mi presencia. Di media vuelta y caminé en otra dirección, el pánico me había invadido por completo, esa cosa no parecía pertenecer a este mundo.

La oscuridad me alcanzó y tuve que pasar la noche recargado en un tronco, dormí con un ojo abierto.

En la mañana, agotado, y con hambre, tuve que levantarme y seguir caminando.

Ya había perdido por completo la noción del tiempo cuando escuché voces, eran personas, seguramente era otra tribu, quizá ellos podrían ayudarme, pensé.

Me fui acercando hasta que tuve contacto visual, eran dos muchachos, uno iba arrastrando al otro, no quise acercarme hasta estar seguro que no eran hostiles.

Les hice señas, tratando que entendieran que yo iba en son de paz, por suerte eran amistosos.

Me acerqué, el muchacho que estaba siendo arrastrado le faltaba un pie. A base de señas le pedí al otro un poco de comida, que yo lo ayudaría pero que necesitaba comer algo.

Gracias a Dios el muchacho traía una cosa, no tengo idea de que era, no era mucho, pero me supo a gloria.

Ya entre los 2 cargamos a su compañero y empezamos a caminar, entendí que íbamos hacia su aldea, pero no fue así, llegamos hasta una cueva, nos adentramos un poco y ahí lo bajamos.

Luego el muchacho se alejó rápido y yo lo seguí, nos escondimos detrás de unas rocas, no pasó mucho tiempo cuando desde la oscura profundidad de la cueva emergió otro de esos seres reptiles y empezó a devorar al que le faltaba un pie.

La grotesca escena me tenía petrificado, empecé a sudar frío, mi corazón se aceleró y mi boca se secó.

Ahora yo me encontraba acompañando al integrante de otra tribu que posiblemente también adoraban a esas bestias, quizá los veían como dioses, por eso les ofrecían sacrificios humanos.

Me quedé pensando que la tribu que nos había raptado quería hacer lo mismo con nosotros, no pude evitar acordarme de mis compañeros, me intrigaba pensar si ellos habían logrado escapar, si de casualidad también se habían topado con una de esas cosas, quizá ya solo yo quedaba vivo.

En ese momento solo tengo 2 opciones, la primera es quedarme con esta persona y que me lleve a su aldea, confiando en que sean pacíficos y que lo que acaba de ocurrir simplemente sea parte de sus costumbres, lo cuál era posible porque la víctima del reptil no puso resistencia en ningún momento. Y la segunda opción era largarme de ahí y volver a meterme en la selva y rezar para no morir.

Decido irme con esta persona. En efecto me llevó con su tribu.

Me recibieron bien, no tengo idea de porqué, esa gente no había tenido muchos encuentros con el hombre blanco, se notaba que aún no habían sido contactados, no había ningún indicio de eso, es complicado explicar cómo se distingue a una tribu que ha hecho contacto de una que no lo ha hecho, pero cuando te dedicas a esto aprendes.

No vi ningún altar ni ninguna otra referencia a los reptiles.

Pude comer, no hasta llenar pero al menos se me quitó el hambre.

Estuve con ellos un par de días, todo tranquilo, pero al tercer día me tocó formar parte de un ritual. Todos los hombres nos formamos en una línea, una mujer trajo una serpiente y la colocó en el suelo.

La serpiente empezó a arrastrarse por nuestros pies hasta que mordió a uno.

Todos gritaron, estaban celebrando, yo no entendía nada. Durante algunas horas hubo música, eran percusiones, hasta el hombre que había sido mordido parecía estar de buen humor.

Entonces de una de las chozas salió un anciano, vestido y decorado con huesos, su nariz  y sus orejas tenían aretes de hueso. En cuanto se percatan de su presencia la alegría se detiene de golpe. El rostro de aquel anciano sumado con sus vestimentas le daban un aspecto diabólico y siniestro.

Todos se tiran al suelo como señal de respeto, yo hago lo mismo obviamente. Él empieza a gritar y a hacer movimientos raros con sus brazos, supuse que se trataba del chamán.

Una mujer se levanta, con su bebé en brazos, y lo lleva hasta el chamán, se lo entrega, ella regresa a su lugar, aquello tenía muy mala pinta así que agaché la mirada temiendo lo que podría suceder.

El bebé suelta un pequeño llanto, luego se escucha que algo se golpea contra el suelo. Todos se levantan, yo igual, algunas mujeres se acercan al chamán a levantar algo del suelo, hay sangre.

El hombre que me había traído se me acerca y me da a entender que quiere que vaya con él. Nos acercamos al hombre que había sido mordido por la serpiente, lo recostamos, el chamán le da un objeto extraño y, mientras yo estoy sujetando los brazos del mordido, el otro empieza a impactar ese objeto contra el pie que tenía la mordedura.

Cerré los ojos, era demasiado para mí. Finalmente el pie, ya fuera del cuerpo, fue tomado por el chamán. El hombre y yo levantamos al muchacho sin pie y comenzamos a caminar, alejándonos de la aldea.

Nos fuimos metiendo cada vez más en la tupida vegetación, apartando como podíamos las ramas que nos dificultaban el paso, nos estábamos dirigiendo a la cueva de donde salían aquellos extraños reptiles.

Llegamos, dejamos la ofrenda, es decir la persona, en la entrada y nos alejamos a escondernos en lo que salía la extraña criatura de la profundidad de la cueva.

Pero pasaron los minutos y nada se asomaba, él se empezó a acercar a la cueva, yo no lo seguí, llegó con el muchacho, miró hacia todos lados, luego me hizo señas para que me acercara, pensé que volveríamos a la aldea y volveríamos a intentarlo al día siguiente, pero no, la idea era ingresar a la cueva. Al parecer era muy importante entregar la ofrenda al reptil.

Yo me negué, él insistió pero yo no cedí, entonces empezamos a discutir, obvio sin entender lo que uno le decía al otro, hubo gritos y forcejeos.

Un ruido nos alertó de una presencia, el reptil había llegado, pero no había salido de la cueva, había llegado del exterior.

Partes de su esqueleto estaban expuestas, sobre todo en la zona del pecho, era de color verde con detalles en blanco, nos mostraba su larga lengua bífida, de la cual goteaba un líquido blanco que al tocar el suelo desprendía una pequeña cantidad de humo.

Nos estaba observando con detenimiento, giraba su cabeza y movía su cola. Incluso se encorvó un poco, ahí pude notar que de su espalda también sobresalían algunos huesos.

En las patas superiores tenía 4 dedos con afiladas garras, y en las inferiores solo tenía 3. Su manera de parpadear era anormal, ya que en lugar de parpadear de arriba hacia abajo, lo hacía de izquierda a derecha.

Ya que pude verlo mejor noté que su anatomía no solo era de reptil, sino que tenía algunos rasgos que recordaban ligeramente a especies marinas, era una criatura demasiado extraña.

Empezó a olfatear, entonces miró fijamente al que no tenía pie, se fue sobre él y empezó a comerlo, el pobre muchacho quería gritar del dolor, pero se contenía todo lo que podía.

El otro intentó salir de la cueva, corriendo, evitando pasar cerca de la criatura, pero la bestia se dio cuenta y lo golpeó bruscamente con la cola, lanzándolo hasta chocar contra la roca, quedó en el suelo sangrando de la cabeza.

Estaba claro que ese monstruo no quería que nos fuéramos, éramos su comida.

Empecé a dar pequeños y silenciosos pasos hacia atrás, hacia el interior de la cueva, me fui adentrando, como no había nada de luz, todo el tiempo iba agarrando la pared de roca, así no perdería el camino de regreso.

En cierto momento pude escuchar pasos y algo arrastrarse, el miedo se apoderó de mí. Hubo otro ruido, sonó como un susurro agudo y chirriante.

Dentro de la cueva había tanto eco que todo sonaba terriblemente fuerte.

Mientras seguía avanzando me encontré con una fisura en la roca, lo suficientemente ancha como para que pudiera meterme y esconderme.

Entré a la fisura, no era muy profunda, pero al menos ahí me sentía en menos peligro.

Me senté, recargando mi espalda en la roca, así estaba seguro que nada se me podía acercar por detrás.

Luego de unos minutos vi pasar un par de luces rojas, esas luces iban acompañadas de pasos, estaba claro que se trataba de los ojos del extraño reptil.

Los pasos se alejaron y el sonido de arrastre también se esfumó, entonces hubo un poco de silencio, traté de controlar mis nervios.

Me daba pánico que el ruido de mi agitada respiración fuera a revelar mi ubicación, por suerte el ruido natural de las goteras dentro de la cueva tapaba el ruido que yo hacía.

Entonces, sin nada más qué hacer, y en lugar de estar pensando en todas las dolorosas formas posibles en las que podía morir, mejor me puse darle vueltas en mi cabeza a la posible explicación de unas criaturas de semejante naturaleza.

Entonces recordé una leyenda que había escuchado hace años en la aldea de una tribu caníbal, ellos hablaban de los Iwias, que eran una especie de espíritus malignos o demonios de sangre fría que vagan por la selva en busca de carne humana.

Estaba inmerso tratando de contemplar la posibilidad de que los monstruos fueran los verdaderos Iwias, cuando de pronto escuché que algo estaba raspando la roca, eran como garras.

No podía salir de mi escondite, en cuanto pusiera un pie afuera seguramente una de esas criaturas me iba a convertir en su comida.

Pasó el tiempo demasiado lento, finalmente llegó la noche, lo supe porque los murciélagos que habían estado dormidos empezaron a despertar.

Supuse que, al igual que cualquier otro animal, esas bestias tenían que dormir. Así que había llegado mi oportunidad de intentar salir.

En El Amazonas Historia De Terror

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Salí de la fisura y, agarrándome de la roca en todo momento para poder llegar a la salida, empecé a caminar muy despacio, de la forma más sigilosa posible.

Caminé y caminé, podía ver la salida, el exterior de la cueva era tenuemente iluminado por la luz de la luna.

Ya estaba prácticamente afuera de la cueva cuando pisé algo que crujió, miré al suelo, se trataba de un hueso.

No muy lejos de donde estaba parado había un par de restos, eran los que habían llegado conmigo hasta la cueva.

Seguí avanzando, manteniendo un ojo al frente y otro ojo al suelo, no quería hacer más ruido, no fuera a ser que despertara a los monstruos.

Logré dejar la cueva atrás, y, una vez más, empecé a caminar sin saber exactamente a dónde me estaba dirigiendo, sintiéndome cansado y agobiado, sin apenas contemplar la posibilidad de sobrevivir, rezando para no volver a encontrarme con ninguna de esas bestias.

Caminé por kilómetros, entonces encontré una cosa, era una cámara, no recuerdo la marca, era una de esas que ya usaban pilas, sino que tenían batería interna recargable, estaba tirada entra la maleza, por su estado ya debía tener más de un año ahí varada.

Me agaché para tomarla, solo por curiosidad presioné el botón de encendido, no pasó nada, claro, si cuando se cayó estaba encendida pues la carga se había agotado.

Volví a intentar, quizá estaba apagada cuando se cayó y con el golpe se había dañado, lo más probable es que hubiera quedado inservible debido a la caída.

Entonces decidí darle un par de golpes, así arreglaba mi televisor, quizá así podría arreglar la cámara, funcionó, le quedaba 3% de batería.

Solo por curiosidad abrí la galería y miré la última fotografía que había sido tomada.

Era una fotografía aparentemente ordinaria, una pareja, abrazada, cerca del río, al fondo, acercándose descaradamente,, estaba uno de esos reptiles.

Ahora me quedaba claro porqué la cámara estaba tirada a mitad de la selva, se le acabó la batería segundos después.

Avancé hasta alejarme unos 5 kilómetros de la cueva, entonces escuché un fuerte alarido, era muy diferente a cualquier cosa que hubiera escuchado antes.

Era un sonido chirriante y estridente, hizo temblar mis tímpanos.

A lo lejos, alcancé a notar un bulto negruzco, su silueta era inconfundible, se trataba de uno de esos reptiles.

Quise correr pero las piernas no me respondían, por un instante creí que la cosa esa no me había visto, pues sus ojos no se notaban, es decir que estaba mirando hacia otro lado.

Pero antes de cantar victoria volteó a verme, sus pupilas reflejaban la muerte, me sentí totalmente indefenso. No me atacó, se dio media vuelta y continuó su camino.

Eso me hizo sentir aliviado, tenía que dormir, además, no podía seguir avanzando porque quizá terminaría alcanzando al reptil, y no quería eso.

Así que, me recosté en el primer árbol que me pareció menos incómodo que el resto.

Estaba tan exhausto que no tenía ni las fuerzas para preocuparme del resto de peligros que había en la selva, yo solo quería descansar.

Desperté al día siguiente, con hambre, pero menos cansado, me quedé sentado, esperando que se acercaran algunos insectos para poder comerlos, solo los que yo estaba seguro que no eran venenosos.

Estuve cazando insectos por un buen rato, comí unos cuantos, no sacié mi hambre, obviamente, pero al menos ya me sentía capaz de seguir avanzando.

Ese día di me encontré otra tribu, traían camisas de equipos de futbol, eso era un muy buen indicio, significaba que ya habían hecho contacto con la civilización, ellos me podrían ayudar.

Y así fue, me recibieron con los brazos abiertos, me ayudaron a curar las pequeñas heridas que traía en brazos y piernas, causadas por alguna espina o rama filosa.

Pude comer y descansar tranquilo, al día siguiente ellos enviaron a uno de sus mensajeros a la ciudad más cercana, resulta que yo me encontraba a 200 kilómetros de donde habíamos ingresado a la selva, no tenía ningún sentido, la única explicación es que la tribu que nos raptó nos hubiera estado trasladando por más de un día sin que nosotros nos diéramos cuenta, lo cual era muy poco probable.

Pero, hay un dicho que siempre repetimos los que pasamos mucho tiempo en el Amazonas: en la selva hay cosas tan oscuras y extrañas que es mejor no intentar encontrarles explicación.

Gracias a Dios pude volver a la ciudad, los de la ONG nos habían estado buscando, yo fui el único al que encontraron con vida.

En la camioneta encontraron 4 cuerpos, 3 de ellos habían muerto por efecto del impacto y las vueltas que dio el vehículo hasta chocar, uno de ellos había muerto a causa de heridas profundas provocadas por un objeto punzo cortante.

Curiosamente la marca del impacto de la camioneta era irregular, no había sido causada por un objeto simétrico, un auto, eso ya lo sabía, porque no vimos ninguno.

Al margen del área que se sumió por el impacto había marcas de lo que parecían ser garras, tenían la misma distribución de las heridas que habían matado a uno de los compañeros.

En cuanto al resto, nunca dieron con ellos, no encontraron nada, ni un zapato, y eso que los buscaron durante meses.

Cuando me preguntaron lo que había pasado yo conté todo, tal cual, letra por letra, lo que les acabo de narrar, creyeron solo parte de mi historia, de los reptiles me dijeron que eso no podía ser cierto, que lo más probable es que yo me hubiera imaginado todo eso por los golpes que recibí en la cabeza, o por alguna sustancia que me dieron los de la tribu.

Les dije lo de la foto, les entregué la cámara, dijeron que la iban a revisar pero nunca la hicieron, tampoco me la devolvieron que porque disque era evidencia.

Me juzgaron loco, me forzaron a tomar un tiempo fuera de la ONG, tampoco me dejaron ayudar en la búsqueda de mis compañeros perdidos, bueno de sus cuerpos, yo estoy seguro que si no los mató una tribu se los comieron los reptiles.

Un canal de la televisión me entrevistó, pero solo fue para dejarme en ridículo, para tachar como inventó todo lo que les conté, al final de esa vergonzosa entrevista les hice 3 preguntas, las mismas 3 preguntas que les voy a hacer a los que duden de mi relato.

¿Cómo recorrí 200 kilómetros a pie?, no había duda que los había recorrido porque la aldea donde me encontraron estaba a 200 kilómetros de la camioneta. No pude haberlos recorrido sin alimento, sin energía.

¿Qué hay de las garras en la camioneta y en cuerpo de mi compañero?, es curioso que coincidan con las garras que yo les vi a los reptiles.

Y la última, y la más importante, si no ocurrió nada de lo que acabo de contar, entonces díganme, ¿qué fue lo que hice esos días metido en la selva del Amazonas?

 Autor: Ramiro Contreras

Derechos Reservados

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